Moondale

EL CAMBIO QUE HABIA PROVOCADO EN MI

[align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=5]Daniel Arkkan | [color=maroon]{con Ed y Cecil}[/SIZE][/color][/font][/b]

danielhappy12

Después de comer nos quedamos un rato más en la cafetería hablando de quién nos interpretaría a cada uno y llegamos a algunas conclusiones: a Sarah la podría interpretar la de Veronica Mars, Scarlett Johansson o Alona Tal, había variedad para el casting; a mí me interpretaría Justin Hartley, al que había visto un poco en Smallville; para McLeod pensamos en Daniel Jackson el de Stargate, y Ed bromeó diciendo que según realizaban algunos los castings pondrían a Stallone, no pudimos evitar estallar en una carcajada al imaginarlo; para Diana no conseguimos ponernos de acuerdo, nos parecía una de las más difíciles; para Jan Cecil sugirió a Carly Pope, que no se parecía mucho a ella pero por alguna razón encajaba; para Ann la única que se me había ocurrido después de estrujarme la cabeza un rato era la chica que hacía de Kara/Supergirl en Smallville; Matt Saracen de Friday era el perfecto Ed, y Fran Kranz haría genial de cualquier cosa pero…Cecil; después le toco el turno a Silver, que se quedó entre Rebecca Hall o Megan Fox, y Liad, para el que Cecil propuso a William Moseley.

La verdad es que pasamos un buen rato hablando de cualquier cosa que se nos pasase por la cabeza, especialmente series, a las que me estaba aficionando bastante gracias a Sarah y nuestros maratones hasta las dos de la mañana. Había momentos en los que me sorprendía a mi mismo con una sonrisa en la cara, me sorprendía mucho esta sensación, lo mucho que había cambiado incluso sin darme cuenta.

Antes era un solitario, porque mi obsesión no dejaba cabida a otra cosa. Mientras estaba de caza no lo percibía, pero en el día a día, la soledad llegaba a ser muy dura y sólo conseguía que me sumergiese más en mi propio pozo personal de oscuridad. Antes de conocer a Sarah, esa oscuridad ya me llegaba por el cuello, pero en ese momento estaba cegado por una ira que me habría conducido por un camino que ahora mismo me aterraba.

Nunca llegaría a entender del todo el cambio que estar con ella provocó en mí. Empezó despejando un poco la oscuridad en mí la idea de tener que luchar para proteger a alguien, pero había sido después, cuando había caído irremediablemente enamorado de ella cuando las cosas habían empezado a cambiar aún más. Estaba empezando a tener una vida normal, había recuperado a personas importantes para mí y había encontrado otras nuevas, a las que después se han unido más.

Ahora me sentía de nuevo en familia, una familia en la que cada miembro había demostrado de sobra que merecía estar en ella, una familia como la que siempre había soñado. Además, yo, que en mis solitarias noches pensaba en lo mucho que quería y necesitaba a alguien con quien contar siempre, alguien a quien encontrarme en casa cuando volviese de un mal día, alguien a quien contar lo que me preocupaba, había encontrado a Sarah, para mí era la luz que mantenía mis sombras a raya.

Con todo esto, en todos aquellos pequeños momentos que compartíamos no podía evitar sentirme feliz, como en la fiesta, en Navidad o incluso ahora mismo. Pero por desgracia, la vida no es un cuento de hadas y la redención no es un camino de rosas. Tenía más preocupaciones en la cabeza, no podía evitar tener miedo de perderlo todo de nuevo y en el fondo, todavía latente oculto bajo mis preocupaciones actuales, estaban los remordimientos.

No podía considerarme un santo ni un héroe, mis manos se habían manchado muchas veces de sangre, y por mucho que la limpies, hay una mancha que nunca se va. Lo sabía incluso cuando estaba metido de lleno en mi pozo de oscuridad, que el camino que estaba tomando tenía un regreso lleno de espinas, pero no había sabido hasta ahora que las espinas también estaban envenenadas.

