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Etiqueta: Vera MacLeod

  • VIVIENDO DE VERDAD

    Vera – Artisan

    Mañana

    Cuando eres pequeña, tienes que aprender a perder. De nada sirve que juegues si no eres consciente de que a esta vida has venido a que se coman tus fichas, a vender tus hoteles por cuatro duros, a que la palabra correcta se te quede en la punta de la lengua, por muy injusto que te parezca. Desde bien pronto, descubres que hay un montón de niñas más altas que tú, más listas que tú, más guapas que tú. Nunca nada es suficiente. Si sacas un nueve en un examen, una compañera, esa que se sienta tres pupitres más allá, tiene un diez y si siempre sacas dieces, un día malo sacas un nueve y alguien se convierte en la «Nueva Persona Más Lista».

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  • AHORA NOS BESAMOS

    Vera – Artisan

    Tarde

    No nos quedó más remedio que huir. Los rumores empezaron a extenderse por el pueblo como la pólvora. En cuestión de días, teníamos los campos plagados de carteles amenazadores. Así pues, hicimos las maletas y abandonamos el que había sido nuestro refugio. Fue una decisión rápida e impulsiva. Cogimos cuatro trapos y echamos a correr como descosidas. Sabíamos que el nidito de amor no iba a durar y (casi) siempre es mejor pedir perdón que pedir permiso.

    [Jamie]No puedo creer que hayamos hecho esto.[/Jamie] – comentó Jamie mirándome con las mejillas sonrosadas mientras atravesábamos el cielo en dirección a una ciudad flotante. Y si pensáis que eso es raro, teníais que habernos visto subidas en moto a toda velocidad o en un tren de aspecto steampunk.

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  • NO ES NECESARIO RELLENAR LOS SILENCIOS

    Vera – Selas

    Mediodía

    Jamie y yo nos alejamos del grupo en busca de algo que comer. No se me pasaba por la cabeza cazar a ningún animal, así que nuestra esperanza era encontrar agua que pudiéramos hervir para no morirnos de una diarrea y hacer unas verduras al fuego que conjuraría Kaylee. Caminamos en dirección a unas tierras cultivadas. No era lo más ético, pero teníamos hambre. Nuestra idea era coger lo justo para alimentarnos.

    Durante el trayecto, no pude evitar mirarla. Me fijé en ella, en su pelo rojizo que le caía por los hombros, en el color de su piel, en la forma en la que la toga se ajustaba a su cuerpo. Nunca había sentido nada parecido por nadie e incluso hubo en la época en la que me planteé que quizás nunca llegaría.

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  • TAN BONITA Y SEGURA DE SÍ MISMA

    Vera – Kvasir

    Mañana

    Disclaimer: este post contiene spoilers de la trama del cómic «El príncipe y la modista» de Jen Wang. Este aviso es por ti, Dioni.

    James y yo estábamos en la biblioteca de la nave anotando hechizos que más tarde practicaríamos. No es que fuera una experta en temas mágicos, pero cuando alguien necesita mi ayuda, intento poner el máximo empeño.

    La biblioteca era grande, con enormes mesas de madera y estanterías cubiertas de libros, de los cuales, muchos de ellos aún no habían sido escritos. Alguien con una alineación más caótica, se los habría leído para después publicarlos, pero no era mi caso.

    Anoté un par de hechizos más: tirer la couverture y otros tantos. Me fijé en James. Ese día, parecía con un aire más taciturno de lo habitual y su ropa, más cercana a mi época que le suya, le hacía parecer que no estaba del todo a gusto en su propia piel.

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  • CICATRICES POR UNA CHICA

    Vera – Bosque del Crepúsculo

    ¿Tarde?

    Me quedé inconsciente mientras hablaba con Elliot y, cuando volví a estar en pleno control de mi cuerpo, me encontré con que me habían movido en contra de mi voluntad. La sensación de desagrado fue en aumento al darme cuenta de que estaba en una cama mugrienta dentro de una habitación que no pasaba los estándares mínimos de salubridad. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y pensé en que quizás habían abusado de mí.

    Intenté tranquilizarme mientras me incorporaba. Observé mi ropa, que era la misma que antes de quedarme inconsciente: vaqueros y blazer negros y camiseta blanca. No tenía marcas en ninguna parte visible y mi ropa interior parecía intacta. Fuera quien fuera la persona que me había movido, no me había tocado.

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  • LAS LUCES DE MI CAMINO

    LAS LUCES DE MI CAMINO

    ELLIOT WILLIAMS

    LABERINTO – SELAS

    Jane y Owen habían decidido que marcharme con el resto era lo mejor, no me opuse, como todo en la vida comenzaba a pensar que esto me venía grande. No me imaginaba siendo un héroe como nuestros padres o como muchos de los de esa nave acabarían siendo cuando reunieran a todos los Daë. Pero cuando los demás fueron atacados de nuevo no pude seguir adelante, puede que no sea un héroe pero si Jane y Owen estaban en peligro no podía marcharme como si nada.

