Moondale

Etiqueta: Xander es un romántico como su padre

  • UN BREVE INSTANTE DE FELICIDAD

    Xander Echolls

    Noche | Subterráneo dos, Infinity

    Miré la InfiniBand y un nudo se me instaló en el pecho. Habían pasado ya al menos dos horas desde que Noah nos había repartido a todos por los diferentes sótanos, al menos en teoría. Desde allí dentro no podíamos comunicarnos entre nosotros para saber lo que estaba pasando, principalmente porque nuestro medio de comunicación era un teléfono hecho por la empresa en la que acabábamos de colarnos, con una red de internet que también les pertenecía, un sistema operativo que habían creado y en un país en el que llevaban el control de todo el Departamento de Tecnología. Cuando saliésemos de allí y las cosas se calmasen, iba a tener una charla muy larga con Henry antes de atreverme a jugar de nuevo en Endless.

    Jane estaba alejada de mí, observando una de las celdas a través del muro de cristal. Yo estaba apoyado en una sala central en mitad del pasillo, formada entera por paredes transparentes y en la que solo había instrumental y una camilla. Estaba caminando y tocando el lugar que tantas pesadillas y ataques de pánico había causado a mi madre.

    En el rato que llevábamos allí, ni Jane ni yo habíamos vuelto a hablar de nuestra aparente reconciliación en el bosque. Ambos debíamos estar demasiado preocupados por cómo se encontrasen los demás. A mí también me influía el hecho de sentirme culpable por no poder disfrutar de una conversación juntos, de no poder ilusionarme por volver a hablarnos después de tanto tiempo. Me sentía responsable de todos los que habíamos entrado y si le pasaba algo a cualquiera de ellos, no podría perdonármelo.

    Pero fuera como fuese, tenía que concentrarme, si Jane lo estaba pasando tan mal como yo, era mejor que estuviéramos juntos en ese lugar escalofriante.

    – [Xander]¿Estás bien?[/Xander] – pregunté. No era mucho, no me acercaba más a ella como deseaba en el fondo. Simplemente fui incapaz de decir nada más.

    – [Jane]Sí.[/Jane] – respondió, mirándome fijamente. Sus ojos me atravesaban, había echado de menos su mirada, aunque no era como la recordaba, no encontraba la calidez que siempre había visto en ella, incluso cuando estaba enfadada conmigo. – [Jane]¿Y tú?[/Jane] – preguntó, desviando la mirada, cohibida. Quizá estaba pensando de más, había pasado mucho tiempo, estaba preocupada. La Jane de siempre estaba ahí debajo, pero había sufrido mucho.

    Asentí, en realidad no lo estaba, pero no ganaba nada dándole vueltas, ella sabía tanto como yo de cómo estaban los demás. No dejaba de pensar en cada uno de ellos y a veces mi mente me traicionaba imaginándose un fatal desenlace y qué sería de mi vida sin ellos, pero con dolor, conseguía mantenerlo a raya, convencerme de que estarían bien. – [Xander]Sobre lo de antes…me gustaría que pudiésemos volver a ser amigos.[/Xander] – suspiré, mi corazón estaba un poco acelerado.

    Ella tardó en responder y me forcé a mantenerme tranquilo. – [Jane]Yo…no quiero ser solo tu amiga.[/Jane] – dijo finalmente. La miré, estaba algo sonrojada, evitando mirarme.

    Me quedé callado, había sufrido mucho por algo que había creído imposible y ahora, de un momento para otro, en mitad de una situación de pesadilla en la que era incapaz de disfrutarlo, se me estaba algo con lo que había soñado. – [Xander]¿Lo dices en serio?[/Xander] – pregunté. Mi confianza no era la misma que cuando era más joven. Me fiaba de mis instintos pero tenía que comprobarlo más de una vez. No dejaba de pensar que algo iba a salir mal, pero lo achaqué a la ansiedad de la situación.

    Ella asintió y se quedó en el sitio. Me acerqué un poco más, no me sentía cómodo dejando que mis sentimientos vagasen por la distancia que nos separaba en ese aséptico y tétrico lugar. – [Xander]Jane yo…siempre he sentido algo por ti.[/Xander] – confesé. No era la primera vez que lo hacía, había rememorado las palabras que ella me había dicho aquella noche en el salón de juegos de Endless. Algo había cambiado desde aquél día, pero no sabía qué.

    – [Jane]Y yo por ti.[/Jane] – escuché cada palabra como si se pronunciasen en días diferentes, macerándolo, tratando de paladear cada una de ellas, pero seguía sin poder disfrutarlo.

    – [Xander]Pensé que me odiabas.[/Xander] – salió solo, sin pretenderlo. Nada más decirlo me agobié, pensando que ella se lo tomaría como una acusación o echárselo en cara.

    – [Jane]Nunca.[/Jane] – dijo, simplemente.

    – [Xander]No me has hablado en años.[/Xander] – comenté, cada vez más cerca. El pasillo era frío, así que al estar tan cerca empecé a notar el calor de su cuerpo.

    – [Jane]Lo siento.[/Jane] – respondió, mirándome. Era tan guapa y estaba tan cerca que empecé a no saber qué hacer.

    – [Xander]No, no te preocupes. Deberíamos dejar atrás el pasado.[/Xander] – añadí, pensativo. Pese a todo, no dejaba de rondarme la cabeza lo que me había dicho aquella noche, cuando decidí finalmente irme a Merelia para no tener que verla día a día. – [Xander]Es solo que…aquella noche en el salón de Endless…pensé que no significaba nada para ti.[/Xander] – lo dejé ir, no sabía cómo saldría, pero si quería estar bien y no dudar a cada instante, tenía que hacerlo.

    – [Jane]Lo siento. Estaba pasando por un mal momento[/Jane].- Jane fue concisa, no lo elaboró, no lo adornó, no dio demasiadas explicaciones. Era suficiente, quizá más adelante volviesen las dudas, pero ya habría tiempo. Sabía que la coraza que tenía no se iba a derrumbar de un día para otro.

    – [Xander]No, tranquila, lo entiendo.[/Xander] – afirmé. Nos quedamos en silencio, mirándonos, entonces un ruido nos sobresaltó y su mano saltó directamente a la mía. La cogí sin pensarlo y ella se asustó, apartándola, solo para sorprenderse de que no estuviese en el suelo retorciéndome de dolor.

    – [Jane]Dios.[/Jane] – exclamó, pasando sus dedos por mi palma. Recordaba la conversación con mi madre hacía unos meses, cuando me confesó que tuvieron un susto cuando teníamos tres años, porque Jane me agarró de una mano y pensaron que me quedaría en el sitio por su poder, pero no pasó. Hasta ese momento solo había sido una teoría, solo habría podido probarlo de verdad con ella o con su madre. Todo había empezado con Amy, por su poder, veía cosas del futuro a través de sus sentidos, muchas veces a través del contacto físico. Lo guardaba en secreto,a veces veía cosas sin importancia, otras veces veía cosas que mantenían su depresión. Cuando me tocaba a mí nunca veía nada, su poder no llegaba ni a activarse.