Los vampiros no me preocupaban demasiado, era triste pero su hora había llegado en el momento en que los mordieron, y para aquellos que ahora eran una macabra máscara de su antiguo yo, era el mejor regalo que podía darles. Siempre había excepciones, igual que con las personas, algunos conseguían controlar incluso la sed y trataban de tener una vida lo más humana posible, incluso luchando contra los suyos como Ángel, el vampiro con alma, o Spike el que se sacrificó en Sunnydale y cuya historia solo seria conocida por los pocos que nos movíamos en este mundo, eran de los pocas y extraordinarias excepciones. Pero no, mis objetivos eran muy distintos, y estaban en mi punto de mira precisamente por lo que habían hecho.

Eran los demonios los que me preocupaban. La palabra demonio suena a cualquier persona como algo malvado, la semilla del mal. Pero no era así, en los demonios había de todo, como en los seres humanos, la existencia de demonios cruzados lo demostraba, podían tener una familia, no estaban determinados por su naturaleza. A la hora de ir de caza, igual que con los vampiros, me aseguraba de que no eran inocentes, pero no era suficiente y sólo necesitaba comparar la situación con los seres humanos para saberlo. Era como matar a un asesino, no en defensa propia, sino yendo detrás suyo y acabando con él. Podías sentirte mejor al principio, pero después de cruzar la línea las cosas cambian y los remordimientos están siempre ahí. La mancha nunca se borra.

No podía hablar de eso con la única persona a la que podía abrirme completamente. No quería que empezase a culparse por su condición, porque al fin y al cabo, su destino era defender al mundo, no le quedaban más opciones. Yo podía intentar fingir que también estaba defendiendo al mundo, de hecho siempre me había hecho sentirme bien cuando alguna persona me daba las gracias después de salvarla, pero en el fondo siempre tenía la duda de porqué lo había hecho, ¿por defender al mundo? ¿o para satisfacer mis ansias de venganza?
Por eso estar con ellos, con Sarah, con lo demás, conseguía que dejase de pensar en eso, que dejase de pensar en lo que podría pasarles y disfrutase de la vida, con todos ellos.

Después de irnos a la cafetería les comenté que tenía que pasar por el aparcamiento para recoger mis cosas del coche y dejarlas en la habitación. Ellos se ofrecieron a ayudarme. En un poco menos de una hora ya habíamos subido todo, que no era demasiado porque Sarah era la que había llenado el coche con sus cosas, y estábamos en el cuarto de Ed y mío, algo que resultó un alivio teniendo en cuenta lo que estaba apretando ya el frío ahora que ya se había oscurecido el cielo.

Edward y Cecil también me ayudaron a sacar las cosas de las cajas y las fuimos colocando en su sitio. Mientras colocaba mi ropa en los armarios y la mesita, Cecil me iba preguntando donde colocaba el resto de cosas y Edward estaba colocando la mochila con el “arsenal” (agua bendita, algunas estacas…) y mis espadas (ahora tres) en la parte de abajo del armario sin que yo se lo hubiese dicho, aunque era ahí donde había pensado ponerlo todo, para cogerlo rápido en caso de emergencia.

Me tomaba lo que Ed conocía de nosotros como algo normal, al menos en este mundo, no podía evitar tener muchas preguntas acerca de su realidad, pero no quería preguntar demasiado. Aunque desde hacía un rato había una pregunta que me rondaba por la cabeza, así que decidí que lo mejor sería preguntarle.

– [b][font=Calibri] Ed, en tu realidad, ¿estábamos todos juntos? ¿había alguien más? [/font][/b] – pregunté. Tenía dudas por si habíamos dejado alguien atrás esta vez, era extraño, pero es como si nuestros otros “yo” que Ed había conocido ya fuesen muy cercanos, y dejar alguno atrás me parecía casi como dejar a cualquiera de los que estamos ahora atrás.

– [b][i] [font=Calibri] Bueno. Estamos casi todos. Nunca llegue a conocer a Liad.[/font][/b][/i] – respondió Ed. Cuando me di cuenta de lo que había tras ese hecho sentí una ducha de agua fría. Eso significaba que Liad nunca había salido de la Iniciativa. – [b][i] [font=Calibri] Y Ben no era precisamente como este. [/font][/b][/i] – añadió Ed. Otro acierto además del de Liad, eso mejoraba nuestras posibilidades.

