Moondale

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  • ESCUPIENDO SOBRE TUS ANCESTROS

    OWEN WILLIAMS SOLID

    Dagerknot – Mañana

    Como no podíamos quedarnos en la nave toda la vida, y en algún punto claro esta tendríamos que volver a casa, nos preparamos para nuestra siguiente aventura bastante mejor que la primera vez, donde básicamente llegamos con lo puesto y desentonando allá donde íbamos.

    La nave tenía una impresora mágica, vale no era mágica, pero te podía imprimir lo que fuera, así que era casi mágica. Noah, que era el que más en serio se tomaba todo esto, nos fabrico unos trajes similares para todos pero con distintos colores. Me parece que alguien ha visto demasiado los Power Rangers, Kimberly crush de infancia, y Tommy.

    El caso es que estos trajes nos quedaban como un guante, eran ligeros y podíamos movernos con soltura, pero a la vez por su tejido eran sorprendentemente resistentes. Eran como armaduras del Medievo futuristas.

    Tras fabricar ropas para todos y no desentonar, madre mía lo que va a dar de sí esa impresora, nos encaminamos hacia los monolitos que nos llevarían a los diferentes mundos. Me hubiese gustado ir con Amy, para que engañarnos, pero como buen hermano que me gusta pensar que soy me ofrecí como tributo, digo voluntario, para proteger a mi hermano pequeño por algo de no sé que de Bill. Sí, me entero bien de las cosas.

    El monolito que iba a llevarnos hasta nuestro destino tenía el aspecto de un regio guerrero, llevaba un parche en un ojo y un par de cuervos en los hombros, no hacía falta ser un lumbreras para ver que se parecía a Thor. No espera ese es el del martillo, este tiene más pinta de el padre, Odín, eso.

    Tocamos el monolito y…. ¿alguna vez habéis estado en un parque acuático?. Qué tontería, seguro que si, menuda mierda de futuro de no ser así. El caso es que sin apenas darnos tiempo a reaccionar estábamos debajo del agua.

    Agarre a Elliot y subimos hasta la superficie. Observe como Xander tomaba aire y volvía a sumergirse. Ruby apareció cerca de nosotros y Xander regreso a la superficie cargando con Dante. Esas alas le daban un toque muy sexy, pero lo que viene siendo en el agua son un estorbo.

    – [Owen] Empezamos bien.-[/Owen] Debería haberlo pensando, aunque pensar nunca ha sido lo mío, que algo raro podía pasar. A diferencia del resto, el monolito hacia este lugar estaba cubierto de musgo, como si hiciera tiempo que alguien no lo usaba, abandonado vamos. Además no había mucha gente con pinta de vikingos en la Luna en comparación con el resto de culturas.

    – [Xander]Aquí hay algo raro.[/Xander] – Cuando Xander dijo esto note tintinear mi aracno… aesir sentido. Es raro de explicar, los aesirs tenemos afinidad por la magia y lo sobrenatural, no se en Xander y Dante como funcionara, pero en mi caso son como cosquilleos. Es gracioso, cosquilleos como si me estuviera riendo del peligro y la muerte.

    – [Ruby]Solo es un poco de agua, señoritos[/Ruby].- Añadió tirándonos agua. Me fije en que el maquillaje no se le había estropeado, o tal vez esos labios rojos y pestañas eran naturales.

    – [Dante]Lo dice porque hay algo muy chungo en este agua.[/Dante] – Todos agachamos la cabeza, pero no podía apreciarse nada más allá de la oscuridad en el agua.

    – [Ruby]Puedo bajar y mirar a ver qué hay[/Ruby].- Esta tía no sabe lo que es el miedo, bravo su… o dios Cole… o dios la cocina. Sacudí la cabeza para quitarme esa imagen de la mente. Unos chillidos nos sobresaltaron, parecían humanos, pero con la oscuridad y la tormenta que se acercaba no veíamos nada.

    – [Owen]Menos chachara y más nadar hacia la orilla.-[/Owen] La cabeza de Dante se hundió un segundo bajo el agua.

    – [Dante]¡Algo me ha agarrado el tobillo![/Dante] – Añadió moviéndose como loco. A ver, entendedlo, si de por si en una playa te dan varias infartos cuando te roza un alga, imaginaos que algo os agarra de los pies y pretende arrastraros a las profundidades. Pues chapoteas como un descosido. Porque tenía las alas hundidas por el peso del agua, que si no salía escopetado hacia el cielo.

    – [Xander]No te muevas así o nos hundiremos.[/Xander] Xander intentaba calmarlo mientras tiraba de él y se tragaba la mitad del agua que iba salpicándole Dante.

    – [Dante]¿Y qué coño quieres que haga, dejar que me coman?.-[/Dante] Los misterios de la naturaleza espacial en la que peces se comen a aves, el plot twist.

    – [Xander]¿Veis algo?[/Xander] – Xander hundía la cabeza en el agua para ver si daba con ese misterioso ser.

    – [Ruby]Agua[/Ruby].- Nosotros lidiando con algo extraño de las profundidades y seguramente en su cabeza esto será como un prado de Ponis, esta chica no conoce el miedo.

    ¿Recordais lo del algo? Pues se me paro el puto corazón cuando note como unas manos, si, manos, se aferraban a mis pies y tiraban de mi. – [Owen]No es por alarmaros, pero algo me ha agarrado de los pies.[/Owen]

    – [Xander]Elliot, ¿puedes nadar?[/Xander] – Ruby agarro a Dante y siguieron nadando hacia su salvación.

    – [Elliot]Si.-[/Elliot] Le eche un vistazo a mi hermano. Si algo le agarraba de los pies no iba a notarlo. Asentí para que se marchara y nado hacia Ruby para ayudarle con Dante.

    Xander, que recordemos sabe nadar rápido porque es un tío preparado, se acerco hacia mi estirando el brazo, pero me hundí en el agua antes de poder alcanzarlo.

    Tranquilos que no he muerto, sino no tendrías este diario entre vuestras manos y hubiese parado de escribir hace tiempo. Pero si estuve a punto, la presión en los oídos al notar cómo me iba hundiendo cada vez más y más, junto a esa sensación de no poder respirar, como intentas contener el poco aire que te queda y el pecho se contrae al intentar no respirar.

    No podía usar mi poder, de nada valía el fuego en el agua. Pero al intentar crearlo podía hacer hervir el agua a mi alrededor. Xander apareció junto a mí y aun con la presión del agua fue capaz de darle un tajo a esa especie de cruce de Ursula de la sirenita y tiburón de Street Shark. Liberado nadamos hacia la superficie. En cuanto note como se llenaban mis pulmones nade con fuerza junto a Xander rumbo a la orilla.

    – [Xander]¿Has visto cuántas había?[/Xander] – Pregunto entre brazada y brazada.

    – [Owen]Demasiados ojos inyectados en sangre como para contarlos.-[/Owen] Era una mezcla entre hermoso y aterrador. Si no tienes ni puñetera idea de que es cuando lo ves por primera vez es hermoso, pero si ves venir a uno de esos bichos…

    – [Xander]No sé, solo nos ha atacado uno. Si hubieran sido todos…[/Xander] – Se le veía agobiado, en cuanto llegamos a tierra, o más bien a la ciénaga porque el agua nos llevaba hasta los tobillos, recuperamos el aliento.

    – [Ruby]Señores, un poco de calma[/Ruby].- Ruby seguía en su mundo de cero peligro mientras se secaba su melena plateada con las manos.- [Ruby]No hace falta demostrar de forma constante por qué sois el sexo débil[/Ruby].

    – [Dante]No me jodas Ruby, acaban de estar a punto de comernos unos putos peces demonio, o lo que coño sea.[/Dante] – El pobre Dante parecía un pollo pasado por agua con sus alas empapadas. Se meneo un poco como los perros para secarse.

    – [Ruby]¿Estás en esos días del mes?[/Ruby]- A pesar de venir de un mundo en el que las mujeres eran claramente superiores a los hombres, las mujeres seguían padeciendo, quizás con menos dolor al ver Ruby, los estragos de la menstruación. Así que al referirse esos días en Dante debía de hablar de follar. O Dios la cocina… BASTA.

    – [Dante]Puto agua.[/Dante] – Con el fango apenas podía mover los pies, hasta que levante la pierna más de la cuenta y otra mano me aferraba el pie. Xander asesto otro tajo y corto la mano seguido de un grito.

    De el fango aparecieron unas criaturas diferentes a las del agua, bípedas y de un color azul como el agua cubiertos de musgos y fango. Hicimos un circulo y metimos a Elliot en el centro. Lo note decepcionado, quería ayudar como los demás, pero no sabía pelear como el resto.

    No eran muchos, así que entre los mandobles de Xander, mi fueguecito interior, los puñetazos de Dante y Ruby, la cual se movía como si estuviera danzando con dos cuchillos, acabamos con todos.

    Se escucho  unos chapoteos, a lo que pensamos que serian más de esas criaturas, pero solo eran dos tipos ataviados con cuerdas con pintas de vikingos. Xander se saco el auricular multilinguistico del bolsillo, Henry se iba a hacer de oro como patentara todo lo que estaba creando, y me lo dejo en la mano. – [Xander]Tú eres el sociable.[/Xander]

    – [Ruby]Esto es un trabajo de mujeres…[/Ruby]- Nadie niega la ferocidad de las mujeres vikingas como la que parecía tener Ruby, pero Xander había confiado en mí y no le iba a defraudar.

    – [b]Eh. Buen trabajo con esos comefango.[/b] – La gente tenía mucha facilidad para nombrar a las cosas, es como esa serie con zombies en la que nunca los llamaron zombies. – [b]Se han comido a tres de los míos. ¿Os interesa trabajar en un barco?[/b] – Pregunto señalando hacia atrás al bote del que estaban tirando para pasar por la ciénaga. La motivación de los Vikingos con poca cosa era admirable.

    – [Owen]No buscamos trabajo, pero podemos echaros una mano con esas cosas si nos lleváis a tierra firme.-[/Owen] Propuse, seguro que agradecían una ayuda y encima no tendrían que pagar en baratijas, porque esta gente lo que viene siendo dinero poco.

    – [b]No sois de por aquí, ¿eh?[/b] – Escupió al suelo y no supe muy bien como tomarmelo. – [b]Si no fuera por vosotros seríamos carne de comefango, así que vamos, subid. Tengo ganas de volver a casa de una puta vez.[/b] – Ahora sonaba como Dante así que no podían estar muy enfadados, solo eran… ¿racistas?. No digo que Dante lo sea, era la forma de hablar. Parecia el tatatatatatatatatatatatatarabuelo de Dante.

    – [Owen]Gracias.-[/Owen] Añadí escupiendo también al suelo. Lo mismo era una especie de saludo o me estaba cagando en todos sus muertos como él había hecho conmigo. O tal vez solo tenía mocos en la garganta, mucha humedad por aquí y duermen con el culo al aire, así que los resfriados abundan.

    – [Xander]Por eso te he dejado de portavoz.[/Xander] – Me susurro Xander mientras subía al bote salvavidas, capacidad máxima para 18 personas.

    – [Ruby]Señores señoreando[/Ruby].- Ruby se sentó cruzándose de brazos. Nos presente por los nombres en clave y note como a Xander le brillaban los ojitos de emoción.

    – [Owen]No te enfades, ya tendrás oportunidad de salvarnos más adelante.-[/Owen] Añadí mientras cogía uno de los remos y nos poníamos rumbo a tierra firme a ritmo de melodías nórdicas.

  • EL ARCO RELUCIENTE

    MIKE SOLO-NOVAK

    KARNAK – MAÑANA

    El clima de la Luna era lo más cercano que podría definir como paraíso. Había vivido en varios lugares con climas muy diferentes, pero hasta el momento, aquél parecía el más agradable con diferencia. Brisa leve y refrescante, cielos despejados y un sol que se hacía fácil de llevar. Todo lo que habíamos podido explorar de aquella luna era vegetación y naturaleza inmaculada, solo rota por aquella enorme ciudad en mitad de todo. Así que quizá aquella carencia de interacción humana con el resto del entorno había propiciado que se mantuviese tan inmaculado, con lagos de aguas más cristalinas que las de Loverd, Merelia o Velze.

    En Louna, en los veranos, solía hacer bastante calor, pero por las noches en la terraza de mis padres siempre se podía disfrutar de una fresca brisa marina que no dejaría de recordar. En la facultad sin embargo, hacía bastante más frío, pero terminabas acostumbrándote.

    Así que cuando dejamos atrás aquel clima fresco y llegamos al sofocante calor del desierto, me llevé una mano a la frente, resistiendo el agobio. Una cosa era saber que íbamos a un mundo anclado en la civilización egipcia y otra, estar preparado para aquél calor infernal, incluso con las ropas de época que habíamos impreso en la nave.

    El traje empezó a hacer su magia e hidrató ligeramente mi piel, refrescándola muy tenuemente, pero con aquél calor no podía.

    Cuando mi visión se aclaró, vi que nos encontrábamos en un templo derruido, con el obelisco tras nosotros. Desde la Luna había varios portales a los mundos y habíamos dado con el que nos había llevado a un punto más lejano, porque prácticamente solo veía dunas en el horizonte.

    Me quedé parado un momento, sorprendido al encontrarme con la verdadera forma de las pirámides. Pese a lo lejos, su nívea superficie aún sin deteriorar y sin ser pasto de los robos, reflejaba el sol como si estuvieran hechas de luz pura, culminando en la cúpula dorada. Aquella civilización decía estar regida por los mismos dioses y viendo aquellas construcciones, incluso tan lejos, no me extraña que muchos no lo dudasen.

    Coloqué una mano en forma de visera y traté de agudizar más la vista en el horizonte difuminado por el calor. A lo lejos, aunque no demasiado, se veía un río tan ancho que no alcanzaba a ver la otra orilla. En mi mente lo llamé Nilo, pese a que el de verdad estaba a millones de kilómetros. En las lindes del río el verde cortaba el paso a la arena y pude ver zonas de cultivos y casas cercanas. No teníamos más remedio que ir allí.

    – [Mike]No sé cómo vamos a aguantar este calor.[/Mike] – dije al volver con el resto, que también se habían estado adaptando. Me habían nombrado líder de aquél grupo y la responsabilidad ya empezaba a pesarme. Mi vida no tenía nada que ver con aquello, pero no me quedaba más remedio que seguir adelante, por la seguridad de los demás.

    – [Sophie]A mí me gusta el solecito en mi piel…[/Sophie]- escuché decir a Sophie con su agradable acento, sonriendo mientras se echaba el pelo hacia atrás. El sol iluminaba su piel broncínea y su generosa silueta se recortaba en el horizonte.

    – [Nate]Sí, es agradable.[/Nate] – escuché decir a Nate. Su enorme físico hacía que destacase sobre los demás. Aquél hombre que seguía exactamente igual que en el primer recuerdo que tenía de él, parecía no estar afectado por el calor sofocante. A veces me paraba a pensar en lo poco que sabíamos realmente sobre sus orígenes.

