Moondale

Etiqueta: Un poco de Mike x Sophie

  • EL GATO Y EL HALCÓN

    DANTE VILLIERS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tenía gracia, Mike y yo habíamos sido amigos bastantes años y nunca habría pensado que convivía con un impulso salvaje en su cuerpo que me hacía querer dejarme llevar. Me imaginé que eso sería lo que sentían los lican y los felian como él, a eso que se refería Amy como «el lobo«.

    – [Dante]Tiene gracia. Querías hablar y recuperar el tiempo perdido y ahora no podemos hacer otra cosa.[/Dante] – comenté mientras le observaba trastear con los aparatos médicos de la enfermería. Parecía no apañarse muy bien con mis manos y a mi seguro que me pasaría lo mismo con las suyas si me ponía a trabajar. Así que me esperaba una tarde muy aburrida, eso confiando en que lo deshicieran pronto.

    – [Mike]Pero la situación es bastante más incómoda.[/Mike] – respondió. – [Mike]¿Cómo te acostumbraste a atar las alas? Aquí no tengo que ocultarlas y aun así siento la necesidad de desplegarlas continuamente. Todo parece…pequeño.[/Mike] – preguntó, girándose. Extendió un poco las alas, pero era fácil que chocara contra el instrumental y acabase todo por el suelo, aún no controlaría su extensión.

    – [Dante]Te acostumbras. De pequeño mi madre me llevó a las montañas a aprender a volar, pero no es que pudiera sobrevolar Moondale así como así.[/Dante] – le dije. Había tenido que atarme las alas desde pequeño. Al principio casi fue hasta más fácil, pero cuando mi madre me enseñó a volar me enamoré de la sensación de libertad desde el primer salto. Desde entonces había sido más difícil, pero no quedaba más remedio. Al ‘Ángel de Moondale‘ podían verla por la calle con alas alguna vez y tomarla por otra campaña de marketing, pero si empezaban a ver un chico alado volando por encima de sus cabezas…

    Mike se quedó pensativo, como si rumiara algo. – [Mike]¿Y lo otro? ¿Hay algo de lo que deba preocuparme?[/Mike]

    – [Dante]¿Qué otro?….Ah, ya, el poder de malo. Mientras no estés en peligro no creo que aparezca. No pienses mucho en ello y ya está.[/Dante] – no le daba demasiadas cuentas a mi poder secundario. Se había manifestado alguna que otra vez y cuando hizo falta al resto había cumplido, pero no me resultaba agradable y sabía que era una herencia directa del de mi padre, igual que las alas venían de mi madre aunque fueran de diferente color.

    – [Mike]Sabes que ahora no dejaré de pensar en ello.[/Mike] – esbozó una sonrisa, traté de imaginarme en mi mente a su cara original haciéndolo, si no me costaba mantener la concentración de con quién hablaba. – [Mike]Tú si deberías tener cuidado. Si seguimos así cuando caiga la noche es posible que te transformes.[/Mike] – añadió.

    – [Dante]Vale. ¿Y cómo lo controlo? ¿Tienes por ahí un ovillo de lana o algo?[/Dante] – bromeé. Él se puso serio y pensé que daba un poco de mal rollo verme así.

    – [Mike]En teoría mi madre y yo tenemos algo. Una resistencia. Ella ha mantenido a raya su parte vampírica y su parte licántropa. Pero no sin esfuerzo.[/Mike] – explicó. Conociéndolo estaba facilitándome la explicación en lugar de aburrirme con teorías, componentes genéticos y demás. – [Mike]Hace falta ponerle fuerza de voluntad.[/Mike]  – añadió. Vale, así que su madre y él podían resistir esas «posesiones» pero poniéndole ganas. Mejor que no llegara la noche, yo no era precisamente una persona a la que le gustase contenerse.

    – [Dante]Eso explica que consiguieras resistirte a mí.[/Dante]

    – [Mike]Sabes que no había química. Estamos destinados a ser amigos.[/Mike] – replicó. La verdad es que el beso que intercambiamos fue nefasto. En su momento no parecía tan horrible pero en cuanto tuve más experiencia supe que no nos teníamos ningún tipo de ganas. Mike era guapo y tenía buen cuerpo pero no conectábamos en ese aspecto. Aun así me gustaba recordárselo, sabía que yo no había sentido nada especial pero me molestaba un poco que él hubiera sentido lo mismo, no estaba acostumbrado al rechazo. – [Mike]Aunque con lo difícil que es contactar contigo empezaba a dudarlo.[/Mike] – añadió. Mientras estuvo estudiando habíamos tenido poco contacto, en las visitas sobre todo y alguna vez que me sorprendió con una llamada de teléfono, Mike debía de ser una de las pocas personas que conocía a la que no le desagradaba llamar.

    – [Dante]No me gustan mucho las redes sociales ni nada de eso en general. Hasta me he resistido a usar InNight.[/Dante] – comenté. Supongo que tengo que aclarar de qué hablaba por si en el futuro no tenéis ni idea de qué eran esas aplicaciones. InfiniteNight o InNight era la versión de folleteo de una noche de InfiniteLove o InLove, una aplicación para buscar pareja.

    – [Mike]Prefieres ligar cara a cara ¿no?[/Mike] – sonrió.

    – [Dante]Lo otro le quita el misterio y al final te vuelve vago, te quita el esfuerzo.[/Dante] – repliqué disfrutando de volver a una conversación menos profunda. – [Dante]Además, unas fotos y una biografía elaborada no dicen mucho de una persona.[/Dante] – aclaré. Sí, de la vida real podía decirse lo mismo, pero también veías como se movía una persona, como sonreía sin estar posando. Era diferente. Y los escotes y los pantalones ceñidos s era mejor disfrutarlos en directo.

    – [Mike]Quizá sí. Yo la he usado un par de veces en la universidad. Cuando no conocía a nadie.[/Mike] – confesó. Vaya con el Mike ligón, parece que en la Universidad había aprendido también algunas lecciones de la vida, como aprovecharla.

    – [Dante]¿Y ahora qué? ¿No le has echado el ojo a nadie?[/Dante] – le pregunté. Porque sin nada que hacer y en el cuerpo de otro, pocas cosas más hay que hablar que de amores y rolletes intergalácticos.

    – [Mike]No lo sé. Desde luego no tan obvio como tú con Chloe.[/Mike] – replicó, con una sonrisa sarcástica. Se estaba metiendo conmigo con una confianza que casi parecía que no habíamos tenido nulo contacto durante unos años.

    – [Dante]Yo no he hecho nada. Ni siquiera sé de verdad si es mayor de edad.[/Dante] – admití. En el mundo vikingo por suerte no habíamos coincidido y en el tiempo que habíamos estado juntos en la nave habíamos tenido acercamientos y diferencias. Me gustaba su caracter atrevido y su confianza, me gustaba su culo y sus ojos, pero había mantenido las distancias de momento.

    – [Mike]En tu presente no, eso seguro.[/Mike] – le miré de reojo y vi que bromeaba. Iba a darle un puñetazo en el brazo por sorpresa pero luego me di cuenta de que me lo estaría pegando a mí mismo.

    – [Dante]Ya, pero no sabemos si volveremos a esa vida.[/Dante] – respondí. Había que ser prácticos, podíamos quedar atrapados allí para siempre una vez ayudásemos a los Daë o peor, tener que pasar las Pruebas y morir por el camino.

    – [Mike]Ya, pero ¿y si sí? Hay que estar preparados igual.[/Mike] – sinceramente no me apetecía pensarlo. Si volvía a la vida de antes Chloe sería un bebé y pensar siquiera en que eran la misma persona me ponía la carne de gallina.

    – [Dante]Teniendo en cuenta que en el futuro estoy desaparecido, mejor será que me prepare menos y disfrute más del presente.[/Dante] – me pregunté si en el mejor de los casos habría desaparecido por el repelús que me daba conocer a la Chloe bebé.

    – [Mike]No sabes lo que pasará, son conjeturas.[/Mike] – dijo Mike preocupado.

    – [Dante]Todo el mundo sabe lo de Kaylee Echolls aunque nadie lo mencione. O cómo van a acabar todos estos Daë que estamos guiando a ello.[/Dante] – la muerte estaba en nuestro día a día.

    – [Mike]Encontraremos la forma de evitarlo. Somos más, ni siquiera sabemos si tendremos que pasar las Pruebas.[/Mike] – comentó, tratando de agarrarse a un clavo ardiendo. Me conmovió que le preocupara la idea de mi posible muerte inminente. – [Mike]Yo no voy a dejar morir a nadie. Bastante poco podemos hacer ya por la gente de los mundos que visitamos.[/Mike] – ahí estaba el Mike médico por vocación.

    – [Dante]Bueno, si conseguimos que la historia no se vaya a tomar por el culo les habremos quitado una tiranía de encima, podrán vivir como quieran. No está mal tampoco.[/Dante] – dije. Ahora que en Artisan y…como se llamaba, Nara, Naga…Nara, ahora que habían descubierto que el big bad del Soberano aquí era un grupo de personas en una y que ponía a sus otros yo a vigilar los mundos, sabíamos que cuando los Daë terminaran con él y pasaran el marrón a los Moondies, los mundos no tendrían su influencia en el desarrollo de su gente.

