Moondale

Etiqueta: Verónica Preston (altJJ) – Omega –

  • UNA PESADA CARGA

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Jane y yo recorrimos con cuidado la nave. Caminábamos despacio, con cautela, tratando de forzar un poder no era mío y no controlaba, para asegurarnos de que no nos tendían una emboscada.

    La regla de mantenerse por parejas había funcionado demasiado bien y los pasillos estaban vacíos. De no haber sido por el valle que se vislumbraba a través de las ventanas el aire de nave espacial abandonada me habría puesto los pelos de punta. Pero en aquél momento teníamos problemas más graves.

    Habíamos salido para buscar a Elle y Ezra, pero por el camino habíamos escuchado un grito y nos habíamos desviado un poco. Sin embargo al llegar al pasillo de las habitaciones no vimos nada. Quedaba la opción de ir cuarto a cuarto, preguntando, una alternativa que nos exponía demasiado. Estábamos en clara desventaja, prácticamente ninguno tenía poderes a su control o habilidades que le permitieran ayudar. Quizá Ruby, Zahra o Ezra que estaban entrenados y en cuerpos que podían responder. Cole también lo estaba pero Kaylee no tenía musculatura de lucha.

    Pensándolo así, tenía todo el sentido del mundo. Anulaban nuestros poderes, sembraban la confusión y nos hacían incapacces de distinguir entre nosotros. Sin el poder de Jane no habríamos llegado a oponer resistencia de ningún tipo.

    – [Xander]No va a ser nada fácil. Los pasillos están vacíos. Pueden sorprendernos en cualquier sitio.[/Xander]

    – [Jane]Concéntrate en escuchar[/Jane].- dijo ella. Su voz habría sonado más tranquilizadora y habría tenido más eco en mí si no fuera la mía propia.

    Aun así, me esforcé, traté de captar esas señales, esos ruidos de fondo, como conversaciones de una mesa cercana que no alcanzas a escuchar. El problema estaba en que había demasiadas conversaciones, demasiadas mesas y al final solo conseguía estar rodeado de un murmullo creciente e indescriptible que me confundía cada vez más.

    – [Xander]Hay demasiadas voces.[/Xander]

    Sentí cómo posaba sus manos, las mías, en mis hombros, los suyos. No sabía ni siquiera qué decir, porque no me sentía con permisos para hacer nada en su cuerpo, ni siquiera dejarme llevar por lo que sentía por ella.- [Jane]¿A quién quieres escuchar?[/Jane]- preguntó.- [Jane]Imagina que es…un rastro de olor que tienes que seguir[/Jane]. – era una buena sugerencia, a fin de cuentas así funcionaban las esferas Daë, no sería raro que su poder pudiera conducirse así.

    Me concentré en Ezra y Elle, eran el objetivo lógico, si nos perdíamos en el problema general, en ese grito, en ir habitación por habitación, estaríamos vulnerables y desunidos. Pensé en mi hermana, en el lazo que nos unía desde el mismo momento en el que la vi al lado de mamá en el hospital. Tan pequeña, tan indefensa, pero con tanta facilidad para llevar la alegría a su alrededor. Entonces lo sentí, solo que no fue a Elle a quien localicé, si no a quien estaba en su cuerpo en ese momento. – [Xander]Tengo a Ezra.[/Xander] – le dije. Su mente estaba opaca, apenas vislumbraba algunas puertas a mi alrededor y ecos de sus pensamientos en ese momento.

    De pronto le vi, allí en medio, serio, silente, observando una puerta de pomo oscuro a cuyo alrededor se acumulaba la maleza. En ese instante la puerta estaba parada, pero por lo general algo la golpeaba tratando de abrirla. Otra puerta se abrió a mi lado y entré sin poder evitarlo. Era más joven, estaba malherido, los pocos médicos a los que podíamos consultar me habían dado por muerto, una baja más en aquella guerra eterna. Ella no, Amy no. Nos quedamos solos, sus dientes fueron como dos agujas, pero después se convirtieron en dos cuchillos al rojo vivo, como si hubiese podido sentir la maldición entrando en mi cuerpo. – [Xander]Me están viniendo recuerdos a la cabeza de cuando Amy me transformó…todavía siento el dolor del mordisco….[/Xander] – una voz que no era ninguna de las mías habló para que Jane la escuchase.

    – [Jane]Así es. Lo haces mejor que yo. Sigue buscando[/Jane]. – respondió ella. La tenía delante de mí, pero yo estaba en otro lugar. ¿Quién era yo? ¿Xander? ¿Ezra? No podía saberlo, solo era un muchacho que había estado a punto de morir.

    Una puerta distinta se abrió, oscura, profunda como una cicatriz. Jane estaba en mitad de una zona cavernosa, como unas alcantarillas, iba enfundada en un traje de cuero con puntas de acero y llevaba el pelo peinado hacia atrás. Parecía más pálida y su pelo aún más oscuro.. En el suelo frente a ella había una figura femenina, delgada, con el rostro mitad lupino volviendo a su forma humana. Jane alargó su mano y la alzó en el aire. No pude moverme. Amy se movía tratando de liberarse pero las fuerzas la abandonaron a medida que Jane absorbía su fuerza vital. Cuando terminó la dejó caer con un sonido sordo. Corrí hacia ellas.

    – [Xander]Tú la mataste…tú mataste a Amy.[/Xander] – le dije. La tenía frente a mí, pero su imagen fluctuaba. Tan pronto estaba en su traje de cuero como era un joven alto de cabello rubio ceniza corto, Xander se llamaba.

    – [Jane]¿Amy está muerta?[/Jane]- preguntó el chico. Parecía afectado, pero sabía que dentro de ese cuerpo estaba ella, la misma que había visto matar a Amy.

    – [Xander]Nos perseguiste…Amy se enfrentó a ti y…la mataste, absorbiste su poder hasta el final…[/Xander] – noté cómo me temblaban las manos, pero al verlas vi que eran más pequeñas de lo que recordaba. Estaba en el cuerpo de la asesina, sí, eso era.

    – [Jane]Yo…[/Jane]- ella se quedó en silencio, su cuerpo se sacudía pese a que intentaba controlarlo.

    El mundo se dio la vuelta y caí por otra puerta cercana. De nuevo ella, en su traje, pero ahora había otro. Un chico joven de pelo oscuro como ella, también en un traje completo de cuero.

    – [Xander]Verónica Preston…tu gemelo Victor y tú erais los perros de presa del Escuadrón V.[/Xander] – me llevé una mano a la cabeza y noté un pelo que no reconocía, pero daba igual, el dolor estaba ahí, como una esquirla ardiente.

    Jane, Verónica, temblaba frente a mí. Quizá por haberla descubierto. – [Jane]¿Víctor?[/Jane] – preguntó. Como si la hubiese escuchado, el muchacho iluminó la oscuridad con sus llamas, envolviendo los cuerpos de amigos y conocidos. Sus gritos llenaron mi cabeza una y otra y otra vez.

    – [Xander]El pirokinético. Quemó a muchos amigos.[/Xander] – conseguí decir. – [Xander]Erais como nosotros, ¿por qué? ¿por qué lo hacíais?[/Xander] – pregunté agarrándola por los brazos. Me superaba en físico, pero ahora tenía yo su cuerpo, sus poderes. – [Xander]Perseguidos, marcados como animales, viviendo como ratas…[/Xander] – llevábamos tanto tiempo escondiéndonos que no percibía el olor de las alcantarillas, estaba acostumbrado al olor de los restos humanos porque habían hecho que nosotros ya no fuéramos más que criaturas inmundas.

    – [Jane]Yo…yo…no[/Jane].- consiguió soltarse y echó a correr. Era rápida, pero mi cuerpo era más menudo y más ágil. Aunque ella estuviera en un cuerpo con constitución de aesir, yo estaba en uno de disir.

    ¿Pero cómo lo sabía? Cerré la siguiente puerta antes de caer por ella. ¿Cómo sabía que estábamos cambiados? ¿Cómo sabía que era una disir? Me di cuenta de que corría tras ella, pero no era tan ágil como esperaba, ¿cómo podía ser con esa constitución y habiendo sido entrenada para perseguir sobrenaturales? Verónica era más rápida, recordaba ser perseguido por ella. ¿Cómo? No. No era Verónica, era Jane. Jane. ¿Y yo? ¿De qué la conocía? Esa chica no venía de un mundo en guerra como yo…pero….yo no venía de un mundo en guerra, no conocía la guerra. ¿Quién era yo? Yo…Xander…Xander con el que ella había cambiado cuerpos. Xander, su amigo. Xander, el que la amaba desde hacía mucho tiempo.

    Tenía que hacer algo, me había metido demasiado de lleno en la cabeza de Ezra y no sabía salir. Así que me concentré y traté de conectar con Elle, pero esta vez de verdad, no solo con quien habitaba su cuerpo. La busqué, la rastreé y la encontré, pero cuando lo hice, me arrepentí al instante. Mi hermana estaba en una especie de jaula en mitad de aquél lugar y gritó para advertirme. Lo siguiente que noté fue un gruñido a mi espalda.

    Mi cuerpo, el cuerpo de Jane, corría. De pronto estaba libre de la cárcel en la que me había metido la que olía a plata. Delante de mí corría una presa, solo sabía eso. Pero cada vez era más torpe. Donde la gacela asustada cometía un error, el depredador que ahora era acortaba espacio. Para cuando llegó al pasillo de las habitaciones ya estaba a menos de un metro así que con un saltó caí sobre ella.

    Coloqué mis patas sobre sus brazos. Tenía fuerza en ellos, músculos que no serían muy agradables de masticar, pero no sabía usarlos, tenía demasiado miedo a responder.

    – [Jane]¡ATRÁS![/Jane] – gritó la presa. Vi una vena palpitar en su cuello y mi instinto me pidió acabar con su resistencia.

    Mis fosas nasales se expandieron, reaccionando a lo que estaba a punto de disfrutar. Pero entonces un olor a fresa me llegó. Estaba sobre la presa, pero también sobre mí. Una presencia empezó a hacerse más manifiesta y me arrancó, devolviéndome a la cárcel de plata mientras él tomaba el control y se echaba a un lado.

    Me agarré la cabeza, el dolor me atenazaba y me impedía ver bien, pero era el hecho de saber lo que había estado a punto de pasar lo que me hacía temblar estando allí sentado a su lado. – [Xander]Dios Jane, lo siento, lo siento…intenté huir de la mente de Ezra y busqué a Elle…yo…no sé qué ha pasado.[/Xander] – daba igual cuanto buscara, no había palabras que borrasen lo que le había hecho pasar.

    – [Jane]No te preocupes.[/Jane]- Jane se incorporó e hizo algo que no habría esperado. Se acercó a mí y me rodeó con los brazos. Un gesto que, aún siendo con mi propio cuerpo, me hizo sentirme un poco mejor.

    – [Xander]He estado a punto de morderte…[/Xander] – me lamenté. Sentirla tan cerca me hacía difícil evadirme de mi propio cuerpo. Aquello era confuso cuanto más lo pensaras, así que me dejé llevar, como si en lugar de nuestros cuerpos cambiados los que se estuvieran abrazando fueran nuestros espíritus.

    – [Jane]No eras tú[/Jane].

    – [Xander]Lo de Omega…no tenías por qué escucharlo.[/Xander] – me disculpé cuando nos separamos. Jane era consciente de la historia general de lo que su versión alterna había hecho en su mundo, pero conocerlo tan al detalle iba a resultarle una carga durante una buena temporada.

    – [Jane]Yo no soy ella[/Jane]. – dijo para sí, como si quisiera convencerse.

    – [Xander]Lo sé, pero si hubiera controlado esto mejor no tendrías por qué haberlo visto.[/Xander] – no, claro que no era ella. Se había criado de una forma completamente diferente, sin el menor atisbo de amor. Dominic y Rebecca podían haber sido un desastre, pero sí la querían y sus hermanos también.

    – [Jane]Da igual. En serio, no te fustigues[/Jane]. – añadió poniéndose en pie.

    Me quedé callado y después de observarla unos segundos aparté la mirada y me puse en pie. – [Xander]Será mejor que vayamos al almacén con Ezra y Elle.[/Xander] – dije. Sabía el impacto que tendría en ella ese momento, la conocía mejor de lo que pensaba y podía ponerme en su piel. Así que lo único que podíamos hacer era mantenernos ocupados.

     

  • UNA ESTRELLA EN MITAD DEL CAOS

    LEO ARKKAN

    BOSQUE DE LOS LOBOS – MADRUGADA

    Sentí un tirón y aparecimos en mitad del Bosque de los Lobos. Nada más llegar, percibí la conexión con aquel lugar y la lucha del licántropo que pugnaba por salir.

    Recorrimos un tramo en silencio. Miré un par de veces hacia Kaylee pero ella evitaba devolverme la mirada y caminaba a la altura de Dante, hablando sobre el resto del equipo. Tras un rato, llegamos a un claro donde nos esperaban Jane, Nate, Cole y los amigos de Noah: Lexie y Niall.

    No hubo mucho intercambio de saludos. Casi todos estaban nerviosos por lo que estaba a punto de pasar. No teníamos planes, solo el poder con el que habíamos nacido y la intención de salvar a nuestros seres queridos. Jane estaba especialmente inquieta. Siempre me había parecido una de las más sensatas de todos, pero en ese momento la situación la superaba, como a todos.

    Después de aclarar algunas cosas, la tenue conversación se detuvo de golpe a mi señal. Había captado un olor, pero muy ligero, se perdía en el aroma a los abedules que nos rodeaban. Cerré los ojos y, con miedo, dejé que el licántropo y yo fuésemos uno, sin llegar a ceder del todo. Los colmillos rajaron mis encias al crecer en tamaño. Ese dolor empezaba siendo molesto, pero terminabas notando alivio. Sin embargo, notar las uñas desgarrar la punta de mis dedos era una de las cosas que peor llevaba. El pelo apenas se notaba y los huesos dolían poco al pasar a esa forma más humana que licantrópica. No era muy  lobo, pero sí lo suficiente como para que mi olfato captase un olor familiar. Mi hermano estaba cerca.

    Me coloqué delante de los demás y les hice una seña para que me siguieran. En ese momento era todo sentidos. El viento rozaba mi piel y era capaz de paladear los aromas que dejaba el aire que respiraba. No tarde en empezar a escucharles también.

    – [Zeus]El camino pacífico es la sumisión.[/Zeus] – escuché decir a una voz. El lobo en mí reconoció que era un líder por su tono.

    – [Elle]No hemos venido a luchar[/Elle].- dijo una voz femenina. Era mi prima Elle.

    – [Hades]Pequeñas ratas ladronas.[/Hades] – añadió un desconocido. El licántropo rehuía esa presencia y eso no me gustó nada. No presagiaba nada bueno.

    – [Zeus]Nadie os hará daño si os entregáis a nuestra autoridad.[/Zeus] – afirmó de nuevo el alfa.

    – [Amy]No.[/Amy]- esa voz no podía olvidarla. Ahora no era el lobo quien no quería enfrentarse a esa persona, si no yo, porque era la de Amy. Sabía cómo le había afectado mi marcha y durante años me había protegido evitando hablar con ella. En el tiempo que llevaba en Moondale no había salido del Bosque por no encontrarme a nadie que me reconociese, pero también para no verla a ella, porque no sabía qué decir.- [Amy]Tenían a dos personas en cápsulas, ¿pensáis que estamos tan mal de la cabeza?[/Amy] – su voz seguía siendo la de una alfa y mi licántropo la reconocía.

    Una nueva voz femenina, serena y calmada, habló.- [Atenea]No están preparados para el exterior.[/Atenea]- empezó a decir. -[Atenea]Cuando lo estén, Infinity les dejará ir.[/Atenea] – dudaba que nadie fuese a creerse eso, y menos Noah, con la historia que teníamos en nuestra familia con aquél lugar.

    – [Ezra]No soy ningún experimento vuestro. Quedé atrapado aquí por error. No podéis retenerme.[/Ezra] – esa voz no la reconocí, debía ser una de las personas que habían ido a rescatar. Kaylee no había entrado en detalles pero se suponía que era el famoso Ezra, el hijo de Edward en una realidad alternativa. Mi olfato emparejó la voz con el olor y supe que era otro licántropo. Amy estaba cerca suyo.

    – [Atenea]Crees que estás atrapado, pero estás enfermo.[/Atenea] – respondió la mujer. Apuré el paso y los demás me siguieron. La tensión estaba aumentando, podía sentirla incluso desde allí. Ellos no se iban a rendir e Infinity aún menos.

    – [Hermes]Aún estás confuso por haber despertado tan brusco. Infinity no experimenta, salva vidas. Sin nosotros habrías muerto[/Hermes] – añadió otro de los del otro bando. Noté algo extraño en él, como si yo mismo quisiera creerme sus palabras.

    – [Owen]Tío no erais capaces ni de abrir su cápsula. Lo teníais de adorno en un almacén.[/Owen] – replicó la voz de Owen. No la escuchaba prácticamente desde el día en el que me di cuenta de que no era tan tonto como parecía.

    – [Hermes]Para no exponerlo a un trauma como el que ha tenido que pasar ahora. Su mente está confusa.[/Hermes] – el mismo tipo de antes, tratando de volver lo blanco negro, por desgracia sus palabras tenían sentido. No estaba tan cerca de él como para saber si ese tal Ezra decía la verdad, pero incluso aunque no mintiese, podía creerse la historia porque ese tiempo encerrado hubiese hecho estragos en su mente.

    En ese momento estábamos llegando a un pequeño claro cerca de la linde del bosque que daba hacía la sede de Infinity. No se veían soldados en el horizonte, solo el grupo que ya había olido antes. Catorce personas con uniformes completos en fila frente a los nuestros.

    Al vernos llegar, su mirada se fijó en nosotros. Miré a Noah y asentí cuando le vi sonreír. Por suerte estaba a salvo. Antes de poder saludar a los demás olí algo que no debía estar allí, un olor duplicado. Era tenue, no era exactamente igual, pero sí muy parecido. Mis ojos siguieron el rastro y se encontraron con otra Jane en el grupo de Noah.

    El cambio era sutil, engañana al olfato y a la vista. Evidentemente no engañaba al hecho de que hubiésemos traido otra Jane con nosotros. En cuando los demás se dieron cuenta, cundió el caos.

     – [Amy]¿Qué cojones…?[/Amy] – espetó Amy.

    – [Elle]¿Jane?[/Elle] – gritó Elle, mirando hacia nuestra Jane. Todos empezamos a distanciarnos de ambas. Mi hermano estaba mirando fijamente a su Jane, con suspicacia. El grupo de Infinity parecía confuso, pero irradiaban tanta seguridad que no se habían movido.

    – [Xander]¿Omega?[/Xander] – la voz de Xander parecía a punto de quebrarse. Se alejó de su Jane, aterrado, esperando una respuesta que no fuera la que él ya parecía saber a ciencia cierta.

    – [Kaylee]Aléjate de ella[/Kaylee]. – le gritó Kaylee. La miré, debía haber visto algo que los demás no.

    Por desgracia, fue tarde. La Jane que estaba al lado de Xander hizo un gesto con la mano y nuestra Jane salió volando a toda velocidad contra un árbol. Ni siquiera Noah pudo reaccionar a tiempo.

    -[Ezra] Lo sabía. Sabía que eras tú. [/Ezra] – Ezra se lanzó contra ella pero acabó varios metros más allá, estrellado contra el suelo.

    – [Elle]¡Jane![/Elle] – el grito de Elle se superpuso a las palabras de Ezra y la vi cruzando el claro a toda velocidad para unirse a los que habían ido a ver cómo se encontraba Jane, inconsciente en ese momento.

    La que se hacía pasar por Jane tenía un gesto completamente diferente a la que conocía de toda la vida. Parecía cruel y violenta, todo en su nueva postura lo emanaba. De pronto todos se habían vuelto contra y su respuesta fue desatar una tormenta de arena a nuestro alrededor. Pronto apenas se pudo ver nada. No veía a los demás, estábamos aislados y el caos reinó por todas partes, así que empecé a guiarme solo por mi olfato y mis instintos.

    Necesitaba mis poderes así que me concentré.

    You can be anything you want to be
    Just turn yourself into anything you think that you could ever be
    Be free with your tempo, be free be free
    Surrender your ego – be free, be free to yourself

    Sentí el anillo en mi dedo y mi cuerpo se convirtió en plata pura. La arena ya no me hacía daño, así que me adentré en ella para ayudar a los demás.

    – [Elle]Jane está inconsciente.[/Elle]- escuché decir a Elle, más alejada. La tormenta era más tenue donde se encontraba. Me abrí paso hasta ellas. – [Elle]Noah, tienes que llevártela a un hospital.[/Elle]- vi a mi prima con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba tratando de controlar. Mi hermano apareció a nuestro lado, estaba en su forma Rakkthathor y llevaba a una muchacha inconsciente atada a la espalda. Cogió a Jane en brazos. Desapareció y al instante volvió a estar allí, un miembro de Infinity le miraba fijamente, cerca de nosotros, le había cortado el paso. Lo intentó varias veces más, sin resultado. Me preocupó pensar que era más rápido que mi hermano.

