Moondale

Etiqueta: Xander adora a su madre

  • LAZOS

    XANDER ECHOLLS

    TARDE – LA KVASIR

    Entramos al almacén sin que me viese capaz de articular palabra en todo el camino. Notaba que Jane estaba preocupada por lo que Ezra había vivido con Omega, pero no podía llegar a hablar porque me asaltaba continuamente la idea de que en su subconsciente empezara a temerme después de haberme visto poseído por aquél animal, persiguiéndola sin cesar.

    De nuestro silencio sepulcral pasamos al alboroto que había allí dentro. Ezra caminaba de un lado a otro, pensativo, en una pose en la que nunca había visto a Elle. Ella por su parte seguía transformada, encerrada en una especie de jaula en la que no me había fijado antes, aunque no es que me hubiera dado mucho tiempo a bajar al almacén. Tenía sentido, según se le había escapado a Julia, en aquella nave habían viajado sobrenaturales de todo tipo y con el descontrol de mantener los ciclos de transformación dependientes de la luna, necesitaban un lugar en el que tenerles.

    – [Ezra] No he sido capaz de ayudarla a contenerlo.[/Ezra] – los ojos de Elle me miraban con una culpa y un desánimo que no eran habituales en ella. En ese caso no habría necesitado el poder de Jane para saber que hablaba con Ezra y no con ella.

    – [Xander]Lo sé, hace un poco…. estuve en vuestras mentes.[/Xander] – no sabía cómo decirlo porque me avergonzaba esa intromisión. No había sido del todo voluntaria, en especial por los recuerdos que había visto en la suya. Viendo como estaba ahora de preocupado, aquella conexión debió ser porque tenía demasiado en la cabeza, traumas muy fuertes volviendo tras una época de calma. Tampoco era el momento de hablarlo, lo aclararía con él y le ofrecería mi ayuda cuando lo demás estuviese solucionado.

    – [Jane]¿Ellie?[/Jane] – preguntó Jane. En la jaula, el licántropo que había tomado el control gruñó, sin apartar la vista de ella, de mi aspecto. Quizá recordaba que hacía muy poco estaba corriendo detrás.

    – [Xander]Nos vendría bien contar con ella. [/Xander]- respondí. Ezra me miró, esperando una explicación más concreta. Le conté lo de los intrusos y las personas que habíamos verificado. Aún faltaban muchos, pero sabíamos de al menos uno que sí era un polizón. Casualmente el que no habíamos visto por ninguna parte.

    El licántropo gruñó, acercándose a la jaula como si estudiase la forma de salir.

    – [Xander]¿Que podemos hacer?[/Xander] – le pregunté. Ezra era el experto, había convivido con esa criatura desde que la Amy de su mundo le había convertido para salvarle la vida. Él mismo lo había contado, pero ahora lo había presenciado en directo en sus recuerdos.

    – [Ezra] Hablarle, la conocéis mejor que yo. Si os escucha tal vez sea capaz de revertirlo.[/Ezra]- sugirió, cruzándose de brazos, como si le incomodara no poder hacer nada. Tomé nota de nuevo de que tenía que hablar con él más adelante. Con su pasado, estar aquí sumergido entre caras conocidas pero sin que apenas nadie le conozca a él, debía ser duro. Era el tipo de cosas que se pueden tratar a tiempo, antes de que se cronifiquen.

    – [Xander]Me cuesta saber cómo hablarle sin ser… yo.[/Xander] – admití, acercándome. Cada paso que daba con ese cuerpo era como si lo hiciera con mi mente fuera de él. Trataba tanto de evitar sentirme «en ella» que me disociaba de los sentidos y perdía capacidad de reacción. Quizá por eso cuando el licántropo acercó el hocico, retrocedí. – [Xander]Ellie, se que estás ahí, necesitamos tu ayuda, todos.[/Xander] – le pedí. Miré a los ojos de aquella bestia, pero allí poco había de Elle. Lo que quedaba de mi hermana estaba enterrado profundamente, el resto, tanto el cuerpo como la maldición del lobo, eran de Ezra. – [Xander]Yo siempre la he necesitado. [/Xander]- acerqué una mano muy despacio. Elle era mi roca, aunque era la pequeña, siempre había afrontado las cosas con más alegría que nadie.

    El lobo olfateó el aire y de un instante a otro enseñó los dientes, preparado para atacar. No podía funcionar así, funcionaba por instintos, por sensaciones físicas y nosotros estábamos todos cambiados.

    – [Xander]No sé si en persona va a funcionar.[/Xander] – pregunté alejándome. Vi que Jane se acercaba para ver si podía hacer algo, pero el lobo golpeó la jaula, tratando de acabar el trabajo que había empezado antes. Me pregunté si en el fondo, sabía que era Jane y la perseguía por el recuerdo de Omega. No era descabellado, mi tío no controlaba su licantropía pero estando transformado había protegido a mi tía Diana y en la ‘Guerra de Moondale’ a todos los demás.

    Miré a Jane. Era consciente de que solo teníamos una forma de llegar hasta Elle, pero me daba pánico.

    – [Jane]Tienes que entrar en su cabeza y ayudarla a salir.[/Jane]- dijo ella, leyéndome el pensamiento sin necesidad de un poder. Dios, había echado de menos estar juntos tanto que ya no recordaba esa sensación de estar tan compenetrados.

    – [Xander]No puedo arriesgarme a volver a perseguirte[/Xander]- dije acercándome. Por conseguir que estuviera a salvo arriesgaría casi cualquier cosa.

    – [Jane]Eso lo has hecho siempre, Alexander.[/Jane]- sonrió y me guiñó un ojo y con ese gesto tan sencillo, consiguió lo imposible, hacerme sonreír cuando todo parecía en contra.

    Pese al peligro exterior, pedí a Ezra que me atase de la mejor forma que supiera y me concentré. No era lo mismo entrar en la mente de una persona con ese poder que llevar a otros también.

    Lo primero que hice fue llegar hasta ella. Fui con calma, sin dejarme llevar para no quedar a merced del lobo. Esta vez las sombras se disiparon y me sentí diferente. Miré mis manos, estaba en mi propio cuerpo, algo lógico al ser la representación de mi mente en la de mi hermana, pero era un alivio confirmarlo.

    La oscuridad de antes dio lugar a un refugio de madera a través de cuyas ventanas se veía una inmensidad de blanco que de alguna forma, era cálido. El interior parecía tan amplio como para que entrasemos todos los de la nave y unos cuantos más. Había varias mesas con chocolates calientes y mantas apiladas en varios sofás. El fuego de la chimenea era agradable. Era Elle, no había duda.

    Una vez afianzado allí, empecé a traer a todos los demás. Busqué la mente preocupada de Jane, los pensamientos atribulados de Ezra y para esta misión, también el aire fresco y picante de la de Idris. Al cabo de un rato conseguí que todos se manifestaran allí.

    – [Idris]¿Y esto?[/Idris] – preguntó Idris. Se sorprendió al escuchar su voz y se miró las manos. – [Idris]Nunca me he alegrado tanto de verme las manos[/Idris] – puso una de sus sonrisas, tan amplias que parecía imposible sonreír más que él.

    – [Xander]Estamos en la mente de Elle. [/Xander]- aclaré. Mi mirada se posó en Jane, que volvía a estar en su cuerpo. Me alegraba de verla, aunque había estado a mi lado, había echado de menos sus gestos que ya se habían convertido en algo familiar para mí y que había perdido durante mucho tiempo.

    – [Idris]Me encanta lo que ha hecho con este sitio.[/Idris] – comentó Idris emocionado. En ese momento estaba inclinado sobre una de las ventanas para ver como ondeaba al viento una bandera con los colores del arcoiris. – [Idris]Bueno,¿me vais a decir que pasa?[/Idris]

    Idris se sentó frente a un chocolate del que empezó a dar buena cuenta. Suspiré y lo expliqué todo una vez más. Me di cuenta de que estaba cansado y necesitaba recargar las pilas dejando de contar la situación a todos una y otra vez, pero dependían de mí. Era a mí a quien había tocado llevar el poder de Jane y la carga de saber lo que pasaba. – [Xander]Estamos intentado que Elle vuelva a su forma humana.[/Xander] – añadí.

    Me eché hacia atrás, cansado. Reconocí el tacto de aquél sofá, era como el de nuestra casa, en el que nos habíamos sentado más de una vez con papá, mamá, mamá Sasha y Dante.

    – [Idris]Tu tía Lucy nos pilló a Cole y a mí cuando éramos pequeños en un armario espiando, cuando el cambio de cuerpos. Digo por si necesitas saber que soy yo.[/Idris] – aclaró. Negué con la cabeza, había olvidado aquello y creo que prefería no recordarlo. – [Idris]Oye Jane igual a tu hermano le ha dado un parraque al quedarme así. [/Idris]- dejó su segunda taza de chocolate en la mesa, echó la cabeza atrás y sacó la lengua, como si le hubiera dado algo.

    – [Jane]Elliot no suele perder los nervios nunca.[/Jane] – respondió ella, mirando un cuadro con una foto en la que salían ella y mi hermana.

    – [Ezra] Tened cuidado, el licántropo puede andar por aquí cerca.[/Ezra] – Ezra no se había sentado desde que habíamos llegado, se había mantenido de pie, alerta, escuchando cada ruido.

    Me puse en pie y empezamos a buscar

    – [Jane]Creo que no deberíamos inspeccionar todos. La mente de alguien es algo muy personal.[/Jane] – me fijé en que desviaba la mirada hacia otras fotos. En la mente de mi hermana estaba representado todo aquél que le importaba y quizás a Jane le abrumaba ser tan querida por ella. Normalmente pensaba que era más una molestia por su carácter más que importante para los demás.

    – [Idris]Bueno pero… hermano, mejor amiga barra interés amoroso, su otro coquito y mejor amigo…[/Idris]- replicó Idris señalando a cada uno de nosotros. Me llevé de manera instintiva una mano a la parte trasera de la cabeza y me rasqué con suavidad, era un gesto que hacía alguna vez si estaba incómodo y en ese caso lo había conseguido la mención de Jane como interés amoroso.

    No era un secreto que mi hermana cuando era joven veía a Jane con otros ojos, pero llevaban ya muchos años siendo mejores amigas y aun sabiendo lo que yo sentía por ella, Ellie nunca me había dicho nada al respecto, solo me había animado. Tenía que tomármelo solo como una broma como hacían Idris y ellas dos, pero en esa ocasión me había dejado pensativo.

    – [Jane]Yo me quedo aquí entonces.[/Jane]- respondió Jane cruzándose de brazos, señal inequívoca de que no pensaba cambiar de opinión. Pensé quedarme con ella, pero no me atrevía a dejar a mi hermana en manos de nadie más.