    – [Mike]Ya, pero hay muchas cosas en las que podríamos ayudar. [/Mike] – replicó. Me acordé del mundo vikingo, amenazado por esas serpientes marinas cabronas. Incluso sin quien sea que fuera el alter ego de ‘Antailtire’ en ese mundo, estaban bastante jodidos. Y en el mundo en el que habíamos estado los dos, el de la edad media, tenían un problema con los caballeros santos. Si el Cardenal era el alter ego, todavía tenían una mínima opción, pero aun así no sería fácil deshacer la creencia de la gente.

    – [Dante]Preocúpate de menos gente a la vez. No puedes curar el mundo entero.[/Dante]

    – [Mike]Es una pena.[/Mike]

    Se hizo el silencio y nos echamos a reír sin saber muy bien de qué. Simplemente me hizo gracia ser los mismos de siempre, incluso con unos años más de putadas a la espalda.

    – [Dante]Me la has jugado sacando lo de Chloe, pero de ti no has dicho nada.[/Dante] – le recordé.

    – [Mike]Tampoco hay mucho que contar.[/Mike]

    – [Dante]Venga hombre, si esta jodida nave parece un concurso de belleza, no me digas que no hay nadie.[/Dante] – respondí. Literalmente no habría puesto ningún inconveniente si la misión fuera acostarme con cualquiera de la nave con el que no estuviera emparentado o me hubiera criado como a un hijo o hermano. Quien nos hubiera hecho el casting nos había elegido guapos y atractivos.

    – [Mike]Que me atraiga alguien no significa que vaya a encontrar el amor de mi vida.[/Mike] – que práctico era Mike. No es que yo fuera un adalid del romance, pero él era demasiado frío a veces.

    – [Dante]Por algo se empieza.[/Dante]

    – [Mike]Ya…eso sí…[/Mike] – seguí mirándole, esperando mi cotilleo. – [Mike]Sophie, me…atrae bastante.[/Mike] – reconoció.

    – [Dante]Qué calladito lo tenías. ¿Por eso tardasteis tanto en Egipto? ¿Disfrutando del calorcito?[/Dante] – todo esto de visitar otras civilizaciones era una oportunidad idea para el ‘roleplay’. «Oh, mi faraón, yo tu humilde concubina te bañaré sin reparo y sin ropa.»

    – [Mike]No, qué va. No pasó nada, y si hubiera pasado tampoco te lo diría.[/Mike] – me recordó. No lo dudaba. – [Mike]Me gusta pero es muy enigmática. Es tan positiva que siempre pienso que no confía lo suficiente para contar nada más.[/Mike] – Sophie me caía bien, era alegre y como yo nunca había intentado saber más de ella, no me había encontrado con esa idea. Pero sí que era verdad que para haberle robado el disco de su madre, no me había matado nada más verme ni me lanzaba miradas asesinas.

    – [Dante]Pues vete a hablar con ella, pero ahora no. No quiero que ligues estando en mi cuerpo, tengo una reputación que mantener.[/Dante] – le advertí. Lo que hiciera cualquiera de mis partes prefería disfrutarla estando yo en mi cuerpo.

    – [Mike]¿La de un Villiers?[/Mike] – replicó Mike, lanzándome una vieja pulla. De otra persona quizá me lo habría tomado a mal, pero entre nosotros era una forma de tocarme las narices que tenía años.

    – [Dante]Sí, pero en el futuro cuando la gente hable de un Villiers será de mí.[/Dante] – afirmé. O de cualquiera del batallón de medio hermanos que debía tener.

    – [Mike]Ya estamos en el futuro.[/Mike] – respondió, señalando la nave que habíamos convertido en una casa. Una nave que no venía de estos mundos, si no de otro tiempo, del tiempo de Julia. Un misterio dentro de un misterio.

    – [Dante]¿Ves?[/Dante] – dije simplemente.

    Me estiré y evité mirarle a los ojos mientras me preguntaba si Julia sabría algo de lo que me deparaba el futuro y si cuando volviera a mi cuerpo debería hablar con Chloe o mantenerme alejado de ella.

  • GIGANTES

    MIKE SOLO-NOVAK

    Por un puro golpe de suerte tenía a la Daë de ese mundo frente a nosotros. Estaba subida a una especie de altar frente a un un gran grupo de «dioses menores» entre los que nos encontrábamos Niall, yo y nuestra sacerdotisa Sophie. Era una mujer con una tez de color bronce brillante y pelo oscuro como la tinta. Allí, hablando delante de todos los demás, parecía disfrutar de las atenciones de su público. Cuando nos la presentaron parecía una persona agradable, pero hablando de derrocar a la Diosa Hathor frente a aquellas otras personas veía un punto de malicia en su persona. No me extrañó, porque si no recordaba mal el repaso de Noah, Na’amah era la Daë de Libra y sabía equilibrar sus dos personas muy bien.

    Podría decir que habíamos tratado de pasar desapercibidos para no meternos en problemas, pero en nuestra prisa por encontrar a la Daë y el desconocimiento de lo que estaba pasando en ese mundo, nos habíamos metido en una revolución contra nada menos que una demonio pura. Era algo que estaba totalmente fuera de nuestra liga y ni siquiera teníamos otra opción, porque si no salvábamos de esa a la Daë, no habría un hogar al que volver.

    Antes de que empezara el mitin de Na’amah me había puesto en contacto con Nate, al que habían llevado para servir a la diosa junto con Zahra. Era una suerte que no les hubieran encontrado las esferas Daë, porque no habría podido decirme que Hathor estaba enterada de la revolución y planeaba sofocarla de forma tajante.

    Tratamos de trazar un plan en la medida de lo posible, pero la situación estaba en nuestra contra. Encontrando a la Daë habíamos agotado la poca suerte que teníamos disponible. Nate iba a centrarse en encontrarse con Zahra y escapar de ese lugar, así que nosotros teníamos que encargarnos de Na’amah.

    Sophie estaba a mi lado así que me incliné y susurré a su oído evitando que los demás nos escucharan.  – [Mike]Tenemos que intentar hablar con ella a solas.[/Mike] – capté el eco de su agradable perfume con olor a gominola de fresa

    – [Sophie]Lo veo difícil[/Sophie].- replicó ella. Busqué a Niall a nuestro alrededor pero estaba más alejado, sonriendo a las alabanzas de otros «dioses ave» que dudaba que entendiese sin el traductor.

    – [Mike]No tenemos muchas más opciones. Si estalla la guerra no tenemos poder suficiente.[/Mike] – susurré de nuevo. No éramos los más fuertes ni en el ámbito físico ni en el mágico, solo teníamos los poderes de Nate y la magia de Sophie, en la que ella misma no ponía demasiada confianza.

    – [Sophie]Es una líder. Es imposible acercarse a ella[/Sophie]. – tenía razón, estaba rodeada y seguro que barajaban la posibilidad de que alguno de los presentes trabajase para la diosa Hathor. Nosotros teníamos todas las papeletas por ser los recién llegados, así que no nos convenía poner más cosas en nuestra contra, con una demonio pura ya teníamos suficiente.

    Observamos en silencio la escena. Na’amah se mezcló entre los demás y la seguí disimuladamente con la mirada. Después de un largo rato vi que sus ojos se posaban más de una vez en nosotros, en concreto en Sophie. – [Mike]Quizá tú podrías…mejor que yo.[/Mike] – le sugerí. Ella me miró extrañada, pero al cabo de un rato su mirada se cruzó con la de la futura Daë.

    – [Sophie]Me estás pidiendo algo un poco difícil, mi niño.[/Sophie] – reconoció. Tenía toda la razón del mundo, a mi también me habría extrañado que alguien me lo pidiese y todo irradiaba el concepto «objetificación», pero nada más lejos de la realidad, no tenía que conquistarla, solo aprovechar que a ella sí parecía tener ganas de conocerla para revelarle el motivo por el que estábamos allí.

    – [Mike]Lo sé, pero estoy perdido. No se me ocurre nada más.[/Mike] – admití. No tenía madera de líder.

    – [Sophie]¿Crees que yo no?[/Sophie] – replicó con una sonrisa. Me alegro que no se enfadase por la propuesta, una señal clara de que a mí mismo tampoco me había parecido del todo correcta.

    – [Mike]Me transmites más seguridad que la que tengo en mi mismo.[/Mike] – añadí mirándola a los ojos. Su rostro era una absoluta belleza que irradiaba una autoconfianza y una locuacidad que me hacían desear quedarnos hablando hasta tarde en nuestro breve descanso de vuelta en la nave.

    – [Sophie]Suena a excusa para que lo haga yo, pero lo haré.[/Sophie] – respondió alzando una ceja. Le tendí el audífono y ella se dio la vuelta y se deslizó entre la multidud hasta llegar a la Daë.

    Observé su conversación durante un rato que me resultó eterno. Estuve atento cuando la mirada de la Daë se posó en mí y luego en Niall. Sophie hablaba con respeto, alimentando el ego de diosa que tenía aquella demonio que estaba destinada a salvar el mundo.

