XANDER ECHOLLS
ESFERA SENATUS | MAÑANA

Me levanté a cepillarme los dientes. Estaba medio dormido cuando me agaché a enjuagarme, pero empecé a notar algo extraño detrás y me puse en alerta. En la ventana que había a mi derecha vi una sombra moverse tras la cortina.
Me asusté y salí del baño con el corazón encogido. Allí, en la oscuridad, era vulnerable. Había cosas, cosas que me perseguían. Venían de esa vieja cripta que habíamos descubierto tras una pared. Podía sentir su maldad viniendo de allí, lanzando sus tentáculos por toda la casa.
Si quería proteger a los demás tenía que entrar ahí. Mis madres, mi padre, Elle, Bowie…incluso mis tías, mis tíos, mis primos y mis primas estaban allí. Todos estaban allí, todos los New Moondies y los Moondies. Para protegerlos tenía que entrar en la cripta.
Avancé hacia ella, cada vez era más pequeño el espacio y el frío y el miedo aumentaban. Mi corazón iba a toda velocidad. Mi cuerpo temblaba, ni siquiera era consciente de si iba a morir o no, pero sentía que estaba en peligro, todo en mi cuerpo pedía huir en la dirección opuesta, pero yo mismo no me lo permitía. Escuché un ruido y me giré, esperando el susto, pero no había nada. Al volver a mirar hacia mi camino vi una oscura figura humanoide frente a mí, gritando.
Entonces me desperté, cubierto de sudor, a punto de gritar. Mi corazón aún estaba acelerado. En aquella habitación rústica las Asheby habían dispuesto lo que habían podido para que durmiéramos mis hermanas, Nate y yo, aunque con la llegada de Jane y Owen, la habitación estaba hasta los topes. Nate había cedido su «cama» y yo había hecho lo mismo con la mía, que Jane estaba aprovechando en ese momento.
Las cosas iban mucho mejor de lo que jamás habría esperado y sin duda eso era un motivo para estar alegre, pero por desgracia, cuando estás acostumbrado a estar preocupado, es fácil que encuentres algo que te inquiete.
En mi caso, aunque debería estar feliz y eufórico por haber vuelto a hablar con Jane después de tanto tiempo, la situación actual de nuestra «misión» me abrumaba, unido al nuevo miedo de hacer algo que nos volviese a separar a Jane y a mí. Así que uniendo todo eso, me rendí a volver a dormirme mucho antes de que los demás se levantasen, incluso Eleanor y Calliope que estaban muy acostumbradas a madrugar.
Traté de reprimir mi nuevo miedo, porque sabía que era irracional, fruto de lo feliz que me hacía volver a estar bien con ella, pese a que aún no tuviésemos la confianza que un día tuvimos, midiendo bien los temas que sacaba con ella.
Mis otras preocupaciones iban más allá. La más cercana e inevitable era hablar con Eleanor del destino que le esperaba. Todo en mí me pedía optar por otra solución, aunque sabía que era así como se habían desarrollado los acontecimientos. Para mí el asunto era especialmente personal. Mis dos madres eran Kvasir y mi hermana una Vanir, para ellas el Destino siempre había esperado algo como lo que esperaba a Eleanor, pero los Moondies siempre lo habían evitado y en este caso, teníamos que aceptarlo. Era como entregar a mi propia hermana a su muerte segura. Moralmente no conseguía aceptarlo y por eso lo había postergado.
Owen me había dicho que Vera había conseguido contactar con Elliot a través de la piedra que nos habían dejado los Daë en lugar de los discos, así que me propuse tratar de hablar con alguien más.
Salí a la pradera, donde no molestase a los demás, y me senté en posición de loto. Cogí la esfera en la mano y repasé mentalmente. No tenía sentido tratar de comunicar con Elle, Jane, Owen, Bowie ni Nate, porque estaban allí. Necesitaba ser práctico, así que fui directo a comunicar con Noah.
No tenía muy claro como funcionaba aquél artefacto. Supuestamente Vera había comunicado con Elliot simplemente pensando en él, pero la teoría de la magia siempre es más fácil que la realidad. A veces envidiaba la facilidad que tenían mis primas para ella, pero hay cosas en la vida que no se pueden elegir y cada uno tiene los dones que tiene.
