Moondale

Categoría: Moondale

  • ELLE Y LA BESTIA

    Ellie – Nave

    Mañana

    No conocía a Ezra lo bastante como para estar cómoda en su cuerpo. Me sentía como cuando duermes en la cama de otra persona y echas de menos lo conocido: la dureza exacta de tu colchón, las bolitas de tus sábanas, el olor al jabón que se usa en tu casa. Es una cama, sí. Pero no es tu cama.

    Decidimos ir hasta la zona del almacén cuando pasó el caos inicial y aprovechamos para estrechar lazos. Se podría decir que era «recuperar el tiempo perdido», pero a mí me gustaba decirle «recuperar al primo perdido». Al principio, fue fácil. Henry había conseguido que pudiéramos escuchar la música de la cápsula del tiempo de la biblioteca a través de los altavoces de la nave y estuvimos comparando gustos. Como el suyo estaba oxidado de tanto sufrimiento, decidimos que yo sería la que nos guiase.

    Empezaron a sonar las primera notas de Heroes, de David Bowie y Ezra hizo una cosa que después descubriría que era muy suya: mover los dedos mientras la escuchaba y tararear los finales de cada estrofa.

    Nos fue bien hasta que noté me inquieta. Había alguien conmigo. Amy hablaba de esa parte como «el lobo», pero era bastante más amenazador de lo que ella contaba. Empezó siendo un susurro, un aullido lejano. Era un quejido lastimero. Parecía malherido o quizás, perdido, pero conforme avanzó el tiempo, se fue enfadando de manera progresiva y noté cómo iba arañando las paredes de mi mente para abrirse paso.

    – [Elle]El licántropo no me reconoce como parte de sí mismo y empieza a luchar por tomar el control[/Elle].- le expliqué preocupada a mi propia cara. Eché un vistazo a aquel almacén en el que había cajas con cierre metálico que no tocaría ni por volver a estar con mi familia y al fondo, una zona con una especie de cárcel. No tardé en visualizarme dentro de ella.

    -[Ezra]Es el efecto de esta luna. Trata de bloquearlo pensando en otra cosa[/Ezra].- lo intenté y no sirvió de nada. El licántropo ganó espacio y ya no solo atacaba mi mente, sino también mi cuerpo.

    – [Elle]No creo que pueda hacerlo sola[/Elle].- noté cómo mis dientes luchaban por crecer.- [Elle]Antes, el licántropo parecía confuso, pero ahora…[/Elle]- me llevé la mano a la boca intentando mitigar el dolor.

    – [Ezra]Tengo una idea. Bueno, más bien es una idea tuya[/Ezra].- activó mi poder y noté cómo si una linterna me apuntara en dirección a los ojos.

    – [Elle]Esa es luz normal…[/Elle]- intentaba no sonar más decepcionada de la cuenta, pero si creía que podía convocar luz solar de la nada, después de pasar tres horas en mi cuerpo…

    – [Ezra]Lo siento. No sé como funciona tu poder[/Ezra].- ya no solo me dolían los dientes, sino que la piel parecía estar cubriéndose de pelo. Y sorpresa, también era molesto.

    Ezra continuó manipulando la luz ambiental como si con eso consiguiera algo. Me estaba asustando el hecho de acabar convertida en un lobo.- [Elle]Duele mucho[/Elle].- me quejé.

    – [Ezra]¡Basta, retrocede![/Ezra]- amenazó mi primo cegándome con la luz.

    Escuché cada hueso de mi cuerpo partirse y chillé de dolor. Mi madre decía que había pocas cosas en el mundo que doliesen más que dar a luz. Bueno, pues ya teníamos una.

    – [Ezra]Ellie, te conozco: eres fuerte. Lucha contra él[/Ezra].- me dolía tanto que no podía evitar llorar.

    – [Elle]¡No soy tan fuerte![/Elle]- dije fuera de mí.

    – [Ezra]Sí lo eres, solo tienes que confiar más en ti misma[/Ezra].

    – [Elle]Estoy en tu cuerpo. No sé cómo voy a confiar en mí misma si no soy yo[/Elle].-  le expliqué viendo cómo la voz de Ezra cada vez sonaba más gutural, menos humana.

    – [Ezra]Aunque estés en mi cuerpo sigues siendo tú. Sigues teniendo todo que te hace la buena persona que eres[/Ezra].- medió.

    El dolor era tan brutal que me dejé ir. Dejé de luchar contra el licántropo y durante un segundo, creí morir, porque no sentía nada. Cuando recuperé la consciencia, ya no estaba yo al mando del cuerpo de mi primo, sino el licántropo.

    – [Ezra]Ell… mierda…[/Ezra]- escuché desde la prisión de la cabeza de Ezra. No podía hacer nada, solo observar la escena.

    El licántropo aulló imponente y comenzó a dar zarpazos a mi cuerpo. Yo, desde aquella burbuja, no podía hacer nada. Tenía tanto miedo de todo lo que podía pasar, que solo me apetecía llorar.

    – [Ezra]Calma, soy yo. Mírame[/Ezra].- vi cómo mis ojos se cruzaban con los de este ser, que no tardó más de un segundo en dar zarpazos. Por suerte, seguía teniendo la genética de mi familia y me libré de las garras.

    No sé cuánto tiempo pasé encerrada viendo cómo Ezra convocaba la luz sin éxito, hasta que encerró a aquella bestia en la jaula del fondo y pude llorar en paz.

    We’re nothing, and nothing will help us
    Maybe we’re lying
    Then you better not stay
    But we could be safer, just for one day

    Heroes, David Bowie.

  • EL GATO Y EL HALCÓN

    DANTE VILLIERS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Tenía gracia, Mike y yo habíamos sido amigos bastantes años y nunca habría pensado que convivía con un impulso salvaje en su cuerpo que me hacía querer dejarme llevar. Me imaginé que eso sería lo que sentían los lican y los felian como él, a eso que se refería Amy como «el lobo«.

    – [Dante]Tiene gracia. Querías hablar y recuperar el tiempo perdido y ahora no podemos hacer otra cosa.[/Dante] – comenté mientras le observaba trastear con los aparatos médicos de la enfermería. Parecía no apañarse muy bien con mis manos y a mi seguro que me pasaría lo mismo con las suyas si me ponía a trabajar. Así que me esperaba una tarde muy aburrida, eso confiando en que lo deshicieran pronto.

    – [Mike]Pero la situación es bastante más incómoda.[/Mike] – respondió. – [Mike]¿Cómo te acostumbraste a atar las alas? Aquí no tengo que ocultarlas y aun así siento la necesidad de desplegarlas continuamente. Todo parece…pequeño.[/Mike] – preguntó, girándose. Extendió un poco las alas, pero era fácil que chocara contra el instrumental y acabase todo por el suelo, aún no controlaría su extensión.

    – [Dante]Te acostumbras. De pequeño mi madre me llevó a las montañas a aprender a volar, pero no es que pudiera sobrevolar Moondale así como así.[/Dante] – le dije. Había tenido que atarme las alas desde pequeño. Al principio casi fue hasta más fácil, pero cuando mi madre me enseñó a volar me enamoré de la sensación de libertad desde el primer salto. Desde entonces había sido más difícil, pero no quedaba más remedio. Al ‘Ángel de Moondale‘ podían verla por la calle con alas alguna vez y tomarla por otra campaña de marketing, pero si empezaban a ver un chico alado volando por encima de sus cabezas…

    Mike se quedó pensativo, como si rumiara algo. – [Mike]¿Y lo otro? ¿Hay algo de lo que deba preocuparme?[/Mike]

    – [Dante]¿Qué otro?….Ah, ya, el poder de malo. Mientras no estés en peligro no creo que aparezca. No pienses mucho en ello y ya está.[/Dante] – no le daba demasiadas cuentas a mi poder secundario. Se había manifestado alguna que otra vez y cuando hizo falta al resto había cumplido, pero no me resultaba agradable y sabía que era una herencia directa del de mi padre, igual que las alas venían de mi madre aunque fueran de diferente color.

    – [Mike]Sabes que ahora no dejaré de pensar en ello.[/Mike] – esbozó una sonrisa, traté de imaginarme en mi mente a su cara original haciéndolo, si no me costaba mantener la concentración de con quién hablaba. – [Mike]Tú si deberías tener cuidado. Si seguimos así cuando caiga la noche es posible que te transformes.[/Mike] – añadió.

    – [Dante]Vale. ¿Y cómo lo controlo? ¿Tienes por ahí un ovillo de lana o algo?[/Dante] – bromeé. Él se puso serio y pensé que daba un poco de mal rollo verme así.

    – [Mike]En teoría mi madre y yo tenemos algo. Una resistencia. Ella ha mantenido a raya su parte vampírica y su parte licántropa. Pero no sin esfuerzo.[/Mike] – explicó. Conociéndolo estaba facilitándome la explicación en lugar de aburrirme con teorías, componentes genéticos y demás. – [Mike]Hace falta ponerle fuerza de voluntad.[/Mike]  – añadió. Vale, así que su madre y él podían resistir esas «posesiones» pero poniéndole ganas. Mejor que no llegara la noche, yo no era precisamente una persona a la que le gustase contenerse.

    – [Dante]Eso explica que consiguieras resistirte a mí.[/Dante]

    – [Mike]Sabes que no había química. Estamos destinados a ser amigos.[/Mike] – replicó. La verdad es que el beso que intercambiamos fue nefasto. En su momento no parecía tan horrible pero en cuanto tuve más experiencia supe que no nos teníamos ningún tipo de ganas. Mike era guapo y tenía buen cuerpo pero no conectábamos en ese aspecto. Aun así me gustaba recordárselo, sabía que yo no había sentido nada especial pero me molestaba un poco que él hubiera sentido lo mismo, no estaba acostumbrado al rechazo. – [Mike]Aunque con lo difícil que es contactar contigo empezaba a dudarlo.[/Mike] – añadió. Mientras estuvo estudiando habíamos tenido poco contacto, en las visitas sobre todo y alguna vez que me sorprendió con una llamada de teléfono, Mike debía de ser una de las pocas personas que conocía a la que no le desagradaba llamar.

    – [Dante]No me gustan mucho las redes sociales ni nada de eso en general. Hasta me he resistido a usar InNight.[/Dante] – comenté. Supongo que tengo que aclarar de qué hablaba por si en el futuro no tenéis ni idea de qué eran esas aplicaciones. InfiniteNight o InNight era la versión de folleteo de una noche de InfiniteLove o InLove, una aplicación para buscar pareja.

    – [Mike]Prefieres ligar cara a cara ¿no?[/Mike] – sonrió.

    – [Dante]Lo otro le quita el misterio y al final te vuelve vago, te quita el esfuerzo.[/Dante] – repliqué disfrutando de volver a una conversación menos profunda. – [Dante]Además, unas fotos y una biografía elaborada no dicen mucho de una persona.[/Dante] – aclaré. Sí, de la vida real podía decirse lo mismo, pero también veías como se movía una persona, como sonreía sin estar posando. Era diferente. Y los escotes y los pantalones ceñidos s era mejor disfrutarlos en directo.

    – [Mike]Quizá sí. Yo la he usado un par de veces en la universidad. Cuando no conocía a nadie.[/Mike] – confesó. Vaya con el Mike ligón, parece que en la Universidad había aprendido también algunas lecciones de la vida, como aprovecharla.

    – [Dante]¿Y ahora qué? ¿No le has echado el ojo a nadie?[/Dante] – le pregunté. Porque sin nada que hacer y en el cuerpo de otro, pocas cosas más hay que hablar que de amores y rolletes intergalácticos.

    – [Mike]No lo sé. Desde luego no tan obvio como tú con Chloe.[/Mike] – replicó, con una sonrisa sarcástica. Se estaba metiendo conmigo con una confianza que casi parecía que no habíamos tenido nulo contacto durante unos años.

    – [Dante]Yo no he hecho nada. Ni siquiera sé de verdad si es mayor de edad.[/Dante] – admití. En el mundo vikingo por suerte no habíamos coincidido y en el tiempo que habíamos estado juntos en la nave habíamos tenido acercamientos y diferencias. Me gustaba su caracter atrevido y su confianza, me gustaba su culo y sus ojos, pero había mantenido las distancias de momento.

    – [Mike]En tu presente no, eso seguro.[/Mike] – le miré de reojo y vi que bromeaba. Iba a darle un puñetazo en el brazo por sorpresa pero luego me di cuenta de que me lo estaría pegando a mí mismo.

    – [Dante]Ya, pero no sabemos si volveremos a esa vida.[/Dante] – respondí. Había que ser prácticos, podíamos quedar atrapados allí para siempre una vez ayudásemos a los Daë o peor, tener que pasar las Pruebas y morir por el camino.

    – [Mike]Ya, pero ¿y si sí? Hay que estar preparados igual.[/Mike] – sinceramente no me apetecía pensarlo. Si volvía a la vida de antes Chloe sería un bebé y pensar siquiera en que eran la misma persona me ponía la carne de gallina.

    – [Dante]Teniendo en cuenta que en el futuro estoy desaparecido, mejor será que me prepare menos y disfrute más del presente.[/Dante] – me pregunté si en el mejor de los casos habría desaparecido por el repelús que me daba conocer a la Chloe bebé.

    – [Mike]No sabes lo que pasará, son conjeturas.[/Mike] – dijo Mike preocupado.

    – [Dante]Todo el mundo sabe lo de Kaylee Echolls aunque nadie lo mencione. O cómo van a acabar todos estos Daë que estamos guiando a ello.[/Dante] – la muerte estaba en nuestro día a día.

    – [Mike]Encontraremos la forma de evitarlo. Somos más, ni siquiera sabemos si tendremos que pasar las Pruebas.[/Mike] – comentó, tratando de agarrarse a un clavo ardiendo. Me conmovió que le preocupara la idea de mi posible muerte inminente. – [Mike]Yo no voy a dejar morir a nadie. Bastante poco podemos hacer ya por la gente de los mundos que visitamos.[/Mike] – ahí estaba el Mike médico por vocación.

    – [Dante]Bueno, si conseguimos que la historia no se vaya a tomar por el culo les habremos quitado una tiranía de encima, podrán vivir como quieran. No está mal tampoco.[/Dante] – dije. Ahora que en Artisan y…como se llamaba, Nara, Naga…Nara, ahora que habían descubierto que el big bad del Soberano aquí era un grupo de personas en una y que ponía a sus otros yo a vigilar los mundos, sabíamos que cuando los Daë terminaran con él y pasaran el marrón a los Moondies, los mundos no tendrían su influencia en el desarrollo de su gente.

    – [Mike]Ya, pero hay muchas cosas en las que podríamos ayudar. [/Mike] – replicó. Me acordé del mundo vikingo, amenazado por esas serpientes marinas cabronas. Incluso sin quien sea que fuera el alter ego de ‘Antailtire’ en ese mundo, estaban bastante jodidos. Y en el mundo en el que habíamos estado los dos, el de la edad media, tenían un problema con los caballeros santos. Si el Cardenal era el alter ego, todavía tenían una mínima opción, pero aun así no sería fácil deshacer la creencia de la gente.

    – [Dante]Preocúpate de menos gente a la vez. No puedes curar el mundo entero.[/Dante]

    – [Mike]Es una pena.[/Mike]

    Se hizo el silencio y nos echamos a reír sin saber muy bien de qué. Simplemente me hizo gracia ser los mismos de siempre, incluso con unos años más de putadas a la espalda.

    – [Dante]Me la has jugado sacando lo de Chloe, pero de ti no has dicho nada.[/Dante] – le recordé.

    – [Mike]Tampoco hay mucho que contar.[/Mike]

    – [Dante]Venga hombre, si esta jodida nave parece un concurso de belleza, no me digas que no hay nadie.[/Dante] – respondí. Literalmente no habría puesto ningún inconveniente si la misión fuera acostarme con cualquiera de la nave con el que no estuviera emparentado o me hubiera criado como a un hijo o hermano. Quien nos hubiera hecho el casting nos había elegido guapos y atractivos.

