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Etiqueta: Un poco de Nate x Julia

  • LA CAÍDA DEL ÁGUILA

    NATE ROGERS

    MAÑANA – SENATUS

    Aquella mañana me despertaron temprano, lo que nunca era buena señal. Fui arrastrado fuera de mi celda, encadenado de manos y pies hasta ser conducido a la zona de lavado, donde tuve que desnudarme frente a los soldados para que me lanzasen cubos de agua fría a los que tendría que llamar baño. Después me arrojaron las ropas que esperaba, un peto de cuero que apenas cubría mi torso y una máscara a juego. Era día de arena.

    Caminé, siguiendo la ruta que marcaban los soldados. Ya había intentado liberarme los primeros días y desde entonces dos brujos del imperio iban siempre junto a elos, esperando para anular mis movimientos.

    – [b]Presentamos ante todos vosotros, ciudadanos, libertos y esclavos, a la Bestia de la Arena, el Berseker. [/b]- gritó la voz amplificada por la magia del Maestro de Ceremonias, en cuya mano se balanceaba el cetro con el que manipulaba mi esencia, eliminando cualquier filtro que pudiera tener ante las emociones que captaba. – [b]Hoy se enfrentará su mayor combate.[/b] – un arrebato de emoción me sobrecogió mientras el público gritaba con ánimo y en su interior, su sangre hervía pidiendo violencia que tapase sus lamentables vidas.

    Los soldados se retiraron tras dejarme un estante con armas al lado. Debía ser el principio, porque les gustaba que me ensuciase las manos hacia el final.

    Sin hacerse esperar demasiado, abrieron las fosas para liberar media docena de bestias salvajes. No eran leones, aunque debían ser una especie de felinos con algún antepasado demoníaco. Pasé de largo las armas de filo y cogí una vara. Al Maestro de Ceremonias no le gustó y sentí una avalancha de ira hasta casi cegarme.

    Traté de calmarme como pude y luché contra las bestias sin herirlas de gravedad. Recordé los primeros días en la arena, cuando había usado mi empatía para estrechar lazos con las bestias y evitar que nos atacáramos, pero entonces liberaron algo peor, algo que las mató a todas. Era mejor un poco de dolor pero seguir vivas un poco más.

    Cuando retiraron las bestias, el público sintió rabia por no haber visto sangre. Sus corazones palpitaban por más y más violencia y yo no dejaba de sentirlo. Entonces una de las fosas se abrió y varios esclavosarrastraron una caja tapada con una lona de la que tiraron cuando llegaron al centro, abriéndola. Dentro estaba Julia, totalmente desarmada.

    Me acerqué a ella pero me detuve en seco cuando pensé que el juego podía tratarse de saturarme de rabia y lanzarme contra ella. Julia me había mantenido a salvo todo este tiempo, a salvo de mí mismo, de hundirme en un pozo del que no podría salir. Perderla a mis manos me destrozaría sin remedio.

    – [Julia]NATE, he hablado con Laura y tenemos que salir de aquí.[/Julia] – mi mente tardó en organizar la información al principio. Laura parecía tan lejana en el tiempo y sin embargo solo habían pasado…ni siquiera lo sabía.

    No pude reaccionar porque todas las fosas se abrieron de pronto, liberando lo que parecían gladiadores, solo que no eran humanos, parecían cruzados aunque tenían más de demonio que otra cosa.

    Luché contra ellos, armados con espadas, mazas y martillos. La vara se rompió en uno de los golpes y sentí una ira cegadora tomar control de mí. Golpeé al contrario en el pecho y lo lancé inconsciente contra el público. Lo peor fue que me sentí bien, solo quería acabar con todos y si podía, con el público también. Solo había una persona allí que me importaba.

    Julia se acercó a mí y sentí cambiar mis emociones, traté de centrarme en ella, solo en ella. Empecé a recordar lo que estábamos hablando. Había comunicado con alguien de fuera, con …

    – [Nate]¿Con Laura?[/Nate] – pregunté. Me coloqué cerca de ella, luchando por alejar a los gladiadores sobrenaturales.

    – [Julia]Sí. Laura ahora va de buena y nos está ayudando.[/Julia] – replicó mordaz.

    – [Nate]Esos sentimientos no me ayudan mucho. [/Nate]- admití, cayendo brevemente en el hilo del que el Maestro de Ceremonias esperaba tirar. A ratos me dejaba llevar por la ira, pero conseguía volver a centrarme. Seguía muriendo gente a mis manos, teñidas de una sangre que nunca se iría. – [Nate]No voy a poder sacarnos de aquí, me están manipulando, hay demasiado odio, demasiada ansia e ira.[/Nate] – dije mientras ella usaba sus poderes por primera vez arrancando el júbilo del público.