    Cuando llegamos en pleno epicentro de la batalla volví a quedarme paralizado como en la batalla vikinga, alguien se abalanzo sobre mi y en un acto reflejo me cubrí con los brazos cerrando los ojos. Seguía vivo, así que alguien debía de haberme salvado la vida. Pero cuando abrí los ojos todo a mi alrededor había desaparecido y una esfera azul delante de mí comenzaba a apagarse junto al destello de mi anillo.

    Por un segundo me sentí culpable, como si siendo completamente inconsciente hubiese acabado con la vida de todos los demás, pero Vera y James estaban junto a mi, así que esto debía de haber sido cosa de alguien más. Lo único que alcanzaba a ver eran arbustos y un camino delante nuestra, solo podíamos avanzar ya que cada vez que mirábamos atrás el camino era engullido por los setos, solo esperaba que al final del laberinto no hubiese ningún Minotauro.

    – [Vera]Tengo la sensación de que hace siglos que no hablamos.-[/Vera] Estaba tan ensimismado observando el anillo preguntándome como funcionaba que no me percate de que Vera había bajado el ritmo para ponerse a mi altura mientras Janes iba al frente.

    – [Elliot]Han pasado muchas cosas desde que nos colamos casi como polizones.-[/Elliot] Era como un recuerdo lejano, en mi cabeza sabía que apenas había pasado tiempo de aquello, pero con cada viaje, cada mundo que visitaba, tenía la extraña sensación de que llevaba meses entre idas y venidas a esa luna.

    – [Vera]No estoy segura de si fue buena o mala idea.-[/Vera] Al contrario que a mí a Vera siempre le había molestado que no contaran con ella simplemente por el hecho de ser «la pequeña». Eramos las dos caras de una moneda, incluso en nuestros estudios se veía reflejado. Ambos queríamos estudiar lo mismo, sin embargo en el futuro yo prefería estar sentado tras un escritorio impartiendo clases mientras ella prefería ver el mundo.

    – [Elliot]Fue idea tuya, yo solo te seguí. Piénsalo de esta manera, ahora estaríamos en casa preocupados con nuestros padres por los demás.-[/Elliot] Vera era como un fuego fatuo, tal vez no es la mejor analogía teniendo en cuanta como se originaban, pera ella era la luz que guiaba mi camino. Siempre un paso por delante de mi ayudándome en la vida. Sin ella, el instituto hubiese sido mucho más difícil.

    –  [Vera]¿Me estás echando la culpa? Muy bonito.-[/Vera] Se cruzo de brazos como si estuviera enfadada, pero se hecho a reír.

    – [Elliot]Sueles tener esos prontos. Te recuerdo que de pequeños nos metimos en un lío cuando nos colamos en la oficina de tu padre.-[/Elliot] Apenas teníamos la altura para llegar al pomo de la puerta y la aupé a cuestas para que llegara. Se había cansado de leer cuentos de princesas y principes que siempre las salvaban y pensó que el libro que estaba escribiendo su padre sobre los Moondies era una mejor lectura. Al final nos libramos porque que clase de monstruo es capaz de resistirse a la sonrisa desdentada de su hija.

    – [Vera]Tú eres el bueno y yo…-[/Vera] Movió una mano en el aire. No es que fuera precisamente mala, tampoco es que fuera una mala influencia.

    –  [Elliot]Son tus ansias de conocimiento.-[/Elliot] Cuando tu cerebro es capaz de procesarlo todo y retenerlo debe de llegar un punto en el que pienses que te estas limitando.

    – [Vera]¿Echas de menos la Tierra?. A Tina o tus padres.-[/Vera] No sabía en que momento lo mío con Tina se había convertido en algo de dominio publico, no es que fuéramos pareja. Pero si, la echaba de menos. Ambos compartíamos una soledad que se esfumaba cuando estábamos juntos, salimos bastantes veces juntos tras la fiesta de cumpleaños de Jane y Owen, no en plan citas, más bien a comprar ropa o a tomar café. Tina era divertida, y pocas cosas en la vida podían hacerme sonreír, sin embargo ella era capaz de conseguirlo.

    – [Elliot]Esto esta bien, pero no podría vivir aquí. No quiero preocupar a mis padres mas de lo que ya estarán.-[/Elliot] Obvie mencionar a Tina de nuevo, no porque me diera vergüenza, simplemente que como buen Williams era incapaz de expresar mis sentimientos… bueno a excepción de Owen.

    – [Vera]No sabemos si podremos volver.-[/Vera] Parecía preocupada, algo raro cuando esa es precisamente una de mis cualidades.