– [b][font=Calibri] Es curioso que cosas así coincidan. [/font][/b] – pensé mientras me sentaba en la cama y echaba la cabeza hacia atrás observando el techo, aunque en realidad tenía la mirada perdida mientras pensaba. Tenía mi propia versión de lo que era el destino, creía firmemente que había cosas que estaban destinadas a ocurrir, personas que estaban destinadas a conocer. Pero también que pasase lo que pasase, no había destino innegable contra el que no pudiésemos luchar. Ese destino aquí era lo que había pasado en la realidad de Ed, y que pasase lo que pasase y costase lo que costase no permitiría que ocurriese de nuevo.

– [b][font=Times New Roman]Desde luego.[/font][/b] – asintió Cecil.
Ed siguió colocando las últimas cosas que quedaban en una de las cajas y colocó ésta en el montón de las vacías.

– [b][font=Times New Roman]Cambiemos de tema. [/font][/b] – propuso Cecil. Empezar a hablar de un tema no era una de mis mejores aptitudes, de hecho se me daba fatal empezar cualquier conversación, pero en ese momento recordé algo.

– [b][font=Calibri] Sarah me está animando para unirme al equipo de fútbol. [/font][/b] – dije. Habíamos estado hablando del tema poco después del discurso y me lo había recordado cuando hablamos por teléfono. – [b][font=Calibri]¿Vais a uniros? [/font][/b] – les pregunté.

– [b][i] [font=Calibri] Oh. Yo jugaba. [/font][/b][/i] – respondió Ed ilusionado mientras se sentaba a los pies de la otra cama. – [b][i] [font=Calibri] Bueno, en realidad jugamos casi todos. Si te apuntas puedes contar conmigo. [/font][/b][/i] – añadió. Me resultaba algo extraña la sensación de tener amigos, hasta hace poco Sarah era mi única amiga, porque McLeod era ya un hermano para mí. Y ahora que Sarah se había convertido ya en una parte de mí mismo, tenía también amigos. Era extraño…y cálido.

– [b][font=Times New Roman]No estoy seguro. [/font][/b] – dijo Cecil.- [b][font=Times New Roman]Me tendríais que dar una razón de peso para apuntarme y continuaría dudando. [/font][/b] – se rió. Me gustaba la idea de participar con ellos en el equipo.

– [b][font=Calibri] Me das más razones. [/font][/b] – respondí a Ed. Era bueno saber que tenías a alguien con el que contar. Miré a Cecil. – [b][font=Calibri] Será divertido. [/font][/b] – sabía que terminaría convenciéndolo.

– [b][i] [font=Calibri] Es una buena manera de olvidar nuestros problemas y entretener a los demás. [/font][/b][/i] – dijo Ed. No pude evitar pensar toda la razón que tenía. Tanto para nosotros como para los que nos viesen jugar sería un momento de distracción, un momento en el que preocuparse de otras cosas.

– [b][font=Calibri] Tienes razón, será nuestra vía de escape. [/font][/b] – admití. – [b][font=Calibri] Me acabas de convencer. [/font][/b] – concedí. Me apetecía, y bastante además. Entre Sarah y él lo habían conseguido, sólo faltaba convencer a Cecil.

– [b][font=Times New Roman]Me lo pensaré. [/font][/b] – añadió Cecil con una sonrisa.

– [b][i] [font=Calibri] Deberías apuntarte. [/font][/b][/i] – le dijo Ed. Me sería más fácil convencerle con ayuda de Ed, y siempre tenía la opción de chantajearle con lo que me había dicho Liad. – [b][i] [font=Calibri] eras bueno como Kicker (pateador). De hecho nos diste una victoria con una patada de 40 yardas. [/font][/b][/i] – añadió Ed. Era interesante saber las cosas que nuestros otros “yo” habían conseguido porque eran casi como logros personales.

– [b][font=Times New Roman]¿Qué? [/font][/b] – dijo Cecil con cara de asombro.