    Por un momento creí que habíamos llegado a tiempo a avisarla, que saldríamos de allí con ella y evitaríamos esa guerra en ciernes, pero antes de que terminasen de hablar se empezaron a escuchar gritos en la calle. La gente del interior de aquella residencia empezó a salir y los gritos aumentaron. La diosa Hathor ya había lanzado su ataque y allí fuera, entre todos los enemigos, estaría Nate y con suerte, Zahra. Había demasiado puesto sobre los hombros de la suerte.

    – [Sophie]Esto no está saliendo bien.[/Sophie] – dijo ella cuando volvimos a reunirnos.

    – [Mike]¿Ya ha empezado?[/Mike] – pregunté cuando Niall se unió a nosotros. Los demás asintieron y seguimos a la Daë al exterior, donde los gritos se materializaron en una combate abierto entre los dioses menores, la mayoria cambiando a su aspecto teriántropo si es que les daba tiempo, y las fuerzas de la diosa.

    Me quedé paralizado al salir. Había tenido que defenderme en nuestro viaje a Kardas, pero allí había un auténtico derramamiento de sangre. Las fuerzas de la diosa, pese a estar muy entrenadas, caían ante las garras y el poder de los teriántropos y demonios que componían los dioses menores. Pero aun así, su número era mucho mayor y por cada diez que caían, se llevaban a uno de aquellos.

    Na’amah estaba intentando refugiarse del centro del conflicto, usando su magia para defenderse. Durante un instante me pareció que su rostro se tornaba monstruoso, una definición completa y absoluta de la fealdad, pero se desvaneció con un parpadeo.

    Estaban empezando a rodearla, así que nos acercamos a su posición. Era imposible llegar a tiempo de defenderla, teníamos que cruzar el patio sin salir mal parados y ella pese a estar aguantando, se enfrentaba a muchos.

    Entonces ocurrió algo extraño, una alabarda detuvo el golpe de otra arma similar que había estado a punto de golpear a la Daë. Unas manos grandes y fuertes la empuñaban y seguí la trayectoria de unos enormes brazos hasta ver el rostro afable de Nate concentrado en desviar a los guerreros y guerreras.

    En aquél momento tenía demasiadas preocupaciones. Había mucha gente que podía necesitarme allí, pero mi medicina no tenía cabida en ese mundo. Tenía una misión que era muy distinta a la que mi juramento implicaba y me sentía dividido. Traté de ser lógico, no podía cambiar el pasado y tenía que centrar mis esfuerzos a mis compañeros.

    Cruzamos el terreno de combate hasta llegar a Nate y sentí que la suerte estaba de nuestra parte cuando vi a Zahra a su lado, luchando.

    Aun así, la suerte no duraba mucho. El sol, pese a ser mediodía, empezó a oscurecerse. Al principio pensé que sería un eclipse pero al alzar la vista vi que una forma gigantesca orbitaba sobre nosotros cubriendo el sol. Apenas distinguí su aspecto, solo veía una sombra negra como la noche. Parecía una especie de animal alargado con alas de murciélago y cabeza astada, rematada en la parte trasera por tres colas. Supe que era ella, «Hathor», en su aspecto de demonio puro.

    Ahora sí que no teníamos nada que hacer. Algunos dioses habían perdido todo atisbo de valentía al verla sobrevolar la «Ciudad de los Dioses» y ahora corrían despavoridos. La figura emitió un destello que parecía provenir de donde debían estar sus ojos y un templo cercano estalló lanzando una nube de escombro. Sophie consiguió murmurar algo para que un escudo de aire nos protegiera de los trozos de piedra más pequeños, lanzados como balas.

    Sophie se levantó y habló con la Daë. Nos hizo señas para tratar de ir a un lugar seguro y la seguimos, con el infierno desatándose a nuestro alrededor. Traté de no mirar demasiado, ya había visto cosas que me marcarían de por vida, cuantas menos, mejor.

    Recorrimos a toda velocidad el camino principal hasta volver al arco de entrada y nos detuvimos al ver que la refriega había llegado también a la gente de a pie,  una lucha entre los partidarios de los dioses y diosas menores contra los de Hathor. Sus guerreros y guerreras parecían haber recobrado fuerza gracias a su presencia, aunque un brillo fantasmagórico en sus ojos daba a indicar que había algo más.

    Nate iba en la vanguardia tratando de abrir paso pero llegó un punto en el que estábamos rodeados. El ruido de la batalla y los gritos de la gente nos incapacitaban para oír nada más. Y entonces, cuando todo parecía perdido y el desconcierto había superado al miedo, se hizo el silencio a nuestro alrededor.

    Miré hacia arriba y vi el característico verde del fuego que lanzaba la diosa suspendido sobre nosotros, como si se hubiera detenido en el aire. Retrocedió un poco y se disipó con lentitud. Giré la vista a Sophie que me miraba sorprendida, ella no había sido.

    – [Eldric]Hay que ponerse a cubierto.[/Eldric] – indicó aquél hombre de piel blanca como la nieve cubierto con una imponente armadura dorada. Eldric Northwood, los Daë habían llegado. El elfo sostenía en alto una mano al igual que Geraldine, salvo que ésta última tenía un báculo en ella que irradiaba una luz cálida, igual que la del escudo que nos protegía. Entre ambos habían conseguido detener un ataque de la demonio pura, pero no sabía si podrían hacerlo con alguno más.

    Caminamos entre ellos, pero las diferencias entre nosotros cada vez eran más palpables. Al principio eran un grupo unido por una necesidad pero ahora había mucha más confianza entre ellos y también, mucho más poder. Reconocí a Eleanor que caminaba en el centro; a Rlia que había reconocido a Sophie y gracias a eso nos habían rescatado; a Richard al que había conocido en Kardas; el gigante de piedra Ugg’krah iba en la retaguardia; y había uno nuevo, un hombre alto y fuerte, vestido con pieles curtidas y con un llamativo pelo de color azul que era la señal de que los del mundo de Dagrknot ya habían cumplido su misión y estaban seguramente de vuelta. No se me escapó que Na’amah les miraba también con evidente curiosidad.

    Tratamos de no hablar mucho con los Daë, cuanto menos interfiriésemos en su rumbo, mejor. Ellos parecían entender a su manera qué papel jugábamos en su historia, así que cuando llegamos a una enorme roca a las afueras de la ciudad donde guarecernos, nuestros caminos se separaron. Na’amah se quedó con ellos intrigada, y aunque no sabía concretamente cómo iba a seguir su historia, me imaginé que a ese grupo aún le quedaba más tiempo en ese mundo que a nosotros.

    Algo más aliviados, dejamos atrás aquella lucha de titanes sabiendo que en el tiempo en el que estuvieran allí, pasara lo que pasase,  Na’amah decidiría unirse a ellos. Nuestra misión estaba cumplida, ya solo quedaba volver a casa.

     

     

  • EL ARCO RELUCIENTE

    MIKE SOLO-NOVAK

    KARNAK – MAÑANA

    El clima de la Luna era lo más cercano que podría definir como paraíso. Había vivido en varios lugares con climas muy diferentes, pero hasta el momento, aquél parecía el más agradable con diferencia. Brisa leve y refrescante, cielos despejados y un sol que se hacía fácil de llevar. Todo lo que habíamos podido explorar de aquella luna era vegetación y naturaleza inmaculada, solo rota por aquella enorme ciudad en mitad de todo. Así que quizá aquella carencia de interacción humana con el resto del entorno había propiciado que se mantuviese tan inmaculado, con lagos de aguas más cristalinas que las de Loverd, Merelia o Velze.

    En Louna, en los veranos, solía hacer bastante calor, pero por las noches en la terraza de mis padres siempre se podía disfrutar de una fresca brisa marina que no dejaría de recordar. En la facultad sin embargo, hacía bastante más frío, pero terminabas acostumbrándote.

    Así que cuando dejamos atrás aquel clima fresco y llegamos al sofocante calor del desierto, me llevé una mano a la frente, resistiendo el agobio. Una cosa era saber que íbamos a un mundo anclado en la civilización egipcia y otra, estar preparado para aquél calor infernal, incluso con las ropas de época que habíamos impreso en la nave.

    El traje empezó a hacer su magia e hidrató ligeramente mi piel, refrescándola muy tenuemente, pero con aquél calor no podía.

    Cuando mi visión se aclaró, vi que nos encontrábamos en un templo derruido, con el obelisco tras nosotros. Desde la Luna había varios portales a los mundos y habíamos dado con el que nos había llevado a un punto más lejano, porque prácticamente solo veía dunas en el horizonte.

    Me quedé parado un momento, sorprendido al encontrarme con la verdadera forma de las pirámides. Pese a lo lejos, su nívea superficie aún sin deteriorar y sin ser pasto de los robos, reflejaba el sol como si estuvieran hechas de luz pura, culminando en la cúpula dorada. Aquella civilización decía estar regida por los mismos dioses y viendo aquellas construcciones, incluso tan lejos, no me extraña que muchos no lo dudasen.