    – [Xander]No quería que lo supieras sin saber si…yo también te gustaba.[/Xander] – confesé. Jane sabía desde pequeña que no podía tocar a nadie y eso era una barrera enorme para las relaciones románticas. No quería que mi poder fuese un comodín y acabase conmigo porque no podía estar con nadie más.

    Suspiré y tragué saliva, corté todo lazo con mis pensamientos y me eché hacia delante, dejando que mi cuerpo se moviese solo hasta que nuestros labios entrasen en contacto. Así no habría dudas que me impidiesen hacerlo.

    Fue un beso corto, suave, no quería pasarme por si no era recíproco. Cuando nos separamos, sonreí. Fue un breve instante de felicidad ajena a todo lo que estaba pasando.

    – [Jane]Vaya…[/Jane] – respondió ella, sonriendo también.

    – [Xander]Lo..siento. No he podido evitarlo. Pero será mejor dejarlo para cuando no estemos en peligro.[/Xander] – me disculpé, algo sonrojado. Entonces ella me cogió de la mano y tiró de mí para darnos un beso más largo.

    La alegría duró poco, por desgracia, porque escuchamos unos ruidos que nos distrajeron. Avanzamos en dirección a ellos solo para descubrir que no estábamos solos. Las celdas de la zona en la que nos había dejado Noah estaban vacías, pero según te adentrabas más en el pasillo, cada vez estaban más llenas de otros seres, algunos sobrenaturales a simple vista y otros no tanto. Infinity no solo había ocupado las instalaciones de la Iniciativa. Era la nueva Iniciativa, solo que con más poder y con más tecnología.

  • LA VERDAD DUELE

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – ESCUELA LEGADO, CASA DE TINA

    Dicen que hay días en los que vale más no levantarse de la cama. Ese día, claramente, fue para mí el mejor ejemplo, ya casi desde principios de la mañana. Lo peor de todo es que ese día había parecido empezar con buen pie.

    Me levanté temprano, como siempre y saqué a Xena a pasear. A la vuelta, mi madre nos llamó a todos a la cocina para desvelar el secreto mejor guardado de la casa. La sorpresa no fue mayúscula porque Ellie, Dante y yo lo habíamos comentado alguna vez, pero aun así fue impactante por las implicaciones de lo mucho que debían haber sufrido los tres para mantenerlo en secreto. Me sentí mal porque hubiesen tenido que vivir disimulando, fingiendo ser algo distinto. Ahí fue cuando empezó todo.

    Tenía un hueco bastante amplio entre clases porque tocaba repaso para el examen de recuperación y yo por suerte había pasado, pese a aburrirme bastante la asignatura. Al final, para quitármela de encima, había optado por memorizar y escupir en el examen, sin más.

    Estaba bastante frustrado con mi carrera y eso que solo estaba en mi segundo año. No tenía nada que ver con la idea que tenía en mente de la psicología. Yo quería ayudar a las personas a sentirse mejor consigo mismas y no dejaba de ver gente a mi alrededor a la que no le importaba nada de eso en absoluto, gente con más problemas todavía que las personas a las que se suponía que debían ayudar.

    Sí, quizá influye que yo era una de esas personas. Llevaba dándole vueltas desde bien temprano, cuando me crucé con Jane y ella me esquivó cambiando a otro pasillo. Al principio intenté no sentirme mal, pero no era capaz y más tarde mi mente empezó a hervir con la idea de hablar con ella. Sabía que no era otra cosa que el poder del amigo de Idris intentando hacer salir la verdad.

    Mientras caminaba hacia la Escuela Legado no podía dejar de pensar en cómo podrían haber sido las cosas si yo hubiese obrado diferente.

    Crucé las puertas de cristal del edificio principal de la Escuela Legado. Era el núcleo original de la escuela y todavía se conservaban allí algunas clases, pero la mayoría se realizaban ya en los edificios anexos, construidos hacía algo más de diez años.

    Cada vez que entraba allí me sobrecogía la presión. Los Moondies habían conseguido dar una escuela para todas las personas diferentes, un lugar al que pertenecer independientemente de cómo seas. El boom les llegó después de la guerra, cuando alguna gente sí creyó en que los sobrenaturales existían y apuntó a sus hijos e hijas a la escuela para ayudarles.

    Con el tiempo y la manipulación mediática, los sobrenaturales volvieron a ser un secreto, excepto para algunos, los que recordaban. Eso permitió que la escuela viviera en el secretismo, como una especie de centro privado que llegaba hasta coexistir con los estudios en la Universidad de Moondale, compatibilizando asignaturas y recibiendo alumnos especiales de la misma. Fue cuestión de tiempo que no solo se aceptasen a sobrenaturales, si no también a todas aquellas personas con necesidades especiales que se presentaban a sus puertas.

    La gestión de la Escuela era increíblemente difícil, pero de alguna forma, conseguían mantener los secretos apartados y seguían sin fallar a su propósito. Hoy en día, la mayoría de la gente pensaba que o bien era una escuela para enfermos y personas con necesidades especiales o que era una escuela privada para la élite. Al final decidieron venderse como ambas para asegurar la discreción.

    Saludé a Nate, que iba vestido con su uniforme de seguridad de la Escuela. Si tenía que llegar a actuar, se bastaba con su fuerza y su poder para separar a cualquiera. Era una auténtica fuerza de la naturaleza. Bueno, del espacio más bien. Por lo que sé, hubo problemas alguna vez por gente de mente cerrada que cometió vandalismo solo por el hecho de ser diferentes.

    Subí a la segunda planta y le di un beso a la tía Cara cuando pasé por delante de su despacho, un lugar curioso, que combinaba la armonía y el metodismo de una genio de la contabilidad con los peculiares gustos de mi tía, como una colección de muñecos cabezones de sus personajes favoritos y cuadros de las Pruebas hechos por el tío Daakka. No os preocupéis por palabras como «extraño», «peculiar» o «raro», en mi familia son un cumplido. Las diferencias son las que nos hacen ser lo que somos.

    Crucé el pasillo de vidrieras necrotempladas, observando al fondo el edificio residencial de la Escuela. Allí residían algunos de los estudiantes con poderes más complicados o trasfondos más complejos, hasta que pudieran defenderse por sí mismos.

    Caminé directo hacia el gimnasio privado. Al principio había sido común para los estudiantes pero con el crecimiento de edificios, habían optado por intentar dejar una zona común de reunión para los Moondies, aunque ya no había grandes amenazas desde la guerra.

    Necesitaba hablar con alguien cercano. Mi madre tenía clase en ese momento y mi padre tenía entrenamiento de poderes con el tío Dom y el grupo Equidna. La tía Cara estaba ocupada echando números. Pero sabía de alguien a quien encontraría entrenando en el gimnasio en soledad.

    Cuando entré, escuché el sonido del saco de boxeo encajando los golpes. Sasha llevaba su ropa de entrenamiento y golpeaba el saco, que apenas aguantaba. Estaba usando el duro, el que estaba hecho para ella y para mi madre, otro habría estallado con un golpe serio de cualquiera de las dos.