    Un gruñido gutural salió de la trampilla, pero lo que me hizo lanzarme a entrar allí fue un sollozo tenue que se escuchaba de fondo. Lo conocía, pese a no haberlo escuchado mucho porque ella siempre era la alegre, la esperanzada, sabía que era mi hermana.

    – [Idris]¿Cómo llevais la claustrofobia?[/Idris] – preguntó Idris adentrándose. Sus ojos de elfo oscuro le permitirían ver mejor en la oscuridad y guiarnos en un entorno en el que teníamos las de perder. Eso, suponiendo que sus poderes funcionaran en aquél lugar. La mente de Elle seguiría las reglas de su propietaria, aunque en ese momento, afectada por el licántropo, podía jugar en nuestra contra.

    Caminamos una eternidad sin ser conscientes de las dimensiones reales de aquél pasadizo. Cuando al final el conducto se amplió, Idris se detuvo al lado de Ezra.

    – [Idris]A Jane no le falta razón. Por muchas ganas que tenga de ver a Coquito, esto es cosa tuya. [/Idris] – la sonrisa de Idris me resultó tranquilizadora y me pregunté como tendrían que ir de mal las cosas para que alguna vez dejara de sonreír.

    – [Ezra]Pero estaremos aquí por si hay problemas.[/Ezra] – añadió Ezra. Desde donde estábamos de la sala que se abría ante nosotros solo se veía una jaula en el centro, con una niña pequeña de cabello rubio en su interior. El resto, lo que compondría los elementos principales de la mente de mi hermana, estaba oculto en las sombras.

    Asentí y me interné en las sombras, acercándome a la jaula mientras recordaba la facilidad con la que el lobo me había emboscado la última vez, haciéndome perseguir a Jane. – [Xander]¿Ellie?[/Xander] – pregunté al acercarme. Debía tener unos ocho años, quizá menos. Era antes de que nos cambiáramos de cuerpo, cuando Jane y yo aún éramos uña y carne.

    – [Xander]Ellie, soy Xander.[/Xander] – volví a llamarla.

    – [Ellie]No eres Xander. Xander es pequeño[/Ellie].- su voz sonaba débil, como si estuviera más lejos de lo que en realidad estaba.

    – [Xander]No, los dos somos grandes ya. Tan grandes como mami, papá y mamá.[/Xander] – le dije. Ella se giró y me miró con esos ojos que solían estar tan llenos de alegría pero ahora estaban enrojecidos por las lágrimas ya pasadas.

    – [Ellie]Yo no quiero ser grande[/Ellie].- negó con la cabeza.

    – [Xander]Necesito que seas grande como yo Ellie, no puedo hacerlo sin ti. Somos un equipo.[/Xander]

    – [Ellie]No[/Ellie].

    – [Xander]Todos te necesitamos Ellie. Jane, Idris y Ezra han venido aquí conmigo para ayudarte.[/Xander] – pensé que mencionarle a personas que eran importantes en su futuro más que en su pasado quizá le daría perspectiva. Con Idris tenía trato cuando era pequeña, pero nada comparable a lo que tenían ahora. Con Jane tenía bastante menos y ahora eran inseparables. Y a Ezra ni siquiera lo conocía por aquél entonces.

    – [Elle]No los conozco[/Elle].

    – [Xander]Sé que no vas a olvidar a Jane, que es tu mejor amiga. A Ezra que es tu primo perdido durante años o a Idris que …bueno, es tu pareja, creo.[/Xander] – no quería pillarme los dedos con lo que tuviera con Idris. Desde fuera parecían una pareja, pero ellos nunca lo habían «formalizado».

    – [Elle]Puaj[/Elle].- replicó haciendo un gesto. Tuve un brillo de esperanza al verla sonreír y acercarse a mí, hacia la puerta de la jaula.

    – [Xander]Eso dices ahora, seguro que se te pasa pronto.[/Xander] – le dediqué una sonrisa. Yo mismo no recordaba cuándo había empezado a gustarme Jane, pero para cuando me quise dar cuenta ya estaba pasando todo lo de sus padres y nuestra pelea.

    Ellie me hizo un gesto para que me agachase.- [Elle]¿Cuántos años tienes, cincuenta?[/Elle] – sonrió con picardía.

    – [Xander]Qué simpática te veo. No tengo ni treinta, señorita.[/Xander]

    – [Elle]Estás viejo[/Elle].- dijo sacándome la lengua.

    – [Xander]Y tú canija.[/Xander] – repliqué devolviéndole el gesto. Por un momento me sentí como si fuéramos pequeños y nada hubiera cambiado, no tuviéramos las preocupaciones que teníamos ahora, con nuestro futuro y nuestras vidas en juego a diario.

    – [Elle]Hay un lobo muy grande[/Elle]. -susurró. Me pareció sentir su aliento en la nuca, pero sabía que eran imaginaciones mías así que no me giré.

    – [Xander]Lo he visto. Está convencido de que puede contigo. Yo sé que no.[/Xander] – la animé. Aquellos eran sus dominios, podía contenerlo.

    – [Elle]Creo que come niñas[/Elle].- temblaba visiblemente.

    – [Xander]Te he visto poder con cosas más grandes.[/Xander]

    – [Elle]¿Seguro?[/Elle]

    Actué por instinto, confiando en que en aquél dominio de la mente, con los poderes de Jane de mi lado, sería capaz de hacerlo. Le mostré el combate que había tenido lugar en Senatus, junto a Calliope. Cómo había luchado contra todos aquellos soldados expertos y nos había protegido a los demás. Incluso cuando Calliope «cayó» y ella trató de ayudarla.

    Elle parpadeó, asombrada.- [Elle]Mamá no me deja ver esas películas[/Elle]. – mamá siempre era la que estaba pendiente de que papá o mamá Sasha no estuvieran viendo algo que nos pudiera impresionar. Igual que lo había dado todo por salvar el mundo, lo había dado todo día a día por salvarnos a nosotros.

    – [Xander]Cuando seas mayor la protagonista eres tú.[/Xander] – le dije sonriendo. – [Xander]Pasan cosas malas, pero nos salvaste.[/Xander] – lo de Calliope le rondaría la cabeza mucho tiempo. Para Ellie era un fallo, un miedo, una inseguridad que no la dejarían sola, pero ella había hecho todo lo posible.

    – [Elle]Si me voy a poner de vieja como tú, prefiero no ser mayor[/Ellie].

    – [Xander]A ti te sienta mejor la edad.[/Xander] – volví a recurrir al poder y le mostré imágenes de todos en los días posteriores a encontrar la nave, cuando el destino incierto en el que nos habíamos visto envueltos quedó cubierto por el alivio de encontrar un refugio donde las risas y los buenos momentos sustituyeron por un instante al miedo y la preocupación.

    Mientras lo veía todo y su «centro» se hacía más brillante, Elle crecía y con el aumento de luz empecé a ver detalles en la sala que recordaban a cada una de las personas que eran importantes para ella. Ellie nos atesoraba en lo más profundo de su ser.

    – [Elle]¿Vamos a por ese bicho?[/Elle]- preguntó con una sonrisa ya de vuelta a su yo adulto.

    – [Xander]Juntos.[/Xander] – le di la mano y ella tiró de mí hasta darnos un abrazo del que me costó salir. A veces lo único que hace falta en los malos momentos es saber que hay personas que siempre te apoyaran. Ellie era uno de los pilares de mi vida y solo podía desear que Bowie pudiera terminar sintiendo el alivio que yo sentía al tenerla como hermana.

  • PERSPECTIVAS

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – MAYO – MERELIA

    Apuré el paso para recorrer los últimos metros que me separaban de la estación de tren. Cuando llegué al andén, Amy ya se estaba bajando con su maleta y me buscaba sin muchas ganas. – [Xander]Siento no venir en coche.[/Xander] – me disculpé, quitándome las gafas de sol. Se notaba que en Moondale había amanecido un día fresco porque ella iba vestida de una primavera otoñal y yo del más puro verano, con pantalones cortos y una camiseta de tejido ligero. Nuestras pieles contrastaban, la suya nívea y la mía morena ya por el sol, como llevaba siendo habitual desde los últimos meses, ya llevaba casi un año en Merelia.

    – [Amy]Da igual.[/Amy]- respondió casi en un hilo de voz.- [Amy]Gracias por venir.[/Amy] – añadió sin mirarme directamente. No le di dos besos ni la mano porque no parecía tener muchas ganas de que nadie invadiese su zona de confort.

    – [Xander]No las des. Me alegra que podamos pasar algo de tiempo juntos.[/Xander] – reconocí. Estaba verbalizando lo que de verdad sentía para tratar de ayudarla a la vez. Normalmente no solía hablar tan directamente de mis sentimientos, salvo que me ayudasen a animar a gente que me importaba de verdad.

    Ella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y tiró de su maleta. – [Xander]Deja que te lo lleve.[/Xander] – me ofrecí. Me negaba a arrastrarla y hacer tanto ruido así que la cogí por el asa, de todas maneras para mí y para cualquier Seidr, apenas pesaba.

    – [Amy]Mis padres me han pedido que venga, porque dicen que no estoy bien.[/Amy]- comentó cuando salimos al deslumbrante sol de Merelia. – [Amy]Supongo que ya lo sabes.[/Amy] – aclaró. No era el único que lo sabía ni el único que estaba preocupado. Amy siempre había tenido una personalidad diferente, pero cuando Leo se marchó de una forma poco ética, terminó cayendo en una depresión que a ratos le afectaba de forma muy intensa.

    Asentí. – [Xander]La verdad es que les pedí que te lo comentasen. Puedes tomártelo como unas vacaciones[/Xander] – me sinceré. Mis tíos estaban preocupados, querían lo mejor para Amy, pero a veces es difícil darte cuenta de que alguien tan cercano solo se preocupa por lo mejor para ti, sin juzgarte. Pensé que podía hacer algo por ella y además me apetecía que volviéramos a retomar el trato. Mis problemas con Jane habían hecho que el tiempo pasara demasiado rápido y para cuando me quise dar cuenta, mi prima y yo éramos casi extraños.

    – [Amy]No me gusta la playa.[/Amy]- replicó arrugando la nariz mientras caminábamos por el paseo. – [Amy]Soy más de bosque, de lluvia y de frío.[/Amy] – sentenció. Amy siempre había sido así, totalmente clara para sus gustos.

    Le dediqué una sonrisa. Mi prima siempre había emanado un aura…agradable. Si estaba en un día normal, seguramente terminarías pensando lo genial que era. Pero eso funcionaba en los dos extremos, cuando estaba alterada por algo, lo convertía en su único foco. En resumen, era una persona con un carácter magnético y una ira incendiaria que formaba parte de ella sin restarle un ápice de buena persona.