    – [Elliot]Confío en que haya un modo cuando todos los Daës estén juntos.-[/Elliot] No es que esperara que se abriera otro agujero que nos absorbiera de nuevo hacia la Tierra cuando todos estuvieran juntos, pero quizás si algo mas. Además dudo que nuestros padres nos dejaran aquí, seguro que se les acababa ocurriendo algo. Para ser una persona pesimista tenía bastante fe que no nos quedaríamos atrapados aquí.

    – [Vera]Eso espero. No me gustaría que tuvieras que odiarme por haberte traído a la otra punta del universo.-[/Vera] Se mordió el labio de abajo como si fuera a echarse a llorar. Es curioso como funciona el cuerpo humano, como una persona es capaz de llorar de felicidad o tristeza. En mi caso no soy capaz de percibir las lagrimas, pero si se que están más relacionadas con lo último, las manchas de tintas en mi diario hablan por ellas.

    – [Elliot]No podría odiarte, nos conocemos de toda la vida.-[/Elliot] No era una persona rencorosa, vale, en alguna ocasión había fantaseado con ponerme en modo Edmond Dantes y vengarme de todos los que se habían reído de mí. Además mis dotes sociales tampoco es que fueran muy altas, no podía perder a mi única amiga.

    – [Vera]Eso díselo a tu hermana, que estuvo cinco años sin hablarle a tu hermano y a su mejor amigo.-[/Vera] Para llevarse mal con nuestra madre es curioso como Jane se parecía a ella en ese aspecto.

    – [Elliot]Eso en parte fue culpa mía…-[/Elliot] Jane nunca soporto que Owen no le diera importancia a mi «enfermedad», pero era su manera de escudarse de la verdad. Jane era la escéptica, Owen el optimista, y yo en medio.

    – [Vera]Eso no es verdad.-[/Vera] Intentaba hacerme sentir bien, como siempre.

    – [Elliot]En parte si. Soy el epicentro del drama Williams. Yo y mi madre.-[/Elliot] Es curioso como una persona que lo había destruido todo a su alrededor tenía el cariño y apoyo de todo el mundo.

    – [Vera]No le des vueltas a algo que ya ha pasado.[/Vera] Tenía razón, para ser alguien con una idea tan clara de a lo que quería dedicarme solía centrarme demasiado en el pasado, y no solo de la historia, de la mía también. – [Vera]Ahora os lleváis bien y es lo importante.-[/Vera] James dio un sobresalto delante nuestras al asustarse por una sombra y a Vera se le escapo una risilla. – [Vera]Jane se equivocó, pero esta intentado arreglarlo.[/Vera]

    – [Elliot]Jane no quería venir y mírala ahora. Esta más feliz que nunca.-[/Elliot] Y no lo decía de mala manera, me alegraba que por fin Jane fuera feliz después de todo lo que había pasado conmigo y volviera a hablarse con Owen.

    – [Vera]¿Y tu eres feliz?.-[/Vera] Su mirada se desvió del camino y se fijo en mi. Vera era como Jane, sabía cuando algo me pasaba o no me encontraba bien conmigo.

    – [Elliot]Si. Todo lo que puedo serlo supongo.-[/Elliot] la felicidad era una sensación extraña para mí. Supongo que mi felicidad era la de los demás. Que Jane y Owen se llevaran bien al igual que mis padres.

    – [Vera]No pareces muy convencido.-[/Vera] Su mano se poso en mi hombro en señal de apoyo.

    – [Elliot]Es difícil de describir. Siento este vacío constante, pero a veces, hay pequeñas cosas que me hacen feliz.[/Elliot]

    – [Vera]¿No hay nada que te llene ese vacío?.-[/Vera] Pregunto con curiosidad.

    – [Elliot]Si, a veces cuando hablo con Tina…-[/Elliot] Me interrumpí y no seguí. Volví a notar lo mismo que cada vez se menciona su nombre o en mi mente aparece su sonrisa. Vera sonrió y no comprendía porque.

    – [Vera]Cuando vuelvas, se lo podrás decir.-[/Vera] No sabía a que se refería en ese momento, y tampoco pude preguntarle porque llegamos al final del camino.

     

     

     

     

  • CONSEJOS AMOROSOS

    Amy – Artisan

    Noche

    Tumbada en la cama de aquella habitación de decoración escasa, las primeras notas de ‘Sister Golden Hair’ se dibujaron en mi mente. Echaba de menos una canción de dentro de doscientos años y que puede que en este mundo jamás existiese. Me sentía como cuando estaba enamorada de la idea que me había formado de Leo en mi cabeza, mientras que el de verdad estaba más concentrado en ser una estrella que en ser mi amigo.

    Por suerte, el problema había dejado de ser Leo y, aunque el jarrón se había roto y hecho trizas, al menos, habíamos podido pegarlo lo suficiente como para que aguantase. Nunca iba a ser lo mismo, quizás más por mi parte que por la suya, pero habíamos conseguido estar en la misma misión sin discutir.