    Un cuerpo salió de la tormenta, tosiendo. Era Xander. – [Xander]Elle, el poder de papá.[/Xander] – le indicó a Ellie. Llevaba una espada en la mano y tenía varios cortes, al parecer ya no estábamos peleando solo contra la Jane falsa, los de Infinity habían decidido intervenir.

    – [Elle]¿Y si la quemo y es peor?[/Elle] – preguntó, dudando. Algo la preocupaba, algo que no estaba contando. Podía oler su miedo.

    Un cuerpo fornido salió de la tormenta y se escuchó el sonido de metal contra metal cuando una espada enorme chocó contra la de Xander. Vi sus brazos ceder ante la fuerza de quien estaba atacándole, un tipo de piel oscura con el símbolo de un casco emplumado y una lanza.

    Alguien se lanzó sobre él, evitando que golpease a Xander, y lo echó hacia atrás con un torrente de hielo. – [Idris]No hay nada peor.[/Idris] – dijo, tosiendo.

    El licántropo en mí sintió algo y al ver una punta afilada asomar entre la arena, me coloqué entre Jane y Elle y el atacante, que resultó ser una arquera que no dudó en disparar. Sus primeras flechas rebotaron, pero después empezó a cargarlas con un aura brillante. Una de ellas me rozó el brazo y me hizo un corte, pese a ser de plata maciza. Entonces se giró al escuchar la voz del que parecía el líder.

    Detrás de mí, escuché la respiración profunda de Elle antes de que una luz saliese de sus manos, temblorosas, colocadas sobre Jane. Era el poder de mi tío, nunca había visto a Elle utilizarlo, pero tampoco había hecho falta hacerlo. Era nuestro primer combate y se notaba.

    Al cabo de un rato, Jane volvió en sí. – [Jane]Me encuentro mal.[/Jane] – dijo llevándose una mano a la cabeza. Michael llegó corriendo, había tenido que bordear la tormenta.

    – [Mike]Tenemos que llevárnosla, aquí no la puedo atender bien.[/Mike] – dijo, después de agacharse a su lado y observarla.

    – [Noah]Es más rápido que yo, no me va a dejar pasar.[/Noah] – explicó mi hermano. El tipo nos observaba, listo para lanzarse sobre cualquier en cualquier momento. Me extrañó que no lo hubiese hecho ya. Quizá estaba pendiente de sus compañeros, que debían estar encargándose de la Jane falsa.

    – [Henry]Es rápido, pero no lo suficiente.[/Henry] – un tipo joven al que no conocía, pero al parecer los demás sí, apareció a nuestro lado de pronto. Se había teletransportado, porque de lo contrario habría sentido su rastro acercándose. Llevaba a una muchacha inconsciente a cuestas y caminó hasta Jane.

    – [Elle] Yo no me puedo ir.[/Elle] – le explicó mi prima. Muchos estábamos ya allí, cerca de Jane, cerrando un círculo a su alrededor para protegerles mientras se iban. Kaylee estaba cerca, murmurando un hechizo de protección.

    – [Xander]Tienes que cuidar de ella. Protegedles.[/Xander] – le pidió Xander.

    – [Elle]Xander, tienes que irte tú con Jane.[/Elle] – Elle se acercó a su hermano y le miró frente a frente.

    – [Xander]No os puedo dejar aquí solos.[/Xander] – sentenció. Entendía a Xander, yo tampoco sé si habría podido irme sabiendo lo que pasaba. En el tiempo que tardase ese chico en teletransportarse podrían habernos cogido a los demás.

    – [Elle]Se lo debes.[/Elle] – añadió, mirándole seria. Xander pareció callarse una infinidad de maldiciones, pero todo sucedía demasiado deprisa, nuestro tempo era cada vez más apremiante y caótico.

    Respiré profundamente y empecé a hacer sonar una canción en mi mente. Eso me relajaba mientras los de Infinity nos atacaban, por suerte, una pequeña fracción, el resto se enfrentaba a la otra Jane.

    Aguantamos como pudimos, prácticamente estábamos derrotados porque los poderes de aquellos soldados parecían los de los dioses olímpicos. El más grande, el dios de la guerra, era una bestia que apenas conseguimos parar Xander, Elle y yo. Idris fue listo y se enfrentó a su Poseidón, que pese a estar en inferioridad por poder, no cedía ni un ápice. Un licántropo fue en su ayuda, Ezra supuse. Nate aguantaba solo contra Atenea, que luchaba de forma implacable. Noah se encargó de distraer a su Hermes, pero estaba recibiendo demasiados golpes, hasta que de pronto había dos copias exactas de Noah y Hermes empezó a estar confuso, cerca de ellos, oculta tras un árbol, estaba su amiga Lexie. Su otro amigo, Niall, corrió a ayudarle con un grito que me hizo taparme los oídos. Cole y Dante caminaban sin un paso firme, enfrentándose a un hombre mayor, con la mirada fija en ellos, que parecían ebrios. No vi a Amy ni a Owen por ninguna parte. Kaylee estaba un poco más alejada, temblando. No sabía qué le estaba pasando, pero olía su miedo, su inseguridad.

    – [Idris]Necesitamos un poco de tu mojo señorita Granger.[/Idris] – escuché cómo le decía Idris. Me sorprendió su naturalidad a la hora de hablar de lo que le estaba pasando. Poseidón estaba enzarzado con Ezra, pero Idris se enfrentaba ahora a su versión de Deméter, que estaba alzando literalmente tentáculos de plantas de la misma tierra para apresarle. Quise ir en su ayuda, pero el falso Hefesto no me dejaba margen.

    – [Kaylee]No funciona.[/Kaylee] – respondió ella, mirándose las manos como si quiera enterrar la cara en ellas y esperar a que todo pasara.

    – [Idris]¿Cómo no va a funcionar? ¿Estás oxidada?[/Idris] – le replicó Idris.

    – [Kaylee]No, es que no funciona.[/Kaylee]- respondió, nerviosa. Quise ayudarla, quise decirle algo, pero no se me daba muy bien hablar, quizá por eso escribía canciones.

    – [Idris]Kaylee, necesitas concentrarte. ¿Cómo sabes que no funciona si no lo estás intentando?[/Idris] – insistió. Congelaba sin parar las enredaderas que trataban de llevarle, pero su enemiga no cedía.

    – [Kaylee]Lo estoy intentando.[/Kaylee] – afirmó ella, que permanecía inmóvil.

    – [Idris]No lo intentes, hazlo.[/Idris] – replicó, esquivando un latigazo. – [Idris]Porque yo estoy intentando no morir y veo la cosa muy negra.[/Idris] – aseguró. Una cadena del falso Hefesto me aferraba el brazo, tirando de mí. Tenía una fuerza que parecía que me lo iba a arrancar de cuajo, incluso siendo de plata.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- dijo, paralizada por el miedo. Idris fue a responderle pero recibió un golpe de una rama y salió despedido. Se puso en pie pero le sangraba una ceja.

    – [Idris]Kaylee, tienes dos opciones: seguir ahí diciendo que no puedes mientras mi cuerpo se separa de mi maravillosa cabeza o ayudarnos y salvarnos la vida.[/Idris] – le recordó. No pude evitar mirar hacia Kaylee, estaba preocupado por ella, pero a la vez no era capaz de decirle nada. Ese despiste me hizo recibir un golpe que me tiró al suelo.

    – [Kaylee]Yo no tendría que estar aquí.[/Kaylee] – replicó, aferrándose los brazos.

    – [Idris]Ya, yo tampoco, preferiría una playa y a Coquito en bikini al lado, pero como no hagamos algo, no voy a llegar a eso[/Idris] – insistió. Necesitabamos su magia. La había visto hacer algunos trucos cuando era pequeño y todos sabíamos el poder que tenía Diana.

    – [Idris]Kaylee, levántate por lo que más quieras.[/Idris] – le rogó. Los demás trataban de aguantar como podían.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee]- olí su tristeza y su estrés. Kaylee estaba pasando un muy mal momento. Quise correr hacia ella y reconfortarla, pero yo no era más que un cobarde. Por eso había dejado de lado a mi mejor amiga, había huído de la fama y me había refugiado de todos los que había conocido durante más de un mes.

    – [Idris]Sí puedes. Te necesitamos.[/Idris] – le recordó. Habría deseado ser como él. Ser yo quien pudiera inspirarla.

    – [Kaylee]No.[/Kaylee]- replicó, entre sollozos.

    – [Idris]No vamos a poder[/Idris] – continuó él.

    – [Kaylee]Lo siento.[/Kaylee] – se lamentó ella.

    – [Idris]No digas lo siento cuando puedes cambiarlo.[/Idris] – una enredadera le cogió un pie y después el otro, arrastrándole.

    – [Kaylee]No puedo.[/Kaylee] – repitió. Una delgada y ágil loba crinos de color pardo empezó a desgarrar plantas para intentar ayudar a Idris, pero la falsa Deméter parecía no estar cansada y sus plantas no daban tregua.

    – [Idris]Claro que puedes. Has venido hasta aquí. Tu hermana está en peligro.[/Idris] – estamos aguantando porque el resto de falsos dioses estaba enfrentándose a la otra Jane, pero no aguantaríamos mucho así, incluso ahora que Poseidón se había internado en la tormenta para ayudar a los otros.

    – [Kaylee]No me merezco la magia, ni nada.[/Kaylee] – se lamentó. Sentía parte de su dolor a través de mis sentidos aumentados y me desgarraba por dentro. ¿Quién era? ¿En quién me había convertido? ¿Por qué no era capaz de llegar a la gente?

    – [Idris]Abre los ojos y mira a tu alrededor[/Idris] – gritó Idris, peleando con todas sus fuerzas con las enredaderas que le devoraban.

    Kaylee abrió los ojos y observó el caos en el que estábamos sumidos. No había duda de que no estábamos preparados. Nuestros padres y madres a nuestra edad ya llevaban mucho tiempo luchando y entrenándose y nosotros nada. Por un momento me asaltó el pensamiento de quién defendería el mundo cuando ellos no estuviesen. – [Kaylee]¿Y qué puedo hacer yo?[/Kaylee] – preguntó, preocupada.

    – [Idris]Protegernos.[/Idris] – dijo, ya con dificultad. Dejé que mi mente flotase de nuevo libre hasta alcanzar el otro anillo, el de titanio. Mi cuerpo se convirtió en titanio puro y no esperé a que mi oponente se adaptase. Tiré de su cadena y la partí con mis manos, lancé el trozo contra él y me abalancé aprovechando su confusión. Él colocó unas manos ardientes en mi espalda y me lanzó sobre su cabeza. Me arrastró por el suelo, horadando la tierra, pero conseguí golpear su brazo y hacer que me soltara.

    – [Kaylee]¿Cómo?[/Kaylee] – preguntaba Kaylee. Estaba recuperando su energía pero todavía tenía dudas.

    – [Idris]¿Eres hija del Fénix o de la gallina?[/Idris] – le espetó, con una mirada burlona. Kaylee se puso en pie y le fulminó con la mirada.

    – [Kaylee]Del Fénix.[/Kaylee]- dijo. El lobo que había en mí la notó más segura, más confiada, y se sintió de nuevo atraído hacia ella. La estructura de los licántropos era más sencilla, respetaban el poder sin tener en cuenta si lo portaba un hombre o una mujer. – [Kaylee]Pero yo no lo soy.[/Kaylee] – retrocedió un poco, pero seguía teniendo su fuego.

    – [Idris]Pues haz como si lo fueras.[/Idris] – le aconsejó Idris. El hielo lo cubría todo a su alrededor pero las plantas no retrocedían.

    – [Kaylee]No va a salir bien.[/Kaylee] – dijo Kaylee, intentando concentrarse.

    – [Idris]Te estás boicoteando, deja de pensar y actúa.[/Idris] -ya casi no podía hablar, las enredaderas le estaban cubriendo y no tardarían en asfixiarle si nadie hacía nada. Traté de librarme y correr hacia él, pero el falso Hefesto me atacaba sin piedad. Aunque sí me di cuenta que ninguno de ellos parecía atacar con el fin de matarnos, si no de capturarnos. No sabía qué perspectiva me gustaba menos.

    El falso dios me agarró por la espalda y trató de asfixiarme con su cadena. Mientras trataba de liberarme, pude ver a Kaylee concentrar su magia. Una especie de aura llameante la rodeaba y las enredaderas que contenían a Idris retrocedieron, ardiendo.

     

    – [Idris]Vale, eso parece el Fénix, así que sigue.[/Idris] – le agradeció, poniéndose en pie mientras se sumaba de nuevo a la lucha.

    – [Kaylee]Puedo con esto[/Kaylee] – dijo en voz alta. Sus ojos brillaron, por un instante creí ver fuego también en ellos. Cuando puso a obrar su magia estaba brillante. Resplandecía como una estrella en mitad de toda aquella vorágine de destrucción. Su magia era una chispa de belleza. Y yo habría creído merecer la oportunidad de estar con ella.

    De un momento a otro una cúpula llameante nos cubrió. El falso Hefesto soltó la presa que me retenía y se vio expulsado por la magia. Kaylee estaba apartando de nuestro camino a los falsos dioses, empujándolos a la tormenta de arena.

    – [Idris]Ya has podido.[/Idris] – la animó Idris, acercándose, con una sonrisa agradable. Ella le devolvió un abrazo y pensé que podría haber sido él, que tendría que haber dicho algo para ayudarla y en lugar de eso me había quedado allí, sin hacer nada.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee] – dijo. Por un instante nuestras miradas se cruzaron, pero enseguida sus hipnóticos ojos avellana se apartaron.

    Los falsos dioses no tardarían en volver a aparecer y Amy y Owen no estaban entre nosotros, así que mientras los demás se preparaban para huir, me adentré en la tormenta de nuevo. Escuchaba el combate y un eco de algún grupo de heavy metal que no conocía resonando de fondo. – [Owen] Me has tomado por un imbécil. Como a tu Owen[/Owen]. – escuché decir a Owen. Identifiqué una figura dando tumbos entre la tormenta, frente a mí.

    – [Omega]Hermanito, con lo que te gustaba jugar conmigo a Frozen.[/Omega]- respondió una voz que pese a ser la de Jane, no se parecía en nada. Había muy odio reprimido en sus palabras, mucha ira. La música procedía de ella, de sus auriculares.

    – [Owen] Muy gracioso que digas eso. Tienes el corazón congelado por lo que veo.[/Owen] – espetó Owen. Caminé, tratando de acercarme a ellos.

    – [Omega]Hazme un muñeco de… fuego…[/Omega]- canturreó, imitando una de las canciones. Recuerdo haber cantado de pequeño casi todas las canciones de Disney, así que escucharlas de esa forma me daba escalofríos. – [Omega]¿O no era así? [/Omega]- preguntó. Vi un destello de luz rojizo.

    – [Owen] Puede que tengas mi poder, pero el maestro de las llamas soy yo.[/Owen] – declaró Owen. No sabía qué estaba pasando pero parecía tener el poder del propio Owen, además de manipular la arena y la telekinesis de antes. Noah me había confesado cuando ya éramos mayores que Jane no estaba enferma como nos habían dicho, si no que su poder podía robar los poderes de otros que tocase, pero a costa de llevarse también su vida. Los destellos aumentaron y la arena se sumó al sofocante calor de las llamas, que por suerte notaba con menos intensidad en mi cuerpo de plata.

    – [Dionisio] O ya estoy borracho, o cada vez hay menos gente.[/Dionisio] – escuché decir a uno de los falsos dioses de Infinity, el más viejo.

    – [Dante]Puta mierda de poder.[/Dante] – se quejó Dante, cerca de él.

    – [Zeus]La prioridad es el sujeto Omega, pero no podemos dejar que escapen.[/Zeus] – escuché decir a la voz del líder. Supuse que esa era ella, ‘Omega’. La tormenta empezó a difuminarse ahora que ella luchaba contra Owen y los falsos dioses.

    Vi que Dante y Henry se estaban turnando para ir teletransportando a todo el mundo a un lugar seguro. No veía a Kaylee y a Noah por ninguna parte, así que esperé que ya estuviesen a salvo.

    Dante me hizo una señal, pero no podía dejar a Owen allí. Un estallido le lanzó varios metros más allá de ella. Cuando se incorporó, tenía delante una enorme licántropa hispo que lo agarró por la camiseta y se lo lanzó encima, corriendo a toda velocidad hacia nosotros. Reconocería su pelaje en cualquier parte.

    Los falsos dioses intentaron interceder. El más viejo era el único que estaba cerca e intentó embriagarles, pero Amy siguió corriendo.

    – [Owen] Porque me están arrastrando que sino te ibas a enterar…. uy que pelaje más suave.[/Owen] – gritó Owen con el puño alzado, bajo los efectos de su poder.

    En cuanto estuvieron en el radio de acción, Dante nos cubrió de oscuridad y el bosque dio lugar a la amplia zona de reuniones del edificio central de la Escuela Legado.

    Todos los demás estaban allí, salvo Xander, Mike y Jane. Después de comprobar que todos estuviésemos enteros, me di cuenta de que aún seguía siendo de plata y desactivé mi poder. Ya estábamos a salvo, por el momento. – [Nate]Estáis castigados tanto tiempo que vuestros nietos van a estar castigados también.[/Nate] – bramó el vozarrón de Nate.

    Infinity no dejaría estar las cosas tan fácilmente viendo los recursos que tenía a su disposición y era una empresa que prácticamente controlaba el mundo, con hilos en todas partes y su propio ministerio. Y por si eso fuera poco, había visto escaparse en el último instante a la versión malvada de Jane. Había desplegado unas enormes alas blancas y se había alejado mientras su telekinesis mantenía a raya a los falsos dioses. No estaba seguro de que Dante lo hubiese visto también, pero estaba mucho más silente y taciturno de lo habitual, así que probablemente pensaba lo mismo que yo. Omega era la asesina de su madre.

  • UN BREVE INSTANTE DE FELICIDAD

    Xander Echolls

    Noche | Subterráneo dos, Infinity

    Miré la InfiniBand y un nudo se me instaló en el pecho. Habían pasado ya al menos dos horas desde que Noah nos había repartido a todos por los diferentes sótanos, al menos en teoría. Desde allí dentro no podíamos comunicarnos entre nosotros para saber lo que estaba pasando, principalmente porque nuestro medio de comunicación era un teléfono hecho por la empresa en la que acabábamos de colarnos, con una red de internet que también les pertenecía, un sistema operativo que habían creado y en un país en el que llevaban el control de todo el Departamento de Tecnología. Cuando saliésemos de allí y las cosas se calmasen, iba a tener una charla muy larga con Henry antes de atreverme a jugar de nuevo en Endless.

    Jane estaba alejada de mí, observando una de las celdas a través del muro de cristal. Yo estaba apoyado en una sala central en mitad del pasillo, formada entera por paredes transparentes y en la que solo había instrumental y una camilla. Estaba caminando y tocando el lugar que tantas pesadillas y ataques de pánico había causado a mi madre.

    En el rato que llevábamos allí, ni Jane ni yo habíamos vuelto a hablar de nuestra aparente reconciliación en el bosque. Ambos debíamos estar demasiado preocupados por cómo se encontrasen los demás. A mí también me influía el hecho de sentirme culpable por no poder disfrutar de una conversación juntos, de no poder ilusionarme por volver a hablarnos después de tanto tiempo. Me sentía responsable de todos los que habíamos entrado y si le pasaba algo a cualquiera de ellos, no podría perdonármelo.

    Pero fuera como fuese, tenía que concentrarme, si Jane lo estaba pasando tan mal como yo, era mejor que estuviéramos juntos en ese lugar escalofriante.

    – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – pregunté. No era mucho, no me acercaba más a ella como deseaba en el fondo. Simplemente fui incapaz de decir nada más.

    – [Jane]Sí.[/Jane] – respondió, mirándome fijamente. Sus ojos me atravesaban, había echado de menos su mirada, aunque no era como la recordaba, no encontraba la calidez que siempre había visto en ella, incluso cuando estaba enfadada conmigo. – [Jane]¿Y tú?[/Jane] – preguntó, desviando la mirada, cohibida. Quizá estaba pensando de más, había pasado mucho tiempo, estaba preocupada. La Jane de siempre estaba ahí debajo, pero había sufrido mucho.

    Asentí, en realidad no lo estaba, pero no ganaba nada dándole vueltas, ella sabía tanto como yo de cómo estaban los demás. No dejaba de pensar en cada uno de ellos y a veces mi mente me traicionaba imaginándose un fatal desenlace y qué sería de mi vida sin ellos, pero con dolor, conseguía mantenerlo a raya, convencerme de que estarían bien. – [Xander]Sobre lo de antes…me gustaría que pudiésemos volver a ser amigos.[/Xander] – suspiré, mi corazón estaba un poco acelerado.

    Ella tardó en responder y me forcé a mantenerme tranquilo. – [Jane]Yo…no quiero ser solo tu amiga.[/Jane] – dijo finalmente. La miré, estaba algo sonrojada, evitando mirarme.

    Me quedé callado, había sufrido mucho por algo que había creído imposible y ahora, de un momento para otro, en mitad de una situación de pesadilla en la que era incapaz de disfrutarlo, se me estaba algo con lo que había soñado. – [Xander]¿Lo dices en serio?[/Xander] – pregunté. Mi confianza no era la misma que cuando era más joven. Me fiaba de mis instintos pero tenía que comprobarlo más de una vez. No dejaba de pensar que algo iba a salir mal, pero lo achaqué a la ansiedad de la situación.