Después de probar varias formas, recordando incluso buenos momentos con Noah para ver si era un recuerdo conjunto lo que lo disparaba, diciendo su nombre y cambiando cómo agarraba la esfera, me rendí y empecé a probar con otros.
A mitad de camino empezó a desesperarme no conseguir contactar con nadie. Mi mente estaba en pánico mientras trataba de luchar con ella justificando si los demás estarían también dormidos o no tendrían la piedra a mano.
Al final, opté por lanzarme a una solución «segura» y me propuse contactar con Elliot, con el que ya había funcionado en el caso de Vera. Traté de fijarme la imagen mental de Elliot, sus ropas la última vez que le vi, la forma en la que solía evitar mirar fijamente a los ojos. Al cabo de unos segundos, comencé a sentir algo en la esfera y tuve esa sensación de que había alguien más allí conmigo, así que abrí los ojos.
Elliot estaba allí frente a mí. Parecía el Elliot en carne y hueso de siempre, pero había algo distinto que hacía que notase que no estaba allí. Era una proyección de sí mismo y me imaginé que él estaría viendo lo mismo, a juzgar por lo que había dicho Owen.
– [Xander]Elliot, ¿eres tú de verdad? ¿Estás con Vera? ¿Estáis bien?[/Xander] – pregunté atropelladamente. Mi cabeza era un hervidero de inseguridades, entre ellas que aquella tenue conexión se cortase en cualquier momento. Necesitaba sacar toda la información que pudiese antes de que fuera tarde.
– [Elliot]Sí, estamos bien. ¿Sabes algo de Jane y Owen? Estaban aquí pero desaparecieron.[/Elliot] – caí en la absurda percepción de que no era el único que se preocupaba y Elliot y Vera tenían que estarlo mucho al ver desaparecer a sus dos acompañantes así como así.
– [Xander]Han llegado aquí, con nosotros, al Imperio Romano.[/Xander] – resumí. Elliot había empezado no hacía mucho con su carrera en historia y siempre había estado bastante interesado en ella, así que ese detalle podía ayudarle al igual que me había ayudado a mí saber que los demás venían del Viejo Oeste para imaginarme que podíamos encontrarnos cualquier cosa en aquellos catorce mundos. – [Xander]Vuestro Daë fue el tercero. Eldric vendrá primero a nuestro mundo y luego al vuestro.[/Xander] – nosotros mismos nos habíamos sentido perdidos, sin saber dónde ir o cuando actuar. Había que hablar con Eleanor sobre su destino, pero sobre todo, la peor parte, era esperar. Lo poco que sabíamos sobre estos Daë era que Eldric inició el viaje, Eleanor fue la segunda y se convirtió en su Mentor. Ugg fue el tercero, el mejor amigo de ambos. – [Xander]Tenéis que manteneros a salvo.[/Xander] – le miré fijamente. Cuanto más tiempo pasaba, más claro le veía a él y a parte de su entorno. Vera estaba cerca, los dos parecían necesitar un baño, pero estaban sanos. Un poco más atrás, antes de que se difuminase el corto plano que podía ver, estaba el gigante de piedra que había recompensado a mi tío Ed.
– [Elliot]Entendido. Nos quedaremos con Lekwaa y su gente por el momento.[/Elliot] – aseguró. Era un buen chico. No me gustaba que los dos más jóvenes estuvieran solos allí. Ni siquiera tendrían que haber viajado con nosotros, pero parecía que otros habían decidido lo contrario.
– [Xander]¿Es…?[/Xander] – mi pregunta se cortó en el aire, junto con la imagen de Elliot y un hombre de más o menos mi edad de ascendencia nativa. Debía ser ese ‘Lekwaa’ que les había ayudado a dar con el Daë. Era un viajero del futuro, como nosotros, pero de otra realidad por lo que decían. Por lo que sabíamos, podía ser otro Daë como supuestamente éramos los demás.