    También estaba lo otro. El botón rojo que decía «no tocar». El museo en el que no se pueden hacer fotos. El cigarrillo en el patio del instituto. El cliché de enamorarte de quien menos te conviene. En mi caso, no era amor. Por si se os ha pasado por la cabeza. Estaba todavía convaleciente de haber hecho el gilipollas durante demasiado tiempo, pero en cualquier otra circunstancia me habría enrollado con Owen.

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  • SIN NECESIDAD DE MAGIA

    Kaylee – Artisan

    Mediodía

    El pelirrojo nos llevó a su casa y le pidió a su cocinera que nos hiciera algo para reponer fuerzas. Después, nos sentamos en la mesa a comer. La comida, a priori, no es que fuera muy apetecible, porque la buena señora nos había preparado una especie de guiso de col con bacon, zanahorias y patatas. Vi que James nos miraba nervioso, puesto que intentaba agradarnos a toda costa, pero es que entre que Leo era vegetariano y que los demás no queríamos llenar la casa de flatulencias, costaba animarse a meter la cuchara en aquel mejunje.

    La primera en servirse una cucharada fue Amy, que siempre ha sido capaz de comerse un puñado de tierra. Dio un trago del vino que le sirvieron y se metió la cuchara hasta el gaznate.- [Amy]Pues está muy bueno[/Amy].- apuntó llevándose otra a la boca. La cocinera sonrió complacida y Vera se sirvió un poco, evitando el bacon, porque según ella «no era comida de verdad». James estaba tan nervioso que parecía que iba a vomitar en cualquier momento.

    – [Kaylee]No sé cómo tomarme que creas que somos unos delincuentes[/Kaylee].- comencé diciendo mientras me servía un poco de caldo y unas cuantas zanahorias. Prefería empezar poco a poco para no dejarme nada en el plato.

    – [James]L-lo siento….como la señorita preguntó por Barnes…[/James] – el chico bajó la vista azorado.

    – [Vera]¿Señorita? Me llamo Vera[/Vera]- mi hermana pequeña negó con la cabeza y pidió agua en lugar de vino.

    – [b]El agua en exceso no es buena, señorita. Puede usted oxidarse[/b].- murmuró la cocinera, que después de traer la jarra con agua, se fue a otra estancia.

    – [James]P-perdón. Yo soy James. James Barnes.[/James] – se disculpó el hijo del dueño de la casa.

    – [Leo]¿Eres hijo del patrón?[/Leo] – preguntó Leo, que esquivaba el bacon como podía, mientras daba cuenta de las verduras.

    – [James]Sí, mi señor padre es el patrón.[/James] – nos explicó. – [James]Por eso me cogieron[/James].

    – [Amy]Tienes pasta, ¿no?[/Amy]- Amy le dio un mordisco a un trozo de pan. Eleganza, extravaganza. 

    James la miró confundido. – [Leo]¿Te atacaron por tu padre?[/Leo] – intervino Leo.

    – [James]Mi señor padre está cambiando las cosas y hay muchos patrones que están cerrando porque él lo hace mejor, más rápido y más barato. Y no les gusta.[/James] – el chico mostró sus brazos llenos de moratones y todos contuvimos el aliento.

    – [Kaylee]James, ¿tienes habitaciones libres?[/Kaylee]- desvié la atención.

    – [James]Ah-ah…sí, sí. Disculpad mis modales.[/James] – titubeó. – [James]Luego os muestro vuestros aposentos[/James].

    – [Kaylee]Necesitamos tu ayuda, James. Estamos buscando a un clérigo y necesitamos una casa para comer, hacer pipí y esas cosas[/Kaylee].

    Vi que se sonrojaba una vez más. – [James]C-claro.[/James]

    Me puse de pie y le di un abrazo.- [Kaylee]Gracias, bonito[/Kaylee].

    Nos quedamos en silencio mientras yo volvía a mi sitio ante la atenta mirada de Leo. – [James]¿C-cómo has hecho….?[/James]- se refería al hechizo.

    – [Kaylee]Te enseño luego[/Kaylee].- parpadeé varias veces.

    – [James]¿D-de de verdad?[/James]- James estaba muy emocionado y me alegraba ver a alguien sentir eso por la magia.

    Estuvimos callados hasta que el pelirrojo volvió a hablar.- [James]No parecéis…de aquí.[/James]

    – [Amy]Coño, eres un lince[/Amy].- el humor de Amy era imposible.

    – [James]¿Sois…todos hombres lobo?[/James]

    – [Amy]MUJER lobo. Y no, no lo somos[/Amy].- sentenció mi hermana mayor con la boca llena de pan.