    – [Xander]Si prefieres hacer cualquier otra cosa, tienes la casa a tu disposición.[/Xander] – le ofrecí. La idea era que se pasara una temporada. Ahora mismo no se encontraba con ánimo de estudiar y lo había dejado hacía algo más de un año. Iba pasando por empleos de corta duración. Mis tíos estaban de acuerdo en que si quería pasar una temporada sabática no le faltaría de nada, solo querían que pudiera encontrarse a sí misma. – [Xander]Como me encanta nadar asumo que a todo el mundo le pasa igual.[/Xander] – me disculpé.

    – [Amy]Me quedaré en casa leyendo y esperando a que mis padres dejen de pensar que me voy a tirar por el balcón.[/Amy]- sentenció agarrando el asa del bolso contra su hombro. Al ver a Amy y conocer su día a día te podían pasar por la cabeza muchos juicios y muchos miedos, especialmente siendo sus padres y temiendo por ella y su felicidad. Personalmente, no creía que Amy fuera a hacer algo así, pero si era cierto que tampoco podía seguir con la misma situación. Se le notaba un aura de tristeza que iba desde su pálida piel, pasando por sus ropas oscuras y una delgadez que casaba con su constitución menuda.

    – [Xander]No creo que piensen eso. Pero lo estarán pasando mal por verte así.[/Xander] – intentar explicar lo que otros sienten respecto a una situación no es fácil, ni creíble. Sabía que mis tíos lo estaban pasando mal, que sus hermanas también y que mucha gente la echaba de menos, pero no iba a frivolizar las cosas, Amy era dueña de sus decisiones, tener una depresión no la invalidaba.

    – [Amy]Estoy bien.[/Amy]- respondió. En cierto modo, era verdad. Podía estar mejor, pero todos podríamos estarlo si ciertas cosas que no podemos controlar dejasen de suceder.- [Amy]Sobreviviré.[/Amy] – anunció, restándole importancia.

    – [Xander]Lo sé. No se lo dije para darte la lata.[/Xander] – le aclaré. No quería que pensara que esto era una especie de intervención, Amy no necesitaba eso en ese momento. Lo único que intentaba darle era un respiro. – [Xander]Se lo dije para darte un sitio en el que desconectar.[/Xander] – añadí.

    – [Amy]San Xander.[/Amy]- replicó sonriendo ligeramente. Por pequeña que fuera la sonrisa, fue como si el sol de Merelia estuviese más brillante.

    – [Xander]Si, ya, todo un modelo a seguir.[/Xander] – me burlé, devolviendo la sonrisa. – [Xander]¿Sabes que la casa de Merelia está llena de juegos de mesa?[/Xander] – comenté. De pequeños Amy, Ellie, Kay y yo dormíamos muchas veces en las casas de unos u otros y nuestro momento favorito era la hora de los juegos de mesa.

    – [Amy]Una pena que no tengas amigos.[/Amy]- replicó, burlándose de mí. Parecía estar ganando algo de confianza. Lo agradecí, no solo por sí misma, si no porque en el fondo, pese a que veía a Owen, Noah y Ellie a diario y a Dante y Kay de vez en cuando, yo también la necesitaba. La casa de Merelia se me estaba haciendo demasiado grande.

    – [Xander]Pero tengo una prima que siempre ganaba.[/Xander] – le recordé. Entre ella y Kay se solían repartir las victorias, por eso si hacíamos equipo yo siempre iba con Kay y ella con Ellie.

    Amy no respondió. Caminamos durante un rato y la noté pensantiva. No tardé en saber el motivo. – [Amy]¿Qué tal está Ellie?[/Amy] – preguntó, sin fijar en mí sus ojos. Habíamos caído en lo mismo. Ellie y Amy habían sido uña y carne prácticamente desde que nació mi hermana, pero con los años llegó un punto en el que empezaron a alejarse como si siguieran trayectorias diferentes y creo que ni ellas mismas sabían el motivo, pero ambas se echaban de menos. Creo que Ellie se protegía, pensando que molestaría a Amy si hablaba con ella.

    Le dirigí una mirada cercana. – [Xander]Bien, parece que Idris la hace feliz, aunque con Ellie nunca se sabe, siempre es feliz.[/Xander] – dije, poniéndola al día. Idris y ella pasaban mucho tiempo juntos, tanto en persona como a través de otros medios. Aún no habían confirmado nada entre ellos, pero era como repetir lo de mis padres, evidente para todos menos para ellos porque tenían miedo. – [Xander]Si quieres hablar con ella, seguro que tiene ganas de verte.[/Xander] – añadí. Como ya había dicho, mi hermana era una persona muy centrada y feliz. Quizá sonaba a adoración pero así era, era de las mejores personas que podía tener en mi vida. Sabía que estaría deseando volver a llevarse bien con ella.

    – [Amy]No, no…la quiero molestar con mi nube negra.[/Amy]- esquivó mirando al frente. Me sentí mal por verla así, pero me contuve, no convenía presionar. – [Amy]Me vale con saber que está bien.[/Amy] – añadió. Eso me sonó a lo mismo que me decía yo respecto a Jane. No era más que una mentira repetida mil veces.

    – [Xander]Amy, no molestas. A nadie.[/Xander] – le dejé claro. Una cosa es que no controles lo que alguien piensa y otra que te pueda gustar ver cómo se menosprecian. Amy merecía saber que era importante. – [Xander]Cuando te veas con ganas Elle va a estar ahí, igual que todos[/Xander] – añadí, para que supiera que no había prisa.

    – [Amy]Ya…[/Amy]- respondió, suspirando.

    – [Xander]Y yo no te voy a dar la tabarra pero si quieres hablar de algo, aquí me tienes.[/Xander] – dije, pensando que no haría falta repetirlo, pero a la hora de la verdad terminé diciéndoselo más veces. Alguna de ellas hablamos, otras no.

    – [Amy]Owen está muy enamorado de ti.[/Amy]- me miró, fingiendo estar muy seria.- [Amy]Deberías darle una oportunidad.[/Amy] – añadió.

    – [Xander]Lo sé, pero el pobre no es correspondido.[/Xander] – dije encogiéndome de hombros. La realidad era que Owen tenía tanto miedo al amor como Amy a socializar. – [Xander]Creo que lo va llevando, me ha dicho un pajarito que pasa bastante tiempo con mi prima.[/Xander] – comenté. Sabía que habían quedado alguna que otra vez como amigos para comer en algún sitio y pasar el rato. Conocía a Owen lo suficiente como para saber que no lo hacía como caridad, si no porque de verdad le interesaba pasar ratos con ella. Me pregunté si Amy lo sabría. Aun así, agradecí que le ofreciera una amistad más a la que aferrarse para superar el bache. Cuando estamos en un mal momento, necesitamos cosas que siempre vayan a estar ahí, pase lo que pase. Owen era una de esas personas.

    – [Amy]¿Owen y yo?[/Amy]- preguntó, negando con la cabeza. – [Amy]Ni de coña.[/Amy] – sentenció. Me reí al ver su respuesta.

    – [Xander]Créeme, tengo ojo para esas cosas.[/Xander] – añadí mirándola, sin dejar claro si estaba bromeando o no. A mí me parecía que hacían buena pareja, pero ellos no tenían por qué opinar lo mismo y al final, eran los que decidían. Por parte de Owen me parecía saber la opinión, pero Amy en ese momento no estaba lista para planteárselo siquiera.

    – [Amy]Pues con JJ no te ha funcionado muy bien.[/Amy]- replicó. Sé que no lo dijo por mal, pero pese a todo, pese a haberme alejado y no verla a diario, pese a lo que dijo aquél día cuando me sinceré, todavía pensaba en Jane y en cómo podría haber sido. La realidad tras haberme ido fue que después de los primeros meses en los que duró el enfado, vino el frío sentimiento de no verla siquiera. A veces me engañaba a mí mismo pensando que Jane no parecía ella misma aquella noche.

    – [Amy]Eh, lo siento.[/Amy]- se disculpó al ver mi cara.- [Amy]No quería herirte.[/Amy] – añadió. Debí poner un gesto que daba pena, porque eso era lo que veía en sus ojos. Muchas veces pensaba si para la gente sería Xander el penas, el que lleva toda la vida llorando por una chica que no le quiere. No quería que nadie me colocase una etiqueta, pero tampoco iba a ser diferente a cómo me sentía.

    – [Xander]No, no te preocupes. No se puede huir siempre.[/Xander] – admití. Huir no fue la mejor de las opciones. Tenía cosas buenas, pero había sido duro separarme de las personas que me importaban, incluso teniendo medios para verlas en una fracción de segundo. Al final, no siempre quería molestar a Noah pidiéndome llevarle y terminé recurriendo al portal que usaban mis padres, que estaba a media hora andando.

    – [Amy]Te equivocas: sí se puede.[/Amy]- respondió, completamente convencida.- [Amy]Lo que no se puede es sufrir eternamente.[/Amy] – añadió. Tenía razón en parte. Ojalá hubiera podido hablar con Leo para que enmendase las cosas. Llevaba algo más de un mes desaparecido del mapa, tanto a nivel familiar, como a nivel de prensa. La gente ya empezaba a hablar de que se había separado del grupo. Al principio me preocupé, pero sus padres y su hermano seguían en contacto. Había pasado algo grave, pero no querían quitarle el derecho a contarlo él mismo.

    – [Xander]No se olvida, Amy, sigue doliendo cuando lo recuerdas. Pero menos.[/Xander] – confesé. Pensé que Amy y yo podríamos ayudarnos mutuamente, pero no había sido consciente de cuánto se parecían nuestras situaciones hasta ese momento. – [Xander]Es aprender a vivir con ello. Lo de Leo no fue culpa tuya.[/Xander] – le aseguré.

    – [Amy]Sí lo fue.[/Amy]- replicó, mirando al horizonte. – [Amy]Pensé que sería feliz si yo le daba una familia en la que no se sintiera diferente y me equivoqué.[/Amy] – aclaró. Mi primo siempre fue taciturno y serio, le gustaba más la música que las personas o al menos eso parecía. Le daba muchas vueltas a no haber nacido Rakkthathor como Noah, se sentía demasiado diferente a su propia familia y al final lo interiorizó de una manera que parecía creer que no merecía estar con ellos. Amy lo mordió siendo muy pequeño, siempre pensé que había sido un accidente pero ahora estaba reconociendo que lo hizo por darle una familia y que no se sintiera diferente. La duda que me queda es, si Leo empezó a sentirse diferente siendo más mayor, ¿cómo lo sabía Amy por aquél entonces? Quizá solo se había confundido, justificándose. O quizá fuera otra cosa.