    – [Xander]Hola, Sash.[/Xander] – la saludé. Con el tiempo, a medida que nos hicimos mayores el «tía Sasha» empezó a desaparecer según nos íbamos dando cuenta de que pasaba bastante tiempo en casa. Desde lo que había desvelado mi madre aquella mañana, no estaba seguro de cómo llamarla. Prácticamente toda la vida había sido ‘Sash‘, pero ahora que sabía que había tenido que vivir en la sombra tanto tiempo, no quería utilizar ninguna formula que la hiciese sentirse lejana.

    – [Sasha]Dime, enano.[/Sasha]- replicó ella. Siempre nos había hecho mucha gracia porque tenía un mote para cada uno: a mi madre la llamaba S; a mi padre, pelirrojo; a mí enano, cosas de ser el primogénito; a Ellie la llamaba bichito porque de pequeña era un polvorín; y a Dante le había tocado pajarraco, un mote que provocaba siempre que sonriera.

    – [Xander]Necesito hablar con alguien.[/Xander] – le respondí, completamente afectado por esa sinceridad. No podía estar molesto con Elle pese a todo, la sinceridad de por sí no era mala, todo sería mucho más fácil si todos dijéramos lo que sentíamos en cada momento. La mayor parte de los problemas venían por malentendidos o miedos, no había más que vernos a Jane y a mí. La realidad era que, por mucho que me doliese que me evitara, yo también la evitaba a ella en parte. Llevaba sin hablar con ella desde aquella clase de química por puro miedo a ver odio o decepción en sus ojos. No soportaba no estar a la altura de lo que se esperaba de mí.

    – [Sasha]Pues siéntate y hablamos.[/Sasha]- dejó el saco balanceándose y fue hasta la fuente de agua antes de sentarse a mi lado en los bancos.

    – [Xander]No sé qué hacer.[/Xander] – empecé a decir. Lo que me rondaba la cabeza tenía que ver con Jane, por supuesto, pero a la vez no, tenía más que ver conmigo mismo. – [Xander]Con Tina.[/Xander] – confesé. El poder, fuera el que fuese, dejaba ir las cosas con bastante facilidad. Por lo que dijo Elle, solo te hacía confesar lo que deseabas que se supiera.

    – [Sasha]¿Eso no era solo sexo? Pensé que lo teníais claro.[/Sasha] – sentenció Sasha, que era sincera de forma habitual, mucho más ahora bajo los efectos del poder. No era la primera vez que hablaba con ella, con mi madre, con Elle, con Owen, con la tía Diana o con la tía Cara de lo de Tina. Al principio me había dejado llevar, estaba dolido y había dejado por imposible arreglar las cosas con Jane, pero dejé entrar a Tina en mi vida para tapar ese dolor y eso no estaba bien. Con el tiempo fue más fácil, lo pasábamos bien juntos, era una buena chica y me quería. Pero solo tenía que entrar Jane en escena en un pasillo, una clase o la cafetería para que la herida se reabriese y surgieran las dudas. No podía seguir sometiendo a Tina a eso, a un segundo plano.

    Me limité a negar con la cabeza. Al final nada era tan fácil como «solo sexo», al menos no para mí. – [Xander]Tina me quiere. Y yo…me dejé querer y quería quererla, de verdad.[/Xander] – respondí, sintiendo el dolor de admitir mi error en voz alta. Tenía miedo a que Sasha me juzgara, ella y cualquiera.

    – [Sasha]Esas cosas nunca salen bien.[/Sasha]- replicó, mirándome. Sasha era bastante cerrada respecto a sus sentimientos, era su manera de protegerse por todo lo malo que le había pasado. Pero con el tiempo llegabas a descubrir su lenguaje oculto. Con su mirada me estaba dando un apoyo que necesitaba desesperadamente.

    – [Xander]Sigo sintiendo algo por Jane. No puedo seguir con Tina, no es justo para ella.[/Xander] – parecía que me lo decía a mí mismo.

    – [Sasha]Nunca ha sido justo para Tina.[/Sasha]- replicó. Era terriblemente sincera en ocasiones. Guardó silencio unos segundos y entonces suspiró. – [Sasha]Mira, al principio, intenté dejar de pensar en tu madre, pero cuando te has acostado con tres rubias diminutas en quince días, te das cuenta de que eso no vale para nada.[/Sasha] – explicó. Capté al momento qué era lo que me estaba queriendo decir. Bueno, al momento no, intenté apartar de mi mente la imagen real de los ligues clónicos.

    – [Xander]¿Estás diciendo que no me rinda?[/Xander] – pregunté, mirándola a los ojos. Me pregunté si siempre habría sido así, cómo eran cada uno de ellos antes de que entrásemos en sus vidas. No sabía si había costado más o menos, si habían peleado o si habían sufrido, pero por nosotros habían mantenido oculta su relación con Sasha, era un sacrificio que iba a intentar no olvidar.

    – [Sasha]Estoy diciendo que hagas lo que quieras hacer, pero de verdad, sin gilipolleces.[/Sasha]- me dedicó una de sus medias sonrisas.- [Sasha]Al principio, con tus padres, era solo lo que todo el mundo se imagina… vale, demasiadas información.[/Sasha]- soltó una breve risa, probablemente al ver mi cara de pánico intentando disociar de mi mente la imagen de los tres…intimando.- [Sasha]La cuestión es que yo no me rendí y al final, conseguí mi sitio. Para mucha gente, ese sitio es una puta mierda, porque no dejo de ser la tercera rueda de un carro que tiraba de sobra con dos, pero era lo que yo quería.[/Sasha]- comentó, pensativa. Dándole vueltas me di cuenta de lo poco que sabíamos de cómo se llevaban. Cuando éramos pequeños, Sasha simplemente estaba por allí, a veces estaba por las mañanas, como si hubiera dormido en casa, pero no sabíamos exactamente dónde, en el sofá asumíamos. Al ir haciéndonos mayores fuimos viendo cada vez más cosas, más pistas, pero eran solo eso, pistas. Eso implicaba pasar años conteniendo cualquier muestra de cariño. Solo esperaba que con lo que había provocado el amigo de Idris las cosas fueran más fáciles para ellos.- [Sasha]Si tu madre tuviera un harén, querría estar en él y si fuera, no sé, la líder de una secta, llevaría veinte años en ella.[/Sasha] – añadió, sin reparos. Me sentí comprendido, Sasha entendía perfectamente cómo me sentía respecto a Jane.

    – [Xander]Gracias Sash, mamá Sash.[/Xander] – repliqué, más animado, guiñándole un ojo.

    – [Sasha]Peloteos los justos, renacuajo.[/Sasha]- respondió ella, sin conseguir tapar una sonrisa.

    – [Xander]No, es en serio, vengo aquí a contarte mis problemas pero…[/Xander] – empecé a decir. Ella me había ayudado y ahora quería hacerlo yo. Sentía que le debía algo por todo ese sacrificio. – [Xander]No lo sabíamos del todo pero siempre has sido importante para nosotros.[/Xander] – añadí. Sabía que Sasha no era de muestras de afecto, así que intenté ser escueto.

    – [Sasha]Vale, vale, déjate de ñoñerías, que no somos Los Brady[/Sasha].- que lo que le había dicho le había llegado habría pasado desapercibido para cualquiera, pero nos conocíamos desde hacía mucho y con los entrenamientos habíamos llegado a conocernos más.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije, antes de levantarme para darle un abrazo. Sabía lo que tenía que hacer y prefería no esperar demasiado para hacerlo, porque le daría muchas vueltas. Tenía que aprovechar el poder que habían impuesto sobre nosotros para contar la verdad a Tina.