Estuve tentado de volver a contactar con Elliot, pero si la conexión se había cortado era por algo. Probablemente tenían que moverse o quizá al saber que estaban a salvo lo que nos «unía» se había debilitado. Las teorías podían ser infinitas, la realidad era que aquellas esferas funcionaban de momento un poco como querían.
Al menos sabía que no hacía falta ningún elaborado ritual para contactar con los demás. Tan solo bastaba con pensar en ello, como descolgar el teléfono para llamar a alguien y marcar su nombre en tu cabeza. Así que seguí, uno a uno, tratando de llamarles a todos.
Casi al final, volví a sentir que alguien estaba al otro lado y me pregunté cómo era posible. En efecto, la imagen de Allie se proyectó directamente delante de mí con una ropa que parecía sacada del Saints Row.
– [Xander]¿Allie?[/Xander] – los nervios me hacían preguntar obviedades.
– [Lexie]Lexie.[/Lexie]- me corrigió ella. Costaba un poco acostumbrarse. Había coincidido varias veces con «Lexie», la que había estudiado en el Hedy Lamarr, pero con Allie apenas me había cruzado tres o cuatro veces, así que me resultaba extraño tener que llamarla Lexie y saber que tenía aún más caras que mostrar.
– [Xander]Perdona, es verdad.[/Xander] – me disculpé. No me lo tomé a mal, era difícil sacar conclusiones porque la otra Lexie y Allie eran muy diferentes, pero en general parecía una persona bastante directa, así que no asumí que me lo decía molesta. – [Xander]¿Estás bien? ¿Estás a salvo?[/Xander] – eso era lo principal, evaluar cómo estaban las cosas para todos los que pudiera. Sabía que lo más equilibrado para mí sería tener confianza y centrarme en lo que podía hacer, pero no podía reprimir esa parte de mí que necesitaba saber que todos estaban a salvo para continuar adelante.
– [Lexie]Estamos fatal. Esto es una mierda.[/Lexie] – respondió. No era lo mejor que podía escuchar pero era la verdad.
– [Xander]No sé cuánto tiempo podremos hablar. Dime lo que pasa e intentaré ayudaros.[/Xander]
– [Lexie]Noah está herido y estamos separados del resto.[/Lexie]
– [Xander]¿Herido? ¿Es grave?[/Xander]
– [Lexie]No puede correr.[/Lexie] – respondió ella. Parecía preocupada, pero no en exceso, era complicado juzgar la gravedad de Noah por su reacción, pero por suerte, nuestro pensamiento se sincronizó en él y empecé a ver más claro el entorno.
Estaban en una especie de valle con frondosa vegetación, al fondo se veían… dinosaurios. Parpadeé por si estaba adormilado y no veía bien. No, no había duda, eran dinosaurios. Nuestro mundo era peligroso, pero aquél se llevaba el premio. Vi a Noah apoyado en una roca, sujetándose la pierna. Tenía una venda rudimentaria manchada de sangre seca. Estaba consciente y se le veía bien dentro de lo que cabía esperar. Aun así, conociendo a mi primo, no se arriesgaría a correr por miedo a empeorar la herida.
– [Xander]Lo estoy viendo a tu lado.[/Xander] – le expliqué, para ahorrar tiempo en descripciones. – [Xander]¿Puede caminar? ¿Quién más está allí?[/Xander] – pregunté. Cargar con Noah por aquél mundo prehistórico era todo un reto. Empecé a cuadrar en mi mente qué Daë podía estar en aquél tiempo, pero no tenía ni idea. Esperaba que Noah sí.
– [Lexie]Estamos solos y yo me quiero ir a mi casa.[/Lexie] – respondió ella. Con los Daesdi Lexie había estado enfadada y desafiante. Ahora, bajo todo aquello, quedaba miedo.
– [Xander]Todos nos vamos a ir a casa Lexie. Sé que da miedo. Pero Noah necesita tu ayuda.[/Xander] – traté de darle ánimos. Sí, había cosas urgentes que necesitaba saber, cosas que quería preguntarle a Noah a través de ella, pero era hijo de mi madre y eso significaba que antes que ser práctico, iba ser humano.