    – [James]M-mujer lobo.[/James] – parecía que Amy le daba miedo – [James]Venís del…de Avalon?[/James]

    – [Vera]Venimos de la Tierra[/Vera].- intervino Vera con su dulce voz- [Vera]Leo y Kaylee son licans, Kaylee hechicera y yo soy una humana potenciada[/Vera].

    – [James]P-pero esto es la Tierra.[/James]- nos miró de hito en ito.

    – [Vera]Otra Tierra[/Vera].

    James abrió mucho los ojos.- [James]N-nunca creí que pasaría.[/James]

    – [Amy]James, ¿la cocinera y su marido son esclavos?[/Amy]- nos cortó Amy.

    El chico deseó que un agujero se lo tragase. – [James]S-si. Eran…sus padres eran esclavos de mis abuelos, junto con otros más.[/James] – intentó explicarle.- [James]Mi padre les dejó ir. Algunos trabajan con él en la fábrica, pero ellos quisieron quedarse.[/James]

    – [Amy]Si tienes a un perro atado con una correa toda la vida, el día que lo sueltes permanecerá como si siguiera atado. Tu padre no es ningún héroe.[/Amy].

    – [James]Mi…mi padre no quería que se quedaran.[/James] – vi que el hijo de Barnes bajaba la vista al suelo. – [James]Pero de pequeño estuve malo y nana quiso quedarse.[/James]

    Amy quiso decir algo, pero Vera la detuvo.- [Vera]No tienes que dar explicaciones[/Vera].

    El chico la miró agradecido.- [James]P-podéis quedaros cuanto necesitéis.. Hay habitaciones para todos.[/James]

    Dejamos la mesa como estaba y acompañamos a James a hacer un pequeño tour por la casa. «Villa Barnes» me conquistó al momento, porque era amplia, tenía jardín y todo estaba distribuido en dos plantas. Había un exceso de muebles y de colores oscuros y sobrios que yo habría modificado, pero estábamos en otra época.

    Llegamos al salón principal en el que había una biblioteca de tamaño considerable. Al ver tanta hospitalidad, tuve que darle un abrazo.- [Kaylee]Gracias, James[/Kaylee].

    El chico se puso del color de su pelo.- [James]Tengo muchos libros de magia.[/James] – me tendió un ejemplar de «El maravilloso mago de Oz» y si las cuentas no me fallaban, ese libro no debía ser de su época, pero todo parecía mezclado.- [James]Pero pensé que era todo fantasía.[/James]

    – [Kaylee]En la fantasía, a veces, hay parte de verdad[/Kaylee].- le expliqué.- [Kaylee]Pero si quieres aprender magia, puedo enseñarte. Lo que no sé es si tendrás talento para ella[/Kaylee].

    – [James]¿Lo dices de verdad? ¿P-podría aprender magia?[/James] – sonrió.

    – [Kaylee]Todo el mundo puede aprender. La magia no es elitista[/Kaylee].

    ***

    – [Leo]¿Podemos hablar un momento?[/Leo] – me preguntó Leo cuando estaba ayudándome a llevar los platos a la cocina ante la atenta mirada de la señora que se encargaba de eso.

    – [Kaylee]Lo que me tengas que decir, me lo puedes decir delante de todos[/Kaylee].-  dejé los platos en la pila de lavar y le miré.

    Leo me devolvió la mirada como si se viera acorralado. No era un tío al que se le diera bien hablar en público y estaba forzando su paciencia, que era escasa de por sí.

    La mujer que estaba fregando, dejó los platos en el balde y nos dejó espacio. Él, entonces, se lo pensó un par de veces y habló.- [Leo]Quería darte las gracias por quedarte conmigo.[/Leo] – empezó diciendo mirando al suelo y al final, me miró a os ojos. – [Leo]Y pedirte perdón. Nada más.[/Leo]

    Una vez dijo eso, se fue en dirección al dormitorio de la planta baja que James le había asignado y pasó al lado de Amy, que estaba sentada en la salita con los ojos en blanco por nuestra conversación.

    Vi que dejaba la puerta abierta, así que me lo tomé como una invitación para seguirle. Sin pedir permiso, entré. La habitación tenía una ventana pequeña que daba al jardín, una cama, un armario y un tocador. Era acogedora y sin estridencias, como el resto de la casa. La familia Barnes tenía dinero, pero no hacía alarde de ello.

    – [Kaylee]No tienes que darme las gracias[/Kaylee].- cerré tras pasar.

    Me miró desconcertado – [Leo]No tendrías que haberte quedado después de haberme comportado como…un animal.[/Leo]

    – [Kaylee]No tenía por qué, pero me apetecía verte dormir[/Kaylee].-  sonreí de medio lado y vi cómo se desarmaba.