    – [Sasha]Los Echolls-Arkkan sois unos sobones[/Sasha].- se quejó, bromeando. La dejé volviendo al entrenamiento, aunque la vi teclear en el InPhone de la que salía, seguramente contándoselo todo a sus tercias naranjas.

    Cada paso que di alejándome de la seguridad de la Escuela en dirección a la casa de Tina fue un suplicio. Repasaba en mi cabeza una y otra vez las formas de decírselo pero todas tenían contras: o sonaban a machista, a frío, a insensible, a manual de rupturas o directamente no conseguía dejarlo.

    Tras una eternidad, llegué frente a su puerta y se me instaló un nudo en el estómago, pero conseguí reunir las fuerzas para tocar al timbre. Ella abrió la puerta y me recibió con una sonrisa radiante.

    – [Xander]Hola. [/Xander] – la saludé, serio. Me alegra de verla y me gustaba pasar tiempo con ella, pero a partir de ese día seguramente sería más difícil.

    – [Tina]Hola, cielete[/Tina].- se echó hacia delante y me besó en los labios. No supé cómo esquivarla, de hecho, me quedé paralizado. Sus labios eran suaves y parte de mí pugnaba por dejar que me besaran continuamente, por encerrar la verdad en una esquina y rendirme a sus muestras de cariño. Habría sido más fácil si no fuera el hijo de Sarah Echolls, si no hubiera mamado un sentido de la responsabilidad que me mataba a veces.

    – [Xander]Tina…tengo que decirte algo. Importante.[/Xander] – dije cuando cerró la puerta tras nosotros.

    – [Tina]¿Has visto un fantasma?[/Tina]- replicó, sonriendo. Me cogió de la mano y tiró de mí hacia el sofá.

    – [Xander]Espera. Es algo serio. No…quiero hacerte daño.[/Xander] – dije, soltando su mano sin seguir avanzando. No quería parecer frío, pero no podía dejarme llevar por el amor que desprendía Tina. Se merecía a alguien mejor que yo.

    – [Tina]¿No me lo puedes contar en el salón mientras tomamos algo? No puede ser tan grave[/Tina].- me miró a los ojos y empezó a darse cuenta de que sí pasaba algo.

    – [Xander]Sí, lo es, porque no me he portado bien contigo.[/Xander] – no es fácil admitirlo, os lo puedo asegurar.

    – [Tina]Es verdad[/Tina].- me miró y se rió.- [Tina]Eres el mejor novio del mundo, mi vida[/Tina]. – se acercó hasta mí para darme un abrazo y besarme, pero me aparté.

    – [Xander]Tina, no. No puedo seguir así. Te estoy engañando a ti y a mí mismo.[/Xander] – confesé. Ella frunció el ceño, observándome. – [Xander]No podemos seguir juntos.[/Xander] – sentencié, algunas de las palabras más duras que había dicho en toda mi vida.

    – [Tina]¿A qué viene esto ahora?[/Tina]- me preguntó.

    – [Xander]Lo he pensado muchas veces, pero me gustaba estar contigo. Me sentía…bien.[/Xander] – el poder me estaba haciendo dejarlo ir todo, aliviando la presión que tenía sobre mí desde hacía tiempo. Pero eso no hacía que el desenlace fuese a ser más fácil. – [Xander]Pero no es justo para ti. Te mereces mucho más.[/Xander] – añadí. Quería a ti, pero no de la forma que ella me quería a mí.

    – [Tina]No puede ser verdad que hayas venido a dejarme a mi casa[/Tina].- respondió, afectada. Aún estaba conteniéndose, procesando lo que estaba pasando.

    – [Xander]Eres una persona muy importante para mí. Y siempre te querré, pero de otra forma.[/Xander] – traté de explicarle para que me entendiera, para darle menos importancia a lo que estaba pasando, pero no había forma de hacerlo, porque la tenía. Jamás debimos empezar juntos, así no habría habido que pasar por eso.

    – [Tina]¿Es por JJ?[/Tina]- preguntó, herida.

    – [Xander]Jane y yo llevamos tantos años sin hablarnos que no sé si volveremos a hacerlo alguna vez.[/Xander] – respondí. Me dolió saber que lo hacía con sinceridad. No sabía si alguna vez volvería a hablar con Jane, había pasado demasiado tiempo y el dolor y la distancia dan paso a la frialdad. – [Xander]Pero en parte, sí. No puedo estar contigo si sigo sintiendo algo por ella.[/Xander] – intenté ser fiel al consejo de Sasha, al menos en parte. Necesitaba despejar de mi mente lo que pasaba con Jane antes de poder estar de verdad con alguien. Por ahora, aún la quería, aún sentía que la había defraudado y que tras toda esa coraza, solo era una buena persona sufriendo.

    – [Tina]Vete a la mierda, Xander[/Tina].- espetó ella. Ni siquiera me paré a pensar si sus palabras estaban cargadas de odio. Ojalá lo hubieran estado, me lo merecía, pero la triste realidad es que creía que no.

    – [Xander]Lo entiendo. Sí quieres me vaya, lo haré.[/Xander] – respondí. – [Xander]Si quieres que no vuelva a hablarte, lo respetaré. Aunque me gustaría seguir siendo amigos.[/Xander] – añadí. Estaba pidiendo de más, lo sé, pero era lo que sentía y las palabras salían solas. – [Xander]Eres una persona maravillosa, Tina. Te mereces alguien mejor.[/Xander] – le deseé.

    – [Tina]¿Te quieres callar?[/Tina]- replicó, yendo hacia mí para empujarme hacia la puerta. Al ver lo que hacía, me moví y me marché en dirección a la puerta sin replicar. No tenía derecho a ello.

    Cuando la puerta se cerró detrás de mí, escuché a Tina apoyarse contra ella y llorar. No sabía qué decirle, pero sí que no podía irme de allí sin intentar ayudarla.

    – [Xander]Tina, por favor, no llores por mí.[/Xander] – le pedí, sintiéndome como un egocéntrico por cómo lo había formulado. No penséis mal, o hacedlo, me lo merezco igualmente, pero no lo decía porque yo no soportase llorar, si no porque yo no merecía la pena.

    – [Tina]No lloro por ti. Lloro por mí[/Tina].- replicó ella, dolida, triste. Os explicaré algo, por si no lo sabéis. Tanto mi madre como mi tía Diana, eran dos personas con una empatía extraordinariamente desarrollada. Elle y yo habíamos heredado también esa empatía, así que estaba sintiendo todo el dolor que sentía. Y cuando sabes que lo has causado tú, se hace difícil de soportar.

    – [Xander]Llora de alegría, mira de lo que te acabas de librar.[/Xander] – intenté darle un punto de vista positivo, reírnos de la situación por absurdo que sonase.

    – [Tina]No intentes que me sienta mejor con ese tipo de frases[/Tina].- me pidió. No sabía cómo actuar.