    – [Julia]Pero si yo soy todo amor.[/Julia] – replicó.

    – [Nate]Pues aférrate a ello porque vas a ser mi ancla. [/Nate]- le pedí, mirándola de reojo. En mi corta vida había sentido las emociones de muchas personas, mis propias emociones, incluso las de otros hacia mí, pero al mirarla no solo sentía el deseo que yo producía en ella, si no también el mío propio.

    – [Julia]Puedo ser lo que tú quieras que sea, macizo.[/Julia] – la ropa de esclava le sentaba bien, no podía dejar de pensar en ello igual que ella estaba dejando campar su deseo por mí. Éramos como un ciclo sin fin, la serpiente que se muerde la cola.

    En cada ciclo fui tomando más y más energía, empecé a brillar, incapaz de contener el brillo de cada una de mis partículas de polvo estelar hasta que me vi forzado a dirigirla hacia el Coliseo. Por suerte Julia se adelantó y asustó al público con unos fuegos artificiales un poco antes de que la explosión de mi poder abriera un hueco que amenazó con colapsar el edificio entero.

    En el caos, Julia me cogió la mano y echamos a correr hacia el agujero. Me sentía agotado, incapaz de captar más emociones, aunque no duraría mucho.

    Ella nos guió hacia la más alta de las siete colinas, donde según Laura residía la entidad superior conocida como el Águila, la protectora de los portales de ese mundo.- [Nate]Espero que Laura no se equivoque.[/Nate] – no sabía cómo había llegado a enterarse de tanto y más estando tan lejos, pero según ella Chernobog, el ser maligno que mató a Sarah, había corroído los corazones de esos seres poderosos, incomunicando los mundos. Inspirado por el ánimo de Julia, pensé que Chernobog tenía todas las de perder, había matado a Sarah, sí, pero solo temporalmente y eso había traído a Sasha a su vida.

    – [Julia]¿Y qué más da si se equivoca? Te he visto los abdominales.[/Julia] – replicó con una mirada centrada en mi torso, aún poco cubierto por el cuero de la ropa de gladiador. Su deseo avivó el mío.

    Por desgracia nos perseguían, habían enviado una centuria tras nosotros después de lo que había pasado, dudaba que para llevarnos sanos y salvos.

    – [Nate]Siento su ira desde aquí, podrían convertirme en esa bestia de nuevo.[/Nate] – la advertí. – [Nate]Y tenemos que conseguirlo, juntos.[/Nate]

    – [Julia]¿Y qué propones, un maratón de sexo?[/Julia]

    Me reí, y le apreté suavemente la mano. Era un momento agradable, pero la sensación desapareció cuando percibí de fondo una oscuridad tan negra que no tenía fin, un abismo insondable. Conseguí escuchar el silbido de la flecha y el ansia del cazador a tiempo para detenerla por el asta antes de que impactara en el pecho de Julia, directa al corazón.- [b]No arruines mi caza, bárbaro.[/b] – dijo una voz entre los árboles. La corrupción emanaba de ella, era el Águila, convertida en poco más que un Buitre por Chernobog.

    – [Julia]¿Quieres reventarme las tetas?[/Julia] – le espetó Julia. Me anclé a su esperanza, sus ganas de vivir. Algo había sucedido en su vida que le había hecho coger cada minuto con la fuerza que todos deberíamos tener.

    – [b]Solo cazo piezas apetecibles.[/b] – una figura apareció entre los árboles y sonrió antes de desaparecer. Tenía unos ojos tan afilados como la punta de sus flechas. – [b]¿Ya sientes la ira? ¿Cuánto vas a tardar en perder la concentración?[/b] – lanzó varias flechas tan rápido que apenas tuve tiempo a detenerlas todas. El objetivo siempre era el mismo, Julia.

    Le pedí que se quedase detrás de mí, pero el Águila se movía por el bosque que nos rodeaba con tanta facilidad como si pudiera teletransportarse de copa a copa.

    – [b]No aguantarás eternamente elemental. Y la humana será mía.[/b] – escuché una risa y sentí una avalancha de ira atravesarme de manera sobrecogedora. Solo quería destrozar a ese malnacido. Me vi convertido en una bestia tal y como me llamaban en el Coliseo, un animal salvaje y rabioso incapaz de sentir por sí mismo.