– [b][font=Calibri] Ahí lo tienes, te necesitamos. [/font][/b] – le dije con una sonrisa. – [b][font=Calibri]¿Qué me dices de mi otro yo? [/font][/b] – pregunté a Ed. Tenía curiosidad por ver que tal lo había hecho en el equipo, si había entrado al menos.

– [b][i] [font=Calibri] No conseguía que pasase nadie. Mis lanzamientos eran de lo más cómodos. [/font][/b][/i] – respondió Ed sonriendo.
Cecil nos miró, a camino entre sonreír y reírse del todo.

– [b][font=Times New Roman]Qué entusiasmados se os ve ahora mismo, estáis para una foto los dos. [/font][/b] – aseguró. Ed se levantó, se fue hacia su armario y se puso a buscar algo.

– [b][font=Calibri] Todavía estoy acostumbrándome al gran grupo que somos ahora. [/font][/b] – admití. – [b][font=Calibri] Me gusta esta sensación. [/font][/b]

– [b][font=Times New Roman]En vez de grupo parecemos una big family de esas. Lo único que nos falta es que nos compremos una casa entre todos. [/font][/b] – respondió Cecil. Para mí eso éramos, una familia, pero no en el sentido del Padrino claro.

– [b][i] [font=Calibri] Pues hagámoslo. [/font][/b][/i] – dijo Ed. Parecía que había encontrado lo que estaba buscando, la cámara de fotos. – [b][i] [font=Calibri] Cecil ven tú también. [/font][/b][/i] – añadió. No pude evitar sonreír. Me levanté y fui hacia él, Cecil me siguió, también sonriendo.

– [b][font=Times New Roman]¿Los tres a la vez? [/font][/b] – preguntó Cecil.
Ed puso el disparador automático y empezamos a sacarnos fotos. Como mucho aguantamos posando en las tres o cuatro primeras, después cada uno empezó a hacer monerías. Cuando les echamos un vistazo en la pantalla de la cámara vimos una en la que Ed nos ponía orejas de conejo a Cecil y a mí con sus manos, una de las primeras en la que salíamos normales, otra en la que hacíamos de forzudos, otra en la que estábamos muertos de risa…

Después de ver todas las fotos, que eran bastantes, nos quedamos un rato allí sentados hablando de nuevo de series, películas y videojuegos. Si había algo que consiguiese que hablase en una conversación, además de Sarah, eran los temas frikis. El tiempo pasó volando, y cuando me quise dar cuenta ya casi era hora de irse.

– [b][font=Calibri] Las siete y media. [/font][/b] – dije al ver la hora en el móvil. – [b][font=Calibri]¿Os parece si vamos ya hacia el bar? Sé más o menos donde está pero por si acaso. [/font][/b] – nunca se sabía si encontraríamos el bar enseguida o nos costaría un rato. Además, en Moondale tenías que ir con doble precaución.

– [b][font=Times New Roman]Me parece bien. ¿Quién conduce? [/font][/b] – preguntó Cecil levantándose de la cama.

– [b][font=Calibri] Si queréis llevo yo mi coche. [/font][/b] – me ofrecí levantándome también.

– [b][i] [font=Calibri]¿Puedo llevarlo yo? [/font][/b][/i] – preguntó Ed emocionado. No pude evitar sonreír.

– [b][font=Calibri] Claro. [/font][/b]– dije antes de tenderle las llaves. Luego puntualicé bromeando: – [b][font=Calibri] Pero no estrellarías alguna vez el coche de mi otro yo, ¿verdad? [/font][/b]

– [b][i] [font=Calibri] No. [/font][/b][/i] – negó con la cabeza. – [b][i] [font=Calibri] Pero no me hagáis tonterías mientras conduzco. [/font][/b][/i] – bromeó. Miré a Cecil para asegurarme de que no le hiciese reír y sonreí.

– [b][font=Times New Roman]Tranquilo. [/font][/b] – dijo Cecil sonriendo ampliamente. – [b][font=Times New Roman]Si tonterias no te haremos.[/font][/b] – había algo en esa frase que me daba miedo, por suerte podía curarnos si nos hacíamos alguna herida superficial, pero a mi coche no.

