Vincent Solo | Afueras de Louna
MEDIODÍA
Aquél había sido y sería, en todos sus ámbitos, un día extraño. Resulta extraordinario que eso lo admita una persona que viene de un mundo que parece salido de un videojuego, una persona que además nunca puede mentir, pero lo de aquél día no era normal.
A decir verdad, podría englobarse incluso todo el mes, empezando por el momento en el que Ed había aparecido con una muchacha que era la viva reencarnación de Kaylee Echolls, solo que no recordaba nada ni de su vida anterior ni de la que se suponía que iba a ser su vida, porque Wolfram&Hart, concretamente el propio padre de Ed, se lo había arrebatado.
Visiones de los recuerdos de personas cercanas, de un futuro en el que la Iniciativa se hacía con demasiado poder, Sarah y algunos de sus amigos encerrados en el Palacio del Director de Inteligencia Nacional, que resultaba ser un demonio en busca de una utopía en la que todo aquél «no humano» estuviese seguro, los Moondies separados…simplemente era demasiado para procesar.
Por suerte Mara me mantenía al día de todo lo que ocurría con nuestras conversaciones telefónicas, que ya se habían convertido en mi momento favorito del día, sin saber si para ella también lo sería.
Si lo anterior era para volverse loco, estaba el hecho de que nuestra infructuosa búsqueda de ‘Phoenix‘ tuviera su fin al ir a buscar un regalo para Mara a una tienda de antigüedades. Parecía que el podía tener la información y la ayuda que necesitábamos para resolver las desapariciones en las que estaba involucrado el propietario del ‘Fennu de Shen’, Kento, especialmente cuando se negó a hablar del tema en su tienda y nos citó otro día y en otro lugar.
Pero ese día tampoco habló, se limitó a chocar por «accidente» con Karen, tratar de ligar con ella y entregarle una nota, pulcramente doblada eso sí, en su escote. Otra cita, otro lugar, y así durante casi toda la semana, jugando al gato y el ratón. O era un absoluto paranoico o estaba jugando con nosotros. Ninguna de las dos opciones me entusiasmaba. Por el momento solo había conseguido averiguar que la tienda estaba a nombre de un tal Yamabushi Hayashi, que con ese nombre imaginé que no sería «nuestro» ‘Phoenix‘.
No pude investigar mucho más porque en una de sus últimas llamadas Mara me había explicado que Sarah entraría pronto en la Iniciativa acompañada de gente del Director, además de Ed y Daakka. Si queríamos evitar que el futuro que habíamos visto tuviese lugar, evitar que Sarah cayese en sus manos parecía lo más lógico. Ofrecí mi ayuda y la de los demás, porque sabía que ninguno de nosotros dejaría a unos amigos en la estacada.
Esa mañana me había reunido con Karen y Bill para discutir ese mismo tema. Una de las «fuentes» de Karen le había dicho algo de forma críptica que se resumía en que debíamos salir cuanto antes, así que hicimos los preparativos, avisamos al departamento y nos subimos en el coche de Bill con unas escuetas maletas con la idea de quedarnos en Moondale hasta que tuviese lugar la incursión.
Por desgracia, con la urgencia olvidamos que era viernes y hora punta, así que no tardamos en encontrarnos atrapados en un atasco. Recordaba perfectamente la confusión que sentí la primera vez que me vi en uno, apenas acababa de dejar mi mundo para venir a este. Además, el coche de Bill no era demasiado grande y eso no contribuía a disminuir mi claustrofobia. Abrí un poco una ventanilla del asiento de atrás. Daba gracias de que Karen hubiese querido ir en el asiento delantero, no me apetecía tener que confesar lo que me pasaba.
En ese momento mi teléfono empezó a sonar. Lo cogí y vi la foto de Mara en la pantalla. Mi estómago dio un vuelco que no tuvo nada que ver con el bache que pasamos en ese momento.
– [Mara]Vincent…[/Mara]- escuché decir nada más descolgar. Su voz parecía sacarme a un lugar más amplio, uno en el que las paredes no amenazasen con hundirse sobre mí.
– [Vincent]Mara, hola. Estamos de camino pero vamos a tardar unas cuantas horas.[/Vincent] – le expliqué con pesar. – [Vincent]Mal día para viajar.[/Vincent] – admití. Quizá el fantasma de Karen nos había querido tender una trampa. Ni siquiera era uno de sus habituales.
– [Mara]Siento…siento llamarte para esto, pero…necesito que vengáis ya[/Mara].- se lamentó. A Mara no le gustaba ni pedir ni insistir, así que debía ser grave. Decidí tratar de quitarle primero el peso de encima.
– [Vincent]No sientas nada. Pero…¿qué ha pasado?[/Vincent] – pregunté empezando a preocuparme. Solo se me podía ocurrir una cosa, Sarah.