    – [Niall]Qué calor.-[/Niall] escuché decir a Niall. Vi que estaba mirando a Nate como si de un dios venido a la tierra se tratase. Conocía aún bastante poco a aquél chico, prácticamente solo sabía de él que era amigo de Noah y Lexie y que era un hijo de Logan Villiers. Aún no había tenido tiempo a cumplir mi propósito de hablar con los demás.

    Zahra permanecía en silencio algo más retirada, de ella si que apenas sabía nada, más allá de que Idris me contó que les había ayudado en el mundo al que habían llegado.

    – [Mike]Tenemos que buscar una forma de llegar allí. A lo lejos se ve un río, pero igual es mucho camino sin ir preparados.[/Mike] – no estaba hecho para planificar este tipo de inconvenientes. Lo mío era saber cómo podría afectar ese calor a nuestros cuerpos, no buscar una forma eficiente de llegar allí.

    Después todo pasó demasiado rápido. Nate miró detrás de mí y me giré para ver a un grupo de hombres del desierto con marcas similares a tatuajes en las pocas partes que llevaban al descubierto. Iban armados y eran rápidos.

    Yo había dado clases de judo cuando era pequeño y había tratado de mantenerme físicamente en forma toda mi vida, haciendo ejercicio regularmente. Desde que había contraído la infección teriántropa, había buscado refugio en aumentar el ejercicio para mantener la mente calmada. Eso sumado a la mayor agilidad y sentidos que tenía desde entonces hacían que estuviese en uno de mis mejores momentos. Pero desde luego, no era un guerrero y no estaba capacitado para luchar contra alguien experto en armas.

    No tuve tiempo a pensar, a contar cuantos eran, a dirigir a nadie ni a prepararme. Lidié con uno de ellos esforzándome por no acabar atravesado por su arma. Desde mi posición solo veía a Nate, que estaba aguantando contra cinco.

    No podía girarme para ver al resto y me estaba empezando a preocupar demasiado y si lo hacía, eso repercutiría en los poderes de Nate. Así que por primera vez, recurrí a una parte oculta de mí con la que convivía desde hacía tiempo.

    Hasta el momento me había esforzado por entenderlo, por reprimirlo y por llevar mi vida como mejor podía. Pero en aquél instante lo que necesitaba era liberarlo, y ni siquiera sabía si funcionaría.

    Traté de concentrarme en mitad de aquél caos, buscándolo. Comencé a sentir una necesidad primaria, una ira que crecía dentro de mí. De pronto algo comenzó a mover mi cuerpo de forma más ágil, como por puro instinto. Después empezó el dolor.

    Había estudiado y documentado los cambios físicos que se producían en la transformación, porque quería entenderlos. La realidad era que conocer exactamente lo que estaba pasando, y que de no ser por el factor de regeneración que se desencadenaba en ese momento habría muerto por la propia transformación, lo hacían más dificil.

    Tras una eternidad observé mis manos cubiertas de pelaje plateado con marcas negras. Mis manos acababan ahora en unas garras afiladas y en mi boca notaba los protuberantes colmillos resultado de convertirme en una mezcla entre hombre y bestia.

    Estaba preparado para luchar, una parte de mí lo ansiaba, la misma que acababa de liberar. Pero de pronto los asaltantes se detuvieron, mirándome fijamente a mí y hacia mi derecha. Me giré y vi a Niall allí de pie, convertido de nuevo en un ser mitad hombre, mitad pájaro. Había estado mirando los registros de aves en la base de datos de la nave para estar preparado para cualquier eventualidad que pudiera sufrir Niall en forma animal y por lo que parecía, era un halcón murcielaguero, bastante común en toda América.

    – [Niall]Atrás, u os saco un ojo.-[/Niall] les amenazó con un pico afilado. Era extraño observarle. En el mundo de la era medieval apenas le había podido ver antes de saltar y para cuando llegó a tierra, tardó poco en volver a convertirse en humano. Supuse que sería igual de extraño observarme a mí convertido en una fantasía furry.

    Los atacantes empezaron a arrodillarse e inclinarse ante nosotros, dejando las armas a un lado. Uno de ellos, el más adelantaado, cuya piel apenas era visible tras las pinturas faciales, habló. Por suerte, como líder del equipo me había puesto el auricular que había preparado Henry y pude entenderle. – [b]Somos humildes siervos de los dioses.[/b] – pese a entender lo que decía, me costó interpretar su tono. – [b]Perdonad por no haberos reconocido.[/b] – se disculpó sin alzar la mirada. Me di cuenta de que debía interpretar mi silencio como un enfado y a nosotros y nuestras habilidades como dioses. Les traduje a los demás lo que acababa de decir.

    – [Mike]No somos dioses…[/Mike] – en ese momento nos salvó la barrera idiomática. El traductor tenía la capacidad de repetir en mi oído lo que yo acabase de decir, pero en el idioma que hubiese detectado a mi interlocutor, así que al escucharme decir eso, Niall me hizo una seña antes de que lo repitiese en egipcio.

    – [Niall]Dejate querer un poco. Si nos adoran antes encontraremos al Daë y saldremos de aquí.-[/Niall] sugirió Niall, colocándose más regio mientras volvía a su forma humana. Se había maquillado los ojos antes de emprender la misión y había sido un acierto, porque era el que menos destacaba al lado de los atacantes, salvo quizá Sophie, que también se había maquillado con tonos verdes en los párpados y una línea oscura en las pestañas.

    – [Sophie]¿Y nosotras?[/Sophie]- preguntó al ver que la miraba.

    – [b]No entendemos a vuestras esclavas, mi señor.[/b] – escuché decir a nuestro «interlocutor», anteriormente presunto asesino.

    – [Mike]Dice que sois mis esclavas, ¿qué hacemos?[/Mike] – les traduje. Los atacantes nos observaban y la situación era bastante tensa, en aquél momento solo nos libraba de la sospecha el aspecto con el que nos habíamos mostrado ante ellos.

    Zahra guardaba silencio. Parecía estar más en tensión de lo habitual, pero costaba distinguirlo porque nunca había llegado a verla relajada en los días que habíamos pasado en la nave.

    – [Sophie]La esclavitud nunca es buena compañera[/Sophie].- aconsejó. Asentí ligeramente. Mi vida y la de mi hermano siempre habían estado entre dos mundos. Nunca habíamos sido ni muy blancos ni muy negros, y costaba bastante emparejar ambos mundos. – [Sophie]Pero ustedes deciden[/Sophie] – remató ella. La miré a los ojos. Sophie tenía razón, ni siquiera para pasar desapercibidos podíamos aceptar la esclavitud.

    – [Mike]No son nuestras esclavas. Vienen con nosotros.[/Mike] – repetí después de decirlo para que el audífono lo tradujese. Mi acento no debía ser muy bueno y de no haber sido por mi piel, ya me habrían tratado de dios extranjero, quizá con malas consecuencias.

    – [b]Nos acompañarán entonces a la tierra sagrada. ¿Partimos?[/b] – preguntó, mirando a Sophie, Zahra y Nate. No me gustó su forma de hacerlo, pero apenas teníamos más opciones. Vi que Zahra torcía el gesto, pero asintieron sin más remedio y volví a la forma humana antes de seguirles.

    – [Mike]Podemos aprovechar que no nos entienden.[/Mike] – les dije mientras les seguíamos hasta donde tenían atados varios burros. Señalaron dos de ellos, uno para mí y otro para Niall. Sus anteriores dueños se colocaron a la cabeza del animal para guiarlos.

    Asentimos, pero tendí la mano a Sophie para que montase en el mío y Niall hizo lo propio con Zahra. Nate prefirió caminar y fue mejor porque aquél grupo ya nos había observado fijamente. Probablemente estábamos siendo poco altivos y soberbios para ser dioses, demasiado cercanos a nuestros seguidores. La verdad es que no habría sido capaz de fingir de otra manera.

    – [Nate]Hay que tener cuidado. Noto hostilidad.[/Nate] – avisó Nate, caminando a nuestro lado a sorprendente paso.

    – [Sophie]A lo mejor se han venido arriba con lo del Príncipe Alí.[/Sophie]- comentó Sophie. Pese al calor, sus manos se aferraban a mi para no caerse del burro con un tacto muy agradable.

    – [Nate]Se supone que la daë es una vieja diosa destronada.[/Nate] – nos recordó Nate, al que miraban de forma suspicaz por lo fácil que le estaba resultando caminar a nuestro paso bajo el sol abrasador sin muestras de fatiga.

    – [Zahra]Lo que faltaba…[/Zahra] – murmuró Zahra.

    – [Mike]Tendremos que librarnos de ellos al llegar. Piensan que somos dioses así que será más fácil.[/Mike] – sugerí. Usar la palabra fácil no fue muy acertado. Seguían siendo un grupo armado experto, acostumbrado al terreno y al calor.

    Traté de observarlos durante el camino pero no era ningún estratega, así que finalmente acabé maravillado por la visión digna de oasis de las orillas del Nilo. Allí empezaba a verse población de a pie, hombres, mujeres y niños que corrían como habían llegado al mundo. Me sorprendió ver la realidad de que todos iban maquillados pese a su estatus social. Además, chocaba bastante ver a aquellos granjeros adultos sin un ápice de vello.

    Continuamos la ruta sin detenernos ni un momento, atravesando el cauce del río hasta llegar al inicio de lo que podíamos llamar la ciudad. Desde hacía ya un trecho las pirámides habían empezado a ocupar más espacio en el horizonte y a aquellas alturas, lo cubrían prácticamente. Era sorprendente cómo podían haberlas llevado a cabo.

    Al llegar a la parte baja de la ciudad estuve preparado para bajarme de aquél pobre animal, pero hicieron un gesto y continuaron, entre las miradas de soslayo de la gente de a pie. Aquella era una civilización extraña, se veían esclavos entre la gente libre, pero lo que había leído en los registros de la nave era que tenían los mismos derechos que los demás. Es más, hombres y mujeres tenían derechos equiparados. Y sin embargo Idris, Elle, Jane y Chloe estaban a miles de años en una civilización en la que las mujeres no eran nada.

    Finalmente llegamos a una plaza y nos bajamos. – [b]Venid con nosotros. Vuestros acompañantes no pueden pasar a la ciudad de los dioses.[/b] – dijo el portavoz. Señaló con la mano un enorme arco de piedra blanca y adornos en oro y piedras preciosas que conducía a una parte de la ciudad claramente más rica. El arco no estaba demasiado vigilado, pero me imaginé que el miedo a los dioses les evitaría cruzarlo.

    Sophie se cruzó de brazos. La idea de separarnos no debía entusiasmarnos a ninguno. Aun así, si en aquella parte estaban los dioses, teníamos que conseguir acceso para encontrarnos con la Daë.

    – [Mike]Lo mejor será ir y volver. Puede que allí esté la daë y acabaremos esto rápido.[/Mike] – les expliqué, apartándonos después de hacerle una señal al hombre para que esperase.

    – [Sophie]Como vean.[/Sophie]- respondió Sophie. Normalmente era difícil saber si algo le molestaba porque era una persona muy relajada, pero ese tono de voz monocorde no parecía encajar con su estado habitual.

    – [Mike]No sé qué otra cosa podemos hacer.[/Mike] – sugerí, esperando que tuvieran alguna idea.

    – [Sophie]Esto no pinta bien.[/Sophie] – se limitó a decir. Negué con la cabeza, preocupado, cada vez tenía más claro que liderar no era lo mío.

    – [Nate]Podéis llevaros a Sophie, su magia puede pasar por una gran sacerdotisa. Zahra y yo estaremos bien.[/Nate] – propuso Nate. Cierto era que parecía que trataban con algo más de reverencia a Sophie por la magia que le habían visto usar, aunque no sabíamos si lo suficiente como para conseguir que viniese con nosotros. Me seguía preocupando dejarles a ellos solos, pese a que Nate podía cuidarse solo mejor que el resto.

    – [Mike]Me vendría bien tu ayuda.[/Mike] – reconocí, mirándola. No quería todo el peso de liderar en mis hombros y sabía que Niall no tenía intenciones de compartirlo.

    – [Sophie]Por mi bien.-[/Sophie] asintió, con una sonrisa más propia de ella.

    Me dirigí al representante y me coloqué lo más regio que pude, tratando de sacar provecho de mi condición de…dios. – [Mike]Ella es mi gran sacerdotisa. Si no puede pasar, tampoco yo.[/Mike] – exigí.

    El hombre no sabía qué decirme. Consultó con los demás y al final volvió frente a nosotros. – [b]No diga que nosotros le hemos traído, señor.[/b]- concedió. Asentí, no pensaba meterles en problemas pese a que hacía un rato nos hubieran intentado matar o esclavizar. Era extraño mantener la moral en aquellas situaciones. – [b]Siguiendo el camino principal hacia arriba llegaréis al centro, allí os darán la bienvenida.[/b]

    Nos señaló el arco y cruzamos, pero él se quedó atrás. Miré el camino reluciente frente a mí, sintiéndome como Dorothy en el Mago de Oz, aunque en mi caso, probablemente, fuera el León.

    Inspiré profundamente y sentí una mano aferrar la mía. Era suave y firme. Miré y vi que a mi izquierda estaba Sophie devolviéndome una sonrisa. Así, sinceramente, resultaba más fácil. Al poco noté que me aferraban la mano libre y me encontré a Niall sonriendo. Sonreí y él me guiñó un ojo.

    Al final, incluso con la solitariedad que me caracterizaba, con amigos y familia que confían en ti, todo se hace más fácil.

  • EL PUNTO DE NO RETORNO

    4×08 – POINT OF NO RETURN

    VALANTIS

    TARDE

    Tras cruzar el portal atardeciendo, el equipo liderado por Elle se alejó unos pasos de la estatua bajo un sol cegador. Antes de poder ubicarse, escucharon el pitido de un coche y se acercaron para ver como pasaba a toda velocidad por donde ellos habían aparecido.

    Dante lo habría reconocido al instante, pero para ellos lo que acababa de estar a punto de atropellarles era un coche clásico que bien podría haber estado en ‘Grease’. En la calle que había frente a ellos, decenas de coches brillantes estaban aparcados a la entrada de una cafetería.

    Las ropas de la gente y la música que se escuchaba en los altavoces de un coche aparcado no dejaban lugar a dudas, aquello eran los años cincuenta. Por la calle circulaba un grupo de hombres con chaquetas de cuero a juego. Cada uno llevaba detrás una pálida muchacha. Sin necesidad de acercarse, Elle supo que no estaban vivas.

    Noah había dado una serie de pistas para intentar identificar a los Daë. Al ver eso, humanos controlando a los muertos, todos supieron de inmediato que se encontraban en el mundo de Géminis. Ahora tenían que localizar a los dos Daë entre todas las ciudades-época que había.