    – [Mike]Que me atraiga alguien no significa que vaya a encontrar el amor de mi vida.[/Mike] – que práctico era Mike. No es que yo fuera un adalid del romance, pero él era demasiado frío a veces.

    – [Dante]Por algo se empieza.[/Dante]

    – [Mike]Ya…eso sí…[/Mike] – seguí mirándole, esperando mi cotilleo. – [Mike]Sophie, me…atrae bastante.[/Mike] – reconoció.

    – [Dante]Qué calladito lo tenías. ¿Por eso tardasteis tanto en Egipto? ¿Disfrutando del calorcito?[/Dante] – todo esto de visitar otras civilizaciones era una oportunidad idea para el ‘roleplay’. «Oh, mi faraón, yo tu humilde concubina te bañaré sin reparo y sin ropa.»

    – [Mike]No, qué va. No pasó nada, y si hubiera pasado tampoco te lo diría.[/Mike] – me recordó. No lo dudaba. – [Mike]Me gusta pero es muy enigmática. Es tan positiva que siempre pienso que no confía lo suficiente para contar nada más.[/Mike] – Sophie me caía bien, era alegre y como yo nunca había intentado saber más de ella, no me había encontrado con esa idea. Pero sí que era verdad que para haberle robado el disco de su madre, no me había matado nada más verme ni me lanzaba miradas asesinas.

    – [Dante]Pues vete a hablar con ella, pero ahora no. No quiero que ligues estando en mi cuerpo, tengo una reputación que mantener.[/Dante] – le advertí. Lo que hiciera cualquiera de mis partes prefería disfrutarla estando yo en mi cuerpo.

    – [Mike]¿La de un Villiers?[/Mike] – replicó Mike, lanzándome una vieja pulla. De otra persona quizá me lo habría tomado a mal, pero entre nosotros era una forma de tocarme las narices que tenía años.

    – [Dante]Sí, pero en el futuro cuando la gente hable de un Villiers será de mí.[/Dante] – afirmé. O de cualquiera del batallón de medio hermanos que debía tener.

    – [Mike]Ya estamos en el futuro.[/Mike] – respondió, señalando la nave que habíamos convertido en una casa. Una nave que no venía de estos mundos, si no de otro tiempo, del tiempo de Julia. Un misterio dentro de un misterio.

    – [Dante]¿Ves?[/Dante] – dije simplemente.

    Me estiré y evité mirarle a los ojos mientras me preguntaba si Julia sabría algo de lo que me deparaba el futuro y si cuando volviera a mi cuerpo debería hablar con Chloe o mantenerme alejado de ella.

  • PONERSE EN LA PIEL DEL OTRO

    XANDER ECHOLLS

    MAÑANA – LA KVASIR

    Mi primera parada de aquella peculiar mañana fue mi habitación, claro que en aquél momento no caí en la cuenta de que mi ropa le quedaría a Jane como un saco. Así que allí estaba, en mitad de la sala común de la planta principal, en el cuerpo de Jane, con un jersey en el que podría entrar otra persona, la cabeza revuelta con los murmullos de los pensamientos de los demás presentes y una sensación extrañisima de tener que aislarme de la conexión con mi cuerpo para no sentir cada parte de Jane.

    – [Xander]¿Qué habéis hecho?[/Xander] – pregunté mirando a Kaylee. En el último descanso había hecho de las suyas con su magia y la ayuda de Lexie, Sophie y creo que también Idris, así que era la principal sospechosa. Quizá algo había salido mal, porque desde luego esto no era lo que me imaginaba precisamente como una diversión para relajarse.

    -[Cole]A mí no me mires Xander. Soy Cole.[/Cole] – respondió con la voz de Kaylee. Os contaré una cosa, cuando uno ve una película o una serie en la que suplantan a alguien metiéndose en su cuerpo, parece todo muy obvio y resulta raro pensar que no lo descubran, pero al ver Cole allí delante en el cuerpo de Kaylee, con la voz de Kaylee, supe que con que hubiera disimulado un poco y yo no hubiera sido consciente del cambio de cuerpo, habría pasado desapercibido. A veces vemos lo que queremos ver, lo más simple.

    – [Kaylee]¿Por qué tiene que ser culpa mía, Xander?[/Kaylee]- me preguntó Cole…no Kaylee rascándose la barba de Cole. Esperaba que no tuviera que llegar a acostumbrarse al picor. La mera idea de quedarme atrapado en el cuerpo de Jane me horrorizaba, en especial porque cada vez estaba más cerca el momento de ir al baño y cuanto más pensara en ello, más cerca estaría.

    En ese momento entró Owen vestido con una camiseta oscura. – [Amy]¿POR QUÉ ESTÁ EN MI CUERPO?[/Amy] – gritó fulminando la sala con la mirada. Me paré a pensar quién estaba dentro de Owen hasta que vi a Amy llegar detrás de él, bueno de ella.

    – [Owen]¿Pero porque estáis gritando todos?[/Owen] – preguntó Owen rascándose la cabeza. Miró el cuerpo que tenía delante y se sorprendió. -[Owen]Oh, ya veo.[/Owen] – replicó.

    – [Amy]¡SAL DE MI CUERPO![/Amy]- le gritó Amy desde su cuerpo. Reprimí el impulso de echarle la bronca a Owen por hablarle así a mi prima porque era al revés.

    – [Owen]Si supiese cómo, lo haría. Tranquila, no eres mi primera mujer.[/Owen] – Amy iba a responderle pero al escuchar eso se quedó sin palabras. Me pasé una mano por la frente y me sorprendí al ver lo suave que era. Owen se refería a cuando nos habíamos cambiado de cuerpo con nuestros padres siendo pequeños, pero por la forma en lo que lo había dicho…aunque podría haber sido peor.

    – [Jane]Después de la idiotez que acaba de soltar mi hermano, creo que ha llegado el momento de empezar a pensar en solucionar esto[/Jane].- propuso Jane desde mi cuerpo. Llevaba los hombros distendidos y le costaba mantenerse erguida por la diferencia de altura, eso me iba a dar dolor de espalda más tarde.- [Jane]Porque yo confío en Alexander, pero no todas las personas estarán igual de cómodas con su cambio[/Jane]. – me alegró saber que confiaba en mí y me relajé. Entré en conexión con mi cuerpo y fui consciente de cada parte de él. Al notar las diferencias me asusté y volví a concentrarme. Me centré en cómo sonaba mi voz para el resto, era curioso.

    – [Idris]Puedes apostar tus nuevos músculos a que sí.[/Idris] – replicó Elliot, salvo que no era él.  – [Idris]Blanco y menor, tiene huevos la cosa…creo. Por cierto  cuando vayas al baño pon las dos manos.[/Idris] – era Idris, claramente. Le guiñó el ojo a su cuerpo en el que supuse que estaría Elliot si todo seguía una lógica, por llamarlo de alguna manera.

    – [Owen]Fantasma. En vez de eso dile que tenga cuidado y no te la congele.-[/Owen] replicó Owen-Amy tocándose el pelo.

    Vi a otros hablar, pero me costaba escucharles, sus pensamientos se filtraban en mi cabeza y no sabía cómo detenerlo. Era como estar en un submarino que de pronto se ha llenado de filtraciones. Ponía las manos para tapar las que podía pero no dejaban de colarse más y más.

    [Elliot]¿Porque me tiembla todo el cuerpo?[Elliot]. Eso pensaba Elliot en su cabeza. Le miré, estaba temblando de verdad. Llevaba toda su vida sin sentir frío ni calor así que estar en el cuerpo de Idris, que adoraba el frío, debía resultarle abrumador.

    [Xander]Tranquilo, es el choque del cambio, te acostumbrarás. Recuerda que Idris manipula el hielo, así que el frío no te hará daño.[/Xander]. Le aconsejé en su mente, dejándome llevar por puro instinto.

    Vi a Elliot-Idris asentir, tratando de confiar en lo que acababa de decirle.

    – [James]Soy James. ¿Cómo nos ha cambiado esta magia?[/James] – preguntó el chico nuevo desde el cuerpo de Lekwaa. No sabía aún mucho de él porque apenas había cruzado unas palabras. Solo lo que los demás me habían contado, que era un fan de la magia y que su padre había sido parte de Antailtire. Esa última parte me preocupaba, pero si los demás habían confiado en él no iba a ser yo quien dudase. El cuerpo del muchacho pelirrojo estaba al otro lado de la sala, apoyado en una pared, observando en silencio. Allí estaría Lekwaa.

    – [Elle]Parece un hechizo que ha salido mal. O quizás, esa era la intención[/Elle].- escuché la voz de Ezra y ahí sí que pude reconocer quién estaba dentro de su cuerpo. Era mi hermana, reconocería su postura en cualquier parte.

    – [Lexie]A partir de ahora, antes de hablar, tenéis que decir quién mierda sois[/Lexie].- espetó alguien desde el cuerpo de Zahra. Tampoco tuve muchas dudas de quien podía ser, sin duda era Lexie.

    – [Kaylee]Yo soy Kay, pero tú no lo has dicho. Te acabas de ahogar en tus propias normas[/Kaylee].- le replicó Kaylee-Cole guiñándole un ojo. Era una situación muy bizarra.

    – [Noah]Por lo que entiendo nos hemos cambiado por parejas[/Noah]. – teorizó alguien desde el cuerpo de Leo. – [Noah]Soy Noah. Leo es yo.[/Noah] – confirmó. Eso facilitaba un poco las cosas.

    – [Ezra]No todos.-[/Ezra] dijo la voz de mi hermana. Jamás la había visto tan seria como con Ezra en su cuerpo.

    – [Noah]Bueno me refería….ya sabes, a de dos en dos.[/Noah] – aclaró Noah. Vio que Nate le miraba de una forma peculiar y se ruborizó. Al principio pensé que era Lexie pero ella estaba en Zahra, así que me imaginé que era Julia, que casualmente estaba ahora cambiándose de cuarto para compartirlo con él.

    – [Owen]Ahora vengo.-[/Owen] dijo Owen. Amy lo siguió de cerca y volvieron poco tiempo más tarde subiendo por el ascensor. Traía unas pegatinas y un bolígrafo que empezó a repartir. – [Owen]Hola, me llamo Owen y estoy en el cuerpo de Amy.[/Owen] – escribió su nombre y se lo pegó en la ropa, así que el resto hicimos lo mismo.

    Idris escribió algo en el suyo y se lo enseñó a Elliot. Fijé la mirada y vi que ponía «blackface». Elliot se tensó, incómodo. – [Idris]Es broma, no te agobies, te acostumbrarás a ser tan bello.[/Idris] – le dio un codazo amistoso que quedó a la altura de sus costillas.

    – [Elliot]Graci…-[/Elliot] fue a darle la mano y vio unas esquirlas de hielo formándose a su alrededor. Podíamos tener un problema con los poderes de cada uno si no sabíamos controlarlo.

    – [Jane]Lo más sensato es que nos separemos por p…dúos y que intentemos no hacer nada hasta que las aguas vuelvan a su cauce[/Jane].- comentó. Seguía sin acostumbrarme a escuchar mi voz y mucho menos a pensar que era Jane.

    – [Kaylee]Sensato, pero también inútil[/Kaylee].- replicó Kaylee.

    – [Elle]Esta situación nos hace vulnerables. Lo mejor será controlar el cuerpo en el que estamos en la medida de lo posible y, después, revertirlo[/Elle]. – sugirió mi hermana. Estaba siendo muy sensata teniendo en cuenta que el licántropo era algo con lo que podía costarle trabajo lidiar.

    – [Xander]Jane lo dice para que nadie intime demasiado consigo misma.[/Xander] – expliqué, después de captar pensamientos cruzados de todo tipo. – [Xander]Y a mí me vendría bien separarme, hay muchas voces.[/Xander] – expliqué.

    – [Owen]Dejad de mirarme así. Este cuerpo es un templo.-[/Owen] intervino Owen, haciendo que Amy se pasara una mano por la frente.

    En ese momento capté un pensamiento diferente, de una voz que no conocía en absoluto. – [Hector]Debería hablar. Al chico no lo conocen mucho pero sí que hablaba podría levantar sospechas.[/Hector] dijo. – [James]C-como mejor veáis.[/James] – habló la voz de Lekwaa, que supuestamente era James. Me fijé en él mientras él no me miraba y maldije no haber conocido más al nuevo.

    – [Noah]Yo iré a la biblioteca con Leo, a ver si hay algún antecedente. Me vendría bien alguien que sepa magia pero…[/Noah] – propuso Noah. Miró de reojo a Kaylee en el cuerpo de Cole pero daba a entender que le resultaba violento estando en el cuerpo de su hermano.

    – [Owen]Yo voy a ver si desayuno. ¿Algo a lo que atenerme?[/Owen] – preguntó. Amy le miró fijamente como respuesta, iba a ser su sombra.

    – [Ezra]¿Que quieres que haga?.-[Ezra] escuché preguntar a Ezra colocándose al lado de mi hermana, que se recolocaba la ropa, incómoda.

    Los demás siguieron hablando y vi mi cuerpo acercarse a mí de una forma un tanto errática, como si Jane no supiera como colocar los pies. Siempre pensaba demasiado. Pero no pude fijarme mucho porque por el rabillo del ojo seguía vigilando el cuerpo de Lekwaa, llevado por a saber quién.

    Me pregunté muchas cosas. ¿Quién sería? ¿Dónde estaría James entonces? Pero entre tantas dudas había algo que sí que tenía claro. Aquél intercambio no era fruto del azar, alguien trataba de colarse entre nosotros aprovechando la confusión, seguramente el mismo o los mismos que habían entrado en la nave, un grupo de unos cuatro o cinco según Ruby. Tenía que trazar un plan pero éramos muchos y por el momento no podía confiar en nadie.

    Mientras Jane y yo nos alejábamos de la sala para ir hacia su cuarto, aproveché el silencio para pensar. Lo lógico sería asegurarme de que podía confiar en la persona con la que había cambiado. Parecía Jane totalmente, pero no sabía cuánto nos conocían los que estuvieran haciendo esto. Tenía el recurso del poder nuevo de Jane pero no sabía usarlo bien y además no conseguía leer a quien estuviera en mi cuerpo, supuse que por mi poder oculto. Al parecer era inmune a más poderes que el de Jane. Era bueno saberlo, pero en ese momento deseé que no fuera así. Necesitaba ayuda y confiar en alguien y especialmente, quería que ese alguien fuera Jane.

     

  • CAMBIO DE CORAZÓN

    4×09 – A CHANGE OF HEARTS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALLE DE LA CAÍDA, LUNA VILTIS

    En el «Valle de la Caída» como lo llamaban los habitantes de la Luna Viltis había aparecido hacía varios días un refugio excavado en la pared de una ladera. A primera vista nadie era capaz de distinguirlo en aquellas vastas tierras, tal y como pretendían los que lo habían hecho.

    La magia de Violet había horadado la piedra y mantenía ahora oculta también la entrada. De esa manera habían podido permanecer más o menos cerca de la nave estrellada que daba nombre al valle, cerca de aquellos aspirantes a héroes que se interponían en el camino de Antailtire.

    Cinco de los seis miembros de la mano que habían ido a la Luna como parte de su misión estaban allí dentro. – [Asia]Ya han vuelto todos.[/Asia] – indicó Asia, con sus ojos perdidos en la inmensidad de la información que tenía en su cabeza. Cuando la Nave había estado vacía había aprovechado para conectarse al sistema interno de cámaras y había ido monitorizando quiénes entraban y salían hasta que al fin estuvieron todos. Dos más de los que habían identificado anteriormente. – [Asia]Les he escuchado hablar, la llamada Ruby ha descubierto que hemos estado allí.[/Asia] – explicó. – [Asia]Alguien no ha tenido cuidado.[/Asia] – añadió mirando hacia Violet sin disimulo.