Salimos de la habitación y fuimos hasta el aparcamiento para coger mi coche. Edward se sentó en el asiento del piloto, yo en el del copiloto y Cecil, que era más delgado, se acomodó como pudo en el hueco de atrás.

Durante el camino de ida le fui dando algunas indicaciones a Ed, ya que McLeod me había indicado donde estaba el bar de Lorne. Después de unos quince minutos de trayecto, conseguimos aparcar el coche.

– [b][i] [font=Calibri] Hemos llegado y de una pieza. [/font][/b][/i] – bromeó Ed y me pasó las llaves.

– [b][font=Calibri] Será mejor que entremos. [/font][/b]- dije. – [b][font=Calibri] No sé si ya habrá llegado alguien. [/font][/b] – aunque parecía que habíamos llegado pronto.

– [b][font=Times New Roman]Pues. [/font][/b] -dijo Cecil. – [b][font=Times New Roman]No sé yo, no sé yo… [/font][/b]

Aún así caminamos hacia el bar que estaba cerca de donde habíamos aparcado. Se podía ver un letrero con neón que rezaba “Séptimo Cielo”. Abrimos las puertas y fuimos pasando. El bar estaba vacío. Vi a Lorne detrás de la barra con gesto de hastío mientras un obrero regordete pasaba por delante. Enseguida nos vio y se dirigió a nosotros.

– [b][font=Gautami] Ohhh, sois los primeros. [/font][/b] – dijo mientras salía de detrás de la barra. Cuando llegó a nuestra altura nos abrazó uno a uno. – [b][font=Gautami] Pasad, pasad. Estáis en vuestra casa. [/font][/b] – dijo. Después añadió por lo bajo. – [b][font=Gautami] Si vuestra casa estuviese en obras con unos obreros incompetentes claro. [/font][/b]

– [b][font=Times New Roman]En vez de obreros deberías llamarlos chapuzas, ¿no? [/font][/b] – intervino Cecil sonriendo ante el comentario de Lorne.

– [b][font=Gautami] En realidad debería llamarlos en su lenguaje. Grr, garr…o con algún eructo. [/font][/b] – dijo acompañándolo de un rápido gesto con la mano. Se giró en dirección a la barra y le seguimos. – [b][font=Gautami] Oh, por lo que más quieras, ¿puedes subirte eso? [/font][/b] dijo mirando al obrero regordete que se había agachado y al que ahora se le veía más de lo que cualquiera de nosotros habría deseado. Ed, Cecil y yo desviamos la vista a la vez.

– [b][i] [font=Calibri] ¿Te podemos ayudar en algo? [/font][/b][/i] – preguntó Ed a Lorne.

– [b][font=Gautami] Que estéis aquí ya mejora mí tarde. En serio, estos no han pasado de la etapa «Homo», ni siquiera han llegado al “habilis”. [/font][/b] – dijo mirando a Ed con ilusión por el ofrecimiento. Cualquiera que viese a Lorne se daría cuenta de que era totalmente inofensivo, salvo quizá los obreros que estaban haciendo ruido en la parte de atrás. – [b][font=Gautami]¿Queréis tomar algo ahora que nuestro peludo amigo ha tapado sus «vergüenzas? [/font][/b]

– [b][font=Times New Roman]¿Nos da tiempo a tomar algo? [/font][/b] – Cecil nos miró a ambos para ver que opinábamos.

– [b][font=Calibri] McLeod es el que suele llegar antes de tiempo. Y ni siquiera él ha llegado, así que sí. [/font][/b] – razoné. Tenía pinta de que los demás iban a tardar un rato todavía. – [b][font=Calibri] Esta vez invito yo. [/font][/b] – me adelanté.
– [b][i] [font=Calibri] Te importa echarme algo fuerte, es para ver si consigo olvidar esa imagen de antes.. [/font][/b][/i] – pidió Ed. No pudimos evitar reírnos, aunque recordar la escena provocaba escalofríos.

– [b][font=Times New Roman]Entonces la proxima es mia, ¿eh? [/font][/b] – dijo Cecil mirándonos a ambos para que nos quedase claro.

