Moondale

Etiqueta: Siobhan Fitzpatrick

  • EN LAS PATAS DE OTRO

    EN LAS PATAS DE OTRO

    Mara | Apartamento de Vincent

    MEDIODÍA

    marabyn

    En el apartamento de Vincent no cabía un alfiler. Por suerte, ya no escuchaba los corazones de los demás ni sentía la necesidad de desgarrar sus preciadas gargantas, pero aún así, prefería la soledad y el silencio.

    Era el cuarto día en el que Lucy permanecía en una especie de sueño del que no podía despertar y habíamos tenido que utilizar los contactos de Bill y Vincent para conseguir una vía con la que administrarle suero para que no se deshidratara y una sonda que eliminase los desechos. No era la opción ideal, pero era lo único que podíamos hacer por ella, a pesar de que sugerí llevarla al hospital ante la negativa de todos. El volver a ser humana me hacía más consciente de la fragilidad de la vida y por eso, me preocupaba más, por eso y porque no quería comérmelos.

    La habitación de Vincent, que durante un breve lapso de tiempo había sido la mía, se había convertido en el hospital de campaña, cuya cama ocupaba una Lucy que parecía dormir apaciblemente y por las noches, Ed era su compañero que dormía sobre las mantas y separado a una distancia prudencial, así que Vincent y yo dormíamos en el salón, uno en el sofá y el otro, en el sillón. No era el colmo de la comodidad, pero tampoco es que nuestro repertorio de opciones fuera enorme.

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  • UN RECUERDO QUE ME TORTURABA

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Sala blanca

    [color=black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

    worriedmcleod

    [SIZE=2]
    En cuanto me vi a mí mismo atravesando el bosque no tuve duda de a lo que se refería el Doctor, ni siquiera me hizo falta ver a Siobhan para estar seguro, estaba reproduciendo frente a todos el recuerdo que llevaba años torturándome.

    No podía negar que el Doctor, lo odiase o no, era un gran estratega, con este golpe podía minar la confianza de los demás en mí y, junto a los otros recuerdos que seguramente tendría preparados, separarnos de nuevo, y esta vez sería más difícil arreglarlo. Solo podía confiar en que los demás entendiesen lo que nos iba a mostrar, más lo que mostrase de los demás que lo que mostrase de mí mismo, porque lo que yo había hecho no tenía perdón.

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  • NUESTROS PEORES MOMENTOS

     

    [align=center][SIZE=3][b]Diarios de Destino | Nave Industrial, Moondale[/b]

    [color=#81BEF7][b]Noche[/SIZE][/color][/b]

    eldoctor

    [SIZE=2]

    Con el frío la actividad demoníaca había descendido ligeramente, quizá estuviesen planeando algo, quizá les ocurriese como a los zombies de ‘The Walking Dead’ o quizá fuese navideños, nunca se sabía. El caso es que los Moondies habían tenido tiempo para montar una pequeña salita en el piso de abajo de la nave aprovechando que los constructores de Fenris habían terminado ya con la estructura.

    La salita era más bien un enorme salón situado en medio de la nave, resguardado de la entrada principal por un muro y una puerta y que rozaba el apartamento de Illya por otro. Habían aprovechado los sofás que utilizaron para la fiesta de cumpleaños de Sarah, al igual que la televisión que Lorne les había dado con la condición de que la utilizasen para hacer karaoke de vez en cuando.

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  • DESTINADOS A ESTAR JUNTOS

    [SIZE=3][b][align=center]Diana Echolls | Casa de McLeod[/b][/SIZE]

    dianallora

    [SIZE=2]
    Cuando me desperté, llevé la mano al lado de la cama en el que se suponía que dormía McLeod, pero él ya no estaba. No me hacía falta ser adivina para imaginarme que estaba en el piso de abajo preparando café para ver si con unas cuantas tazas conseguía despertarse del todo. Porque sí, habíamos pasado la noche juntos, pero no era culpa mía que hubiese dormido poco. Él ya venía así de fábrica.

    Me puse en pie rápidamente y bajé las escaleras hasta la cocina con cuidado de no resbalarme, pues iba descalza y con una camiseta de McLeod que había usado como pijama. Si me resbalaba y moría desnucada, los forenses encontrarían mi cadáver despatarrado con una ropa interior a la vista muy poco favorecedora porque, dicho sea de paso, parecía que lo hacía apropósito pues cada vez que dormía en casa de él llevaba las bragas más feas de la historia y si eran de muñequitos, mejor.

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