Moondale

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  • TODOS LLEGAN

    [align=center][b]Sarah Echolls | Casa de las Echolls [color=purple]{Con todo el mundo –literalmente-}[/color][/b]

    sarahfiesta

    [i]Suspiré aliviada y sin soltarme del abrazo de Ann miré a mi alrededor con una sonrisa de satisfacción en la cara. [/i]

    En esas estaba cuando escuché el timbre de la puerta y miré a Ann extrañada.

    – [SIZE=3][font=Calibri] [b]¿Quién será? [/SIZE][/font][/b]– Pregunté mientras ponía la mano en el pomo de la puerta dispuesta a girarlo para abrir. La sorpresa fue mayúscula cuando al otro lado me encontré con una chica que me sonaba vagamente de la Iniciativa.

    – [SIZE=3][font=Calibri] [b] ¿Eres J-jamie? [/SIZE][/font][/b] – Mi cara debía ser un poema.

    – [SIZE=3][font=Cambria][i]Erh, sí. No me digas que he llegado tarde. [/SIZE][/font][/i]- Se disculpó con timidez a modo de saludo.

    – [SIZE=3][font=Calibri] [b][i]Jamie, hola. [/SIZE][/font][/i][/b]- Ann parecía muy nerviosa, tanto que tiró de Jamie para que entrase en la casa y cerró la puerta.- [SIZE=3][font=Calibri] [b][i]Rápido, como nos vean los homenajeados será un desastre. [/SIZE][/font][/i][/b]- Dicho eso, le dio dos besos.

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  • UNA VISITA INESPERADA

    [align=center][b][SIZE=4]Diarios de Destino | Cocina de la Casa de las Echolls[/SIZE][/b]

    echolls

    La cocina de la casa de las Echolls estaba rebosante de gente, comida y emociones. La fiesta los marcaría más de lo que ellos podían siquiera imaginar, porque los lazos que allí se formarían les daría fuerzas para resistirlo todo.

    Todos tenían algo que hacer, yendo de aquí para allá, vigilando que los demás no comiesen nada antes de tiempo, algunos como Fenris intentando comer algo antes de tiempo, mientras esperaban que llegasen los cumpleañeros. Pensaban que ya estaban todos, pero aún faltaban dos invitados por llegar, por eso se sorprendieron cuando escucharon llamar a la puerta de la cocina que daba al jardín de atrás.

    McLeod estaba cerca de la puerta, así que fue hasta ella y abrió. Allí estaba Cecil.

    – [SIZE=3][font=Bookman Old Style] [b]Oh, hola Cecil, Daniel me dijo que no podrías venir.[/SIZE][/font][/b] – McLeod le dio un apretón de manos y le invitó a pasar adelante. – [SIZE=3][font=Bookman Old Style] [b]Se alegrará de verte.[/SIZE][/font][/b] – Cuando se disponía a cerrar la puerta, Liad apareció de pronto. – [SIZE=3][font=Bookman Old Style] [b]Liad, hola.[/SIZE][/font][/b]

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  • ACLARANDO LAS COSAS

    [align=center][b]~ Sylver F. Wolfe | Casa Echolls | Con Dominic ~[/b]

    silver1

    Aproveché la excusa perfecta que se me presentó para alejarme del grupo que comenzó a formarse. No me disgustaba la sociedad en momentos fiesteros, pero si que me impactaba que apareciesen del tirón. Por eso al principio me siento rara al entrar en una discoteca.

    Dominic caminaba a mi lado, directos a la cocina.

    – [b]Hey, queria aprovechar ahora que estamos solos…-[/b] dije mirando a la multitud que ibamos dejando en el salón con cada paso-.[b]..para pedirte perdón por todo el jaleo que monté en el Sylver. [/b]

    – [b][i]Tampoco es culpa tuya del todo. Igual yo tambien tengo parte de culpa. [/b][/i]

    [i]Pues sí cariño mío, ser tan jodidamente guapo. Pero no te preocupes, sigue tú siendo asi de alucinante y dejarás a las chicas hormonadas como yo en ascuas.[/i], dije para mí misma. A veces sabia cuando tenía que soltar algo en alto o cuando dejarlo en el baúl de “cosas impropias que decir en situaciones impropias de la vida”. Pero siempre se me escapaba algo, una indirecta. El problema era cuando era una indirecta demasiado directa.

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  • PREPARATIVOS Y SORPRESAS INESPERADAS

    [align=center][b]Sarah Echolls | Casa de las Echolls [color=purple]{Con todo el mundo –literalmente-}[/color][/b]

    sarahfiesta

    Me miré al espejo un par de veces. Era la segunda vez en esa semana en la que me sentía realmente guapa y era todo gracias a Ann. Llevaba unos tacones tan altos que me hacían daño y aún así, seguía pareciendo la hermana pequeña de ella que estaba preciosa con su vestido negro.