– [Mara]Tienen a Sarah, Ed y Duke, quiero decir, Daakka, cautivos[/Mara].- explicó con un deje nervioso que no se le solía notar.
Suspiré. El fantasma tenía razón, ya había pasado, teníamos poco tiempo. – [Vincent]Ya han entrado. Les han cogido.[/Vincent] – dije apartando un poco el teléfono para explicárselo a Karen y Bill. – [Vincent]Son unas horas hasta ahí y encima estamos en un atasco.[/Vincent] – expliqué volviendo a hablar con Mara. Se oyó el estridente sonido del claxon y a Bill maldecir mientras intentaba abrirse paso. – [Vincent]Pero vamos a llegar, te lo prometo.[/Vincent] – me extrañó poder decir algo así. Si se lo había prometido a viva voz eso significaba que algo dentro de mí creía de verdad que llegaríamos a tiempo.
– [Mara]¿No…ninguno de vosotros sabe…hacer magia o conocéis a alguien…?[/Mara]- preguntó intentando dar ideas. Se notaba que estaba desesperada. Para cualquiera que la conociese lo suficiente, era completamente lógico. Los Moondies habían sido su salvación después de su transformación. Sarah la había apoyado una y otra vez, Ed le había perdonado incluso que le mordiese y con Daakka había compartido el sentimiento de no pertenecer al mundo.
– [Vincent]Ojalá supiera.[/Vincent] – respondí frustrado. La magia era una herramienta tremendamente útil, pero después de todo lo que había visto que podía ocurrir si caía en malas manos, le tenía más miedo y respeto que ganas de aprender. Especialmente después de todo lo que tuvimos que sacrificar para desterrar al Soberano. Entonces recordé algo. – [Vincent]Espera…creo….[/Vincent] – busqué en mi mochila y saqué una pequeña caja de madera y la abrí. Tenía dos compartimentos, en uno de ellos mantenía guardado el disco verde y azul conseguido después de mis dos primeras pruebas. En el otro estaba la brújula planar conseguida en la tercera. La teoría era sencilla, me llevaría a portales entre lugares de este mundo o de otros, pero nunca había conseguido hacerla funcionar hasta el momento. Sin embargo, con Mara presa de la preocupación y nuestros amigos en peligro, decidí que no me daría por vencido hasta que lo hiciese. Entonces empezó a vibrar en mi mano y las diversas manecillas empezaron a moverse. – [Vincent]El artefacto que conseguí en las pruebas…vibra, como si estuviese vivo.[/Vincent] – expliqué tanto a Mara como a los demás. Observé su movimiento. Mi fuerza de voluntad, mi necesidad imperiosa de llegar a Moondale, la había activado. Pero ahora me encontraba con un problema, las manecillas eran muchas y no veía los puntos cardinales por ninguna parte. Me preocupaba no saber cómo interpretarla, hasta que se detuvo y entonces lo supe. No lo entendía, pero lo sabía. – [Vincent]Bill, ¡gira a la izquierda![/Vincent] – le pedí. Él se giró y me miró extrañado. A nuestra izquierda estaba una pradera con un pequeño camino de ganado que se perdía entre unos bosques. – [Vincent]No preguntes.[/Vincent] – le pedí. Di gracias de que Bill confiase en mí lo suficiente como para salirse de la carretera. El coche empezó a agitarse sin parar mientras conducía por el terreno irregular y la situación no mejoró cuando llegó al camino de ganado. – [Vincent]¿Si llego me darás un beso de recompensa?[/Vincent] – sonreí aunque ella no estaba allí. Ni siquiera me había dado cuenta. Empecé a procesarlo todo cuando Karen me miró riéndose. No sabía por qué había dicho eso. Bueno, sí, lo sabía, quería besarla, llevaba mucho tiempo queriéndolo y me había contenido para no asustarla, pero los nervios habían disparado mi lengua.
– [Mara]Mmm…[/Mara]- se quedó callada. Parecía que la estuviese viendo delante de mí, con la cara roja por la vergüenza. Solo esperaba que no estuviese en manos libres. Decidí que ya de perdidos, al río, como dicen por este lugar.
– [Vincent]Te ayudo a decidirte. Vamos por un camino sin asfaltar, acabamos de pasar una señal que dice que vamos en dirección al Pantano del Grendel, a buscar un portal que no sé a dónde me llevará pero que sé que me llevará ahí.[/Vincent] – le resumí con tono de broma, aunque todo era cierto. Algo me hacía saber a dónde me llevaría. Quizá el artefacto se activaba mostrándome el portal que me llevaría a donde quería ir y no un portal cercano cualquiera.- [Vincent]Si no es un beso, me parece bien una cita.[/Vincent] – admití. Quizá podría conseguir el beso en la cita y si no, pasaría un rato agradable con ella.