– [Lexie]Esto es una mierda, Xander[/Lexie].- volvió a quejarse.- [Lexie]Yo no necesito esto para sentirme realizada. Mis padres no eran Moondies y no tengo ningún complejo que superar[/Lexie]. – sentenció. Lexie era dura, eso había que reconocerlo, no le preocupaba en absoluto que lo que acababa de decir me ofendiese, o a Noah a su lado. Quizá éramos los dos que más complejo de héroe teníamos.
– [Xander]Lexie, hay dos formas de enfrentar esto. Ninguna de ellas permite huir.[/Xander] – quise ser claro, no estábamos ante una decisión de ser héroes o no. Se trataba de sobrevivir y volver a casa. – [Xander]Estamos perdidos en la otra punta de la galaxia, separados. La misión es nuestra única pista. Cuando encontremos un camino de vuelta, serás la primera en poder irse.[/Xander] – aseguré. Nadie iba a obligarla a estar allí si había escapatoria, tenía que entenderlo. No era algo contra nosotros, pero a juzgar por cómo se mantuvo callada, no encontraba otra forma de manejar la frustración.
– [Xander]Tened mucho cuidado. Estaré aquí para lo que necesitéis.[/Xander] – le recordé, casi ya como despedida. Me imaginé que el enfado haría que nuestra conexión se cortase pronto. Ya veía difuminarse de nuevo su entorno.
– [Lexie]Bye[/Lexie].
Me quedé intranquilo, pensando en otras cosas que podría haberle dicho, pero tras un rato debatiendo, tuve confianza en que era capaz de arreglárselas y ayudar a Noah a mantenerse a salvo.
Seguí repasando a todos uno a uno, pero no conseguí hablar con nadie más. Con la esfera en la mano, empecé a pensar que quizá tendría que estar hablando con Eleanor en lugar de allí sentado. Pero me resultaba difícil, sabía que el tío Toph había dudado durante mucho tiempo sobre entrenar a mi madre y al final, mi otra madre era lo que era porque ella había muerto. Momentáneamente, pero había perdido la vida por ser una Kvasir. Eleanor era pura inocencia, ¿no había otra forma de salvar el mundo? Yo arriesgaría mi vida, ¿pero por qué tenía que hacerlo Eleanor, o Lexie?
En ese momento pasó algo que me dejó desorientado. Había alguien al otro lado de la esfera, fue lo primero que sentí. Después se manifestó su figura delante de mí. Era Eleanor. Por unos instantes pensé que estaba soñando, o que Eleanor estaba delante de mí y veía mal, pero no. Le hice una señal y desperté a Bowie para que me ayudase a comunicarme con ella.
Ella parecía tan confundida como yo y nuestra conexión duró un lapso muy breve de tiempo. Minutos después la vi salir de la casa y caminar hacia mí. Aún tenía la esfera en la mano. No quise aventurar, pero si el resto de Daë de ese mundo tenían también una esfera y podíamos comunicarnos con ellos, las cosas serían más fáciles.
Aunque sinceramente lo que estaba pensando era en que una vez emprendieran su camino, gracias a las esferas podríamos seguir en contacto. Era una vana esperanza, pero me aferraba a la idea de poder cambiar su destino y conseguir que salieran con vida.
– [Xander]¿Tú también tienes una esfera como esta?[/Xander] – le pregunté cuando la vi acercarse, sonriente. Era una persona muy dulce y agradable. Me recordaba demasiado a Ellie y quizá por eso no era capaz de hacer lo que debía hacer.
– [Eleanor]Hace un tiempo. Me puse enferma, no desperté durante dos días y solo recuerdo pesadillas.[/Eleanor] – empezó a explicar, confusa. Para ella tenía menos sentido que para mí, que sabía que los Daë de la generación de los Moondies se habían tenido que enfrentar a sus miedos. – [Eleanor]Cuando desperté lo tenía.[/Eleanor] – dijo mirándolo. – [Eleanor]Lo había visto en mis sueños.[/Eleanor] – estaba claro que la habían elegido como Daë. Me miró, esperando una respuesta.