    Salimos de la habitación riéndonos de nada en particular, seguramente por culpa de los nervios y tuvimos

    No tuvimos mucho tiempo de hablar cuando sonó la puerta y tras abrirla, vi a McLeod con su típico atuendo de profesor.

    – [SIZE=3][font=Bookman Old Style] [b]No sabía que había que ponerse tan guapo. [/SIZE][/font][/b] – McLeod le dio dos besos a Ann tras mirarnos durante unos segundos- [SIZE=3][font=Bookman Old Style] [b]Encantado de volver a verte. [/SIZE][/font][/b] – Me dedicó una sonrisa y me dio dos besos también. – [SIZE=3][font=Bookman Old Style] [b]Estás muy guapa, Daniel se nos quedará de piedra. [/SIZE][/font][/b]

    – [SIZE=3][font=Calibri] [b][i]Igualmente. [/SIZE][/font][/i][/b]- Ann esbozó una sonrisa tímida, posiblemente porque le parecía raro que el bibliotecario y profesor de la Universidad de Moondale viniera a una fiesta en la que la media de edad rondaba los veinte años.

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  • QUE COMIENCEN LOS PREPARATIVOS

    [b]Suzanne Sommerville | Calles de Moondale | Casa de las Echolls |
    {Con Sarah Echolls}[/b][/align]

    annsommerville

    Las calles de [b]Moondale[/b] parecen tranquilas, como recién pintadas sobre un lienzo, o sacadas de una fotografía antigua. Camino por las aceras, intentando no pisar las líneas que las unen, manía o costumbre que tengo desde pequeña. Llevo el bolso un poquito más cargado que de costumbre, y los tacones de los zapatos que me pondré para la fiesta sobresalen como dos bultos extraños en la anatomía de tela vaquera que cuelga de mi hombro.

    Desde que me desperté por la mañana, cerca de las nueve, estuve haciendo ejercicio físico: abdominales, sobre todo. Si estoy cansada desde la mañana, me resulta mucho más fácil afrontar el día sin comerme la cabeza. Es extraño: antes no solía darle demasiadas vueltas a las cosas, me adaptaba al día como venía, y si no era de mi agrado, ya vendrían otros que me gustarían más. Pero ahora lo único que puedo hacer es darle vueltas en un rinconcito de mi mente a todo lo que he leído sobre mi condición. He logrado alejar de mí la paranoia constante, al menos es un paso.

    La casa de las [b]Echolls[/b] es increíble. Preciosa. Como una casa de brujas (de las de verdad) y, bueno, teniendo en cuenta que [b]Diana[/b] es… bueno, [b]Diana[/b]; es divertido, en cierta línea de humor negro, que su casa parezca la de una bruja. Hace un pelín de frío, así que mientras subo las escaleras me arrebujo un poco más en la sudadera, colocándome bien el bolso sobre el hombro.

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  • PRUEBA DE TIMIDEZ

    [align=center][b][font= Comic Sans Ms][SIZE=5]Daniel Arkkan | [color=maroon]{con Diana y January}[/SIZE][/color][/font][/b]

    daniel1

    Esta estaba resultando sin duda una de mis “misiones” más difíciles. La verdad es que el listón estaba bastante alto, sobre todo teniendo en cuenta que hacía apenas unas semanas que habíamos escapado de la Iniciativa, pero esto me asustaba de una forma distinta, desde luego más que una cacería.

    – [b] [i] ¿No te encantaba Taylor? [/i][/b] – preguntó Diana sonriente.- [b] [i]Era tan guapa y tan graciosa… [/i][/b]

    January hizo un gesto como de no estar segura de si sí o de si no. – [i] Era persistente, eso se lo reconozco. [/i] – dijo. Después se rió antes de añadir – [i] También era un poco acosadora, con lo del oso y todo eso… Además, me quitó a mi hombre perfecto. Aish, Ryan, la de cosas que te haría si te tuviera a mano. [/i] – terminó fingiendo quedarse embobada fantaseando

    Me sentía como Goku cuando se encuentra con Bulma por primera vez, en cuestión de mujeres no es que no hubiese visto ninguna antes, es que simplemente, las relaciones sociales entraban en conflicto con mi timidez y por mucho que la estuviese perdiendo desde que estaba con Sarah, estar a solas con dos mujeres hablando entre sí era…¿extraño?. Y si ya se ponían a hablar de hombres…asustaba.