    – [Violet]¿Me estás mirando a mí?[/Violet] – le espetó la nigromante. Estaba lista para descargar toda la ira que acumulaba contra aquella mujer mitad máquina.

    – [Jack]Deberíais haber purgado vuestros problemas antes de venir.[/Jack] – comentó Jack sin alzar la mirada, dando vueltas entre los dedos a un rosario.

    – [Snake]No es el momento.[/Snake] – intervino el frío asesino conocido como «The Snake». – [Snake]Hay que prepararlo todo.[/Snake] – añadió.

    – [Hector]Ahriman no está. No sé dónde ha ido.[/Hector] – les recordó Héctor, el enorme caballero del yelmo astado. Ahriman, aquél engendro sacado de las profundidades de Dyavol, se había marchado hacía unos días. No trabajaba en equipo y la mayoría de los presentes agradeció que se fuera. Ya lidiaría Antailtire con él por desobedecer las órdenes.

    – [Jack]»Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos.»[/Jack] – recitó Jack. Violet puso los ojos en blanco como cada vez que citaba su libro santo. – [Jack]Aún así me alegro de que hayamos separado nuestros caminos.[/Jack] – añadió.

    – [Asia]Antailtire lo envió como seguro. Si fallamos, él se encargará.[/Asia] – les corrigió Asia, pese a no estar tampoco demasiado segura. Le costaba admitir que aquél ser pudiera encargarse de algo de lo que los otros cinco, especialmente ella, no pudiera.

    – [Violet]Mi magia no falla.[/Violet] – sentenció Violet.

    – [Asia]Tampoco mi plan.[/Asia] – le replicó Asia. – [Asia]¿Tienes claros los objetivos?[/Asia] – le preguntó, cambiando de tema.

    Violet la observó con desdén. – [Violet]Afectará a todos los de la Nave y todos los de aquí, excepto a mí.[/Violet] – explicó una vez más, como si recitara una lección del colegio. – [Violet]Y los que tenéis que tener claros los objetivos sois vosotros.[/Violet] – añadió. – [Violet]Yo me limitaré a lanzar el conjuro y vosotros tendréis que estar pensando en la persona con la que vais a cambiar.[/Violet] – puntualizó. La magia permitiría sacar el alma misma de cada uno de ellos y traspasarla al cuerpo de otro. Cuando los demás estuvieran allí dentro, llevando caras conocidas, sacarían toda la información que pudieran y acabarían con ellos de manera rápida. Asia había perfeccionado el plan, por mucho que Violet odiara admitirlo, pidiendo que los de allí dentro cambiaran también entre sí, así aprovecharían la confusión para que no les detectaran.

    – [Asia]¿Todos listos?[/Asia] – preguntó. Hector, The Snake y Jack asintieron.

    – [Violet]Eso siempre.[/Violet] – dijo Violet. Los demás se apoyaron cada uno en una columna de metal macizo y Asia ocupó su lugar en la cuarta. Entonces Violet procedió a atarlos a todos uno a uno, de manos y de pies, inmovilizándolos contra las columnas.

    Entonces empezó a recitar unas extrañas palabras y un  halo se alzó desde el mismo suelo cubriendo el refugio y extendiéndose hasta cubrir por completo la nave. – [Violet]Sayonara, baby.[/Violet] – se despidió. Segundos más tarde, las almas empezaron a bailar.


    OWEN Y AMY

    Owen se acercó a Amy, llevaban el suficiente tiempo separados y había muchas cosas de las que hablar, pero Amy no se sentía en ese momento con la fuerza necesaria como para hacerlo. Cuando le vio, buscó la manera de poner una excusa, pero entonces sintió como si su ser, toda su esencia, le fuera arrebatada de su cuerpo. No tuvo tiempo de ver que a Owen le pasaba lo mismo. Le percibió más cerca que nunca, con sus almas orbitando entre sí hasta que algo tiró de ellas de nuevo y las ancló a la tierra, a un cuerpo, solo que esta vez no era el suyo propio. Amy se miró las manos y las notó más grandes, pero mucho antes que eso percibió, o más bien dejó de sentir, a su otro yo. Ya no estaba conectada a la loba, estaba más sola que nunca. Echó a correr hacia la zona común sin dejar tiempo a que Owen fuera consciente de lo que pasaba.

    XANDER Y JANE

    En la cocina, mientras tanto, Xander cocinaba, brindando a Jane de un silencio que necesitaba , no solo en sus oídos si no en su propia cabeza. Ella se afanaba en convertir los pocos productos que tenía a mano en algún postre que le llevase un tiempo, para acallar los recuerdos del hombre que había muerto para que ella tuviera ese nuevo y temible poder. En ese momento ambos sintieron el tirón y sus almas formaron brevemente una esfera brillante en mitad de aquella cocina, hasta que intercambiaron sus cuerpos. Nada más verse en el cuerpo de Jane, Xander tragó saliva y mantuvo la vista al frente, sin saber que hacer.

    JULIA Y NATE

    Julia conversaba con Nate mientras movía sus cosas al cuarto. Ella había propuesto dormir con Nate aunque a ella le habían dicho que podía dormir con Zahra ahora que iba a haber menos espacio y casi todos tenían que compartir habitación. Zahra no parecía entusiasmada y Julia le había ahorrado que nadie invadiese su espacio vital aprovechando para acercarse al silente y gigantesco Nate. Él la sujetó cuando el alma abandonó su cuerpo, pero solo durante unos segundos, el tiempo que tardó en ser arrancado también de su propio cuerpo. Cuando sus esencias se desenredaron, ambos se sorprendieron al estar en el cuerpo del otro y trastabillaron al tratar de levantar sus nuevos físicos del suelo.

    MIKE Y DANTE

    Mike acababa de terminar de revisar una herida en un ala que Dante había sufrido en el rescate del Daë. Aplicó un gel antiséptico en su bíceps secundario y aseguró de que con eso y la rápida curación de Dante fuera suficiente. Aprovechó para hablar con su viejo amigo y tratar de no estar siempre tan distanciado del resto, pero su conversación se vio interrumpida por la extracción de sus almas y el consecuente cambio de cuerpo. Mike comprobó en sus nuevas «carnes», que el antiséptico era lo único que necesitaba.

    JAMES, LEKWAA Y JACK

    James sonreía tímidamente mientras Lekwaa le enseñaba la distribución de la nave. Vera había querido hacerlo pero al ser Lekwaa uno de los más «nuevos» había pensado que era uno de los que mejor podía conocer su experiencia de primera mano. James vio el alma abandonar el cuerpo de Lekwaa y sintió como algo tiraba de la suya propia, pero tardó en hacerlo más que en ninguno. No supo qué le pasaba y se preguntó si tendría algo que ver con ser hijo de quien era, pero sus pensamientos se suspendieron cuando su alma finalmente salió a la luz. Ambas esencias giraron hasta que una tercera, desconocida y de un halo diferente, se unió a ellas. Entonces una de las dos sintió el tirón y fue arrastrada de la nave hasta un cuerpo más lejano, el del conocido simplemente como «Jack«. Las otras dos tomaron posesión de los cuerpos que tenían cerca, sin saber ninguno que el otro, en lugar de la persona que habían tenido enfrente, era ahora Jack.

    CHLOE Y BOWIE

    Chloe parecía animada mientras se llevaba los últimos y escasos objetos personales de Ruby al cuarto de Bowie. Había preferido hacerlo ella misma en contra de lo habitual porque estaba deseando compartir cuarto con alguien con más afinidad y sin duda, su futura cuñada era la mejor candidata, aunque aún no sabía como sería en el pasado. Bowie parecía estar meditando, ajena a todo. A Chloe no dejaba de resultarle extrañatodavía muy robótica. Pero cuando el conjuro las alcanzó, el alma de Bowie salió de su cuerpo igual que la de Chloe, intercambiadas de pronto.

    VERA, LAURA Y THE SNAKE

    Vera y Laura estuvieron a punto de chocarse cuando ésta última salió distraída y apresuradamente de su cuarto. Desde lo que sea que les hubiera pasado, Laura huía del cuarto que compartía con Henry cuando antes y se pasaba el día intentando saber que hacer en aquella nave dejada de la mano de todo. Laura se disculpó con una sonrisa y entonces ambas sintieron el tirón. Pero una tercera esencia, violenta y amenazadora, se colocó entre ellas, reemplazando a una de las dos, que se vio arrastrada al cuerpo inmovilizado del asesino ‘The Snake’, en el refugio en el que estaban las Manos del Pensaer. Una de las dos era uno de los enemigos, pero la otra no lo sabía.

    HENRY, NIALL Y HECTOR

    Henry y Niall coincidieron al salir de los baños de la planta superior, Henry saludó y agachó la mirada mientras se lavaba las manos, sin saber qué decir. Niall agradeció que los baños tuvieran cada uno su intimidad, nunca le habían gustado los urinarios de pared y se alegraba de que en el futuro pudieran haberse extinguido. Henry cedió el paso a Niall y cuando estuvieron fuera de la sala, sus esencias se unieron a una tercera que reemplazó a uno de los dos. Uno de ellos despertó en el cuerpo del gigantesco y fornido Hector, mientras que él tomaba posesión de uno de sus cuerpos. Niall, donde quiera que estuviese, al comprender lo que había pasado, agradeció que hubiera pasado después de ir al baño.

    IDRIS Y ELLIOT

    La carcajada de Idris resonó en la piscina después de un chiste que había sonrojado a Elliot. El muchacho aún recordaba el terror de verse en el agua incapaz de hacer nada y había decidido tratar de mejorar como nadador. Aquella mañana Idris había decidido ir también a darse un chapuzón y al ver a Elliot, había intentado que se soltara un poco y se sintiera menos preocupado. De pronto la esencia de Elliot abandonó su cuerpo, que se hundió en el agua y la de Idris hizo lo mismo, cayendo cerca del borde. Cuando sus espíritus se intercambiaron, Idris abrió la boca y tragó agua. Trató de nadar hacia la superficie y vio una mano conocida ayudarle a salir. Al ver su cuerpo llevado por otro soltó una maldición que reverberó por todas partes.

    LEO Y NOAH

    Leo y Noah estaban sentados en la biblioteca, en el cubículo de estudio de Noah, después haber conseguido hablar con su padre – y su madre a través de éste -. Era cada vez más difícil y más raro hablar con ellos porque para lo que ellos habían sido semanas, pronto meses, en su mundo eran apenas días. Acababan de cortar la comunicación cuando sus espíritus se intercambiaron y Noah se despertó en un mundo que de pronto iba mucho más despacio.

    LEXIE Y ZAHRA

    Alguien le había sugerido a Lexie que intentara hablar con la solitaria Zahra para que se sintiera más cómoda. No sabía a quién demonios había escupido para que le tocara a ella una misión más justo cuando había una pequeña pausa, ni por qué habían pensado en ella concretamente. Quizá era una forma de torturarla o alguien había pensado que como las dos podían cambiar de aspecto ya tenían mucho de lo que hablar. Pues no, estaban en silencio, Zahra no tenía la más remota idea de moda ni de casi nada de lo que Lexie conocía. El único momento en el que se sintió más cercana a ella fue cuando sus cuerpos se intercambiaron y Lexie, ahora como Zahra, se pasó maldiciendo casi media hora.

    ELLE Y EZRA

    Elle estaba sentada en la sala común junto a Ezra. Todavía le resultaba abrumador que su primo de otra realidad, el que había sufrido demasiado en un mundo en guerra y no hablaba apenas con nadie, tuviera confianza con ella como para contarle lo que había pasado en su último viaje. Pero desde luego, agradecía poder sentírse útil y le gustaba tener aquellas conversaciones, Elle nunca tendría demasiados primos. Era algo que tenía la suerte de poder decir, porque con ninguno de ellos tenía mala relación. Ambos se quedaron callados en mitad de su conversación, en la que en los últimos minutos quien más hablaba era Elle, y cuando despertaron ella se sintió extraña y perdida, pero notó que no estaba sola.

    RUBY Y SOPHIE

    Ruby subía las escaleras desde la planta inferior, habiendo terminado ya su entrenamiento matinal. Se encontró con Sophie, que bajaba para salir un rato a disfrutar del exterior y vio que perdía el control de su cuerpo y caía por las escaleras. Ruby la cogió a tiempo, justo antes de que ella misma perdiera el conocimiento. Cuando ambas abrieron los ojos, sus roles habían cambiado.

    KAYLEE Y COLE

    Kaylee y Cole se encontraron en la biblioteca. Kaylee estaba investigando los libros de magia que allí había, en papel y digitalizados, mientras que Cole revisaba los tomos en papel en busca de algo de lo que ni él mismo estaba seguro de querer encontrar, algo sobre su parte demoníaca. Kaylee notó la magia flotar en el aire antes de que sus cuerpos se cambiaran, pero no tuvo tiempo a lanzar un contrahechizo. Ahora estaba en el cuerpo de Cole y tampoco tenía armas para deshacerlo.

    ROBIN Y ASIA

    Robin estaba fuera, sentada sobre la nave, allí donde su magia la había transportado. No sabía aún si su decisión de ir con aquellas personas tenía sentido y si su reino no sufriría por ello. Se había dicho que no pasaría nada, que no podía seguir haciendo oídos sordos a los problemas del mundo mientras su reino estaba en paz, ajeno incluso al paso del tiempo. Supo por los demás que la guerra no era solo cosa de las dos naciones rivales, si no de un ser que estaba detrás de todo, un ser llamado Antailtire. Pensó que su destino era ayudar a aquellas personas a derrotarlo, pero una vez allí, lejos de lo que conocía, se sentía perdida. Su alma abandonó su cuerpo y no encontró una con la que emparejarse hasta que otra llegó, de más lejos. Notó que la arrastraban largo rato hasta que abrió los ojos en un cuerpo extraño. Se dio cuenta al instante de que veía las cosas de forma diferente y su cabeza funcionaba distinta. Estaba atada, junto a otros tres y una mujer frente a ella la miraba con una sonrisa de suficiencia. Sin esperarlo, en sus propios ojos aparecieron unas letras «Violet Death». Trató de leer el resto pero la mujer movió una mano. – [Violet]Ahora duerme, a Asia no le gustaría que juguetearas con sus cacharritos.[/Violet] – y sintió que el sueño la arrastraba.

  • PROMESAS

    IDRIS SOLO-NOVAK ‘DRIZZ’

    TARDE – VALANTIS

    En cuanto Elle aparcó enfrente de una casa vacía y nos bajamos del coche, vi que nos habíamos adentrado en otro mundo, uno que también existía en la Tierra, el mundo de los barrios residenciales que parecían sacados de una película de Tim Burton, pero que en realidad, existía.

    No sé muy bien cuando empezó a pasar, porque no soy ningún experto en historia, pero llegó un punto en el que básicamente los «blancos ricos» formaron sus áreas residenciales para vivir en casas clónicas con su mujer, los dos coches, dos hijos y medio y un perro mientras que en las ciudades se concentraban los barrios «malos«.

    Mientras caminaba al lado de Elle, con Jane y Chloe caminando justo detrás de nosotros, repasé un poco nuestros planes. En el cine al que nos habíamos acercado en los ochenta no habíamos conseguido nada, pero de camino a comer algo Jane había empezado a captar un rumor en las cabezas de la gente que les tenía alarmados. Al parecer en la ciudad de los noventa una chica se había enamorado de su «sombra» y pretendía tratarla como a uno de ellos.

    Todo encajaba bastante bien y no es que tuviéramos muchas pistas más, pero ahora estábamos allí, buscando una aguja en un pajar un pelín más pequeño. Básicamente la imagen mental que había conseguido Jane era la de una chica delgada, de piel clara y melena rubia a lo Reese Witherspoon. Su «sombra» era un tipo vestido con ropas oscuras, piel clara de no ver mucho el sol y pelo estilo melenita de Keanu Reeves. O sea, estábamos buscando el Bangel de aquél mundo.