– [Xander]Mi madre también se enfrentó a pesadillas, como las tuyas.[/Xander] – respondí, sin saber ya cómo evitarlo. – [Xander]Ella y otros más. Fueron Daë, y salvaron el mundo. Tú también lo harás, cuando llegue el momento. [/Xander]
– [Eleanor]¿Y si quiero quedarme aquí?[/Eleanor] – preguntó.
– [Xander]Tu destino es salvar el mundo, habrá fuerzas que te persigan igualmente por lo que eres.[/Xander] – o podía elegir. ¿Por qué no podía otro tomar su lugar? ¿Tenía que ser ella a la fuerza? Hasta ahora todo el mundo había aceptado su destino, pero ¿y si se negaba? Mi madre Sasha también era Kvasir pero la líder era mi madre Sarah. Nadie sabía muy bien las reglas. – [Xander]O quizá puedas huir de esa vida. Quedarte aquí. Supongo que otra tomaría tu lugar.[/Xander]
– [Eleanor]No quiero que otra persona tenga que hacerlo. Si mi destino es ese, así será. No lo cargaré en nadie más.[/Eleanor] – la miré a los ojos, sorprendido por su determinación.
Seguimos hablando un rato, llegando a conocerla más. Podía ver por qué la habían elegido, era cercana, era inteligente y amable.
Me distraje de nuestra conversación al escuchar el sonido de decenas de botas sobre la piedra y la tierra. Una cohorte de soldados romanos estaba acercándose a la entrada de la granja y se dirigía hacia nosotros con unas intenciones que no parecían muy buenas. Hice una señal a Eleanor y esta se fue a llamar a su hermana.
Para cuando Calliope llegó, acompañada de los demás, los soldados ya se habían detenido a unos metros de la casa. El Legatus Tulio estaba al frente, vestido ahora con una armadura de combate completa.
Owen me tendió mi espada y me sentí un poco más seguro con ella en la mano, aunque sabía que no estábamos preparados para enfrentarnos a algo así. Los Moondies se habían entrenado toda su vida y nosotros no.
– [Calliope]Legatus, ¿qué le trae por esta humilde granja?[/Calliope] – preguntó ella, sin mostrar la más mínima mueca. Me fijé en que se había colocado a toda prisa su atuendo de combate y su mano reposaba en el pomo de su gladius.
– [b]Se te dio una orden directa del Emperador y la has incumplido, así que estamos aquí en su nombre para mantener la Pax Romana.[/b] – sentenció. Parecía un hombre diferente al que habíamos visto en la ciudad. Se notaba que aquí no había ya nada que ocultar, ningún espectáculo que contener.
– [Calliope]Puedo explicarme, si le parece bien[/Calliope]. – replicó ella. Era una suerte contar con Bowie, si no nos hubiese estado traduciendo todo, no habríamos sido capaces de enterarnos de nada.
– [b]Lo siento niña. Te salvé una vez, cuando tus padres cometieron el mismo error.[/b] – sus palabras hicieron que la cara de Calliope cambiase completamente. En el tiempo que llevábamos en su casa habíamos llegado a conocer parte de su historia. Unos sobrenaturales se habían adentrado desde el bosque y habían matado a sus padres, pero una cohorte de soldados liderada por Tulio les había salvado la vida a las niñas. Al menos eso habían creído.
– [Eleanor]Por favor, llevadme a mí. No ha sido culpa de mi hermana…[/Eleanor]- pidió Eleanor, interviniendo, pero ya era tarde. Calliope sacó su gladius y embistió hacia los soldados. Toda su vida había sido una mentira, sus padres habían sido asesinados por un hombre al que había idolatrado toda su vida, para tapar un secreto que el mismo Emperador temía que se liberase.
– [Xander]Preparaos.[/Xander] – les dije a los demás, sacando a Ocaso de su vaina.
– [Owen]Llevaba queriendo hacer esto desde que llegue aquí.-[/Owen] Owen empuñó una espada que debía haberle dejado Calliope y con sus llamas le prendió fuego a la hoja. Era todo un espectáculo.
Nate, Elle, Owen y yo nos unimos a Calliope para protegerla de los ataques de los soldados, que formaban con una precisión de años de entrenamiento y experiencia.