    Ella asintió y se quedó en el sitio. Me acerqué un poco más, no me sentía cómodo dejando que mis sentimientos vagasen por la distancia que nos separaba en ese aséptico y tétrico lugar. – [Xander]Jane yo…siempre he sentido algo por ti.[/Xander] – confesé. No era la primera vez que lo hacía, había rememorado las palabras que ella me había dicho aquella noche en el salón de juegos de Endless. Algo había cambiado desde aquél día, pero no sabía qué.

    – [Jane]Y yo por ti.[/Jane] – escuché cada palabra como si se pronunciasen en días diferentes, macerándolo, tratando de paladear cada una de ellas, pero seguía sin poder disfrutarlo.

    – [Xander]Pensé que me odiabas.[/Xander] – salió solo, sin pretenderlo. Nada más decirlo me agobié, pensando que ella se lo tomaría como una acusación o echárselo en cara.

    – [Jane]Nunca.[/Jane] – dijo, simplemente.

    – [Xander]No me has hablado en años.[/Xander] – comenté, cada vez más cerca. El pasillo era frío, así que al estar tan cerca empecé a notar el calor de su cuerpo.

    – [Jane]Lo siento.[/Jane] – respondió, mirándome. Era tan guapa y estaba tan cerca que empecé a no saber qué hacer.

    – [Xander]No, no te preocupes. Deberíamos dejar atrás el pasado.[/Xander] – añadí, pensativo. Pese a todo, no dejaba de rondarme la cabeza lo que me había dicho aquella noche, cuando decidí finalmente irme a Merelia para no tener que verla día a día. – [Xander]Es solo que…aquella noche en el salón de Endless…pensé que no significaba nada para ti.[/Xander] – lo dejé ir, no sabía cómo saldría, pero si quería estar bien y no dudar a cada instante, tenía que hacerlo.

    – [Jane]Lo siento. Estaba pasando por un mal momento[/Jane].- Jane fue concisa, no lo elaboró, no lo adornó, no dio demasiadas explicaciones. Era suficiente, quizá más adelante volviesen las dudas, pero ya habría tiempo. Sabía que la coraza que tenía no se iba a derrumbar de un día para otro.

    – [Xander]No, tranquila, lo entiendo.[/Xander] – afirmé. Nos quedamos en silencio, mirándonos, entonces un ruido nos sobresaltó y su mano saltó directamente a la mía. La cogí sin pensarlo y ella se asustó, apartándola, solo para sorprenderse de que no estuviese en el suelo retorciéndome de dolor.

    – [Jane]Dios.[/Jane] – exclamó, pasando sus dedos por mi palma. Recordaba la conversación con mi madre hacía unos meses, cuando me confesó que tuvieron un susto cuando teníamos tres años, porque Jane me agarró de una mano y pensaron que me quedaría en el sitio por su poder, pero no pasó. Hasta ese momento solo había sido una teoría, solo habría podido probarlo de verdad con ella o con su madre. Todo había empezado con Amy, por su poder, veía cosas del futuro a través de sus sentidos, muchas veces a través del contacto físico. Lo guardaba en secreto,a veces veía cosas sin importancia, otras veces veía cosas que mantenían su depresión. Cuando me tocaba a mí nunca veía nada, su poder no llegaba ni a activarse.

    – [Xander]No quería que lo supieras sin saber si…yo también te gustaba.[/Xander] – confesé. Jane sabía desde pequeña que no podía tocar a nadie y eso era una barrera enorme para las relaciones románticas. No quería que mi poder fuese un comodín y acabase conmigo porque no podía estar con nadie más.

    Suspiré y tragué saliva, corté todo lazo con mis pensamientos y me eché hacia delante, dejando que mi cuerpo se moviese solo hasta que nuestros labios entrasen en contacto. Así no habría dudas que me impidiesen hacerlo.

    Fue un beso corto, suave, no quería pasarme por si no era recíproco. Cuando nos separamos, sonreí. Fue un breve instante de felicidad ajena a todo lo que estaba pasando.

    – [Jane]Vaya…[/Jane] – respondió ella, sonriendo también.

    – [Xander]Lo..siento. No he podido evitarlo. Pero será mejor dejarlo para cuando no estemos en peligro.[/Xander] – me disculpé, algo sonrojado. Entonces ella me cogió de la mano y tiró de mí para darnos un beso más largo.

    La alegría duró poco, por desgracia, porque escuchamos unos ruidos que nos distrajeron. Avanzamos en dirección a ellos solo para descubrir que no estábamos solos. Las celdas de la zona en la que nos había dejado Noah estaban vacías, pero según te adentrabas más en el pasillo, cada vez estaban más llenas de otros seres, algunos sobrenaturales a simple vista y otros no tanto. Infinity no solo había ocupado las instalaciones de la Iniciativa. Era la nueva Iniciativa, solo que con más poder y con más tecnología.

  • DEL BOSQUE A LA BOCA DEL LOBO

    XANDER ECHOLLS

    TARDE / NOCHE – BOSQUE DE LOS LOBOS, SEDE DE INFINITY

    No era la primera vez que ponía los pies en el Bosque de los Lobos. En el colegio y en el instituto era un lugar de excursiones habitual. Tenía una loma despejada donde había un área recreativa y unas vistas impresionantes, pero el verdadero motivo de ir allí era para dar una lección de historia local sobre la Batalla de Ripper. Las primeras veces que escuché la «versión oficial» me molesté un poco por el hecho de que lo que habían sacrificado los Moondies pasara desapercibido, pero al final uno se acostumbra a que el anonimato es mejor.

    Todas las veces que había ido había sentido una sensación poderosa y sobrecogedora. Una cosa es saber que tu familia y sus amigos han evitado el apocalipsis en más de una ocasión y otra ser testigo en primera persona del lugar en el que ocurrió una de las más duras batallas.

    Esa vez, sin duda, la sensación fue mucho más fuerte. Me sentí muy conectado a ellos cuando nos acercamos a un extremo del bosque y atisbamos el edificio de la vieja Iniciativa. El ajado y descolorido logotipo ‘Iniciativa Awaken‘ había desaparecido casi completamente mientras que el infinito que simbolizaba ‘Infinity‘ se alzaba imponente, como si no tuviese nada que ocultar y mucho de lo que enorgullecerse.

    Allí, tan cerca de aquél lugar, me sentí muy conectado a los Moondies. Fue huir de allí juntos una de las cosas que más les unieron y ahora yo estaba allí también con un grupo de personas importantes en mi vida, esperando para entrar y rescatar a dos más.

    Me noté inquieto, preocupado. No sabía si los héroes se sentían así, si los Moondies se habían sentido así alguna vez cuando tenían que enfrentarse a algo. Mi cuerpo habría aceptado cualquier excusa para irse corriendo a casa.

    Miré a los demás, que esperaban en silencio a la señal de Henry, nuestro enlace y nuestra única forma de entrar y salir. Si no hubiera sido por la visión de Amy, habría meditado confiar en Henry pese a ser hijo de una de los O.W.L.S. Nos tenía a su completa disposición.

    El resto del equipo no era muy extenso. Eché en falta a muchas personas, pero no podía culparles. Me acerqué a Amy, que estaba apoyada cerca de un árbol de color gris oscuro. Según la versión oficial de la guerra, había sido un combate entre una fuerza militar del gobierno y un grupo de terroristas amparados por el Director de Inteligencia Nacional. En el combate, decían, se habían usado armas químicas alucinógenas pero también otros prototipos. Supuestamente la petrificación de ese árbol era el resultado de un arma tóxica, pero en realidad mi padre me había contado una vez cuando era pequeño que había sido el poder de uno de los controlados por la Iniciativa.

    Observé el reloj, esperando el cambio de turno que había programado Henry. Noah caminaba de un lado a otro, inquieto, pensativo. Cargaba con demasiados recuerdos encima de ese lugar. Ellie e Idris estaban uno al lado del otro, bastante juntos. Me alegraba ver que mi hermana sonreía y era feliz. Owen estaba cerca de mí, pero lejos de Amy, ella se encargaba de mantener la distancia para evitar la visión que le había agobiado durante semanas.

     

    – [Xander]¿Crees que seremos suficientes?[/Xander] – pregunté a Henry, que a fin de cuentas era el que sabía cómo estaba todo dentro.

    – [Henry]Sí. Aunque no creo que haga falta…-[/Henry] respondió, señalando mi espalda. Ahí llevaba atado el legado de mi padre y mis abuelos paternos, la espada Ocaso, una hoja celta, corta, de empuñadura oscura. Ellie tenía su gemela, Albor, pero no la había llevado. Mi padre nos las había dado como un regalo muy especial para él. Hacía ya muchos años que había dejado de utilizarlas, desde que creó ‘Sendero Oscuro’.

    – [Xander]Prefiero ir preparado.[/Xander] – confesé. La hoja a la espalda me hacía sentirme más seguro. Noah y yo teníamos experiencia en combate, pero no en este tipo de combate. No es lo mismo luchar contra humanos, incluso armados o superándote en número, que contra humanos con armamento pesado y cualquier otra cosa que pudieran sacarse de la manga.

    – [Elle]¿Alguien se quiere ir?[/Elle] – preguntó mi hermana. La veía tan segura de sí misma que tenía claro que ella había heredado el temple de nuestras madres y padre. En un grupo de verdad, ella sería la líder natural.

    – [Idris]Es el momento.[/Idris] – apuntó Idris, el único que había tenido verdadero contacto con la lucha contra la oscuridad. Todos nos miramos, en silencio, esperando, pero nadie se fue.

    – [Elle]¿Vamos?[/Elle] – añadió mi hermana, algo nerviosa.

    – [Noah]Cuanto antes entremos antes nos iremos de ese sitio.[/Noah] – comentó Noah, parándose un momento en el sitio mientras sus ojos pasaban por el perfil del edificio.

    Asentí y estábamos a punto de marcharnos cuando Idris hizo una señal. Agudicé el oído y escuché unos pasos de alguien que se acercaba corriendo. Mi corazón latió dos veces en un instante y me preparé para agarrar la espada.

    El momento fue eterno, pero entre los árboles lo que apareció no fue una amenaza, si no Jane, que en parte era una amenaza para mi concentración.

    – [JJ]Siento haber llegado tarde.[/JJ]- respondió tomando aire después de la carrera. Hacía mucho tiempo que no la veía en persona, pero seguía siendo igual de guapa, y eso que iba vestida con unos vaqueros sencillos y una sudadera oscura – [JJ]Hola[/JJ] – saludó, algo más cohibida.

    – [Owen]Creía que no ibas a venir.-[/Owen] le preguntó su hermano, uno de los pocos que no estaba pendiente de mi reacción.

    – [JJ]No quería dejaros solos. [/JJ]-  explicó. No me había extrañado que Jane no viniera a Infinity, en parte por mí, pero principalmente porque no aprobaría un plan que nos pusiera en peligro. Pero quizá había decidido protegernos de una forma más directa.

    – [Elle]En realidad, es que querías hacer una entrada triunfal. [/Elle]- respondió mi hermana, sonriendo, intentando contribuir a calmar la tensión.

    Me removí en el sitio, sin saber qué decir. No era el mejor momento para causar problemas y no me apetecía molestarla, así que me centré en nuestra misión. – [Xander]Será mejor que entremos entonces.[/Xander] – dije. Henry parecía no entender del todo lo que estaba pasando. Era una larga historia.

    Jamás me habría imaginado lo que pasó, ni aunque me lo hubiera jurado Amy. Jane caminó hacia mí y se paró a unos pasos.- [JJ]He estado pensando…[/JJ] – empezó a decir.

    – [Xander]Podemos hablar después.[/Xander] – repliqué, nervioso por ser el centro de todas las miradas.

    – [JJ]Ya, pero déjame hacer una cosa.[/JJ]- asintió y lo siguiente que sentí fue su cuerpo contra el mío, abrazándome. Se aseguró de no cruzar su cara, lo único que no llevaba tapado, con nada de piel descubierta de mi cuerpo, evitando la acción de su poder. No sabía que en mi estancia en Merelia con Amy había descubierto por qué los Moondies no tenían miedo de que Jane y yo jugásemos juntos.

    – [Idris]Si nos vamos a poner todos cariñosones dejadnos un minuto.[/Idris] – bromeó Idris. Mi hermana le dio un puñetazo fuerte a juzgar por su cara. Yo no pude evitar sonrojarme, pero sonreí, mirando a Jane cuando nuestros cuerpos se distanciaron.

    Ella me guió un ojo. – [JJ]Ya nos podemos ir.[/JJ] – replicó. Se había vuelto a encender la esperanza de que Jane y yo volviésemos al menos a ser amigos y todo, probablemente, gracias al empujón de Amy para regalarle algo por su cumpleaños. Busqué a mi prima para agradecérselo con la mirada y la encontré aún apoyada en el árbol, parecía incómoda.

    – [Owen]Creo que voy a llorar…-[/Owen] sonrió Owen, abanicándose con la mano en un gesto exagerado.

    – [Henry]Está bien. Nunca he intentando esto con tanta gente. Por favor agarraos de las manos.-[/Henry] pidió. Jane agarró una de mis manos y con la otra a Elle. Como llevaba unos guantes negros no había problema, su poder, como el de su madre, funcionaba con el contacto directo.

    Cuanto todos cerramos un círculo alrededor de Henry, como si intentásemos despertar a un Super Saiyan Dios, el suelo y el cielo parecieron fundirse con un choque eléctrico. Segundos después aparecimos en un almacén cuyo final no se distinguía, de un blanco impoluto. La sensación de desorientación era terrible.

    Me pasé una mano por los ojos tratando de enfocar la mirada. Cuando lo conseguí, vi que había un montón de artefactos a ambos lados de la sala, en ocasiones también en el centro.

    – [Noah]Tienen todo lo que tenían en la Iniciativa y muchas más.[/Noah] – Noah estaba más acostumbrado a ese cambio de ubicación, así que aprovechó mientras nos recuperábamos para echar un vistazo a casi todo el pasillo.

    – [Elle]Amy, ¿cómo lo hacemos?[/Elle] – preguntó mi hermana. Mi mente estaba distraída en todos los artefactos, dossiers y notas que había por todas partes. Me forcé a concentrarme, no estábamos allí para eso.

    – [Amy]No lo sé.[/Amy] – respondió Amy, parecía frustrada, siempre fruncía el ceño de la misma forma cuando lo estaba.- [Amy]Algo ha cambiado y no sé cómo seguir.[/Amy] – explicó. El problema de ver el futuro ya lo habían contemplado los Moondies. Normalmente, cambia, al menos cuando lo ves y necesitas evitarlo, suele pasar. El problema está en que teóricamente esos futuros sí llegan a existir, porque de otra forma Ezra no estaría aquí, así que cada decisión nuestra crea un mundo nuevo. Decidme si no es presión tener que pensar así.

    – [Xander]Hay que sacarles de aquí. Es lo principal.[/Xander] – respondí. Las cápsulas no se veían por la zona en la que estábamos. Esperé la respuesta de Henry, pero estaba apoyado en una pared, casi incapaz de mantenerse en pie. El salto había sido demasiado.

    – [Xander]Elle, ¿puedes ayudarle?[/Xander] – le pregunté. Mi hermana, siempre preparada, sacó una botella de agua y una onza de chocolate de la mochila.Le hice un gesto a Noah, que inspeccionó el terreno en una fracción del tiempo que habríamos tardado el resto.

    – [Noah]Las tres cápsulas están allí delante.[/Noah] – señaló el camino y caminamos detrás de él, con cuidado. Idris, el más grande, llevaba a Henry a cuestas.

    Por el camino vi toda clase de cosas preocupantes, pero cuando llegamos a las cápsulas todo fue a más. Toda la pared que las rodeaba parecía un mural de la vida de los Moondies y de la nuestra también. Había fotos de los discos de las pruebas, de los Moondies, de objetos que tenían en su posesión y una especie de árbol genealógico de cada uno en el que también salíamos nosotros. Por si fuera poco, las fotos eran recientes y llevaban una serie de anotaciones.

    Me acerqué a ellas y se me heló la sangre. Sabían nuestra raza, nuestro grupo sanguíneo…incluso nuestros gustos. La mayoría de las fotos tenían nuestro nick en Endless, así que Infinity estaba sacando esa información del escáner que nos hacían al entrar al juego. Eso, o escuchaban nuestras conversaciones y mensajes, probablemente todo junto.

    Me aparté, deseando prender fuego a toda esa información, aunque fuera un sinsentido, porque tenían acceso siempre a esos datos. Me forcé a volver al presente y preocuparme más tarde de esa amenaza. Jane estaba cerca de las cápsulas, observándolas, como el resto.

    – [Idris]¿De quién es la vacía?[/Idris] – preguntó Idris, señalando una cápsula destrozada.

    – [Noah]Verónica Preston. Vino con Ezra.[/Noah] – explicó Noah, serio. Él sabía más que ninguno sobre la historia de los Moondies y había cosas que le habían pedido omitir. Conocía la historia de Ezra igual que algunos otros, el tío Ed se había pasado años buscándole, pero de la versión malvada de Jane no sabía nada casi nadie, seguramente para evitar que le cogiéramos miedo a la de verdad por su poder.

    – [JJ]¿Preston?[/JJ] – preguntó Jane, temblorosa. La mención a ese apellido era peliaguda, todo el mundo sabía quién era el abuelo de Jane, Owen y Elliot, pero nadie se lo recordaba.

    – [Noah]Tu versión alternativa…y malvada.[/Noah] – resumió Noah.

    – [JJ]Pues qué bien.[/JJ] – replicó ella, cruzándose de brazos. Se hizo el silencio entre nosotros.

    – [Elle]Primero deberíamos sacar al chico.[/Elle]- propuso mi hermana, rompiendo el silencio. Seguramente lo había dicho por algo. Henry había comentado que no teníamos mucho tiempo, así que podía ser eso.

    – [Noah]¿Qué fue lo primero que te regalo tu hermano?[/Noah] – intervino Noah de pronto, cortando la conversación. Estaba mirando a Jane fijamente, casi sin parpadear o tan rápido que no podíamos verlo. Me puse en tensión instintivamente.

    – [JJ]Unos patines de Frozen. [/JJ]- respondió al momento. Noah miró a Owen, que asintió. – [JJ]¿A qué viene eso?[/JJ] – preguntó Jane, molesta. Sabía a qué se debía, pero no pude evitar sentirme un poco molesto.

    – [Elle]Noah, ¿qué pasa? [/Elle]- preguntó mi hermana, colocándose en mitad de todos.

    – [Noah]Cuando los Moondies vieron el futuro, no sabían si Verónica y Ezra habían venido o no al cambiar la historia. Al estar él y esa cápsula vacía al lado…eso significa que tu doble está por ahí en alguna parte. Tenía que asegurarme.[/Noah] – explicó. Noah era práctico, no dijo que lo sentía, porque era necesario despejar la duda, especialmente allí dentro.

    Jane asintió, quitándole importancia, aunque parecía algo molesta, a cinco segundos de responderle algo, entonces un contenedor refrigerado llamó su atención.

    – [JJ]Henry, ¿tienen adn de Verónica?[/JJ] – preguntó, algo asustada. Me acerqué al contenedor donde había muestras biológicas desagradables y viales con muestras de sangre. Estaba el de Verónica y también el de mis madres.

    – [Henry]Sí.-[/Henry] aseguró él. Maldije no tener tiempo para llevarnos o deshacernos de todo lo peligroso de aquella sala, pero teníamos que priorizar a la gente. – [Henry]La llamaban Omega.[/Henry] – aseguró. Un escalofrío recorrió mi espalda con la mención de ese nombre. Miré a Noah y él me devolvió la mirada.

    – [Noah]¿Verónica es Omega?[/Noah] – preguntó para confirmar. Henry asintió. A mi familia no le gustaba demasiado recrearse en lo que había pasado en la Iniciativa. Sabíamos a grandes rasgos que les habían capturado, que había sido una pesadilla y que habían huido, pero durante años les habían seguido amenazando y habían tenido que volver a entrar varias veces, hasta su supuesta desmantelación. Lleno de dudas acudí a Noah. Su padre no había estado en la Iniciativa la primera vez, pero si en las reuniones de los Moondies en las que se aseguraban de no dejar amenazas sueltas. Una de ellas era referente a un cautivo peligroso que había escapado cuando ellos, Omega. – [Noah]Huyó de aquí la misma noche que nuestros padres hace más de veinte años.[/Noah] – resumió. Era terrorífico pensar que Verónica llevaba años por allí, pero también un alivio porque eso significaba que tenía el doble de años que Jane.

    – [Xander]Hay que librarse de las muestras[/Xander] – indiqué. Las de mis madres, la de Verónica, a saber qué podrían hacer con eso.

    – [Amy]No.[/Amy] – intervino Amy, mirándome fijamente. En ese momento tenía lo que yo llamaba de broma «mirada de alfa», que basicamente era ella llena de convicción para evitar algo.

    La miré, entrecerrando los ojos, pidiendo una explicación. – [Amy]Es el adn de Verónica, no el de Jane.[/Amy] – puntualizó.