    – [Elle]Una relación tóxica de manual[/Elle].- comentó Elle cuando escuchó mi comparación.

    – [Idris]No te gusta ninguna de mis ships.[/Idris] – bromeé. Sí, no le faltaba razón, las cosas no se veían en el siglo XXI como en el XX. El mundo era más complejo y enrevesado, a veces en exceso, pero en muchos sentidos, mejor.

    – [Elle]El Janelle sí[/Elle].- replicó ella sonriendo. Me guiñó un ojo que compensó la mirada fulminante de ceja alzada de Jane.

    – [Idris]Esa es imbatible.[/Idris] – repliqué. Evité pensar, cree un lienzo en blanco en mi mente. Lo que pasa que como no sé estarme quieto ni siquiera en mi mente, empecé a pintar en él un perrito. – [Idris]Así que estamos en una peli de Tim Burton. O en el barrio ese de los magos ingleses blancos.[/Idris] – añadí. Mis comparaciones no iban a servir de mucho pero sí para aliviar tensiones de no saber qué coño teníamos que hacer, porque por si todo el lío que habíamos tenido durante casi una semana no había sido suficiente, encima acabábamos de enterarnos de que todos los demás ya habían vuelto.  Eso me tocaba bastante la moral, no es que sea competitivo, es que no me gusta perder. Y os aseguro que a Jane mucho menos.

    – [Chloe]Me recuerda a la peli esta de…¿Iron Man? Esa vieja en la que sale un Pingüino[/Chloe]. – me llevé una mano a la cara al escuchar esa afrenta.

    – [Idris]Le dejaré el trabajo a mi yo futuro.[/Idris] – comenté, tomando nota en mi mente de pagarle una suscripción a InfiniTV a esa muchacha para que viera más cine.

    – [Jane]Hay más mugre en este mundo que en el piso de ‘Being Human'[/Jane]- se quejó Jane mirando hacia un solar en el que habían debido estar unos vagabundos hasta hacía poco. Recordé al malo de la película de acción de Daniel el Travieso que de pequeño siempre me había dado bastante miedo con su comida enlatada y su forma de comerse una manzana con navaja.

    – [Idris]Principios de los noventa, preparaos para la ropa.[/Idris] – bromeé. El cuadro no funcionaba, había empezado a pintar un bosquejo de Elle con ropa de los noventa así que lo rasgué y me centré en bromear, para eso no necesitaba cerebro.

    – [Elle]Aaahora escucha la historia de mi vida…[/Elle]- empezó a cantar Elle mirándome. Una pena que no estuviera allí Nate para vivirlo.

    – [Idris]Televisión de calidad.[/Idris] – repliqué uniéndome a ella. Nos callamos al ver a un grupo de adolescentes pasar cerca de nosotros. Parecía que acababan de salir del Bronx, pero les había dado poco el sol.

    – [Chloe]¿Aquí no hay gente racializada?[/Chloe] – preguntó Chloe. Si para mí los noventa quedaban lejanos, para ella debían ser una reliquia.

    – [Idris]No. Y empiezo a sentirme como el personaje del grupo inclusivo.[/Idris] – bromeé. Elle me dio la mano y seguimos caminando.

    Hice acopio de todo mi conocimiento sobre los noventa en las series y el cine para tratar de hacerme una idea de cómo buscar a los malditos Daë sin nombre, pero volví a divagar acordándome de un traje de Kelly Kapowski, salvo que en lugar de ella estaba Elle.

    – [Jane]Idris, por favor…[/Jane]- se quejó Jane. Mierda, me había visto. Puse mentalmente un cartel delante de aquella Elle a la que le menguaba la ropa como si estuviera en una secadora.

    – [Idris]Estaba haciendo un repaso de cosas famosas de los noventa.[/Idris] – me disculpé. No pude evitar mirar detrás del cartel y encontrarme a Elle agachada mostrando la ropa interior por encima de los vaqueros, era bastante escueta.

    – [Jane]Eso en lo que estás pensando es posterior[/Jane].- aclaró ella apareciendo detrás de mí. Es decir, no físicamente, si no en mi mente. Era un poco extraño pero estábamos teniendo esa conversación en mi cabeza y no de viva voz.

    – [Idris]Bien que lo sabes, ¿eh?[/Idris] – bromeé. Jane se desvaneció y conseguí contener mi imaginación inquieta durante un rato, hasta que vimos una gran iglesia blanca.

    – [Idris]Bueno, a ver, esa Iglesia que parece una secta igual es un buen sitio.[/Idris] – comenté mirándola desde un sitio seguro. Había una gran congregación de gente fuera, algún gran evento.

    – [Elle]El líder te quiere, te quiere a ti…[/Elle] – canturreó Elle. Desde allí tan cerca podía oler su perfume, era como estar en casa, incluso estando a millones de kilómetros.

    – [Idris]Mira, los que van de negro se quedan todos fuera. En la Iglesia se ve solo gente vestida de blanco.[/Idris] – dije agudizando la mirada. No sé qué se celebraba en el interior, pero era solo para los de blanco.

    – [Jane]En este mundo ganaron los nazis, ¿no?[/Jane] – se quejó Jane. Me fijé cuando lo dijo y me di cuenta de que entre los que vestían de blanco apenas había tres o cuatro pares de personas de tez más oscura, mientras que entre los de negro abundaban más. Qué maravilla, la humanidad reinterpretándose en el espacio profundo había conseguido mantener la esclavitud. Me llamó la atención que Jane se diese cuenta antes que yo, como algo bueno quiero decir.

    – [Idris]Es un barrio residencial en los noventa, la segregación ya no está oficialmente pero la sociedad seguía teniendo el veneno que dar a la comunidad negra.[/Idris] – respondí después de meditarlo un poco. No solía hablar a menudo así de serio y no sé si las demás se sorprendieron. Elle me conocía más y se limitó a colocar su mano sobre la mía, sin decir nada.

    Era consciente de que había nacido en un mundo lleno de privilegios y aunque sí que me había afectado el color de mi piel, no era nada comparado con lo que sufrían otros. Por eso empecé a rondar por los barrios desfavorecidos de Louna, para ver con mis propios ojos el «veneno», la droga que mantenía todo como estaba, a los pobres con los pobres, sufriendo miserias y a los demás separados por un muro de fuerzas de seguridad que contenían la «infección» de la pobreza para que no se propagase. El mundo era injusto y sabía que yo no podía ser un defensor de la justicia económica porque vivía con muchas comodidades. De todos nosotros quizá Niall era el único que había pasado más dificultades económicas.

    Nos quedamos esperando y me sobresalté al ver la puerta de la Iglesia abrirse a toda velocidad. Una pareja compuesta por una chica rubia vestida de blanco y una sombra de pelo oscuro vestida de negro salieron perseguidos por una muchedumbre que aumentó al reunirse las sombras con sus «amos«.

     

    – [Idris]Creo que llegamos justo a tiempo.[/Idris] – les dije. Echamos a correr por la calle paralela a la de los muchachos y tratamos de adelantarlos. Llegado un punto entramos en un callejón y vimos que seguían persiguiéndoles. Moví la mano y la humedad del aire descendió hasta convertirse en una escarcha que cubrió el suelo. No duraría mucho, porque el sol pegaba fuerte, pero sí lo suficiente para hacer que algunos de los perseguidores y perseguidoras resbalasen.

    Por desgracia, un grupo había ido por otra de las calles y ahora les cortaba el paso desde el frente.

    – [b]Somete ahora mismo a esa Sombra, niña insolente.[/b] – gritó una mujer cuya ropa blanca estaba rematada por ribetes dorados.

    – [b][i]No, le quiero así.[/i][/b] – dijo la chica colocándose sobre su sombra. Él le susurró algo, impasible y ella negó con la cabeza.

    – [b]Entonces serás sentenciada a vivir una vida solitaria.[/b] – replicó. Murmuró unas palabras y la Sombra de la muchacha profirió un grito. De su piel empezaban a emanar volutas de humo y una de sus manos estaba en llamas. Era como si de pronto el sol hubiese comenzado a hacerle efecto, pero solo a él.

    Antes de darme cuenta siquiera, Elle ya estaba corriendo hacia ellos y cuando llegó, le echó a la Sombra una manta sobre el cuerpo, protegiéndole de los efectos del sol. El corazón me dio un vuelco al verla rodeada de todos esos fanáticos y salí de mi escondite para unirme a ella.

    – [Elle]Cierra los ojos.[/Elle] – me susurró al oído. Tengo que reconocer que tardé un poco en entender sus palabras porque se me había puesto el pelo de punta. No necesité decir nada a Jane y Chloe porque los tenían cerrados, quizá se habían comunicado telepáticamente.

    Los cerré e incluso con ellos cerrados sentí el calor de la luz que emanaba del cuerpo de Elle, cegándolos a todos con un fogonazo. Su mano aferró mi muñeca para que echaramos a correr y la seguí. Para cuando pude abrir los ojos, estábamos corriendo por un callejón, varias calles más allá de la Iglesia. Jane y Chloe iban con nosotros y también los Daë. Sinceramente, sé que no era el momento de pensarlo, pero así, corriendo por esas calles, tapado con una manta, parecía que habíamos rescatado a E.T.

    Llegamos cerca del coche y nos subimos todos bastante apretados. Elle cogió el volante y despegó alejándose de aquél pueblo. No se detuvo hasta estar varias manzanas más allá. Pensé que huiríamos más lejos, pero Elle había sido lista, no podía alejarlos mucho para que los Daë les encontraran.

    Escondimos el coche y encontramos una casa vacía que ocupar, mientras pensábamos y trazábamos un plan. Esa noche supimos algo más de los Daë. Al parecer al llegar a la mayoría de edad todos los «vinculadores» pasaban un rito por el que hacían que sus Sombras les sirvieran para siempre, perdiendo cualquier resto de humanidad que les quedase. Pero ella no podía hacerlo y huyó. No nos dijeron sus nombres, porque temían que alguien los escuchara y a través de ellos, tuviera control sobre ambos, así que lo dejamos estar.

    A la mañana siguiente Jane volvió de peinar la zona con Chloe y trajo buenas noticias. Había captado los pensamientos de la gente hablando de los chicos, pero también de un grupo de extraños al que habían visto en el centro comercial. Así que disimuladamente les acompañamos allí y esperamos a que el Destino se desentrelazase por sí mismo. Me alegró ver a los Daë tan unidos, aceptando a aquellos dos chicos sin familia en la suya, pero también sentí una punzada de pánico al pensar que todos ellos darían sus vidas por salvar esos mundos, incluso aquellos en los que les habían odiado y perseguido.

    Saqué la esfera Daë y la observé durante el camino de vuelta al portal. Si aquella esfera era una promesa de que nosotros también tendríamos que pasar por las Pruebas, no iba a permitir que terminásemos igual. Miré a Elle e hice un juramento conmigo mismo. Si alguien tenía que sacrificarse, no seríamos todos.

  • NO ES MALA IDEA

    EZRA WALKER RAINER

    Terra – Noche

    No resultaba extraño que la magia de Robin pudiera hacerme reaparecer junto a mis compañeros. Alguien que dio la vuelta para ayudarme, en mi mundo seguramente hubiese muerto congelado. Y tuvo la amabilidad de dejar que me quedara con ellas mientras me recuperaba de mis heridas. Me hacia preguntarme si hubiese hecho lo mismo por cualquier otra persona o simplemente percibió que no era ninguna amenaza, que era una buena persona.

    Tenía la impresión de que habían pasado varias semanas, pero estaban tal y como los recordaba antes de la explosión. Iban cubiertos de polvo y tenían las ropas raídas, sin duda estaban pasando por una guerra. Por suerte ninguno parecía herido.

    – [Lekwaa]Si, es él. No es ningún reanimado como los que usa el otro bando.[/Lekwaa] – Les confirmo Lekwaa a Henry y Julia tras echar un vistazo a mi aura, con todo lo que había hecho en el futuro.. pasado… no podía evitar pensar como seria.

    – [Ezra]Lo lamento chicos, me he entretenido por el camino.[/Ezra] – Observe como Julia hacia un gesto obsceno con las manos y note calor en las mejillas, seguramente por el contraste del frío. – [Ezra]Ella es Robin, me ha ayudado a llegar hasta vosotros.[/Ezra]

    – [Robin]Encantada. Espero que tengáis suerte con la misión, pero yo debo irme, mi pueblo me necesita.[/Robin]

    No quería despedirme de ella y hubiese agradecido algo que lo retrasara, pero no precisamente ese destacamento de soldados por tierra  y aire que aparecieron.

    – [Lekwaa]Corred, creen que somos infiltrados de la otra nación.[/Lekwaa] – Echamos a correr sin un rumbo fijo, tampoco sabía donde podríamos escondernos. En mi vida pase muchos años siendo perseguido y no había ningún lugar seguro. Los bosques te hacían demasiado vulnerable y la ciudad era demasiado peligrosa.

    – [Julia]Estoy hasta el…[/Julia] Julia no tuvo tiempo de poder maldecir, una bomba nos corto el paso e hizo volar escombros en nuestra dirección. La otra vez no pude experimentar esto, casi que fue mejor, por uno minutos lo único que podía oír era un zumbido que no dejaba de martillear en la cabeza, al lobo no le gustaba nada.

    – [Lekwaa]Pensábamos que no nos seguirían fuera de sus fronteras.[/Lekwaa] – Nos refugiamos en uno de los edificios que a duras penas se mantenía en pie. Lo único que podíamos oír por encima de nuestras voces eran los aviones, bombas y disparos en la calle, no había ni rastro de vida salvo por nosotros.

    – [Robin]No me había imaginado que esto fuera así.[/Robin] – Robin miraba horrorizada a través de lo que quedaba de una ventana. Quería decirle que todo esto era pasajero, que algún día terminaría. Pero no era así, cuando una guerra termina empieza otra, y luego otra.

    – [Lekwaa]Hay muerte por todas partes, en este bando, en el otro. La guerra solo trae muerte.[/Lekwaa] – Lekwaa se dejo caer contra una pared cerrando los ojos. Apenas lo conocía, en realidad apenas los conocía a todos, pero por como lo había dicho daba la impresión de que había pasado por algo parecido a mi.

    – [Robin]En mi país todo está bien y aquí… aquí nada lo está.-[/Robin] En el tiempo que había pasado con Robin nunca la había visto así. Era una persona alegre por naturaleza, siempre con una sonrisa en la cara, y ahora su rostro era de dolor.

    – [Ezra]Estoy cansado de todo esto.-[/Ezra] Allá donde iba solo había caos y destrucción, empezaba a pensar que nunca tendría esa paz y tranquilidad que viví en el reino de Robin.

    – [Julia]Debes estar molido con los 3 minutos 52 segundos que llevas de guerra.[/Julia]- Añadió Julia. Lekwaa observaba a su alrededor extrañado. Agudice mi oído pero lo único que percibía eran lo disparos de la calle.

    – [Henry]Ezra viene de un futuro en el que llevan años en guerra humanos y supernaturales.- [/Henry] No había mencionado nada de mi pasado a Henry, los demás debían de habérselo contado.

    – [Julia]Qué casualidad.[/Julia]- Se quejo.

    – [Robin]¿Esta guerra lleva mucho tiempo?[/Robin] – El mundo de Robin vivía aislado del resto, era como si vivieran en una burbuja.

    – [Henry]Por la destrucción yo diría que décadas.-[/Henry] Robin se tapa la boca horrorizada. Seguramente estaría pesando que con su poder podría haber terminado con todo esto.