– [Xander]Cuidado con los escudos, Azor Ahai.[/Xander] – le recordé a Owen, al ver que los soldados avanzaban tratando de rodearle.
A mucha gente le emocionan las batallas en la ficción, como aquellas tan famosas de Juego de Tronos o el Señor de los Anillos. A mí nunca me habían gustado, salvo por el subidón de adrenalina en los videojuegos. En la vida real me gustaban todavía menos. Era un manojo de nervios y miedo. Sentía que a cada segundo alguien importante para mí podía perder la vida. Quería controlarlo todo, pero no podía. Eran demasiados.
Jane se quedó atrás sola cuando Eleanor se unió a nosotros con una agilidad asombrosa. Llevaba una vara de madera y golpeaba con precisión y con mucha fuerza. Ninguna había dicho nada, pero la noche pasada habíamos mencionado a mis madres y a Elle y sus habilidades. Calliope y Eleanor no se sorprendieron demasiado y ahora quedaba claro que debía llevar una temporada entrenándola en secreto.
Si salvé mi vida en muchas ocasiones, solo podía debérselo a mi condición de aesir. De no haber sido más rápido, ágil, fuerte y resistente que ellos, solo uno de aquellos soldados me habría superado. Mi madre Sasha me había entrenado, pero ella no combatía con espada. Había practicado yo solo hacía tiempo, pero aquello era muy distinto.
En un momento determinado, perdí el agarre y la espada me resbaló de la mano. La cogí, pero el lapso fue suficiente para que un soldado tuviese tiempo a golpearme. En lugar de eso, lo vi desplomarse en el suelo. Cuando su cuerpo cayó, vi a Jane con la mano extendida, mirando al soldado.
– [Xander]Gracias.[/Xander] – dije mirando sus ojos llenos de miedo a sí misma. Acababa de salvarme la vida.
– [Jane]¿Está muerto?[/Jane]- preguntó. Todo me hacía pensar que no, ella misma lo sabría, en humanos corrientes su poder era parecido al de su madre, puro dolor. Como ví que estaba preocupada, me acerqué rápidamente al cuerpo y le miré el pulso.
– [Xander]Solo inconsciente por el dolor.[/Xander] – me levanté rápidamente y le di un apretón en la mano antes de volver al combate. Me di cuenta segundos más tarde de lo que acababa de hacer y me pregunté por qué demonios lo había hecho, pero durante un instante su mano también había agarrado la mía.
– [Owen]Esto es más difícil de lo que pensaba.-[/Owen] se quejó Owen, blandiendo la espada como si fuera un bate de béisbol.
– [Ellie]Siempre estamos a tiempo de arreglar esto hablando[/Ellie].- propuso mi hermana, defendiéndose y arremetiendo contra dos soldados con Albor en una sola mano.
Aquello pintaba mal. Pese a nuestras fuerzas combinadas, solo algunos tenían experiencia en combate, como Nate y seguramente, solo Calliope la tenía de verdad. Por si fuera poco, los soldados romanos tenían un objetivo claro, que era acabar con nuestras vidas, mientras que nosotros nos limitábamos a dejarlos inconscientes y eso nos dejaba más vulnerables.
Calliope era la única que arremetía contra ellos lanzando cortes y estocadas, sobreviviendo sin mirar si con los que se cruzaba sobrevivían. Iba derecha a enfrentarse a Tulio y por un momento pensé que iba a llegar, hasta que la vi detenerse. La vida real difiere mucho de la ficción. Aquí el tiempo no se detuvo y el silencio lo devoró todo mientras veía como atravesaba la espada el costado de Calliope. El ruido y el caos siguieron, mientras un segundo filo cruzaba su cuerpo.
La valiente guerrera mató a los dos soldados antes de caer al suelo, pero estaba gravemente herida. Eleanor fue la primera en llegar a ella. Los demás la seguimos y la rodeamos para defenderla.
– [Calliope]Lucha, Eleanor[/Callope].- la escuché decir.- [Calliope]Por las dos[/Calliope]. – pidió a su hermana, dejando una marca de sangre en su mejilla cuando le pasó una mano por el rostro.