    – [Leo]Era más fácil siendo Aslan y Freya.[/Leo] – comentó. – [Leo]Estar delante de ti físicamente me hace estar menos en control.[/Leo] – mi padre y mi hermana eran licántropos, por lo que algo sabía. No pasaba siempre, pero si la parte humana y la animal se sentían atraídas por la misma persona, el vínculo era más fuerte.

    – [Kaylee]¿Eso es un halago?[/Kaylee]-  me hice la tonta para que confesara.

    – [Leo]Y una disculpa.[/Leo] – apuntó – [Leo]Aquella noche no querías y yo…no debí intentarlo.[/Leo] – se refería al día en el que Dante nos interrumpió.

    – [Kaylee]Tú no me obligaste a nada[/Kaylee].- le recordé.- [Kaylee]Cuando quise parar, paramos[/Kaylee].

    – [Leo]Después de eso empezaste a evitarme. Asumí que no querías nada. Que lo habías pensado mejor y me había equivocado al hacer ese movimiento.[/Leo] – confesó. Parecía nervioso.

    Me quedé callada. No sabía muy bien cómo seguir con la conversación, así que él lo hizo por mí.- [Leo]Hay algo salvaje y primitivo dentro de mí. Algo que te busca tanto como lo hace mi mente humana.[/Leo] – se acercó y aguanté que el espacio entre nosotros se recortase. – [Leo]Y no debí dejar que aquél día diese un paso. Es mejor que estés lejos de mí. No soy una buena influencia para las MacLeod.[/Leo]

    – [Kaylee]Si crees que la solución a esto es que nos mantengamos alejados, no voy a ser yo la que te lleve la contraria[/Kaylee].- mis ojos se cruzaron con los suyos, que echaban chispas.

    Su mirada se relajó. – [Leo]El problema es que no quiero. Y no sé si soy solo yo o eso me influencia.[/Leo] – expresó. – [Leo]No quería estar contigo sin estar seguro de que te quería por mí mismo.[/Leo] – fruncí el ceño al escucharle.- [Leo]Tengo miedo al licántropo. Siempre lo tuve y siempre lo tendré, quizá desde que volví, más.[/Leo] – llevó una mano hacia delante y acarició la mía con timidez. – [Leo]Acercarme a ti es tener que mirarle a él frente a frente. Pero estoy dispuesto a hacerlo. No puedo…no quiero seguir corriendo.[/Leo]

    – [Kaylee]Leo, qué intenso eres, joder[/Kaylee].- me quejé.

    – [Leo]Ya.[/Leo]

    Nos quedamos callados. La conversación había llegado a un punto muerto. Él estaba siendo tan sincero y yo estaba tan asustada, que no sabíamos cómo continuar.

    Leo tomó mi mano y fuimos hasta la sala de la biblioteca en la que había un piano. Descubrió la tapa con cuidado y empezó a tocar los primeros acordes de ‘De las dudas infinitas’. Ahora sé que la canción es esa, pero en ese precios momento, nadie la había escuchado. Era para mí. Era mi canción.

    Vengo a decirte lo mismo
    Que tantas veces te he dicho
    Eso que poco me cuesta
    Y que tú nunca has oído
    Pequeña de las dudas infinitas
    Aquí estaré esperando mientras viva

    – [Kaylee]¿Quieres que luego me tenga que quitar las bragas con un cincel?[/Kaylee]- le pregunté sentándome a su lado y viendo cómo sus dedos largos acariciaban las teclas. Se estaba tirando a un piano.

    Vengo a decirte que el tiempo
    Que ya llevamos perdido
    Es sólo un punto pequeño
    En el cielo del olvido
    Que todo el daño que tengo
    De lo que ya hemos sufrido
    Tiene que servir de algo
    Para que hayas aprendido

     

    – [Kaylee]Leo, joder…[/Kaylee]- me limpié las lágrimas con el dorso de la mano y él siguió tocando.- [Kaylee]Estás provocando una paradoja temporal, porque esta canción no va a existir hasta dentro de doscientos años[/Kaylee].

    Que como yo a veces sueño
    Nadie ha soñado contigo
    Que como te echo de menos
    No hay en el mundo un castigo

    Pequeña de las dudas infinitas
    Aquí estaré esperando mientras viva
    No dejes que todo esto quede en nada
    Porque ahora estés asustada.

    La canción terminó y yo no era capaz de articular una palabra.- – [Leo]Nunca fui muy bueno expresando lo que sentía. Hasta que tuve un instrumento entre las manos.[/Leo] – comenzó a decir.- [Leo]La Chica del Pelo Rojo siempre fuiste tú. Durante un tiempo pensé que me había equivocado, que había visto otra persona mejor de lo que eras, pero no, siempre has sido la que vi aquél entonces.[/Leo]

    – [Kaylee]La adolescencia no fue mi mejor momento[/Kaylee].- me excusé.