    Pero aún quedaba una luz en ese bosque, detrás de mí, lanzando tantos fuegos artificiales que sabrían dónde estábamos hasta desde otro planeta. – [Nate]No voy a ceder a la ira, no lo conseguirás.[/Nate]

    – [b]¿Y qué? ¿Me tomas por un Guardián de los Daesdi? Esto no es una Prueba, estás en mi coto de caza en el que llevo milenios haciendo lo que mejor sé hacer.[/b] – lanza una serie de flechas que cubre el cielo y masacra a la centuria.

    – [Julia]¿Si tan importante eres por qué te ha comido el coco Chernobog?[/Julia] – espetó Julia, ganándose un arrebato de orgullo en el corazón de ese ser. Eso me hizo pensar en algo, quizá funcionase.

    Abrí mi empatía tal y como me había obligado a hacer el Maestro de Ceremonias una y otra vez. Dejé acercarse a mí esa oscuridad, esa corrupción ponzoñosa y cuando estuvo cerca, tiré de ella y volqué un torrente de todo lo bueno que recordaba: las Echolls ayudándome, acabar enterrado bajo Eowyn, Freya y Xena, los New Moondies de pequeños, los grandiosos adultos en los que se habían convertido, Julia haciéndome sonreír cuando pensaba que todo estaba acabado.

    Y entonces la oscuridad se fue como una mancha arrastrada por un chorro de agua a presión y solo quedó el Águila, orgullosa, salvaje, pero honrada. Cumplió su pacto y Julia y yo cruzamos hacia la Luna, de vuelta con los demás.

  • FUENTE DE ENERGÍA

    NATE ROGERS

    TARDE

    Me dejé caer en el banco de mi celda, agotado tras los combates. Había sobrevivido un día más, pero mi alma moría un poco con cada día que pasaba en ese mundo. Apoyé los codos en las rodillas y me sujeté la cabeza, todavía sintiendo el dolor mental de la ira que creaba en mí el ‘Maestro de Ceremonias’.

    Aquella noche había atravesado con un tridente a dos leones y un gladiador bárbaro. No salí de la furia inducida hasta que no vi su sangre tiñendo el arma. Entonces me invadió el agotamiento, apesadumbrado por sentir su muerte tan cerca.

    El guardia abrió la puerta y la dejó pasar, como venía siendo habitual desde aquella primera vez, cuando la elegí entre todas las que me presentaron, el mismo día que había previsto escapar por cualquier medio.

    – [Julia]Por un lado, hemos tenido suerte porque ABDOMINALES, pero por el otro…[/Julia] – bromeó ella. Julia llevaba una sencilla toga de esclava que le sentaba muy bien. Pensé que solo yo había llegado a este mundo, inconsciente, algo de lo que los esclavistas del Imperio habían aprovechado para capturarme, pero resultaba que Julia había estado a mi lado y también había sido esclavizada.

    – [Nate]Por el otro soy poco más que un gallo de pelea con mucha sangre en sus manos.[/Nate] – aseguré. Mi empatía era un arma de doble filo. En un entorno sano, como con los Moondies o incluso con los New Moondies pese a sus subidas y bajadas, solía estar fuerte, alimentado por las emociones positivas. En este lugar la magia negra del Maestro de Ceremonias usaba mi empatía para meterme en un estado berserker en el que mi fuerza nacía de mi ira. Pero cuando su magia se acababa, el desánimo, el dolor, el arrepentimiento y la tristeza me dejaban abatido, totalmente cansado.

    – [Julia]Ánimo. No creo que estemos mucho tiempo aquí[/Julia].- no parecía decirlo muy convencida, sin embargo siempre trataba de animarme para que recuperase energías. Lo cierto era que antes de tenerla a ella, el pozo de oscuridad en el que me había sumergido mi empatía me había hecho plantearme acabar con todo. Desde entonces, ella me recargaba las pilas para afrontar un nuevo día con la esperanza de poder escapar.

    – [Nate]Necesitaría mis poderes para salir, pero no dejo de pensar en esa rabia, en los muertos[/Nate]. – admití.

    – [Julia]¿No te hago lo bastante feliz?[/Julia] – preguntó, poniendo los brazos en jarras. Sentí un subidón de alegría proveniente de ella y dejé que mi empatía se enganchase a él.

    Solté una risa. – [Nate]Eres incorregible. [/Nate]

    – [Julia]Puedes corregirme cuando quieras[/Julia].- fingió chasquear un látigo imaginario. Con el afluente de alegría que manaba de ella empezaba a entremezclarse otra emoción, también era positiva, pero más problemática como para engancharme a ella. Julia siempre iba cargada de las dos, de alegría y de…picante.

    – [Nate]¿Gritamos ahora o después? [/Nate]- comenté. Cada tarde teníamos que fingir que…bueno, que le dábamos al tema para que me tomasen por un esclavo al que tienen contento para lidiar cada día con un nuevo combate. Si hubieran pensado que me había cansado de ella la habrían mandado con cualquier otro gladiador o gladiadora.