    Coloqué una mano en forma de visera y traté de agudizar más la vista en el horizonte difuminado por el calor. A lo lejos, aunque no demasiado, se veía un río tan ancho que no alcanzaba a ver la otra orilla. En mi mente lo llamé Nilo, pese a que el de verdad estaba a millones de kilómetros. En las lindes del río el verde cortaba el paso a la arena y pude ver zonas de cultivos y casas cercanas. No teníamos más remedio que ir allí.

    – [Mike]No sé cómo vamos a aguantar este calor.[/Mike] – dije al volver con el resto, que también se habían estado adaptando. Me habían nombrado líder de aquél grupo y la responsabilidad ya empezaba a pesarme. Mi vida no tenía nada que ver con aquello, pero no me quedaba más remedio que seguir adelante, por la seguridad de los demás.

    – [Sophie]A mí me gusta el solecito en mi piel…[/Sophie]- escuché decir a Sophie con su agradable acento, sonriendo mientras se echaba el pelo hacia atrás. El sol iluminaba su piel broncínea y su generosa silueta se recortaba en el horizonte.

    – [Nate]Sí, es agradable.[/Nate] – escuché decir a Nate. Su enorme físico hacía que destacase sobre los demás. Aquél hombre que seguía exactamente igual que en el primer recuerdo que tenía de él, parecía no estar afectado por el calor sofocante. A veces me paraba a pensar en lo poco que sabíamos realmente sobre sus orígenes.

    – [Niall]Qué calor.-[/Niall] escuché decir a Niall. Vi que estaba mirando a Nate como si de un dios venido a la tierra se tratase. Conocía aún bastante poco a aquél chico, prácticamente solo sabía de él que era amigo de Noah y Lexie y que era un hijo de Logan Villiers. Aún no había tenido tiempo a cumplir mi propósito de hablar con los demás.

    Zahra permanecía en silencio algo más retirada, de ella si que apenas sabía nada, más allá de que Idris me contó que les había ayudado en el mundo al que habían llegado.

    – [Mike]Tenemos que buscar una forma de llegar allí. A lo lejos se ve un río, pero igual es mucho camino sin ir preparados.[/Mike] – no estaba hecho para planificar este tipo de inconvenientes. Lo mío era saber cómo podría afectar ese calor a nuestros cuerpos, no buscar una forma eficiente de llegar allí.

    Después todo pasó demasiado rápido. Nate miró detrás de mí y me giré para ver a un grupo de hombres del desierto con marcas similares a tatuajes en las pocas partes que llevaban al descubierto. Iban armados y eran rápidos.

    Yo había dado clases de judo cuando era pequeño y había tratado de mantenerme físicamente en forma toda mi vida, haciendo ejercicio regularmente. Desde que había contraído la infección teriántropa, había buscado refugio en aumentar el ejercicio para mantener la mente calmada. Eso sumado a la mayor agilidad y sentidos que tenía desde entonces hacían que estuviese en uno de mis mejores momentos. Pero desde luego, no era un guerrero y no estaba capacitado para luchar contra alguien experto en armas.

    No tuve tiempo a pensar, a contar cuantos eran, a dirigir a nadie ni a prepararme. Lidié con uno de ellos esforzándome por no acabar atravesado por su arma. Desde mi posición solo veía a Nate, que estaba aguantando contra cinco.

    No podía girarme para ver al resto y me estaba empezando a preocupar demasiado y si lo hacía, eso repercutiría en los poderes de Nate. Así que por primera vez, recurrí a una parte oculta de mí con la que convivía desde hacía tiempo.

    Hasta el momento me había esforzado por entenderlo, por reprimirlo y por llevar mi vida como mejor podía. Pero en aquél instante lo que necesitaba era liberarlo, y ni siquiera sabía si funcionaría.

    Traté de concentrarme en mitad de aquél caos, buscándolo. Comencé a sentir una necesidad primaria, una ira que crecía dentro de mí. De pronto algo comenzó a mover mi cuerpo de forma más ágil, como por puro instinto. Después empezó el dolor.

    Había estudiado y documentado los cambios físicos que se producían en la transformación, porque quería entenderlos. La realidad era que conocer exactamente lo que estaba pasando, y que de no ser por el factor de regeneración que se desencadenaba en ese momento habría muerto por la propia transformación, lo hacían más dificil.

    Tras una eternidad observé mis manos cubiertas de pelaje plateado con marcas negras. Mis manos acababan ahora en unas garras afiladas y en mi boca notaba los protuberantes colmillos resultado de convertirme en una mezcla entre hombre y bestia.

    Estaba preparado para luchar, una parte de mí lo ansiaba, la misma que acababa de liberar. Pero de pronto los asaltantes se detuvieron, mirándome fijamente a mí y hacia mi derecha. Me giré y vi a Niall allí de pie, convertido de nuevo en un ser mitad hombre, mitad pájaro. Había estado mirando los registros de aves en la base de datos de la nave para estar preparado para cualquier eventualidad que pudiera sufrir Niall en forma animal y por lo que parecía, era un halcón murcielaguero, bastante común en toda América.

    – [Niall]Atrás, u os saco un ojo.-[/Niall] les amenazó con un pico afilado. Era extraño observarle. En el mundo de la era medieval apenas le había podido ver antes de saltar y para cuando llegó a tierra, tardó poco en volver a convertirse en humano. Supuse que sería igual de extraño observarme a mí convertido en una fantasía furry.

    Los atacantes empezaron a arrodillarse e inclinarse ante nosotros, dejando las armas a un lado. Uno de ellos, el más adelantaado, cuya piel apenas era visible tras las pinturas faciales, habló. Por suerte, como líder del equipo me había puesto el auricular que había preparado Henry y pude entenderle. – [b]Somos humildes siervos de los dioses.[/b] – pese a entender lo que decía, me costó interpretar su tono. – [b]Perdonad por no haberos reconocido.[/b] – se disculpó sin alzar la mirada. Me di cuenta de que debía interpretar mi silencio como un enfado y a nosotros y nuestras habilidades como dioses. Les traduje a los demás lo que acababa de decir.

    – [Mike]No somos dioses…[/Mike] – en ese momento nos salvó la barrera idiomática. El traductor tenía la capacidad de repetir en mi oído lo que yo acabase de decir, pero en el idioma que hubiese detectado a mi interlocutor, así que al escucharme decir eso, Niall me hizo una seña antes de que lo repitiese en egipcio.

    – [Niall]Dejate querer un poco. Si nos adoran antes encontraremos al Daë y saldremos de aquí.-[/Niall] sugirió Niall, colocándose más regio mientras volvía a su forma humana. Se había maquillado los ojos antes de emprender la misión y había sido un acierto, porque era el que menos destacaba al lado de los atacantes, salvo quizá Sophie, que también se había maquillado con tonos verdes en los párpados y una línea oscura en las pestañas.

    – [Sophie]¿Y nosotras?[/Sophie]- preguntó al ver que la miraba.

    – [b]No entendemos a vuestras esclavas, mi señor.[/b] – escuché decir a nuestro «interlocutor», anteriormente presunto asesino.

    – [Mike]Dice que sois mis esclavas, ¿qué hacemos?[/Mike] – les traduje. Los atacantes nos observaban y la situación era bastante tensa, en aquél momento solo nos libraba de la sospecha el aspecto con el que nos habíamos mostrado ante ellos.

    Zahra guardaba silencio. Parecía estar más en tensión de lo habitual, pero costaba distinguirlo porque nunca había llegado a verla relajada en los días que habíamos pasado en la nave.

    – [Sophie]La esclavitud nunca es buena compañera[/Sophie].- aconsejó. Asentí ligeramente. Mi vida y la de mi hermano siempre habían estado entre dos mundos. Nunca habíamos sido ni muy blancos ni muy negros, y costaba bastante emparejar ambos mundos. – [Sophie]Pero ustedes deciden[/Sophie] – remató ella. La miré a los ojos. Sophie tenía razón, ni siquiera para pasar desapercibidos podíamos aceptar la esclavitud.

    – [Mike]No son nuestras esclavas. Vienen con nosotros.[/Mike] – repetí después de decirlo para que el audífono lo tradujese. Mi acento no debía ser muy bueno y de no haber sido por mi piel, ya me habrían tratado de dios extranjero, quizá con malas consecuencias.

    – [b]Nos acompañarán entonces a la tierra sagrada. ¿Partimos?[/b] – preguntó, mirando a Sophie, Zahra y Nate. No me gustó su forma de hacerlo, pero apenas teníamos más opciones. Vi que Zahra torcía el gesto, pero asintieron sin más remedio y volví a la forma humana antes de seguirles.

    – [Mike]Podemos aprovechar que no nos entienden.[/Mike] – les dije mientras les seguíamos hasta donde tenían atados varios burros. Señalaron dos de ellos, uno para mí y otro para Niall. Sus anteriores dueños se colocaron a la cabeza del animal para guiarlos.

    Asentimos, pero tendí la mano a Sophie para que montase en el mío y Niall hizo lo propio con Zahra. Nate prefirió caminar y fue mejor porque aquél grupo ya nos había observado fijamente. Probablemente estábamos siendo poco altivos y soberbios para ser dioses, demasiado cercanos a nuestros seguidores. La verdad es que no habría sido capaz de fingir de otra manera.