– [Ellie]No funciona[/Ellie].- mi hermana estaba desesperada intentando que su poder curase a Calliope. Pero aquello iba más allá. Ni siquiera mi padre con su experiencia habría sido capaz de curar algo así.
Apenas un minuto después Calliope cerró los ojos para siempre. Nos había salvado de acabar como ella y eso le había costado la vida. Sentí una rabia cegarme y arremetí contra los soldados, dirigiéndome hacia el Legatus.
– [Jane]Edward Alexander Echolls, ven aquí ahora mismo y deja de hacerte el héroe[/Jane].- Jane gritaba, acercándose al combate, pero la oía como si estuviera en otro lugar, como si mi historia hubiese pasado a otro libro.- [Jane]Owen, ayúdame[/Jane]. – pedía.
Escuchaba más voces cerca. Agarré a un soldado con su escudo y lo lancé lejos, apartándolo de mi camino. Mi espada chocó con la del Legatus Tulio. Yo era más fuerte, más joven, mi espada era una leyenda de mi familia. Aun así, el Legatus me superó con su sobrada experiencia. Su espada mordió mi muslo y caí de rodillas. Traté de enfocar la vista para coger a Ocaso, pero no llegaba a ella.
– [Owen]A la mierda con esto…-[/Owen] Owen clavó la espada en el suelo y se adelantó, lanzando sus llamaradas en un vano intento de llegar hasta mí.
Los demás estaban muy lejos. Miré hacia ellos. No tenía que haberme dejado llevar. No vería más a Ellie, no pasaría más buenos ratos con Owen, no vería crecer a Bowie y me sentiría como cuando era pequeño con Nate. Ni tampoco tendría el amor de mi vida con Jane. Aquello era el final. Lo había estropeado todo. Ellie gritó y pensé que sería lo último que escucharía.
El brazo de Tulio blandió la estocada final. No estaba preparado, no quería morir y perderme todo aquello. Nunca había debido entrar en aquella misión. Los Moondies se habrían encargado de Omega, ellos siempre lo habían arreglado todo.
Esperé el golpe, buscando una manera de evitarlo. Alcé la mirada para tratar de detener la hoja con las manos, algo que había visto hacer a mi madre y dudaba que jamás pudiera hacer. En lugar de la hoja lo que vi fue una flecha que no parecía hecha de ningún material, de un vibrante azul celeste, clavada en la frente del Legatus, que cayó hacia atrás.
Me quedé inmóvil, sorprendido. Pero no había tiempo para eso. Me levanté del suelo. El Legatus Tulio parecía muerto. La flecha había desaparecido de su frente y su cuerpo empezaba a estar rodeado de un aura extraña. No podía recrearme, recogí a Ocaso y me preparé para enfrentarme al resto de soldados, pero dos flechas más tumbaron a los que tenía más cerca. Después otra y otra.
Luchamos, sí, el fuego de Owen sembraba el miedo entre los soldados y aquellas flechas no erraban nunca. Al cabo de un rato fui capaz de ver de dónde venían. Una figura con una brillante y adornada armadura plateada cruzaba el terreno en nuestra dirección. Tenía un arco en la mano que reconocía perfectamente, un arco sin cuerda ni flechas, alimentado por su fuerza de voluntad. No necesité ver más, aquél era Eldric Northwood, el Daë de Sagitario.
Unos pocos soldados consiguieron escapar y se alejaron de nosotros a toda velocidad. Volví hacia donde estaban todos, al lado de Calliope. Jane se acercó y me empujó. Era fuerte y perdí pie, casi cayendo al suelo.
– [Jane]¿ERES TONTO?[/Jane]
No sabía qué decir. Tenía motivos para estar enfadada, pero no podía dejar de ver a Calliope inmóvil en el suelo, sin vida. Elle me abrazó, aún tenía las manos manchadas de sangre y lloraba. Temí que aquello la cambiara, que mi hermanita dejase de ser ese foco de luz que siempre había sido. Qué ingenuos habíamos sido jugando a ser Daë.
No sé muy bien cómo me levanté de aquel terreno de combate. Las horas pasaron de una forma extraña, cada uno lidiando como podía con su propio duelo. Eldric no se acercó en ningún momento, pasó la noche fuera, sentado en los establos, meditando aparentemente.