    – [Xander]¿Y qué hago, Tina? Soy una mierda de persona.[/Xander] – repliqué. Sí, ya sé que me he comparado un par de veces con mi madre, pero no soy ella ni de lejos. Mi madre es una heroína, no solo por haber sido elegida como Kvasir y tener todos esos poderes, si no más bien por lo humana que es: empática, buena, cariñosa. Mi madre no habría cometido el error que yo cometí, ni con Tina ni con Jane. – [Xander]Fui un egoísta empezando contigo y he sido un egoísta desde entonces.[/Xander] – la sinceridad impuesta me ayudó a dejarlo ir. A la larga, sería mucho más sano, pero en ese momento, me estaba matando. – [Xander]No sé otra opción. No voy a dejar que pierdas tu vida conmigo.[/Xander] – ahí estaba, todo lo que pensaba. Ya no quedaba más sin decir.

    – [Tina]Ya[/Tina].- escuché un suspiro al otro lado y la puerta se abrió.

    – [Xander]Tienes carta blanca para odiarme. Lo raro sería que no lo hicieras.[/Xander] – le aclaré. Me sentía un poco incómodo con Tina mirándome a unos ojos hinchados y brillantes.

    – [Tina]No te odio, pero tampoco quiero que vayamos de colegas[/Tina].- aclaró ella. No puedo decir que no lo mereciera, ni que esperase más, todo lo contrario, pero aún así, tuve una sensación amarga. Siempre queremos más.

    – [Xander]Ya.[/Xander] – respondí. – [Xander]Con eso no puedo hacer nada.[/Xander] – comenté. Quería irme a algún lugar donde estuviese solo, pero primero quería asegurarme de que ella se quedase todo lo bien que pudiera estar.

    Ella se acercó a mí y me abrazó.- [Tina]Siempre he sabido que no íbamos a durar, pero duele igual[/Tina]. – sentenció. Era demasiado buena persona como para que le hiciesen daño. Esta vez agradecí su abrazo, pero no fue tan reconfortante porque sabía perfectamente que sería uno de los últimos.

    – [Xander]Lo sé.[/Xander] – respondí. No pasamos mucho más tiempo juntos. Nos despedimos y cada uno fue a lamerse las heridas por separado. Las suyas por su sufrimiento, las mías por saber que lo había provocado.

    Recorrí los escasos metros que separaban la casa de Tina de la nuestra en automático. La rosada silueta de la casa victoriana que habían comprado mis padres hacía ya más de veinte años se alzaba, bonita y acogedora.

    Abrí la puerta y una parte de mí esperó que no hubiese nadie. El salón estaba vacío y la mayoría de las luces estaban apagadas, pero se escuchaba música en la habitación de mi hermana.

    Subí a la segunda planta con la esperanza de cruzarnos más tarde, cuando ya estuviera más recuperado. No quería que Ellie me viera así, era muy empática y no me apetecía verla sufrir. Pero como si tuviera un radar, la puerta de su habitación se abrió y asomó la cabeza.

     

    – [Ellie]Xan, ¿qué te pasa?[/Ellie]- preguntó nada más verme. Os lo dije, empatía muy desarrollada.

    – [Xander]Le he dicho a Tina la verdad.[/Xander] – respondí. Mis ojos, rojos y acuosos, no contribuirían a intentar negar lo evidente. Entré a mi habitación y Ellie me siguió.

    – [Ellie]Uf…[/Ellie].- exclamó ella, sentándose en mi cama.

    – [Xander]Lo ha llevado lo mejor que ha podido. Al menos creo que no me odia.[/Xander] – comenté, jugueteando con un muñeco cabezón de Vegeta que me había regalado la tía Cara.

    – [Ellie]Es culpa mía[/Ellie].- sentenció. Me giré hacia ella.

    – [Xander]No. Tú solo diste un empujón y lo necesitaba.[/Xander] – le puse una mano en el hombro. Quizá tenían que habernos preguntado antes de hacerlo, pero no pensaba decirle eso a mi hermana, no quería que se sintiera culpable y mamá ya se lo había dicho por la mañana. Había hecho lo que había creído mejor para todos. – [Xander]La culpa es mía por haber estado con ella.[/Xander] – expliqué, sentándome a su lado.

    – [Ellie]Te gustaba y te hacía feliz, ¿qué tiene de malo?[/Ellie]- mi hermana me pasó un brazo por encima de los hombros. No sé qué sería de mi sin ellos. Mi padre había perdido a toda su familia en un día y había tardado años en saber que tenía una hermana y conocerla. Él sobrevivió a todo eso, pero estaba hecho de otra pasta, yo no era tan fuerte. Siempre había soñado con ser un héroe, pero por mucho que entrenase, jamás sería como él, no solo hacía falta fuerza física.

    – [Xander]Que la estaba engañando.[/Xander] – respondí. En mi familia nos lo contábamos casi todo, existía una confianza implícita, salvo en algunas excepciones, como la verdad de la relación de mis padres y Sasha. En ese caso era comprensible, pero mentirle a Tina, no. – [Xander]No era feliz Ellie. Llevaba muchos años sin serlo.[/Xander] – era algo difícil de confesar. No me hacía falta terminar la carrera para autodiagnosticarme una personalidad al borde de la depresión. Me encargaba de luchar día a día para no caer, pero eso implicaba también ser consciente de que no había sido feliz per sé con Tina. Me llevaría algo más de tiempo y de madurez darme cuenta de que en ese momento, afectado por lo que acababa de pasar, estaba tratando la felicidad como algo que se obtiene todo el tiempo, y no era así. Sí, había sido feliz por momentos con Tina, era feliz con una familia que se quería y me quería a mí, era feliz con mis amigos. Pero no era feliz sintiéndome mala persona y eso llevaba haciéndolo desde que le fallé a Jane. Me faltaban años para ser consciente de que tenía que atesorar los momentos individuales de felicidad y a saber que la tristeza es parte de la vida y que no sirve de nada fustigarse eternamente por los errores del pasado.

    – [Ellie]¿Por Jane? No puedes ser infeliz porque alguien no te quiera, por muy duro que sea.[/Ellie].- respondió ella. En Ellie se notaba mucho con qué personas había tenido mucha relación. Tenía mucho de mi madre, bromeaba como la tía Diana, era un alma libre como la tía Cara y a veces era directa como Sasha.

    – [Xander]Pero ahora mismo no puedo cambiar cómo me siento.[/Xander] – era consciente de mi problema, pero en este caso, no podía cambiarlo, mis sentimientos estaban ahí, seguían ahí. – [Xander]La conocía de verdad. Aún lo hago, sigo viendo a la persona que hay detrás de ese muro. Eso es lo que duele, saber que no eres capaz de llegar a ella, saber que si te resignas, la abandonas una vez más con todos sus problemas.[/Xander] – aseguré. No es solo que no pudiese pasar página, es que no quería hacerlo.

    – [Ellie]Jane está destrozada. Ahora mismo sería incapaz de querer a nadie[/Ellie].- intentó explicar. Mi pobre hermana, durante años en medio de lo que había pasado entre Jane y yo.