    – [Xander]Sigue siendo peligroso.[/Xander] – dije tratando de razonar. Por lo que sabíamos, su adn debía ser idéntico.

    – [Amy]Para nosotros.[/Amy] – aseguró. Entonces dudé, confiaba en Amy igual que ella confiaba en mí, si no, Owen ni siquiera habría participado en la misión.

    – [Elle]Amy, estás siendo injusta.[/Elle] – terció mi hermana. – [Elle]Si fuera el de alguien que se parece a ti, lo habrías roto.[/Elle] – añadió. Entendía a mi hermana, pero si Amy lo decía, quizá fuese porque esa sangre podía ayudar contra Omega, o quizá ayudar a la propia Jane a librarse de su poder, las posibilidades eran infinitas.

    Jane no respondió, se quedó pensativa, observando los viales durante unos segundos, antes de irse a inspeccionar las cápsulas. – [Xander]Más tarde lo votaremos.[/Xander] – propuse, para centrar nuestros esfuerzos.

     

    – [Idris]¿Cómo sacamos al Capitán América?[/Idris] – preguntó Idris.

    – [Noah]Has estado mucho tiempo mirándolo. ¿Se te ocurre algo?[/Noah] – Noah se giró hacia Henry, que parecía pensativo.

    – [Henry]Ella puede despertar a She.-[/Henry] comentó, mirando a Elle. – [Henry]Compartis secuencuas genéticas. Solo… pon la mano sobre la cápsula. Para él no se que podemos hacer.[/Henry] – explicó. Al menos ya sabíamos cómo sacar a uno de ellos. La mención a la genética compartida me hizo pensar en el futuro. Esa muchacha era nuestra hermana, hubiese nacido como hubiese nacido, así que sería nuestra responsabilidad a partir de ese momento.

    Elle hizo caso y buscó el punto en el que colocar su mano. El escáner, muy parecido al que te hacían al entrar en Endless, cubrió con un haz azul el cuerpo de Elle, identificándola. Con lo que Henry estaba dicho quedaba claro, Infinity tenía todos nuestros datos genéticos. Si querían buscar a un sobrenatural, lo tendrían fácil, salvo que los vampiros no jugasen a Endless. – [Elle]Siempre he querido tener una hermana [/Elle].- sonrió Ellie, emocionada. Sonreí ligeramente, pese a la preocupación, mi hermana era adorable.- [Elle]No te ofendas, Xan[/Elle]. – apuntó, mirándome mientras me sacaba la lengua.

    – [Xander]No me ofendo, yo también he querido tener siempre una hermana.[/Xander] – me burlé, colocándome a su lado para poner una mano en su hombro como gesto de apoyo.

    Todo pasó muy rápido, pero diferente a lo que estáis acostumbrados a ver en las películas. Empezó a escucharse un sonido de succión y una especie de gel que había en el interior de la cápsula se fue absorbiendo por unos conductos. Cuando no quedó nada, la cápsula se abrió. La muchacha estaba allí, dormida aparentemente. Ayudé a Elle a sacarla, estaba completamente desnuda, así que Idris, que era el más alto, se quitó la chaqueta y se la pusimos. Era una suerte que a Idris no le molestase el frío de esa sala, que me imaginé que sería para mantener los artefactos en estado óptimo.

    La observé, tumbada en el suelo, con apariencia de dormir plácidamente. Se parecía a mis dos madres, y a Ellie. Es un poco extraño como me sentí. Habíamos empezado esa misión con el fin de salvarles a los dos, pero no me había parado a pensar hasta ese momento que tendría una nueva hermana y…era extraño porque solo con verla ya le tenía aprecio. Ellie me miró y vi que tenía los ojos brillantes, estaba emocionada.

    Por desgracia, los buenos momentos suelen ser breves. Escuché un ruido extraño y me giré para ver a Amy en estado glabro, cuando era aún más humana que loba, pero con un aspecto feral. Aulló y el sonido reverberó por todo el almacén.

    Me quedé parado y los demás también, observando. Cuando el aullido se detuvo, un ruido de golpes vino de la cápsula de Ezra. Nos acercamos corriendo y vimos que se removía, muy agitado, intentando salir.

    La puerta era muy resistente y él tenía poco espacio para hacer fuerza, así que decidimos tirar de la puerta. Noah se transformó y entre él, Idris, Owen, Elle, Jane y yo conseguimos arrancar la puerta de sus goznes.

    Una niebla helada salió del interior de la cápsula, seguida segundos después de un chico joven, robusto, más animal que hombre en aquél momento.

    Ezra fijó en nosotros sus ojos ambarinos y se lanzó contra Jane antes de que pudiéramos evitarlo. Noah se puso entre ellos en un parpadeo, pero Ezra no se amedrentó.

    – [Amy]¡ATRÁS, BETA![/Amy] – gritó Amy, interponiéndose. Él gruñó y ella le devolvió un gruñido. Después de unos momentos de tensión, su forma empezó a remitir a la humana. Eso sí, desnudo, ese día iba a ser marcado en el calendario como el de ver a tus parientes desnudos.

    – [Ezra]No lo entiendes. Estoy aquí para acabar con ella.-[/Ezra] trató de explicar, parpadeando demasiado. Parecía confuso.

    – [Xander]No la buscas a ella. No es Verónica.[/Xander] – me coloqué cerca de él y le puse una mano en el hombro, intentando anclarlo a la realidad. Después de años en crioestasis no debía poder diferenciar realidad de sueño.

    – [Ezra]¿Victor? Pero ella te…-[/Ezra] observó fijamente a Owen. Victor y Verónica Preston, no se lo había dicho nunca a Owen pero él también tenía su otra mitad sedienta de sangre. -[Ezra]Entiendo. Son los de vuestra linea temporal.[/Ezra] – dijo en voz más baja. Se llevó una mano al rostro, como si le doliera la cabeza. La desorientación tenía que ser muy fuerte, si no hubiera sido un licántropo quizá no lo habría contado.

    Un sonido metálico me distrajo. Me giré y había una docena de guardias apuntándonos con armas que parecían sacadas de una película de ciencia ficción. – [b]¡Quietos ahí![/b] – gritó uno de ellos. El aullido había debido alertarles.

  • PUTO NOAH ARKKAN

    NOAH ARKKAN

    MAÑANA – TARDE, UCM – BOSQUE DE LOS SUSURROS

    Ya te he contado demasiadas veces en estos últimos años mi continua indecisión respecto a Lexie y Allie, pero vas a tener que aguantarme una vez más porque creo que quizá esta sea la definitiva, porque ese día había sido un poco raro.

    El día anterior había sido relajado, disfrutando de la fiesta pese a estar preocupado por Kaylee y cómo intentar ayudarla a superar su ansiedad y autodesprecio.

    Xander me había llamado poco después de despedirme de Allie en Louna para contarme algo que apenas me dejó dormir esa noche. Al parecer, Infinity, la megacorporación de tecnología y cibercultura que iba a revolucionar el mundo siendo parte del nuevo gobierno, había aprovechado sus contactos para instalarse en el viejo edificio de la Iniciativa, recuperando sus experimentos con a saber qué macabros fines.

    Yo era consecuencia directa de las acciones de la Iniciativa y había sentido en mis carnes sus torturas a través de los recuerdos de mi padre, así que no podía haber más que esperar lo peor. Por si fuera poco, la misión se trataba de rescatar a dos personas: una de ellas era S.H.E., el experimento híbrido de mis tías Sarah y Sasha que se suponía que habían evitado años atrás al destruir sus muestras; y el otro era Ezra, el hijo del futuro alternativo de Ed y Lucy, lo que situaba a Verónica Preston también en escena, un secreto que los Moondies me habían pedido guardar hacía mucho tiempo.

    Después de una noche de perros, esa mañana temprano me había puesto en contacto con Kaylee. Estaba aprovechando para disfrutar de sus abuelos, así que decidí no comentarle nada de lo que me había contado Xander y le dije que la recogería en un par de días. Aunque no estaba muy volcada en ella desde hacía unos años, su magia nos habría venido muy bien, pero necesitaba descansar más de lo que nosotros la necesitábamos a ella.

    El grupo de los que íbamos a entrar estaba más o menos montado. Pensé hablarlo con Niall porque a fin de cuentas él era como nosotros y yo ya había visto su poder en uso, pero no tenía experiencia en el terreno. Bueno, en realidad ninguno tenía demasiada, excepto Idris, nuestros padres se habían encargado de que pudiéramos vivir una vida normal ajena a luchar contra la oscuridad.

    Después de comer algo a media mañana entre dos clases se me había ocurrido una persona más que nos habría resultado muy útil, así que fui a verla.

    Lexie me abrió la puerta de su habitación de la residencia y pasé.

    – [Lexie]Noah, ¿qué tal la fiesta?[/Lexie]- comentó distraída mientras se preparaba un café de su máquina de cápsulas.

    – [Noah]Ah, bueno, estuvo bien.[/Noah] – respondí, intentando no fijar la mirada en su camiseta de tirantes. Normalmente Lexie escondía sus «atributos» en ropa holgada, pero habíamos ganado mucha confianza con los años y eso siempre había hecho que resultase duro no parecer un pervertido – [Noah]Te habrías divertido.[/Noah] – añadí, pensativo. No sabía cómo abordarla con el tema de Infinity. Nadie te enseña normalmente cómo socializar y menos aún cómo pedirle a una persona que se embarque en una misión potencialmente suicida. Y Lexie no era una persona cualquiera, era mi mejor amiga y alguien a quien no le gustaba mucho hablar de su vida privada ni del mundo sobrenatural. Con el tiempo había hecho las paces con su secretismo.

    – [Lexie]No creo. Ya sabes que no soy de fiestas. [/Lexie]- comentó, sentándose en el sofá, frente a mí.

    – [Noah]Quiero hablarte de algo.[/Noah] – dije después de un rato en silencio, viendo sus labios cerrarse sobre el borde de la taza y sus ojos claros fijos en mí. – [Noah]Voy a hacer algo…peligroso, para salvar a dos personas.[/Noah] – pese a que me tomé mi tiempo pensando a máxima velocidad, la frase no salió como esperaba. Había demasiadas cosas que no sabía, demasiado que explicar.

    Su respuesta fue fruncir el ceño, así que era una mala señal.

    – [Noah]Nos vendría bien tu ayuda.[/Noah] – comenté sin esperanzas.

    – [Lexie]No puedo.[/Lexie] – respondió, seria. Es como si siempre hubiese sabido qué iba a responder, pero me decepcionó su respuesta igualmente.

    Me quedé un rato en silencio, lamentándome por haberle preguntado siquiera. – [Noah]No te preocupes. Ni siquiera debería habértelo pedido.[/Noah] – la asertividad y la sinceridad habían sido mi arma durante mucho tiempo cuando no sabía qué responder, algo que solía pasarme con Lexie. Desde el malentendido con mi sexualidad habíamos llegado a conversaciones en punto muerto más veces, pero nunca como aquella. El miedo a repetirlo y perderla de vista me había hecho adelantarme siempre.

    – [Lexie]No pasa nada.[/Lexie] – dijo ella, aunque su tono no acompañó a sus palabras.

    – [Noah]¿Te ha molestado?[/Noah] – le pregunté. Parecía evidente que sí.

    – [Lexie]No.[/Lexie] – dijo ella. Estaba pensativa, como si su mente estuviese en otro lugar. Dejó la taza sobre la mesa, sin terminar y aparentemente sin intenciones de hacerlo.

    – [Noah]Vale.[/Noah] – dije al cabo de un rato, al ver que no había intento de entablar conversación. Había aprendido que lo mejor en esos momentos era dejarla sola, así que me levanté para marcharme.

    – [Lexie]Noah, quiero…decirte una cosa.[/Lexie] – me interrumpió cuando mi mano estaba ya en la manilla de la puerta. La miré y vi que evitaba devolverme la mirada.

    – [Noah]Cuéntame.[/Noah] – dije, alejándome un poco de la puerta.

    – [Lexie]Es complicado.[/Lexie] – replicó. No había visto nunca a Lexie así, normalmente no tenía pelos en la lengua para prácticamente nada.

    – [Noah]Tenemos confianza.[/Noah] – la animé. Pese a que ella era hermética con su vida, yo le había abierto las puertas de la mía y le había confiado mis secretos para que no sintiese que tenía que seguir huyendo. Pese a todo, siempre parecía estar dispuesta a echar a correr y no mirar atrás.

    – [Lexie]Me gustas.[/Lexie]- soltó de pronto. Iba a decir algo, ni siquiera sé qué, y de la impresión solo conseguí atragantarme con mi propia saliva. Me quedé pensativo durante un instante, al menos para ella, para mí fue un buen rato repasando qué decir.

    – [Noah]Lexie yo…[/Noah] – que no fue gran cosa para todo el tiempo que estuve pensando.

    – [Lexie]¿No te gusto?[/Lexie] – preguntó ella, mirándome. Vi sus ojos claros durante una eternidad y me quedé en bucle. Lexie me había gustado desde siempre, y claro que me seguía gustando, eso era algo que no podía negar.

    – [Noah]Siempre me has gustado…[/Noah] – dije, con toda la asertividad posible. Ya se lo había dicho en su día y ella había dejado el tema en tablas, así que desde entonces había dado por imposible que hubiese algo entre nosotros más allá de la amistad. – [Noah]…pero…[/Noah] – el pero salió solo. Es justo de lo que te quería hablar, Destina, tanto tiempo pensándolo, dudando, sin hacer un movimiento con ninguna, para descubrir al final en el último momento lo que sentía.

    Los ojos de Lexie se humedecieron y me quedé sin poder hablar. No me sentía capaz de decírselo así. – [Noah]¿Estás bien?[/Noah] – pregunté, acercándome.

    – [Lexie]¿Es por otra?[/Lexie] – preguntó ella, más cerca.

    – [Noah]Lexie, yo…[/Noah] – titubeé, aunque no debía. No quería hacerle daño.

    Ella se puso en pie frente a mí y no pude hacer otra cosa que tragar saliva. Ella me miró, sin decir nada más. Su cuerpo se acercó al mío y me acerqué un poco, como si fuéramos dos imanes, casi sin poder evitarlo.

    Cuando su cuerpo se cernió sobre el mío y sus labios estuvieron a punto de rozar mi boca, solo pude pensar en una cosa: Allie.

    En ese instante, en esa milésima de segundo, tuve claro lo que sentía por ella y no podía hacer lo que estaba a punto de hacer. Me eché a un lado y aparecí detrás de ella. Tardó unos segundos en darse cuenta y para entonces yo seguía tembloroso.

     – [Noah]Lexie no puedo…ya no…estoy enamorado de otra persona.[/Noah] – confesé, caminando de un lado a otro sin poder controlarlo, bastante hacía que no estaba moviéndome a toda velocidad.

    – [Lexie]¿Eh?[/Lexie] – preguntó ella, desconcertada. Estaba preciosa, siempre lo había sido, pero en mi corazón, incluso teniendo dos, solo había hueco para Allie. No sabía si ella sentía lo mismo por mí, pero tampoco podía seguir aferrándome a la duda entre Lexie y ella por el miedo a que me rechazase. Quería mucho a Lexie, pero no de la misma forma en la que quería a Allie.

    – [Noah]Te quise mucho tiempo pero estoy enamorado de Allie.[/Noah] – aclaré. No podía mentirle. No quería hacerle daño, pero no podía mentirle. Ella se quedó allí, sin moverse. Casi me pareció verla sonreír como si no se creyera lo que estaba pasando.

    – [Noah]Lo siento…[/Noah] – me disculpé. Tuve miedo a que se fuera y no volver a verla, a que la vergüenza le hiciese no querer volver a verme.

    ¿Sabéis eso que dicen de que al final las cosas siempre son más fáciles en la vida real que en la imaginación? Bueno pues no siempre es verdad, porque Lexie se giró y salió de la habitación a toda prisa. Podría haberla seguido fácilmente, pero no creía que quisiera mi compañía en ese momento.

    Derrotado, salí de su cuarto y cerré la puerta con una llave que me había prestado para emergencias. No había rastro de Lexie en el pasillo. Como no tenía humor para la clase de ‘Desarrollo del Portfolio’ porque de todas formas tenía ya un par terminados, me fui a mi cabaña y decidí descansar.

    En cuanto me tumbé, mi cuerpo se dio cuenta de lo poco que había dormido e intenté cerrar los ojos, pero una nube de pensamientos me mantenía atado a la vigilia. Así que me preparé algo y comí para reponer fuerzas.

    Ya con el estómago lleno, decidí que no podía seguir así más tiempo. Había descubierto lo que sentía por Allie y teniendo en cuenta que esa misma tarde podría acabar encerrado y convertido en un sujeto de laboratorio de la compañía tecnológica más grande del mundo, no podía perder más el tiempo.

    Cogí el teléfono e hice una llamada a Allie. Ver el logo de Infinity en el teléfono y en la aplicación me dio escalofríos. – [Noah]Hola.[/Noah] – saludé con menos ánimo del que pretendía. En cuanto la vi en la pantalla me alegré al instante, estar con ella siempre era más fácil, como si uno de mis dos corazones estuviera ya en ella y cuando estábamos separados me sintiera incompleto.

    – [Allie]¿Qué te pasa, guapo?[/Allie] – preguntó, aprovechando la llamada para colocarse un mechón de pelo y poner ‘duckface’.

    Suspiré, no tenía sentido querer a alguien y ocultarle las cosas que nos preocupan. – [Noah]Lexie ha intentado…ligar conmigo.[/Noah] – le expliqué.

    – [Allie]¿Tu amiga?[/Allie] – preguntó ella. Asentí. Parecía no importarle mucho y eso me generó dudas sobre si ella buscaría en nuestra relación lo mismo que yo. Traté de despejarlas, romantizar los celos es algo que está muy metido en la cultura popular ya desde hace un siglo, pero no es cierto.

    – [Allie]Está buena, ¿no?[/Allie] – añadió.

    No supe qué decir, sonaba a trampa, aunque Allie lo dijo de forma tan despreocupada que no estaba seguro. Podía ser una mera apreciación porque, hasta donde sabía, Allie también era bisexual. – [Noah]No sé, es guapa, sí…[/Noah] – comenté de pasada. Vale, sí, a mi yo adolescente le ponía muy nervioso estar cerca de ella con mis hormonas revolucionadas y su cuerpo curvilíneo. Bueno, a mi yo más adulto también le pasaba un poco. – [Noah]No quiero que se sienta mal por haberla rechazado. Le tengo mucho cariño, pero de otra forma.[/Noah] – confesé, despejando de mi mente la imagen del físico de Lexie para centrarme en sus ojos claros. Para mí Lexie era ya de mi familia, casi como lo que tenían los Moondies.

    – [Allie]Pues ya lo superará. [/Allie]- replicó ella, encogiéndose de hombros.

    – [Noah]Eso espero.[/Noah] – dije pensativo.

    – [Allie]Anda, no te amargues.[/Allie] – añadió ella, sonriendo. Cuanto más la miraba, más preciosa me parecía. Quería memorizar cada uno de sus rasgos para tenerla siempre a mi lado.

    – [Noah]¿Te gustaría cenar conmigo pasado mañana? En plan…cita.[/Noah] – pregunté, intentando por primera vez ir por delante de mi mente. Para algunas cosas es mejor hablar antes de pensar.

    – [Allie]Claro.[/Allie]- afirmó ella, sonriendo ampliamente.

    – [Noah]G-genial.[/Noah] – respondí algo nervioso, quizá había esperado un no por respuesta. Quizá algunas cosas sí son más fáciles en la vida real que en la imaginación.

    Hablamos un rato más, disfrutando de estar con ella antes de sumergirme en el mundo de las pesadillas de mi padre.

    Esa tarde, antes de reunirme con los demás, seguí descansando, escribiendo en mi diario todo lo que recordaba para que si pasaba lo peor, mis padres estuvieran tranquilos y el mundo supiese la amenaza que nos rondaba.

    Evidentemente, también pensé en Lexie y en que en esos momentos quizá estaría pensando que su vida habría sido mejor sin conocer al puto Noah Arkkan. Esperaba poder volver para recuperar nuestra amistad y poder llegar a estar con Allie.

  • EPILOGO

    DIARIOS DE DESTINO – BARRIO OESTE

    Magnolia se bajó del coche y se despidió del resto de los ocupantes. Ninguno mostró demasiado ánimo ni alegría, todos estaban cansados y ese no era un día que la mayorían fueran a festejar. Pese a que habían detenido la guerra y habían puesto a salvo a casi toda la gente, habían sufrido pérdidas en todos los bandos, algunas, muy cercanas.

    Había pedido que la dejaran en un cruce para que no tuvieran que desviarse demasiado, así que mientras caminaba sola por aquella solitaria y silenciosa calle, Magnolia sintió que algo la observaba, pero no fue capaz de ver nada. Apuró el paso sin poder quitarse de la cabeza el recuerdo de Christopher, destrozado por la muerte de su hermano.

    En ese momento los Moondies estaban todos reunidos, apiñados para superar los duros momentos. En parte, los envidiaba. Magnolia volvería ahora a su apartamento solitario sin poder hablar con nadie de lo ocurrido, sin poder llorar a Nicholas porque los demás también necesitaban hacerlo. Ni siquiera se hablaba ya con sus padres desde hacía una buena temporada.

