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[b][Maximilien || Calles de Moondale][/b][/align]
Había abandonado el bar Satan’s Skirt, dejando a Ben por su propia cuenta, porque a mí me apetecía una segunda cena (o un almuerzo, hablando humanamente). El frío caló en mis huesos, avivando mis energías para cazar una cena suculenta, que me lo merecía de verdad de la buena. Entre el encuentro con la licántropa y la conversación con Ben, mis ánimos estaban un poco mustios. Agilicé mi olfato en busca de sangre caliente y latiendo contra el pulso de un cuello níveo y sedoso. Hoy me apetecía algo pálido, seguramente por culpa de la licántropa.
A una distancia de la que calculé que eran poco menos de diez metros de distancia, percibí un latido irregular pero lo suficientemente vivo como para hacerme agua la boca. Amplié mis instintos de cazador, tratando de localizar la presa, llevándome por todos los callejones de Moondale, hasta llegar a la zona más céntrica de la ciudad. Eso era un problema de por sí, pero si me mantenía al margen y siguiendo ese latido irregular, nadie tenía porqué saber de la desaparición de una chica.