    – [Xander]No necesito que me quiera. Me vale con que no me odie.[/Xander] – le aseguré. No puedes obligar a nadie a quererte, si no lo hace, no lo hace y punto, no hay más vueltas que darle ni otra cosa que esperar, es la libertad de cada uno lo que sienta por otro. Lo que me afectaba no era eso si no el hecho de perderlo todo, de no poder ni siquiera estar en la misma sala después de haber estado siempre juntos de pequeños. – [Xander]Con poder pasar a su lado sin que cambie de dirección…[/Xander] – empecé a decir, sabiendo que solo con eso no sería suficiente. También me gustaría recuperar la confianza que habíamos tenido.

    – [Ellie]Lo está pasando muy mal y es incapaz de ser feliz, porque no se lo permite[/Ellie].- continuó explicando. Uno de los problemas era saber perfectamente qué era lo que le pasaba y la teoría de cómo ayudarla.

    – [Xander]Sé la teoría. Pero la realidad es más difícil.[/Xander] – confesé, sabía que mi hermana no me culpaba por lo que había pasado a Jane, ni tampoco a ella. Lo que único que le había preocupado siempre era que pudiéramos arreglarnos y que cada uno fuese feliz, pero ni Jane ni yo reuníamos nunca las fuerzas suficientes para hablar con el otro y la última vez que sí lo habíamos conseguido, no había salido bien.

    – [Ellie]¿Y si no es el amor de tu vida?[/Ellie].- pregunté, mirándome a los ojos. Aparté la mirada, pensativo, no quería que Elle leyera mis pensamientos. Había debatido esa cuestión a menudo conmigo mismo. Sasha lo había entendido, ¿y si sí lo era aunque no fuese correspondido? – [Ellie]El amor no duele o al menos, no debería doler[/Ellie]. – añadió. Alcé la mirada hacia ella.

    – [Xander]¿Tú crees?[/Xander] – le pregunté. Yo pensaba diferente, para mí el mundo de los sentimientos era algo muy complejo que casi siempre estaba equilibrado. Hay días buenos y días malos, días felices y días tristes. Ninguno sería tal sin contrastar con el otro.

    Se me ocurrían muchos casos en los que no había sido así: La tía Diana lo había pasado mal porque el tío Toph no quería estar con nadie por su licantropía. Mis padres habían sufrido por mantener la relación entre los tres como un secreto por nosotros. El tío Daakka había sufrido pensando que Cara no le querría por ser un demonio. El tío Ed había visto morir a la persona de la que estaba enamorado. El tío Dominic seguía enamorado de su ex mujer pese a todo lo que habían pasado. El amor era sacrificado, pero en su propia definición, compensaba. La parte de sacrificio con Jane habría estado clara, el tema estaba en saber si compensaría.

    – [Ellie]No quiero verte sufrir más por ella[/Ellie].- respondió, sincera, sin necesitar el poder del amigo de Idris. Os preguntaréis cómo se explica que pudiera querer aún a una persona con la que hacía años que no hablaba y con la que estaba peleado. La respuesta es muy fácil. No lo sé. – [Ellie]Quiero que seáis felices. Juntos o separados[/Ellie]. – aseguró.

    Le revolví el pelo como cuando éramos pequeños. Por aquél entonces todo era más fácil. Yo tenía a Jane, ella tenía a Amy, que a su vez tenía a Leo, Kaylee nos tenía a todos y Dante y Cole tenían a su madre. Pero la vida no estaba destinada a ser fácil para ninguno de nosotros, por desgracia. Conocía a pocas personas para las que la vida fuese fácil y normalmente, no solían ser las mejores personas.

    – [Xander]Tranquila, los males no duran eternamente.[/Xander] – repliqué forzando una sonrisa. Necesitaba superarlo, en ese momento, aún no podía, pero sí podía relegarlo a un rincón donde mi hermana no tuviera que preocuparse por ello. – [Xander]Encontraré una solución.[/Xander] – la animé. Aún me quedaba un tiempo con el poder de la sinceridad. Quizá podía aprovecharlo. Y si no, siempre estaba el plan de emergencia que llevaba un tiempo madurando. Ya lo había hablado con mis padres por si acaso, pero los demás no lo sabían.

    – [Ellie]Jane es mi mejor amiga y tú eres mi hermano[/Ellie].- suspiró, aún no había colado mi intento de quitarle importancia.- [Ellie]¿No hay un hechizo que lo arregle todo para que podáis ser felices?[/Ellie] – preguntó.

    – [Xander]No pasa nada, hermanita.[/Xander] – le di un abrazo que quizá me reconfortase a mí más que a ella. – [Xander]Es que este poder trastoca un poco.[/Xander] – comenté. La sinceridad había abierto viejas heridas y me había hecho tomar decisiones que a la larga agradecería.

    La vida no es un camino de rosas. Los problemas en nuestras relaciones eran solo el principio de los sufrimiento de todos nosotros en nuestro camino para convertirnos en Daë. Pero por aquél entonces, era todo nuestro mundo.

  • UNA AMISTAD ROTA

    XANDER ECHOLLS | INSTITUTO HEDY LAMARR

    Creo que es un buen día para retomar el diario. Dejé de hacerlo después de lo que pasó con Jane y tras lo que ha pasado hoy, quizá sea el momento para vaciar mi mente. Lo he estado retrasando mucho tiempo y necesito algo con lo que desahogarme, aunque sea un trozo de papel.

    Hoy era el inicio del último curso en el Instituto Hedy Lamarr. Ya tenía la plaza buscada en la Universidad de Moondale para estudiar psicología y me estaba preparando para que mi mundo diese un giro completo, de alejarme quizá de mucha gente a la que conocía porque se irían a otras universidades.

    En parte, supongo que pensar así ese día fue lo que propició que las cosas saliesen como salieron, quizá podía haberlo hecho mejor, siempre se puede hacer mejor, pero normalmente no sabemos cómo hacerlo en el momento. Por eso quería estudiar psicología, se me daba bien comprender a las personas y empatizar con ellas, pero quería entender también lo que no comprendía, aprender a ponerme en su lugar en otras situaciones y ayudar a evitar este tipo de problemas. Resumiendo, quería hacerme psicólogo para ayudar a la gente.

    Supongo que me venía de familia. Mi madre era ni más ni menos que la Elegida, la líder natural de los Daë, los salvadores del mundo en más de una ocasión. Tenía dos de los padres más heroicos que me pudiera encontrar y eso siempre me hizo fantasear con ser un héroe yo también. Por desgracia, mi genética solo me acompañó en parte. Sí, era un aesir como mi padre y eso me hacía más fuerte, resistente y veloz, pero mientras que Elle había heredado el poder de papá, yo no tenía ninguno.

    Además de eso, mis padres no nos habían permitido entrar en su mundo nocturno de caza de demonios. Mi padre a mi edad ya vagaba por el mundo dedicándose a cazar, pero él tenía poderes y yo no, pensarían que yo no era capaz.

    No es que estuviera resentido con ellos, pero sí que me dolía no poder formar parte de eso. Había días en los que pensaba de forma más lógica y me decía a mí mismo que ninguno de los otros podía tampoco salir de caza, pero otros días, cuando me cogía con la guardia baja y las hormonas adolescentes altas, me frustraba y me enfadaba.