    – [Julia]A veces la gente no grita. A lo mejor somos muy malos y ni acabamos ni nada[/Julia]. – propuso ella, alzando una ceja.

    Volví a sonreír. – [Nate]Esta gente no entiende de eso. Y prefiero que sigan trayéndote. [/Nate]- aseguré. No quería sonar como alguien sobreprotector, había aprendido mi lección con los New Moondies. Simplemente quería saber que estaba a salvo y más en el fondo, yo también la necesitaba. – [Nate]Quien sabe con qué otro te enviarían[/Nate] – traté de no pensarlo, porque había retazos de la ira que había desplegado en la arena.

    – [Julia]AYAYAYAYAYAAYAYAAAA OH SISISISISSI YEAH YEAAAH[/Julia].- fingió a toda voz, golpeando la pared.- [Julia]¿Contento, Señor Grey?[/Julia] – preguntó cuando terminó, sonriendo con picardía. Ahí estaba esa segunda emoción que cada vez me resultaba más difícil ignorar. Era como un banquete frente a mi empatía hambrienta. La pasión es una emoción positiva poderosa.

    – [Nate]Tenemos que seguir juntos, si hay que fingir esto, es un precio mínimo. [/Nate] – aunque lo cierto era que no sabía cuánto tiempo más evitaría dejarme llevar por su pasión por miedo a no ser correspondido.

    – [Julia]Hombre, también podíamos hacerlo de verdad, ya que estamos[/Julia].- replicó, encogiéndose de hombros. La miré, supe que era verdad, noté esa energía en ella.

    Me quedé parado, con una lucha interna. – [Nate]¿De verdad te apetecería hacerlo con una bestia asesina?[/Nate] – pregunté. Así me llamaban cuando me presentaban en la arena. La bestia asesina de Nubia.

    – [Julia]¿La bestia asesina tiene tu cara y tu cuerpo? Pues sí. No tengo moral[/Julia]. – sentenció. Estaba tan impertérrita hablando de eso mientras empatizaba con la intensidad que surgía de ella que me resultaba imposible morder el anzuelo.

    Caminé hacia ella, dejándome llevar por su pasión.

    – [Julia]Te estás poniendo tontorrón, ¿eh? Vamos a salir de aquí. No sé cómo ni cuándo, pero vaya mierda de historia si los protagonistas palman así[/Julia]. – dijo, observándome. Su alegría y su pasión me llenaban, suplían todos los huecos de mi maltrecha alma alimentada de sangre y desgracias.

    – [Nate]Eres una hoguera en todo este frío.[/Nate] – dije pasándole una mano por la mejilla. Tenía la piel suave.

    – [Julia]Me lo dicen muy a menudo[/Julia]. – replicó, sonriendo. Cada vez estábamos más cerca, tanto que ya me costaba distinguirme de ella. Mi empatía me hacía sentir lo que ella sentía y eso retroalimentaba mis propios sentimientos y sensaciones. Sin ser consciente de que había siquiera distancia entre nosotros, nuestros labios se fundieron en un beso, terminando de romper la división de nuestros seres.

    Sentía la sensación de besarla y percibía lo que ella misma sentía. Por desgracia, ese mundo era cruel y el guardia aporreó la puerta en ese mismo instante.

    La mayor parte de los días nos habría encontrado sentados en el banco, hablando o comiendo, pero precisamente ese nos habría encontrado haciendo lo que se suponía que debíamos hacer.

    – [Julia]Bueno chato, te dejo que son capaces de echar la puerta abajo. Tú piensa en este cuerpo serrano y mantente positivo, que saldremos de aquí[/Julia]. – se despidió, caminando hacia la puerta cuando el guardia la abría. Por un momento al separarnos temí haberlo hecho mal, sin embargo seguía percibiendo una energía positiva en ella que despejó mis dudas.

    Asentí, deseando que llegase la próxima tarde. – [Nate]Hasta mañana.[/Nate] – me despedí. Senatus se había convertido en un infierno, pero las tardes con Julia me estaban devolviendo la esperanza. Ya casi podía volver a soñar con estar todos reunidos en la Kvasir.

    Aún cansado, comí unas uvas y me tumbé. El día siguiente también sería un reto. Para evitar pensar en una nueva muerte en mis manos, recordé a Julia y me dormí pensando en el roce de sus labios.

  • UN ACTO DE FE

    NATE ROGERS

    TARDE

    Por fin, tras varios días, comencé a poder levantarme de la cama. Mis músculos estaban resentidos por la fiebre y me encontraba aún cansado, pero los efectos de lo que me había mantenido así empezaban a remitir.