    – [Lekwaa]No hagáis rui…[/Lekwaa]- La advertencia de Lekwaa se vio interrumpida. Una sombra se abalanzo sobre nosotros golpeando a Lekwaa y lanzandolo por los aires. Cuando se reincorporo tenía un arañazo visible en el brazo.

    – [b]He decidido cortar por lo sano esta charla, porque me estabais dando dolor de cabeza.[/b]- Solo alcazaba a ver sus ojos dorados entre la oscuridad de la noche – [b]Mi nombre es Iulia. Normalmente no me presentaría, pero hoy me ha apetecido.[/b]

    – [Henry]Es la Daë que hemos venido a buscar. Julia.-[/Henry] Nos informo Henry.

    – [Julia]¿Qué?[/Julia] – Pregunto Julia. Ya era casualidad que ambas se llamarán igual.

    – [b]Eh… era conmigo.[/b]- La Daë parecía tan confundida como nuestra Julia.

    – [Julia]No, aquí Julia soy yo.[/Julia]- Me puse delante de ella porque como siguiera así se plantaba delante de ella y tendríamos problemas – [Julia]Este es Ezra, este Licua, la de allí Robin y el sosias se llama Henry.[/Julia]

    – [Lekwaa]¿La Dae intenta matarnos?[/Lekwaa] – Lekwaa parecía extrañado, hasta ahora ninguno nos había atacado. – [Lekwaa]¿De qué tenemos que protegerla entonces.[/Lekwaa]

    El estruendo de las armas era cada vez más atronador, las balas golpeaban contra la fachada del edificio. Una bomba cayo sobre el edificio y una pila de escombros sobre la Daë. – [Ezra]De ellos.-[/Ezra]

    – [Julia]Pero es mala.[/Julia]- A mi tampoco me apasionaba la idea, pero si no la ayudábamos tal vez nunca saliéramos de ese mundo.

    – [Robin]Quizás no sea mala. Quizás sea… su naturaleza.[/Robin]- Intento mediar Robin.

    – [Henry]Solo será buena cuando se una al resto de daes.[/Henry]- Tal vez ni siquiera eso. El vinculo de Julia con otra de las Daë le impedía atacar a nadie, pero tal vez en el fondo seguía siendo mala.

    – [Julia]Siempre podemos matarla ahora que está medio muerta y decir que no la hemos encontrado.[/Julia]- Propuso Julia mientras le daba un par de golpes con el pie con cuidado por si estaba fingiendo.

    – [Ezra]La cosas no funcionan así. Si muere los otros dae no podrían llegar a cumplir su misión.-[/Ezra]Todos ellos estaban destinados a morir, pero si faltaba alguno de ellos en ese momento el gran mal al que debían enfrentarse tal vez no fuera erradicado.

    – [Robin]¿Podríamos intentar volver a mi Palacio?[Robin] – Propuso Robin. No me gustaba la idea de poner en peligro a su hermana, pero veía donde quería llegar. Quizás su poder podía ayudar a que no atacara a nadie más.

    – [Lekwaa]Esperad, allí abajo. [/Lekwaa]- Los disparos en la calle habían cesado. Lekwaa señalaba a un grupo que andaba por la calle. Reconocí a la bruja del bosque que nos hechizo con el té de la verdad.

    – [Henry]Son los dae.-[/Henry] La Daë se removió en el suelo, comenzaba a volver en si.

    – [Julia]Lo mejor es dejarla allí tirada y que se la encuentren.[/Julia]- Propuso Julia.- [Julia]Habremos cumplido nuestro cometido y el problema será de otros.[/Julia]

    – [Ezra]Eso… No es mala idea. Ayúdame a cargar con ella.-[/Ezra] Lekwaa la cogió de un brazo y yo del otro. Henry observaba desde una esquina y nos hizo una señal de que se acercaban. La dejamos en mitad de la calle y nos escondimos en un callejón cercano.

    Julia sonrió orgullosa.- [Julia]Soy carne del Mensa.[/Julia]

    Elric se arrodillo frente a Julia para ver como se encontraba. La vampiresa pillo por sorpresa al elfo y lo sobrepaso lanzándose sobre Eleanor. Un campo de fuerza le impidió atacarla, Geraldine estaba pronunciando un encantamiento y los ojos de Julia se iluminaron. La vampiresa cayo de rodillas sobrepasada, su expresión cambio por completo, como si fuera consciente de todo el mal que había causado en esa vida.

    Los Daë le dieron la bienvenida a su nuevo miembro, tras pasar un rato conociéndose un poco más entre ellos y a su nueva incorporación se pusieron de nuevo en camino. El grupo se marcho y y era hora de volver con el nuestro.

     

  • COMPARTIMENTALIZAR

    NOAH ARKKAN

    ESFERA NARA – MAÑANA

    Puede que resulte raro viniendo de mí, pero cuando Cole y Bowie llegaron frente a nosotros cargando un atillo lleno de armas, todo sucedió muy rápido.

    Al parecer mientras entrenaban con su maestra, una de ‘Las Nueve’, la líder la había mandado llamar porque la Daë de ese mundo, Qiu Lanying, que llevaba años con voto de silencio, había reunido las capacidades para usar su poder preguntando a alguna entidad y eso la había llevado a desvelar la verdad sobre la desaparición de niños y niñas en su pueblo. Un asunto que me ponía los pelos de punta cada vez que pensaba en ello.

    – [Bowie]Hemos venido a salvaros[/Bowie].- resumió Bowie. Pese a que aún tenía muchas cosas a las que acostumbrarse de cómo funcionaba el mundo y de sus propias emociones y las del resto, Bowie parecía haber crecido en nuestro tiempo en ese mundo, que ya se contaba por semanas. A veces me preguntaba cuanto tiempo sería para el resto y lo difícil que sería saber nuestras edades cuando todo aquello acabase. Sin ir más lejos, el grupo de Leo había pasado algo menos de una semana en Artisan antes de volver.

    – [Noah]De Qiu Lanying se sabe que cuando rompió el voto de silencio descubrió una verdad que no le habría gustado conocer y supongo que ahí aparecieron los Daë. Así que es ahora nuestro momento.[/Noah] – rememoré, hurgando en los recuerdos de los conocimientos que mi padre había pedido sobre los Daë y las Pruebas. Tampoco era demasiado, fueron cosas que en su día le sirvieron para entender qué papel jugaba Kaylee Echolls y comprender su reencarnación y que a mí me daban algunas pistas como los nombres, el aspecto físico o parte de las historias de algunos. La historia de Qiu orbitaba alrededor de su poder para evitar las mentiras y cómo se enteró así de una verdad que lo cambió todo para ella. En ese momento de su vida conoció a los Daë y ahora lo estábamos presenciando.

    – [Laura]Pues no los veo[/Laura].- comentó Laura. Parecía tener ganas de irse. Estaba claro que todos la teníamos, por mucha comodidad que hubiéramos tenido allí, solo estábamos de paso, pero ella había tenido más dificultades para encajar. Yo tenía a Lexie y mis inquietudes por resolver la misión, Lexie tenía sus ilusiones para intentar pasar el tiempo y Cole y Bowie tenían su aprendizaje en las artes samurai con la maestra Gozen, pero Laura no había tenido nada de eso.

    – [Cole]Tenemos que protegerla mientras llegan. Y a la maestra Gozen.[/Cole] – explicó Cole con evidente preocupación mientras abría el atillo y nos mostraba las armas. Cogió para sí dos «tessen» unos abanicos con cuchillas como Kitana la del Mortal Kombat. Bowie no cogió nada, ya venía con una especie de lanza a la espalda, una yari o una naginata, no sabía distinguirlo bien. La había visto en algún entrenamiento que habían tenido al aire libre y se movía como mi tía Sarah y mi tía Sasha, como si estuviera hecha para combatir.

    – [Lexie]Pareces Mulán[/Lexie].- comentó Lexie. Miró las armas de reojo pero no cogió ninguna. Sabía que era deliberado, Lexie no era una guerrera y tampoco estaba muy cómoda en aquél mundo, en especial con cualquier mención a sus raíces por el lado paterno. Me había propuesto entender su perspectiva, porque la mía había sido muy distinta. Mi madre y mi padre habían estado siempre en mi vida como una figura positiva y eso me había hecho interesarme en mis raíces por ambos lados, la Arkkan y la Rakkthathor, pero su padre había desaparecido de la vida de su madre antes de que naciese y nunca se había molestado en conocerla. Sin haber visto nunca a ese hombre, sentía que le odiaba por ello, por no querer pasar tiempo con alguien tan especial, pero me lo guardaba para mí mismo. Lo importante no era lo que pensara yo de él, si no lo que pensara ella.

    – [Noah]Una pena que no haya dragones.[/Noah] – comenté desviando la atención. Me agaché al lado de las armas y cogí una katana larga, de las que se llevaban a dos manos, como Sephiroth. Cole dijo que era una «nodachi». A mi lado parecía gigantesca y pese a tener fuerza sobrenatural por ser un jötnar, estuve a punto de perder el equilibrio al mover los pies. Cerré los ojos y tomé mi forma Rakkthathor agradeciendo que los trajes de la nave estuvieran hechos de un material elástico que cedía lo suficiente como para adaptarse a mi nuevo tamaño. Así ya fui capaz de mover el arma con soltura.

    – [Lexie]Esto que habéis traído a mí no me interesa. Se lo puede quedar todo Laura[/Lexie].- sentí un nudo al escucharla decir eso. Había esperado que nadie se diera cuenta para que no insistieran en que lo aceptase y ella pasara un mal rato.

    Nadie insistió, pero Cole le dio una sugerencia. – [Cole]Deberías coger al menos una de las pequeñas, por si acaso.[/Cole] – no era un mal consejo, solo para defenderse si alguien se acercaba y no funcionaban sus ilusiones. Pese a todo, a Lexie no le hizo gracia y le miró visiblemente molesta. Cole se limitó a encogerse de hombros, era una persona muy calmada y por suerte había debido entender los motivos que tenía Lexie para ese rechazo.

    – [Bowie]Acabarás muerta y tendremos que cargar con tu cadáver hasta la nave[/Bowie].- dijo Bowie rompiendo el silencio.

    – [Noah]Tenemos que trabajar lo de ser tan directa, Bowie.[/Noah] – intervine. No era un buen momento para estar enfadados entre nosotros. O quizá nadie iba a enfadarse y eran solo mis miedos proyectándose por la ansiedad del combate. El tiempo fue más despacio a mi alrededor mientras meditaba a toda velocidad sobre el miedo que sentía por alejarme de Lexie y meternos de lleno en una situación tan peligrosa, me di cuenta de que era algo que había arrastrado después de cargar con ellos por el bosque, temiendo por sus vidas. Al parecer mi cuerpo y mi espíritu se habían curado de aquello, pero mi mente no.

    – [Bowie]¿Me vas a enseñar a mentir? ¿Mentir es mejor que decir la verdad?[/Bowie] – preguntó sin ningún tono en su voz. No era una reprimenda, si no que le interesaba de verdad saber mi respuesta.

    – [Noah]Eh…no, no, pero a veces la verdad se puede decir más…suave.[/Noah] – traté de explicar. Bowie me recordaba un poco a mi madre, en especial a la que había visto en los recuerdos de mi padre. Seguía siendo una mujer con una personalidad muy distinta y marcada, pero después de nacer Leo había empezado a cambiar un poco, abandonando el muro que tenía a su alrededor después del trauma que había sufrido toda su vida, pero siempre lista para volver a montarlo.

    – [Cole]No tenemos tiempo para esto.[/Cole] – dijo Cole. Laura cogió una de las hojas pequeñas, las que llevaban los y las samurai en el cinto junto a la katana o el arma que llevasen.

    – [Laura]Esto es un error, esto es un error…[/Laura] – repitió con una mano temblorosa, sujetando el arma.

    – [Cole]No ataques, defiende.[/Cole] – Cole trató de ayudarla a tranquilizarse. No tenían que luchar si no querían. Era algo que todos teníamos que tener claro, estábamos en esta misión porque el destino así lo había decidido, pero había que mantener el libre albedrío.

    – [Noah]Iré delante. Vosotros tened mucho cuidado.[/Noah] – les miré una última vez, cruzando mi mirada con la de Lexie. Ella hablaba mucho y dejaba claros muchas veces sus pensamientos, pero trataba de ocultar sus inseguridades. Con esa mirada no pudo hacerlo, supe que ella estaba tan preocupada por mí como yo por ella, pero era algo que ambos teníamos que hacer.

    Eché a correr en dirección al templo, observando todo a mi alrededor y trazando varios planes de contingencia. Se veía una columna de humo saliendo del lugar y varias pequeñas difuminándose a su alrededor. Los niños y la mayoría de los hombres corrían a esconderse en las casas o subían la ladera para refugiarse con los monjes. No tardé en ver siluetas oscuras saliendo del bosque, eran guerreros Oni, los niños y niñas convertidos en asesinos sin emociones ni piedad.

    Me costó concentrarme en correr y mantener bajo control el temblor de las piernas. Desde lo que había pasado, no me sentía tan seguro con mi velocidad. En la Tierra, Xander y yo habíamos sido héroes luchando contra maleantes, vampiros, demonios corrientes y hombres que por la noche eran más bestias que personas. Ninguno de ellos tenía nada que hacer con mi velocidad, pero desde que había llegado a estos mundos había estado a punto de morir dos veces. Tenía más preocupaciones, era más descuidado y había más peligros y más fuertes que yo y mi velocidad.

    Traté de respirar profundamente y concentrarme. Cuando llegué al templo había cuerpos por el suelo, muchos eran guerreros oni, pero otros muchos eran samurai y ‘onna-bugeisha’. Reconocí algunas caras, tres o cuatro de las ‘Nueve’ estaban allí, pero no vi a la maestra Gozen ni a Qiu Lanying.

    Sentí un escalofrío en la espalda y me giré a toda velocidad para detener una katana dirigida hacia mí. Mis brazos, pese a contar con la fuerza de mi cuerpo de demonio, cedieron ante la fuerza del guerrero oni que tenía ante mí. Mantuve la posición y seguí defendiéndome, pero yo mismo sabía que no podría aguantar así. Tal y como lo había descrito, estaba defendiéndome, veía frente a mí a los niños y niñas robados que habían convertido en aquellos seres y no me sentía capaz de darles un final, no era capaz de rendirme y entender que ya habían muerto hacía mucho.

    Al que tenía frente a mí se unieron dos más y traté de aguantar sus golpes uno tras otro. No podría aguantar así mucho más y al final actué por puro instinto, derribando a uno de ellos. Tenía que sobrevivir, no podía acabar muerto allí, en un planeta que no conocía, lejos de toda la gente que quería y arruinando toda posibilidad de salvar nuestros futuros.

    Continué luchando hasta que vi cuatro figuras acercarse hasta mí. Una de ellas se movía de forma fluida cortando a los guerreros con sus abanicos. Pero donde Cole era fluido, Bowie se movía como el viento, manipulando la lanza como si fuera una parte más de su cuerpo que derribaba a los que encontraba por el camino. Henry nos había dicho que según su archivo, en el adn de Bowie habían metido la capacidad de regenerarse además del adn de mi tía Sarah y mi tía Sasha, pero luchaba tan bien que aún no había podido comprobar hasta qué punto funcionaría su poder. No conocía el miedo, al menos de momento. Una parte de mí quiso que no perdiera su inocencia y nunca llegase a experimentar lo que el miedo podía hacerte.

    – [Noah]La Daë está en el templo, luchando con la líder de las Nueve.[/Noah] – mientras luchaba había podido escuchar el sonido del metal contra el metal procedente del interior del templo y había visto sus figuras enfrentadas a través de un ventanal roto. – [Noah]Yo seguiré conteniendo los que pueda pero tienen una velocidad sobrenatural.[/Noah] – su fuerza, su agilidad, su velocidad. Estaban hechos para luchar y no concebían ningún tipo de emoción, eran máquinas de matar perfectas. Sentí náuseas al ver lo que habían hecho con aquellos niños.