    Supongo que fue eso lo que me llevó a hacer dúo con Noah para ayudar a la gente. Incluso en eso, resultaba frustrante no tener poderes. Mientras que Noah era una especie de leyenda conocida como ‘The Spark‘, yo era una especie de ‘White Canary‘ vestido de blanco para complementar su traje oscuro, ambos gracias a la tía Lucy. Pero al menos, en esos momentos, cuando nos enfrentábamos al peligro y tratábamos de ayudar a la gente, me sentía completo, sentía que estaba cumpliendo mi propósito.

    No sé si mi vocación de ayudar a la gente era algo familiar, un complejo frustrado de héroe que tenía desde pequeño, o una cicatriz por no haber podido ayudar a Jane cuando peor lo estaba pasando, pero ahí estaba y dudaba que fuera a marcharse.

    Como no tenía otros medios, trataba de llevar al límite mis genes aesir ya desde hacía tiempo. Practicaba natación con Bill todos los sábados por la mañana. Cuando entraba en el agua, parecía que las preocupaciones se desvanecían, era sin duda mi deporte favorito. A combatir me enseñaba Sasha muchas tardes, se lo pedí porque sabía que ella no me diría que no y porque era mucho más fuerte que yo. La tía Cara me enseñaba tiro con arco los domingos con un estilo de docencia diferente y divertido, perdiéndonos en los bosques. Me escapaba siempre que podía con el tío Ed a estudiar Demonología, porque sabía que el tío Christopher habría sospechado. Casi todas las mañanas, antes de clase, salía a correr con Owen. Lo más difícil, sin duda, había sido estudiar magia con mi madrina, la tía Diana, había aprendido algunas cosas pero solo podía asombrarme con la facilidad con la que ella lo hacía.

    El resto del tiempo se repartía entre las clases e intentar pasar buenos ratos con la familia, un término que para los míos es mucho más amplio. No solo me refería a Ellie, a la que adoraba, o a mis padres y mis tíos. También me refería a Dante, que vivía con nosotros desde lo que le pasó a su madre, a Noah, que era mi primo más cercano u Owen, que era mi mejor amigo aunque a veces me topase con una pared cuando intentaba aconsejarle. Estaban también Vera y Elliot, pero eran bastante más pequeños. Esos eran los más cercanos, porque el resto nos habíamos ido distanciando poco a poco, como Kaylee, que se había alejado de todos, Leo y Amy que iban a su rollo o Cole, que se había marchado con su padre. Y Jane, claro, que no me hablaba desde hacía años.

    Quizá deba hablar un poco de Jane, ya que es el motivo de que haya vuelto a escribir. Jane era mi mejor amiga, una de las personas más importantes de mi vida. No me imaginaba sin ella, de hecho, en mi futuro siempre me imaginaba con ella. Y sin embargo, de un instante para otro, por defender a Owen cuando ella lo estaba pasando muy mal por el problema de Elliot y la separación de sus padres, nuestra amistad se rompió.

    Desde entonces, pese a ser la mejor amiga de Ellie, me evitaba. Apenas habíamos cruzado palabras y cuando lo habíamos hecho, me había esquivado rápidamente. Por eso esta mañana pensé que lo que pasó era una señal del Destino para poder solucionar lo nuestro.

    Estábamos en clase de química, no era la asignatura que más me gustaba, pero había que hacerla de todas maneras. Al menos las prácticas solían ser divertidas, y ese día tocaba una que abarcaba toda la clase.

    Owen estaba sentado a mi lado, como en casi todas las clases salvo en matemáticas, que nos habían separado para que no hablásemos. Lo cierto es que normalmente Owen hablaba y yo sentía que no estaba bien ignorarle, pero la bronca nos caía a los dos. En ese momento concreto, mientras el profesor explicaba el experimento y repartía los grupos, estaba haciendo anotaciones en la parte de atrás de la libreta, cuando escuché mi nombre.

    – [b]Jane Williams y Alexander Echolls: os toca ser pareja de laboratorio.[/b] – mi mirada se fue directa a Jane, que me estaba dando la espalda en ese momento, sentada ya en el sitio que nos correspondía. Me levanté, recogiendo mis cosas, y dirigí una mirada a Owen, que alzó las cejas antes de irse a sentarse con Leo, su nuevo compañero.

    – [Jane]Señor Walsh, preferiría hacer la práctica sola.[/Jane]- pidió, alzando la mano, al ver que me acercaba ya a su sitio. Me enfadé, pero muy poco, estaba más dolido que otra cosa. No entendía cómo podíamos haber terminado así.

    – [b]Y yo preferiría ganar dinero sin trabajar, pero aquí estoy.[/b]- farfulló el profesor, poco conocido por ser agradable. De hecho la gente le llamaba ‘El Hyde’. Yo no, no me gustaba poner motes a la gente.

    Me senté e intenté colocar mis cosas de forma que no le molestaran. Conocía principalmente a la Jane de cuando era pequeña, pero había cosas en las que no había cambiado. En el fondo, ninguno cambiamos, simplemente nos pulimos y nos colocamos adornos para encajar mejor con los demás. Es como cuando alguien habla de que otro ha cambiado mucho, solo nos engañamos a nosotros mismos diciendo eso, la gente no cambia, cambia el contexto en el que se encuentran.

    Casi todo lo que sabía de la vida de Jane venía a través de Owen y Elle. Mi hermana había intentado muchas veces que nos arreglásemos, pero no hubo manera. Y Owen, poco podía hacer, Jane le hablaba casi tan poco como a mí. Aunque me había colocado lejos para no invadir su espacio, ella se movió el máximo posible.

    – [Xander]No hace falta que te apartes tanto.[/Xander] – respondí, de nuevo dolido. Se hizo el silencio y el profesor empezó a escribir una serie de compuestos en la pizarra para que experimentásemos. Jane me ignoró y comenzó a anotarlos. Era la dinámica habitual, otras veces le había dirigido la palabra y me había ignorado, pero esta vez confiaba en que al estar forzados a trabajar juntos, pudiéramos empezar a hablar más de dos palabras. – [Xander]Supongo que tenemos que probar las mezclas y corregir las que estén mal.[/Xander] – teoricé, mirándola. Ella estaba escondida tras su melena oscura, terminando de escribir. Vi que se encogía ligeramente de hombros, tenía tan pocas ganas de hablar conmigo que el gesto habría pasado desapercibido a cualquiera.

    En todos los años que llevábamos separados, había intentado dejar de pensar en ella, hacer el manido «ojos que no ven…», por suerte o por desgracia Jane formaba parte de mi vida. No solo estaba su recuerdo en los juegos que habíamos compartido, era la hermana de mi mejor amigo, la mejor amiga de mi hermana, la hija del mejor amigo de mi padre… En una ocasión, hace un par de años, había tratado de hablar con mis padres para cambiar de instituto para no encontrarme con Jane cada día en los pasillos. Quería escapar de ese dolor con todas mis fuerzas, pero no me dejaron. Entiendo que fue el mejor consejo que me pudieron dar, pero eso no hacía que fuese más fácil verla día tras día.

    – [Xander]No sé cómo pretendes hacer el trabajo sin dirigirme la palabra.[/Xander] – dije después de varios minutos de silencio, sin saber qué hacer.