     


    KARNAK

    MAÑANA

    Lo primero que sintió el grupo de Libra al dejar atrás el obelisco fue el calor abrasador. Estaban en un templo semiderruido en mitad del desierto. Ante sus ojos, no había más que arena en todas partes, con un horizonte distorsionado por el calor.

    Los trajes que llevaban bajo las ropas del desierto parecían aliviar un poco la angustia del clima del desierto. A lo lejos, casi confundidas con montañas de arena, se veían las brillantes cumbres de las pirámides en todo su esplendor, con su nívea superficie reflejando el sol y sus cumbres doradas centelleando como un faro.

    Buscaron sombra entre los pilares del viejo templo, pero antes de que pudieran siquiera hablar se vieron sorprendidos por un grupo de asaltantes. En el caos, Michael dejó salir a su bestia interior, prácticamente a la vez que Niall buscaba una escapatoria convirtiéndose en un ser mitad ave. Sophie dejó paso a su magia, pero para entonces una parte de los atacantes ya se había arrodillado ante Niall y Mike.


    DAGRKNOT

    NOCHE

    Cuando tocaron el viejo drakkar, barnizando y mantenido por los habitantes de Viltis, sabían que les conduciría a Dagrknot, pero el equipo Acuario no esperaba lo que se encontró.

    Sus cuerpos siguieron el patrón de respiración que llevaban de manera insconsciente. No había nada que se lo impidiera, salvo que de una inspiración a otra, en lugar de aire, lo que entró en sus bocas era agua. Al sentirlo, contemplaron aterrados que el portal les había llevado debajo del agua.

    Frente a ellos, hundido desde lo que parecían décadas, estaba el drakkar. Era uno de los mares de Dagrknot, por suerte, no demasiado lejos de la orilla. Con pánico trataron de ascender a la superficie, donde las nubes se arremolinaban anunciando tormenta. Bajo el agua, ocultas en la oscuridad, unas criaturas abominables les observaban, atentas, calculando fríamente.


    ARTISAN

    TARDE

    Amy tocó la fría superficie de aquella vieja locomotora, que curiosamente aún mantenía el lustre pese al paso del tiempo. Kaylee, Vera y Leo colocaron la mano tras ella y todos juntos dejaron atrás el silencio de la Luna Viltis para sumirse en el bullicio de una ciudad.

    Dejaron atrás la oxidada locomotora, abandonada en la estación como los huesos del cadáver de tiempos mejores. El suelo y las paredes de ladrillo estaban ennegrecidas y sucias por el humo de las fábricas, que se alzaban como monstruos de acero y piedra.

    La gente no tenía mucho mejor aspecto. En aquella zona, la más humilde, cerca del puerto, pasaron con cuidado por delante de adictos desplomados en las esquinas, de prostitutas ofreciendo sus favores a plena luz del día, cruzándose con trabajadores con las caras ennegrecidas y trabajadoras con las manos encallecidas.

    En los muros, entre los carteles apiñados unos sobre otros, se veía un periódico : «Barnes salva a las trabajadoras de la Textil Atkins de la pobreza.» En la foto, un hombre pelirrojo se veía evitando posar para la foto mientras caminaba junto a un gran grupo de mujeres. Unos metros más allá varios carteles anunciaban un nuevo ataque del ‘El Descuartizador de la Bahía Negra‘.


    TERRA

    NOCHE

    Inmediatamente después de tocar la estatua del soldado a caballo con las dos patas alzadas en el aire, el equipo del mundo Terra apareció en mitad de una plaza de lo que en su día había debido ser una bella y gran ciudad y ahora era poco más que un montón de escombros.

    En la plaza aún se veían puntos que no habían sido alcanzados por la devastación, pero en las calles cercanas, lo poco que permitía ver la escasa luz de las farolas que quedaban encendidas eran un montón de edificios derruidos, como cicatrices sobre el terreno.

    En ese momento escucharon el sonido de las alarmas extenderse por toda la ciudad a través de los megáfonos. Los pocos soldados que se veían cerca trataban de llevarse a algunas personas con las caras cubiertas por máscaras de gas.

    No tardaron mucho en escuchar los aviones sobrevolar la zona, cargando muerte que pronto liberarían sobre ellos.


    NARA

    MAÑANA

    Tras tocar la estatua del Komainu, los miembros del equipo de Nara aparecieron frente a un templo en la montaña. Al fondo se veía un enorme monte que se asemejaba al Monte Fuji. Para ellos, era difícil diferenciar aquél lugar de la tierra.

    En el exterior del templo, algunos habitantes observaban confunsos las llamativas ropas de Xie, mezclada con aquellos tres occidentales que no auguraban nada bueno.

    Desde aquél lugar elevado vieron una ciudad por la que podían empezar. Cualquier lugar sería mejor que ése, donde cada vez les observaban más personas. Así que comenzaron a descender por las escaleras del piedra, adentrándose en el camino que se perdía a través del bosque, uno donde moraban criaturas de toda clase.

    Los lugareños sabían exactamente qué tenían que llevar para protegerse y qué camino exacto tomar, así que las criaturas solían evitarlos. Pero los extranjeros no lo sabían y los demás preferían no decírselo, porque con suerte, las criaturas se los llevarían y eso acabaría con sus problemas.

  • NOTAS DE UNA SINFONÍA

    NOAH ARKKAN

    LUNA VILTIS, LA KVASIR – MAÑANA

    Me levanté bastante temprano aquella mañana. Era difícil seguir el ritmo del tiempo en un sistema solar cuyo ritmo no conoces, pero para mi cuerpo, debían ser cerca de las siete de la mañana.

    Lo primero que hice fue dirigirme a la cocina mientras en mi cabeza daban vueltas una y otra vez las teorías que intentaban dar un sentido y una guía a todo lo que pasaba en estos mundos.

    Por una parte, en algún momento, nos enfrentaríamos a nuestras propias Pruebas, porque cada uno de nosotros tenía ya una esfera con los elementos que le identificaban, esferas, que por lo que parecía, permitían comunicarse con Daë de ese mismo macrogrupo elemental, tanto con los del Cúmulo como con los Moondies.

    Nuestro trabajo era reunir a los Daë del Cúmulo, o al menos protegerlos hasta que se encontrasen. Por lo que nos enseñaron los Daesdi, había catorce mundos y teniendo en cuenta que había catorce Daë en esa generación – quince si contábamos por separado a los de Géminis – encontraríamos uno por mundo.

    Hasta ahí venía la parte sencilla, pero después empezó el caos con diferentes civilizaciones en diferentes periodos en cada uno de los mundos. Parecían anclados en una época de la humanidad determinada, sin ser conscientes de lo que ocurría en el resto de mundos excepto los que llegaban aquí, a esta luna que se había convertido en una especie de ciudad libre con un enorme mercado negro.

    Por lo que había dicho Eldric, los mundos habían sido antes muy diferentes, pero el Arquitecto lo había cambiado todo. Su magia había roto las leyes de la física en este lugar, distorsionando el tiempo y el espacio, creando un lugar donde no había tiempo, como esta luna, y portales entre los diferentes mundos en objetos corrientes.

    Esa clase de magia me recordaba a alguien que, pese a no haber conocido nunca, siempre había estado presente en nuestras vidas. Según las historias, el Soberano ya había sido encerrado una vez y enviado al Vacío con ‘La del Pelo Rojo’, por estos mismos Daë a los que ahora intentábamos reunir. Por si fuera poco, lo habíamos visto en carne y hueso en el mundo prehistórico, aunque con ropa diferente y menos afectado por la tortura de ‘Ella’.

    Pero, si el Soberano era aquél que vimos en Daonna y era a él a quien iban a expulsar los Daë del Cúmulo, ¿qué pasaba con el Arquitecto? ¿Es que después de su sacrificio los mundos de este Cúmulo iban a quedarse así?

    De todas formas, parecía que el Arquitecto había hecho esa distribución en los mundos porque sacaba provecho de ello. Ezra había escuchado conversaciones del Nigromante con alguien que parecía estar por encima. Teniendo todo eso en cuenta, personas como el Soberano, el Nigromante y los que controlaran el resto de mundos tenían que rendir cuentas al Arquitecto.

    Y ahí llegaba mi teoría. El Soberano manipulaba la realidad con su magia a su antojo y se había presentado a los Moondies con muchas caras, hasta la de una trabajadora de Fenris. ¿Podía ser el Arquitecto también el Nigromante y el Soberano? Parecía demasiado pensar que estuviera en varios sitios a la vez, algo que ni siquiera el Soberano creo que hiciera.

    Me pasé una mano por la frente. Estaba pensando demasiado. Al final la respuesta más sencilla sería que el Soberano se rebelaría contra el Arquitecto y se convertiría en la principal amenaza. Pero no quise desechar del todo la teoría de que fuera un grupo de malos.

    Cuando llegué a la cocina, me encontré con Amy. Estaba tomándose un café, pálida como la luna. Había tenido una misión sobre los siguientes mundos, así que había muchos planes que hacer.

    Me puse un poco nervioso y empecé a moverme rápidamente por la nave sin saber muy bien por dónde empezar. A Lexie no le iba a hacer mucha gracia salir de este refugio y quizá ni siquiera consiguiéramos que lo hiciera. Yo la entendía, no podíamos pretender que todo el mundo tuviese vocación de salvar el mundo y ahora que teníamos un lugar donde quedarnos hasta que todo acabase, no veía el problema en que algunos se quedaran en la Kvasir.

    Amy y yo no íbamos a hacer los planes solos, así que me encaminé hasta las personas que sabía con certeza que querrían emprender la misión. No tenía sentido preocupar a los demás con planes cuando ni siquiera sabíamos si querrían ir.

    Les llamé uno a uno hasta que finalmente, tras lo que pareció una eternidad, todos aparecieron en la biblioteca. Estábamos Amy, Elle, Xander, Jane, Henry, Kaylee y yo.

    – [Noah]Estamos aquí porque Amy ha tenido una visión.[/Noah] – les expliqué. Las manos me temblaban ligeramente, pero sabía que era pura inquietud por lo que iba a pasar.

    – [Elle]¿Y el resto?[/Elle] – preguntó Elle, mirando a nuestro alrededor. En el momento en el que lo dijo, supe que me había equivocado.

    – [Noah]Pensé que sería mejor si lo comentábamos nosotros antes.[/Noah] – intenté aclarar. Cuanto más lo pensaba, menos claro estaba el plan inicial. – [Noah]Coordinar a todos…[/Noah] – habría sido difícil, habríamos perdido tiempo decidiendo quién iba y quién no, sin haber escuchado aún las visiones.

    – [Kaylee]Elle tiene razón[/Kaylee].- replicó Kaylee. – [Kaylee]Estás acostumbrado a ser demasiado práctico, Noah CHRISTOPHER, pero si somos un grupo, no puedes convocar a unos cuantos aparte[/Kaylee]. – asentí con la cabeza. No había sido la mejor idea por mi parte. Estaba muy acostumbrado a hacer las cosas solo, a mi velocidad, que era demasiada. Ahora teníamos que ser un grupo. Me había centrado solo en reunir a unos pocos para hacer los planes porque había decidido de antemano que Lexie y Niall probablemente no querrían ir, que Vera y Elliot serían demasiado pequeños, que Mike preferiría estar en la retaguardia y que los nuevos no confiarían en nosotros.

    – [Jane]Vamos a perder el tiempo, pero que vengan[/Jane].- replicó Jane encogiéndose de hombros. Parecía estar de acuerdo en mi idea, pero Jane también pecaba de ser excesivamente práctica.

    Amy hizo una mueca, le daba lo mismo una opción que otra. Bastante tenía con cargar con esas visiones.

    – [Henry]Mejor explicarlo todo una vez que varias veces luego.-[/Henry] resumió Henry. Era un enfoque más lógico, pero yo había estado cegado. Una persona sola no puede cargar con las responsabilidades de todo el grupo por mucho que quiera, porque les estaría quitando la libertad de decidir. Eran sus vidas, aunque quisiera lo mejor para ellos, la decisión no era mía.

    – [Xander]Para poder estar todos, todo el mundo tendría que escuchar al menos a una persona.[/Xander] – apuntó Xander. Miraba fijamente a su hermana. Xander y yo habíamos estado hablando al poco de llegar a la Kvasir. Parecía que estaba claro que tendríamos que convertirnos en un grupo unido y fuerte para resistir, igual que los Moondies, una suerte de New Moondies. Pero para eso necesitábamos una líder como había sido Sarah, y solo se nos ocurría una persona, que casualmente era la que no quería mandar.

    – [Kaylee]Pajeros y pajeras de la nave Kvasir: os esperemos en la biblioteca[/Kaylee].- anunció Kaylee amplificando su voz para que resonase por toda la nave. Cada vez se la veía más segura y confiada con la magia y con la vuelta de ella, se notaba más completa, más ella misma. Ni la ‘Queen B’ que habíamos conocido en el instituto, ni la que se flagelaba continuamente que había llegado después. Ésta era Kaylee de verdad, renacida como un fénix.

    Después del llamamiento, caminé hasta la pizarra en la que había colgado todas mis anotaciones hasta el momento. Allí tenía un dibujo del sistema planetario que había sacado de la memoria genética después de que los Daesdi lo mostraran, marcando en cada mundo los Daë conocidos y las civilizaciones. También tenía una lista de cada uno de nosotros y la teoría sobre los elementos que teníamos, junto a los de los Moondies, para tratar de establecer patrones de comunicación.

    Los demás fueron llegando poco a poco y evité mirarlos directamente. Ahora me avergonzaba haber tomado esa estúpida decisión por ir demasiado deprisa. Cuando ya estuvieron todos, vi que Lexie me miraba con una sonrisa y sentí un escalofrío. ¿Cómo podía no haberla incluido pensando que sería mejor?

    Por suerte la biblioteca de la nave era muy grande y todos los presentes cabíamos con holgura. Éramos casi el doble que los Moondies y todos teníamos una esfera, así que había echado mis propias cuentas y aún debía faltarnos alguna incorporación más, pero no sabía exactamente cuántos porque dependía de la figura del catalizador, que sería la que nos salvase la vida al igual que a los Moondies. No quería pensar mucho en ello, porque eso significaría que perderíamos a alguien sin más remedio. Pero quizá, al ser tantos, no hiciera falta y todos saliésemos sanos y salvos.

    Se generó un murmullo de las múltiples conversaciones que estaban teniendo lugar en pequeños grupos.

    – [Xander]Sigue haciendo falta alguien que dirija todo esto.[/Xander] – escuché repetir a Xander.

    – [Jane]Dirige tú, pesao[/Jane].- le soltó Jane. Xander la miró y vi que no sabía qué responderle durante una fracción de segundo, pero entonces sus miradas se cruzaron y supongo que vieron que no era de malas.

    – [Xander]No se me daría bien. En eso no me parezco a mi madre.[/Xander] – aseguró. Sabía que Elle tenía miedo a no estar a la altura de Sarah, a no ser como ella. Pero quizá no necesitásemos a una Sarah. Ella recibió el poder de la Kvasir, Elle había nacido con él. Sarah había liderado a un grupo, esto era casi un ejército.