    – [Xander]Amy, eras pequeña, querías ayudarle.[/Xander] – respondí, estudiando su reacción. Ella no se inmutó, parecía segura de lo que había dicho. – [Xander]Leo no se fue por ser un licántropo, se fue por la música. Y fue él el que se equivocó al no mantenerse en contacto, seguramente por miedo a haberte fallado.[/Xander] – mi primo adoraba la música y cuando se le presentó la oportunidad, siguió su sueño sin mirar atrás. El problema estaba en que su oportunidad se presentó siendo muy joven y la forma en la que se fue no había sido la mejor. Había mantenido más o menos el contacto con todos en el grupo familiar, pero con Amy no, sus relaciones se habían cortado. Supongo que se pelearon y él no quiso hacerle más daño, se extirpó de su vida pensando que eso era lo mejor y se equivocó totalmente. No quería pensar en otras opciones.

    – [Amy]Prefiero no hablar más de él.[/Amy]- respondió. Asentí, si necesitaba un respiro, Merelia le vendría bien. Leo nunca había estado allí. Además, Amy había nacido en Merelia, estaba conectada a ese lugar.- [Amy]Mi vida ha girado mucho tiempo a su alrededor[/Amy] – sentenció. Deseé que así de fácilmente pudiera pasar página, pero a veces no podemos dejar a algunas personas atrás. Es más sencillo cuando ninguna de las dos personas está ya interesada en lo que puede aportar la relación o cuando sabes que la otra persona no merece la pena. Por desgracia, ni Amy estaba segura de que Leo fuese mala persona ni yo conseguía quitarme de la cabeza mi amistad con Jane.

    – [Xander]Pues ya sabes, empieza una nueva. Preferiblemente en la que podamos pasar algo de tiempo juntos si no es mucho pedir.[/Xander] – repliqué con una sonrisa. Me emocionaba la idea de poder llevarnos bien, como hijo de los Moondies, siempre había querido que los demás pudiéramos tener algo así, pero no había podido ser.

    – [Amy]Os ha dado por mí.[/Amy]- replicó ella. Supe que lo decía por mí y por Owen, con el que pasaba también bastante tiempo. Parecía disfrutar de su compañía.

    – [Xander]Es que tienes encanto natural.[/Xander] – admití. El carisma que había comentado antes, esa sensación de ser magnética.

    Ella me hizo una peineta y me acordé de esa Amy que siempre nos hacía reír.- [Amy]Soy irresistible.[/Amy] – replicó.

    – [Xander]Vas a tener Merelia a tus pies.[/Xander] – añadí, disfrutando de verla sonreír. La verdad es que no solo ella lo estaba haciendo. Sentía que Amy me entendía completamente respecto a Jane, sin juicios, sin peros.

    – [Amy]¿Y si me caso contigo? [/Amy]- preguntó. Un par de ancianos nos miraron con cara ilusionada mientras hacían su paseo de la mañana. Me sonrojé, había entendido la referencia.

    – [Xander]No te burles del pequeño Xander.[/Xander] – le repliqué. De pequeños Amy y yo pasábamos bastante tiempo juntos y antes de saber lo que significaba, siempre le pedía que nos casáramos, pensaba que era una forma de no separarse de una persona.

    – [Amy]»Si no le decimos a nadie que somos primos: podemos casarnos».[/Amy]- respondió, imitándome mientras ponía caras. Mi rostro seguía rojo.

    – [Xander]Eh, vale.[/Xander] – me defendí, echándome a reír. Eché de menos que mi hermana estuviese con nosotros. Quería mucho a Amy, siempre la había idolatrado.

    – [Amy]»Tu pelo es taaaaan rojo»[/Amy]- continuó. Con los años el de Kay y el de Vera eran los que se habían quedado de un rojo intenso mientras que el de Amy era cobrizo.

    Negué con la cabeza, a Amy le encantaba avergonzarme. – [Xander]Todavía no sabía de lo que hablaba. Ni que los primos no se casaban…normalmente.[/Xander] – aclaré, por si alguna pareja de primos casados me escuchaba y le parecía mal que dijera lo contrario. Uno nunca tiene que meterse en lo que decida cada uno para su vida.

    – [Amy]No tengo pensando casarme con ninguno de mis primos.[/Amy]- aseguró, pensativa. – [Amy]Bueno, con Ellie quizás sí.[/Amy] – sentenció, antes de echarse a reír.

    – [Xander]Seguro que a Idris no le importa.[/Xander] – admití riendo con ella. Durante un momento, habíamos vuelto a ser nosotros mismos.

    Al final, Amy se quedó en Merelia más tiempo del que pensábamos cualquiera de los dos y creo que los dos agradecimos tener a alguien que nos entendiera y que nos acompañase en nuestra soledad.


    UN AÑO MÁS TARDE

    MAÑANA, JUNIO – ESCUELA LEGADO

    El tiempo pasa increíblemente rápido. Gracias a la compañía de Amy, la estancia en Merelia se hizo mucho más llevadera. Nos ayudábamos cuando lo necesitábamos y nos dejábamos espacio cuando queríamos estar solos. Owen y Noah venían de vez en cuando y jugábamos a juegos de mesa, a veces también con una chica con la que mi primo parecía estar muy encariñado. Otras veces venía solo Owen e íbamos al cine o a dar una vuelta.

    Amy trabajaba en los chiringuitos de la playa en verano y en invierno había encontrado trabajo en un italiano de la zona bastante famoso. No parecía un trabajo que le llenase pero por el momento le había mantenido entretenida.

    Al final, la tediosa carrera de Psicología se terminó y llegó el momento de buscar trabajo, algo que no me resultó especialmente difícil siendo hijo de los dueños de la mitad de la Escuela Legado. Pese a todo, especifiqué claramente a mis padres que quería un puesto bajo y ellos lo aceptaron. Prefería ascender ganándomelo.

    – [Sarah]Estás moreno, Oruga[/Sarah].- replicó mi madre estrujándome con sus fuertes brazos. Guardé las gafas de sol en la mochila y disfruté de su cariño. Les había echado de menos.

    – [Xander]Mamá no me llames Oruga que te puede oír la gente.[/Xander] – respondí. Era el mote que me habían puesto desde pequeño porque se suponía que era un poco dramático y me parecía a una «orugrita». Por suerte Amy no había llegado aún para sumarse a mi madre. Me había acompañado en el viaje, pero había pasado por casa para saludar a sus padres antes de venir a la Escuela. Había pensado hablar con mis padres y buscarle también a ella un hueco.

    – [Sarah]Después de parirte durante catorce horas, te pienso llamar como me dé la gana[/Sarah].- respondió con una sonrisa. Eso era más o menos lo que le decía también a mi padre y mi otra madre cuando se quejaban por tener que hacer algo.

    – [Xander]Mamá Sasha va a ser mi favorita.[/Xander] – le respondí, picándola, pero mi madre era inmune a los celos, incluso de broma. Supongo que en parte era el secreto de su maravillosa relación, que ninguno de ellos había pensado nunca que alguno quisiera más a otro. Simplemente se querían todos de una forma inspiradora. – [Xander]Ya no vais a volver a echarme de menos.[/Xander] – comenté. Antes les seguía viendo pero con las clases y las obligaciones de todos, era más difícil. Ahora iba a trabajar allí a diario aunque viviera en la casa de Merelia así.

    – [Sarah]No voy a llorar, no voy a llorar…[/Sarah]- sonrió, emocionada. A veces me paraba a pensar si todas las madres querrían tanto a sus hijos y serían tan maravillosas como la mía. Mamá Sasha también nos quería mucho, pero lo demostraba de una forma menos evidente que ella.

    – [Xander]Tengo ganas de ayudar a esos niños y niñas.[/Xander] – admití. La Escuela Legado ayudaba a continuar con los estudios formales a personas que por su condición no podían o no querían estar en los colegios, institutos o universidades habituales, pero también a aceptar y controlar las condiciones especiales de cada uno. Por fin iba a poder trabajar con personas que necesitasen mi ayuda, asesorarles para poder convivir con algo con lo que habían nacido.

    – [Sarah]Lo vas a hacer muy bien[/Sarah].- respondió, orgullosa, colocándome el cuello del polo, que se había torcido por la mochila.

    – [Xander]He tenido una buena maestra.[/Xander] – admití, mirándola. – [Xander]¿Qué…? No, lo digo por la tía Diana.[/Xander] – nos echamos a reír. – [Xander]Es broma, mamá. Te quiero.[/Xander] – le pasé una mano por los hombros y empezamos a subir las escaleras hasta la sala de reuniones.

    – [Sarah]Yo también te quiero[/Sarah].- respondió mi madre.- [Sarah]¿Vas a ir a la fiesta?[/Sarah] – preguntó al cabo de un rato. «La fiesta» era la celebración del cumpleaños de Owen. En otra situación, no habría habido nada que evitase que fuese a la fiesta de mi mejor amigo, pero Jane era su melliza así que la fiesta era para ambos, y no quería fastidiarle un día especial.

    – [Xander]No, voy a ir echando un vistazo a los expedientes de los niños.[/Xander] – comenté, intentando parecer despreocupado. – [Xander]Mañana lo celebro con Owen. Vamos a ir de tapas por Merelia. Amy viene también.[/Xander] – le expliqué. Me gustaba hacer las cosas bien en parte porque mi madre SIEMPRE hacía las cosas bien, así que se lo aclaré porque no quería que pensara que iba a hacerlo mal con mi mejor amigo.

    – [Sarah]¿Estás huyendo de Jane?[/Sarah]-  preguntó ella. Después de mí y no sé si Jane, mi madre había sido la persona que más había sufrido con nuestra pelea. Me dolía no poder contentarla, pero en su día lo intenté y no salió demasiado bien.

    – [Xander]No quiero forzar una situación tensa para nadie. Es mejor así.[/Xander] – aseguré, mientras nos separábamos para entrar a la sala.

    – [Sarah]Es una pena que estéis así.[/Sarah]- dijo, encendiendo la luz de un pequeño despacho anexo a la sala de reuniones. Tenía una amplia ventana tras el escritorio, la luminosidad me vendría muy bien.

    – [Xander]Ya. He aprendido a aceptarlo.[/Xander] – le aseguré, para que no se preocupase por mí. Me pasó una mano por el hombro antes de ir a buscar los expedientes.

    Me quedé solo en la sala, pensativo. Mi situación respecto a Jane había cambiado bastante en el último año. No la relación en sí, si no mi pensamiento al respecto. Amy me había ayudado mucho, esperaba haberla ayudado yo a ella tanto como ella a mí. Gracias a su apoyo, había decidido enviarle un regalo de cumpleaños y pensar una manera de arreglar nuestros problemas. Ella no quería que estuviésemos juntos, pero podíamos hablarnos. Solo me faltaba reunir las fuerzas para hacerlo.