    Ellos siguieron hacia el templo pero se detuvieron en la entrada. Los guerreros seguían llegando y no podría con todos, así que retrocedí hasta ellos y vi que Cole estaba agachado sobre el cuerpo de una mujer. Era su maestra, tenía una mancha roja creciente en el torso y sus ojos estaban inyectados en sangre. No le quedaba mucho.

    – [Bowie]Se va a morir[/Bowie].- Bowie también lo sabía y aún no había aprendido a ocultarlo. Quizá era mejor que no lo hiciese, quizá ella tenía razón viviendo así y nosotros éramos los equivocados.

    – [Cole]Maestra Gozen…[/Cole] – la llamó Cole. Al oírle, sus ojos dejaron de estar fijos en el infinito y parecieron mirarle por un instante.

    – [b]Qiu Lanying lo ha descubierto…[/b] – murmuró con una voz tenue. – [b]Nuestra vida, nuestro propósito, ha sido un engaño, todo este tiempo…todo este…la Maestra Masako ha permitido que se lleven los niños para…darnos poder y contentar a los espíritus del bosque…para…preparar una guerra contra occidente.[/b] – explicó con las pocas fuerzas que le quedaban. Los demás no supimos qué responder, no podía hablar por todos, pero parecían tan horrorizados como yo mismo lo estaba. Había entregado niños y niñas para conseguir soldados para una guerra contra otra civilización, para conseguir poder. Había actuado como una salvadora cuando en realidad estaba aliada con los oni.

    – [Cole]Descanse, maestra Gozen. [/Cole] – le dijo Cole, tratando en vano de que guardase sus fuerzas. Los guerreros se acercaban y bajé la pequeña escalinata para detenerlos como pude. Bowie se unió a mí y me sentí como un niño con un palo afilado a su lado.

    – [b]Por eso…mandaba a los soldados atacar a los hombres…para…para que les protegiéramos, para que no se mataran ente sí nuestras naciones, hombre contra hombre y así poder entregar más…más niños.[/b] – la voz de la maestra parecía ir y venir entre sus pensamientos, como si divagara. Debía tener un shock y estaba tratando de procesar todas las mentiras con las que había vivido. Así que la maestra Masako estaba aliada con los oni desde un principio, había creado ataques falsos sobre los hombres para que no fueran a la guerra y así evitaran conflictos dentro de su propia nación, todo para enfrentarse a esa otra civilización de la que apenas había escuchado rumores en mi estancia allí. – [b]Qiu Lanying está…luchando contra ella, pero tiene la fuerza que le han dado los espíritus….[/b] – los nervios volvieron a recorrerme, si perdíamos a la Daë…

    – [Bowie]Sois…malos[/Bowie].- meditó Bowie cuando conseguimos volver junto a ellos.

    La maestra Gozen la miró, consciente. – [b]No lo sabía…la maestra Masako lo ocultó. Si no fuera por Qiu Lanying nunca lo sabríamos…teníamos un enemigo común…[/b] – se estaba disculpando, pero no sabía si ante Bowie o para sí misma. Bowie solo había verbalizado lo que la maestra debía pensar de sí mismos. Aunque no lo supieran, había sido parte de ello y se culparía el resto del tiempo que le quedase de vida.

    – [Cole]No fue culpa suya.[/Cole] – dijo Cole. Debió ser lo último que escuchó la maestra antes de dejar de responder. Él le cerró los ojos y le puso la katana en la mano.

    Sabía el dolor que estaba pasando, pero Cole se limitó a mirarnos y asintió para que entrásemos al templo, teníamos que seguir adelante. El problema vendría cuando nos detuviéramos y tuviéramos tiempo a revivir todo lo que estábamos pasando ahora. En ese instante temí más regresar a la nave que nunca.

    – [Lexie]Estoy tan harta de esta mierda que no os hacéis una idea[/Lexie].- se quejó. En aquél momento mi actitud positiva no tenía nada que hacer. Lexie tenía razón y negarlo no iba a ayudar a que ni ella ni nadie lo llevase mejor.

    – [Noah]Tienes razón.[/Noah] – respondí. Ella me miró, quizá sorprendida, creí verla sonreír ligeramente. – [Noah]Estoy deseando dejar esto atrás.[/Noah] – añadí acercándome hacia el marco de la puerta. Salía un calor sofocante del interior.

    – [Bowie]A veces, hay que hacer cosas que no nos gustan[/Bowie].- respondió Bowie de forma despreocupada. Tampoco le faltaba razón, esto teníamos que pasarlo, no había otra forma de regresar.

    Asentimos y cruzamos todos juntos hacia el interior del templo. Las llamas lo estaban devorando poco a poco, hasta un punto en el que el techo estaba cubierto por el humo. Era una suerte que el lugar fuese alto porque se había concentrado en la parte superior, dejándonos respirar.

    En el centro de la sala había una cruenta batalla entre la maestra Masako y Qiu Lanying. La maestra tenía un aura a su alrededor escalofriante, como si poseyera algún poder espiritual que la hacía más fuerte y más rápida. Qiu Lanying luchaba con ferocidad, pero aprovechando mi poder para ver mejor como sucedía todo, pude ver que su cara estaba en calma, concentrada en el combate y en la magia espiritual que entremezclaba con su arte marcial, nada más. Tanto que quizá no se daba cuenta de que el techo podía ceder sobre ellas.

    – [Cole]El tejado puede derrumbarse si la maestra Masako no acaba con ella antes.[/Cole] – Cole se alzaba frente a nosotros en una posición defensiva. Aquél lugar sofocante a él no le producía inconvenientes, solo le daba más fuerza.

    – [Laura]¿Qué hacemos?[/Laura]- preguntó Laura. Deseé haber tenido más tiempo y menos preocupaciones para poder hablar más con ella. Sin Jane y sin Henry por allí cerca se la veía perdida y sola. Sabía que Lexie había estado con ella pero a veces eso no era suficiente.

    – [Noah]Tenemos que ayudarla…[/Noah] – les dije. Me preparé para ver cómo interponerme entre ambas sin que Qiu ni nadie más saliese dañado. La maestra parecía demasiado fuerte con ese espíritu como para que pudiera derribarla yo solo.

    – [Bowie]No os metáis donde nadie os ha llamado[/Bowie].- me detuvo Bowie.

    – [Noah]No podemos dejar que le pase nada.[/Noah] – respondí. Vi que miraba fijamente a la Daë luchando y volví a observarla.

    – [Bowie]Esta es su lucha, Noah[/Bowie].- puntualizó. Entonces lo vi, tras las heridas y el cansancio, Qiu Lanying era consciente de su situación pero estaba determinada a acabar con esa amenaza. Había creído las mentiras de la maestra y le había dejado su puesto mientras quien sabe cuantos niños y niñas seguían perdiéndose.

    – [Noah]Vale, lo entiendo. Estaré preparado por si el techo cede.[/Noah] – respondí, alerta.

    Observé la lucha junto a los demás, dirigiendo a menudo la mirada a nuestro alrededor. No sé cuanto tiempo pasó, pero para mi fue una eternidad, hasta que Qiu asestó un golpe con su arma que desató una especie de estallido espiritual. La maestra Masako cayó al suelo sin levantarse. Entonces la Daë se fijó en nosotros.

    – [Qiu]¿Quiénes sois? ¿Qué habéis venido a hacer aquí?[/Qiu] – nos preguntó. A medida que las palabras salían de su boca empecé a notar su efecto en mí al igual que lo haría en los demás. Para cuando caí en la cuenta de su poder, ya era tarde.

    – [Noah]Venimos de la Tierra, otro planeta, en el futuro, además, creo…yo soy Noah, ella es Lexie, Laura, Bowie y Cole.[/Noah] – como era el más rápido, fui el primero en responder. Ni nombres en clave ni secretos de ningún tipo, no podía mentir a la Daë ni sabía como controlar lo que salía de mi boca. – [Noah]Llegamos aquí por error intentando salvar nuestro mundo pero los Daesdi nos dieron una misión de ayudar a reunir a los Daë de este tiempo, uno por cada mundo, para detener a un gran mal al que conocemos como El Soberano…[/Noah] – traté de callarme. Se volvió bastante desagradable perder el control de esa manera, era una sensación que no me gustaría volver a repetir.

    – [Qiu]Tengo mucho que hacer aquí[/Qiu].- se giró hacia el cuerpo de la maestra y en ese instante escuché un el sonido de la madera al romperse. Me moví hasta ella y la aparté a tiempo de unos escombros cayendo junto a una gran viga.

    La dejé en el exterior del templo y los demás salieron detrás de nosotros. Estábamos lejos de estar a salvo. Un ejército de aquellos guerreros Oni nos cortaba el camino. Me imaginé por un instante a los «occidentales» a los que Masako quería enfrentarse viendo a aquellos guerreros y huyendo despavoridos, o siendo masacrados sin piedad.

    Había llegado el momento de volver a luchar, pero los guerreros no se movían. Nos miramos, Qiu Lanying dio un paso hacia ellos y se mantuvieron en el sitio. Fue entonces cuando escuché a alguien detrás de nosotros. La maestra Masako estaba cubierta de hollín y heridas ensangrentadas, pero aún se arrastraba. Sus ojos emitían un destello de locura en un mar de poder. Ya no era ella misma, era algo diferente. Se alzó en el aire sobre sus soldados y movió las manos convocando una energía espiritual que alzó a los guerreros que ya habían muerto.

    – [Lexie]Esto no se acaba nunca…[/Lexie] – se quejó Lexie.

    – [b]No sabes lo que has despertado, muchacha.[/b] – hablaba con la boca de la maestra Masako pero no se parecía en nada a su voz. Era casi un coro de voces hablando en sincronía.

    – [Qiu]¿Quién eres? ¿Qué quieres?[/Qiu]- le preguntó Qiu Lanying sin aparentar ningún miedo. Recordé que aquella mujer había guardado silencio durante años para hacer una pregunta a los espíritus.

    – [b]Somos Legión, respondemos a muchos nombres, pero puedes llamarnos Antailtire.[/b] – replicó, también afectada por el poder de Qiu Lanying. – [b]La magia es nuestro reino y con ella cambiamos estos mundos a nuestro placer, sirviendo cada uno un propósito.[/b] – eso signficaba que una de nuestras teorías era cierta, solo que de forma diferente a como lo habíamos imaginado. «Antailtire» se hacía llamar, pero nosotros le habíamos conocido como «El Soberano», al igual que el que habíamos visto en el mundo prehistórico de Rlia. Tenía sentido, con su dominio sobre la magia había cambiado los mundos, pero había dejado partes de sí mismo en cada uno para controlarlo mejor. Eso significaba que «El Soberano» solo era una pequeña parte y que su poder era más del que podíamos imaginar. Tenía que ser él el gran mal al que expulsarían los Daë.

    Parpadeé un par de veces al recorrer la zona con la mirada porque vi un grupo de personas apareciendo por un lateral del templo. Destacaban tanto que los había visto por el rabillo del ojo, pero no me creía que pudieran estar ya allí. Eran los Daë y estaban escuchando lo que ‘Antailtire’ decía. Sin duda ellos sabrían más que nosotros sobre él y todo lo que pudieran sonsacarle sería una ayuda.

    Mientras ellos escuchaban, repasé a sus miembros: Eldric tenía el arco en la mano y su brillante armadura estaba más desgastada pero por su rostro no había pasado el tiempo; Eleanor seguía teniendo el mismo rostro amistoso pero se la veía más madura y por lo menos dos o tres años mayor; Ugg’Krah parecía igual que entonces, salvo porque alguien le había empezado a confeccionar ropa a su medida; junto a Eldric estaba Geraldine, llevaba el pelo suelto y aferraba su cetro preparada para luchar; al lado de Eleanor estaba Rlia, vestida de una forma bastante distinta pero aún con poses que recordaban el lugar del que venía, verla tan cerca de Eleanor me recordó su conversación con mi tía Sarah y me recordó que todos ellos estaban a punto de sufrir; Richard Crane tenía el rostro oculto por su yelmo astado.

    Era increíble que en lo que para nosotros habían sido unas semanas, para ellos hubieran pasado ya años, meses de aventuras, semanas de peligros y días de estar juntos y conocerse mejor. Entre ellos había varios recién llegados: tras Eleanor había un tipo de pelo azul que no podía ser otro que Alastair, eso significaba que el grupo de Xander ya había terminado; una mujer vestida con un collar de oro y piedras resaltando contra su broncínea piel debía ser Na’amah, así que el grupo de Mike también lo había conseguido; el hombre de gabardina marrón sencilla tenía que ser John Rowe, el Daë de Cetus, por lo que el grupo de Kaylee también lo había logrado ya; no vi a la vampiresa Julia, ni a los Daë de Géminis, así que el grupo de Ezra y el de Elle estaban todavía en ello. Solo esperaba que no hubiese complicaciones.

    – [Qiu]¿Cuál es vuestro punto débil?[/Qiu] – volví a escuchar justo a tiempo para ver cómo la mente de Qiu Lanying era tan afilada como su espada. No estaba dándole tiempo a recuperarse y defenderse de su poder, atacaba sin piedad para saber cómo derrotarlo sin necesidad de saber más de todo lo que había hecho a lo largo de todo aquél cúmulo de planetas.

    – [b]El Olvido…[/b] – respondió. Tras pronunciar esas palabras fue como si un chillido rasgase el mundo y una furia espectral salió del cuerpo de la maestra Masako. No hubo tiempo de esperar ni procesar, solo de luchar.

    Los Daë acudieron a la batalla y cerraron filas frente a nosotros. Qiu Lanying se sumó a ellos y luchó contra aquellos espectros y contra los guerreros de los niños que habían perdido. Cole, Bowie y yo pudimos ayudarles también en la medida de nuestras capacidades. Todo terminó cuando Qiu Lanying asistida por el resto de Daë dieron el golpe definitivo a la maestra Masako.

    Después de aquello saludamos a lo lejos a los Daë, que ya tenían sobrada experiencia con nuestros encuentros y hablaron con Qiu Lanying. No sé con exactitud qué le dijeron pero después de ver que la maldad que se había llevado a sus niños se extendía por muchos mundos, creo que sintió que era lo que debía hacer.

    – [Noah]Es hora de volver…a casa.[/Noah] – les dije.

    – [Lexie]Eso no es mi casa. Es una nave[/Lexie]. – replicó Lexie. Entendí su ira, su frustración y su impotencia.

    – [Noah]Lo sé, pero tendrá que servir mientras tanto.[/Noah] – comenté, pasándole un brazo por la cintura mientras nos alejábamos en busca de uno de los altares que nos llevase a la Kvasir.

    Un mundo más que teníamos que dejar atrás, abandonado a su suerte. Solo nos quedaba la esperanza de que les fuera bien, porque nosotros también teníamos unas vidas que recuperar y no podíamos cargar sobre nuestras espaldas los problemas de todos los mundos.

  • HERENCIA DE SANGRE

    JAMES BARNES

    MAÑANA, ESFERA ARTISAN

    Cuando el señor Leo dijo aquél nombre, la señorita Amy fue la primera en reaccionar, pero para cuando ella terminó de explicar que acababa de hablar con él gracias a esa «bola mágica», me alegró poder ayudarles en algo diciendo que yo también conocía a ese hombre, y bastante bien de hecho, aunque nuestra historia tenía algunas complicaciones por el camino.

    Después de charlar hasta entrada la noche, propuse ayudarles a llegar hasta a él a la mañana siguiente. Al ver que la hora de llegada de padre estaba cerca, se lo hice ver y ellos prefirieron irse a la cama. Parecían haber notado mi nerviosismo y agradecí estar solo para cuando llegase.