    – [Lexie]¿Quién ha organizado esto a espaldas del resto que le parto la cara?[/Lexie] – preguntó Lexie. Se hizo un silencio incómodo y los que habían estado reunidos al principio evitaron mirarme. Nadie quería darnos problemas, pero no quería una relación con Lexie basada en ocultarle cosas. Eso ya lo habíamos vivido durante mucho tiempo.

    – [Noah]Culpable.[/Noah] – dije levantando la mano. La miré y vi que estaba molesta, pero esperaba que no le durase mucho tiempo. – [Noah]Solo por desgranar las visiones, no quería que decidiéramos por…[/Noah] – seguí explicando.

    – [Ezra]…Todos.-[/Ezra] terminó Ezra.

    – [Idris]Vaya con Lisa…[/Idris] – escuché a Idris reírse. Cuando le miré, me guiñó un ojo, al menos él no se lo había tomado mal.

    – [Noah]Me equivoqué. Lo siento mucho.[/Noah] – dije con sinceridad.

    – [Jane]Esto no es práctico. Lo digo y lo vuelvo a repetir[/Jane].- se quejó Jane.

    – [Mike]Solo hay que organizarse bien.[/Mike] – intervino Mike. Más voces se sumaron en un susurro que terminó siendo ensordecedor. Éramos muchos y ninguno escuchaba a nadie en concreto.

    – [Kaylee]¡SILENCIOOOOOOOO![/Kaylee]- la voz amplificada de Kaylee reverberó en la sala.- [Kaylee]El que quiera hablar que levante la mano o Lexie le espera a la salida con una navaja[/Kaylee] – puntualizó. Jane alzó las cejas como si quisiera decir que eso ya lo había visto venir.

    – [Dante]Esto va a durar toda la vida.[/Dante] – escuché quejarse a Dante, apoyado en una parte más alejada.

    – [Jane]Es que la idea de Noah era la buena[/Jane].- se sumó Jane.

    – [Lexie]La idea de Noah era mejor porque a ti no te había excluido, petarda[/Lexie].- replicó Lexie. Me llevé una mano a la cara, todo aquello era culpa mía y estábamos perdiendo el tiempo, además de echando tierra sobre el propio grupo.

    – [Jane]No voy a perder el tiempo discutiendo contigo[/Jane].- respondió Jane cruzándose de brazos y poniendo los ojos en blanco.

    – [Lexie]¿Te crees mejor que yo?[/Lexie] – le espetó Lexie.

    Vi que Elle perdía pie y terminaba colocada en el centro. Kay tenía la mano estirada tras ella, después de haberla empujado. – [Elle]Es…estamos…aquí…reunidos…[/Elle]- empezó a decir con voz amplificada, mirando fijamente el suelo. Se notaba que lo estaba pasando mal, pero ninguno podía cumplir ese papel como ella.

    – [Lexie]Para unir en santo matrimonio, no te jode[/Lexie].- respondió Lexie. Kaylee le hizo una peineta y cuando fue a replicar, no se la escuchaba. Acababa de bajarle el volumen. Mientras todo el mundo se fijaba en Elle, me acerqué hacia Lexie para ayudarla a tranquilizarse. Parecía que le iba a dar algo y aunque no podía escucharla, por su boca debían estar pasando más palabrotas de las que yo conocería jamás.

    – [Elle]No puedo hacerlo[/Elle].- escuché decir a Elle. Parecía triste y se la notaba muerta de miedo. En ese momento miré a Lexie y vi que la miraba fijamente, más tranquila. Lexie era una buena persona y estaba sintiendo la presión que tenía Elle encima.

    – [Noah]Todo el mundo necesita confiar en alguien, seguir a alguien a quien valore, a quien aprecie.[/Noah] – la animé.

    – [Ezra]Solo son palabras y nos conoces a todos, decidas lo que decidas te seguiremos. Mi apoyo ya lo tienes.-[/Ezra] añadió Ezra, sorprendiéndome, porque no había hablado mucho hasta el momento, aunque supongo que con Elle sí. Ella era capaz de llegar a todo el mundo.

    – [Idris]Cuenta con mi falo, digo con mi hacha.[/Idris] – bromeó Idris. Me fijé en que Elle le miraba, algo había debido pasar entre ellos y no me había dado cuenta hasta el momento. Siempre estaban tan unidos que eran los últimos a los que me imaginaba peleados.

    – [Jane]Si lo intentas, puedes ser todavía más ordinario[/Jane].- le reprendió Jane delante de todos.

    – [Idris]¿Nabo? ¿Máquina del amor? ¿Drisín?[/Idris] – Idris se lo tomó como un reto y parecía a punto de darle un ataque de risa.

    – [Jane]Kaylee, ponle el mute también a este[/Jane].- escuché que le pedía a Kaylee. Lexie frunció el ceño, molesta.

    – [Dante]Dejad hablar a Elle, coño.[/Dante] – intervino Dante.

    Elle tomó aire y cerró los ojos. Kaylee se colocó a su lado y le dio la mano. Jane entrecerró los ojos y se colocó al otro lado, dándosela también, como si quisiera dejar claro que la mejor amiga era ella. Elle las miró y sonrió. Quise creer que empezaba a ser consciente de que contaba con el apoyo de todos.

    – [Elle]Amy ha tenido una visión: se acerca la siguiente fase de las pruebas[/Elle]. – por fin empezaba el tema en cuestión.

    Amy se acercó y escuché con atención. Le di la mano a Lexie y noté lo suave que la tenía. – [Amy]Los mundos son los siguientes: Egipto, Japón feudal, Revolución Industrial, Vikingos y USA de los 50 a los 90[/Amy].- enumeró con voz monocorde, distanciada emocionalmente. Las visiones le pasaban factura y parecía que estaba de ellas hasta las narices, por no decir algo más ordinario.

    – [Jane]Podemos preparar una hoja de celdas[/Jane].- propuso Jane. No era mala idea, necesitábamos algo para mantener las cosas anotadas y organizadas.

    – [Henry]Tenemos algo más avanzado que las hojas de celdas.-[/Henry] intervino Henry. Caminó hasta el ordenador de la biblioteca, en el que había estado trabajando para recuperar los libros digitales que contenía, y después de un rato se formó una imagen en mitad de la sala. Allí estaban los rostros de cada uno de nosotros. Elle alargó la mano y tocó su imagen, arrastrándola en el aire.

    Jane se cruzó de brazos, molesta porque no usaran su idea.

    – [Noah]Por lo que sabemos del mundo de los vikingos, es donde estaba Onoskelis y el aesir Alastair el Azul.[/Noah] – empecé a explicar, colocándome cerca del holograma. – [Noah]Los Moondies vieron a Elliot en ese mundo.[/Noah] – recordé. Bill lo había visto allí, pero con el tiempo aquella visión se había perdido en las notas de mi padrino.

    – [Jane]¿Onoskelis es la cadena malvada? Mi hermano pequeño no puede ir[/Jane].- intervino Jane.

    – [Noah]En teoría, ya ha ido.[/Noah] – respondí. Yo tampoco estaba muy a favor de ponerles en peligro, pero ya lo habían estado antes y si la historia se había contado así, no podíamos cambiarla. – [Noah]No podemos cambiar las cosas.[/Noah] – añadí. Además, Onoskelis había sido un demonio puro pero a Alastair y a Bill les había ayudado. De hecho ahora llevaba una vida adolescente perpetua bastante asentada.

    – [Jane]No debería ir[/Jane].- Jane se mantenía en sus trece. Era un problema, pero también era admirable como protegía a sus hermanos. Esos eran el resumen de sus motivos para no ser la líder pese a que por naturaleza lo pareciera. Era demasiado protectora y también muy práctica.

    – [Owen]Te voy a ahorrar trabajo y voy a ir con él. ¿Te parece bien? -[/Owen] sugirió Owen dando un paso adelante. Jane parecía más conforme.

    – [Ruby]Yo les protegeré[/Ruby].- apuntó Ruby, con orgullo. Era toda una heroína, Jane podía estar segura de que le protegería en todo caso.- [Ruby]¿Dónde pensabais ir los dos solos?[/Ruby] – preguntó, sonriendo con seguridad.

    – [Elle]Owen, Ruby, Elliot.[/Elle] – Elle empezó a mover las caras de cada uno a los grupos y miró a Jane mientras lo hacía. Asintió con pesar, sabiendo que no quedaba más remedio. – [Elle] Xander y Dante van al mundo vikingo también[/Elle].- decidió. Era una buena idea, los aesir en el mundo poblado por seidr.

    Xander asintió, conforme y Dante no objetó nada.

    – [Noah]Vale. Egipto. La Daë creo que era Na’amah, la diosa demonio.[/Noah] – la Guardiana a la que se había enfrentado mi padrino. No iba a ser un mundo fácil porque de ella se decía que había sido destronada por una diosa mayor.

    – [Idris]Venga, vamos a lo obvio. Tiene que ir gente tostadita.[/Idris] – bromeó Idris. Lo cierto es que no le faltaba razón, pese a que fuese extraño tener que pensar así. – [Idris]Pero a mí el calor no me viene muy bien, salvo el humano.[/Idris] – añadió, esperando quitarse del medio. Lo cierto es que para el poder de Idris, no era muy buen mundo. Aunque el hielo les habría venido bien, usarlo allí le habría producido mucho desgaste.

    Elle se paró a pensar.- [Elle]Niall…Nate…[/Elle]- Henry se ocupó de ayudarla a mover las imágenes de cada uno.

    – [Kaylee]Sophie, Mike y Zahra[/Kaylee].- resolvió finalmente. Ninguno se conocía en exceso, pero las habilidades de teriántropo de Mike y Niall podrían venirles bien. Zahra era una superviviente en un entorno hostil y la magia y los poderes de Sophie rematarían el equipo. Elle no quería tomar el mando, pero una vez lo había hecho, estaba tomando unas decisiones ideales.

    – [Noah]Japón feudal. La daë de escorpio era de allí, una hechicera llamada Qiu Lanying.[/Noah] – añadí.  La madre de Sophie, Aphrodite, se había enfrentado a ella y era una oponente a tener en cuenta. De ella se sabía poco.

    – [Elle]¡Cole![/Elle]- llamó con alegría. Él asintió y sonrió haciendo una reverencia.

    Lexie se acercó sigilosamente y puso una mano en el hombro de Kaylee, que la miró sorprendida antes de deshacer el hechizo.

    – [Lexie]¡TE VOY A ARRANCAR LOS PELOS DE CUAJO![/Lexie]- espetó, enfadada.

    – [Kaylee]¿Quieres quedarte muda otra vez?[/Kaylee] – Lexie la fulminó con la mirada, pero no dijo nada. Las dos habían aprendido a respetarse después de sus problemas en el pasado.

    Entonces, sin decir nada, delante de todos, Lexie abandonó su aspecto original y se presentó ante nosotros como una muchacha de rasgos asiáticos a la que aún no conocía. Lexie tenía tantos aspectos gracias a su genética de tanuki que dudaba sobre si algún día los conocería todos. Había visto casi una docena de ellas y, aunque no me atrevía a decírselo personalmente, no podía evitar encontrarlas a todas atractivas, especialmente sabiendo que era ella misma.

    – [Elle]Pues Lexie también[/Elle].- indicó Elle, dedicándole una sonrisa a la que Lexie correspondió, volviendo a su aspecto original.

    – [Noah]El idioma puede ser un problema.[/Noah] – comenté. Lexie tenía ascendencia asiática, pero su padre nunca había estado presente y se había criado sin saber nada de sus «raíces». Sí, el audífono que ahora llevaba con bastante más alegría, tenía funciones de traducción, pero eso no le permitiría hablarlo con fluidez.

    – [Elle]Bowie puede ir[/Elle].- propuso.- [Elle]Y tú si quieres[/Elle] – añadió. Elle sabía lo que se hacía. No quería elegir sitio, pero se había dado cuenta de que quería ir con Lexie. Le sonreí y asentí.

    – [Laura]Me gustaría ir a Japón[/Laura].- propuso Laura de pronto.- [Laura]Y alejarme de la gente que conozco[/Laura]. – Henry mantuvo la mirada fija en las imágenes mientras lo decía. Entre ellos había pasado algo complicado.

    Elle asintió y con eso se terminó el grupo de Japón. Ése, el de Egipto y el de los Vikingos iban a resultar difíciles. En Japón teníamos a una persona que lo entendería y otra que lo hablaría, pero solo una que encajaría bien físicamente. En Egipto más o menos podrían encajar todos, pero ninguno entendería nada. Y en la era de los Vikingos, los aesir pasarían desapercibidos, aunque Ruby llamaría la atención, pero tampoco ninguno sabía hablar el idioma.

    – [Noah]Tenemos un problema con el idioma en Egipto y la era Vikinga también.[/Noah] – expliqué. Nos quedamos todos en silencio unos minutos, pensándolo. Eran mundos peligrosos para Vera que no tenía poderes.

    Finalmente Henry, más en silencio de lo habitual, se acercó a Elle y le tendió unos aparatos similares a los audífonos de Lexie. – [Henry]Esto traducirá, como el de Lexie pero sin mejoras de audición.[/Henry] – explicó brevemente. Elle entregó uno a cada equipo, guardando el tercero para el mundo al que no fuera Vera, por si acaso. Más tarde Henry me explicaría que no había podido conseguir más con los materiales que teníamos allí. Aquello ya era todo un milagro y se lo debíamos a él, pero viendo que le pasaba algo con Laura, no quise decirle nada allí para que las miradas no se centraran en él.

    – [Noah]La…eh. El mundo que parece la segunda guerra mundial por lo que ha visto Amy. No estoy seguro de quién será Daë.[/Noah] – confesé. Era un mundo complejo. Por el aspecto, habría dicho que Julia, pero también podría haber sido el mundo de Géminis, el del demonio al que se enfrentó mi padre…cualquiera de los que quedaban salvo el de Ofiuco quizá.

    – [Chloe]APUNTA A MI HERMANO EN ESE MUNDO Y NO PREGUNTÉIS, PRETTY PLEASE[/Chloe].- gritó Chloe a toda velocidad. Vi que tenía los ojos muy abiertos.

    – [Julia]Yo voy donde vaya mi culito prieto favorito[/Julia].- se unió Julia. Ezra evitó mirarla, sonrojado. Chloe fijó la mirada en ella alzando una ceja.

    – [Elle]Henry, ¿te ves en ese mundo?[/Elle]- preguntó Elle, después de que este moviese a los demás.

    – [Henry]Sí… puede estar bien.-[/Henry] era el hombre de la tecnología, si alguien podía encajar, era él.

    – [Lekwaa]Yo puedo ser el cuarto. Si queréis.[/Lekwaa] – se ofreció Lekwaa. Era un hombre muy enigmático, hasta el momento no había tenido oportunidad de hablar con él, pero lo intentaría en el futuro.