A la mañana siguiente hicimos todo lo posible por ayudar a Eleanor con su funeral. Estaba entera, demasiado entera. En su tiempo aún estaban demasiado acostumbrados a perder a gente cercana antes de tiempo. Nate dijo unas palabras y Eleanor se despidió de su hermana en silencio, clavando su gladius frente a la tumba.
Fue entonces cuando Eldric se acercó. Lo primero que hizo fue arrodillarse ante la tumba y murmurar unas plegarias en un idioma que no había escuchado antes, pero que incluso en aquellos momentos, sonaba extremadamente armónico.
Si Bowie lo entendió, no lo tradujo. – [Bowie]Llegaste tarde, elfo[/Bowie]. – dijo abriendo los ojos.
Él asintió, poniéndose en pie. – [Eldric]Lamento su sacrificio. No podemos cambiarlo, pero sí hacer que sea uno de los últimos de esta guerra.[/Eldric] – miró hacia Eleanor directamente. Eldric había sido el primero de los Daë, sus visiones le mostraban el camino. Más tarde se convertiría en el Mentor de Eleanor y terminarían siendo prácticamente familia. Era extraño estar allí observando cómo empezaba todo.
Miré de nuevo la tumba. La historia de Eldric y Eleanor sería recordada tras su muerte. No por muchos, pero si por los suficientes. De Calliope no se sabía nada. Había muerto para salvarnos a nosotros y a su hermana, para permitir la misión que los Daë iban a llevar a cabo. Y no sería recordada. – [Xander]Ella era Calliope. No era Daë, pero eso no cambia nada, tiene que ser recordada.[/Xander] – le pedí. Él me miró fijamente con unos ojos sobrenaturales. Había demasiada sabiduría en ellos y allí estaba yo, apenas adulto, dándole lecciones.
Sin embargo él asintió, solemne. – [Eldric]No es el momento, pero no puede hacerse de otra forma. Necesito hablar contigo, muchacha.[/Eldric] – dijo a Eleanor. Ella asintió, le habíamos hablado de su destino y lo estaba aceptando de una forma quizá demasiado estoica. Esperaba que su camino tuviese menos tristeza y desolación, aunque el final fuese tan amargo.
– [Xander]No le mientas. Si sabes el riesgo, díselo.[/Xander] – le pedí una vez más. Eldric me miró y supe por sus ojos que sí conocía el posible desenlace. Para él era una posibilidad, para mí, algo del pasado, un hecho histórico.
Eldric se fue con Eleanor y estuvieron hablando la mayor parte de la mañana. Yo estaba inquieto, esperando sin saber qué hacer o ante qué prepararme. Si Eleanor se iba con él, la misión ya estaba hecha, pero no sabía dónde teníamos que ir. Estábamos completamente perdidos.
Cuando terminaron de hablar, Eldric habló con nosotros. Esperó a que Eleanor estuviese lejos y nos dijo que había conocido a Idris, a Henry, a Laura y otra chica llamada Zahra. Nos dijo que estaban a salvo y nos dio el camino que teníamos que seguir para encontrarnos con ellos en…la luna, por extraño que sonase.
Apenas un par de horas después, todos habíamos recogido nuestras cosas. Nos despedimos primero de Eleanor, que se marchó antes que nosotros, dejando atrás la granja y su pasado.
– [Owen]Pensaba que este mundo iba a ser más divertido, ya sabeis, saunas, gente embadurnada en aceite… pero es otra mierda más donde no se valora la vida de la gente.[/Owen] – sentenció Owen, cerrando la puerta.
– [Xander]Será mejor irnos de aquí.[/Xander] – nos alejamos de aquella granja y del pueblo de Nova Pompeya. La historia es mejor en los libros y las guerras mejor en la ficción.
Solo sentí alivio al sentir el frío tacto de aquella Venus de mármol, sabiendo que nos llevaría lejos de aquél lugar. Miré una vez más a Jane antes de que aquella magia nos transportase a la luna. Al menos tenía un buen recuerdo de aquél lugar, aunque estuviera rodeado de recuerdos muy amargos.