– [Mara]¿¿¿¿Una…cita???[/Mara]- exclamó con un tono nervioso en su voz. Creo que escuché la voz de Diana de fondo diciendo algo como «bam chicka wah wah» que no sabía qué significaba, pero viniendo de Diana, me lo podía imaginar.
– [Vincent]Cuando todo acabe. Tú, yo y un vestido de flores…no debería haber dicho nada del vestido, olvida eso….es que creo que te quedaría muy bien….maldita sea mi boca.[/Vincent] – los nervios disparaban alocadamente mi incapacidad para mentir. Ya no solo no se trataba de que lo que dijese tenía que ser cierto, con los nervios también empezaba a decir todo lo que se me pasase por la cabeza.
Pero esa vez me sirvió de algo. La escuché reír y fue música para mis oídos.- [Mara]No…no tengo vestidos de flores[/Mara].- dijo casi en un susurro.
– [Vincent]Si no es raro…puedo comprarte uno… Iba a hacerlo pero al final te he cogido otra cosa…secreta.[/Vincent] – Karen me miró y negó con la cabeza mientras ponía los ojos en blanco. Sí, era el terror de las sorpresas.
– [Mara]No…no…te preocupes. Creo que puedo apañármelas[/Mara].- respondió con su habitual timidez.
– [Vincent]Bien…[/Vincent] – dije sin saber qué más decir. Trataba de contener mi bocaza porque temía lo que pudiese decir a continuación. Vi un cartel de madera y aproveché mi oportunidad para cambiar de tema. – [Vincent]Estamos entrando al pantano, si todo sale bien, nos veremos pronto.[/Vincent] – le expliqué para animarla.
– [Mara]Tengo…tengo ganas de verte[/Mara].- dijo con voz nerviosa. Puede que esas palabras no sonasen a mucho, pero para mí, viniendo de Mara, sí lo hacían. .- [Mara]De verte…con Karen y Bill. A todos…sí[/Mara]. – aclaró titubeando. No me decepcioné como suelen hacer esos enamorados de las novelas que nunca captan las señales del otro. La había recibido alta y clara.
– [Vincent]Yo también.[/Vincent] – respondí. Vi que la calidad del sonido empezaba a atenuarse, pronto nos quedaríamos sin cobertura. En el Pantano no había señal de teléfono y de hecho algunos aparatos electrónicos empezaban a funcionar mal en ocasiones, en eso parecía sacado de un cuento, bueno, en eso y en el portal mágico que íbamos a buscar. – [Vincent]Te qu…¿quedas sin entrar a la Iniciativa?[/Vincent] – sí, había sido un giro estúpido para evitar decirle «te quiero«, pero no podía hacer otra cosa. Al menos era verdad que quería preguntarle si se quedaba fuera. Pero Karen no perdió la oportunidad para hacerme señas y burlarse.
– [Mara]Eh…sí[/Mara].- respondió sin saber qué más decir.- [Mara]Nos…vemos[/Mara]. – añadió como despedida. Colgar fue difícil, como todas las veces que lo hacía. La distancia es una enemiga terrible, pero habíamos vencido enemigos peores.
Continuamos en coche durante un rato, hasta que tuvimos que dejarlo en un aparcamiento de turistas desde el que se apreciaba el centro del Pantano. La ‘brújula planar’ nos llevaba más hacia dentro, así que tuvimos que pasar la valla y meternos de lleno en terreno lodoso.
– [Karen]Vince, cariño, ¿no había otro sitio más horroroso para joderme los zapatos de tacón?[/Karen]- se quejó mirándome a través de las gafas de sol. Bill cargaba con su mochila y con la maleta de Karen, pero no se quejaba. Yo llevaba una mochila de mano y el artefacto en la otra.
– [Bill]A mí lo que me preocupa es que ahora vayamos a tardar más por meternos en este camino.[/Bill] – comentó, nervioso por la posibilidad de no estar ahí cuando le necesitasen. Bill era el deber personificado.
– [Karen]Tu vida sexual deja bastante que desear, ¿verdad?[/Karen]- le espetó Karen sonriendo. Traté de concentrarme en el lugar al que quería ir para que no terminásemos llegando a un mundo en el que Karen y Mara estuviesen deseando estar conmigo, a la vez. Por suerte no vi que la ‘brújula’ cambiase de dirección, seguía llevándome hacia Moondale, hacia Mara y hacia nuestros amigos.
– [Keli]Es inexistente, excepto consigo mismo[/Keli].- escuché decir a la voz de Keli antes de que soltase una sonora carcajada.