    Mi madre volvió al cabo de un rato. – [Xander]¿Qué, ya tenéis las maletas listas para la «luna de miel»?[/Xander] – pregunté mientras los colocaba ordenadamente en mi nueva mesa.

    – [Sarah]No me hace mucha gracia que las dos dejemos Moondale[/Sarah].- comentó, preocupada. Ese día, en unas horas, los tres cogían un vuelo a Roma para pasar una semana de viaje por Italia y las islas del Mediterráneo. Había costado el esfuerzo aunado de toda la familia convencerles de tomarse un respiro merecido después de tantos y tantos años aguantando el tipo. Si no llega a ser porque entre todos les pagamos el viaje como regalo de cumpleaños de los tres, creo que nunca se habrían atrevido a marcharse.

    – [Xander]No pasa nada. Siempre decís que lleva años tranquilo, no pasará nada por unas noches.[/Xander] – la tranquilicé. – [Xander]Y los demás se quedan.[/Xander] – añadí. Si pasaba algo, entre todos podríamos arreglárnoslas para solucionarlo. Dom ya estaba preparado para patrullar y los demás ya se habían ofrecido también. Para no romper la costumbre, a mí me habían mantenido al margen.

    – [Sarah]Ya[/Sarah].- replicó. Hasta que no se viese allí no estaría menos preocupada y aun así, seguramente se pasaría la semana pensando que se iba a encontrar un cráter al volver a Moondale.

    – [Xander]Anda mamá, disfrutad. Lleváis muchos años aguantando por los demás.[/Xander] – le di un beso en la frente.

    – [Sarah]¿Y tú, cuándo te vas a permitir ser feliz?[/Sarah]- preguntó, mirándome. Con mi madre no había disimules, ni corazas, ni nada de nada. Sabía con solo mirarme a los ojos que mi corazón siempre iba a latir por Jane.

    – [Xander]Soy feliz. Estoy bien.[/Xander] – aseguré sonriendo. No mentía, había aprendido a ser feliz con lo que tenía. ¿Preferiría llevarme bien con Jane? Por supuesto. ¿Me habría encantado estar junto a ella? Claro. Pero si no podía ser, tampoco podía hundirme. Tenía mucha gente que me quería y se preocupaba por mí y no podía permitirme hacer caso omiso de su cariño centrando mi vida solo en lo que no tenía.

    – [Sarah]Eso espero[/Sarah].- me pasó una mano por la mejilla con cariño. Asentí y le dediqué una sonrisa.

    Mi padre y mi otra madre se unieron unos minutos después y terminé sumido en un abrazo repleto de amor Echolls que invocó a Ellie, que no se podía perder una reunión familiar emotiva. Aprovechamos para pasar un rato todos juntos antes de que Ellie les llevase al aeropuerto con instrucciones expresas de obligarles a pasar el control.

    Cuando me quedé solo, me puse a trabajar, intentando atar mi mente a cada uno de aquellos chicos y chicas que necesitaban mi ayuda. Comí con Nate, Owen y Amy en el restaurante que quedaba frente a la Escuela y disfruté de mi regreso a Moondale. A veces la felicidad es más sencilla de lo que parece.

  • LA VERDAD DUELE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, CASA DE TINA

    Dicen que hay días en los que vale más no levantarse de la cama. Ese día, claramente, fue para mí el mejor ejemplo, ya casi desde principios de la mañana. Lo peor de todo es que ese día había parecido empezar con buen pie.

    Me levanté temprano, como siempre y saqué a Xena a pasear. A la vuelta, mi madre nos llamó a todos a la cocina para desvelar el secreto mejor guardado de la casa. La sorpresa no fue mayúscula porque Ellie, Dante y yo lo habíamos comentado alguna vez, pero aun así fue impactante por las implicaciones de lo mucho que debían haber sufrido los tres para mantenerlo en secreto. Me sentí mal porque hubiesen tenido que vivir disimulando, fingiendo ser algo distinto. Ahí fue cuando empezó todo.

    Tenía un hueco bastante amplio entre clases porque tocaba repaso para el examen de recuperación y yo por suerte había pasado, pese a aburrirme bastante la asignatura. Al final, para quitármela de encima, había optado por memorizar y escupir en el examen, sin más.

    Estaba bastante frustrado con mi carrera y eso que solo estaba en mi segundo año. No tenía nada que ver con la idea que tenía en mente de la psicología. Yo quería ayudar a las personas a sentirse mejor consigo mismas y no dejaba de ver gente a mi alrededor a la que no le importaba nada de eso en absoluto, gente con más problemas todavía que las personas a las que se suponía que debían ayudar.

    Sí, quizá influye que yo era una de esas personas. Llevaba dándole vueltas desde bien temprano, cuando me crucé con Jane y ella me esquivó cambiando a otro pasillo. Al principio intenté no sentirme mal, pero no era capaz y más tarde mi mente empezó a hervir con la idea de hablar con ella. Sabía que no era otra cosa que el poder del amigo de Idris intentando hacer salir la verdad.

    Mientras caminaba hacia la Escuela Legado no podía dejar de pensar en cómo podrían haber sido las cosas si yo hubiese obrado diferente.

    Crucé las puertas de cristal del edificio principal de la Escuela Legado. Era el núcleo original de la escuela y todavía se conservaban allí algunas clases, pero la mayoría se realizaban ya en los edificios anexos, construidos hacía algo más de diez años.

    Cada vez que entraba allí me sobrecogía la presión. Los Moondies habían conseguido dar una escuela para todas las personas diferentes, un lugar al que pertenecer independientemente de cómo seas. El boom les llegó después de la guerra, cuando alguna gente sí creyó en que los sobrenaturales existían y apuntó a sus hijos e hijas a la escuela para ayudarles.

    Con el tiempo y la manipulación mediática, los sobrenaturales volvieron a ser un secreto, excepto para algunos, los que recordaban. Eso permitió que la escuela viviera en el secretismo, como una especie de centro privado que llegaba hasta coexistir con los estudios en la Universidad de Moondale, compatibilizando asignaturas y recibiendo alumnos especiales de la misma. Fue cuestión de tiempo que no solo se aceptasen a sobrenaturales, si no también a todas aquellas personas con necesidades especiales que se presentaban a sus puertas.

    La gestión de la Escuela era increíblemente difícil, pero de alguna forma, conseguían mantener los secretos apartados y seguían sin fallar a su propósito. Hoy en día, la mayoría de la gente pensaba que o bien era una escuela para enfermos y personas con necesidades especiales o que era una escuela privada para la élite. Al final decidieron venderse como ambas para asegurar la discreción.

    Saludé a Nate, que iba vestido con su uniforme de seguridad de la Escuela. Si tenía que llegar a actuar, se bastaba con su fuerza y su poder para separar a cualquiera. Era una auténtica fuerza de la naturaleza. Bueno, del espacio más bien. Por lo que sé, hubo problemas alguna vez por gente de mente cerrada que cometió vandalismo solo por el hecho de ser diferentes.

    Subí a la segunda planta y le di un beso a la tía Cara cuando pasé por delante de su despacho, un lugar curioso, que combinaba la armonía y el metodismo de una genio de la contabilidad con los peculiares gustos de mi tía, como una colección de muñecos cabezones de sus personajes favoritos y cuadros de las Pruebas hechos por el tío Daakka. No os preocupéis por palabras como «extraño», «peculiar» o «raro», en mi familia son un cumplido. Las diferencias son las que nos hacen ser lo que somos.

    Crucé el pasillo de vidrieras necrotempladas, observando al fondo el edificio residencial de la Escuela. Allí residían algunos de los estudiantes con poderes más complicados o trasfondos más complejos, hasta que pudieran defenderse por sí mismos.

    Caminé directo hacia el gimnasio privado. Al principio había sido común para los estudiantes pero con el crecimiento de edificios, habían optado por intentar dejar una zona común de reunión para los Moondies, aunque ya no había grandes amenazas desde la guerra.

    Necesitaba hablar con alguien cercano. Mi madre tenía clase en ese momento y mi padre tenía entrenamiento de poderes con el tío Dom y el grupo Equidna. La tía Cara estaba ocupada echando números. Pero sabía de alguien a quien encontraría entrenando en el gimnasio en soledad.

    Cuando entré, escuché el sonido del saco de boxeo encajando los golpes. Sasha llevaba su ropa de entrenamiento y golpeaba el saco, que apenas aguantaba. Estaba usando el duro, el que estaba hecho para ella y para mi madre, otro habría estallado con un golpe serio de cualquiera de las dos.

    – [Xander]Hola, Sash.[/Xander] – la saludé. Con el tiempo, a medida que nos hicimos mayores el «tía Sasha» empezó a desaparecer según nos íbamos dando cuenta de que pasaba bastante tiempo en casa. Desde lo que había desvelado mi madre aquella mañana, no estaba seguro de cómo llamarla. Prácticamente toda la vida había sido ‘Sash‘, pero ahora que sabía que había tenido que vivir en la sombra tanto tiempo, no quería utilizar ninguna formula que la hiciese sentirse lejana.

    – [Sasha]Dime, enano.[/Sasha]- replicó ella. Siempre nos había hecho mucha gracia porque tenía un mote para cada uno: a mi madre la llamaba S; a mi padre, pelirrojo; a mí enano, cosas de ser el primogénito; a Ellie la llamaba bichito porque de pequeña era un polvorín; y a Dante le había tocado pajarraco, un mote que provocaba siempre que sonriera.

    – [Xander]Necesito hablar con alguien.[/Xander] – le respondí, completamente afectado por esa sinceridad. No podía estar molesto con Elle pese a todo, la sinceridad de por sí no era mala, todo sería mucho más fácil si todos dijéramos lo que sentíamos en cada momento. La mayor parte de los problemas venían por malentendidos o miedos, no había más que vernos a Jane y a mí. La realidad era que, por mucho que me doliese que me evitara, yo también la evitaba a ella en parte. Llevaba sin hablar con ella desde aquella clase de química por puro miedo a ver odio o decepción en sus ojos. No soportaba no estar a la altura de lo que se esperaba de mí.

    – [Sasha]Pues siéntate y hablamos.[/Sasha]- dejó el saco balanceándose y fue hasta la fuente de agua antes de sentarse a mi lado en los bancos.

