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Etiqueta: Un poco de Ed x Lucy

  • TE QUEDAN NOVENTA Y NUEVE CAFÉS

    Lucy Tattler | Exteriores sede W&H

    TARDE

    lucytattler2

    Estaba tan nerviosa, que el pie que tenía sobre el pedal de la máquina iba por su cuenta, incapaz de mantenerse quieto. Había pinchado en el culo a un par de clientas durante las pruebas de la ropa y mi dedo pulgar tenía ahora una tirita de ‘Hello Kitty’ por culpa de la punta de las tijeras. Sin lugar a dudas, no era mi día y todo porque tenía la cabeza puesta en otro sitio, en el café que había quedado en ir a tomar con Edward, ese chico tan mono que trabajaba en W&H al que le había hecho un traje a medida, porque estaba tan loca como para hacerle un regalo a un desconocido. Si no me iba bien como costurera, a lo mejor podía dedicarme a ser acosadora profesional.

    Si me paraba a pensarlo, ni siquiera sabía qué era lo que me había empujado a hacerlo, más allá del hecho de que me gustaba su sonrisa tímida. Oh, por favor Lucy, deja de escribir tonterías que cualquiera podría leer este diario. Jo, pero es que es tan mono… Dignidad Lucy, dignidad y deja de dirigirte a ti misma en tercera persona…desde ahora.

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  • JAQUE

    Edward MacLay | Louna

    MAÑANA

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    Llevaba varios días descansando mal, en realidad podrían ser meses, pero estos últimos días estaban siendo especialmente ajetreados. Salía tarde de las oficinas intentando dejar el mayor número de casos preparados, y tras eso realizaba algo de vigilancia con Bill y Vincent en el bus, o así llamaban a la furgoneta. Me habían pedido ayuda para seguir a uno de los suyos, Karen, mientras estaba infiltrada dentro de un casino, hasta que anoche los del casino dieron con ella tras ganar varias manos seguidas y en cierto momento perdí todo vínculo con ella por culpa de un demonio, así que Bill decidió entrar a por ella.

     

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  • FLIRTEAR, AUNQUE SEA DISIMULADAMENTE

    LA COSTURERA LUCY TATTLER | SEDE DE WOLFRAM & HART

    MEDIODÍA

    lacosturera

    Llevaba tanto tiempo esperando en mitad de aquella sala, que temía que empezaran a darme monedas creyendo que era un mimo. Me dolían los brazos y ya debía tener unas ampollas en los pies como para no volver a caminar en la vida, pero tenía que entregar los trajes ese mismo día, me lo habían pedido sutilmente.

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