    – [Julia]Pues parece que voy a tener trabajo[/Julia].- replicó Julia, chasqueando la lengua. También tenía ganas de hablar con ella. A fin de cuentas, venía de nuestro futuro y esta nave había sido una vez su hogar.

    Ya solo quedaban dos mundos. – [Noah]USA. Desde los 50 a los 90 parece ser. Amy vio una zona residencial pero también vio detalles culturales mezclados por…ciudades.[/Noah] – era un mundo complejo, una época con muchos cambios y todos metidos en un espacio tan pequeño. Parecía una olla exprés a punto de reventar.

    – [Elle]Jane, Chloe y yo[/Elle].- propuso Elle. Chloe dio un salto, seguramente alguna de esas épocas habría vuelto a estar de moda en el futuro.- [Elle]Con Idris[/Elle] – añadió.

    – [Idris]Yuju.[/Idris] – sonrió, a punto de hacer un chiste.

    – [Owen]Bien rectificado a tiempo.-[/Owen] dijo Owen. Me quedé pensativo un momento mientras movían las imágenes. Entonces entendí el chiste y por qué no lo dijo.

    – [Noah]Eso nos dejaría con la revolución industrial. Tampoco tengo claro al Daë. [/Noah] – me encogí de hombros, sintiendo no ser de más utilidad. Lexie me agarró del brazo y sentí una reconfortante sensación golpearme, poniendo patas arriba mi estómago.

    – [Kaylee]Leo y yo[/Kaylee].- sugirió Kaylee. Él no dijo nada, seguía en silencio como casi todo el tiempo. Me pareció buena idea, mi hermano y Kaylee necesitaban urgentemente solucionar lo que les pasaba. – [Kaylee]Y mis hermanas por si nos venimos arriba[/Kaylee]. – añadió. Traté de quitarme la imagen de la cabeza.

    – [Idris]Voy a ir imprimiendo preservativos.[/Idris] – dijo Idris. Estuve a punto de gritar, pero intenté no pecar de «mojigato». A fin de cuentas mi casa siempre había sido muy libre.

    – [Noah]Hablando de imprimir. Henry y yo hemos preparado una cosa.[/Noah] – comenté, esperando cambiar de tema mientras terminaban de colocar toda la información en el panel visual.

    El día anterior habíamos arrastrado a todos ellos, algunos con menos ganas, otros con mucha resaca, hasta el escáner de la impresora de ropa para que sacase los trajes con las medidas exactas.

    Eché a correr y los recogí todos del armario del gimnasio donde los habíamos dejado, después de un día entero imprimiéndolos. Fui mirando los colores y haciendo memoria del color que había dicho cada uno. Para cuando se dieron cuenta, tenían los trajes en la mano.

    – [Noah]Son una especie de armaduras que os protegerán bastante y apenas se notan debajo de las ropas de época.[/Noah] – desde luego no eran como la Piel de Fafnir de mi tía Sarah, pero eran una buena marca blanca. Nos mantendrían protegidos e identificados. Además, un equipo tenía que tener un traje.

    Dejamos un rato para que algunos fueran a probarse los trajes mientras que otros simplemente los guardaron para más tarde. Yo me puse el mío en un parpadeo. Era flexible, pero muy resistente. Estaba esperando escuchar la voz de Idris diciendo «Es como si no llevara nada…llevara nada». Porque lo cierto es que….bueno, no se notaba.

    – [Jane]Como Elle no lo va a decir, lo digo yo: hace falta un/a líder en cada grupo[/Jane].- empezó a decir Jane. Hizo una seña a Henry que empezó a probar formas de marcar cuál era el de cada grupo. Al final optó por ponerle un borde dorado a la imagen.- [Jane]Por cuestiones de tiempo, los he elegido yo: en la usa 50-90 será Elle, en egipto Nate, en los vikingos Xander, en la revolución industrial Kaylee, el mundo en guerra para Ezra y japón para Lexie[/Jane].- explicó. Me tomé un momento para valorar las decisiones y me sorprendió que Jane hubiera sido tan correcta.- [Jane]Es orientativo y podéis hablarlo[/Jane]. – añadió.

    – [Xander]Si alguien no está de acuerdo, que levante la mano.[/Xander] – preguntó Xander.

    – [Jane]Eso, levantad la mano si no estáis de acuerdo con el trabajo[/Jane].- replicó frunciendo el ceño. Nadie lo hizo, no porque le tuvieran miedo, que también, si no porque estaba muy bien hilado. Había evitado ponerse a ella de líder en el suyo, había elegido al «mayor» en egipto, confiado en Xander en el que iban sus hermanos, nombrado a Ezra que tenía experiencia en la guerra, elegido a Kay en el suyo y a Lexie, que no aceptaría muy bien las órdenes del resto pero sabría mandar, en el de japón.

    – [Owen]Es como si no llevara nada, llevara nada, llevara nada…-[/Owen] escuché decir a Owen, ya con su traje puesto. Movió el culo como en el ya histórico ‘gif’ y Amy fingió tener arcadas. Eso sí, el azul le sentaba bien.

    Xander carraspeó para hacerse oír. – [Xander]Y necesitamos…nombres clave.[/Xander] – comentó. Hubo algunas risas, Xander y yo ya estábamos acostumbrados a los trajes y los nombres en clave, tanto por utilidad como por…bueno, placer culpable. – [Xander]El que controla todo esto habrá empezado a escuchar hablar de nosotros. No es seguro y más si tiene algo que ver con el Soberano.[/Xander] – no le faltaba razón, lo que menos necesitábamos era darles pistas sobre el futuro o llevarlos directamente a la Tierra. El futuro del Soberano era nuestro futuro, así que no podíamos cambiarlo si queríamos seguir aquí.

    – [Idris]Drizz porque Coquito Fresco es muy largo y Menta Fresca también.[/Idris] – comentó Idris. Llevaba años intentando que le llamaran ‘Drizz’ por el juego de palabras con su nombre y el del elfo oscuro, pero no había tenido éxito. Ahora se iba a asegurar.

    – [Leo]Aslan.[/Leo] – dijo mi hermano. Kaylee le miró fijamente.

    – [Kaylee]Freya[/Kaylee].- respondió con una sonrisa en los labios. Se miraron fijamente y Amy puso los ojos en blanco. Me estaba perdiendo algún chiste.

    – [Amy]A ver si folláis ya, porque me estáis dando angustia[/Amy].- se quejó. – [Amy]Luperca[/Amy]. – dijo con un gesto de la mano.

    – [Xander]Balder.[/Xander] – dijo Xander. Muy apropiado en el mundo en el que iba ahora.

    – [Dante]Ford.[/Dante] – dijo Dante, bastante discreto.

    – [Mike]Raphael.[/Mike] – dijo Mike. Me pregunté por quién había elegido ese nombre.

    – [Elliot]Edmond.[/Elliot] – el de Elliot si estaba más claro, le gustaba ‘El Conde de Montecristo’. Era como Jane Eyre para su madre.

    – [Lekwaa]Lekwaa.[/Lekwaa] – dijo él.

    – [Lexie]Este no lo ha pillado[/Lexie].- se burló Lexie.

    – [Lekwaa]Ya tenía uno y estoy acostumbrado a él.[/Lekwaa] – reafirmó. Estaba claro que ‘Lekwaa’ era un alias ya de por sí. A mí se me había presentado como ‘Hotah’.

    – [Jane]Yuna[/Jane].- replicó Jane con orgullo. Pillé a Xander mirándola entusiasmado, pero disimuló antes de que nadie más lo viera.

    – [Lexie]Chanel[/Lexie].- respondió Lexie.

    – [Elle]Luperca es muy largo, Cactus. Piensa otra cosa[/Elle].- le sugirió Elle, sonriendo tímidamente.

    – [Amy]Tengo uno: Luperca[/Amy].- dijo ella, cruzándose de brazos. Elle debía estar intentando que se pusieran los apodos de cuando eran pequeñas, pero Amy no se estaba dando cuenta.

    – [Elle]Es muy largo[/Elle].- suspiró.

    – [Amy]L…Luperca[/Amy].- añadió. – [Amy]Loba[/Amy].- dijo finalmente.- [Amy]Y no lo cambio más[/Amy]. – sentenció. Elle dejó de intentarlo, poniéndose a pensar uno para sí misma, algo decepcionada.

    – [Noah]Drake.[/Noah] – dije, por el dragón.

    – [Ezra]Rainer.-[/Ezra] eligió Ezra.

    – [Cole]Kosa.[/Cole] – se sumó Cole.

    – [Ruby]Jade[/Ruby].- dijo Ruby. Es curioso, pensaba que Ruby ya era un apodo, pero al parecer no.

    – [Niall]Amadeus. Mejor, Gaga. No espera, Rupaul.-[/Niall] Niall cambió varias veces de apodo, pero todos le pegaban. Dejé salir una sonrisa.

    – [Nate]Belair[/Nate] – dijo Nate, el mayor fan del ‘Príncipe’ que existía en el mundo.

    – [Bowie]Bowie[/Bowie].- propuso ella. Nadie la contradijo, mientras no la llamaran Rainbow Echolls, su existencia era bastante desconocida e inesperada.

    – [Sophie]Afrodita[/Sophie].- eligió Sophie. Sonreí, me gustó que eligiera algo en honor a su madre.

    – [Julia]Dildo[/Julia].- escuché decir. Al principio pensé que era Idris pero la voz no encajaba y él ya había elegido.

    – [Jane]No pienso dejar que te pongas ese nombre[/Jane]. – replicó Jane, mirando a Julia.

    – [Julia]Vibrador[/Julia].- dijo. Jane volvió a negar.

    – [Julia]Conso…lador[/Julia].- siguió.

    – [Jane]Julia dice que se va a llamar Tifa[/Jane].- decidió Jane.

    – [Julia]No he dicho eso[/Julia]. – se quejó.

    – [Idris]Eso es por las tetas, que se te ve el plumero Jane.[/Idris] – intervino Idris, riéndose a carcajada limpia.

    – [Jane]Claro que sí, Tifa. Apunta, Henry[/Jane].- dijo. Vi cómo le guiñaba un ojo a Idris.

    – [Elle]Estabas entre eso y Lara[/Elle].- bromeó Elle.

    – [Julia]Mierda, me podía haber puesto TIJERA[/Julia].- pensó en voz alta, haciéndoles un símbolo bastante gráfico con las manos a Jane y Elle, que la ignoraron.

    – [Henry]Tesla.-[/Henry] dijo Henry.

    – [Chloe]Yo quería ser Chanel[/Chloe].- se quejó Chloe, molesta. Seguramente se habría quejado más si no hubiera idolatrado a Lexie.

    – [Owen]Yo también.-[/Owen] se unió Owen.

    – [Vera]Sansa[/Vera].- intervino Vera, después de pensarlo.

    – [Lexie]Puedes ser Prada[/Lexie].- le recomendó Lexie. Chloe asintió, encantada. – [Lexie]Y tú Lobo[/Lexie]. – dijo mirando a Owen.

    – [Amy]No puede ser Lobo porque no es un lobo. Yo no hago las reglas[/Amy].- se apresuró a decir Amy. Todo el mundo sabía ya lo que pasaba entre ellos y las terribles implicaciones de aquella visión.

    – [Jane]Leo tampoco es un león[/Jane].- respondió Jane. Leo las observaba fijamente con unos ojos que siempre habían parecido bastante felinos.

    – [Amy]Se llama Leo. De Leo a león…[/Amy]- se defendió Amy. Era una suerte que volvieran a llevarse medio bien. Si no, mi hermano habría acabado muy solo.

    – [Owen]Morningstar.-[/Owen] dijo Owen.

    – [Jane]Te pega como a un santo un par de pistolas, hijo mío[/Jane].- le soltó su hermana.

    – [Owen]¿Prefieres Lucifer?-[/Owen] preguntó él.

    – [Xander]Cambiadme el mío por Lugh, acabo de recordar que había un Balder en la Iniciativa.[/Xander] – comentó Xander, incómodo por molestarles. Henry iba cambiando los apodos como podía. Jane y Owen estaban absortos debatiendo el apodo de éste y no preguntaron quién era Balder, que era una especie de «tiastro».

    – [Jane]Snake[/Jane].- propuso Jane.- [Jane]Pero me gustaba Lobo[/Jane].- admitió.

    – [Owen]Solid.-[/Owen] dijo Owen.

    – [Julia]Mira que me lo ponéis fácil…[/Julia]- dijo Julia mordiéndose el labio.

    – [Idris]Así estabas en el armario.[/Idris] – bromeó.

    – [Owen]A callar Liquid.-[/Owen] le replicó. Al final se quedó como Solid.

    – [Elle]Yo seré Coco[/Elle].- dijo ella.

    – [Jane]¿Como la del Crash?[/Jane]- preguntó Jane sonriendo. Idris la miraba esperanzado.

    Elle se encogió de hombros. – [Elle]Estos labios están sellados[/Elle]. – dijo sonriendo.

    – [Julia]¿Y los de abajo cielo, cómo están?[/Julia] – preguntó Julia.

    – [Elle]A ti te lo voy a decir, chata.[/Elle]- respondió echándose a reír.

    Zahra se acercó a Elle y le susurró algo al oído, seguramente su apodo. Al cabo de un rato, en la pantalla apareció «Zahir».

    Cuando por fin conseguimos organizarlo todo, Elle decidió descansar y se retiró a un lado a hablar con Jane y Kaylee. Volvieron a formarse varias conversaciones a la vez en un murmullo que esta vez sonaba menos ensordecedor. En lugar de ruido, empezábamos a parecer las notas de una sinfonía.

  • OS ESTOY OYENDO, IDIOTAS

    Kaylee – Nave

    Mañana

    No pasé toda la noche con Leo. Me habría gustado, pero de madrugada empezó a removerse y sentí la necesidad de salir corriendo para no darle explicaciones. Al salir, me crucé con Owen, que venía de limpiar la cocina. Los hijos de Rebecca estaban todos un poco tocotó, para qué nos vamos a engañar.- [Kaylee]¿Adónde vas con eso, Don Limpio?[/Kaylee]- solté cerrando la puerta de la habitación de Leo tras de mí.

    – [Owen]¿ME ESTÁS LLAMANDO CALVO?[/Owen]- gritó y le hice una seña para que bajara la voz.- [Owen]¿Qué le ha pasado, hipotermia por bañarse en pelotas?[/Owen]

    – [Kaylee]Se ha transformado[/Kaylee].- resumí.

    – [Owen]No me había parado a pensarlo. Después de todo estamos en una luna, lo mismo les afecta[/Owen].- se quedó pensativo. Owen estaba guapo, siempre lo había sido. Incluso con un bañador a modo de pijama y una camiseta de publicidad de una bebida japonesa. No dudaba que mi yo de quince años quisiera enrollarse con él.  En cualquier otra circunstancia, habría sido un buen tío con el que salir, pero aunque de físico iba sobrado y tenía un carácter afable, sentía que nos faltaba lo más importante: la conexión mental. – [Owen]No ha habido ningún problema ¿verdad?.-[/Owen]

    – [Kaylee]No ha sido por eso[/Kaylee].- le aclaré.- [Kaylee]Leo no debería haber dicho de jugar. Se ha enfadado, primero cuando le han preguntado por mí y después con el casi beso a Dante[/Kaylee].