    – [Nate]Hay que tener cuidado. Noto hostilidad.[/Nate] – avisó Nate, caminando a nuestro lado a sorprendente paso.

    – [Sophie]A lo mejor se han venido arriba con lo del Príncipe Alí.[/Sophie]- comentó Sophie. Pese al calor, sus manos se aferraban a mi para no caerse del burro con un tacto muy agradable.

    – [Nate]Se supone que la daë es una vieja diosa destronada.[/Nate] – nos recordó Nate, al que miraban de forma suspicaz por lo fácil que le estaba resultando caminar a nuestro paso bajo el sol abrasador sin muestras de fatiga.

    – [Zahra]Lo que faltaba…[/Zahra] – murmuró Zahra.

    – [Mike]Tendremos que librarnos de ellos al llegar. Piensan que somos dioses así que será más fácil.[/Mike] – sugerí. Usar la palabra fácil no fue muy acertado. Seguían siendo un grupo armado experto, acostumbrado al terreno y al calor.

    Traté de observarlos durante el camino pero no era ningún estratega, así que finalmente acabé maravillado por la visión digna de oasis de las orillas del Nilo. Allí empezaba a verse población de a pie, hombres, mujeres y niños que corrían como habían llegado al mundo. Me sorprendió ver la realidad de que todos iban maquillados pese a su estatus social. Además, chocaba bastante ver a aquellos granjeros adultos sin un ápice de vello.

    Continuamos la ruta sin detenernos ni un momento, atravesando el cauce del río hasta llegar al inicio de lo que podíamos llamar la ciudad. Desde hacía ya un trecho las pirámides habían empezado a ocupar más espacio en el horizonte y a aquellas alturas, lo cubrían prácticamente. Era sorprendente cómo podían haberlas llevado a cabo.

    Al llegar a la parte baja de la ciudad estuve preparado para bajarme de aquél pobre animal, pero hicieron un gesto y continuaron, entre las miradas de soslayo de la gente de a pie. Aquella era una civilización extraña, se veían esclavos entre la gente libre, pero lo que había leído en los registros de la nave era que tenían los mismos derechos que los demás. Es más, hombres y mujeres tenían derechos equiparados. Y sin embargo Idris, Elle, Jane y Chloe estaban a miles de años en una civilización en la que las mujeres no eran nada.

    Finalmente llegamos a una plaza y nos bajamos. – [b]Venid con nosotros. Vuestros acompañantes no pueden pasar a la ciudad de los dioses.[/b] – dijo el portavoz. Señaló con la mano un enorme arco de piedra blanca y adornos en oro y piedras preciosas que conducía a una parte de la ciudad claramente más rica. El arco no estaba demasiado vigilado, pero me imaginé que el miedo a los dioses les evitaría cruzarlo.

    Sophie se cruzó de brazos. La idea de separarnos no debía entusiasmarnos a ninguno. Aun así, si en aquella parte estaban los dioses, teníamos que conseguir acceso para encontrarnos con la Daë.

    – [Mike]Lo mejor será ir y volver. Puede que allí esté la daë y acabaremos esto rápido.[/Mike] – les expliqué, apartándonos después de hacerle una señal al hombre para que esperase.

    – [Sophie]Como vean.[/Sophie]- respondió Sophie. Normalmente era difícil saber si algo le molestaba porque era una persona muy relajada, pero ese tono de voz monocorde no parecía encajar con su estado habitual.

    – [Mike]No sé qué otra cosa podemos hacer.[/Mike] – sugerí, esperando que tuvieran alguna idea.

    – [Sophie]Esto no pinta bien.[/Sophie] – se limitó a decir. Negué con la cabeza, preocupado, cada vez tenía más claro que liderar no era lo mío.

    – [Nate]Podéis llevaros a Sophie, su magia puede pasar por una gran sacerdotisa. Zahra y yo estaremos bien.[/Nate] – propuso Nate. Cierto era que parecía que trataban con algo más de reverencia a Sophie por la magia que le habían visto usar, aunque no sabíamos si lo suficiente como para conseguir que viniese con nosotros. Me seguía preocupando dejarles a ellos solos, pese a que Nate podía cuidarse solo mejor que el resto.

    – [Mike]Me vendría bien tu ayuda.[/Mike] – reconocí, mirándola. No quería todo el peso de liderar en mis hombros y sabía que Niall no tenía intenciones de compartirlo.

    – [Sophie]Por mi bien.-[/Sophie] asintió, con una sonrisa más propia de ella.

    Me dirigí al representante y me coloqué lo más regio que pude, tratando de sacar provecho de mi condición de…dios. – [Mike]Ella es mi gran sacerdotisa. Si no puede pasar, tampoco yo.[/Mike] – exigí.

    El hombre no sabía qué decirme. Consultó con los demás y al final volvió frente a nosotros. – [b]No diga que nosotros le hemos traído, señor.[/b]- concedió. Asentí, no pensaba meterles en problemas pese a que hacía un rato nos hubieran intentado matar o esclavizar. Era extraño mantener la moral en aquellas situaciones. – [b]Siguiendo el camino principal hacia arriba llegaréis al centro, allí os darán la bienvenida.[/b]

    Nos señaló el arco y cruzamos, pero él se quedó atrás. Miré el camino reluciente frente a mí, sintiéndome como Dorothy en el Mago de Oz, aunque en mi caso, probablemente, fuera el León.

    Inspiré profundamente y sentí una mano aferrar la mía. Era suave y firme. Miré y vi que a mi izquierda estaba Sophie devolviéndome una sonrisa. Así, sinceramente, resultaba más fácil. Al poco noté que me aferraban la mano libre y me encontré a Niall sonriendo. Sonreí y él me guiñó un ojo.

    Al final, incluso con la solitariedad que me caracterizaba, con amigos y familia que confían en ti, todo se hace más fácil.

  • UN VIAJE AGRADABLE

    IDRIS SOLO-NOVAK

    CREO QUE POR LA MAÑANA – UN SITIO CON VEGETACIÓN Y COSAS HECHAS MIERDA

    Vale, voy a hacer un pequeño resumen para cuando adapten mi diario a serie como original de InfiniTV, cosa que les va a salir barata porque total, ya tienen casi todo de mí, hasta el adn por si quieren hacer del mundo un lugar feliz lleno de Idrises. Y todo por jugar en Endless y conseguir saldo gratis, les salió barato.

    Pues eso, el resumen. Anteriomente, en ‘Fresh Coconut’, nuestro intrépido antihéroe Idris se unió a sus amigos para salvar el mundo de la pérfida Omega. Lo que no sabía es que su camino de daë estaría truncado y antes de poder serlo técnicamente, todos tenían que unirse en un mundo extraño para reunir y guiar a otro grupo de daë que lo fue antes de sus propios padres. Así que ahora se encontraba en una galaxia lejana y probablemente en el pasado, o en el futuro, o vete a saber, porque en el Axis Mundi el tiempo no existía y a saber si la Tierra no sería más que polvo para cuando nacieron esos daë o si aún tendría dinosaurios.

    Y eso ya nos lleva al presente actual. Aparecí en una zona fría, gris y húmeda en mitad de la vegetación. Diría que estaba en un bosque, pero había mucho espacio entre los árboles. Cerca había una especie de castillo o casa del que solo quedaba un par de muros comidos por la hiedra. Miré hacia arriba, el cielo estaba cubierto de unas espesas nubes de color gris. Era bastante desagradable.

    Me sentía un poco desorientado, pero acostumbrado a cruzar a menudo el portal entre Louna y Moondale, me recuperé ligeramente más rápido que los demás y les observé. No me llevo mucho, también os lo digo, porque solo había dos personas más conmigo: Henry y su aminovia Laura.

    – [Idris]¿Tanto os costaba mandarme con Coquito?[/Idris] – pregunté alzando el puño al cielo. Seguro que era cosa de Diarmud, todo el mundo sabía que tenía favoritas, así que Elle también tenía que serlo, objetivamente, porque, bueno, Elle le gustaba a todo el mundo.

    Así que me habían dejado sin unas vacaciones en ese maravilloso y tétrico lugar con Coquito. Pensándolo mejor, ella se habría desmotivado con ese cielo.

    – [Laura]¿Dónde estamos?[/Laura]- preguntó Laura. Parecía sentirse muy perdida.

    Saqué la brújula planar de mi padre y se me quedó el culo torcido con la cantidad de portales que había cerca, tantos, que en ese momento me sentía casi más perdido. Una cosa sí me quedó clara, eso no era la Tierra, debíamos estar ya en el Cúmulo Nexus.

    – [Idris]Ya no estamos en Kansas.[/Idris] – les dije.

    – [Henry]Ni la tierra al parecer.-[/Henry] corroboró Henry, echando un vistazo al muro semiderruido que teníamos cerca. Al menos los Daesdi nos habían dicho que nos iban a mandar a otro grupo de planetas. Era algo.