    Me llevé una mano a la frente, concentrándome en ese hilo de luz que me estaba permitiendo recuperarme. Me estaba dando fuerzas, equilibrando la balanza rota que me había puesto así en primer lugar.

    La culpable de todo eso no era otra que mi propia biología, el «poder» del que los que me conocían desde pequeños eran conscientes y me hacía tener unas capacidades que iban más allá en la mayoría de los casos, pero que en esta ocasión, me habían llevado a estar destrozado.

    El origen era el sufrimiento que se respiraba en la nave, que llegó a su punto álgido con las noticias de la muerte de Elizabeth, los pactos de Caitriona y la marcha de Laura. Eso afectó a las personas, especialmente con las que más vinculado estaba, y me fue drenando las energías hasta dejarme a merced de una «gripe lunar» como la había llamado Mike.

    Había padecido otras veces los efectos negativos de mi empatía, como cuando murió el hermano de Christopher, la hermana de Dominic o cuando lo hizo Mia. Pero en aquellas ocasiones la fuerza de los Moondies, sus energías positivas y su esperanza, me mantuvieron a flote.

    En aquél momento, para unos jóvenes inexpertos como eran la mayoría de ellos, todos esos golpes habían supuesto una debacle emocional.

    Y sin embargo, contra todo pronóstico los últimos días había empezado a mejorar, recibiendo retazos de nuevas esperanzas, de lazos tan fuertes como el amor que crecía entre ellos, de unas y otras formas. La enfermedad remitió, Michael dio el visto bueno para que volviese a mi habitación y había pasado el último día con algunas visitas, en especial de Julia, que se había entregado a mi «cuidado».

    Ahora al fin notaba las fuerzas a las que estaba acostumbrado, no solo físicas si no de espíritu, las que necesitaba para acompañar a una de las responsables de haberme sacado de la enfermedad. Ellie, la pequeña Ellie que siempre reía y era cómplice de fechorías de una Amy más traviesa. Esa misma niña sonriente estaba encendiendo una a una las luces de esperanza en los corazones de los habitantes de la nave. No estaban todas aún, quedaban bastantes fuera de su rango de influencia, pero con esa energía tenía más fuerzas que nunca desde que habíamos llegado a ese lugar. Así sí podría ayudarla a cumplir su propósito y volver a casa al fin.

    Me puse en pie y salí al exterior. Había valorado las opciones con Henry y estaba prácticamente seguro, aunque se negaba a decir que lo fuera sin margen de error. Acepté la probabilidad de fallo y comenté la idea con Elle, que parecía sorprendida, en especial de su papel.

    Convocamos a todos fuera un unos minutos. Sentí un cosquilleo nervioso, quizá no mío si no de alguien más. La sensación se acrecentó al verles a todos reunidos fuera de la nave, de la que habíamos bautizado como «La Kvasir» porque nuestro grupo no contaba como una, ni mucho menos con dos como en el caso de los Moondies. A falta de ella, teníamos una «Vanir» que había elegido su camino en lugar de ser elegida. Sarah estaría orgullosa del legado de su pequeña, ahora toda una titán.

    Los demás no sabían lo que ocurría, y sus caras mostraron sorpresa al ver que me dirigía al frente de la nave y Elle me seguía, colocando las manos en el extremo opuesto del morro.

    Aquél hogar improvisado se había estrellado en la luna Viltis hacía muchos años, casi un siglo valoraba Henry. Desde entonces parte de su morro estaba enterrada en la tierra, evitando que la nave funcionase a la perfección y obligándonos constantemente a hacer reparaciones para mantener el resto de ella baja para suavizar la inclinación. No duraría mucho, el sistema hidráulico que usaran en el futuro pedía a gritos poder alzar las patas de la nave y separar su barriga de la tierra. Aquella era un ave hecha para surcar los cielos y se veía obligada a vivir como una tortuga.

    Hice una seña a Elle y cuando ella me devolvió una sonrisa concentré todas mis fuerzas, todo ese amor, toda esa esperanza se convirtieron en fuerza que permitieron a mis brazos empezar a alzar la nave con todo su peso. Elle puso su excepcional fuerza de Vanir y sentí que el peso aligeraba un poco, mientras Henry iba actuando sobre las patas traseras y delanteras para conseguir estabilidad.