– [Bill]Calla, baratija.[/Bill] – le replicó Bill malhumorado. Eran como el perro y el gato. Como un matrimonio de esos que llevan cincuenta años juntos y se protestan pero no podrían estar separados.
– [Vincent]No sé cómo explicarlo, pero sé que me lleva a un portal que da a Moondale.[/Vincent] – les expliqué como pude. Cada vez vibraba más, tanto que su zumbido empezó a propagarse por el aire.
– [Karen]Te vendría estupendamente si tuvieras una novia por aquí[/Karen].- bromeó sonriendo.
– [Vincent]Espero que me lleve hacia una…digo…hacia…¿Luna? ¿la Luna?…¿Muna?[/Vincent] – esa vez no conseguí esquivar demasiado bien. Bueno, ni la otra, Karen me había calado desde hacía mucho respecto a Mara.
– [Karen]¿La tuna?[/Karen]- sugirió soltando una carcajada. Decidí no responder, no había forma de salir de esa sin mentir.
– [Bill]En la Luna vas a encontrar poco.-[/Bill] comentó Bill desviando un poco la conversación.
– [Karen]Bill es que va a ligar a la Luna y así le va[/Karen].- replicó mirándole. Le encantaba picar a Bill, en parte porque él casi nunca decía nada y Karen trataba de arrancarle algún gesto de su serio semblante. No podía culparle, se había apartado de su familia para protegerles, pero Karen hacía bien intentando animarle, fuera de la forma que fuera.
– [Bill]Yo no salgo a ligar.-[/Bill] respondió mirándola fijamente. Algo me decía que Karen iba a tomar nota de eso y llevarlo un día, pero no tuvo tiempo a responder porque de pronto me detuve. Estábamos en el lugar, la ‘brújula’ vibraba como si quisiera escapar de mis manos.
Observé a mi alrededor y no tarde en fijarme en un hueco entre dos árboles en el que el aire parecía ondear con un brillo irreal, como si una pompa de jabón se hubiese visto atrapada entre esos árboles.
– [Vincent]Espero que esto no nos lleve a un sitio extraño.[/Vincent] – dije acercándome con cautela. Los demás lo observaron con curiosidad.
Bill fue práctico, cogió una piedra y la lanzó hacia lo que parecía ser el portal. Parecía que iba a impactar y hacer estallar la pompa, pero la atravesó y desapareció. Era nuestro portal, sin duda, pero solo teníamos mi intuición para saber que nos llevaría a Moondale.
Podría llevar a un lugar en el que no hubiera oxígeno, o uno del que no pudiéramos volver. Así que como era mi responsabilidad, decidí que tendría que ser el primero en entrar. No había tiempo para hacer las cosas de otra forma. – [Vincent]Si no lo cuento…id a por el guardián y que nos devuelva el dinero.[/Vincent] – traté de bromear.
– [Keli]Bill quiere cambiarme, pero no se puede[/Keli].- intervino la voz de Keli con orgullo. Bill frunció el ceño y soltó un breve gruñido.
Miré el reloj. El tiempo se nos venía encima, había que cruzar, no quedaba más remedio. Respiré profundamente como si fuese a sumergirme en una piscina y me lancé contra la burbuja. Cuando lo crucé, sentí que me congelaba durante menos de una milésima de segundo, pero cuando llegué al otro lado el frío era poco más que un recuerdo. No había tardado ni un segundo en cruzar.
Eché un vistazo para ver dónde me encontraba. Era un bosque con aspecto de ser bastante grande. A unos metros de mí estaba la piedra que había lanzado Bill. Tenía cerca una elevación rocosa, junto a una cascada no demasiado alta. No conseguiría reconocerlo a simple vista, así que saqué el móvil y activé el gps esperando que Infinity Maps me confirmase la posición. Tardó un rato en responder y localizarme, pero en cuanto vi que mi posición aparecía cerca de Moondale suspiré con alivio. Esperé unos segundos más y la posición se estabilizó en un punto del norte del Bosque de los Lobos. Lo había conseguido. Por primera vez estaba orgulloso de mi elección en las Pruebas, si hubiese elegido otra cosa…
No tenía tiempo para celebraciones así que salté de nuevo al otro lado. De nuevo el frío y volvía a estar en el Pantano frente a Bill y Karen. Bueno, y Keli, se enfadaría si no la menciono.
– [Vincent]¡Lleva a Moondale! A los Bosques del Lobo, vamos.[/Vincent] – dije con emoción antes de volver a cruzar. Habíamos conseguido llegar a Moondale en tiempo récord, pero esa no era la última de las pruebas que tendríamos que pasar ese día. Aun así, una pequeña victoria nunca desanimaba, y no podía esperar a ver la cara de Mara cuando nos viese allí tan rápido. dice antes de volver a cruzar.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.