    Toda la euforia acumulada por conocer a aquellas increíbles personas, comprobar que la magia era tan real como había soñado y poder aportar algo a su senda heroica se desvaneció en cuanto vi el semblante serio de padre cruzando la puerta.

    Había hablado con Ernest y Clara, quizá también con la señora Adelaide. Cuando empezó a hablar con una voz atronadora lo primero que pensé fue en que los demás no le escuchasen. No quería que mis nuevos «amigos» viesen primero esa parte de él, como había estado recientemente en lugar de como había sido casi siempre.

    Escuché y les defendí lo que pude, pero su enfado no iba a menos y llegó un punto en el que mencioné que al día siguiente se irían después de acompañarles a ver al Reverendo Rowe en el que su ira se desbocó. Me prohibió ir con ellos, tener ningún tipo de contacto con John Rowe o que siguieran en nuestra casa un día más.

    Al final su enfado fue remitiendo. Me recordó que el Reverendo Rowe hablaba en su contra, decía que si la fábrica de mi padre tenía tan buenas intenciones, por qué seguía muriéndose de hambre media ciudad, y por qué sus máquinas revolucionarias apenas se veían, ¿a dónde iban de verdad?

    Recuerdo preguntarle a mi padre esas cuestiones porque el Reverendo y yo habíamos sido amigos durante bastantes años. Cuando padre trabajaba, solía pasar tiempo con él, hasta que pasó todo aquello y padre se volvió más cerrado. Cada vez pasaba más tiempo en la fábrica.

    En las últimas semanas había sido peor, especialmente los días en los que le visitaban «los extranjeros». Llevaban ropas extrañas y padre dijo que venían de ‘La Gran Planicie’ para comprar sus máquinas. Pero seguía raro.

    Dormí mal esa noche, di vueltas y me desvelé varias veces, pensando en mi cabeza cómo decirles a los demás que no podía acompañarles y que tampoco podían quedarse. Al final caí rendido y para cuando me despertó el grito del gallo, estaba agotado.

    Tras asearme y hacer las primeras tareas de la mañana mientras se despertaban, me reuní con ellos en el desayuno. Padre se había ido antes incluso de que yo me despertase. Solía irse temprano, pero parecía que ese día un poco más, como si no quisiera verles.

    – [James]No puedo ir con vosotros, padre no lo permitiría.[/James] – dije al cabo de un rato, agachando la mirada hacia mi plato.

    – [Vera]Eres el único que nos puede ayudar.[/Vera] – escuché decir a Vera. No me vi capaz de levantar la mirada y encontrarme su rostro de decepción. Ella me entendía de una forma que hacía tiempo que no hacía nadie.

    Negué con calma. – [James]Padre no quiere que me acerque al Reverendo. Dice que sus ideas se me meterían en la cabeza.[/James] – quizá tenía razón. No era la primera vez que sentía que algo raro pasaba en la fábrica. Había demasiados secretos y la fábrica cada vez era más grande y requería más tiempo de su padre. Sí, ayudaba a la gente dándoles un trabajo, pero era cierto que con máquinas como el tren, podría haber vivido mejor la gente.

    – [Amy]¿Quieres vivir tu vida o la de tu padre? [/Amy]- replicó una voz más seria y grave. La señorita Amy me miraba sin apartar la vista. Ella no conocía normas de etiqueta, era tan natural y tan salvaje que no podía si no envidiarla.

    – [James]No lo conocéis, es duro pero es buen padre. Está solo y solo me tiene a mí.[/James] – le defendí sin ponerme en contra de ellos. Solo quería pacificar, que no pensaran tan mal de él porque…bueno, porque era mi padre. – [James]Es que últimamente, ha cambiado. Si me quedo al final volverá a ser el mismo.[/James] – pensé en voz alta, o quizá lo que quería era convencerme.

    – [Amy]La gente no cambia.[/Amy]- dijo Amy. Vi que el señor Leo la miraba de soslayo.

    – [James]Tengo que intentarlo…[/James] – dije sin saber para quién. Después me quedé pensando. Ellos habían sido buenos conmigo, me habían salvado, habían sido agradables y me habían abierto las puertas a la magia. Y luego estaba Vera, que me comprendía. En ese momento apareció una chispa de resolución, no tenía que hacer todo exactamente como decía padre, en especial si no se enteraba. – [James]Pero intentaré acompañaros. Padre se ha marchado a la fábrica, nadie tiene por qué saberlo.[/James]

    – [Amy]Estás en la cárcel y con miedo.[/Amy]- replicó Amy. Fui testigo de cómo Vera la recriminaba con la mirada, pero esas palabras me hicieron pensar.

    Mientras subía a prepararme como creía que debía ir un aventurero, seguí dándole vueltas. Mi padre siempre decía que él no temía el cambio. ¿Por qué yo sí debía hacerlo? Quizá lo que tenía que hacer era unirme a ellos, si me aceptaban claro, y ver lo que había más allá de esa ciudad.

     

    Vera me dirigió una sonrisa al fijarse en la mochila que me había preparado, pero disimulé para no comprometerme, ni siquiera yo tenía claro aún mi camino. Tras un silencioso viaje en el tren en el que parecía que todos los ojos estaban puestos en mí y cualquiera iba a correr a decirle a padre lo que estaba haciendo, por fin llegamos a la ciudad.

    – [James]Si hay suerte estará en el hospicio. Hace mucho que no le veo.[/James] – les expliqué mientras recorríamos las calles, adentrándonos en la zona menos agradable, en la que el olor a salitre cubría por suerte el de la gente que no se aseaba a diario. Hacía unos años me sentaba con el señor Rowe en el hospicio, ayudándole con los niños más pequeños, pero él siempre se había negado a que fuera a ayudarle cuando iba al puerto, allí había cosas que no quería que viera. Ahora era más peligroso si cabía, por el asesino de…»mujeres de vida dudosa» que rondaba por la zona. – [James]Recoge gente de las calles, niños y niñas sobre todo.[/James] – aclaró. A los demás les ayudaba, pero no quería que cualquier adulto pudiera estar cerca de los niños de los que en muchos casos ya habían abusado. – [James]A veces le ayudaba.[/James] – les comenté. No eran malos tiempos, el Reverendo había sido amigo de mi madre y me había dicho que siempre cuidaría de mí ahora que ella no podía.

    – [Vera]Parece un buen hombre.[/Vera]- meditó en voz alta Vera. Caminaba a mi lado y me sentía extraño al mirarla, nervioso.

    Asentí. Cuando padre me prohibió verle no lo dudé, pero quizá debía haberlo hecho, seguro que el Reverendo solo quería ayudarle. Al final, después de otro rato en silencio, llegamos al hospicio.

    – [Kaylee]Si alguien es muy hipocondríaco, lo mejor es que se quede fuera.[/Kaylee]- propuso Kaylee.- [Kaylee]Por ejemplo, yo.[/Kaylee] – añadió, despejando las dudas. La señorita Kaylee parecía de las tres hermanas la más empática y quizá ver lo que habían sufrido algunos niños y niñas que allí vivían le haría bastante mal.

    – [Leo]Me quedaré contigo, vigilando por si aparecen problemas. O ellos.[/Leo] – dijo el señorito Leo. Entendí que por «ellos» se referían a esos «Daë» a los que estaban ayudando.

    – [Kaylee]Gracias.[/Kaylee]- dijo ella. Se miraron de una forma que envidié y Amy esbozó una cara de asco.

    Los demás bajamos las escaleras. Allí, en aquella gran sala sin decoración de ningún tipo más allá de unas mesas sobrias y desconchadas repletas de niños de todas las clases, sobresalía una figura que se movía de un lado a otro, atendiéndolos, sirviéndoles comida y evitando que se peleasen. Apenas había envejecido un día. – [John]¿James? No puedes ser…[/John] – al verme caminó hacia mí con una sonrisa amplia, entonces se fijó en los demás. – [John]¿Amelia?[/John] – preguntó, mirando a  la señorita Amy.

    – [Amy]Amy.[/Amy] – le corrigió ella, que pese a todo, no parecía incómoda.

    John le sonrió, parecía tan alegre y afable como siempre, como si nada hubiera cambiado. – [John]No sabía que estabas aquí.[/John] – le dijo. – [John]¿James es uno de tus Daë? ¿O de los suyos?[/John] – su mirada se posó sobre mí y me sentí cohibido. Era culpa mía no haber hablado con él desde que padre lo mandó. Si supiera que estaba allí…

    – [James]No, yo…he venido a acompañarles porque le buscaban, pero debo irme, mi padre…[/James] – traté de excusarme, titubeando. Sentí que una mano suave y cálida agarraba la mía y me reconfortó. Era Vera. El corazón se me aceleró y fue como si mi mano de pronto no formase parte de mi cuerpo, pero allí estaba, unida a la suya.

    – [John]No sé qué te habrá contado tu padre, James, pero necesitas ver el mundo con tus propios ojos.[/John] – sus consejos salían de su boca con una voz tan calmada y serena que era difícil sentirse atacado.

    No quería hablar de eso, reconocía mi culpa pero también estaba desobedeciendo directamente a padre. – [John]¿Por qué me buscabais? ¿Necesitais ayuda?[/John] – me miró de reojo, sabía que no estaba cómodo y había cambiado de tema.

    – [Amy]Creemos que eres el Daë que falta.[/Amy] – dijo Amy.

    – [John]¿Yo un Daë? No puede ser. Yo ayudo a la gente que lo necesita, pero…¿salvar el mundo?[/John] – comentó, sorprendido. Me extrañó que supiera lo que era un «Daë», pero si podía hablar con Amy por esa «bola mágica», todo podía ser posible.

    – [Amy]Esa es la definición de Daë.[/Amy] – insistió ella.

    – [John]No soy ningún guerrero ni hechicero.[/John] – replicó el Reverendo. Me resultaba dificil también verlo como un héroe de leyenda. Él era un salvador de la gente de a pie.

    – [Vera]Ni yo.[/Vera]- intervino Vera. Me costó parar a pensar lo «corriente» que era, porque a mis ojos era increíble.

    – [John]¿Han venido con vosotros? Hace unos días que no sé nada de ninguno.[/John] – preguntó, asumí que hablaba de los «Daë» con lo que también debía haber estado comunicándose.

    – [Vera]No, los Daë van por su cuenta.[/Vera]- explicó Vera.- [Vera]Nuestra misión es que se reúnan, pero por lo demás, tienen libre albedrío.[/Vera] – absorbí la información para tratar de colocar todo ese mapa y entenderlo, pero era muy complejo.

    Él se quedó pensativo y nos condujo a través de un pasillo hasta una sala de doble techo en la que el centro estaba despejado y los muebles, cajas con todo tipo de utensilios y camas estaban apartados a los lados. – [John]Si está en mi camino ser un Daë para ayudar a la gente, lo aceptaré de buen grado.[/John] – resumió. Deseé parecerme a él, tener su resolución. Estaba dispuesto a dejar atrás todo lo que conocía, por malo que fuera. – [John]¿Puedo ofreceros algo o tenéis que marchar a continuar vuestra misión?[/John] – preguntó. Me di cuenta de que ya estaba todo hecho, era el final del camino y el momento de que yo mismo decidiera se acercaba. Y no estaba preparado.

    Antes de que nadie pudiera responder las puertas de aquella sala se abrieron de golpe y un hombre al que reconocí al instante se acercó a nosotros como si le rodease una tormenta. – [b]James, vete de aquí ahora mismo. Vuelve a casa.[/b] – dijo mi padre con voz grave.

    Estaba nervioso e incapaz de responder, pero vi a Amy ir hacia un montón de cajas y cuando volvió no era ya una joven de piel pálida si no una loba bípeda que se alzaba en altura sobre cualquiera de los presentes.

    Mi padre la vió y después me miró con los ojos abiertos como platos. – [b]Has llevado monstruos a nuestra casa.[/b] – se acercó a mí sin que pudiera moverme y me agarró del brazo, tirando hacia él.

    – [Vera]Le estás haciendo daño.[/Vera]- Vera había tenido que soltarme la mano del tirón que había dado mi padre y ahora luchaba por separarme de él. Yo me sentía como un muñeco, movido por los hilos que accionaban otros. Amy le enseñó unos dientes afilados como cuchillas.

    Leo y Kaylee atravesaron corriendo las puertas y eso nos dejó a padre y a mí en el centro de mis nuevos amigos. – [Leo]Tened cuidado, no es un humano normal.[/Leo] – vi que Leo tenía una herida en el cuello que ya se estaba cerrando. Kaylee murmuró algo que no alcancé a escuchar y mi padre salió despedido hacia atrás como movido por una ráfaga de viento. Me llevé una mano al brazo, dolorido por su apretón.

    – [b]¡Bruja![/b] – de alguna forma mi padre consiguió pararse en mitad de la sala y a su alrededor el aire pareció crepitar. Escuché un grito cortado y al girarme vi que Kaylee tenía una especie de mordaza hecha con trozos de metal. Leo trató de ayudarla a quitársela pero Amy se lanzó sobre él para atacar.

    No podía ser mi padre el que había hecho eso, no lo concebía. Él que siempre me había hecho desechar la magia, que vivía en un mundo de tecnología y en ese momento estaba reuniendo a su alrededor piezas metálicas. Las piezas ni siquiera eran las mismas, padre tenía la vista fija en ellas y movía los labios haciendo que las piezas tomaran la forma que él quería, hasta engancharse para formar un oso metálico que cargó contra Amy.

     

    Amy empezó a esquivar y luchar contra ese engendro metálico como pudo. Traté de acercarme a padre al ver que se llevaba una mano a la cabeza, como si le doliese o se sintiera desorientado. – [b]No podías haberte quedado tranquilo con tu padre siempre cuidando de ti. Tenías que buscar la magia.[/b] – le había visto enfadado pero nunca tanto. Si me había ocultado esa magia que podía obrar, ¿qué más podía estar ocultando? Me detuve, manteniéndome a distancia. – [b]Mira lo que has hecho.[/b] – rugió.

    – [James]Tú no eres mi padre. ¿Quién eres?[/James] – repliqué, desesperado por una respuesta que me ayudase a gestionar todo eso.

    – [b]Ah sí, soy tu padre, chiquillo. Pero también soy más, muchos y muchas más. Yo soy Legión y estamos en todas partes.[/b] – su voz sonó como si muchas voces se sumaran a la vez. Fragmentos de metal le rodearon formando una especie de armadura.

    – [Vera]¿De quién eres hijo, James? [/Vera]- escuché preguntar a Vera, pero mi mente ya no era capaz de procesarlo.

    Por un momento dejé de oír, solo podía ver a aquél hombre con tanto poder cubierto en su armadura, amenazando a las únicas personas que había podido llamar amigos en mucho tiempo. El Reverendo estaba a sus pies, incapaz de hacer nada mientras mi…mi padre…le apuntaba con una pistola creada con su propia magia.

    Todo parecía ir muy lento, no podía moverme, ni hablar. No escuchaba nada, ni siquiera los gritos de los demás tratando de evitar que matase al Reverendo. Nada hasta que escuché un silbido y vi a mi padre dejando caer el arma. Se agarró la mano con la contraria, mirando atónito una flecha de color brillante clavada en él hasta que se desvaneció. – [Eldric]De la mano que controla todos estos mundos.[/Eldric] – dijo un hombre ataviado con una armadura dorada. Tenía un arco en la mano, un arco precioso, pero sin cuerda. No, no era un hombre, era un…un elfo. Su respuesta parecía ir a Vera. ¿Qué era lo que había preguntado? Ah, sí, de quién era hijo. Ese hombre, ese elfo, parecía saberlo mejor que yo. – [Eldric]Antailtire, el Soberano, el Cardenal, la Reina…una de sus muchas caras.[/Eldric] – sentenció. Vera me miró, sorprendida, los demás también lo estarían cuando tuvieran tiempo para hacerlo, para mi aquellos nombres no significaban nada aún.

