Lo fácil sería decir que tuve una sensación que me avisaba de que algo estaba mal, que sabía que Mara nos necesitaba, pero no fue así. Cuando cruzó la puerta, las demás aprovechamos para pedir una pizza y ver los últimos capítulos de la primera temporada de ‘UnReal’, junto a Ed, que parecía más interesado en mirar a Lucy de reojo y a Daniel, que no estaba prestando atención, porque prefería jugar con el portátil.
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Sam se sentía incomodo en aquel local, era el único humano rodeado de un grupo de demonios. La mayoría de las miradas se paseaban entre él y el escenario en el que algunos demonios cantaban karaoke, sin duda ya lo había visto todo.
Pero el trabajo era el trabajo. Ya se había encargado de un amplio numero de esos expedientes, bueno, pongámosle un 15%. Había empezado por algunos de los que parecían ser una mayor amenaza, pero esa noche necesitaba un descanso, necesitaba algo que no fuera a complicársele.
Observo al demonio de color verde y ropa llamativa, era el dueño del establecimiento y no había resultado difícil encontrarlo, no comprendía porque la Iniciativa aun no se había presentado allí, hasta que el comienzo de una pelea termino abruptamente tras una especie de choque de escudos invisibles, la violencia estaba prohibido en ese edificio, inteligente.
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Toc, toc, toc. Era lo único que se escuchaba en la habitación, el golpear de sus nudillos contra la mesa. La impuntualidad era una de las mayores cosas que podían enfadar a una persona, pero en su trabajo ya estaba acostumbrado ha ciertos retrasos.
Lo que si le estaba molestando en realidad era esa habitación, ese blanco impoluto por todas partes y apenas iluminada, sin televisión para entretener a las visitas o revistas que ojear. Y el espejo, ese doble cristal en el que seguramente alguien detrás de el le estaría observando.
El joven se levanto de la silla y se acerco hasta el espejo, lo miro de arriba abajo, y se quedo mirando a un único punto, como si estuviese viendo a alguien, en el mejor de los casos seria así, en el peor, lo mismo estaba haciendo el ridículo mirando hacia la nada.