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  • FANTASIA AGUADA

    Jamie Smith – Residencia Lorenzetti[/align]

    jamiesmith

    Conduje por la autopista que une Moondale con  el pueblo donde reside Nana. En la radio sonaba justamente ‘Highway to Hell’, con lo cual no pude evitar sonreír a medias, estaba yendo por buen camino, porque conociendo a Carmella Lorenzetti como la conocía luego de tantos años, haría mi vida de un infierno si yo no abría la boca y le contase detalles jugosos sobre cierta persona y yo. Cambié el dial de la radio, dejando pasar una de Bruce Springsteen. He decidido luego de hablar con Christopher McLeod de la posibilidad de trabajar en la biblioteca, que era hora de regresar a casa. Pero por ahora no quiero pensar en nada de lo que estaba sucediendo en Moondale, nada de vampiros locos, iniciativas psicópatas ni de padres desaparecidos en combate.

    Me merezco unos días de desconexión total, litros de café caliente en un termo, una manta, Angus y la playa a mis pies. Mi propio oasis, sin que nadie me molestase. La sola idea me arrancó una sonrisa y pisé con más fuerza el acelerador. Y también, todo hay que decirlo, que pienso en él. Volví a sonreír, antes de girar hacia la salida.

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  • LA ULTIMA BIENVENIDA

    [b][ Ben McBeth | Su buhardilla [color=green]{ Con Alice }[/color] ][/b][/align]

    benjaminmcbeth

    Diez de diciembre de dos mil nueve. Un día extraño como pocos en el que un demonio con un pasado lleno de sangre es abordado por Aesires y brujas para unirse a una causa que ni le va ni le viene. Él, en lugar de subirse a su Harley y huir, compra dos batidos, mantiene una desconcertante conversación con una cazavampiros recién salida de una serie de animación para niñas y acaba alquilando una pequeña buhardilla en el centro de Moondale. Aquel había sido mi día, ni más ni menos, y ahora que la noche ya había caído y las calles de Moondale empezaban a ser silenciosas, yo me dejaba caer en uno de los sillones del pequeño salón, con la vista puesta en la ventana y una cerveza en la mano. Era agradable, después de estar todo el día de aquí para allá, descansar sin pensar en nada.

    El lugar era pequeño. Una buhardilla, ni más ni menos, en la que el salón constaba de sofá de dos plazas, tele pequeña y una enorme mesa, casi fuera de lugar, con una solitaria silla en uno de sus extremos. La cocina estaba separada sólo por una barra y la cortina marrón del fondo esconcía al otro lado una cama de matrimonio, una cómoda y una puerta que daba a un pequeño baño. Era suficiente para mí y podía decir que la había adquirido legalmente; había un par de fajos de billetes menos en mi mochila.

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  • NUEVA COSTUMBRE

    [b][ January Allard | Residencia Universitaria Hexe | Dormitorio ][/b][/align]

    januaryallard

    La [URL=http://www.goear.com/listen/8c7a166/surfing-usa-beach-boys]sintonía del móvil[/URL] me despertó de una siesta que no había planeado. Por que sí, mis planes estaban, de hecho, cuidadosamente calculados en mi agenda; era mi nueva costumbre, recién adquirida la noche anterior al volver de ayudar a Sarah con su cita. Si lo planeaba todo de modo que estuviera ocupada de la mañana a la noche, tal vez no tendría tiempo para pensar en nada, como no lo había tenido esa tarde entre vestidos, cotilleos y risas estúpidas con sabor a osito de gominola. Así que lo primero que había hecho esa mañana había sido comprar una agenda, ir a tomar un café y planear mi día minuto a minuto. Podía avanzar temario de examen, lo cual me vendría bien; no sabría cómo afectaría el período sin clases a mis futuros exámenes y no pensaba meter la pata el último año. También podía ir de compras, dar una vuelta, comenzar con esa idea mía de estudiar español o simplemente dedicarme a ordenar el desastre que tenía por habitación

    En su lugar, mi primera parada habían sido las lindes del bosque de Moondale. Había tomado el coche, dispuesta a ir a una papelería que adoraba y atiborrarme a lápices de colores y cuadernos en los que escribir canciones tontas acompañadas por dibujos aún más tontas, pero antes de darme cuenta estaba tomando el camino contrario y aparcando justo frente a los árboles. Me había costado tres minutos ser consciente de dónde estaba: exactamente en el lugar por el que había salido el día después de mi asuntillo peludo. Reprimiendo un escalofrío, había decidido que era suficiente y, en lugar de arrancar y marcharme, me había echado mi cazadora sobre los hombros y me había adentrado levemente entre los árboles.

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