    Apuró el último tramo hasta llegar al portal. Llevaba encima algunos botecitos con arena que la hacían sentirse más segura, pero los viejos miedos son difíciles de olvidar. Cerró la puerta y sintió de nuevo que algo acechaba en las sombras. Ese pensamiento le acechó también en el ascensor y en el rellano, pero no había nada.

    Entró a su casa y colgó el bolso en una percha. Cansada, encendió las luces y entonces se sobresaltó al ver a una joven muchacha sentada en su sofá. Estaba pálida y tenía las manos sobre una herida sangrante.

    – [Omega]Ne…necesito tu ayuda[/Omega].- pidió la joven. Magnolia sintió entonces el viento filtrarse por una ventana rota de la sala de estar, por donde debía haber entrado la muchacha.- [Omega]Soy…soy la hija de Dominic Williams[/Omega]. – al escuchar ese nombre se relajó. Podía ser mentira, claro, pero Magnolia tenía un talento para saber si la gente le estaba mintiendo, y sentía que ella decía la verdad.

    – [Magnolia]¿La hija de Dom?[/Magnolia]- preguntó mientras corría al baño a coger el botiquín para ayudarla.- [Magnolia]¿Vienes del futuro?[/Magnolia]- añadió al volver junto a ella. La muchacha respondió y Magnolia se llevó una mano a la boca por la sorpresa. A Dominic seguro que le alegraría, Magnolia le había escuchado hablar a veces con Daniel y con Sarah preocupado sobre sus hijos. Seguro que no se tenía por buen padre, pero ella sabía que sí lo sería. Se arrodilló junto a la joven y empezó a tapar su herida. – [Magnolia]Deberíamos llamar a tu padre y a Sarah[/Magnolia].- comentó, pensativa. Quizá eso les animara un poco esa noche.

    – [Omega]Nadie puede saber que estoy aquí[/Omega].- replicó la joven, cortante. Magnolia alzó la vista. De las facciones agradables e inocentes que había visto al principio ahora quedaba poco. La muchacha tenía una mirada fría como el acero. Entonces se fijó en que la herida se estaba cicatrizando sola, poco a poco. – [Omega]¿Vas a ser un estorbo, Magnolia?[/Omega]- preguntó. Fue demasiado rápida, para cuando Magnolia quiso apartarse, la joven ya le sujetaba la mandíbula con fuerza, apretando mientras la miraba fijamente a los ojos. No, ahí no había rastro de la bondad de Dominic.

    Cansada aún del combate pero motivada por la supervivencia, se apartó y convocó la arena que tenía dispersa en botecitos de cristal para defenderse. La atacante intentó desviar la arena con telekinesis, quizá sí era la hija de Dominic después de todo.

     – [Omega]Verás, mi poder no está en sus mejores días desde que la Iniciativa experimentó conmigo hasta que escapé. La misma noche que mi «padre».[/Omega] – explicó, sonriendo mientras se quitaba la arena de encima. Magnolia sabía que los Moondies habían estado cautivos en la Iniciativa haría unos cuatro años. Intentó pensar como le había enseñado Christopher: tenía telekinesis y se regeneraba, pero hablaba de que su poder no estaba en sus mejores días. Había escuchado hablar a los Moondies de algo acerca de un enemigo muy peligroso que habían conocido en una visión del futuro, un enemigo con el poder de robar los de otros. Omega, lo llamaban. Siempre había asumido que era un hombre.

    – [Omega]Si matas a alguien que ya está muerto: no cuenta, ¿verdad?[/Omega]- preguntó, socarrona. Parecía estar disfrutando de darle caza. No entendía cómo podía salir de alguien tan puro y bondadoso como Dominic una persona tan oscura y perversa.

    Magnolia trató de defenderse interponiendo la arena entre ellos, moviéndola cada vez más rápido para cortar la piel de su atacante, pero ella tocó un plato decorativo de metal y se cubrió del mismo, cruzando la arena sin preocuparse. Trató de enviar un mensaje a los demás para socorrerla, pero los nervios no la dejaban hacerlo bien.

    No tuvo tiempo a hacer nada más. Lejos de ella, Omega usó su telekinesis partiéndole el cuello con rapidez. – [Omega]Joder[/Omega].- se quejó. Con Magnolia muerta, ya no podía acceder a su poder para unirlo a su lista. Sin recuperar el uso en condiciones de sus poderes no podía hacer más que mantenerse oculta. Los Moondies ya habían echado por tierra su oportunida de acceder a ese festín que era la gente de Z. Se colocó los auriculares y se marchó, dejando el cuerpo sin vida de Magnolia tras ella.

    Mientras tanto, en otro lugar, Dominic descorchó una botella con su poder para diluir las penas, pero el cansancio hizo que el corcho saliera volando sonoramente y la bebida le salpicase. – [Dom]Joder[/Dom].- se quejó, masajeándose la cabeza mientras otro servía la bebida.


    CUATRO MESES MÁS TARDE

    DAAKKA – CERCA DE LA PLAYA DE LOS MUERTOS, MERELIA

     

    Los meses posteriores a la ‘Guerra de Moondale‘ vivimos en una calma expectamente. La ciudad estaba aún lamiéndose las heridas de sus pérdidas y recuperando fuerzas para volver a ser la misma de siempre, aunque nunca volvería a ser la misma. Ninguno lo haríamos.

    Como era de esperar, o al menos eso decía Matias, el pulso electromagnético de la Iniciativa había evitado que se tomase cualquier tipo de grabación de los hechos y para el resto del mundo, Moondale fue una ciudad más víctima de un atentado terrorista cargado de tintes racistas por un gobierno que lo era abiertamente.

    Los de arriba enviaron ayuda militar, sí, supuestamente para ayudar con la reconstrucción de los edificios que se habían visto dañados. El dinero llegó, teóricamente, pero solo para cubrir que los soldados que habían enviado se habían encargado en su lugar de cubrir sus huellas y enterrar profundamente la llave de la Iniciativa Awaken. El lugar que me había visto nacer y me había mantenido en cautiverio, junto con las pesadillas de muchos miembros de mi familia, había pasado a la historia.

    El Bosque de los Lobos se encargaría de engullir con el tiempo la construcción de los hombres que habían intentado sobreponerse a la naturaleza. Algunos de los activos habían escapado gracias al poder de Mental, por desgracia también los peligrosos como King, Queen e incluso Easy, pero muchos habían muerto en una guerra sin sentido y probablemente sus familias, si es que las tenían, no sabrían nada de su desenlace. La cabeza visible del proyecto había muerto con Preston y ahora era demasiado arriesgado para el gobierno mantenerlo en funcionamiento.

    No podía decir que me alegrase tampoco, aunque resultase un alivio que mi hijo fuese a crecer en una Moondale sin la Iniciativa. En estos meses habíamos tenido muchos temas personales de los que ocuparnos, pero no pudimos estar del todo tranquilos porque Z y los suyos seguían ocupando el Palacio Kvinneby.

    Sus números también habían disminuido. Habían perdido gente y algunos de los que tramaban dentro del bando negro se habían conseguido escapar, concretamente el Rey y la Reina del bando negro, otra amenaza de la que teníamos que estar pendientes.

    A sabiendas de que su trabajo con la Iniciativa estaba terminado por el momento, los O.W.L.S. decidieron trabajar junto a Gambit para idear el nuevo refugio de los sobrenaturales y asegurarse de mantener a raya el poder que ostentaba Z y la amenaza que suponía para el mundo.

    Eso era lo que nos había llevado a mí y a una cala vecina de la Playa de los Muertos de Merelia, donde en ese momento estábamos viendo docenas de camiones cargados de productos de primera necesidad y materiales de construcción. Dudaba que fuesen a construir su ciudad en una cala, así que la curiosidad me embargaba.

    Selardi apretó mi mano, pese a estar en forma humana. Estos meses habíamos tenido tiempo a dedicarnos más a nosotros mismos y al bebé que crecía a pasos agigantados en su barriga. La miré, estaba radiante, como siempre. Su piel brillaba y su pelo rosa claro acentuaba sus ojos. Llevaba una capa que la protegía de la fría brisa marina. A Selardi no le habria gustado que le dijera que estaba muy guapa, pero no podía pensar de otra manera. Habíamos sobrevivido, estábamos juntos y esperábamos un niño.

    – [Shawn]No queda rastro, para el gobierno será una nación invisible.[/Shawn] – escuché decir a «Shawn Douglas», el nombre que había tomado Frank Umbra, – bueno, su clon – al recibir la impronta de un viejo miembro de los O.W.L.S. En ese momento estaba hablando con el resto de sus compañeros, Sarah y Christopher. Gambit estaba algo más alejado de nosotros, especialmente Petra que miraba el mar en la orilla. Z y Beatrix estaban manteniendo las distancias, sobre todo él.

    – [Sarah]¿Creéis que seréis capaces de ser una nación autosuficiente?[/Sarah]- preguntó Sarah, dejando patente la preocupación de todos. Shakti también tenía una barriga muy bonita y con su genética de Cazadora parecía que ni siquiera le molestaba. Daniel estaba cerca de ella, escuchando, mientras conversaba con Diana.- [Sarah]Parece difícil[/Sarah]. – añadió. Dom y Rebecca estaban un poco más alejados en ese momento, sentados en el muro de piedra que cercaba la cala. Rebecca tenía una barriga enorme por los gemelos y le molestaban los pies, que tenía sumergidos en el agua.

    La verdad es que escribiéndolo ahora me resulta gracioso pensar en los «ataques de Easy», que habían provocado un aumento de la natalidad en Moondale, o al menos en nosotros, impresionante. No había sido un mal plan, claramente nos habría dejado a todos fuera de juego, tanto por el cansancio del sexo en sí como por el embarazo posterior. Teniendo en cuenta que seguía libre, nos imaginaba a todos con una camada como nos tuviese por enemigos.

    Los que no tenían la misma excusa eran Vincent y Mara, que en ese momento escuchaban, con Idris en los brazos señalando a Mia, bueno, a una parte de Mia. Mara había anunciado hacía poco de una forma bastante aséptica que estaba embarazada, evidentemente con las bromas de Diana respecto a su «matrimonio apañado». Al final resultó que lo suyo funcionaba mejor de lo que incluso ellos debían haber imaginado. Quizá todo lo que nos había pasado juntos, las Pruebas, la guerra, los miedos…nos habían hecho formar un vínculo inquebrantable entre nosotros, yendo a más en algunos casos.

    – [Olivia]Pero no es imposible[/Olivia].- respondió Olivia metiéndose las manos en los bolsillos. Seguía vestida muy formal para tener los pies en la arena y a su hijo, Henry, jugando unos metros más allá. La teoría era que los O.W.L.S irían a la ciudad de los sobrenaturales a mantener el control. Me imaginé lo dificil que sería dar ese salto con un niño pequeño y el valor que debía tener para hacer lo que necesitaba hacer.- [Olivia]El Bando Negro ya no existe y todos los que nos vamos a la isla, sabemos qué es lo que nos conviene[/Olivia].- aseguró de forma parca. Era una mujer seria, que se hacía respetar, por eso la habían elegido para ser representante en Gambit en el puesto que había tenido en su día Abel Moreau. El resto de puestos que habían quedado vacíos estaban también asignados, pero nadie nos había dicho por quién.

    – [MacLeod]Aun así, no va a ser fácil. La Iniciativa puede volver. Si no ellos, otros.[/MacLeod] – intervino Christopher con aspecto aún más cansado. Esta vez no era por la pequeña Amy que reía en brazos de Ed mientras Lucy le hacía gracias. Lo que le pasaba a Christopher es que había tenido muchas preocupaciones y poco tiempo para llorar a su hermano Zack. – [MacLeod]¿Dónde os trasladaréis exactamente?[/MacLeod] – preguntó, intentando sacar a la luz el gran secreto. Los protegidos de Z caminaban de un lado a otro entre los camiones, preparando cosas.

    -[Lincoln]¿Conoces el mito de la Atlántida? Pues bueno…-[/Lincoln] trató de explicar Lincoln señalando a Petra con la cabeza. Cogió al pequeño Henry y se lo llevó a un camión de ganado para que viera las ovejas. La Torre blanca, dándose por aludida, se giró hacia nosotros.

    – [Petra]La diferrensia es que esta isla no ssse va a hundirr[/Petra].- replicó. Christopher la observó con ojos entrecerrados mientras ella volvía a encararse hacia el mar. Pronto empezamos a escuchar un ruido y las aguas se agitaron violentamente. Temí que se acercase un tsunami y mi instinto me instó a correr y poner a salvo a Selardi y al resto, pero de pronto las aguas se pararon en el aire. Frente a nosotros, Edward Teach movía las manos, reteniendo el mar con su voluntad.

    Sentí que observaba de primera mano una recreación de Moisés dividiendo las aguas, salvo que esta vez, solo las retuvo mientras Petra hacía emerger un islote rocoso enorme que cubrió el horizonte.

    -[Dom]Un poco rocoso ¿no? -[/Dom] preguntó Dominic, observando la enorme extensión de tierra que se había alzado delante de nosotros. Una chica joven y una mujer con aspecto de árbol se colocaron juntas de cara a la isla y empezaron a hacer brotar la vida vegetal. Bosques e importantes recursos naturales brotaron con facilidad. Edward Teach extrajo del mar un torrente de agua que dejó atrás las impurezas para convertirse en agua dulce y se usó para formar ríos y lagos. El poder de los sobrenaturales podía cambiar el mundo para bien, erradicar el hambre, las enfermedades, los repartos desiguales de riqueza, pero la propia naturaleza del ser humano (y sobrenatural también) le hacía incapaz de aceptarlo. Solo funcionaría en una pequeña nación como esa, en la que los fundadores ya se conocían y habían formado sus vínculos. Otros miembros de Gambit y de los Protegidos se sumaron a los que ya estaban terraformando la isla para terminar de hacerla perfectamente habitable.  – [Dom]No he dicho nada.[/Dom] – replicó Dom, sonriendo impresionado. Ver el verdadero poder de esas personas en despliegue era abrumador.

    Nos despedimos de los más conocidos, al igual que de Ted y April, que se iban con ellos junto con algunos otros sobrenaturales. Leonard habría tenido un buen futuro allí, pero decidió luchar con nosotros y por ello perdió la vida a manos del Rey Negro, como tantos otros aquél desdichado día.

    – [Carbon]Pórtate bien, en serio.[/Carbon] – escuché decir a un Russell a otro, mientras que otro más estaba al lado. Al parecer iba a separarse para estar en varios sitios a la vez en lugar de recluirse en la isla.

    Cuando terminó la terraformación, la isla que estaba frente a nosotros parecía un paraíso, y eso solo a simple vista. Edward Teach se acercó a nosotros caminando lentamente mientras los camiones cruzaban a la isla. – [Tide]No tenemos que preocuparnos por que nos detecten. La isla estará siempre en movimiento y Software nos mantendrá fuera del radar.- [/Tide] aseguró. Parecía que lo tenían todo cubierto. Me fijé en que ‘Tide’ se quedó observando a Lucy, que le devolvió la sonrisa sin saber muy bien qué hacer.

    La Reina Blanca descendió de entre las nubes.- [Amaya]¡Qué maravilla[/Amaya].- respondió, admirando la isla. Solo con ella, ‘Tide’, ‘Petra’ y ‘Software’ podían ser ya invisibles e inaccesibles. Caminamos junto a Amaya, acercándonos a la nueva isla.

    Sarah se acercó hacia Z y Beatrix, bajo la atenta mirada de todos nosotros.- [Sarah]Que te vayas no implica que olvide que ha muerto gente por tu culpa[/Sarah].- le escuché advertirle con seriedad. Lo que había ocurrido había sido horrible, gente buena había muerto por una guerra sin sentido, que podría haberse resuelto de la misma forma que lo estaba haciendo ahora.

    – [Z]No eres la única con buena memoria, Sarah.[/Z] – respondió él, girándose. De nuevo vestía de blanco, un color que siempre me haría pensar en la sangre que estaba en sus manos. – [Z]No molestaremos a nadie mientras nadie nos moleste.[/Z] – sentenció. Sarah frunció el ceño, no era la única que se lo tomaba como una amenaza. La arrogancia de Z era su perdición, aunque de todas formas, una relación cordial con él era imposible.

    – [Sarah]¿Eso es una amenaza?[/Sarah]- le espetó Sarah, enarcando una ceja. Se cruzó de brazos y le miró. Su redonda barriga y si pequeña estatura no restaban poder a Shakti. Seguía emanando un halo de fuerza a su alrededor.

    Z fue a responder, pero Beatrix le puso una mano en el brazo. Él la miró, iba vestida con una ropa escueta de playa, parecía estar adaptándose a los nuevos tiempos. En lugar de rebatir, miró una vez más a Sarah y caminó hacia la isla.

    – [Sarah]Hasta siempre[/Sarah].- se despidió Sarah, sin moverse. Beatrix se quedó atrás. Miró a Sarah y se acercó para darle un abrazo auténtico antes de irse. Sin Beatrix probablemente la guerra nunca habría terminado. Habríamos visto uno de los dos futuros y ninguno era muy llamativo. Por desgracia sabíamos que en algún lugar, Omega estaba pendiente de nosotros, amasando poder y recuperando fuerzas. Volví a mirar a Rebecca, cansada, con su enorme barriga. Sus hijos no serían los mismos que vimos, ya era imposible, el hombre vil que los había criado en ese futuro estaba ya muerto, pero Omega estaba aquí.

    – [Logan]Sigo sin saber por qué no estaríamos mejor en una isla en la que nadie diese por el culo.[/Logan] – escuché decir a Logan, sacándome totalmente de mis pensamientos.

    – [Mia]¿Te parece que he estado poco tiempo escondida, Logan?[/Mia]- respondió Mia. Desde que había huido con nosotros del Palacio se había convertido en una auténtica heroína, fuerte y sin dejarse pisar por el ego de Logan. En ese momento tenía a Cole en brazos. Su madre había intentado ayudar a gente a defenderse en la ciudad y había muerto a manos de un activo de la Iniciativa. Al menos el pequeño tenía a Mia, que le cuidaría a partir de entonces, pero perder a una madre no podía ser nada fácil. Cada vez que lo pensaba mi cuerpo, ya fuera humano o demoníaco, temblaba de miedo por las cuatro madres recientes en pasado o futuro que tenía nuestro grupo.

    – [Logan]Vale, vale, no digo nada…[/Logan] – replicó Logan. Por suerte no volvió a decir nada en todo el rato que estuvimos allí, despidiéndonos de la gente con la que en otras circunstancias podríamos haber conectado, como Petra, Bagheera o Aaron y Amaya, así como de los O.W.L.S.

    – [Diana]¿Esta gente no se va nunca o qué?[/Diana] – preguntó Diana, sonriente. El humor general era de alivio, pero también seguía la pena y la incertidumbre sobre nuestro futuro, así que Diana, como siempre, se aseguró de que todos nos encontrásemos mejor.- [Diana]¿Cuánto tiempo llevamos con esto de Z, cuatro años?[/Diana] – añadió, riéndose. Lo cierto es que parecía que había pasado una eternidad desde nuestras Pruebas, habíamos cambiado mucho. Habíamos ganado y habíamos perdido.

    – [BlackMarket]¿Alquien quiere cambiar de poderes? Última oportunidad…-[/BlackMarket] preguntó uno de los rezagados de Z, el tipo calvo que intercambiaba poderes, al que al parecer le daba cierto alivio hacerlo.

    – [Diana]Aquí lo único que parece que hace falta es una caja de preservativos[/Diana].- replicó Diana, consiguiendo que se fuese. Después miró al grupo, donde los embarazos destacaban fácilmente. – [Diana]¿Es que nadie tiene Netflix o qué?[/Diana] – preguntó. En realidad sí teníamos, era de Sarah, que nos había dejado una cuenta para cada casa, pero en el tiempo en el que se habían producido los embarazos teníamos más ganas de otras diversiones.

    – [Dom]Ed seguro que no, tiene cabras.-[/Dom] bromeó Dominic. Dudé si responder como lo habría hecho hablando con Selardi, pero me contuve, a los demás no les resultaría cómodo hablar de esos temas aunque todos sabíamos perfectamente lo que había hecho Easy y las «urgencias» que había despertado durante meses.

    – [Daakka]¿Selardi necesita algo? -[/Daakka] pregunté, acariciando su bonita barriga. Desvié la mirada a Daniel, temía que nuestra relación empeorase por el embarazo de Selardi. Quizá solo era que últimamente no habíamos podido hablar en privado.

    Daniel no respondió, pero vi a Sarah hincarle el codo en las costillas y entonces me devolvió la sonrisa. Aunque Sarah le hubiese espoleado, sentí que era una sonrisa sincera. Selardi me había dicho que había hablado con Daniel y que se alegraba por nosotros, pero solía ser tan serio que cuatro meses después había temido su reacción hasta ver esa sonrisa. – [Daniel]Lo bueno de que sean sostenibles es que con suerte no volveremos a saber de ellos.[/Daniel] – comentó, naturalmente resentido. Las cosas podrían haber sido muy distintas, pero al final solo podía ser un alivio verlos marchar. Por mucho que Z hubiese desviado una pequeña cantidad de sus reservas económicas a reconstruir los daños de la ciudad, la gente no podía volver a la vida con dinero y lo que habíamos vivido no iba a cambiar.