    – [Xander]No sé qué hacer.[/Xander] – empecé a decir. Lo que me rondaba la cabeza tenía que ver con Jane, por supuesto, pero a la vez no, tenía más que ver conmigo mismo. – [Xander]Con Tina.[/Xander] – confesé. El poder, fuera el que fuese, dejaba ir las cosas con bastante facilidad. Por lo que dijo Elle, solo te hacía confesar lo que deseabas que se supiera.

    – [Sasha]¿Eso no era solo sexo? Pensé que lo teníais claro.[/Sasha] – sentenció Sasha, que era sincera de forma habitual, mucho más ahora bajo los efectos del poder. No era la primera vez que hablaba con ella, con mi madre, con Elle, con Owen, con la tía Diana o con la tía Cara de lo de Tina. Al principio me había dejado llevar, estaba dolido y había dejado por imposible arreglar las cosas con Jane, pero dejé entrar a Tina en mi vida para tapar ese dolor y eso no estaba bien. Con el tiempo fue más fácil, lo pasábamos bien juntos, era una buena chica y me quería. Pero solo tenía que entrar Jane en escena en un pasillo, una clase o la cafetería para que la herida se reabriese y surgieran las dudas. No podía seguir sometiendo a Tina a eso, a un segundo plano.

    Me limité a negar con la cabeza. Al final nada era tan fácil como «solo sexo», al menos no para mí. – [Xander]Tina me quiere. Y yo…me dejé querer y quería quererla, de verdad.[/Xander] – respondí, sintiendo el dolor de admitir mi error en voz alta. Tenía miedo a que Sasha me juzgara, ella y cualquiera.

    – [Sasha]Esas cosas nunca salen bien.[/Sasha]- replicó, mirándome. Sasha era bastante cerrada respecto a sus sentimientos, era su manera de protegerse por todo lo malo que le había pasado. Pero con el tiempo llegabas a descubrir su lenguaje oculto. Con su mirada me estaba dando un apoyo que necesitaba desesperadamente.

    – [Xander]Sigo sintiendo algo por Jane. No puedo seguir con Tina, no es justo para ella.[/Xander] – parecía que me lo decía a mí mismo.

    – [Sasha]Nunca ha sido justo para Tina.[/Sasha]- replicó. Era terriblemente sincera en ocasiones. Guardó silencio unos segundos y entonces suspiró. – [Sasha]Mira, al principio, intenté dejar de pensar en tu madre, pero cuando te has acostado con tres rubias diminutas en quince días, te das cuenta de que eso no vale para nada.[/Sasha] – explicó. Capté al momento qué era lo que me estaba queriendo decir. Bueno, al momento no, intenté apartar de mi mente la imagen real de los ligues clónicos.

    – [Xander]¿Estás diciendo que no me rinda?[/Xander] – pregunté, mirándola a los ojos. Me pregunté si siempre habría sido así, cómo eran cada uno de ellos antes de que entrásemos en sus vidas. No sabía si había costado más o menos, si habían peleado o si habían sufrido, pero por nosotros habían mantenido oculta su relación con Sasha, era un sacrificio que iba a intentar no olvidar.

    – [Sasha]Estoy diciendo que hagas lo que quieras hacer, pero de verdad, sin gilipolleces.[/Sasha]- me dedicó una de sus medias sonrisas.- [Sasha]Al principio, con tus padres, era solo lo que todo el mundo se imagina… vale, demasiadas información.[/Sasha]- soltó una breve risa, probablemente al ver mi cara de pánico intentando disociar de mi mente la imagen de los tres…intimando.- [Sasha]La cuestión es que yo no me rendí y al final, conseguí mi sitio. Para mucha gente, ese sitio es una puta mierda, porque no dejo de ser la tercera rueda de un carro que tiraba de sobra con dos, pero era lo que yo quería.[/Sasha]- comentó, pensativa. Dándole vueltas me di cuenta de lo poco que sabíamos de cómo se llevaban. Cuando éramos pequeños, Sasha simplemente estaba por allí, a veces estaba por las mañanas, como si hubiera dormido en casa, pero no sabíamos exactamente dónde, en el sofá asumíamos. Al ir haciéndonos mayores fuimos viendo cada vez más cosas, más pistas, pero eran solo eso, pistas. Eso implicaba pasar años conteniendo cualquier muestra de cariño. Solo esperaba que con lo que había provocado el amigo de Idris las cosas fueran más fáciles para ellos.- [Sasha]Si tu madre tuviera un harén, querría estar en él y si fuera, no sé, la líder de una secta, llevaría veinte años en ella.[/Sasha] – añadió, sin reparos. Me sentí comprendido, Sasha entendía perfectamente cómo me sentía respecto a Jane.

    – [Xander]Gracias Sash, mamá Sash.[/Xander] – repliqué, más animado, guiñándole un ojo.

    – [Sasha]Peloteos los justos, renacuajo.[/Sasha]- respondió ella, sin conseguir tapar una sonrisa.

    – [Xander]No, es en serio, vengo aquí a contarte mis problemas pero…[/Xander] – empecé a decir. Ella me había ayudado y ahora quería hacerlo yo. Sentía que le debía algo por todo ese sacrificio. – [Xander]No lo sabíamos del todo pero siempre has sido importante para nosotros.[/Xander] – añadí. Sabía que Sasha no era de muestras de afecto, así que intenté ser escueto.

    – [Sasha]Vale, vale, déjate de ñoñerías, que no somos Los Brady[/Sasha].- que lo que le había dicho le había llegado habría pasado desapercibido para cualquiera, pero nos conocíamos desde hacía mucho y con los entrenamientos habíamos llegado a conocernos más.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije, antes de levantarme para darle un abrazo. Sabía lo que tenía que hacer y prefería no esperar demasiado para hacerlo, porque le daría muchas vueltas. Tenía que aprovechar el poder que habían impuesto sobre nosotros para contar la verdad a Tina.

    – [Sasha]Los Echolls-Arkkan sois unos sobones[/Sasha].- se quejó, bromeando. La dejé volviendo al entrenamiento, aunque la vi teclear en el InPhone de la que salía, seguramente contándoselo todo a sus tercias naranjas.

    Cada paso que di alejándome de la seguridad de la Escuela en dirección a la casa de Tina fue un suplicio. Repasaba en mi cabeza una y otra vez las formas de decírselo pero todas tenían contras: o sonaban a machista, a frío, a insensible, a manual de rupturas o directamente no conseguía dejarlo.

    Tras una eternidad, llegué frente a su puerta y se me instaló un nudo en el estómago, pero conseguí reunir las fuerzas para tocar al timbre. Ella abrió la puerta y me recibió con una sonrisa radiante.

    – [Xander]Hola. [/Xander] – la saludé, serio. Me alegra de verla y me gustaba pasar tiempo con ella, pero a partir de ese día seguramente sería más difícil.

    – [Tina]Hola, cielete[/Tina].- se echó hacia delante y me besó en los labios. No supé cómo esquivarla, de hecho, me quedé paralizado. Sus labios eran suaves y parte de mí pugnaba por dejar que me besaran continuamente, por encerrar la verdad en una esquina y rendirme a sus muestras de cariño. Habría sido más fácil si no fuera el hijo de Sarah Echolls, si no hubiera mamado un sentido de la responsabilidad que me mataba a veces.

    – [Xander]Tina…tengo que decirte algo. Importante.[/Xander] – dije cuando cerró la puerta tras nosotros.

    – [Tina]¿Has visto un fantasma?[/Tina]- replicó, sonriendo. Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el sofá.

    – [Xander]Espera. Es algo serio. No…quiero hacerte daño.[/Xander] – dije, soltando su mano sin seguir avanzando. No quería parecer frío, pero no podía dejarme llevar por el amor que desprendía Tina. Se merecía a alguien mejor que yo.

    – [Tina]¿No me lo puedes contar en el salón mientras tomamos algo? No puede ser tan grave[/Tina].- me miró a los ojos y empezó a darse cuenta de que sí pasaba algo.

    – [Xander]Sí, lo es, porque no me he portado bien contigo.[/Xander] – no es fácil admitirlo, os lo puedo asegurar.

    – [Tina]Es verdad[/Tina].- me miró y se rió.- [Tina]Eres el mejor novio del mundo, mi vida[/Tina]. – se acercó hasta mí para darme un abrazo y besarme, pero me aparté.

    – [Xander]Tina, no. No puedo seguir así. Te estoy engañando a ti y a mí mismo.[/Xander] – confesé. Ella frunció el ceño, observándome. – [Xander]No podemos seguir juntos.[/Xander] – sentencié, algunas de las palabras más duras que había dicho en toda mi vida.

    – [Tina]¿A qué viene esto ahora?[/Tina]- me preguntó.

    – [Xander]Lo he pensado muchas veces, pero me gustaba estar contigo. Me sentía…bien.[/Xander] – el poder me estaba haciendo dejarlo ir todo, aliviando la presión que tenía sobre mí desde hacía tiempo. Pero eso no hacía que el desenlace fuese a ser más fácil. – [Xander]Pero no es justo para ti. Te mereces mucho más.[/Xander] – añadí. Quería a ti, pero no de la forma que ella me quería a mí.

    – [Tina]No puede ser verdad que hayas venido a dejarme a mi casa[/Tina].- respondió, afectada. Aún estaba conteniéndose, procesando lo que estaba pasando.

    – [Xander]Eres una persona muy importante para mí. Y siempre te querré, pero de otra forma.[/Xander] – traté de explicarle para que me entendiera, para darle menos importancia a lo que estaba pasando, pero no había forma de hacerlo, porque la tenía. Jamás debimos empezar juntos, así no habría habido que pasar por eso.

    – [Tina]¿Es por JJ?[/Tina]- preguntó, herida.

    – [Xander]Jane y yo llevamos tantos años sin hablarnos que no sé si volveremos a hacerlo alguna vez.[/Xander] – respondí. Me dolió saber que lo hacía con sinceridad. No sabía si alguna vez volvería a hablar con Jane, había pasado demasiado tiempo y el dolor y la distancia dan paso a la frialdad. – [Xander]Pero en parte, sí. No puedo estar contigo si sigo sintiendo algo por ella.[/Xander] – intenté ser fiel al consejo de Sasha, al menos en parte. Necesitaba despejar de mi mente lo que pasaba con Jane antes de poder estar de verdad con alguien. Por ahora, aún la quería, aún sentía que la había defraudado y que tras toda esa coraza, solo era una buena persona sufriendo.

    – [Tina]Vete a la mierda, Xander[/Tina].- espetó ella. Ni siquiera me paré a pensar si sus palabras estaban cargadas de odio. Ojalá lo hubieran estado, me lo merecía, pero la triste realidad es que creía que no.