    – [Leo]El mío tampoco. Creo que aún no he tenido mi mejor momento.[/Leo] – se acercó hasta donde estaba.- [Leo]Porque no estaba contigo.[/Leo]

    Abrí mucho los ojos. [Kaylee]Menos mal que no sabes hablar[/Kaylee].- y tiré de él para besarle. Fue un beso ansioso y hambriento, pero también bonito, que decía más que miles de palabras.

    – [Kaylee]Me encantas[/Kaylee].- confesé cuando nos separamos.

    – [Leo]A mí me encantaste hace mucho sin necesidad de magia.[/Leo]

  • NO ME GRUÑAS QUE NO TE ENTIENDO

    OWEN WILLIAMS

    ESFERA KOURAS

    Íbamos con prisa y apenas había podido disfrutar de mi estancia en el viejo oeste más allá de ser capturado y dejado en una tienda que parecía una sauna. No me había dado tiempo de probar esa pipa que iban pasándose unos a otros en un reducido corrillo, aunque por las risillas más que tabaco me daba a mí que era otra cosa.

    Gracias a Lekwaa, ya podría la gente ponerse nombre más normales, habíamos conseguido algo de ropa para no llamar tanto la atención en este mundo, cosa que ya habíamos hecho. A Vera el rollito india le quedaba bien, pero yo con el chaleco marrón con el pecho al descubierto parecía más un stripper que otra cosa.

    En la caminata por la montaña para dar con el Daë de nombre impronunciable empecé a pensar en lo que haría cuando saliera de allí. Una buena hamburguesa, una ducha para apaciguar este calor y una charla con Amy, debía ser el calor porque me imagine a ambos en una ducha comiendo hamburguesas.

    Pero esto no iba a ser tan fácil como estaba pensando y en cuanto pensé en cómo le iría a los demás algo me vino a la mente.  – [Owen]He estado echando cuentas, y si los Daesdi nos han dividido en equipo de cuatros… me parece que esto no va a terminar aquí.[/Owen]

    – [Vera]Tienes razón.-[/Vera] Lo mismo era por Lekwaa, pero parecía más callada que antes, lo mismo le gustaba.

    – [Hotah]¿Cuántos sois?[/Hotah] – Pregunto Lekwaa mientras iba a la cabeza guiándonos el camino. Estas cuestas montañosas le tenían que proporcionar buenos glúteos a esta gente.

    [Owen]Pues veamos…-[/Owen] Estire los brazos y me dispuse a enumerar en voz alta. – [Owen]…esta mi crush, mi hermana, mi hermano, el que le hizo daño a mi crush, un primo del futuro de mi crush, una ex que es hermana de mi crush y Vera…-[/Owen] Me fije en que Vera tenía los ojos como platos pero no tenía tiempo de decirle nada que entonces perdía la cuenta y tenía que empezar de nuevo. –[Owen]…Speedy, la que tiene mucha pechonalidad, mi hermano de otra madre, su hermana ultra sexy salida de la nada, míster y miss simpatía…-[/Owen] Lapsus mental porque me ha venido a la mente Elle subiendo la montaña. –[Owen]…mi otro hermano de otra madre, el hermano de este que es ninja, el otro hermano de este que canta o algo así…-[/Owen] Por las caras de ambos me parece que estaba empezando a perderlos. –[Owen]…los tres de la isla que están de Erasmus, el único con carrera de todos y futuro… ah y Nate.[/Owen]

    – [Hotah]Sois…unos cuantos. ¿Y dices que hay…catorce mundos?[/Hotah] – Medite un segundo, porque tampoco soy muy de pensar las cosas, cuanto podía decirle. No es que lo conociéramos muy bien, podía ser uno de los malos. O peor, que se le fuera la olla cuando descubriera los demás mundos.

    – [Owen]Bueno, eso aquí. En realidad el espacio es infinito.-[/Owen] Me sentía un poco sabelotodo al decirle esto. Seguro que su mente estaba explotando por dentro.

    – [Hotah]Owen, que también vengo del futuro.[/Hotah] – Vale igual no estaba explotando tanto.

    – [Owen]Eso se te había pasado mencionarlo.-[/Owen] Me dirigí a los dos pero ambos pasaron de mi. Ya tienen que estas las cosas jodidas en el futuro como para acabar en mitad del oeste o en un presente un tanto precario. – [Owen]¿Qué pasa, estaban de descuento los viajes al pasado?[/Owen]

    – [Hotah]Llevo casi cuatro meses aquí.[/Hotah] – Comento encogiéndose de hombros. – [Hotah]Me guiaron hasta un portal mágico y me encontré en mitad del desierto.[/Hotah]

    – [Owen]Si están cansado de la vida en el desierto puedes venir con nosotros si quieres. No creo que los demás pongan pegas.-[/Owen] En su día nuestros padres acogieron a Nate y acabo siendo como un padre para todos. Seguro que ahora a algunos no les importaba tener un hijo más.