    – [Vincent]Nos hemos ganado un descanso.[/Vincent] – aseguró Vincent. Sin un problema nuevo en el horizonte cercano, pero varios problemas recurrentes que siempre estarían ahí, lo cierto era que había llegado nuestro momento. Habíamos salvado el mundo varias veces, teniendo que vivir nuestras vidas como parte de ese camino, casi siempre en segundo plano. Ahora había llegado el momento de disfrutar de nosotros y de nuestros hijos hasta que el mundo volviese a necesitar ser salvado.

    Habíamos superado tres de las cuatro puertas. Nos habíamos enfrentado a la mismísma Muerte, habíamos desafiado y vencido a la Locura y habíamos sobrevivido al Sueño. Por desgracia, todavía nos quedaba enfrentarnos al Olvido, aunque para eso, nos esperaban unos años de descanso relativo.

  • FOBIA

    Daniel Arkkan | Bosque de los Lobos

    La vida había hecho de mí un guerrero. Quizá podría haber sido muy diferente, haber tomado cualquier otro camino, pero en ese momento me parecía lo más lógico. Un guerrero no tiene sentido sin un combate que librar, al menos en teoría. Dejadme que os confiese una cosa: en cualquier momento habría dejado con gusto el camino que había elegido con tal de no ver el horror y la pena de una guerra como la que estaba sucediendo.

    Por mucho que lo explique, resulta muy difícil llegar a empatizar con cómo se siente de verdad una guerra, pero lo intentaré. Lo primero es que por mucho que hagas planes, eventualmente te encontrarás en un amasijo de cuerpos luchando entre sí donde la confusión es capaz de convertir amigos en enemigos. Por eso los uniformes de Lucy nos permitían diferenciarnos mejor.

    Por otro lado, cuando empieza el combate de verdad, tienes que entregarte a un instinto primario de supervivencia. Las preocupaciones por los demás pasan a ser puntos débiles, por eso tienes que asegurarte de confiar en las personas junto a las que luchas y no dudar de sus capacidades. En mi caso, podía temer por algunos de ellos pero sabía que eran capaces de sobrevivir. El mayor miedo lo tenía por Christopher, Zack y los Satellites y otros que habían decidido ayudarnos pero no tenían experiencia.

    Cuando estás combatiendo, resulta prácticamente imposible vigilar dónde se encuentran los demás y si necesitan tu ayuda. Todo se empieza a suceder rápidamente. Tienes al enemigo frente a ti y todo se reduce a sobrevivir y en nuestro caso, dentro de lo posible, en incapacitar al otro sin acabar con su vida. Era un lujo que nos exigíamos y con el que la Iniciativa y Gambit no cargaban.

    Para mí fue un alivio que el plan del teletransporte funcionase. Principalmente por dejar de preocuparme de la gente inocente que podía estar sufriendo por algo en lo que no tenían nada que ver, pero también porque mis años de soledad me habían hecho sentirme cómodo en el bosque, sabía cómo aprovecharme de la naturaleza para conseguir ventaja y eso me permitió echar un vistazo a lo que ocurría a mi alrededor de vez en cuando.

    Principalmente conseguir ver a Sarah y a Cara, confiando en que los demás estuvieran a salvo. Cara parecía una auténtica amazona con su arco enfrentándose a auténticas oleadas de nuevos activos de la Iniciativa, que había formado un ejército. Sarah había ido directa a cortar la cabeza, enfrentándose al propio Z en combate singular, aguantando perfectamente contra él.

    El tiempo siguió pasando, en las guerras, no hay descanso y el cuerpo termina resintiéndose severamente. ‘Sendero Oscuro‘ cercenó las cabezas de dos vampiros de Gambit y tras las cenizas, varios metros más allá en el claro, vi un cuerpo menudo de cabellos rubios en el suelo.

    Mi corazón se detuvo instantáneamente. Olvidé todo lo que sabe un guerrero y corrí atravesando el campo de manera vulnerable hasta ella. Sarah no podía estar muerta, en mis Pruebas le había conseguido una oportunidad, en los futuros ella seguía viva. Z no podía haber dejado que muriese, creía que la necesitaba.

    Mi mente se daba todo tipo de argumentos para luchar contra la evidencia de mis ojos. Recibí un corte en una pierna de un demonio de la Iniciativa. Mi mano buscó la espada y escuché el grito cuando cortó carne y hueso, pero no me detuve a comprobar a mi enemigo.

    Me arrodillé al lado de su cuerpo, incapaz siquiera de llorar. Sarah estaba en el suelo, con su ferocidad convertida en el inocente cuerpo de una persona a quien se le ha robado la oportunidad de vivir y de ver a sus hijos. El dolor me estaba destrozando y no me dejaba pensar, pero me forcé a hacerlo y entonces empecé a notarlo.

    No olía a Sarah. Un licántropo podría haberse dado cuenta antes, pero a mí me había llevado tiempo y concentración. El engaño que tenía ante mis ojos me habría convencido completamente si no hubiera tenido la predisposición de enfrentarme en algún momento a mis miedos, convertidos en realidad por el Rey Negro.

    Como si hubiese sentido que le había descubierto, el cuerpo inerte de la Sarah de pesadilla emitió una carcajada gutural mientras se ponía en pie con agilidad e intentaba clavarme la Lágrima de Freya. Me eché hacia atrás y aferré con fuerza Sendero Oscuro, pidiendo a quien pudiera escucharme no tener que enfrentarme a Sarah, ni siquiera a una imagen suya.

    – [BlackMask]Eres un festín andante.[/BlackMask] – se jactó la pesadilla con una voz gutural masculina. El Rey Negro se alimentaba de los miedos que él mismo desataba. Era un enemigo peligroso al que habría preferido no enfrentarme, pero ya no había marcha atrás.

    Evité responderle. Por lo que sabía, sus tentáculos ya estaban reptando por mi mente, buscando miedos y traumas a los que aferrarse. Me preparé para volver a ver a mis padres, aunque jamás estaría preparado para ello verdaderamente. Su muerte había cambiado mi vida irrevocablemente.

    Pero en lugar de en ellos, la Sarah de pesadilla se transformó en un enorme demonio con aspecto de depredador que supe instantáneamente quién era: El Juthrbog. Sonrió, mostrando unos dientes afilados y se acercó. A sus pasos le acompañaba el sonido de algo arrastrándose por el suelo. Tardé unos segundos en ver los cuerpos que llevaba encadenados a su torso. No quise mirarlos, era lo que quería, pero reconocí a varios antes de apartar la mirada: mis padres, Cara, Dom y de nuevo, Sarah.

    El demonio golpeó con uno de sus enormes brazos pero lo esquivé. Aun así, no esperaba que ese monstruo de pesadilla fuese tan rápido como para asestar otro golpe con el brazo contrario que me tumbó. Para ser producto de mi cabeza, pegaba con bastante fuerza. Mientras estaba en el suelo, el demonio sacó una maza que lanzó dispuesto a aplastarme, pero se detuvo en el aire a unos centímetros de mi pierna izquierda.

    En la cintura del Juthrbog aparecieron más víctimas y supe que era Dom antes de girarme para verlo.

    – [Dom]No es real. ¿Crees que este es mi mayor miedo? – [/Dom] preguntó, enfrentándose al demonio que había asesinado tanto a sus padres como a los míos mientras yo me ponía en pie. A Dom y a mí siempre nos uniría la tragedia, pero habíamos conseguido ir más allá y convertirnos en verdaderos amigos.

    Me uní al combate esperando que nuestras fuerzas le hicieran retroceder, pero el demonio era duro como si fuese real.

    – [BlackMask]Conozco todos tus miedos, Dominic Williams.[/BlackMask] – espetó la voz del demonio. Llevó una mano a su cintura y alzó tres cuerpos colgados de unas cadenas. Intenté no apartar la vista al ver a Rebecca, mi mejor amiga en la infancia, muerta a manos de ese ser. No quise imaginarme cómo sería para Dominic, porque yo mismo acababa de pasar por algo parecido con Sarah.

    – [Dom]¿Sabes cual es el problema de los miedos? Pueden hundir a las personas y es entonces cuando atacas.[/Dom] – replicó Dominic mientras aguantaba un zarpazo del demonio. – [Dom]Pero también les puede hacer luchar más todavia y acabas de tocar un tema que realmente me molesta. -[/Dom] sentenció. Sus ataques se hicieron más fuertes, pero también más salvajes y descontrolados. Intenté equilibrarme a su estilo de combate, tratando de defenderle cuando se dejaba demasiado vulnerable.

    – [BlackMask]¿Créeis que esto es un cuento donde perderé poder al tener más enemigos?[/BlackMask] – preguntó, sin perder el control. Esa había sido una de las teorías. Pensé que quizá no estaba surtiendo efecto porque Dominic y yo teníamos un miedo común, pero temía que el poder del Rey Negro fuese más de lo que esperábamos. – [BlackMask]El miedo no entiende de eso. Se adapta, busca cada resquicio, cada hueco, cada deseo más profundo.[/BlackMask] – por un momento volvió a su forma habitual y sus ojos se tiñeron de un negro absoluto. A su alrededor pareció encenderse una hoguera de puro fuego negro.

    Del fuego surgió una figura digna de las pesadillas. Vestida con un traje de cuero con púas de acero en varios puntos y un rostro letal, Omega continuó caminando con una sonrisa en los labios mientras miraba a su padre. Intenté interponerme, ese miedo sería menos fuerte si se enfrentaba a mí, pero sin ni siquiera mirarme Omega me alzó en el aire y sentí que mi garganta era presionada por una mano invisible y férrea.

    – [Dom]Jane… detente, tú no eres así.-[/Dom] intervino Dominic. Boqueé, tratando de coger aire. De nuevo me sentía como cuando era pequeño, luchando por respirar. Había vuelto a ser un niño indefenso que no podía luchar por su vida.

    – [Omega] ¿Y tú qué sabes cómo soy? [/Omega] – le espetó, dejándome caer. Boqueé a toda prisa intentando coger aire. Miré mis manos, con las pequeñas cicatrices a las que me había acostumbrado. No eran las manos de un niño, no me estaba ahogando. Solo explotaba mis miedos, pero de una forma que no dejaba nada que envidiar al demonio del miedo.

    – [Dom]Pa… para.. no…-[/Dom] escuché pedir a Dominic, sujeto esta vez por la mano de Omega en lugar de la telekinesis. Si emulaba perfectamente nuestros miedos, Dominic debía estar sintiendo que Omega le absorbía su poder y con él, su vida, acompañado de un dolor que era como sentir que cada terminación nerviosa de tu cuerpo estuviese atravesada a la vez por una aguja.

    – [Daniel]Dom no…[/Daniel] – me puse en pie y me abalancé contra Omega, pero algo me golpeó con fuerza en los tobillos haciéndome caer de nuevo. Me levanté lo más rápido que pude y la vi frente a mí.

    – [Sasha] Eres débil, aesir. Por eso ella se ha cansado de ti[/Sasha] – Sasha estaba en pie de guerra delante de mí, armada con el bastón que le había hecho y enfundada en el traje blanco que se había cambiado después de que Sarah se lo sugiriese.

    Antes de poder responderle que no era ella, que era solo un miedo, escuché un ruido sordo y me giré para ver a Dom inerte en el suelo, delante de Omega, que se desvaneció. El terror y el dolor me invadieron como en una oleada, apoderándose de mí. – [BlackMask]Solo otra vez. Aunque nunca has dejado de estarlo realmente.[/BlackMask] – se mofó el Rey Negro.

    – [Daniel]Solo es otro truco.[/Daniel] – dije, intentando convencerme. Pero Dominic no se movía ni se desvanecía. Corrí hacia él, dando la espalda a Sasha. Dom no tenía pulso ni respiraba. Intenté reanimarle, pero estaba completamente inmóvil, sin vida.

    Volví la mirada con rabia buscando al Rey Negro, pero solo vi a Sasha. Caminaba hacia mí, pero se detuvo y miró hacia otro lado. Al poco, Sarah se acercó a ella y le dio la mano para caminar juntas. Sarah estaba cambiada, llevaba un traje como el de Sasha pero en negro.  – [Sarah]¿Lo es?[/Sarah] – me preguntó. Su voz se parecía tanto a la de ella.

    – [Daniel]Sé que lo es.[/Daniel] – respondí intentando parecer firme. No temía que Sarah me dejase por Sasha, la conocía, sabía que quería estar conmigo. Pero…

    – [Sarah]Entonces no te importará que la bese. [/Sarah] –  replicó ella. Se giró para mirar a Sasha y el amor que sentí en sus ojos me partió el corazón. Seguía arrodillado en el suelo junto al cuerpo de Dominic y esa mirada me dejó clavado. Después, Sarah la atrajo hacia sí y sus cuerpos se fundieron en un apasionado beso que duró siglos.

    No sabía qué hacer, ahora, narrándolo, es muy distinto, pero en aquél momento la sensación de realidad estaba desapareciendo casi al completo por el efecto del poder de Rey Negro. No solo invocaba tus peores pesadillas delante de ti, si no que se alimentaba del miedo que generaba, haciéndose más fuerte y parasitaba tu cerebro sumergiéndote cada vez más en sus escenarios.

    No sabía qué hacer, tampoco podía luchar contra ellas por estar besándose. – [Daniel]No vas a poder.[/Daniel] – intenté luchar en vano. Estaba roto, creía de verdad que había perdido a mi mejor amigo y a mi amor y mejor amiga en un lapso de minutos.

    – [Sarah]Al final, me cansé de ti.[/Sarah] – continuó. Las palabras dolían más que los golpes del demonio. Empezó a embargarme una pena muy profunda, acompañada de rabia e impotencia. – [Sarah]Con ella era todo fácil.[/Sarah] – añadió, acariciando a Sasha con complicidad.

    – [Daniel]No. Sarah, por favor, no me dejes…[/Daniel] – le pedí. Ahora lo pienso y me avergüenzo no solo del miedo que había conseguido explotar el Rey Negro, si no imaginarme en rodillas, con los ojos anegados de lágrimas, rogando. No era bonito, pero la vida nunca es bonita. Los héroes no son invulnerables, también caen, tienen miedo y lloran. Si mis hijos leen algún día esto, quiero que sepan que su padre era humano.

    – [Sarah]Ella no arrastra su pasado como algo trágico.[/Sarah] – la sonrisa de Sarah me atravesaba. La luz de mi oscuridad se estaba convirtiendo en tinieblas. Siempre había temido que la muerte de mis padres me hubiese convertido en alguien que no era capaz de tener a nadie cerca. Había alejado a los MacLeod, me había alejado de todos cuando Sarah se fue al Palacio y al final, me había alejado de ella. Era culpa mía, yo la había perdido, había perdido a la persona que más quería en este mundo.

    – [Daniel]No.[/Daniel] – pedí. La sal de mis lágrimas se cristalizó en el suelo. Hacía frío.

    – [Sasha]Soy como tú, aesir.[/Sasha] – Sasha se acercó hasta mí. No comprendía que eso pudiera ser un miedo, ni siquiera intentaban atacarme, solo estaban diciendo la verdad. – [Sasha]Yo también pienso que es la luz de mi oscuridad.[/Sasha] – me puso una mano en el hombro, como si intentase animarme. Ese gesto fue mucho peor que si me hubiese golpeado. Al menos así habría sabido su propósito, pero eso solo hizo que me viese más inmerso aún en la pesadilla.

    – [Daniel]No. Nunca la querrás como yo.[/Daniel] – no quería mirarlas, no quería que me vieran así, llorando, pequeño, débil…incapaz de hacer nada por la mujer a la que amaba. Traté de lanzar un destello de luz con mi poder para despejar esa pesadilla, pero no pude. Me miré las manos y volví a canalizar mi poder. Nada. Ya no tenía poder.

    – [Sasha]Puede que no me creas ahora, pero cuando todo acabe, seguirás pensando en esto y al final, volverás a estar solo.[/Sasha] – añadió Sasha. No sería la última vez que tuviese esa pesadilla y eso quizá sería por culpa de esa frase, que me perseguiría durante mucho tiempo.

    Ya no era nada, sin Sarah no era más que un niño roto que juega a ser el héroe con espadas afiladas. Xander y Elle vinieron a mi cabeza y lloré incontrolablemente, ya no los conocería nunca.

    Mis pesadillas se prepararon para rematarme. Sentían pena de mí, querían ayudarme. Quizá debía dejarles, así todo sería más fácil. Podrían ser felices todos sin que yo les molestase. Fue entonces cuando un destello abordó mi mente.

    – [Sarah]No sé qué estás viendo, pero te quiero muchísimo[/Sarah].- escuché decir a la voz de Sarah. Miré al frente, no era esa Sarah, estaba seguro. Es difícil explicar cómo es hablar con alguien mentalmente, no es como una conversación por internet, no son solo palabras lo que vienen a tu mente, son también imágenes, esencias de esa persona. Resumiendo, la sientes cerca de ti, sabes que está ahí.

    Sarah estaba luchando contra Aaron, manteniendo el tipo contra su terrible fuerza. La admiré, embriagándome de la luz que desprendía en toda mi existencia. Sentía que los sombríos tentáculos del miedo se disipaban.

    – [Daniel]Sarah… Yo también te quiero. Puede que os haya visto a Sasha y a ti.[/Daniel] – me puse en pie. La pesadilla compuesta por Sasha y Sarah me observó como un depredador. Se juntaron más, volviéndose más íntimas, intentando a la desesperada explotar un miedo que ya no podían aprovecha. Tomé nota para agradecerle a April que me conectase con Sarah en un momento así, pero lo cierto era que no sabía cómo podría haber conseguido saber qué era lo que necesitaba, parecía obra de un telépata con más poder, y así era.

    Sarah soltó una carcajada. No una carcajada literal si no que se rió en persona y sentí en los ecos de su mente que se habría echado a reír. La comunicación mental es un tema complejo.- [Sarah]¿Estás seguro de que era una pesadilla?[/Sarah] – preguntó, mofándose.

    – [Daniel]Ahora que lo dices.[/Daniel] – respondí, echándome a reír. La forma de mi mente de ver la situación cambió completamente.

    – [Sasha]Eres un pervertido, aesir[/Sasha].- replicó la voz de Sasha. Era curioso sentir cómo su «presencia» se parecía más a la mía que al blanco impoluto y tranquilo de la presencia de Sarah. Nosotros teníamos más violencia, rabia y tristeza acompañándonos. Quizá por eso también se había explotado ese miedo, porque sabía que me parecía a Sasha.

    – [Daniel]Eh, sal de mi cabeza, Cazadora.[/Daniel] – respondí con familiaridad. Sabía por Sarah que la vida de Sasha había sido muy dura y también veía perfectamente lo que sentía por Sarah, así que podía ponerme en su piel viviendo día a día el miedo que yo había sentido durante unos minutos. Por eso sentía la necesidad de ayudarla y ser buena persona con ella.

    El efecto del Rey Negro se desvaneció del todo. Las Sarasha (así las llamaba Diana) íntimas desaparecieron. Miré detrás de mí y el cuerpo de Dominic también, pero seguía enfrentándose a Omega.

    – [Sarah]Dom, ¿qué está pasando?[/Sarah]- escuché preguntar a Sarah con una voz suave. Quien nos estuviera conectando era capaz de meternos a todos en una misma conversación mental. Nos habría venido bien tener a alguien así a menudo. La mente de Dom se sentía presente, pero tardó en responder.

    – [Dom]Jane… Omega esta aquí.-[/Dom] dijo finalmente. Yo que le estaba viendo sufrir a manos del Rey Negro le vi observando a su alrededor, alterado. Omega ya no le estaba estrangulando, en su lugar le estaba torturando con las muertes que había sembrado en aquél distópico futuro. El motivo de que la Iniciativa no pudiese ganar. Dos soldados de la misma intentaron coger a Dominic desprevenido, pero corrí hacia ellos y le defendí mientras se enfrentaba a su miedo. – [Dom]Owen…-[/Dom] dijo en su mente. Vi por el rabillo del ojo cómo se arrodillaba y aferraba un puñado de hojas. La visión debía ser muy intensa para él pero esta vez yo no estaba viendo nada, el Rey Negro parecía estar concentrándose en él después de no haber podido conmigo.

    – [Sarah]Piensa un poco: tus hijos no han nacido todavía. ¿Por qué dejas que El Rey Negro te diga que eres un mal padre?[/Sarah]- respondió Sarah, empatizando justo con lo que Dominic necesitaba escuchar. Era una líder, nadie podía negarlo. Estaba concentrada en ayudarnos mientras ella misma libraba su propio combate.

    Uno de los soldados iba derecho a disparar a Dominic, así que no me quedó más remedio que lanzar un tajo que le dejó malherido. Cayó al suelo, sangrando. El otro siguió atacando.

    – [Dom]Porque lo soy Sarah. Apenas recuerdo a los míos. No sé ser padre. No pude protegerlos…-[/Dom] pensó. Su cuerpo seguía acunando la imagen de su hijo sin vida mientras que Omega estaba plantada frente a él. El Rey Negro estaba disfrutando tanto de alimentarse de nosotros que no había decidido rematarnos a ninguno para conseguir lo máximo de nosotros. Ese era su error, confiaba demasiado en sus posibilidades.