    – [Idris]Debe ser el Cúmulo. Hay una bestialidad de portales por aquí.[/Idris] – volví a mirar la brújula, pensando si alguno de esos portales me llevaría con Elle. Os confesaré mi deducción de situación, por partes:

    1º En las películas de miedo, cuando los grupos se separan, mal rollo.

    2º A los negros no nos iba muy bien en esas pelis.

    3º Encima iba con una pareja, así que salvo que se pusieran a hacerlo como monos y viniera alguien a matarlos mientras lo hacían, yo tenía las peores posibilidades.

    – [Laura]¿Eso significa que estamos en peligro?[/Laura]- preguntó de nuevo Laura. Me hacía gracia porque se notaba que era medio rusa cuando decía cosas como peligrro.

    – [Idris]Lo raro sería que no.[/Idris] – confesé. Y el peligrro no tardó en aparecer. Escuché un ruido entre las hojas y una cosa que caminaba a cuatro patas, oscura, monstruosa, deforme. Como en la peli aquella en la que no pueden hacer ruido porque si no los bichos les matan, pues imaginad la escena igual pero en lugar de silencio, conmigo gritando a pleno pulmón con una voz a lo Ruby Rhod.

    Evidentemente, corrimos como alma que lleva el diablo.

    – [Idris]Nos tuvo que tocar el sitio con el puto bicho más feo del universo.[/Idris] – me quejé, intentando no ir demasiado adelantado. Miré de reojo a aquella cosa horrenda y traté de congelarlo, pero parecía no funcionar.

    No sé cuanto tiempo corrimos, pero Laura y Henry cada vez parecían ir más despacio y el bicho más rápido, pese a que le ponía muros de hielo en el camino. Por suerte, alguien nos mandó un ángel de la guarda en forma de figura encapuchada que se apareció tras un muro.

    – [Zahra]¡Por aquí![/Zahra]- nos indicó, haciendo una seña.

    – [Henry]Seguidla[/Henry]. – dijo Henry. La muchacha tampoco se recreó mucho en las indicaciones y ya había desaparecido, pero la seguimos a toda velocidad.

    – [Laura]¿Te fías de una desconocida?[/Laura] – preguntó Laura. Como siguieran con la tensión sexual no resuelta el bicho me iba a acabar comiendo para que la audiencia pudiese ver como avanzaba su trama romántica.

    – [Henry]Mejor ella que el monstruo[/Henry]. – comentó Henry. Ahí había un chiste, pero lo dejé pasar porque, bueno, estaba a punto de palmar.

    Era difícil seguir el ritmo de la chica, atravesaba la zona por los lugares más cerrados, estrechos y complicados. Entre tanta oscuridad, costaba localizarla, así que dejé salir mi forma de elfo de la luna y mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, viendo a través de ella como si fuera de día.

    Guié a los demás y finalmente llegamos a una cueva. Esperamos, guardando silencio sepulcral, hasta que pasó el peligro.

    – [Idris]Parece que ha pasado de largo, suerte que listo no es.[/Idris] – dije mirando a nuestra salvadora. Era una chica más o menos de la edad de Laura, con una tez cobriza y un pelo negro como el azabache.

    – [Zahra]Cuando pase el peligro tenéis que iros[/Zahra].- soltó sin apenas mirarnos.- [Zahra]No hay comida ni refugio para todos[/Zahra]. – añadió. Para ser un ángel de la guarda era bastante antipática y un poco agoniosa.

    – [Idris]¿Amabilidad regional?[/Idris] – pregunté mientras la veía quitarse la capucha y echar unas setas que llevaba en un atillo a un cazo que tenía sobre una hoguera. Me sentía en el Skyrim, lo que tampoco me lo ponía fácil porque todo el mundo era racista con los elfos oscuros.

    – [Zahra]No quiero más muertes a mi espalda[/Zahra]. – replicó, todavía sin mirarnos. Se quitó la capa y vi que llevaba ropas que sin duda no eran de ninguna moda actual de la Tierra. Iba vestida a trozos, con una parte que parecía de cuero y sobre ella pieles para mantener el calor.

    – [Henry]¿Qué ha pasado aquí? Podemos ayudar.[/Henry] – se ofreció Henry. Quise decirle que estábamos ya bastante jodidos, pero era demasiado buen tipo como para entenderlo.

    – [Zahra]¿Acaso puedes devolverle la vida a todo mi pueblo?[/Zahra]- espetó con bastante mala leche.

     – [Idris]¿Han sido esos bichos?[/Idris] – pregunté, sentándome en una roca. Por suerte era plana, porque me habría dejado el culo como si hubiera  venido a verme Dante. ¿Demasiado?

    – [Zahra]No. Fui yo. [/Zahra] – replicó. Nos miró a los ojos y vi que decía la verdad.

    – [Idris]Plot twiiist.[/Idris] – mi boca siempre iba por delante de mi cabeza, pero a veces venía bien para paliar la gravedad de la situación, ya sabéis, como cuando estás perdido en un mundo desconocido en una cueva oscura con una aparente genocida. Absorbí frío de nuestro alrededor y  formé en mi mano una espada rudimentaria. Llamarla espada era mucho, pero yo era un tipo positivo.

    – [Laura]Mató a su pueblo. Tu espada va a hacer poco[/Laura].- intervino Laura, que estaba empezando a parecerme una chica no muy positiva, pero por suerte me caía bien igual.

    – [Henry]No os alejéis mucho.[/Henry] – dijo Henry, casi poniéndose frente a nosotros. Lo admiré, era blanco puro de lo buena gente que era. También me caía bien.

    – [Zahra]Si os quisiera muertos, no os habría salvado del Espantajo[/Zahra].- afirmó la demonio de la guarda, negando con la cabeza. Así que esa cosa se llamaba Espantajo, muy apropiado.

    – [Idris]Vale, eso tiene su lógica. Pero la parte de matar a todo tu pueblo sigue dando mal rollo.[/Idris] – puntualicé. La chica no se vendía muy bien. No me caía mal de base, pero tenía muy mal marketing.

    – [Zahra]Me dieron a elegir entre mi vida y la de ellos[/Zahra].- empezó a explicar.

    – [Idris]Suena a material de buen compañero de viaje.[/Idris] – respondí, haciendo una mueca con la boca.

    – [Henry]¿Podrías ayudarnos? Estamos buscando a alguien.-[/Henry] preguntó Henry. Cierto, que no solo teníamos que sobrevivir y encontrar a los demás, si no también cumplir la misión de los Daesdi de la que Henry no se había olvidado.

    – [Zahra]No[/Zahra].- respondió Zahra, que contaba las palabras que utilizaba.

    -[Heny]Como has podido deducir no somos de por aquí. Estamos buscando a una persona y cuanto antes la encontremos antes podremos dejarte en paz.-[/Henry] – resumió, la parte de dejarla en paz seguro que la convencía. Pero en lugar de respondernos, avivó un poco el fuego y empezó a remover en su olla tamaño de una persona.

    – [Idris]Si nos llevas a alguien que pueda ayudarnos dejaremos de molestarte y podrás hacer tu «cosa»[/Idris] – ofrecí señalando su olla. No podía llamar comida a esa mezcla de hierba y setas chungas preparada en  dudosas condiciones higiénicas. Ella se encogió de hombros, le importaba todo tres pitos, me caía bien.

    – [Henry]Te vendría bien un poco de compañía. Estar sola no es lo mejor créeme.-[/Henry] añadió Henry, negociando. Vi a Laura cruzarse de brazos y mirarle. Nuestra nueva «amiga» siguió removiendo por lo menos diez minutos y luego se sirvió un plato. Resulta que entre todo aquello sobresalía un muslo de pollo que cogió por el hueso y empezó a mordisquear.

     

    – [Idris]No es que no me guste verte aquí comer como un perro, pero si no nos ayudas vas a ver la tensión romántica de estos dos durante todo el capítulo.[/Idris] – venga, alguna forma tenía que haber para que nos ayudase: pistas sobre en qué mundo estábamos, algo que nos llevara al daë…no sé…algo. Yo solo había visto a los daë de géminis por los discos de mis padres y al de acuario por el del tío Bill. Henry debía conocer al daë al que se enfrentó Logan, que no recuerdo que signo era.

    Nuestra amiga perruna dio otro mordisco y masticó el «quieropensarqueespollo» mientras me miraba fijamente.

    – [Idris]¿Y vosotros entonces estáis juntos?[/Idris] – sentado de nuevo en mi rocaDante apoyé la cabeza en la mano y miré a Henry y Laura, tratando de forzar una situación.

    – [Laura]No[/Laura]. – respondió Laura rápidamente.

    – [Henry]¿Qué?. No. No…-[/Henry] dijo Henry, rascándose la cabeza, nervioso. Su reacción me daba más juego, pero la chica seguía comiendo.

    – [Idris]¿No? Pues hacéis buena pareja.[/Idris] – comenté, sonriendo. Venga, había sido partícipe en destapar un trío que llevaba años en la sombra, tenía que sacar algo de ahí que hiciera moverse a la montaraz aquella.

    – [Henry]¿Tú crees? -[/Henry] preguntó Henry, con un brillo en los ojos.

