Moondale

Etiqueta: sisterotp: Caitriona y Jane

  • LA OSCURIDAD DEL CORAZÓN

    XANDER ECHOLLS

    SELAS – NOCHE

    Caitriona se movía con la hierba bajo sus pies como si fuera un hada de cuento. Era difícil seguirle el ritmo, también en parte porque estaba preocupado por Jane y quería dejarles margen para solucionarlo.

    Cuando las alcancé, aún estaban hablando, así que me senté en un tronco caído a esperar. Mientras escuchaba el rumor distante de sus voces y sentía el frío de la noche calarme los huesos, pensé en lo que Caitriona me había mostrado.

    Las cosas habían cambiado poco en casa, sabíamos que el tiempo apenas había pasado allí en comparación con los meses que llevábamos varados, algunos más dependiendo del mundo en el que hubieran terminado. Pero verlo era diferente, mi casa estaba igual, mi madre, mi padre y mi tía también, solo que preocupados. Era un suerte que la tía Diana estuviera allí, con su confianza y su aspecto de despreocupada siempre hacía pensar al resto que no había motivo para agobiarse, que seguramente ella ya hubiera visto lo que iba a pasar y por eso estaba tranquila. Quise creerlo yo también, hasta hacía bien poco lo había creído, y entonces Jane murió.

    Ahora era una cáscara vacía, mi alma estaba en ella pero ella no quería ni verme por lo que había hecho, así que estaba irremediablemente destinado a acabar como un muerto en vida. Solo esperaba verlos a todos al menos una vez más, para despedirme antes de dejar de reconocerles.

    De pronto me fijé en el silencio y me acerqué a ellas. Me miraron al verme salir entre los árboles, pero Jane enseguida apartó la mirada y reanudó la marcha con Caitriona cerca. Yo me limité a seguirlas, sin hablar. Ni siquiera cuando el frío nos congelaba las pestañas, ni tampoco cuando los huesos empezaron a acumularse en el suelo.

    El Dragón no tardó en aparecer. Era lo que se esperaría de una leyenda, escamas brillantes, blancas como la nieve. En otro momento habría abierto los ojos de pura fascinación, pero no fue así. Puede que se debiera a la ausencia de mi alma. Puede que fijarme en esos ojos como dos pozos negros, sin iris, sin pupilas, fuera de lugar en una bestia tan magnífica. O quizá el hecho de saber que Jane y yo estábamos muy cerca físicamente, pero a la vez demasiado lejos.

    Caitriona se adelantó y se dispuso a usar su magia. Me preparé para que las cosas fueran más fáciles por una vez. Y cómo no, no iba a ser así. Caitriona esperó y empezó a extrañarse, lo que quiera que estuviese intentando, no funcionaba.

    Un aleteo del dragón me obligó a plantar los pies con fuerza en la tierra. Su aliento era helado, a Idris le habría ido mejor, prácticamente a cualquiera. Jane y yo solo teníamos nuestra fuerza física, el resto lo tenía Caitriona y su poder.

    Pareció oscurecer más, pensé que era la silueta enorme del dragón pero vi que de él o ella emanaba una niebla oscura que nos rodeó. Miré una vez más a Jane antes de que nos engullera, ¿para esto tanto sufrimiento? ¿Solo unas semanas más?

    Pero cuando la oscuridad se lo llevó todo, dejó de importarme. Nada tenía sentido, ¿para qué luchar? Ya no volvería a ver a nadie que me importase. Cualquier esperanza de lo que pudiera haber entre Jane y yo se había esfumado, nuestro futuro había sido compartido, sí, en una fosa común en una montaña cuyo nombre nadie recordaría, al otro lado del espacio y el tiempo.

    Veía una figura en la oscuridad, una que reconocía perfectamente porque era mi propio cuerpo, solo que lo observaba desde fuera de él. Estaba inmóvil, con la mirada perdida, ajeno a todo lo que me rodease. Ése debía ser el «muerto en vida» que Caitriona mencionaba.

    Vi que su mirada estaba fija más allá, donde Jane se debatía contra un enemigo que yo no alcanzaba a ver. Caitriona estaba más lejos, apenas divisible en la lejanía.

    Seguí mirando a Jane sacar fuerzas de ninguna parte, después de haber muerto, de haber vuelto y seguir adelante, ¿quién era yo para rendirme?

    Me forcé a pensar, Chernobog era nuestro enemigo, el que nos había aislado. Chernobog el Corruptor, controlando a los guardianes, intoxicando al Dragón con esos ojos negros, reflejo de su alma atormentada. Y ahora nos hacía lo mismo a nosotros, buscaba nuestra oscuridad para aferrarse a ella.

    Éramos presa fácil:  vidas duras, tratos oscuros, sacrificios, pérdidas. Pero no éramos solo eso, había mucho más. Jane estaba sobreponiéndose a su visión, alzándose, brillante, sobre lo peor que había en ella. Siempre había sido demasiado consciente de lo malo de su vida y de sí misma, muy crítica, muy dura. Y eso ahora le estaba haciendo más fácil luchar contra él.

    Tomé su ejemplo, la belleza de verla luchar pese a lo que acababa de sufrir, y luché yo también. Luché hasta que entre los tres hicimos retroceder la oscuridad de Chernobog, hasta el Dragón y luego más allá, replegándose hacia su amo, que sin duda no olvidaría la afrenta.

    El Dragón, o Dragona quizá, nos observó con unos ojos como gemas. Su aliento, antes frío, era ahora pura magia y lo usó para abrir el portal. Jane cruzó sin mirar atrás, Caitriona la siguió y yo cerré la marcha.

    Una cálida brisa en lo alto del valle me devolvió las ganas de sonreír. La Kvasir estaba allí, al fondo, y en ella gran parte de mi familia.

  • UNA ESPECIE DE TREGUA

    Jane – Selas

    Noche

    Me limpié las lágrimas como pude y eché a andar en dirección al pico. Dejé atrás a la bruja y a Alexander, cuya luz parecía un poco más tenue según me iba alejando.

    Estaba tan enfadada que no pensaba ni en lo que estaba haciendo. La rabia guiaba mis pasos y no era la primera vez. Mi carácter de mierda asomaba su fea cara cada vez que algo me disgustaba y eso pasaba más a menudo cuando estaba procesando mal alguna cosa.

    Por eso, cuando Caitriona desveló el pastel, me fui. Avancé sin saber adónde. Iba casi a tientas, porque se había hecho de noche. Si mi único poder consistía en dejar seco a quien se me acercara: ¿Qué pretendía conseguir con esta pantomima, matarme?

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