    Pese a todo el poder concentrado en mí gracias a sus energías, la nave pesaba demasiado, incluso para nosotros dos. Pero su peso fue mermando una y otra vez a medida que se añadían más y más manos. Todas las personas de la nave sostenían ya la cabina al máximo de sus fuerzas. Veía las manos cubiertas de garras de Amy, las orejas puntiagudas y la piel azabache de Idris, las escamas aguamarina de Noah…decenas de manos sosteniendo aquella nave, ese hogar, devolviéndola a su gloria hasta que Henry dio el aviso y la dejamos ir.

    Me aparté, secándome el sudor de la frente  mientras los demás hacía lo propio y observaban a la imponente Kvasir, alzada como antaño, un hogar, mientras lo necesitáramos, un sitio en el que volcar la fe en nuestro grupo. Un comienzo.

     

     

  • BASTONES, SONRISAS Y BAILES

    NATE ROGERS

    MEDIODÍA – LA KVASIR

    – [Julia]Estoy deseando meterme mano[/Julia].- esas palabras fueron suficientes como para ser consciente de lo bizarro que era todo. Y eso, teniendo en cuenta que era un ser nacido en el espacio profundo que había llegado a la tierra y había sido encontrado por un trimonio y ahora estaba en otra punta del espacio y del tiempo para ayudar a que sus hijos e hijas volviesen a salvo, era decir mucho.

    – [Nate]¿Lo dices en serio?[/Nate] – pregunté. Mi cara me devolvió una sonrisa amplia que me quedaba francamente rara.

    – [Julia]Por supuesto. ¿Has visto qué tetas?[/Julia]- comentó, sorprendiéndome todavía más. Pensaba que se refería a mi cuerpo, pero se refería al suyo y al decirlo no pude evitar desviar la vista hacia un amplio escote que ahora formaba parte de mí.

     – [Nate]No sabía que te podían gustar tus propias…eh…partes.[/Nate] – respondí tratando de pensar en otra cosa. Los…eh…atributos de Julia eran bastante sugerentes y no me sentía muy bien teniendo el «delito» tan a mano.

    – [Julia]Solo tienes que mirarme: soy un prodigio[/Julia]. – admitió ella, aún con esa sonrisa. Me di cuenta de lo grande que debía parecer a la gente, visto desde la altura de Julia.

    – [Nate]Me alegra ver a alguien con tanta confianza.[/Nate] – le aseguré. Era refrescante, incluso estando en un cuerpo en el que el estado emocional de los demás no me afectaba. Los «New Moondies» como se hacían llamar no eran las personas con menos problemas y más autoconfianza. Habían llegado a la nave repletos de conflictos internos y aunque ya habían empezado a solucionar algunos, todavía les quedaba mucho camino.

    Julia se quedó pensativa hasta que me miró y preguntó. – [Julia]¿Te duele la pierna?[/Julia]

    Me pasé una mano por su pierna como acto reflejo, pero me arrepentí al instante al pensar que eso podía ser una invasión de intimidad. Lo cierto es que aquél dolor era como un eco constante. – [Nate]La verdad es que sí. No sé cómo puedes aguantar de pie sin quejarte.[/Nate] – admití. Ni cómo podía estar casi siempre alegre y bromeando.

    – [Julia]No tengo otro remedio[Julia].

    – [Nate]¿No has pensado llevar algún apoyo?[/Nate]

    – [Julia]¿Te refieres a un bastón?[/Julia]-

    – [Nate]Apoyado parece que duele menos.[/Nate] – dije buscando el borde de la «cómoda», si es que se podía llamar así a esa cosa con cajones que teníamos en nuestro cuarto.

    – [Julia]¿Lo dices por experiencia?[/Julia]- ella esbozó una gran sonrisa que fue lo primero que vi y luego vi que su mano señalaba hacia su…mi…miembro.

    Me quedé inmediatamente sin palabras y sentí como la sangre circulaba hasta las mejillas del cuerpo de Julia. – [Nate]No…ejem…no lo trastees mucho.[/Nate] – dije, viendo su mano bastante cerca.

    – [Julia]Tranquilo, solo un «sí» significa consentimiento[/Julia].- dejó a un lado la sonrisa, esto lo decía en serio y agradecí que en el futuro una cosa estuviera clara. Al menos para ella, claro, no podía saber cómo lo hacía el resto de personas.

    Sonreí con su rostro y me sentí cómodo, era un acto al que sus músculos estaban acostumbrados. – [Nate]En serio, un bastón te ayudaría. Si no quieres no digo nada, pero si necesitas que te ayude a conseguirlo, solo tienes que decirlo.[/Nate] – pensé en quién podría ayudar. En la tierra habría acudido a Daniel para que tratara de forjar algo que pudiera resultar útil en nuestras «aventuras», pero aquí…no sabía si Xander alguna vez había hecho encantamientos rúnicos solo.