    Entendía a Dom. Yo tampoco sabía qué tipo de padre podría llegar a ser. Recordaba con mucho cariño al mío, pero cuando estaba vivo no estábamos tan unidos. A mi me enfadaba tener que movernos tan a menudo de ciudad y él solía estar serio a menudo. Ahora podía entender que estaba preocupado por el ser que nos daba caza, pero siendo niño no tenía ni idea. Quería ser más cercano a mis hijos, que me vieran siempre como un apoyo.

    – [Sarah]¿Vas a dejar que un tío que coleccionaba caras te diga lo que eres? ¿Vas a permitir que tu pasado te defina?[/Sarah]- preguntó Sarah con ánimo. Era un orgullo escucharla hablar, bueno, dialogar mentalmente. Con Sarah no tenía ningún miedo respecto al tipo de madre que sería. Estaba seguro de que lo haría de maravilla.- [Sarah]¿Sigues siendo el mierdas que estaba cada día con una chica diferente?[/Sarah] – añadió, haciéndole reaccionar. Las Echolls tenían una vena empática envidiable.

    – [Dom]No, no lo soy. Quiero a Rebecca y…-[/Dom] empezó a decir mi amigo, poniéndose en pie lentamente. – [Dom]…y seré un buen padre. Por cierto, eso de colecionar caras es asqueroso.-[/Dom] replicó, cargado de una renovada confianza. Omega y el resto de visiones que debían plagar su mente se desvanecieron. Con las ilusiones rotas, el Rey Negro se mostró delante de nosotros. – [Dom]Gracias Sarah.[/Dom] – añadió Dom.

    – [Sarah]¿Gracias? La consulta de la psicóloga son 100 pavos, chato[/Sarah].- bromeó ella.

    – [Daniel]Te quiero. Nos vemos pronto.[/Daniel] – me despedí, enviándole todo el cariño que fui capaz de transmitir. Resultaba que no solo las palabras eran insuficientes, también las impresiones mentales. Sentí que me devolvía ese amor antes de cortar la conexión.

    Antes de enfrentarse a él, Dominic alzó en volandas al soldado al que me enfrentaba y lo mandó a la copa de un árbol, inconsciente. Se lo agradecí con un gesto y me arrodillé al lado del que acababa de cortar. Tenía una herida peligrosa y estaba a punto de desmayarse por la pérdida de sangre. Todos los Moondies lo habíamos hablado antes de entrar al combate, los soldados de la Iniciativa eran en su gran mayoría activos, personas que podían ser o no inocentes pero que estaban controladas mentalmente, así que había que hacer lo posible por ayudarles. Convoqué mi poder en mis manos y cerré su herida. No podía hacer mucho más y él perdió el conocimiento por el dolor, pero viviría. Es lo que Sarah habría hecho.

     

    Mi herencia de Cazadora sintió una oscuridad acercándose. Era una oscuridad cercana, conocida, una que estaba de nuestro lado. Una oleada de calor salió de la mano de Logan, que caminaba hacia el Rey Negro con la Espada del Caos en la mano izquierda.

    El Rey Negro interpuso varias pesadillas para resistir el ataque. Me pareció ver un astronauta, que debía de ser cosa de Logan, un demonio motero como los que habían atacado a Sarah que era cosa mía y un Dom que parecía haberse ahogado.

    Dominic le lanzó una onda telekinética que dio tiempo a Logan a ponerse a su altura.

    – [BlackMask]Un bufón con armas de destrucción masivas…[/BlackMask] – replicó, sonriendo mientras se limpiaba una gota de sangre. De pronto Logan se detuvo y alzó la Espada del Caos. De la hoja empezaron a surgir tentáculos de oscuridad que parecían engullirle. De entre las pesadillas surgió una cándida imagen de Mia. Me imaginé lo que estaba a punto de pasar, pero Logan no la vio aparecer, estaba intentando controlar la Espada, que al parecer se había descontrolado. En el lapso de unos segundos atravesó a la Mia aparecida con la hoja.

    – [Mia]Siempre he sabido que eras un asesino[/Mia].- le escuché decir. Dom y yo tratamos de acercarnos, pero tuvimos que lidiar con soldados de la Iniciativa y un par de protegidos de Z. Para Logan no iba a ser fácil librarse de los miedos, tenía demasiado equipaje emocional.

    – [Logan]No…no soy ningún asesino…fue un accidente.[/Logan] – replicó. Su poder estaba descontrolado, la hierba a su alrededor ardió y era imposible acercarse. La oscuridad cada vez le rodeaba más y lo peor era que parecía real. Esa espada tenía mucho poder y podía ser verdad que la influencia del Rey Negro la estuviese descontrolando.

    – [Daniel]Logan huye, son tus miedos. Si sigues aquí moriremos todos. Mia está a salvo, lejos.[/Daniel] – grité, intentando sintetizar todo lo que pensaba que Logan querría escuchar. No era el momento de instarle a superar sus miedos, ni siquiera lo conocía lo suficiente como para intentarlo o confiar en que lo conseguiría. A veces la mejor opción es huir.

    Logan dudó, tardó una eternidad en decidirse, pero finalmente se propulsó, alejándose a toda velocidad de nosotros con la espada a cuestas. El Rey Negro había conseguido incapacitarlo durante un buen rato. El efecto se le pasaría al alejarse, pero no iba a ser instantáneo.

    Nos tocaba a nosotros volver a enfrentarnos a él, pero con suerte, si seguíamos con fuerza y tenacidad conseguiríamos que se quedase sin miedos que mostrar y cuando se agotase, estaríamos ahí para detenerlo definitivamente.

    – [Daniel]¿Volvemos?[/Daniel] – le pregunté a Dom, a mi lado. Frente a nosotros el Rey Negro alzó un ejército de pesadillas ya conocidas. Versiones oscuras de nosotros, nuestros seres queridos y nuestros hijos, fantasmas de nuestros pasados, anhelos y temores. Pero volvimos a la carga. Albergábamos esperanza en nuestro corazón, porque era lo único que nos quedaba enfrentándonos a una guerra para proteger a la gente. Y siendo lo único que teníamos, no íbamos a dejarla escapar.

  • BEGINNING OF THE END

    3×14 – BEGINNING OF THE END

    Christopher MacLeod | La Nave

    El azúcar cayó sobre la superficie negra e inmaculada del café, provocando ondas bajo mi distraída mirada. Removí con la cuchara y me apoyé en la pared del gimnasio, ocupado en ese momento por un entrenamiento de los Satellites a manos de Dominic y Daniel.

    – [Dom]Kuruk, te quedan diez para batir tu propio record. Tienes que llegar a veinte más.[/Dom] – las proezas físicas de Kuruk no dejaban de sorprender. Llevaba casi una centena de circuitos completos, compuestos por flexiones, skipping osentadillas con salto. Un total de cinco ejercicios diferentes que combinaban fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad. Estaba a punto de batir su récord y apenas había empezado a sudar hacía diez circuitos.

    Me paré a pensar en los circuitos que podría llegar a hacer yo en ese mismo instante. Ser licántropo me hacía ser ligeramente más resistente, muy ligeramente, porque la verdadera «ventaja» era física al estar transformado y los sentidos más agudizados continuamente, pero ni con esa ligera mejora sería capaz de pasar de cinco con el cansancio acumulado por los planes, las tres noches de transformación a mis espaldas y la paternidad reciente.

    Tener un bebé de menos de un mes que demanda constantemente tu atención es agotador, pero si a eso le sumas dos trabajos y una presión constante por salvar vidas, la mezcla se convierte en un cóctel terrorífico. Por el trabajo no podía quejarme, en la Universidad nos habían dado tiempo y flexibilidad tanto a Diana como a mí para cuidar de Amy. Pero para salvar el mundo no había esperas ni pausas.

    El tres de junio tendría lugar la batalla de Ripper, estuviésemos preparados o no y ya estábamos a quince de mayo. El Día Internacional de la Familia que para mí había comenzado levantándome dolorido, cansado, solo y desnudo en una celda. La única interacción con mi familia por el momento había sido hablar con Diana en cuanto comprobé que las dos estaban despiertas para ver cómo estaban y qué tal había sido la noche. Mientras me contaba todas las veces que se había despertado de madrugada y había tenido que volver a dormirla durante horas mientras Amy no dejaba de emitir un ruido que parecía un aullido, no podía dejar de sentirme culpable por no haber estado allí, por mucho que Diana intentase quitarle hierro al asunto.

    No dejaba de darle vueltas a mi decisión en las Pruebas y en si tenía que haber elegido la pócima que curaba la licantropía. Siempre terminaba en la misma conclusión, para entonces ya era tarde, Amy podría ser licántropa de todas formas y si no hubiera cogido el amuleto, Diana podría serlo también. En ese punto es cuando empezaba a pensar si no tendría que haber hecho como Fenris, haber aprendido a controlar esa parte de mí en lugar de huir de ella.

    – [Daniel]Tienes que saber que es parte de ti, controlarlo en cada movimiento, con cada impulso. Puedes hacerlo.[/Daniel] – volví al presente al escuchar las palabras de Daniel, confuso por un momento al pensar que se refería a mí. Pero no, estaba al lado de Magnolia, que estaba concentrada en un pequeño montoncito de arena al que intentaba dar diferentes formas geométricas. Daniel reparó en mi mirada y me dirigió un gesto de ánimo con la cabeza.

    Al volver a la realidad me percaté de que April y Ted no dejaban de charlar en una esquina. – [Dom]Chicos, la conversación en vuestras mentes.[/Dom] – les reprendió Dominic. Contuve una sonrisa por lo literal de la reprimenda. Su entrenamiento consistía en ese momento en conversar mentalmente para intentar practicar de cara al combate, donde podría sernos muy útil, aunque fuese para mantener distraído a Mental.

    – [Carmela]A mí no me vengáis con más figuritas que estoy hasta el coño.[/Carmela] – intervino Carmela con su marcado acento italiano y una voz engravecida por una adicción de la que intentábamos curarla. – [Carmela]Un cartón de tabaco es lo que necesito.[/Carmela] – sentenció. Daniel y Dominic se miraron sin saber qué decirle.

    – [MacLeod]Ya has tenido suficientes avisos, Carmela.[/MacLeod] – le respondí, tan serio como solía estarlo cuando se trataba de un tema vital. La maldición de Carmela le había dado un poder completo, incluyendo cambios en sus pulmones para protegerse del humo, pero el tabaco tiene más sustancias nocivas además del propio humo, así que la habíamos convencido para dejarlo, todavía peleando con ella a menudo. Para que pudiera seguir utilizando su poder habíamos conseguido dar con la única alternativa posible, un hervidor portátil de agua para vaporizarse vaho de hierba de eucalipto entre otras. Así que ahora cada vez que usaba su poder nos dejaba a todos la nariz despejada.

    Carmela refunfuñó por lo bajo y agitó con brío el vaporizador para inhalar el vapor, que transformó en un gigantesco corte de manga. Negué con la cabeza mientras algunos intentaban contener la risa.

    – [Dom]Recuerda Joey, solo la cantidad necesaria de poder.-[/Dom] escuché decir a Dom, intentando volver al entrenamiento. Joey estaba golpeando un saco de boxeo que se movía como si estuviera lleno de plumas. – [Dom]Tienes que controlar la cantidad de tinta que usas en tus golpes. Usar solo medio tatuaje en lugar de todo.-[/Dom] cada vez que les veía entrenando a los Satellites, tanto Dom y Daniel como los demás, me sentía orgulloso de lo que hacían y de lo que conseguirían hacer cuando ese lugar pasase de ser una nave industrial a una escuela. No les estaban entrenando para ser letales, para ampliar sus poderes y hacer daño. Ellos les entrenaban para conocer sus poderes y controlarlos, para tener siempre presente lo bueno y lo malo que podían hacer con ellos y para proteger a los que no tenían esos dones.

    Terminé el café y caminé hasta la salida, pasando al lado de Daniel y Nicholas.

    – [Daniel]Nicholas, ¿cómo lo llevas?[/Daniel] – escuché que le preguntaba. Daniel le había entregado a Nicholas el último trozo del metal que había cogido en la Iniciativa para intentar replicarlo y reproducir las armas que pudiera para el grupo.

    – [Nicholas]He conseguido crear un par más a partir de los materiales que sobraron de la construción de la nave.-[/Nicholas] comentó con un deje nervioso en la voz, señalando un par de piedras pequeñas que tenía en una mesa. Se colocó las gafas y observó a Daniel. – [Nicholas]Si, solo esto ha salido de todo el material. Este metal es muy raro y el intercambio de material debe ser mayor. [/Nicholas] – explicó. En el mundo real nunca había noticias demasiado buenas, simplemente ibas tirando con lo que tenías.

    – [Daniel]Te buscaré más. ¿Hará falta menos si es algún tipo de metal más «cercano»?[/Daniel] – preguntó Daniel. Sería difícil encontrar un metal cercano, pero por poco que pudiera aproximarse sería una mejora y nos vendrían muy bien esas armas viendo la amplitud y el armamento de los dos bandos entre los que nos íbamos a interponer.

    – [Nicholas]Si. Cuanto más se acerque a este metal menos cantidad será necesaria usar.-[/Nicholas] sentenció el joven alquimista subiéndose las gafas. Otro Christopher con más tiempo libre y menos obligaciones habría pasado una buena temporada investigando sobre la alquimia para ayudar a Nicholas y por el mero afán de sabiduría. Este Christopher no podía, tenía demasiadas cosas que ordenar en la cabeza y estaba demasiado cansado y preocupado como para hacerlo con la tranquilidad habitual, así que tenía que echarle tiempo, paciencia y ser muy metódico.

    Daniel asintió, pensativo. – [Daniel]Buen trabajo.[/Daniel] – añadió dándole un ligero apretón en el hombro antes de volver a los entrenamientos, esta vez para asegurarse de que David conseguía romper una hilera de botellas de cristal vacías con su grito. Me reí en mis pensamientos, en el cine y la televisión siempre lo hacían con copas, aquí no teníamos dinero para desperdiciarlo en copas para romper.

    – [MacLeod]Estaré en la biblioteca.[/MacLeod] – me despedí antes de abrir la puerta que daba al pasillo. Daniel y Dom asintieron y continuaron con el entrenamiento. Todos teníamos mucho que hacer. Demasiado.

    Caminé en silencio hasta la biblioteca de la Nave, que por el momento no era más que una declaración de intenciones con algunas mesas de estudio y estanterías, de madera creada por Nicholas y trabajada por Kuruk e Hiroshi, ocupadas en una cuarta parte de su capacidad por libros que habíamos llevado entre todos y alguna donación del Consejo, que esperaba que fuese mayor en el futuro.

    En cuanto abrí las puertas, vi que la biblioteca no estaba vacía. En una de las mesas estaba Matías, absorto en varios mapas en tamaño A1 que tenía cubriendo toda la mesa. – [MacLeod]Buenos días, Mati.[/MacLeod] – le saludé, en español. La mayor parte del tiempo dejaba de ser consciente de mi poder y terminaba preguntándome en qué idioma me escuchaba hablar la gente.

    – [Matias]Buenos días, Christopher.[/Matias] – respondió. Las conversaciones con Matías eran especialmente confusas porque hablaba con fluidez varios idiomas y me costaba trabajo distinguir en cuál hablaba en ese momento, si en el mío nativo o en el suyo. Aunque lo cierto era que diferenciarlo no era más que una vieja costumbre poco práctica. – [Matias]He terminado con el análisis. Te lo he dejado encima de la mesa y he enviado una copia al grupo por correo. [/Matias] – comentó, apilando sus mapas en un lado de la mesa. Matías se estaba encargando de un trabajo a la altura de su intelecto. Estaba recopilando información de todas las fuentes posibles y analizándola para determinar los puntos de mayor riesgo para la población el día del ataque, de esa forma podríamos centrar nuestros esfuerzos en proteger a la gente en esas zonas o evitar que fuesen hacia allí. – [Matias]Voy a ir a comer algo de media mañana.[/Matias] – explicó mientras cogía su mochila. Matias era un cliente asiduo de un local de comida rápida que habían abierto unos bloques más allá, pero sus visitas no se debían solo a su aprecio natural por la comida, si no a que su cerebro consumía mucha más energía que un humano corriente.

    – [MacLeod]Que aproveche.[/MacLeod] – le deseé, agradeciendo en parte quedarme solo para ordenar mis pensamientos. Eché un vistazo al móvil para ver si Diana había escrito algo. No tenía ningún mensaje, así que me preocupé por si algo iba mal con Amy, que había estado muy agitada las tres últimas noches. También me habría preocupado si me hubiese escrito.

    Busqué una mesa frente a un ventanal para aprovechar la luz del día y apoyé la taza de café en un posavasos mientras sacaba de mi maletín mi diario.

    Hacía ya unos años que todos habíamos decidido empezar a escribir nuestras vivencias en diarios personales, para asegurarnos de que lo que vivíamos no quedaba en el olvido y esa información le resultaba útil a alguien en algún momento, quizá a nuestros propios hijos.

    Pero mi diario tenía una peculiaridad. Llevaba ya varios escritos porque no solo narraba mis experiencias de una forma bastante detallada, si no que usaba las páginas finales para tomar notas, apuntar ideas y guardar nuevos conocimientos.

    Abrí el actual por la sección de anotaciones correspondiente a la ‘Batalla de Ripper’ y me fui a una página en blanco para volcar mis pensamientos y mis recuerdos de lo que habíamos visto en el futuro.

    • La batalla será el tres de septiembre.
    • En las azoteas del edificio Lenora se podían ver los nombres de los fallecidos en la Batalla, exceptuando los de aquellos que consideraron enemigos. Había demasiados y conocía varios de ellos: alumnos y profesores de la Universidad, vecinos…
    • La Iniciativa será eliminada completamente y con ella todos los que intenten defender a los inocentes que están allí.
      • Esa masacre pondrá claro el objetivo del Gobierno contra los sobrenaturales.
    • El bando negro está esperando la oportunidad para derrocar a los otros dos bandos y tomar el control, pero esperarán a ganar todos juntos y acumular suficiente poder.
      • Es imposible convencer a Z de que le van a traicionar.
    • Dieron por muerta a Butterfly, eso le dio la oportunidad a Omega de tomar su lugar y desencadenó la muerte de Sasha y de Sarah.
      • Debemos proteger a Butterfly nosotros mismos porque Z no nos recibirá salvo para formar parte de su bando.
      • Si algo ocurre, Sasha será la siguiente, hay que protegerla pero es solitaria, Sarah es a la única a la escuchará.
    • Z es el Director de Inteligencia Nacional con todo lo que eso implica, y tiene una potenciada que manipula la tecnología.
      • Por tanto tienen ojos en todas partes y más tendrán cuando inventen el Omnilens.
      • Por tanto controlan los medios de comunicación.
    • Valcranneo Logoon. De nuevo ese nombre. Lo he leído en mis notas de la época del Soberano, pero no recuerdo qué significa…

    – [Ed]Te vas a quedar sin margenes en los que escribir.-[/Ed] habló una voz familiar. Me giré para ver a Ed acercándose. O se había vuelto muy sigiloso, o yo estaba demasiado absorto.

    Le devolví una sonrisa cansada. Mis ojeras debían haber evolucionado ya a tener consciencia propia. – [MacLeod]Ni siquiera te escuché entrar.[/MacLeod] – comenté, siendo sincero. Ed se sentó en una silla cerca de mí y echó un vistazo a las dos páginas que cubrían ya mis anotaciones. – [MacLeod]Desde que está Amy mi cabeza no está como para contener todo esto.[/MacLeod] – admití, sonriendo, pero ligeramente frustrado.

    – [Ed]Si detenemos a ambos nada de lo que vimos tiene porque ocurrir.-[/Ed] comentó él, esperanzado. Ojalá pudiera tener la misma esperanza que él, pero no dejaba de ver nuestra tarea como algo titánico y casi un imposible, pese a que fuéramos expertos en eso. Por suerte ya estaba Ed para mantener a buen recaudo el tesoro de Pandora.

    – [MacLeod]¿Te importaría echarme una mano?[/MacLeod] – le pregunté. – [MacLeod]Necesito pensar en voz alta y que alguien me ayude por si algo se me escapa.[/MacLeod] – expliqué. Necesitaba repasar todos esos acontecimientos y empezar a materializar los planes, pero temía que con el cansancio algo se me pasara por alto.

    – [Ed]Por supuesto.-[/Ed] replicó él, colocando la silla de manera que quedó frente a mí, listo para escuchar.

    – [MacLeod]Por un lado tenemos la fecha concreta.[/MacLeod] – pasé la página y escribí ‘3 de Junio’ en la esquina superior derecha. – [MacLeod]Eso es menos de un mes.[/MacLeod] – no era fácil admitirlo, pero el tiempo corría en nuestra contra. – [MacLeod]Si ganan ya hemos visto lo que pasará y lo que harán con la Iniciativa y los que intenten detenerlos.[/MacLeod] – escribí en el lado izquierdo Iniciativa y en el derecho, Z. En el centro escribí Ripper y lo rodeé con un amplio círculo. Estábamos en medio de una lucha de titanes. – [MacLeod]Además de los que cojan por el medio.[/MacLeod] – empecé a marcar puntos en el círculo de Ripper intentando no recordar los nombres que había visto en el futuro, ni nuestras muertes y las de nuestras hijas e hijos en ese intento de volver a la normalidad.