    En la cara de Owen apareció una sonrisa triste.- [Owen]Me ha dolido que no me consideraras el más atractivo con la ausencia de Leo.-[/Owen]- su boca decía eso, pero sabía que estaba hablando de otra cosa.

    – [Kaylee]Tenemos demasiada historia juntos[/Kaylee].- empecé diciendo. Aún no le había pedido perdón por salir corriendo aquella noche.- [Kaylee]No quería remover el pasado[/Kaylee].

    – [Owen]Bien pensando[/Owen].- supe que no hacía falta que le pidiera perdón de manera directa, pero se lo merecía.- [Owen]No quiero que me beses y te enamores de mí. Menudo drama entonces.[/Owen]

    – [Kaylee]Es que eres irresistible[/Kaylee].- bromeé y solté una carcajada.

    – [Owen]Calla, que te va a oír tu hermana. Tiene súper oído.[/Owen]- me recordó.

    Nos quedamos en silencio y supe que tenía que cerrar ese capítulo.- [Kaylee]Me gustaría decirte algo[/Kaylee].- tragué saliva.- [Kaylee]Del instituto[/Kaylee].

    Sus ojos, casi siempre brillantes, se tornaron un poco más oscuros.- [Owen]Una época turbia de mi vida, pero dime[/Owen].

    – [Kaylee]Yo a ti te gustaba de verdad y…[/Kaylee]- tomé aire. Qué pequeño parece el mundo a veces. ¿Habrá aire para todos? – [Kaylee]Yo…me dejaba querer. Me hacía gracia saber que estabas ahí para adorarme[/Kaylee].- tomé una bocanada de aire.- [Kaylee]Me porté fatal contigo. No te merecías que fuera tan mezquina[/Kaylee].

    – [Owen]Perdonada[/Owen].- me dijo con rapidez.- [Owen]Ahora adoro a otra persona[/Owen].

    Respiré con normalidad.- [Kaylee]No te olvides de ti mismo por el camino[/Kaylee].- le pedí. Quise darle un abrazo, pero no fui capaz. Solo pude despedirme con un leve «hasta mañana» y me fui a dormir.

    Cuando me desperté, supe que había dormido mal. Me dolía todo el cuerpo y seguía teniendo sueño, pero si volvía a echarme en la cama, sería peor, así que me puse en pie y me duché para despejarme. Después desayuné y me fui a dar vueltas por la nave evitando encontrarme a Leo.

    En esas estaba cuando pasé delante de la habitación de Idris. Me lo encontré tumbado en la cama viendo La Patrulla Canina en un Inpad.- [Idris]Vamos Everest, tú puedes.[/Idris] – le dijo a la pantalla.

    Toqué a la puerta, aunque estaba abierta.- [Idris]Kay, pasa.[/Idris]

    – [Kaylee]No seré yo la que juzgue a nadie, pero no tiene pinta de que vayas a salir de la cueva.[/Kaylee]- comencé diciendo.

    – [Idris]Estaba de maratón.[/Idris]- confesó. Llevaba un pantalón viejo a modo de pijama y una camiseta raída. La ropa que estaba robando Lexie no era ninguna maravilla.

    – [Kaylee]¿Sin Elle?[/Kaylee]- enarqué una ceja.

    – [Idris]Sí, bueno, está intentando acostumbrarse a todo esto.[/Idris] – era bueno bromeando, pero disimular no era lo suyo.

    – [Kaylee]Ya…[/Kaylee]- me senté en el borde de la cama.- [Kaylee]Mientes de pena[/Kaylee].

    – [Idris]Meh, no es nada. Esto es un cambio muy gordo.[/Idris] – le restó importancia.

    – [Kaylee]Es una mierda[/Kaylee].- confirmé.

    – [Idris]Ya solo nos quedan unos cuantos planetas.[/Idris] – intentaba ser positivo, pero le salía regulín.

    – [Kaylee]Eso no lo sabes[/Kaylee].- le recordé estirándome la camiseta tres tallas más grande que llevaba a modo de vestido con un cinturón viejo para darle un toque moderno.- [Kaylee]A saber cuánto tiempo nos espera aquí[/Kaylee].

    Vi que Idris asentía y continué.- [Kaylee]Yo me lo intento tomar de forma positiva, porque estoy con todos vosotros de vacaciones pagadas[/Kaylee].-

    – [Idris]Amén hermana.[/Idris] – levantó una mano y la movió. – [Idris]Muy bien llevado el juego ayer[/Idris]

    – [Kaylee]Sé que nadie nos ha pedido opinión para venir aquí, pero somos jóvenes y tenemos la oportunidad de hacer LO QUE QUERAMOS[/Kaylee].- hablaba como si supiera lo que decía, pero en realidad, actuaba por impulsos.- [Kaylee]¿El precio? Salvar el mundo, pero si nos han elegido, es que podemos hacerlo[/Kaylee].

    – [Idris]Mira, no me imaginaba hasta venir aquí que me ibas a caer tan bien.[/Idris] – me sonrió.

    – [Kaylee]Soy majísima[/Kaylee].- apunté.

    – [Idris]No me cabe duda. A ver, hablando seriamente, somos lo más simpático de la nave.[/Idris] – afirmó y me reí.- [Kaylee]Competimos con gente como Leo, así que no es tan difícil[/Kaylee]

    – [Idris]Tenemos el peso de que esto no sea un muermo sobre nuestros bellos hombros.[/Idris]

    – [Kaylee]Hay que cambiar la forma de ver esto para que cada vez que volvamos a la Kvasir, sea una fiesta[/Kaylee].- le propuse.

    – [Idris]Con tu magia, nuestro cerebro y mis ideas perversas, eso va a ser fácil.[/Idris] –  confesó mucho más alegre que al principio.

    – [Kaylee]Lo malo pasará y lo que recordaremos será todo lo que hayamos reído, follado y abrazado[/Kaylee].- cada palabra que dije, me imaginé compartiéndola con una persona y siempre era la misma.

    Él dejó escapar una carcajada. – [Idris]Eres mi pelirroja favorita.[/Idris]

    – [Kaylee]La tuya y la de todo el mundo[/Kaylee].- le guiñé un ojo.

    – [Owen]Yo soy tan Marshall…[/Owen].- escuché decir a Owen, que había entrado en la habitación y miraba el Inpad que continuaba con el capítulo parado.

    – [Kaylee]¿Por patoso?[/Kaylee]- le sonreí.

    – [Owen]Obvio.[/Owen]

    – [Idris]Yo estoy dividido: Everest, Rocky…[/Idris] – enumeró Idris – [Idris]Me encantaba el helicóptero.[/Idris]

    Viendo que la conversación se estaba yendo por otros derroteros, cambié el rumbo.- [Kaylee]Idris y yo estábamos hablando de convertir cada vez que estemos en la Kvasir en una fiesta[/Kaylee].

    – [Owen]El premio a un trabajo bien hecho.[/Owen]

    – [Idris]Ni confirmo ni desmiento que ahora mismo un 90% de muchedad de la nave está en este cuarto.[/Idris] – apuntó Idris.

    – [Kaylee]Id pensando qué podemos hacer[/Kaylee].- propuse.

    – [Idris]Idris mira a Owen. Caperucita ha tenido la idea de «planear» fiestecillas para desconectar entre «incursiones»[/Idris].

    – [Owen]La gente trabaja mejor con recompensas[/Owen].- Owen nos dio la razón.

    – [Kaylee]Tenemos la oportunidad de que esto sea nuestro viaje de estudios[/Kaylee].- me froté las manos.

    – [Idris]Somos guapes, jóvenes y lejos de casa.[/Idris] – nos recordó el mayor de los Novak.- [Idris]¿Alguna idea, cerilla?[/Idris]

    – [Owen]Fiesta en la piscina. Si no se tiene bañador no importa[/Owen].- miré a Owen con los ojos abiertos de par en par.

    – [Idris]Me gusta como piensas.[/Idris] – guardó el Inpad. El bajón parecía superado.

    – [Kaylee]Yo lo de la fiesta en la piscina lo veo, pero lo de ir desnudos…mejor que sea opcional[/Kaylee].- no pensaba desnudarme en presencia de nadie que no fuera Leo.

    – [Idris]Ya lo solucionaremos con alcohol alienígena.[/Idris] – enarqué una ceja.- [Idris]Tampoco vendría mal no tener que compartir cuarto con mi hermano.[/Idris] – fingió un ataque de tos.

    – [Kaylee]Eso es fácil[/Kaylee].- sonreí.- [Kaylee]Decidme lo que queréis y se os concederá[/Kaylee].

    – [Owen]¿Eres como un genio?. Vale, mi primer deseo es que nadie folle en las zonas comunes[/Owen].- Owen se había quedado traumatizado con lo de sus padres. No tenía pruebas, pero tampoco dudas.

    – [Kaylee]Denegado[/Kaylee].- negué con la cabeza.- [Kaylee]Estoy deseando que Leo me empotre contra la encimera[/Kaylee].

    – [Idris]Puedes pedir una neverita para tu habitación o salir con una venda en los ojos.[/Idris] – propuso Idris.

    – [Owen]Sí, la nevera me vendría bien. Por mucho froti froti que le diera a la cocina, yo no vuelvo a entrar allí[/Owen].- simuló un escalofrío y nos tuvimos que reír.

    – [Kaylee]Yo te condeno a que Amy y tú zumbéis contra la nevera y se te quiten las tonterías[/Kaylee].-  y estallé en carcajadas.

    Lo que no sabíamos es que Amy pasaba por la puerta en ese momento.- [Amy]Os estoy oyendo, idiotas[/Amy].-  y volvimos a reírnos.

     

  • EL DOLOR DE LOS QUE QUEDAN ATRÁS

    DANIEL ARKKAN

    CASA DE LAS ECHOLLS, RIPPER – NOCHE

    Me desperté sobresaltado y solo vi oscuridad. Busqué institivamente con la mirada un punto de luz y lo encontré en la farola encendida en la calle, iluminando tenuemente la habitación a través de las cortinas.

    Estaba destapado, pero por alguna razón, cubierto de sudor frío. Sasha se removió a mi lado y Sarah se estiró. Me levanté como pude de la cama, tratando de no despertar a ninguna.

    Bajé las escaleras y reprimí el impulso de abrir las habitaciones de los niños por el camino. Seguí hasta la cocina y miré el reloj: las cuatro de la mañana. Me preparé un café, había asumido que a esas alturas ya no iba a dormir más, ni aunque lo hubiese intentado. Mi cuerpo estaba alerta, preparado para luchar, salvo que esta vez la amenaza estaba muy lejos.

    Mientras calentaba el café, me senté en la barra y me pasé una mano por la cara inconscientemente, tratando de despejarme. Observé mis manos y cada una de sus cicatrices hasta que mi mirada se detuvo en el anillo.

    Llevaba poco tiempo en mi mano. Era hecho a mano, porque de otra forma no habríamos podido llamarlo nuestro, a fin de cuentas, nuestra forma de vida no era de portada de revista de bodas. Sobre el metal de color plata oscura se marcaban tres bandas de diferentes tonalidades de oro: rosa, blanco y amarillo. Simbolizaba cada una de las partes de nuestra relación.

    Habíamos encargado los tres anillos antes de irnos de viaje y nuestros hijos se habían desvanecido poco tiempo después, así que cuando el joyero llamó, ya casi no recordábamos el motivo. No había imaginado que el momento de llevarlo puesto resultaría tan triste, ni que cada vez que lo viese lo que pensaría es en que no había podido enseñárselo a ninguno de ellos.

    El microondas pitó y me llevé el café a la mesita del salón. Agradecí el contacto del sofá, pese a no tener sueño, estaba cansado, como si estuviese luchando con una enfermedad, salvo que este dolor era mental, no físico.

    Esta situación reavivaba el viejo trauma. Ver morir a tus padres sin poder hacer nada no es algo que se cure nunca, va contigo durante toda tu vida. Normalmente, afecta a la persona en la que te conviertes y aunque por suerte yo había encontrado una vida como nunca habría podido imaginar en un ámbito, ese miedo a la pérdida siempre iba a estar ahí.

    La gente de a pie no tendría a lo largo de su vida muchas posibilidades de que algo reavivase un trauma así, pero nosotros habíamos vivido gran parte de nuestras vidas luchando literalmente para salvar el mundo, codo con codo con las personas a las que más queríamos. Y ahí estaba la gran diferencia, en otras ocasiones, aunque Sarah, Sasha o cualquiera de los demás estuviera implicado, había podido luchar. Ahora, sin embargo, esta lucha sin fin había alcanzado a nuestros hijos por mucho que hubiéramos tratado de separarlos de ese mundo, y nos impedía luchar para ayudarles y protegerles, porque se los habían llevado muy lejos, tanto, que ni siquiera estaban en este tiempo.

    La única herramienta que teníamos era la conexión entre nuestros discos y sus orbes, que parecían prometer que ellos, al igual que nosotros y que los Daë a los que iban a tratar de ayudar para mantener la historia tal y como la conocíamos, iban a pasar también por unas Pruebas que cambiarían su vida para siempre, unas Pruebas en las que Sarah había muerto.

    Todo es más fácil por la perspectiva que da el tiempo. Sarah había vuelto segundos después y eso había traído a Sasha a nuestras vidas, pero mi cabeza no dejaba de dar vueltas a todo lo que podía irles mal en esos mundos o en las mismas Pruebas. Tampoco lo hacía más sencillo el hecho de no haber podido hablar aún con ninguno de ellos. Sarah había conseguido hablar varias veces con Bowie, que parecía haber dominado rápidamente el uso del medio de comunicación, para ponerse al día, pero yo no había comunicado con ninguno de ellos.

    Me dolía no conseguirlo, pero era algo que no quería hablar con ellas porque yo al menos tenía la opción, Sasha ni siquiera tenía eso. Solo podía hablar con sus niños a través nuestro. Pese a ser tan estoica, se dejaba entrever que aquello le afectaba.

    Aferré una vez más aquél disco y puse toda mi voluntad en ello. Pensé en Sarah, en Sasha, en lo que aquellas tres bandas del anillo significaban, no solo nosotros tres, si no también ellos tres y el metal oscuro de la base que bien podría ser Dante.

    No sé cuanto tiempo estuve visualizando recuerdos con cada uno de ellos, sin despegar la mirada del anillo, pero finalmente sentí algo hacer click al otro lado, una presencia a mi alrededor que me hacía sentir acompañado en aquél oscuro y solitario salón. Antes de escuchar su voz supe de quién se trataba.