– [b][font=Gautami] De eso nada guapo. [/font][/b] – me impresionó que Lorne se refieriese a mí con “guapo”. – [b][font=Gautami] Invita la casa…en ruinas. [/font][/b] – luego miró a Ed. – [b][font=Gautami] Marchando algo fuerte. ¿Y vosotros? [/font][/b] – preguntó a Ed.

– [b][font=Times New Roman]Con una coca cola me basta. [/font][/b] – respondió Cecil riéndose de lo que había dicho Lorne. Se puso a mi lado y dijo: – [b][font=Times New Roman]Desde luego, levantas pasiones hasta con los demonios guays como Lorne[/font][/b]

– [b][font=Calibri] Yo un Nestea, gracias. [/font][/b] – respondí algo cohibido. Superábamos mi regla no escrita de pasar desapercibido cuando había más de tres personas incluyéndome a mí. Me resultaba más fácil saltármela cuando conocía bastante a las personas que había, pero cuando un demonio verde me llamaba guapo, la cosa se ponía más difícil.

– [b][font=Gautami] Marchando algo fuerte, una coca cola y un Nestea. [/font][/b] – pasó detrás de la barra y empezó a servir las bebidas. Por último sirvió la de Ed, después de mezclar un montón de cosas que dejaron la bebida de color verde fosforescente. – [b][font=Gautami] El camarero no se presentó a la entrevista, así que me pluriempleo. [/font][/b] – explicó. Le puso una sombrilla a cada bebida y nos la acercó.

Desvié la vista para mirar como Ed probaba lo que acababa de servirle y vi como ponía cara de asco.

– [b][i] [font=Calibri] Si necesitas un camarero puedo ayudarte si te parece bien. Tú necesitas un camarero, yo algo de dinero. [/font][/b][/i] – se ofreció Ed.

Lorne lo miró con ilusión por segunda vez. – [b][font=Gautami]¿De verdad? Contratado. [/font][/b] – apoyó el codo en la barra y la barbilla en su puño cerrado. – [b][font=Gautami] Espera, ¿he sonado muy desesperado? No me gusta hacerme el fácil. [/font][/b] – añadió enderezándose.

– [b][i] [font=Calibri] Lo siento, ya me has aceptado. [/font][/b][/i] – respondió Ed sonriendo.

– [b][font=Gautami] Me encanta este chico. [/font][/b] – dice señalándole y mirando hacia nosotros. Por suerte para nosotros, habíamos dado con el demonio simpático en la Iniciativa. Se escuchó un fuerte ruido, como de algo al romperse, en la parte de atrás. – [b][font=Gautami] Ahí va su propina… [/font][/b] – dijo Lorne volviendo a apoyarse en su mano y poniendo cara de cansancio.

– [b][font=Times New Roman]Es un encanto este chico, sí. [/font][/b] – añadió Cecil cogiendo a Ed del moflete en plan de broma. Parecía Diana. – [b][font=Times New Roman]Le adorarás Lorne, si no lo haces ya claro. [/font][/b] – rió.

Sonreí levemente mientras pensaba. Me encantaba esta nueva vida que encontrar a Sarah me había abierto, no es de extrañar que si antes la quería con mi vida, ahora la quisiera aún más. Tenía ganas de verla, había pasado una tarde genial, que quería que se repitiese muchas veces más, pero la echaba de menos y tenía ganas de ver su pelo rubio y su encantadora sonrisa atravesando esa puerta. Éramos una gran familia y hasta que no estuviésemos todos reunidos, siempre habría alguien al que echar de menos.

Sonreí a Ed, a Cecil y a Lorne, que ahora se estaba sirviendo algo parecido a un té en un vaso de tubo largo (Long Island Ice Tea) y cuando terminó, choqué mi vaso con los suyos.

[spoiler]
Bueno, hacía tiempo que Daniel no hacia introspección así que lo siento si se ha hecho pesado el inicio pero tiene muchas cosas que pensar.
Ed ha sido controlado por Alph, Cecil por Eitan y Daniel y Lorne por mí.
Espero que os haya gustado.
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