    – [Ed]Tenemos la ventaja de saber cuando va a atacar Z, algo que dudo que sepa que conocemos.-[/Ed] respondió Ed. Por lo que Sarah y los demás que habían estado en el Palacio habían dicho, Z contaba con al menos una bruja experta en conjuros para ver el futuro, así que no podíamos estar seguros de lo que sabía o lo que no, pero tampoco tenía tiempo como para estar continuamente atisbando el futuro. Teníamos que confiar en que, si lo intentaba, no diera con un momento del tiempo que descubriera nuestro plan. Sondear el tiempo es una ciencia inexacta, nosotros mismos no pretendíamos ver un futuro tan distante, pero nos adaptamos a lo que vimos y obtuvimos respuestas, probablemente gracias a la guía de los Daësdi, una ayuda con la que ellos no contaban. Sería mejor preocuparnos por otras formas que tenía Z de saber lo que ocurría.

    – [MacLeod]Z es un alto miembro de Inteligencia Nacional y la Iniciativa tiene otra parte amplia del Gobierno, especialmente las fuerzas militares.[/MacLeod] – planteé, desmontando y volviendo a montar el bolígrafo mientras pensaba. – [MacLeod]Es muy arriesgado descubrirnos, pero tenemos que hacerlo.[/MacLeod] – afirmé. No teníamos otra opción esta vez. Lo habíamos estado comentando todos durante una temporada y no terminábamos de llegar a un acuerdo, pero no teníamos otra opción. Además, las grabaciones de Dom utilizando su poder bajo el influjo del espectro musical eran virales dentro de Ripper, pero de boca en boca. A alguien no le interesaba que se propagasen. – [MacLeod]Filtrarán cualquier información por los medios de comunicación, así que a los que podamos avisar, tendrá que ser en directo. En algún gran evento.[/MacLeod] – era nuestro único recurso, descubrirnos frente a todo el que pudiéramos de una forma que no esperasen.

    – [Ed]¿La gala de recaudación de fondos de Fenris?-[/Ed] sugirió Ed, dando la solución. Era curioso cómo tenía una buena idea pero la presentaba como una pregunta para no hacer la sugerencia invasiva. Ed era todo lo contrario a la beligerancia.

    – [MacLeod]Es una buena idea.[/MacLeod] – le reconocí. Todos los años, Construcciones Fenris llevaba a cabo una gala de recaudación de fondos entre sus accionistas y algunos de los miembros más pudientes de Ripper. Cuando volvió de su viaje al Tíbet, Fenris convirtió la fiesta en un evento público que le ganó el cariño de la gente. Después, tras su captura por parte de la Iniciativa y al desvincularse poco a poco de su empresa, los accionistas la habían estado celebrando de la forma habitual.  – [MacLeod]Podemos hablar con él para que organice el evento en un lugar abierto con algo que llame la atención de la gente de a pie.[/MacLeod] – añadí. Quizá era el momento de que volviese a realizar el evento a gran escala.  – [MacLeod]Ahí será el momento de hacer el anuncio. De descubrirnos, para bien o para mal.[/MacLeod] – finalicé, pensativo. Si las cosas salían mal, no tendríamos descanso nunca, podríamos perderlo todo. Pero lo que sabíamos sobre el mundo nos ponía en la obligación de hacer algo para evitar que la gente saliese herida. Los héroes no son tales si no tienen nada que perder.

    – [Ed]Música, comida… eso siempre atrae gente.-[/Ed] intervino Ed, dando por buena nuestra idea. Tomé nota, alguien tendría que hablar con Fenris. Quizá Sarah, Diana o Lucy, tenía debilidad por las Echolls. Aunque en la boda de Elizabeth había intimado mucho con Karen.

    – [MacLeod]Lo difícil será el discurso.[/MacLeod] – aseguré. No por saber qué decir. Tenía presente lo que necesitaba decirse aunque no tuviera claro el orden. El problema estaba en que no era yo quien debía hacerlo, y tenía que convencer a esa persona para presentarse delante de centenares de personas y descubrir un secreto que llevaba años guardando.

    – [Ed]Cuando la gente vea lo que somos capaces de hacer, las palabras apenas serán necesarias… salvo que se asusten y cunda el pánico.-[/Ed] alcé las cejas en una mueca de preocupación. No era capaz de preveer la reacción de la gente. Se escapaba a mi control y eso me inquietaba.

    – [MacLeod]Un problema de cada vez.[/MacLeod] – propuse, más para mí que para él. Intenté dar por solucionada esa parte ahora que teníamos un esbozo de plan. – [MacLeod]Después tenemos a la tercera jugadora, Omega.[/MacLeod] – escribí su nombre en la parte superior y tracé una flecha hacia Z, cerca del que escribí ‘Beatrix’ y ‘Butterfly’.  – [MacLeod]Por lo que sabemos Z la dará por muerta y es ahí cuando Omega ocupará su lugar y tomará su poder.[/MacLeod] – le recordé, señalando el nombre de Butterfly. Z no nos escucharía y Butterfly era una seguidora ferviente, así que no podíamos confiar en solucionar eso hablando.

    – [Ed]Debemos tener cuidado con ella, por lo que hemos visto ya esta aquí. Y por sorprendente que parezca es peor que cualquiera de estos dos.-[/Ed] puntualizó Ed, señalando los nombres de Z y de Preston.

    – [MacLeod]Lo sé.[/MacLeod] – respondí de forma casi automática, porque mi mente estaba ya en otro lugar. Omega era Verónica Preston. En ese mismo diario que reposaba sobre la mesa estaban varias páginas de anotaciones sobre el otro futuro que habíamos visto, si la Iniciativa ganaba. Ese futuro terminó con Verónica viajando al pasado y Ezra yendo tras ella. Si Verónica había llegado hasta aquí, ¿también lo habría hecho él? Sin duda eso era algo que Ed también se estaría preguntando. No quería estar en su lugar.  – [MacLeod]Pero al parecer en esta época estaba débil, así que si evitamos que coja a Butterfly, habremos evitado gran parte del problema.[/MacLeod] – añadí intentando buscar un punto de esperanza. Ella misma lo había dicho en el futuro, que no atacó a Z durante mucho tiempo porque estaba débil por algo que le habían hecho. Si eliminábamos su oportunidad de conseguir a Butterfly, le robaríamos su plan maestro y tendría que retirarse. No podíamos hacer otra cosa por el momento, teníamos demasiados frentes como para enfrentarnos también a ella ahora, y si nos viese, estando en desventaja, jamás se descubriría.

    – [Ed]La tendremos vigilada.-[/Ed] afirmó Ed. No lo dudaba, sabía que él mismo se tendría que encargar de mantenerla bajo vigilancia gracias a su poder. En cuanto Ed detectase algo raro, iríamos a por ella.

    – [MacLeod]En cuanto veáis la oportunidad, tenemos que ponerla bajo nuestra protección.[/MacLeod] – añadí, aunque no era necesario decirlo. Teníamos que elegir el momento perfecto para que la gente de Z no se nos echase encima. – [MacLeod]Lo que nos lleva al siguiente intento, Sasha.[/MacLeod] – continué hilando nuestra red de acciones. Tras «perder» a Butterfly, irían a por Sasha, y si eso no les salía bien, irían a por Sarah. De cualquier forma, teníamos el deber de proteger a Sasha, yo especialmente. – [MacLeod]Es demasiado solitaria, Sarah ha dicho que hablará con ella y la convencerá de venir aquí o a casa de alguno de nosotros para estar protegida.[/MacLeod] – aseguré. Era la única a la que escucharía.

    – [Ed]Si, no podemos estar solos y desprotegidos en este momento.-[/Ed] comentó Ed. Tenía toda la razón, todos estábamos en peligro potencial. No podía dejar de pensar en Amy y Diana, que merecían estar juntas y disfrutar y sin embargo teníamos que estar preocupados por su seguridad.

    – [MacLeod]Podemos hacer refugio aquí para cualquiera que lo necesite. Hay que estar preparados para que gente de a pie salga herida.[/MacLeod] – añadí. La Nave tenía bastante espacio y podía convertirse en un refugio improvisado, igual que la Universidad, Mercy y los O.W.L.S ya estaban preparados.

    Ed asintió en silencio. Había visto con sus propios ojos lo que era un mundo en el que la gente a la que quieres sale herida, una tras otra y ahora nos enfrentábamos de nuevo a una perspectiva igual.

    – [MacLeod]Por lo demás, el resto es preparar el combate.[/MacLeod] – continué, garabateando en la hoja algunas de las cosas que necesitábamos tener. – [MacLeod]Entrenar a los Satellites, preparar armas, encantar los trajes que va a preparar Lucy…nada estará de más.[/MacLeod] – aseguré. Todo lo que pudiéramos conseguir a nivel de protección sería necesario.

    Continuamos un rato más repasando una a una las ideas y los puntos críticos de todo lo que estaba por venir. Un repaso que me ayudó a desconectar de la carga mental que llevaba varios días rondándome la cabeza. Con el descanso de tener planes trazados, podía permitirme disfrutar de Diana y de Amy durante un buen rato. Me lo había ganado.

    – [Ed]Bueno, te dejo que sigas garabateando en las esquinas. Tengo que ver a Diana para los encantamientos de protección.-[/Ed] afirmó. No dejaba de sentirme culpable por no encontrar una forma de evitar que Diana entrase al combate y pudiera estar con Amy. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer y aunque pudiera, Diana jamás evitaría luchar para proteger el futuro de su pequeña y de todos a los que quería.

    Me despedí de Ed y tomé un par de notas más antes de llamar por teléfono a Diana. Mi segundo momento favorito del día. El primero iba a ser esa tarde cuando estuviera con ellas.

    Confiaba en que la paciencia fuese recompensada, que los momentos que todo lo que estaba ocurriendo me estaban robando con ellas, se convirtiesen en un periodo de paz en el que pudiéramos estar juntos y disfrutar como personas normales.

  • EL FIN DE LA UTOPÍA

    Dante Villiers | Edificio Lenora

    Me desperté confuso, con un dolor penetrante en la base del cuello que se extendía, ramificándose, por toda mi cabeza. Cuando conseguí recuperarme de la confusión miré a mi alrededor y vi que estaba en una especie de celda, aunque la puerta estaba abierta.

    Por instinto salí fuera y empecé a recordar lo que había ocurrido. Había perseguido a la que me había atacado hasta el claro de un bosque y allí me había topado con un golpe de estado antes de caer inconsciente.

    Me llamó la atención un papel que había sobre una mesa frente a la celda. Estaba escrito de manera apresurada y podía leerse: Señor Villiers, sentimos mucho todo lo que ha ocurrido, pero con suerte, cuando despierte, todo cobrará sentido y todos viviremos en un mundo mejor. Si despierta demasiado pronto no se acerque al Edificio Lenora. La nota estaba firmada por un tal Christopher MacLeod, cuyo nombre me sonaba pero sin tener muy claro de dónde.

    La nota me alarmó, y al leer la mención al Edificio Lenora lo primero que pensé fue en mi hermano Cole. Activé el Omnilens e intenté contactar con él, pero eso solo sirvió para aumentar mi preocupación cuando no respondió. Traté de contactar también con mi madre, pero no había más que silencio.

    Siempre había sido bastante imprudente e irreflexivo, y la familia era mi punto débil, por no mencionar mi rebeldía innata. Así que hice exactamente lo que la nota decía que no hiciese y recurrí a mi poder para atravesar el velo de la oscuridad y llegar en un instante al Edificio Lenora.

    Librado del mareo inicial del teletransporte, vi que estaba en la oficina de Cole. El sitio estaba vacío y debía haberse vaciado con prisa. Pero eso no era todo, con el impulso había olvidado que el Edificio tenía un sistema de protección para evitar apariciones como la que yo acababa de hacer, y ese sistema no había funcionado, así que fuera lo que fuera lo que estaba pasando, era gordo.

    Abrí la ventana de la oficina y me lancé al vacío, sintiendo el viento contra mi cuerpo mientras descendía y tomaba impulso para ascender batiendo mis alas hasta las azoteas del Edificio.

    Antes siquiera de aterrizar lo vi. Fuego, humo, sangre y cuerpos inertes por todas partes. Los que se movían o bien estaban enfrentándose entre sí, o bien huían del interior de la planta de la azotea, de una figura femenina vestida de negro.

    Esa figura me llamó la atención de inmediato, pero un grito familiar me hizo volver la vista. En una de las terrazas un amasijo de plumas blancas caía al suelo y trataba de ponerse en pie mientras otra figura la atacaba. Mi madre estaba en peligro, así que volé hacia ella con temor a llegar demasiado tarde, porque quién la atacaba, un miembro de alto rango del bando negro del Consejo, parecía a punto de dar un golpe mortal.

    Mi mente se quedó en blanco al saber que no iba a llegar a tiempo. Quise gritar, pero ni siquiera sé si lo hice o no. No podía soportar la muerte de mi madre, sin ella no era nada, era la única que nos mantenía unidos a mi padre, a Cole y a mí.

    Antes de recibir el golpe fatal, una figura se interpuso y lo recibió en su lugar. Le reconocí mientras caía al suelo, Niall, también miembro de esa especie de golpe de estado. Pero había defendido y salvado a mi madre de un alto rango del gobierno. Fuera como fuese dentro del caos que había en mi cabeza, no esperé, en su lugar utilicé mi segundo poder como nunca había hecho y mandé al atacante a través de la oscuridad que me había llevado allí. Con las prisas no sabía dónde lo había transportado, quizá a ninguna parte y ahora estaba encerrado en la oscuridad para siempre. No me importaba, no después de lo que había hecho.

    Corrí hacia mi madre y la sujeté. Estaba herida. – [Mia]Hijo, tu padre…lo siento…[/Mia] – tartamudeó con lágrimas surcando su rostro. Ella se había salvado, pero mi padre, estuviera donde estuviera, no. Quise preguntarle qué estaba pasando, por qué estaban luchando del lado de la gente cómplice de un golpe de estado, de atacarme e intentar acabar con mi vida, pero mi madre se desmayó, no sé si del dolor o el trauma emocional. Comprobé que estaba bien y la llevé a la oficina de Cole antes de volver a la azotea y aclarar la confusión de una vez por todas.

    Cuando volví, entre la refriega que aún continuaba y el caos que reinaba, distinguí a una figura conocida. La muchacha que me había atacado, esa tal Jane. Sin esperar a que volviese a escapar, me teletransporté a su lado y la aferré del brazo.

    – [Dante]¿Qué cojones es todo esto?[/Dante] – grité. Ella se sobresaltó, pero desvió la mirada con terror hacia otro lado, donde una mujer exactamente igual que ella miraba en nuestra dirección, seguramente habiendo escuchado mi voz.

    – [Xander]Sí, esa es la que intento matarte.[/Xander] – apartando mi mano de la de la chica. Me eché hacia atrás, pensativo. La que había intentado atacarme era la otra, estaba claro una vez las veías a ambas. Eran iguales, pero muy diferentes.

    – [Omega]Escondidos igual que ratas.[/Omega] – dijo la otra chica con una voz más severa y oscura. Continuaba caminando hacia nosotros, que la observábamos escondidos detrás de un muro derribado. De pronto se detuvo, miró a su izquierda y sonrió. Alzó una mano y de su escondite salió volando una chica delgada, de pelo castaño rojizo y una estética animal.

    – [Jane]¡Amy, n..![/Jane] – estuvo a punto de gritar la que estaba a nuestro lado, pero el tipo fornido le tapó la boca para evitar que nos encontrase. Le miré a los ojos y los vi brillantes, conteniendo las lágrimas. La muchacha de pelo castaño rojizo forcejeó hasta que de pronto cayó inerte y la atacante la dejó caer al suelo.

    Jane, la que estaba a mi lado, ahogó un grito. El chico, que aún no sabía cómo se llamaba, la aferró con la mano izquierda mientras la derecha estaba cerrada en un puño de nudillos blancos.

    La muerte de la chica me dejó helado. Había cuerpos allí fuera, en las terrazas, pero hubo algo en ver cómo mataba a esa joven pelirroja que me destrozó.

    – [Xander]No…no…[/Xander] – oí susurrar al chico. Seguí la línea de su mirada y vi que un grupo de jóvenes estaba atacando a la «versión asesina» de Jane. La atacaban de forma rudimentaria, unos con armas, otro, un demonio de piel verde menta, con sus garras y su fuerza, apoyado por un licántropo de pelaje negro como la noche que se lanzaba implacable contra ella. Ella sin embargo recibía cortes que se curaban al instante y cuando se aburría, golpeaba con un abanico de poderes terrorífico.

    No podía soportarlo más, así que traté de usar mi poder para sacarlos a todos de allí, pero no funcionó. De pronto era como si me hubieran arrebatado mis poderes.

    – [Xander]Ha anulado los poderes.[/Xander] – explicó el chico al ver mi cara de asombro y mi frustración. – [Xander]Todos menos los suyos.[/Xander] – aseguró. Con su telekinesis apartó al demonio verde mientras que su brazo se cubría de granito para golpear con fuerza al licántropo. El resto apenas le hacían rasguños con sus armas.

    – [Jane]Los va a matar a todos…[/Jane] – dijo Jane conteniendo las lágrimas. El chico guardó silencio y llevó la mano sobre la barriga de la joven mientras le decía algo al oído. Ella intentó retenerle, pero no pudo evitar que se pusiera en pie y saliese de nuestro escondite.

    – [Xander]Deja que se vayan.[/Xander] – pidió a la asesina, que de un gesto creó una onda expansiva que apartó a todos los que la atacaban.

    – [Omega]No tengo ninguna razón para hacerlo.[/Omega] – sonrió con crueldad  y con un giro de su mano una joven pelirroja que estaba cerca del cuerpo de la otra chica, se llevó las manos al cuello como si no pudiese respirar.

    – [Xander]No son rivales para ti. Pero yo soy inmune a tu poder.[/Xander] – afirmó.

    – [Omega]También lo era tu madre.[/Omega] – sentenció ella. El muchacho tembló de pura rabia.

    – [Xander]No hables de ella…[/Xander] – replicó.

    – [Omega]Es increíble lo fácil que fue todo.[/Omega] – ella empezó a caminar hacia él. – [Omega]Todo porque dieron por fallecida a la cambiaformas que tenía el espíritu de la novia muerta.[/Omega] – señaló con su mano más allá, donde descansaba el cuerpo sin vida del Director. Mientras ella caminaba, absorta en su gloria, en nuestro escondite apareció una chica rubia y un tipo de piel oscura, grande y fornido. – [Omega]Pero resultó que seguía viva, solo se estaba adaptando. Así que me encargué de que las dos estuvieran muertas de verdad.[/Omega] – añadió con una sonrisa pérfida. – [Omega]Después fueron a por la otra Cazadora, así que la maté para suplantarla como si la posesión hubiese vuelto a salir mal.[/Omega] – continuó explicando. Mientras tanto, a mi lado, los demás intentaban que Jane se fuese, pero ella no quería. – [Omega]Entonces fueron a por su último recurso, tu madre.[/Omega] – añadió, ya muy cerca de él. – [Omega]Se volvió muy blanda al verme con la cara de su «amiga» muerta. Así que aproveché la ventaja.[/Omega] – sentenció. Volvió a mover sus manos y los que estaban a su alrededor se llevaron las manos a la garganta igual que la muchacha. – [Omega]Vivir tantos años con su cara, simulando ser Beatrix y aguantando a ese imbécil fue una locura, pero quería su poder y siempre estaba demasiado vigilado, además, seguía débil por lo que me había pasado. Sabía que el bando negro estaba esperando también, así que era cuestión de que todo coincidiese.[/Omega] – estaba frente a frente con él. – [Omega]Así que dime, ¿aún eres una amenaza para mí?[/Omega] – preguntó. – [Omega]Porque la distracción no está funcionando muy bien.[/Omega] – añadió, sonriendo. Chasqueó los dedos y todos a los que estaba asfixiando cayeron muertos. Entonces fijó la mirada hacia nosotros.

    – [Xander]¡Vete, ya, corred![/Xander] – gritó, lanzándose sobre ella solo para ser repelido sin el más mínimo inconveniente.

    El tipo grandote se puso en medio, bloqueando el paso, mientras la muchacha rubia arrastraba a la chica. Era imposible que saliesen de allí corriendo con esa mujer persiguiéndoles, pero tuve una idea.

    Corrí hacia ellas, que ya estaban saliendo del interior de la azotea, y las empujé por el borde de la terraza saltando detrás. Extendí mis alas y las sujeté, forcejeando para mantenerme en el aire. Cuando lo conseguí, miré hacia arriba y vi que la mujer se preparaba para derribarme, pero ya estaba demasiado lejos de su alcance, así que utilicé mi poder y nos internamos en las sombras.

    El Paraíso soñado por Z había caído. De la luz prometida, ya solo quedaba oscuridad. Pero incluso en la más profunda oscuridad hay un retazo esperanza, al menos para los que habíamos sobrevivido.