    – [Xander]¿Papá?[/Xander] – le escuché decir. Sonreí y sentí que la emoción me embargaba. No me apetecía que me viese llorar y eso le preocupase, así que contuve las lágrimas con dificultad.

    – [Daniel]Xander, por fin. Llevo mucho tiempo intentando hablar con vosotros.[/Daniel] – me sinceré. – [Daniel]¿Todo bien? ¿Necesitáis ayuda con algo?[/Daniel] – no conseguía controlar el impulso de ayudar, de hacer algo y no sentirme inútil mientras estaban en peligro.

    – [Xander]Yo también quería hablar con mamá, pero no ha funcionado hasta ahora.[/Xander] – no dije nada, sabía que Xander tenía más confianza con su madre y lamenté no haber pasado más tiempos juntos, no para ser yo su primera opción, me encantaba que fuese Sarah porque ella siempre había sido una madre maravillosa, y Sasha también, si no simplemente para conocerle más a fondo. En aquél momento sentía que había pasado más tiempo protegiéndole del mundo que disfrutando de él juntos.

    – [Daniel]No soy mamá pero puedes contármelo si lo necesitas.[/Daniel] – le animé, sin esperar que lo hiciera.

    Xander se empezó a hacer visible frente a mí, tanto que parecía que lo tenía delante. Vi una cicatriz reciente en su brazo, como de un arma de filo. Sabía por Sarah que habían estado en un mundo que parecía Roma y que habían tenido que abrirse paso allí para proteger a Eleanor. Temí por su seguridad, pero también me sentí orgulloso de él. Quizá lo había sobreprotegido y en lugar de eso lo que tenía que haber hecho era lo mismo que Sasha, entrenarle, pasar tiempo juntos.

    Se lo pensó durante unos segundos y lo vi sentarse en una cama de aspecto extraño. No la observé demasiado, en las reuniones con los demás habíamos puesto en común todo lo que nos habían contado y al parecer, estaban en una nave espacial del futuro.

    – [Xander]No sé si Bowie os ha contado que Jane y yo hemos arreglado las cosas.[/Xander] – nuestros ojos se cruzaron un instante, lo suficiente para captar lo que estaba sintiendo. Estaba preocupado, pero no podía disimular su alegría. Negué con la cabeza para que me lo contara. – [Xander]Creo que puede…haber algo entre nosotros. Pero no quiero estropearlo.[/Xander] – resumió. Xander no iba a entrar en detalles y yo no iba a preguntárselos, porque en ese momento, hablando de Jane, vi más en mí de mi hijo que nunca en la vida.

    – [Daniel]Solo te puedo decir que sigas tu instinto.[/Daniel] – no se me daba bien hablar de ese tipo de cosas con prácticamente nadie, pero aquél que había delante de mí era mi hijo, las reglas no se aplicaban igual. Hasta que no nació, no supe que podía querer a alguien tanto como a su madre. Luego me llevaría la sorpresa con Sasha, con Elle, con Dante y con Bowie. En realidad, nunca hay límites sobre cuántas personas puedes querer. – [Daniel]Os llevábabais muy bien y si volvéis a ser amigos, céntrate en lo principal, que es trataros bien. Si hay algo entre vosotros, lo verás claro y seguro que sale bien. Si no, no pasa nada por seguir siendo amigos.[/Daniel] – Xander meditó, preocupado seguramente por la posibilidad de que no fuera recíproco. No había que ser su padre para saber que mi hijo llevaba media vida enamorado de la misma mujer.  – [Daniel]Pero en el fondo parecéis estar hechos el uno para el otro, si te soy sincero.[/Daniel] – le sonreí cuando levantó la mirada hacia mí, aliviado.

    – [Xander]Eso espero. Pero con todo lo que está pasando, quizá debería estar preocupándome de salir de aquí a salvo.[/Xander] – Xander estaba cargando con el peso del mundo igual que su madre. Siempre se habían parecido mucho. Me fijé en que en la sala en la que estaba había una ventana tras la que se veía un enorme valle bañado por la luz del sol. Parecía increíble que estuvieran en una luna de otra galaxia.

    – [Daniel]Bicho, lo que sí te puedo decir es que en los años que llevo amando y luchando, pararse a preocuparse de algo nunca ha sido una buena idea. Necesitas fuerzas para seguir peleando, porque si no tenemos nada que perder, tampoco tenemos nada que ganar.[/Daniel] – todos necesitábamos algo que nos diera fuerzas. – [Daniel]Disfrutad, pasad tiempo juntos, vivid las relaciones que están saliendo de ahí porque serán para toda la vida.[/Daniel] – pese a estar dispersados por medio Ripper, los Moondies seguían siéndolo, seguíamos teniendo relación más de veinte años después. No solo para reunirnos y hablar de amenazas, si no también para ir a comer o simplemente, recordar viejos tiempos.

    – [Xander]Amy ha tenido una visión. Voy a reunirme ahora con el resto, pero seguramente mañana iremos a unos nuevos mundos.[/Xander] – estaba preocupado. En aquella luna estaban a salvo, aunque estuvieran lejos de casa, pero en aquellos mundos había muchos peligros que tenían que sortear para encontrar a los Daë y mantenerlos a salvo.

    – [Daniel]Sé que puedes con ello. Intentábamos evitar esta vida para vosotros, pero ahora que no hay más remedio, sé que sois los únicos que podrían sacarlo adelante.[/Daniel] – traté de quitar cualquier miedo o duda de mis palabras. Mi hijo necesitaba ánimos y es lo único que podía darle. Pero eso no significaba que no creyera lo que le estaba diciendo. No llevaban toda la vida luchando como nosotros, por suerte, pero podían con ello. Eran inteligentes, tenían recursos.

    – [Xander]Gracias papá. No sé…no sé cuando podremos volver a hablar.[/Xander] – tragué saliva, ese medio de comunicación era una lotería. Ambos lo sabíamos.

    – [Daniel]No pasa nada, sigue hablando el tiempo que quieras y después de eso, tendré siempre el disco en la mano para esperarte.[/Daniel] – cuando me necesitase, fuera la hora que fuera.

    Xander sonrió y seguimos hablando durante un largo rato. Era extraño pensar que hubiese hecho falta algo así para que pudiéramos tener una charla como no habíamos tenido en unos cuantos años. Pero lo agradecí. Echaba de menos a mi pequeño y cada minuto que pasábamos juntos era un regalo.

  • LA HIJA DE Z

    Interludio – La Isla

    Mañana

    La joven de poco más de veinte años, dormía plácidamente. Tenía el cabello y los ojos oscuros. Su piel, siempre tostada por el sol, parecía indicar que vivía en un verano perpetuo, pero eso era una verdad a medias. Había heredado los rasgos de su padre y el carácter curioso y tenaz de su madre. Vivía en la isla, pero no se mezclaba con el resto. Sabía quiénes eran Henry, Laura y Sophie, pero solo había cruzado unas palabras con ellos.

    Su casa, una réplica casi exacta del palacio de Kvinneby era una su particular versión de una jaula de oro. Dentro tenía todo lo que pudiera imaginar, pero se le quedaba pequeña. Lo que con diez años era el paraíso, con veinte era lo más parecido al infierno.

    Era la única hija de Siegfried y Lenora.
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  • EL CONSEJO DE DOMINIC

    MIKE SOLO-NOVAK

    MAÑANA – LUNA VILTIS, LA KVASIR

    Me levanté bastante temprano aquella mañana. Ni Idris ni yo habíamos conseguido descubrir como bajar las persianas o tapar de alguna forma las ventanas, así que después de unas seis horas de sueño, la luz del sol me despertó completamente.

    Aproveché que muchos seguían dormidos para darme una ducha que me despejase. En cuanto el agua me empezó a caer por la cara me sentí mucho más despejado. Aún era muy pronto así que decidí estrenar el gimnasio de la planta inferior durante un rato, prefería hacerlo en ese momento que no habría nadie. El ejercicio terminó de despejarme y un rato más tarde había vuelto ya a darme una ducha y me encontraba relajado en la biblioteca de la planta baja frente a un té de hierbas cuya combinación no conocía exactamente. Por suerte me había asegurado antes de hacérmelo de que no tuviese rastro de té negro, aquello era veneno para el cuerpo, parecido a las bebidas energéticas que ya estaban empezando a dar problemas a algunos adultos.

    Pasé un rato revisando distraídamente algunos de los libros en papel impreso. Todavía no me había familiarizado con la biblioteca digital que tenía la nave y Henry había dicho que seguía trabajando en restaurar los errores de corrupción de información en la «inteligencia» de aquél aparato. Así que me mantuve apartado, sin que me costase demasiado, para leer, nada se comparaba con la magia del papel impreso, por muy cómodas que fuesen otras opciones.

    Entre todos aquellos libros distinguí varios relacionados con biología humana y sobrenatural. Estuve tentado de abrirlos, si volvía a la tierra con esos conocimientos, podría avanzar la medicina siglos, pero jugar a ser dios nunca había ayudado a nadie. A veces hay que tener fé en que las cosas son como son por una razón.

    Me senté en una de las mesas aisladas, las que estaban en una especie de cabinas de cristal insonorizadas. Desplegué allí las anotaciones que llevaba encima cuando me vi inmerso en toda aquella odisea. Me tomé unos minutos para colocarlo todo como en mi propia oficina, de todas maneras no tenía pinta de que fuéramos a irnos de allí muy pronto y había espacio suficiente como para que Noah y  alguno de los demás tuviese su propio rincón.

    Cuando todo estuvo listo, saqué el último objeto que me quedaba en el bolsillo interior del maletín, uno que sabía que estaba allí pero con el que no había interactuado a ese momento: la esfera Daë. La coloqué sobre la mesa y observé cómo se mezclaban el azabache y el marfil en una danza sin fin, regalando tonos de un color plata muy llamativo. Noah nos había dado a todos una clase rápida de lo que significaban. A grandes rasgos, pertenecía a ‘Auros’ y ‘Umbros’, pero si comparabas mi disco con el de Elle por ejemplo, se notaban diferencias. El azabache no era oscuro, ni profundo, tenía matices rojizos y el marfil no era níveo, aunque sí uniforme y pulcro. Lo más probable es que mi esfera significase que era ‘Orden’ y ‘Caos’, como mi madre, mientras que Elle era ‘Luz’ y ‘Oscuridad’ como sus padres.

    Meditándolo bien, tenía sentido. Siempre había impuesto bastante orden en mi vida y lo había conseguido en cierta manera, sabiendo disfrutar de momentos de improvisación. Pero con el ataque de aquél animal, el caos se había hecho parte de mí y ahora éramos dos caras de una misma moneda. Una que había costado mucho trabajo equilibrar.

    Llevé una mano sobre la esfera y me dejé llevar por los pensamientos. Me apetecía hablar con mi madre, mis padres siempre habían sido una referencia a la que acudir cuando hacía falta y ahora resultaba incómodo tener que recurrir a ese artefacto para hacerlo.

    La teoría nos la habían explicado ya a todos los que lo habían usado ya. Te centrabas en pensar en algo y aquello te conectaba a alguien de tu grupo elemental. No siempre era directo, a veces pensabas en algo y te conectaba con alguien que pensase en lo mismo, como a Xander con la Daë.

    Aquello me recordaba más a rezar que a llamar por teléfono. Ponías tu fé en ello y esperabas una respuesta, solo basándote en tu fuerza de voluntad. A veces le había preguntado a mi madre cómo conservaba la fé después de todo lo que sabía sobre biología. Ella siempre me decía que todos necesitamos algo a lo que aferrarnos y que esa fuerza de voluntad, esa fé en algo más grande que todos, la había salvado de ser un monstruo. Hasta hace poco no lo había entendido. Me había reconciliado con la fé después de poner mis oraciones en no convertirme en una bestia sedienta de sangre, funcionó. La fé no cura, los milagros mágicos no existen, pero sí he visto milagros. La fé no es un ser mágico que alce la mano y te sane, actúa a través de nosotros, nos da esperanza, nos hace seguir intentándolo cuando todo parece perdido. Si no, todo sería caos.

    Al cabo de un rato, noté que había alguien más allí. Es extraño, porque como humanos nos acostumbramos a algunas sensaciones de nuestros cuerpos de manera que no nos damos cuenta de que están ahí. Una de ellas es la sensación de estar cerca de otra persona, de la que perdemos noción porque los percibimos con otros sentidos más prioritarios. Pero con aquello, notaba su presencia, sin saber muy bien quién era.

    – [Mike]¿Quién hay ahí?[/Mike]

    – [Dom]Dominic. ¿Mike, eres tú? – [/Dom] la voz llegaba perfecta a mis oídos, solo que nadie más podía escucharla. Me resultaba desconcertante tratar de pensar en cómo se producía aquello, quizá hablaba directamente en mi mente, pero no conseguía diferenciarlo.

    – [Mike]¿Señor Williams?[/Mike] – pregunté. Traté de hacer memoria y fijé en mi mente el plano que había dibujado Noah. El padre de los gemelos estaba en ‘Orden’, igual que yo. – [Mike]Estaba tratando de contactar con mi madre para hablar de Jane.[/Mike] – pensé en voz alta. Eso debía habernos reunido, pensar en su hija.

    – [Dom]Puedes llamarme Dom.  -[/Dom] su imagen se hizo más visible delante de mí. Seguía teniendo una constitución robusta, sin que los años hubiesen hecho demasiada mella en él por su genética de aesir. En su día, sin conocerle, debía haber hecho cruzar de acera a mucha gente. Pero lo cierto es que era una persona muy agradable. Me fijé en que aferraba en la mano una cadena de oro con un pequeño crucifijo. Quizá no era solo Jane lo que teníamos en común. – [Dom]¿Se encuenta bien? ¿le ha pasado algo a mi niña?-[/Dom] lo decía con la determinación de cruzar el espacio-tiempo que nos separaba y arreglarlo por sí mismo.

    – [Mike]No, no. En principio estamos todos bien. Seguimos en la nave.[/Mike] – los demás ya se habían encargado de avisar a los Moondies que habían podido. Sabíamos por experiencia propia que los años no habían mermado su unión porque habíamos asistido a muchas reuniones entre ellos. Como los ‘Runaways’ pero con héroes en lugar de villanos. – [Mike]Quería seguir con la investigación, el poder de Jane es clave para todo lo que sabemos sobre poderes y con Omega allí, puede ser la solución pacífica.[/Mike] – sí, ahora mismo estábamos al otro lado del universo, en un lugar donde el tiempo no seguía ninguna ley racional, pero eventualmente el objetivo era volver a casa y cuando lo hiciéramos, tendríamos que enfrentar otro problema. ¿De verdad teníamos que recurrir a la violencia para detenerla?

    – [Dom]¿Necesitas algo en concreto?. Puedo hablar con tu madre y pasarte la información.-[/Dom] preguntó, tratando de ayudar.