    – [Hotah]Creo que mi destino era encontraros. Por eso nos hemos cruzado.[/Hotah] – que mala leche tiene el destino para echarte por un portal mágico y dejarte a tu suerte con unos indios que te podrían haber arrancado la cabellera. – [Hotah]¿Cuál es vuestra misión exactamente?[/Hotah]

    – [Vera]Reclutar Daë.-[/Vera] Vera debía de estar en piloto automático, o tal vez tenía un cortocircuito en su poder que le impedía articular más de dos palabras.

    – [Hotah]¿Para qué? ¿Qué son?.-[/Hotah] Intente buscar algún símil con superhéroes, pero al venir del futuro lo mismo se enteraba de menos.

    – [Owen]Entre todos deben enfrentarse a un gran mal que podría consumir los 14 mundos del nexus.-[/Owen] Evite la parte en la que mueren salvándolos. No sabía cuánto podría aguantar guardándome esa información, lo mismo se me escaba a alguno de los Daë, pero siendo algo que está escrito dudo que cambiase nada.

    – [Vera]Y también el nuestro.-[/Vera] Siempre olvidaba que el nuestro también estaba en peligro, como si no fuera suficiente con la versión corrupta de mi hermana.

    – [Hotah]Supongo que después de perder mi hogar tiene sentido que os ayude a salvar el vuestro.[/Hotah] – Espera, eso quiere decir que el futuro del que viene es de uno de los planetas del nexus. No tuve tiempo de preguntarle porque se adentro en una cueva.

    Al cabo de unos minutos que resumiré en que me destroce el trasero en una roca enorme esperando, Lekwaa reapareció seguido por una figura enorme que le sacaba otro cuerpo.

    – [Hotah]Este es Ugg’Krah.[/Hotah] – Me limite a asentir, no pensaba ni intentar pronunciar su nombre no fuera a mosquearse. Parecía un gatito asustado, un gatito enorme oculto tras Lekwaa.

    – [Vera]Te necesitamos.-[/Vera] La siguiente conversación está traducida por Vera, pero en su momento todo eran gruñidos de tener la rabia y demás ruidos de cavernícola.- [Vera]Por favor.[/Vera]

    – [Uggkrah]No puedo marcharme, humanos malos vienen por piedras preciosas y atacan pueblo de Hotah.-[/Uggkrah] Puede que no le entendiera, pero ahora comprendía los gestos hacia la cueva y Lekwaa.

    – [Vera]El destino de quince mundos depende de ti.-[/Vera]

    – [Hotah]Hay un gran grupo dirigiéndose hacia aquí. Y…dos personas un poco más adelante.[/Hotah] – Mire hacia la dirección que se dirigía él. Solo veía una enorme nube de polvo.

    – [Owen]¿Si te ayudamos a vencer a esos hombres malos, vendrás con nosotros?.-[/Owen] Vera se dispuso a traducir lo que había dicho, pero por como me observaba diría que me había entendido.

    – [Uggkrah]Pueblo de Hotah libre. Ugg’Krah no tener a nadie. Ugg’Krah ir con vosotros si ayudar.-[/Uggkrah] Así que lo único que teníamos que hacer para que viniera con nosotros era zurrarle a un par de vaqueros.

    Jane y Elliot llegaron a la carrera hasta donde nos encontrábamos, tras casi echar el hígado recuperándose nos contaron que básicamente casi toda la ciudad había salido a dar caza al bueno de Ugg.

    Mi ayuda consistió en lanzar llamas por el terreno elevado impidiendo así el avance de los vaqueros. Por muy mezquinos que fueran no eran más que simples humanos. Lewkaa y Ugg por su parte no pensaban igual. El primero lanzaba una flecha detrás de otra acertando mortalmente en todas. El segundo se abalanzo por la ladera levantando una nube de polvo y tierra, lanzando por los aires a todo el que se encontraba por su camino.

    Unos cuantos vaqueros flanquearon la montaña y llegaron por detrás. A Jane no le pillo por sorpresa y le soltó tal puñetazo a uno que le volaron dos dientes. Tampoco es que tengan muy buena higiene bucal. Mi hermana se había estado entrenando desde pequeña con mi padre en boxeo, no quería que ningún gamberro le hiciera daño a su princesa.  – [Jane]Aún a riesgo de parecer un cliché: gracias, papi.[/Jane]

    Encendí un par de flechas que Lekwaa lanzo sobre los carruajes cargados de dinamita haciéndolos estallar por los aires. La cuesta estaba repleta de cuerpos inertes y de lamentos agonizantes.

    Aviamos conseguido reclutar a nuestro primer Daë, ahora solo faltaba lo más importante que nadie había pensando. ¿Cómo leches salimos de allí?. Una pena no tener en marcación rápida a los Daesdi en el móvil.