    – [Jane]Es que no voy a hacer ningún trabajo contigo.[/Jane]- espetó, sacando sus cosas. Empezó a hacer la práctica sola.- [Jane]Lo haremos por turnos y ya está.[/Jane] – aclaró. Por  muy maduro que pudiera considerarme, Jane era y siempre sería, por mucho que llegase a dudarlo, mi punto débil, así que me inquieté y me molesté.

    – [Xander]Eres imposible, Jane, en serio.[/Xander] – repliqué, haciendo evidente que me había molestado. Decir las cosas como las sientes suele ser la mejor manera de estar con uno mismo, pero a veces, en una discusión, no puedes pensar solo en ti, tienes que ceder. En ese momento tenía que haber aguantado y haber intentado hacer otra cosa. Jane no tenía la culpa de que su familia se hubiese venido abajo porque su hermano hubiese nacido con un problema muy parecido al suyo.

    Me callé, observando cómo se peleaba con los frascos y trataba de realizar una práctica que era para dos personas. Me giré y vi a Owen hablando con Leo, al parecer sus diferencias eran más fáciles de reconciliar que las nuestras.

    – [b]Alexander, tu compañera está haciendo la práctica sola.[/b]- escuché recriminarme al profesor. No sacaba sobresaliente en todo, pero intentaba esforzarme y nunca había suspendido ninguna asignatura. Si uníamos eso a que las reprimendas de los profesores siempre me hacían avergonzarme enormemente, podéis imaginaros el cóctel de nervios que tenía en ese momento.

    – [Xander]Jane o te ayudo o acabo suspenso.[/Xander] – le rogué, tratando de ser amable. En realidad, habría preferido suspender a que siguiese sin hablarme.

    Esta vez me devolvió la mirada, con el ceño fruncido. Incluso así estaba guapa. Habría sido todo más fácil si no me sintiera así respecto a ella. Si hubiera podido olvidarla. – [Jane]¿Y a mí, qué?[/Jane] replicó. Cuando Jane estaba herida, parecía fría, terriblemente fría. Tardaría mucho tiempo aún en darme cuenta de que solo era una máscara.

    – [Xander]Di lo que quieres que haga y ya está, no te hablaré si no quieres.[/Xander] – sabía que algo no había cambiado en ella, tenía alma de líder. Vamos, que era un poco mandona, así que pensé que dejarle ver que yo no iba a meterme calmaría los ánimos.

    Ella suspiró y me pasó la libreta, cediendo más de lo que nunca había cedido hasta el momento. Me confié y mientras trabajábamos, no pude evitar estar algo más alegre que de costumbre. Me hizo darme cuenta de lo mucho que la echaba de menos.

    – [Jane]Deja de mirarme así.[/Jane]- masculló ella, sin mirarme. No sabía cómo había podido verme, pero teniendo en cuenta que era una dísir y su pelo le cubría, podía haberme vigilado todo el tiempo.

    – [Xander]No te miraba de ninguna forma.[/Xander] – mentí. No era un apasionado de las mentiras, pero a veces es mejor no decir algunas cosas. Jane no quería saber nada de mí, así que prefería que no supiera lo que aún sentía por ella.

    – [Jane]Ya.[/Jane]- replicó, suspirando. Quizá sí lo sabía, me resultaba muy difícil saber qué hacer, era una situación que se escapaba totalmente a mi control y que encima estaba en el peor sitio posible, en clase. Pensé en lo que me había aconsejado varias veces mi madre, que tuviera paciencia, que fuera bueno con ella porque estaba siendo todo muy duro. Así que pensé en que quizá era un buen momento de recordar los buenos tiempos.

    – [Xander]Esto sería más divertido si hiciésemos nutella.[/Xander] – comenté, con una leve sonrisa. Quise mostrarle todo mi apoyo. Ella me miró, fijó en mi esos preciosos ojos de color azul verdoso que hacía tanto que no veía. Mantuve la sonrisa, intenté transmitirle que Xander seguía aquí, que su mejor amigo seguía al alcance de la mano.

    Entonces sus ojos se anegaron en lágrimas y se levantó corriendo, pasando por la mesa del profesor antes de salir de clase. Me quedé un instante dudando sobre si terminar la práctica o ir detrás de ella. Esa vez mi sentido del deber perdió, Jane era más importante. Pasé por la mesa del profesor y le pedí permiso para salir.

    Tuve que correr, buscándola por los pasillos, hasta que la vi, sentada en un banco del patio. Había estado llorando, todavía lo estaba.

    – [Xander]Jane, lo siento, yo no…[/Xander] – me disculpé. No sabía qué decir ni qué hacer, solo quería que dejase de llorar, que dejase de sufrir.

    Se giró al escucharme hablar. Se limpió las lágrimas y se sonó la nariz tratando de evitar mi mirada. – [Jane]No vuelvas a hablar de cuando éramos pequeños.[/Jane]- fijó sus ojos en mí y esta vez estaba n cargados de ira, que parecía manifestarse en lo rojos que los tenía por haber estado llorando.- [Jane]No tienes derecho a mencionar a mi mejor amigo.[/Jane]- espetó antes de alejarse de mí. Me quedé quito en el sitio durante unos minutos, sin saber qué hacer.

    Caminé hasta el banco y me senté, como un autómata. Las esperanzas que había mantenido al empezar la clase se habían esfumado completamente. Jane me odiaba, no quería saber nada de mí y mi corazón sin embargo no dejaba de pensar en lo mucho que quería estar con ella.

    Tina había salido a tomarse un café y me encontró allí, destrozado. – [Tina]¿Estás triste, guapísimo?[/Tina]- preguntó acercándose con una sonrisa. No pude mirarla, no dejaba de pensar en lo que había perdido con Jane por no saber qué hacer ni qué decir. Me había equivocado hacía años y me frustraba no ser capaz de arreglarlo nunca, haber perdido tanto sin posibilidad de vuelta atrás. Esa frustración y esa tristeza hicieron que las lágrimas brotasen solas. No quería que nadie me viese así. En plena mitad del siglo XXI a los hombres todavía se les juzgaba por mostrarse vulnerables.

    Entonces Tina se acercó a mí y me abrazó. Y me sentí bien, dejé que las emociones y la frustración saliesen, no contuve las lágrimas. Me dejé ir y me apoyé en el cariño de Tina para mantenerme a flote. El tacto de sus labios hizo remitir el dolor por unos instantes. Después siguió abrazándome, ayudándome a aguantar.

    Fue una suerte encontrar a Tina para mí, porque la necesitaba, necesitaba su cariño incondicional y el hecho de que ella me quisiera. – [Tina]No sufras por alguien que no te merece[/Tina].- me dijo, antes de volver a besarme. En ese momento me sentí bien, me dejé llevar.

    Pasaría mucho tiempo así, sin ser completamente yo, dejándome llevar, intentando olvidar a Jane y disfrutando del amor que Tina tenía para mí. El problema era que sabía que no estaban siendo justo con ella, y eso me mataba por dentro. Pero eso es una historia que contaré en su momento. Por ahora voy a volver a hacer un descanso. Volveré a escribir cuando consiga volver a confiar en mí.