    – [Laura]¿HENRY Y YO? NO[/Laura].- gritó Laura, pero no se me escapó que su nombre lo pronunciaba con mucho cuidado. Me da que ni ella misma sabía lo que sentía.

    – [Henry]Si no nos ayudas no solo nuestro mundo estará condenado, el tuyo también. No creo que quieras más muertes sobre tu conciencia.-[/Henry] intentó desviar la conversación y convencer a la muchacha de una forma más rápida, pero ella pasó.

    – [Zahra]Seguid con la historia de amor un poco más[/Zahra].- casi se había terminado la comida y había tirado el hueso de «quenosearata» fuera de la cueva.

    – [Idris]¿En tu mesa de Infinity no tenías una foto de tu novia? Se parecía a ella.[/Idris] – ventajas de habernos colado en la sede de Infinity. A Laura casi se le salen los ojos de las cuencas.

    – [Henry]Era para aparentar, fue idea de los de la isla.-[/Henry] respondió Henry tratando de esquivar la bala.

    – [Zahra]¿Y no hay más chicas en la isla de la que vienes?[/Zahra] – preguntó ella, uniéndose a la trama.

    – [Henry]Si bueno, está Sophie…-[/Henry] comentó Henry. A ver, Sophie era una alegría para la vista, no había más que ver a mi hermano babeando en la fiesta de los gemelos, pero se notaba que la había nombrado porque sabía que otra gente la veía atractiva. El chico estaba colado por Laura.

    Nuestra salvadora terminó de comer y se fue, dejándonos allí solos sin saber que hacer. Volvió al rato con la olla limpia y la metió en una especie de mochila que se echó a la espalda. – [Zahra]Seguidme.[/Zahra]. – dijo.

    – [Idris]Antes de volver a salir a villaespantajo, ¿tienes nombre?[/Idris] – pregunté cuando estábamos a punto de atravesar la «puerta» de la cueva.

    – [Zahra]Sí, pero no te interesa.[/Zahra] – replicó.

    – [Idris]Va a ser un viaje agradable.[/Idris] – aseguré. Al menos tenía todo el camino para seguir haciendo de celestino particular.

    No sabía que las nubes grises que cubrían el cielo eran en realidad polución provocada por una ciudad que se alzaba kilómetros por encima de nosotros, una ciudad en la que vivía uno de los mayores enemigos de los Moondies y que pronto sería también el nuestro. El Arquitecto.

  • CAMBIOS Y RETORNOS

    Mike Solo-Novak

    Casa de los Williams – Noche

    Volver a Moondale después de estar unos años lejos de todo estaba resultando más fácil de lo que había creído posible. Habían cambiado muchas cosas en mí desde que dejé Louna para irme a estudiar mi vocación y desde luego, no había vuelto exactamente como había pretendido.

    Sí, mi tiempo en la Universidad había ido sobre ruedas al principio, al menos como se suponía que debía irme. Llevaba mis asignaturas al día, pero no dejaba de lado la vida social universitaria, conocí mucha gente nueva, intimé con bastantes personas y tuve alguna que otra pareja.

    Era un poco frustrante estudiar algo a sabiendas de que no cuenta con la fisiología de una gran variedad de seres, por el mero hecho de desconocerlos, pero como ya iba sabiendo eso, me centré en aprender en base a los seres humanos para después poder aplicar y combinar esos conocimientos para curar a todo tipo de personas.

    Todo siguió bien durante un tiempo, hasta que hacía poco más de unos meses me había visto arrastrado a algo que cambió parte de mis planes. De la noche a la mañana ya no era un humano con vocación por ayudar a los sobrenaturales aprendiendo sobre su biología, era uno de ellos.

    Mi condición trastocó bastante mi vida al principio. Me afectaba por las noches, mi mejor momento para el estudio. Así que durante unas horribles semanas, mis notas tuvieron un bache. Por suerte la mayoría de mis profesores me ofrecieron una oportunidad que no desaproveché. Mi vida había dado un giro y mi nueva condición no era algo que pudiese elegir, así que tuve que decidir entre la vida social y los estudios, y lo tuve claro.

    El día a día para mí se convirtió en asistir a clases, realizar las comidas diarias, estudiar por las tardes y estudiar formas para mantener a raya mi condición. Probé técnicas de todo tipo: medicaciones, infusiones, acupresión…al final, lo que dio resultado fue lo más simple, seguir el consejo de mi madre.

    No sabíamos muy bien como, pero en su día ella había conseguido mantener el control como vampiresa y también había controlado su licantropía. Había algo en ella que era diferente, y yo había heredado ese algo. Después de unas semanas, conseguía transformarme y ser consciente y racional.

    No me atribuyáis más mérito de lo que había. No era un Alexander Fenris o una Mara Novak. Por el momento me controlaba y evitaba salir salvaje por los alrededores y eso gracias a la genética, no a ningún trabajo duro que pudiera atribuirme.

    Mi hermano, mi madre y mi padre siempre estaban ahí para ayudarme. Nadie más sabía mi secreto, ni siquiera Dante. Creo que mi madre estuvo bastante preocupada al principio, igual que mi padre. Drizz siempre intentó quitarle importancia diciendo que era una pena que no fuese una pantera para hacer la gracia completa en lugar de…lo que era.

    Supongo que estoy siendo demasiado misterioso, pero tengo miedo a escribirlo y que pueda llegar a manos de algún estudiante. Aun así, necesito escribirlo en detalle y no es que nada del resto de mi diario le fuera a hacer pensar que esto cuerdo, hablando y teorizando sobre seres sobrenaturales.

    Lo que me atacó aquella noche después de una fiesta no fue un licántropo, fue un Irbis, un leopardo de las nieves. Al principio pensé que era simplemente un animal salvaje de los bosques cercanos a la ciudad, pero luego vino la fiebre y la primera transformación. No diré que la primera fue dolorosa, porque absolutamente todas lo eran.

    Después de todos esos meses tan inmerso en mis estudios y mi condición, controlando cada sentimiento, cada emoción, era abrumador llegar a aquella fiesta, pero por el momento, todo había ido bien y resultaba agradable volver a ver a los New Moondies.

    Mientras los demás bailaban, decidí atracar un poco la carne que había dejado Owen en la mesa. Su olor había atraído mi olfato agudizado desde hacía un buen rato. Cogí un par de trozos de carne que no estaban muy hechos y un poco de ensalada de patata. Siempre me había gustado bastante la comida sana, pero en casa no habíamos abandonado del todo la carne, simplemente se comía de una forma casual. Cuando lo hacíamos, a mí me gustaba bastante hecha, pero desde la transformación mi paladar le había cogido el gusto a que estuviera poco hecha.

    En ese momento, vi a una chica muy guapa acercarse hacia donde estaba. Le devolví una sonrisa cordial.

    – [Sophie]Hola mi niño, ¿eres Owen?[/Sophie]- me preguntó. No pude evitar sonreír, especialmente para mí mismo, no quería que me tomase por alguien que se reía de alguien que estaba perdida claramente.

    – [Mike]No, soy Michael.[/Mike] – respondí, tendiéndole la mano. Ella se acercó para darme un par de besos y su colorida melena me hizo cosquillas en el cuello. Su olor me recordó al verano. -[Mike]Owen es el de la barbacoa.[/Mike] – expliqué, señalándole. En ese momento estaba intentando reconducir la fiesta después de que sus padres salieran volando en pelotas como en una versión porno de Peter Pan.

    – [Sophie]Ay, gracias[/Sophie].- replicó, colocándose un mechón detrás de la oreja. Tenía un deje de las islas Loverd, pero no me pareció apropiado preguntarle. En lugar de eso asentí para dejar claro que no tenía que darlas y ella fue hasta Owen para entregarle un par de paquetes. JJ no estaba a la vista en ese momento, no debía haber llevado muy bien lo de sus padres. La última vez que la había visto había sido hablando con esa muchacha y su trajeado acompañante.

    Owen asentía y sonreía a la muchacha, dirigiendo de paso alguna mirada a su llamativo físico. Después de un rato, la chica volvió hacia la mesa donde estaba toda la comida y la bebida y se quedó delante de las botellas, como si nada le sonase en absoluto.

    – [Mike]¿Puedo ayudarte con algo?[/Mike] – le pregunté. – [Mike]Te veo un poco perdida.[/Mike] – aclaré. Quizá tenía que haber omitido eso último, pero la costumbre de vivir toda la vida con mi padre no se quitaba con unos cuantos años de universidad.

    – [Sophie]¿Esencia de unicornio?[/Sophie]- preguntó agitando una botella de vivos colores.

    – [Mike]Eso creo que es cosa de Dante. Ginebra rosa con refrescos de colores.[/Mike] – le expliqué. Dante siempre había tenido un pequeño toc con lo que bebía: evitaba la cerveza, que es lo que solía beber su padre, y se tomaba siempre al menos una ginebra rosa, como su madre.

    – [Sophie]En casa es todo más fácil[/Sophie].- suspiró, buscando qué beber, después de volver a dejar la botella en su sitio.