    – [Xander]Lo entiendo. Sí quieres me vaya, lo haré.[/Xander] – respondí. – [Xander]Si quieres que no vuelva a hablarte, lo respetaré. Aunque me gustaría seguir siendo amigos.[/Xander] – añadí. Estaba pidiendo de más, lo sé, pero era lo que sentía y las palabras salían solas. – [Xander]Eres una persona maravillosa, Tina. Te mereces alguien mejor.[/Xander] – le deseé.

    – [Tina]¿Te quieres callar?[/Tina]- replicó, yendo hacia mí para empujarme hacia la puerta. Al ver lo que hacía, me moví y me marché en dirección a la puerta sin replicar. No tenía derecho a ello.

    Cuando la puerta se cerró detrás de mí, escuché a Tina apoyarse contra ella y llorar. No sabía qué decirle, pero sí que no podía irme de allí sin intentar ayudarla.

    – [Xander]Tina, por favor, no llores por mí.[/Xander] – le pedí, sintiéndome como un egocéntrico por cómo lo había formulado. No penséis mal, o hacedlo, me lo merezco igualmente, pero no lo decía porque yo no soportase llorar, si no porque yo no merecía la pena.

    – [Tina]No lloro por ti. Lloro por mí[/Tina].- replicó ella, dolida, triste. Os explicaré algo, por si no lo sabéis. Tanto mi madre como mi tía Diana, eran dos personas con una empatía extraordinariamente desarrollada. Elle y yo habíamos heredado también esa empatía, así que estaba sintiendo todo el dolor que sentía. Y cuando sabes que lo has causado tú, se hace difícil de soportar.

    – [Xander]Llora de alegría, mira de lo que te acabas de librar.[/Xander] – intenté darle un punto de vista positivo, reírnos de la situación por absurdo que sonase.

    – [Tina]No intentes que me sienta mejor con ese tipo de frases[/Tina].- me pidió. No sabía cómo actuar.

    – [Xander]¿Y qué hago, Tina? Soy una mierda de persona.[/Xander] – repliqué. Sí, ya sé que me he comparado un par de veces con mi madre, pero no soy ella ni de lejos. Mi madre es una heroína, no solo por haber sido elegida como Kvasir y tener todos esos poderes, si no más bien por lo humana que es: empática, buena, cariñosa. Mi madre no habría cometido el error que yo cometí, ni con Tina ni con Jane. – [Xander]Fui un egoísta empezando contigo y he sido un egoísta desde entonces.[/Xander] – la sinceridad impuesta me ayudó a dejarlo ir. A la larga, sería mucho más sano, pero en ese momento, me estaba matando. – [Xander]No sé otra opción. No voy a dejar que pierdas tu vida conmigo.[/Xander] – ahí estaba, todo lo que pensaba. Ya no quedaba más sin decir.

    – [Tina]Ya[/Tina].- escuché un suspiro al otro lado y la puerta se abrió.

    – [Xander]Tienes carta blanca para odiarme. Lo raro sería que no lo hicieras.[/Xander] – le aclaré. Me sentía un poco incómodo con Tina mirándome a unos ojos hinchados y brillantes.

    – [Tina]No te odio, pero tampoco quiero que vayamos de colegas[/Tina].- aclaró ella. No puedo decir que no lo mereciera, ni que esperase más, todo lo contrario, pero aún así, tuve una sensación amarga. Siempre queremos más.

    – [Xander]Ya.[/Xander] – respondí. – [Xander]Con eso no puedo hacer nada.[/Xander] – comenté. Quería irme a algún lugar donde estuviese solo, pero primero quería asegurarme de que ella se quedase todo lo bien que pudiera estar.

    Ella se acercó a mí y me abrazó.- [Tina]Siempre he sabido que no íbamos a durar, pero duele igual[/Tina]. – sentenció. Era demasiado buena persona como para que le hiciesen daño. Esta vez agradecí su abrazo, pero no fue tan reconfortante porque sabía perfectamente que sería uno de los últimos.

    – [Xander]Lo sé.[/Xander] – respondí. No pasamos mucho más tiempo juntos. Nos despedimos y cada uno fue a lamerse las heridas por separado. Las suyas por su sufrimiento, las mías por saber que lo había provocado.

    Recorrí los escasos metros que separaban la casa de Tina de la nuestra en automático. La rosada silueta de la casa victoriana que habían comprado mis padres hacía ya más de veinte años se alzaba, bonita y acogedora.

    Abrí la puerta y una parte de mí esperó que no hubiese nadie. El salón estaba vacío y la mayoría de las luces estaban apagadas, pero se escuchaba música en la habitación de mi hermana.

    Subí a la segunda planta con la esperanza de cruzarnos más tarde, cuando ya estuviera más recuperado. No quería que Ellie me viera así, era muy empática y no me apetecía verla sufrir. Pero como si tuviera un radar, la puerta de su habitación se abrió y asomó la cabeza.

     

    – [Ellie]Xan, ¿qué te pasa?[/Ellie]- preguntó nada más verme. Os lo dije, empatía muy desarrollada.

    – [Xander]Le he dicho a Tina la verdad.[/Xander] – respondí. Mis ojos, rojos y acuosos, no contribuirían a intentar negar lo evidente. Entré a mi habitación y Ellie me siguió.

    – [Ellie]Uf…[/Ellie].- exclamó ella, sentándose en mi cama.

    – [Xander]Lo ha llevado lo mejor que ha podido. Al menos creo que no me odia.[/Xander] – comenté, jugueteando con un muñeco cabezón de Vegeta que me había regalado la tía Cara.

    – [Ellie]Es culpa mía[/Ellie].- sentenció. Me giré hacia ella.

    – [Xander]No. Tú solo diste un empujón y lo necesitaba.[/Xander] – le puse una mano en el hombro. Quizá tenían que habernos preguntado antes de hacerlo, pero no pensaba decirle eso a mi hermana, no quería que se sintiera culpable y mamá ya se lo había dicho por la mañana. Había hecho lo que había creído mejor para todos. – [Xander]La culpa es mía por haber estado con ella.[/Xander] – expliqué, sentándome a su lado.

    – [Ellie]Te gustaba y te hacía feliz, ¿qué tiene de malo?[/Ellie]- mi hermana me pasó un brazo por encima de los hombros. No sé qué sería de mi sin ellos. Mi padre había perdido a toda su familia en un día y había tardado años en saber que tenía una hermana y conocerla. Él sobrevivió a todo eso, pero estaba hecho de otra pasta, yo no era tan fuerte. Siempre había soñado con ser un héroe, pero por mucho que entrenase, jamás sería como él, no solo hacía falta fuerza física.

    – [Xander]Que la estaba engañando.[/Xander] – respondí. En mi familia nos lo contábamos casi todo, existía una confianza implícita, salvo en algunas excepciones, como la verdad de la relación de mis padres y Sasha. En ese caso era comprensible, pero mentirle a Tina, no. – [Xander]No era feliz Ellie. Llevaba muchos años sin serlo.[/Xander] – era algo difícil de confesar. No me hacía falta terminar la carrera para autodiagnosticarme una personalidad al borde de la depresión. Me encargaba de luchar día a día para no caer, pero eso implicaba también ser consciente de que no había sido feliz per sé con Tina. Me llevaría algo más de tiempo y de madurez darme cuenta de que en ese momento, afectado por lo que acababa de pasar, estaba tratando la felicidad como algo que se obtiene todo el tiempo, y no era así. Sí, había sido feliz por momentos con Tina, era feliz con una familia que se quería y me quería a mí, era feliz con mis amigos. Pero no era feliz sintiéndome mala persona y eso llevaba haciéndolo desde que le fallé a Jane. Me faltaban años para ser consciente de que tenía que atesorar los momentos individuales de felicidad y a saber que la tristeza es parte de la vida y que no sirve de nada fustigarse eternamente por los errores del pasado.

    – [Ellie]¿Por Jane? No puedes ser infeliz porque alguien no te quiera, por muy duro que sea.[/Ellie].- respondió ella. En Ellie se notaba mucho con qué personas había tenido mucha relación. Tenía mucho de mi madre, bromeaba como la tía Diana, era un alma libre como la tía Cara y a veces era directa como Sasha.

    – [Xander]Pero ahora mismo no puedo cambiar cómo me siento.[/Xander] – era consciente de mi problema, pero en este caso, no podía cambiarlo, mis sentimientos estaban ahí, seguían ahí. – [Xander]La conocía de verdad. Aún lo hago, sigo viendo a la persona que hay detrás de ese muro. Eso es lo que duele, saber que no eres capaz de llegar a ella, saber que si te resignas, la abandonas una vez más con todos sus problemas.[/Xander] – aseguré. No es solo que no pudiese pasar página, es que no quería hacerlo.

    – [Ellie]Jane está destrozada. Ahora mismo sería incapaz de querer a nadie[/Ellie].- intentó explicar. Mi pobre hermana, durante años en medio de lo que había pasado entre Jane y yo.

    – [Xander]No necesito que me quiera. Me vale con que no me odie.[/Xander] – le aseguré. No puedes obligar a nadie a quererte, si no lo hace, no lo hace y punto, no hay más vueltas que darle ni otra cosa que esperar, es la libertad de cada uno lo que sienta por otro. Lo que me afectaba no era eso si no el hecho de perderlo todo, de no poder ni siquiera estar en la misma sala después de haber estado siempre juntos de pequeños. – [Xander]Con poder pasar a su lado sin que cambie de dirección…[/Xander] – empecé a decir, sabiendo que solo con eso no sería suficiente. También me gustaría recuperar la confianza que habíamos tenido.

    – [Ellie]Lo está pasando muy mal y es incapaz de ser feliz, porque no se lo permite[/Ellie].- continuó explicando. Uno de los problemas era saber perfectamente qué era lo que le pasaba y la teoría de cómo ayudarla.

    – [Xander]Sé la teoría. Pero la realidad es más difícil.[/Xander] – confesé, sabía que mi hermana no me culpaba por lo que había pasado a Jane, ni tampoco a ella. Lo que único que le había preocupado siempre era que pudiéramos arreglarnos y que cada uno fuese feliz, pero ni Jane ni yo reuníamos nunca las fuerzas suficientes para hablar con el otro y la última vez que sí lo habíamos conseguido, no había salido bien.

    – [Ellie]¿Y si no es el amor de tu vida?[/Ellie].- pregunté, mirándome a los ojos. Aparté la mirada, pensativo, no quería que Elle leyera mis pensamientos. Había debatido esa cuestión a menudo conmigo mismo. Sasha lo había entendido, ¿y si sí lo era aunque no fuese correspondido? – [Ellie]El amor no duele o al menos, no debería doler[/Ellie]. – añadió. Alcé la mirada hacia ella.