    – [Julia]Un bastón me haría parecer vieja y decrépita[/Julia].- susurró ella, como si no quisiera que nadie lo escuchara siquiera.

    – [Nate]A ver como lo dirías tú.[/Nate] – dije observándola.  Coloqué las manos en sus caderas y puse mi mejor sonrisa. – [Nate]Con este cuerpo no parecería vieja ni con un andador.[/Nate]

    Pero ella se quedó pensativa, así que no supe si era porque sabía que de verdad lo necesitaba y no lo quería o porque mi imitación era penosa.

    Fuera como fuese, cambié de tema. – [Nate]Oye, no te he preguntado por qué quisiste cambiar de habitación conmigo.[/Nate] – no habíamos hablado mucho hasta entonces y de pronto, a la vuelta de esta misión, cuando algunos cuartos se habían recolocado un poco para admitir a los nuevos, había pedido compartir el cuarto conmigo.

    – [Julia]Porque me pareces un señor de lo más atractivo[/Julia].- lo dijo de una forma tan formal que me lo creí y creo que me sonrojé.

    – [Nate]Pensé que era por mi labia.[/Nate] – dije. Me sorprendí sonriendo de nuevo, hacia tiempo que no estaba tan relajado. Quería mucho a mis niños y niñas, pero ya no eran pequeños y sus miedos y preocupaciones me afectaban demasiado por mi poder y mi conexión con ellos. Era agradable estar desconectado de esa parte de mí y poder hablar con una persona a la que no conocía desde pequeña.

    – [Julia]También es verdad que debes ser la única persona que aparenta más o menos mi edad[/Julia].

    – [Nate]Te entiendo.[/Nate] – era fácil para mí compartir ese sentimiento. – [Nate]No sé exactamente cuantos años tengo, pero he visto crecer a la mayoría de estos chicos y chicas. Y está bien poder ser…solo yo.[/Nate] – sin tener que hacer el papel de padre o madre de cada uno. Los ‘Moondies’ estaban hechos de otra pasta, no podía ni soñar con hacerles sombra.

    – [Julia]Y probablemente los veas morir[/Julia].- vi en mi cara que a Julia se le había escapado ese pensamiento, pero no pude evitar que la idea me resultase terrible. Eran todo lo que conocía, mi familia, sin ellos no sabía quien era.

    – [Nate]¿Te has enterado entonces de lo que soy?[/Nate] – pregunté, evitando pensar más de la cuenta. No sabía cuánto conocía Julia de cada uno de nosotros ni si se había parado a hablar en detalle con alguien.

    – [Julia]¿Eres como el tío ese del pene azul de la peli esa horrorosa del 2009?[/Julia]- dijo ella. No tenía ni idea de quién era pero me resultaba curioso que también se hubiera fijado en su miembro.

    – [Nate]Creo que no la he visto. Pero no creo, soy un elemental de polvo estelar. Vine del espacio, vamos.[/Nate] – resumí.

    – [Julia]DE POLVO[/Julia].- parecía que mi cara iba a reventar en una risotada.

    – [Nate]No eres la primera a la que le hace gracia.[/Nate] – Diana había tenido ese honor. Ella me había enseñado a tomarme la vida menos en serio. – [Nate]El padre y las madres de Xander, Elle y Bowie me recogieron y me dieron un hogar.[/Nate] – le expliqué.

    – [Julia]Tuviste suerte entonces[/Julia].

    Asentí. – [Nate]No te quiero preguntar mucho, sé que vienes del futuro, del de esta nave al menos.[/Nate]

    – [Julia]No preguntes, porque acabaré respondiendo[/Julia].- la creí.

    – [Nate]Si necesitas contarme algo, soy todo oídos.[/Nate] – me imaginé que sería raro para ella estar en un lugar tan vinculado a su pasado, pero con ninguna persona conocida.

    – [Julia]Quiero un bastón con una espada dentro[/Julia].- respondió, sorprendiéndome por el cambio de rumbo. – [Julia]Así de grande[/Julia]. – colocó su mano a mi lado para que me hiciera una idea.

    Sonreí, volviendo a pensar en quién lo haría bien. Hablaría con Xander, con Noah y con Henry. – [Nate]Te lo conseguiré, tengo contactos.[/Nate]

    – [Julia]¿Podré volver a tocar el piano cuando tenga el bastón?[/Julia]

    – [Nate]Igual de bien que antes.[/Nate] – me quedé mirándome a los ojos. Era distinto verlos fijos en mí sabiendo que no llevaba yo esa cara. – [Nate]Esto no lo sabe nadie, pero no tienes por qué seguir siendo yo.[/Nate] – dije finalmente. Me apetecía compartir ese secreto con ella ya que desde ese momento siempre sería la persona con la que había compartido el cuerpo.