    – [Mike]No, solo dile que tiene una «llamada» perdida. ¿Quieres que le diga algo a Jane, Owen o Elliot?[/Mike] – era una pena no poder hablar con ellos  en cualquier momento y depender de esa suerte de azar, además de que solo pudiéramos hablar con los de nuestros grupos elementales.

    Dominic se paró a pensarlo. Por un momento recordé su imagen saliendo de la ventana de la casa de los Williams tapándose como podía. Temí que me diera la buena nueva y tuviese que decirles que tendríanun nuevo hermano. – [Dom]Que tengan cuidado y cuiden de ellos.-[/Dom]  dijo finalmente. Respiré aliviado.

    – [Mike]Señor Will… Dominic. ¿Cómo llevasteis ser Daē? [/Mike]- cuando tienes la vida de una persona delante de ti, haces lo que sabes hacer lo mejor que puedes, y aprendes que a veces, no se puede hacer más. Pero ahora estábamos hablando de millones de vidas. Era demasiado para cualquiera.

    – [Dom]Bueno, no fuimos Daës solos. Éramos un equipo.-[/Dom]

    – [Mike]No estoy seguro de que nosotros lo seamos aún.[/Mike] – confesé. Siendo sincero, podía dar ejemplo empezando por mí mismo. Más allá de Idris, Elle, Lexie, Sophie y Dante, no me sentía demasiado vinculado al resto. Sí, habíamos pasado ratos juntos de pequeños y algunos veranos hacía unos pocos años, pero por lo general la cosa se había enfriado y no habíamos mantenido viva la llama. Al final, todos habíamos tenido nuestras vidas y habíamos tomado nuestros caminos.

    – [Dom]Ninguno lo es al principio. Yo no estaba muy integrado en los moondies por aquella época. Dale tiempo.-[/Dom] me quedé pensando. Como hijo de moondies, siempre les había visto tal y como eran, un grupo inseparable, más que amigos, familia. Pero escuchar que en un tiempo no fue así me daba la dosis de realidad que necesitaba para tranquilizarme.

     – [Mike]Lo tendré en cuenta. Tened cuidado por allí. [/Mike]- le recordé. Su rostro se ensombreció un poco, lo de Omega no era fácil para él, no era un enemigo cualquiera.

    – [Dom]Vosotros también.-[/Dom] fue lo último que dijo antes de que su presencia se desvaneciera.

    Volví a guardar la esfera en la maleta y dejé los papeles allí, colocados.

    Salí de la biblioteca esperando encontrarme con alguien, o más bien, no encontrarme con nadie para así no forzarme a interactuar. Pero tenía que hacerlo en algún momento, Dominic tenía razón. Estaba cayendo sin darme cuenta en la clásica personalidad de los profesionales de medicina que no me gustaba, curas a la persona físicamente pero te da lo mismo cómo se sienta antes, durante y después. No quería convertirme en alguien así.

    Pasé la puerta de cristal y me llegó el ruido del gimnasio que hasta ese momento no había percibido por la insonorización de la biblioteca. Elle estaba golpeando un saco que resistía sorprendentemente su fuerza sobrehumana.

    – [Mike]Estas máquinas del futuro son increíbles.[/Mike] – prácticamente no había un solo ejercicio que no pudieras realizar con ellas, era sorprendente. Parecía que quien diseñó aquella nave estaba preparado para que sus ocupantes pasasen una larga temporada en el espacio. Aquél gimnasio sería uno de los pocos sitios donde combatir el atrofiamiento.

    – [Elle]La verdad es que sí.[/Elle]- vi que sonreía pero no dejaba de golpear el saco. El físico de Elle era el máximo a lo que podía aspirar un ser completamente humanoide. Sí, existían otros demonios con mayor fuerza por ejemplo, pero tenían un cuerpo mucho mayor. Los más resistentes tenían un cuerpo más pesado, los más veloces eran más frágiles. Pero Elle y sus madres aunaban todo eso en un recipiente «menor». – [Elle]¿Cómo va todo, Mike? En el juego estuviste ausente.[/Elle] – la escuché preguntar sin distraerse.

    – [Mike]Tienes razón. He estado pensando que quizá tendría que hablar más con el resto.[/Mike]

    Ella se detuvo y cogió una botella de agua que tenía en una esquina. Habíamos encontrado varias precintadas y almacenadas junto a otros elementos del gimnasio en los armarios de la pared frontal.

    – [Elle]Eso será si te sale de manera natural. Tampoco lo fuerces.[/Elle]

    – [Mike]Iré improvisando. La primera ha sido fácil.[/Mike] – a ella ya la conocía bastante gracias a mi hermano y facilitaba las cosas. Con otros no sabría por dónde empezar.

    – [Elle]No sabía que ya había empezado el experimento.[/Elle]- se rió. Elle era una persona muy alegre, así que cuando se juntaba con mi hermano, parecía que Vine Cleveland estaba cerca.

    – [Mike]Es más fácil sin mi hermano por aquí.[/Mike]

    – [Elle]Estamos en una pausa.[/Elle]

    – [Mike]¿Cuándo le habíais dado al play?[/Mike] – pregunté en un intento de acercamiento entre nosotros. Después me di cuenta de que podía sonar mal, pero ya era tarde.

    – [Elle]Oye, eso es un golpe bajo.[/Elle]- replicó ella riéndose. Menos mal que Elle no se tomaba a mal las cosas.

    – [Mike]Si necesitas contarme algo…Idris no es muy claro a veces con sus sentimientos.[/Mike] – le ofrecí. Mi hermano era muy buena persona, pero muchas veces le tomaban por quien no era. En ese sentido éramos opuestos, yo tendía a escuchar y él solía hablar porque los silencios le incomodaban.

    – [Elle]No estoy en mi mejor momento.[/Elle]- explicó. Su alegría se ocultó en algún lugar donde no podía verse. -[Elle] Y no quiero arrastrar a nadie conmigo.[/Elle] – añadió.

    – [Mike]¿Es por esa mujer?[/Mike] – había escuchado que el grupo del «Imperio Romano» había conseguido proteger a la Daë pero habían tenido problemas. La hermana mayor de la Daë, una muchacha que les había ayudado, había muerto. Elle había heredado el don de su padre y había tratado de curarla, pero no había sido capaz. Era perfectamente normal que un suceso así pudiera con ella.

    – [Elle]Es… por todo.[/Elle]- replicó encogiéndose de hombros. Por esa respuesta supe que aquella muerte había sido el detonante de cómo se encontraba ahora y después habían venido una serie de agobios que en otro momento habría podido soportar.

    – [Mike]Elle, yo no estuve allí, pero estoy seguro de que hiciste todo lo que podías por evitarlo.[/Mike]- no me consideraba muy bueno con las palabras, un hueso roto es más fácil de sanar que un sentimiento de pérdida, pero sí que sabía cómo se sentía porque sabía lo que era perder a un paciente, no por mis estudios si no por la clínica de mi madre. – [Mike]Es horrible, pero a veces hay que resignarse a que no podemos salvar a todo el mundo.[/Mike] – era una desgracia, pero parte de la vida. Para llegar a esa posición hace falta mucho camino. La diferencia estaba en que yo había elegido esa vía con todas sus consecuencias, Elle no.

    – [Elle]No me gusta esta vida.[/Elle]- aseguró. – [Elle]Yo no quiero cargar con el peso del mundo sobre mis hombros.[/Elle]- me fijé en sus ojos, parecía cansada, con menos energía de lo habitual.- [Elle]Mi familia aún tiene secuelas de todo lo que tuvieron que hacer para que la historia vuelva a repetirse.[/Elle] -asentí. Mi madre siempre había sido muy cercana a la suya y sabía bien cómo era Sarah.

    – [Mike]Hay cosas en la vida sobre las que no tenemos control. Y lo mejor que podemos hacer en esos casos es ser fiel a quien somos.[/Mike] – me apoyé en una de las máquinas y desvié la mirada al suelo. – [Mike]Eres buena persona Elle, te afecta mucho lo que le pase a los demás y la parte más difícil de ver morir a alguien es decidir entre convertirte en alguien que rechaza esa empatía o seguir siendo quien eres pese a que duela[/Mike] – el perfecto ejemplo de lo que decía antes. Puedes convertirte en un profesional de la medicina que ve algo que curar y cuando sale de su oficina esa persona deja de existir o resistir las emociones negativas y tratar de ayudarles y lidiar tú mismo con llevarte ese peso a casa o conseguir contenerlo.

    – [Elle]No sé qué es, pero siento que este no es mi sitio, que estoy llevando la vida de mi madre, no la mía.[/Elle]- suspiró con una clara presión sobre su espalda.

    – [Mike]Eso es porque tu madre ha sido una gran persona. No tengas miedo en ser como ella.[/Mike]

    – [Elle]Mis madres son maravillosas y mi padre también, pero me siento encerrada y obligada a vivir una vida que no encaja conmigo.[/Elle]- reconocía perfectamente lo que le estaba pasando.- [Elle]No he sido capaz de comprometerme a tener una relación seria con Idris y llevamos juntos desde hace mil años.[/Elle] – añadió. Respecto a mi hermano iba a ser mucho más difícil decirle nada, porque evidentemente, iba a defenderle y eso sería una presión en contra a lo que ella sentía.

    – [Mike]Es normal sufrir un cuadro de ansiedad en una situación como la que has pasado.[/Mike] – admití. Me di cuenta de que estaba siendo demasiado «médico» y Elle no necesitaba un diagnóstico, solo alguien que la escuchase. – [Mike]Yo tengo muchas cosas en común con mi madre, pero no creo que nadie piensa que sea Mara. ¿Habría preferido seguir en la Tierra y no dejar mi trabajo de ayudar a la gente? Sí. Pero ya estamos aquí y lo mejor que puedo hacer para seguir siendo Mike es atender a los que pueda en este nuevo lugar.[/Mike] – hay cosas superiores a nosotros mismos que no podemos controlar. Cuando pasan, solo podemos acostumbrarnos y hacerlo lo mejor posible.

    – [Elle]Es diferente.[/Elle]- dijo.- [Elle]Tu madre decidió ser una moondie.[/Elle]- añadió. No lo tenía tan claro por los retazos de historia que había escuchado. Mi madre nunca había sido una heroína clásica. Ella salvaba vidas de otra forma, sin luchar, sin grandes hazañas, y siempre la había respetado por eso.- [Elle]Mi madre no tuvo elección.[/Elle] – apartó la mirada, con pesar.

    – [Mike]Mi madre no decidió ser vampiresa ni licántropa, Elle. Ella decidió ser humana y no tuvo opción.[/Mike]

    – [Elle]Lo de tu madre fue una desgracia.[/Elle]- razonó. – [Elle]A mi madre la forzaron a ser la elegida.[/Elle] – tenía razón en parte, pero Sarah no parecía haberse convertido en la persona en la que era obligada por nadie. El altruismo que se veía en ella y que contaban las historias y las miradas de todos los que la conocían demostraba que era por su propia voluntad.

    – [Mike]Quizá deberías hablar con ella. Al principio puede que se viese obligada, pero después…[/Mike]

    – [Elle]Me dirá algo que no quiero escuchar.[/Elle]

    – [Mike]Si no quieres liderar. ¿Por qué lo valoras? Somos muchos.[/Mike] – no iba a ser yo quien la convenciese de qué camino llevar. Ni yo ni nadie, evidentemente, pero yo la conocía aún menos. De todas formas, quería que al menos se parase a pensar por qué veía esa presión si podía delegar en el resto. Mi hermano había bautizado a esta nave la Kvasir para cumplir ese papel entre todos, pero sin embargo ella parecía estar peleando consigo misma.

    – [Elle]No lo sé.[/Elle]- admitió.- [Elle]A veces me siento como Amy, que convive con otro ser dentro que también toma decisiones.[/Elle]

    – [Mike]Tal y como lo veo, tu madre fue elegida porque una fuerza mayor sabía que cumpliría su papel. Tú naciste tal y como eres. Así que la decisión es solo tuya.[/Mike] – no podía darle muchos más consejos. Del mundo sobrenatural tenía conocimientos de biología principalmente, el misticismo se me escapaba y mi fé no estaba basada en magia y milagros.

    – [Elle]¿Sabes cuál es mi mayor miedo? [/Elle]- preguntó, mirándome con esos profundos ojos claros. Negué con la cabeza para dejarla hablar. –  [Elle]Convertirme en alguien del que mi familia no pudiera estar orgullosa[/Elle]

    – [Mike]No puedo hablar por nadie pero yo diría que no puedes cambiar tanto como para que no estén orgullosos. Y si no lo estuvieran, quizá el problema no sería tuyo.[/Mike] – mi madre siempre me había transmitido que la presencia de la familia en nuestras vidas tenía que ser para darnos apoyo y buenos momentos, y si se convertía en una fuente de problemas, lo mejor era cortar lazos. Quizá se debía a que ella misma había pensado años como vampiresa sintiendo que sería una decepción, prefiriendo que la tomasen por muerta. Hasta poco después de adoptar a Idris no se atrevió a volver a aparecer en sus vidas.

    Ella se sentó en el suelo, aún apesadumbrada. – [Elle]Estoy tan sobrepasada por la situación que le he hecho daño a Idris[/Elle].

    – [Mike]Idris se hace el tonto pero no lo es.[/Mike] – traté de animarla como mejor se me ocurría. – [Mike]Habla con él. Lo entenderá[/Mike]

    – [Elle]No quiero[/Elle].

    -[Mike] No te voy a convencer de nada.[/Mike] – en aquello no podía, sabía ni debía meterme. – [Mike]Una cosa, vigila la curva de la muñeca, con tu fuerza casi nada de lo que hay en el gimnasio podría lesionarte pero allí fuera, quien sabe.[/Mike]- no tenía nada que decir de la técnica de lucha de Elle porque de eso sabía mucho más que yo, pero sí me había fijado en que estando acostumbrada a ser más resistente que lo que golpeaba, había cogido una postura de golpear que podía hacerle daño en la muñeca si golpeaba algo extremadamente resistente.

    Me disponía a irme cuando sentí que me agarraba con firmeza y me estrechaba en un abrazo, por suerte no con mucha fuerza. Cuando se separó, no supe qué hacer, así que sonreí y eché a andar hacia la planta principal. Quizá el consejo de Dominic no había estado tan mal.

  • BASTANTE PATÉTICA

    BASTANTE PATÉTICA

    Chloe – Nave

    Mañana

    No me sentía muy integrada. A lo mejor era cosa de la diferencia de generación. Esta gente tenía veinte años más que yo, aunque en este preciso instante pareciéramos de la misma edad. El juego ese, el de la botella, estaba caducadísimo en mi época. Nadie jugaba a eso. Era como decirle «botellón»a beber en la calle como si fueras un homeless (en serio xd) o ir a una discoteca ruidosa. Lo normal, en el futuro, era ir a una discoteca silenciosa, ponerte tus auriculares y que cada uno bailase sus mierdas. ¿Qué necesidad tenía yo de escuchar heavy si a mí me molaban el trap y el reggaeton? Pues eso mismo.

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