    – [Mike]¿Loverd?[/Mike] – pregunté, pensé que al mencionar su casa ya no estaría mal preguntarle si era de las islas. Había ido unas cuantas veces con mis padres y mi hermano cuando éramos más pequeños. Recuerdo que a mis padres les encantaba relajarse en sus playas de arena negra.

    – [Sophie]Casi[/Sophie].-respondió ella, arrugando la nariz de una forma adorable. El felino que había en mí olió su perfume a fresas de gominola.

    – [Mike]No se me da bien lo de adivinar.[/Mike] – reconocí. La intuición me la reservaba para cuando me encontraba frente a un paciente. Esperaba que se me diera tan bien frente a un caso real como se me daba en los casos que habíamos visto en la carrera, porque cuando el próximo curso terminase las cuatro asignaturas que no me habían dado opción a recuperar, me tocaría empezar como interno. Hasta entonces, mi madre me había ofrecido trabajar con ella en la clínica y la Escuela Legado, un trabajo que acepté con gusto. – [Mike]¿Conoces a alguien?[/Mike] – no lo parecía, por cómo buscaba a alguien que no parecía estar por allí. Pensé que quizá sería también una amiga de JJ.

    – [Sophie]A Kaylee[/Sophie].- respondió. Bueno, ya dije que no se me daba bien adivinar. Hacía mucho tiempo que no sabía nada de Kaylee, pero sabía por mi hermano que había pasado por una etapa oscura y ahora sufría por eso mismo, culpándose demasiado. Me habría gustado verla, pero se había ido por un ataque de pánico un rato antes de que llegase. – [Sophie]Pero me ha plantado[/Sophie]. – añadió.

    – [Mike]Ah, verás, Kaylee ha tenido que irse.[/Mike] – le expliqué. – [Mike]Le dio un ataque de ansiedad.[/Mike] – añadí. Lexie, que al parecer seguía haciéndose llamar Allie por sus líos con Noah, me había explicado lo que había pasado después de ponernos al día. – [Mike]Pero estaba bien. La llevaron a ver a sus abuelos.[/Mike] – había sido la mejor opción.

    – [Sophie]Espero que esté bien[/Sophie].- respondió, preocupada.

    Asentí para intentar quitarle algo de preocupación. – [Mike]Lo pasó muy mal en el instituto, pero sí, con el tiempo seguro que está mejor.[/Mike] – comenté. Me sentía raro hablando de algo que me quedaba un poco lejano. Yo no había estudiado en Moondale así que no la había visto en primera persona comportándose como una abusona, pero por lo que me habían contado los demás, el abuso que se estaba haciendo ahora por culpabilizarse era mucho peor que el que hubiera podido hacer al resto.

    Viendo el sufrimiento de Kaylee tenía claro que había heredado lo mejor de mis padres: tanto la calma y la sinceridad de mi padre, como la practicidad y el autocontrolo de mi madre. Así no era de extrañar que cuando empecé a escuchar la música mi cuerpo se empezó a mover sin la menor preocupación. Me encantaba bailar.

    – [Sophie]¿Y eso?[/Sophie]- le escuché preguntarme. La miré y vi que sonreía, tenía unos labios preciosos.

    – [Mike]Si suena música me cuesta parar los pies.[/Mike] – respondí. Dejé la copa en la mesa y le tendí una mano para que se uniese a mí. Resultaba liberador volver a bailar, no lo hacía desde que me habían salido garras.

    Ella asintió y comenzó a bailar a mi lado.- [Sophie] I’m gonna pop some tags…Only got twenty dollars in my pocket[/Sophie].- cantaba.

    – [Mike]…this is fucking awesome.[/Mike] -me uní. A unos pasos de nosotros mi hermano estaba dándolo todo en la pista, moviéndose como si fuera un hombre de hojalata.

    La canción duró menos de lo que recordaba y JJ, que acababa de volver y colocarse tras el portátil, puso la siguiente.

    – [Sophie]La mejor DJ de la historia[/Sophie]. – sonreí. Era curioso cómo nuestros padres podrían haber estado en aquella fiesta y saberse perfectamente las canciones. Nuestro tiempo estaba plagado de innovaciones tecnológicas que no tenían en el suyo, pero la cultura había implosionado y seguíamos escuchando su música, viendo sus películas y sus series remasterizadas y jugando a sus viejos videojuegos en realidad aumentada.

    – [Mike]Es la otra cumpleañera. Jane, Owen es su mellizo.[/Mike] – le expliqué.

    – [Sophie]No se parecen. [/Sophie]- replicó.

    – [Mike]Y en carácter menos. Pero son buena gente.[/Mike] – JJ parecía estar animada tras su portátil, pero tenía el ceño fruncido. Lo de sus padres había sido un poco fuerte y teniendo en cuenta que Xander no estaba por allí, aquello todavía era un problema. – [Mike]¿De qué conoces a Kay? Si no es meterme donde no me llaman.[/Mike] – pregunté, porque me apetecía hablar un poco más con ella.

    – [Sophie]Nuestras madres son amigas. [/Sophie]- respondió, acercándose para que la escuchase a pesar del ruido.- [Sophie]Luego resultó que íbamos a la misma Universidad. [/Sophie] – aclaró. Su olor me abrumaba y no de una forma negativa. Mi amigo felino estaba muy despierto, habíamos llegado a conocernos recientemente y cada vez confiábamos más el uno en el otro, pero yo seguía siendo la personalidad dominante, al igual que mi madre con ‘Marauder‘.

     – [Mike]¿Estás en Biología?[/Mike] – le pregunté.

    – [Sophie]Fisioterapia[/Sophie]- comentó, moviendo las manos. Me fijé en que tenía las uñas cortas y pintadas. Sus dedos eran finos pero parecían fuertes.

    – [Mike]Tienes buenos dedos.[/Mike] – comenté, se me fue demasiado la vena médica y la vena sincera.

    Ella se echó a reír.- [Sophie]Déjalo, corazón[/Sophie].- comentó negando con la cabeza.

    – [Mike]Lo siento, deje de oficio, soy médico.[/Mike] – confesé, o casi. Tenía ganas de empezar mi residencia pero por el momento solo había trabajado con gente frente a frente en la clínica de mi madre. – [Mike]Y mi familia tiene un problema con decir la verdad.[/Mike] – repliqué, aunque yo lo había heredado con más fuerza que Idris, que era un pícaro redomado.

    Ella le quitó importancia.- [Sophie]Por cierto, soy Sophie[/Sophie]. – se presentó.

    – [Mike]Menos mal, ya me veía disimulando hasta ver si alguien dejaba caer tu nombre.[/Mike] – admití, sincero, nunca sabía cómo preguntar a alguien su nombre, especialmente después de un rato hablando sin que saliese el tema.

    – [Sophie]Soy muy despistada[/Sophie].- se disculpó. De nuevo sonreía, parecía que nunca se quedaba sin ganas.

    – [Mike]No te preocupes. Si se te olvida algo, pregúntame, cuando quieras.[/Mike] – le devolví la sonrisa y extendía la muñeca. Ella se quedó mirando el gesto y me estrechó la mano, al principio pensé que no quería intercambiar nuestros contactos pero después vi que no tenía InfiniBand en su muñeca.

    – [Mike]Ah, perdona, no me fijé que no tenías.[/Mike] – me disculpé, retirando la mano después de unos minutos extraños. Su piel era suave.

    – [Sophie]De la vieja escuela[/Sophie].- replicó sacando un móvil del bolsillo. Era uno de esos modelos que aún se vendían, tenían acceso a algunas aplicaciones pero a nada de Infinity.

    Le dicté mi número porque iba a ser vergonzoso verme intentar escribírselo yo mismo sin reconocer nada. – [Mike]¿Vienes de la isla?[/Mike] – pregunté. Después de comentar que su madre y Diana eran amigas y todo lo que había ido observando de ella, me hizo dudar si sería de la Isla de Z.

    – [Sophie]No sé de qué me estás hablando[/Sophie].- replicó, intentando disimular. Miró la InfiniBand con sus ojos oscuros y luego los fijó en mí. Capté el mensaje, no me equivocaba demasiado y tenía sentido, los mellizos habían invitado a gente a su fiesta que conocía el lado secreto del mundo. Era de imaginar al ver a Dante paseándose sin camiseta con sus alas a la vista, pero tampoco era la primera vez que lo hacía y le tomaban por un anuncio en vivo como a su madre.

    – [Mike]Bueno, cuando quieras un tour por la zona, avísame, aunque vivo en Louna.[/Mike] – comenté. Tenía alquilado un apartamento cerca de la playa. Mis padres habían pagado la fianza pero yo me encargaría de los gastos en cuanto empezase a cobrar por el trabajo en la clínica y en la Escuela.

    – [Sophie]Cuando quieras, siempre y cuando no lleves eso[/Sophie].- añadió, señalando la InfiniBand.

    – [Mike]Dicho y hecho.[/Mike] – respondí, quitándomela para guardarla en la mochila. Sonrió una vez más, mostrando sus blancos dientes. Tenía los dos incisivos superiores algo más grandes pero eso hacía su sonrisa aún más bonita.

    JJ puso una nueva canción y nuestros cuerpos se entregaron al baile.