    Ella me miró completamente sorprendida. Suspiré, no se lo había explicado a ninguno de los demás, salvo a algunos de los ‘Moondies’.

    – [Nate]Puedo cambiar de aspecto. Porque en el fondo soy…bueno, de otra forma. Lo que pasa que cuando llegué a la Tierra tomé ese y … no me gusta cambiar[/Nate] – si, era consciente de que podían tratarme de «blackface» en teoría, pero hay que tener en cuenta que yo originalmente soy un puñado de polvo estelar consciente, ni era blanco ni de ningún tono de piel. Cuando llegué, tomé ese aspecto sin ni siquiera pensarlo. Los demás me ayudaron a buscar por si lo había «cogido prestado» de alguien, pero no encontraron nada, así que ese era mi aspecto, humano al menos.

    Julia cerró los ojos y puso cara de concentración durante un rato.- [Julia]Si sigo así, solo voy a conseguir cagarme encima[/Julia]. – esperaba que no, tiene que ser extraño volver a tu cuerpo y encontrarte una sorpresa así en los pantalones.

    – [Nate]Intenta imaginarte a ti misma, cada detalle y probablemente lo consigas.[/Nate] – no tenía excesiva experiencia haciéndolo, no quería cambiar quién era y para mí era instintivo, pero reconozco que alguna vez me había cambiado con el Príncipe y me había puesto a cantar delante del espejo.

    Julia siguió mi consejo y al cabo de un rato empezó a fluctuar entre su aspecto y el mío.

    – [Nate]Ya casi lo tienes.[/Nate]

    – [Julia]Pero esta vez no voy a ser coja[/Julia].- dijo ella sonriendo. – [Julia]Se te va a caer la mandíbula al suelo[/Julia].- vi retazos de mi forma real de elemental y entonces Julia, con su aspecto verdadero se apareció delante de mí, salvo que en lugar de lucir una ropa como la que había llevado cuando nos la encontramos, llevaba un vestido que…bueno, impresionaba.- [Julia]Por si te lo estás preguntando: sí, se desanuda tan fácilmente como parece[/Julia]. – añadió. Tragué saliva.

    – [Nate]Estás…lo has hecho muy bien. Estás muy guapa.[/Nate] – dije buscando las palabras que no resultasen objetificantes ni de pervertido pero también fueran un halago.

    Dejó fluctuar de nuevo su aspecto y esta vez llevaba una ropa más cotidiana, salvo que no pasé por alto el hecho de que llevaba tacones. Debía marcarle mucho su cojera.

    – [Nate]Le estás cogiendo el gusto.[/Nate] – dije, alegrándome por ella. Era una pena que con todo el poder contenido en aquella nave del futuro, nada ni nadie tuviese la capacidad para curar algo así.

    Julia asintió con una sonrisa que me resultó mucho más agradable en su rostro y después volvió a dejarse caer en mi apariencia.

    – [Nate]Puedes quedarte en tu forma. No me molesta.[/Nate] – dije con sinceridad. – [Nate]Mi cuerpo es todo tuyo.[/Nate] – no sé si pensé bien en cómo iba a sonar o simplemente me dio igual. No podía negar que me atraía esa mujer pero no éramos dos adolescentes para dejarnos llevar así, la atracción no lo era todo, pero era una parte. Aunque tenía que admitir que no solo era atracción física. Me sentía cómodo cerca de ella, pero aún era pronto, podía equivocarme.

    – [Julia]Prefiero jugar con las mismas reglas que el resto[/Julia].- dijo ella.

    – [Nate]Eso dice bastante de ti.[/Nate] – asentí para remarcar mi afirmación.

    –  [Julia]No le digas a nadie mi verdadera alineación moral[/Julia].

    – [Nate]Será nuestro secreto, compañera de cuarto.[/Nate] – compartimos una sonrisa mutua.

    Y de pronto, con total tranquilidad, abrió un cajón y sacó una botella que no le había visto guardar. No podía leer su etiqueta así que tenía que ser algo de la ciudad de ese mundo. Abrió el tapón y dio un trago.

    – [Julia]Y ahora, vamos a montarnos una fiesta como debe ser[/Julia].- encendió los altavoces del cuarto y trasteó una pantalla táctil de la pared hasta que empezó a sonar ‘What is Love’.

    Me sonrió y empezó a mover mi cuerpo haciendo el robot. Me dio envidia y me puse en pie para hacer el ‘Carlton’, pero tuve que hacerlo con menos ganas de lo habitual porque Julia tenía un par de…senos…que dolían al botar de esa manera.