    – [Xander]¿Tú crees?[/Xander] – le pregunté. Yo pensaba diferente, para mí el mundo de los sentimientos era algo muy complejo que casi siempre estaba equilibrado. Hay días buenos y días malos, días felices y días tristes. Ninguno sería tal sin contrastar con el otro.

    Se me ocurrían muchos casos en los que no había sido así: La tía Diana lo había pasado mal porque el tío Toph no quería estar con nadie por su licantropía. Mis padres habían sufrido por mantener la relación entre los tres como un secreto por nosotros. El tío Daakka había sufrido pensando que Cara no le querría por ser un demonio. El tío Ed había visto morir a la persona de la que estaba enamorado. El tío Dominic seguía enamorado de su ex mujer pese a todo lo que habían pasado. El amor era sacrificado, pero en su propia definición, compensaba. La parte de sacrificio con Jane habría estado clara, el tema estaba en saber si compensaría.

    – [Ellie]No quiero verte sufrir más por ella[/Ellie].- respondió, sincera, sin necesitar el poder del amigo de Idris. Os preguntaréis cómo se explica que pudiera querer aún a una persona con la que hacía años que no hablaba y con la que estaba peleado. La respuesta es muy fácil. No lo sé. – [Ellie]Quiero que seáis felices. Juntos o separados[/Ellie]. – aseguró.

    Le revolví el pelo como cuando éramos pequeños. Por aquél entonces todo era más fácil. Yo tenía a Jane, ella tenía a Amy, que a su vez tenía a Leo, Kaylee nos tenía a todos y Dante y Cole tenían a su madre. Pero la vida no estaba destinada a ser fácil para ninguno de nosotros, por desgracia. Conocía a pocas personas para las que la vida fuese fácil y normalmente, no solían ser las mejores personas.

    – [Xander]Tranquila, los males no duran eternamente.[/Xander] – repliqué forzando una sonrisa. Necesitaba superarlo, en ese momento, aún no podía, pero sí podía relegarlo a un rincón donde mi hermana no tuviera que preocuparse por ello. – [Xander]Encontraré una solución.[/Xander] – la animé. Aún me quedaba un tiempo con el poder de la sinceridad. Quizá podía aprovecharlo. Y si no, siempre estaba el plan de emergencia que llevaba un tiempo madurando. Ya lo había hablado con mis padres por si acaso, pero los demás no lo sabían.

    – [Ellie]Jane es mi mejor amiga y tú eres mi hermano[/Ellie].- suspiró, aún no había colado mi intento de quitarle importancia.- [Ellie]¿No hay un hechizo que lo arregle todo para que podáis ser felices?[/Ellie] – preguntó.

    – [Xander]No pasa nada, hermanita.[/Xander] – le di un abrazo que quizá me reconfortase a mí más que a ella. – [Xander]Es que este poder trastoca un poco.[/Xander] – comenté. La sinceridad había abierto viejas heridas y me había hecho tomar decisiones que a la larga agradecería.

    La vida no es un camino de rosas. Los problemas en nuestras relaciones eran solo el principio de los sufrimiento de todos nosotros en nuestro camino para convertirnos en Daë. Pero por aquél entonces, era todo nuestro mundo.

  • EL AMOR LO SUPERA TODO

    XANDER ECHOLLS – CASA DE JANE

    Sábado

    Futuros hijos e hijas y nietos y nietas y lo que sigue. Hoy me ha pasado algo raro. Estaba con los demás en la Escuela Legado y de pronto estaba en el cuerpo de papá y papá en el mío.

    Estoy intentando que se entienda la letra, pero no controlo las manos de papá. Ya he roto dos bolis y tengo miedo de estropear el diario nuevo. Iba a empezar el diario hablando de Jane Jessica Williams, vuestra madre o abuela, pero ahora es el tío Dom y no sé si podremos tener hijos.

    Esta mañana ya había empezado mal, os cuento: Jane y yo estábamos su casa, jugando a la consola hasta que el tío Dom nos llevase a la Escuela Legado.

     

    – [Xander]Yo te curo.[/Xander] – dije, buscando el conjuro de mi personaje, un guerrero arcano de nivel 56 que se transformaba en dragón. De mayor siempre había querido tener un dragón.

    — [JJ]No, no.[/JJ] — dijo Jane, haciendo que su personaje se tomase una poción. Ella tenía una maga de nivel 57. No le gustaba que la salvase porque eso era un pareado apatriado que era cosa de hombres que hacen de menos a las mujeres, o eso decía mamá. Ya he hecho borrones en la libreta nueva. Bueno, a Jane no le gustaba que la salvase y estaba bien. También cogía los mejores objetos pero no pasaba nada porque las parejas comparten. Cuando fuéramos mayores si no arreglábamos el cambio de cuerpo tendríamos que compartir cuchilla de afeitar.

    – [Xander]Vale, entonces me encargo de esa sala.[/Xander] – respondí, moviendo mi personaje a una de esas salas que siempre tienen cosas ocultas. Lancé una lluvia de fuego y me sentí como la madrina.

    Al pasar el nivel, Jane pausó el juego. — [JJ]Mi papi hace los bocadillos de Nutella más ricos del mundo.[/JJ]— dijo comiéndose uno mientras subía de nivel a Janessica. Yo subí la fuerza de Xarkkan el elfo y di un salto, por fin pude ponerle dos espadas.

    – [Xander]Mi mamá los hace de mantequilla de cacahuete casera y chocolate blanco.[/Xander] – dije con una sonrisa. Mamá siempre decía que tenía los gustos de papá y eso me hacía reír. Quería comer como papá para ser un héroe fuerte y valiente. Mamá era más fuerte, pero el padrino siempre decía que hay que soñar con realismo.

    Jane sonrió. Lo recuerdo porque era muy guapa cuando sonreía.— [JJ]No están tan ricos.[/JJ] – respondió. Tenía manchas de chocolate en los labios.

    – [Xander]A mí me gustan.[/Xander] – dije, algo triste. Si íbamos a estar siempre juntos y no le gustaban, tendría que comer siempre nutella.

    — [JJ]Eh, no te pongas triste.[/JJ]— respondió dejando el mando en el sofá. Book pegó un salto, asustado, y se fue.— [JJ]Están ricos, pero no son de chocolate normal.[/JJ] – dijo ella, asintiendo con la cabeza.

    – [Xander]Ya, a mí mamá y a Elle les gusta el negro. A mí me sabe a tierra.[/Xander] – confesé. Los matrimonios no tienen secretos. Jane se echó a reír y yo me reí también, aunque no sabía de qué.

    — [JJ]Cuando sea mayor no me voy a casar nunca porque me voy a ir de viaje con mi papá a ver Europa.[/JJ]— explicó mientras volvíamos a jugar.— [JJ]Bueno, y con mamá.[/JJ] – la tía Rebecca era más seria que el tío Dom. Si diera la vuelta al mundo con alguien sería con el tío Dom, seguro que compraba muchos helados y nos dejaba comer hamburguesas y patatas fritas. Una vez me dejó cenar patatas fritas con bacon encima, un cuenco entero para mí.

    – [Xander]Yo quiero casarme y tener un jardín con siete perros.[/Xander] – Xena estaba bien, pero siete Xenas eran mejor.

    — [JJ]A mí me dan miedo los perros.[/JJ]— dijo con cara triste. No sabía que los perros daban miedo, adoro a los perros, son lo mejor junto con las patatas fritas, los viedojuegos videojuegos y Jane.

    – [Xander]Puedes venir a ver a Xena. Es como un peluche gigante.[/Xander] – la invité. Cuando nos casáramos me llevaría a Xena. Podía tener perritos inmortales. Siete.

    Ella se quedó callada.— [JJ]Sí, algún día.[/JJ]— dijo, volviendo a estar triste.

    Saqué una bolsa de patatas fritas que me estaba guardando y se la ofrecí. Cuando estaba triste las patatas me animaban. – [Xander]¿Quieres?[/Xander] – pregunté.

    — [JJ]No, gracias.[/JJ]— dijo, aún triste. Seguimos jugando sin hablar un rato. A veces la miraba, parecía triste.

    Entonces un monstruo dejó caer un arma con un brillo dorado y sonreí por mi buena suerte. Se lo iba a decir a Jane pero seguía seria. – [Xander]Mira, una legendaria. Cógela.[/Xander] – me había tocado, pero Jane no se lo pensó y la cogió para ponérsela. Volvió a sonreír. Sentí un poco de envidia cuando se cargó a una horda de un golpe, pero no pasaba nada.

    – [Xander]Jane…[/Xander] – la llamé. Quería preguntarle algo superimportante.

    — [Jane]¿Digamelóoooon?[/Jane]— respondió, riéndose. Jane es muy graciosa.

    – [Xander]Nunca vamos a dejar de ser mejores amigos, ¿verda’?[/Xander] – tenía miedo de perder nuestros ratos juntos.

    — [Jane]Claro que no. Hicimos un juramento de escupitajos y sabes que eso es super sagrado.[/Jane]— me acuerdaba de eso. Me dio miedo coger una enfermedad pero era la saliva de Jane así que no pasaba nada.— [Jane]Voy a ser tu padrina cuando te cases.[/Jane] – añadió. Me asusté un poco y un enemigo me atacó por detrás.

    – [Xander]Si nos casamos no puedes ser padrino. [/Xander] – me reí. Owen tendría que ser el padrino y Elle la madrina y cuando ellos se casaran, nosotros seríamos sus padrinos. Era lógico.

    Jane puso la cara que pone la tía Cara cuando come pescado.- [Jane]Ughhhh.[/Jane]- dijo. – [Jane]Los amigos no se casan. No funciona así.[/Jane] – explicó.

    – [Xander]Pero mi papá dice que él y mamá son mejores amigos. [/Xander] – dije. Papá siempre me lo decía, ‘pórtate bien con mamá, que es muy buena y quiere lo mejor para nosotros’. La gente decía que Papá miraba a Mamá con amor, así que yo miraba a Jane también así. El tío Daakka y la tía Cara habían sido amigos de pequeños y ahora eran matrimonio.

    – [Jane]Imposible.[/Jane]- dijo. Le iba a llevar la contraria pero a Jane no le gustaba y no quería que se enfadara después de haber vuelto a sonreír, así que seguimos jugando hasta que el tío Dom nos llevó a la Escuela Legado.

    Y eso, cambiamos de cuerpo. Ahora era mi padre y ella el tío Dom. Íbamos en un autobús de la Escuela Legado, con el resto y con nuestros padres. El tío Nate conducía para llevarnos a casa.

    Miré a Jane a los ojos de su padre y ella sonrió con más dientes y más pelos en la cara. Si no nos podíamos casar por ser amigos, no sabía que iba a pensar de ser nuestros padres. Pero Papá siempre decía que el amor lo supera todo.