[align=center][b][SIZE=4]Daniel Arkkan. Moondale. Realidad de Ed[/SIZE][/b]
[SIZE=2]
Incluso en un mundo que no era el mío, en un mundo en el que el cielo estaba negro continuamente, podía distinguir cuando caía la noche. La tenue luz que atravesaba los densos y oscuro nubarrones del cielo tenía un toque anaranjado que cada vez se apagaba más y en el aire podía notarse la calma que siempre rodea a la noche. Incluso cuando salíamos de cacería y nos encontrábamos en plena refriega con un vampiro ahí estaba, el silencio y la serenidad, el aire místico que había llevado a tantos a creer que era en la noche cuando todo lo sobrenatural podía tener lugar, y en el fondo no se equivocaban demasiado.
Salimos de la cabaña de Ed evitando el bosque, porque yo mismo había experimentado en las carnes de mi yo futuro lo que moraba en las profundidades del bosque que rodeaba a la Iniciativa y no tenía ganas de comprobar si en este sucedía lo mismo, incluso aunque no fuese la misma realidad.
Mientras caminábamos aprovechamos para ponernos al día con Ed y para conocer también un poco mejor a Bill. Trazamos un plan a seguir para encontrar a su mujer e irnos lo más rápido posible, porque nunca se sabía si la limpieza de Moondale a manos de Bill podría atraer a Mason. Lo habíamos vencido una vez, pero con un alto coste que no quería volver a repetir. Quizá por eso McLeod permanecía algo pensativo, por eso o por la presencia de un gran problema que teníamos dentro del grupo, Cecil.
Al principio había tratado de esquivarle porque cada vez me resultaba más difícil aguantarle, pero no podía dejar que atosigase a Sarah hablando de lo mal que le trataban los demás, tan inconsciente o tan perverso como para no darse cuenta de que estaba hablando de su hermana, su mentor y sus mejores amigos, entre otros.
Por el momento yo me había “librado” de ser uno de los que lo trataban mal por esa insana e irracional creencia de que teníamos una gran amistad, algo bastante alejado de la realidad. Esa creencia le llevó a decirme a mí que Sarah no lo trataba como antes porque Dominic le caía mejor entre otras cosas, consiguiendo sobrepasar mis límites y convirtiéndome en un volcán a punto de explotar. No hace falta decir que tanto Sarah como Dominic y los demás lo supieron.
La situación era ya bastante insostenible, se creía con derecho a quejarse de mi novia y de mis mejores amigos, con derecho a hacerles daño y además pensaba que nuestra supuesta “amistad” estaría por encima. Mi lado más oscuro pugnaba por salir y decirle unas cuantas verdades acerca de él que no me había resultado difícil deducir, pero por suerte tenía la buena influencia de Sarah y decidir ser mejor que él.
Después de un buen rato caminando el tono anaranjado había dado paso a la tenue luz azulada de la luna, que gracias al cielo oscurecido apenas nos dejaba ver dónde estábamos unos y otros, así que recurrí a mi poder e iluminé una de mis manos para que pudiéramos seguir sin problemas.
A lo lejos en el camino se divisaba una zona de construcción con diversa maquinaria cerca. Por alguna razón la visión me hizo tener más presente el mundo en el que nos encontrábamos.
Decidimos atajar por la zona en obras así que decidí iluminar también mi otra mano para abarcar un radio más amplio y así evitar posibles obstáculos en el terreno. Cuando estábamos cruzando justo por la mitad de la zona en obras se escuchó un ruido metálico hacia nuestra derecha, procedente de una de las máquinas. Apunté hacia allí pero no pude ver nada. Seguimos caminando hasta que otro ruido metálico nos detuvo, esta vez de la dirección contraria, de nuevo iluminé la zona pero no vi nada. Antes de que pudiésemos volver a ponernos en marcha se escucharon más ruidos, esta vez a un lado y a otro.
Abrí los brazos para ampliar la luz de la zona en la que nos encontrábamos y esta vez sí vimos algo. A ambos lados había figuras sobresaliendo detrás de las máquinas. Un segundo vistazo a una de ellas me hizo pensar que vestían con chatarra, pero al poco me di cuenta de que formaba parte de su cuerpo. A la tercera fue la vencido, vi sus caras y desee no haberlo hecho, eran todos igual que Liad, pero cubiertos y atravesados de esas extrañas prótesis que parecían hechas de chatarra.
Me aseguré de que todos estuviesen a salvo y cerca y me preparé para pelear, su mirada no dejaba lugar a dudas, sus ojos eran los mismos que me había encontrado muchas veces antes, los ojos de alguien que ansía sangre, pero no sólo derramarla sino devorarla junto a todo rastro de nosotros. Lo que no sabían era a quién se enfrentaban.
[/SIZE]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.