    – [b]Somos uno, cosa que vosotros solo podéis soñar.[/b]- padre habló de nuevo, pero ya no con una voz hecha de voces, si no con la voz de una mujer.

    – [Geraldine]¿Sabes lo que más nos gusta a las brujas? El fuego.[/Geraldine]- dijo una mujer de cabello castaño oscuro que blandía un báculo con una gema en la punta. Un círculo de fuego rodeó a mi padre, tan intenso que el metal de su armadura brillaba como si fuera a fundirse.

    – [b]Ya he callado a una bruja antes.[/b] – replicó con la voz con la que siempre le había conocido. Trató de colocar una mordaza a la que acababa de aparecer pero no fue capaz.

    – [Eleanor]Aquí no hay ninguna bruja con mordaza.[/Eleanor]- replicó una joven de cabello rubio. Se la veía muy fuerte físicamente, pero tenía un rostro amable. Había ayudado a Leo a quitarle la mordaza a Kaylee, que ahora se unía a la otra bruja para contraatacar.

    Por primera vez fui consciente de dónde me encontraba. Miré y vi que no solo habían llegado la bruja, el elfo y la guerrera. Había un guerrero sonriente de pelo azul, un caballero de casco astado que blandía una gran espada de aspecto espeluznante, una mujer que en ese momento estaba tomando el aspecto de una leona al igual que Amy tomaba el de una loba, también otra de pelo oscuro y tez broncínea que tenía una mirada maliciosa y por último un gigante hecho de piedra pura. Eran muchos y parecían muy fuertes.

    – [James]Padre, no. Ríndase. Recapacite.[/James] .- le imploré. Él me miró fijamente como si no me conociera.

    – [b]Tu padre ha fallado muchacho, ahora ha sido absorbido y otro cumplirá su función cuando acabemos con vosotros.[/b] – de nuevo esa voz hecha de voces. Sentí la mirada de Vera fija en mí y perdí las fuerzas.

    No sé si sabía cómo iba a acabar aquello, pero dejé de luchar. Sentí el brazo de Vera rodeándome y después un cuerpo más grande colocarse tras nosotros, cubriéndonos. Por encima del hombro vi que era el Reverendo.

    Esperé a que volviese el silencio y cuando lo hizo, me levanté. Corrí hasta mi padre, que estaba tendido en el suelo, sin rastro ya de su armadura más allá de unos trozos de metal aquí y allá.

    – [b]Lo siento hijo…no lo sabía…no…[/b] – sus ojos eran distintos, eran los del padre que había conocido gran parte de mi vida y no últimamente. Parecía confuso y dejaba transmitir la culpa con la que se fustigaba.

    – [James]Padre. Aguante.[/James] – le pedí. Yo mismo sabía que no estaba bien, no tenía ninguna gran herida visible pero toda la fuerza de antes parecía haberle abandonado, como si hubiera sido desconectado del poder que tenía. De hecho, cuanto más tiempo pasaba menos real me parecía su cuerpo. Era como si se estuviera desvaneciendo.

    – [b]Pensé que la…magia sería tu perdición pero…el mal estaba en mí… Ni siquiera sé lo que soy…[/b] – parecía pequeño, nada del hombre serio y fuerte que había conocido. Allí, delante de mí, se enfrentaba a la muerte sin la certeza de qué era.

    – [James]No es culpa suya. Descanse.[/James] – le consolé. Aferré su cuerpo y lloré hasta que se desvaneció en el aire, incluso después. Vera me abrazó no sé durante cuanto tiempo.

    Pasaron las horas mientras trataba de recuperarme. Ninguno de ellos se fue pese a que insistí en que siguieran con su misión sin preocuparse de mí. A fin de cuentas habían guiado al Reverendo con los demás, ya podía irse. Pero no lo hicieron. Esperaron toda la tarde, toda la noche y hasta la mañana siguiente.

    A primera hora el Reverendo vino a hablar conmigo acompañado del elfo llamado Eldric, la bruja llamada Geraldine y la joven guerrera llamada Eleanor. Al parecer mi mundo era uno de muchos que estaban siendo gobernados y controlados por un ser conocido por muchos nombres. Ese ser tenía un poder mágico tan enorme que había moldeado los planetas como había deseado y los controlaba gracias a que podía tomar diferentes formas y podía estar en diferentes lugares a la vez. Pregunté si no sería «Dios», pero ellos negaron con la cabeza incapaces de concebir un dios tan cruel.

    Al final, el Reverendo se despidió de mí y se marchó a cumplir su misión con los demás, a seguir su camino como todos. El resto: Vera, Amy, Leo y Kaylee siguieron esperando, con paciencia, sin presiones. Me acompañaron de vuelta a la granja y esperaron mientras hablaba con Ernest y con Clara, con la señorita Adelaide, con los trabajadores… Y después de eso, esperaron a que enterrase un ataúd vacío pero lleno de mentiras en una ceremonia a la que acudieron muchos de sus trabajadores y conocidos sin saber que ninguno de ellos le conocía de verdad.

    Solo entonces, cuando regresamos a casa, vinieron todos a verme.

    – [Kaylee]Nada de lo que te digamos va a servir de mucho, pero lo siento.[/Kaylee]- escuché decir a Kaylee. No era la primera vez que lo decía y en su voz se notaba que cada una de esas veces, lo sentía.

    – [James]No es culpa vuestra.[/James] – reconocí. Tampoco de los Daë aunque hubieran luchado con él, habían hecho lo que debían. – [James]John y los demás me han hablado de todo. De los mundos. De Antailtire.[/James] – dije sintiendo un escalofrío al pronunciar el nombre por el que se referían a ese ser, a mi padre. – [James]Mi padre era eso, pero a la vez no lo era.[/James] – dije. Ni yo mismo lo entendía, era como si fuera una persona diferente, con su propia mentalidad, pero a la vez formaba parte de aquel…»compendio» como lo habían llamado. Aún tenía que procesarlo y llegar a entenderlo del todo, habían sido un par de días muy largos y notaba la cabeza a punto de estallar.

    – [Vera]¿Qué vas a hacer ahora?[/Vera] – escuché la voz de Vera y deseé que me pudiera reconfortar con la misma facilidad de otras veces, pero aquella herida tardaría más tiempo en sanar, incluso con su ayuda.

    Suspiré profundamente. – [James]No sé quién se hará cargo de la fábrica, pero padre tenía ahorros.[/James] – les expliqué. – [James]Ernest y Clara podrán encargarse de la granja y hacer su vida en ella.[/James] – continué. Era lo mínimo que podía hacer por ellos después de cuidarme toda una vida. – [James]Yo necesito respuestas y aquí no…aquí no las voy a tener.[/James] – admití. Era una resolución a la que me había llevado dos días llegar.

    – [Vera]Puedes…[/Vera]- empezó a decir Vera. La miré y por primera vez tuve ganas de sonreir. Sabía lo que ella quería proponerme pero se preocupaba lo suficiente para no hacerlo.

    – [Kaylee]¿Por qué no te vienes con nosotros?[/Kaylee] – preguntó su hermana Kaylee en su lugar.

    – [James]¿No sería una molestia?[/James] – le respondí. Noté la mirada de Vera fija en mí. – [James]Por lo que sé…mi padre era parte del mal al que os enfrentáis. Y yo…¿y si yo también lo soy?[/James] – era algo que me atribulaba desde que sabía la verdad. ¿Y si me volvía como él o ya lo era? Y de no serlo, ¿qué era?

    – [Kaylee]Lidiaremos con ello en los próximos capítulos.[/Kaylee]- replicó Kaylee con una sonrisa y se giró, como si fuese una actriz mirando al público en el teatro.

    Mi vida tal y como la conocía había llegado a su fin, ahora tenía que descubrir quién iba a ser.

  • GIGANTES

    MIKE SOLO-NOVAK

    Por un puro golpe de suerte tenía a la Daë de ese mundo frente a nosotros. Estaba subida a una especie de altar frente a un un gran grupo de «dioses menores» entre los que nos encontrábamos Niall, yo y nuestra sacerdotisa Sophie. Era una mujer con una tez de color bronce brillante y pelo oscuro como la tinta. Allí, hablando delante de todos los demás, parecía disfrutar de las atenciones de su público. Cuando nos la presentaron parecía una persona agradable, pero hablando de derrocar a la Diosa Hathor frente a aquellas otras personas veía un punto de malicia en su persona. No me extrañó, porque si no recordaba mal el repaso de Noah, Na’amah era la Daë de Libra y sabía equilibrar sus dos personas muy bien.

    Podría decir que habíamos tratado de pasar desapercibidos para no meternos en problemas, pero en nuestra prisa por encontrar a la Daë y el desconocimiento de lo que estaba pasando en ese mundo, nos habíamos metido en una revolución contra nada menos que una demonio pura. Era algo que estaba totalmente fuera de nuestra liga y ni siquiera teníamos otra opción, porque si no salvábamos de esa a la Daë, no habría un hogar al que volver.

    Antes de que empezara el mitin de Na’amah me había puesto en contacto con Nate, al que habían llevado para servir a la diosa junto con Zahra. Era una suerte que no les hubieran encontrado las esferas Daë, porque no habría podido decirme que Hathor estaba enterada de la revolución y planeaba sofocarla de forma tajante.

    Tratamos de trazar un plan en la medida de lo posible, pero la situación estaba en nuestra contra. Encontrando a la Daë habíamos agotado la poca suerte que teníamos disponible. Nate iba a centrarse en encontrarse con Zahra y escapar de ese lugar, así que nosotros teníamos que encargarnos de Na’amah.

    Sophie estaba a mi lado así que me incliné y susurré a su oído evitando que los demás nos escucharan.  – [Mike]Tenemos que intentar hablar con ella a solas.[/Mike] – capté el eco de su agradable perfume con olor a gominola de fresa

    – [Sophie]Lo veo difícil[/Sophie].- replicó ella. Busqué a Niall a nuestro alrededor pero estaba más alejado, sonriendo a las alabanzas de otros «dioses ave» que dudaba que entendiese sin el traductor.

    – [Mike]No tenemos muchas más opciones. Si estalla la guerra no tenemos poder suficiente.[/Mike] – susurré de nuevo. No éramos los más fuertes ni en el ámbito físico ni en el mágico, solo teníamos los poderes de Nate y la magia de Sophie, en la que ella misma no ponía demasiada confianza.

    – [Sophie]Es una líder. Es imposible acercarse a ella[/Sophie]. – tenía razón, estaba rodeada y seguro que barajaban la posibilidad de que alguno de los presentes trabajase para la diosa Hathor. Nosotros teníamos todas las papeletas por ser los recién llegados, así que no nos convenía poner más cosas en nuestra contra, con una demonio pura ya teníamos suficiente.

    Observamos en silencio la escena. Na’amah se mezcló entre los demás y la seguí disimuladamente con la mirada. Después de un largo rato vi que sus ojos se posaban más de una vez en nosotros, en concreto en Sophie. – [Mike]Quizá tú podrías…mejor que yo.[/Mike] – le sugerí. Ella me miró extrañada, pero al cabo de un rato su mirada se cruzó con la de la futura Daë.

    – [Sophie]Me estás pidiendo algo un poco difícil, mi niño.[/Sophie] – reconoció. Tenía toda la razón del mundo, a mi también me habría extrañado que alguien me lo pidiese y todo irradiaba el concepto «objetificación», pero nada más lejos de la realidad, no tenía que conquistarla, solo aprovechar que a ella sí parecía tener ganas de conocerla para revelarle el motivo por el que estábamos allí.

    – [Mike]Lo sé, pero estoy perdido. No se me ocurre nada más.[/Mike] – admití. No tenía madera de líder.

    – [Sophie]¿Crees que yo no?[/Sophie] – replicó con una sonrisa. Me alegro que no se enfadase por la propuesta, una señal clara de que a mí mismo tampoco me había parecido del todo correcta.

    – [Mike]Me transmites más seguridad que la que tengo en mi mismo.[/Mike] – añadí mirándola a los ojos. Su rostro era una absoluta belleza que irradiaba una autoconfianza y una locuacidad que me hacían desear quedarnos hablando hasta tarde en nuestro breve descanso de vuelta en la nave.

    – [Sophie]Suena a excusa para que lo haga yo, pero lo haré.[/Sophie] – respondió alzando una ceja. Le tendí el audífono y ella se dio la vuelta y se deslizó entre la multidud hasta llegar a la Daë.

    Observé su conversación durante un rato que me resultó eterno. Estuve atento cuando la mirada de la Daë se posó en mí y luego en Niall. Sophie hablaba con respeto, alimentando el ego de diosa que tenía aquella demonio que estaba destinada a salvar el mundo.

    Por un momento creí que habíamos llegado a tiempo a avisarla, que saldríamos de allí con ella y evitaríamos esa guerra en ciernes, pero antes de que terminasen de hablar se empezaron a escuchar gritos en la calle. La gente del interior de aquella residencia empezó a salir y los gritos aumentaron. La diosa Hathor ya había lanzado su ataque y allí fuera, entre todos los enemigos, estaría Nate y con suerte, Zahra. Había demasiado puesto sobre los hombros de la suerte.

    – [Sophie]Esto no está saliendo bien.[/Sophie] – dijo ella cuando volvimos a reunirnos.

    – [Mike]¿Ya ha empezado?[/Mike] – pregunté cuando Niall se unió a nosotros. Los demás asintieron y seguimos a la Daë al exterior, donde los gritos se materializaron en una combate abierto entre los dioses menores, la mayoria cambiando a su aspecto teriántropo si es que les daba tiempo, y las fuerzas de la diosa.

    Me quedé paralizado al salir. Había tenido que defenderme en nuestro viaje a Kardas, pero allí había un auténtico derramamiento de sangre. Las fuerzas de la diosa, pese a estar muy entrenadas, caían ante las garras y el poder de los teriántropos y demonios que componían los dioses menores. Pero aun así, su número era mucho mayor y por cada diez que caían, se llevaban a uno de aquellos.

    Na’amah estaba intentando refugiarse del centro del conflicto, usando su magia para defenderse. Durante un instante me pareció que su rostro se tornaba monstruoso, una definición completa y absoluta de la fealdad, pero se desvaneció con un parpadeo.

    Estaban empezando a rodearla, así que nos acercamos a su posición. Era imposible llegar a tiempo de defenderla, teníamos que cruzar el patio sin salir mal parados y ella pese a estar aguantando, se enfrentaba a muchos.

    Entonces ocurrió algo extraño, una alabarda detuvo el golpe de otra arma similar que había estado a punto de golpear a la Daë. Unas manos grandes y fuertes la empuñaban y seguí la trayectoria de unos enormes brazos hasta ver el rostro afable de Nate concentrado en desviar a los guerreros y guerreras.

    En aquél momento tenía demasiadas preocupaciones. Había mucha gente que podía necesitarme allí, pero mi medicina no tenía cabida en ese mundo. Tenía una misión que era muy distinta a la que mi juramento implicaba y me sentía dividido. Traté de ser lógico, no podía cambiar el pasado y tenía que centrar mis esfuerzos a mis compañeros.

    Cruzamos el terreno de combate hasta llegar a Nate y sentí que la suerte estaba de nuestra parte cuando vi a Zahra a su lado, luchando.

    Aun así, la suerte no duraba mucho. El sol, pese a ser mediodía, empezó a oscurecerse. Al principio pensé que sería un eclipse pero al alzar la vista vi que una forma gigantesca orbitaba sobre nosotros cubriendo el sol. Apenas distinguí su aspecto, solo veía una sombra negra como la noche. Parecía una especie de animal alargado con alas de murciélago y cabeza astada, rematada en la parte trasera por tres colas. Supe que era ella, «Hathor», en su aspecto de demonio puro.

    Ahora sí que no teníamos nada que hacer. Algunos dioses habían perdido todo atisbo de valentía al verla sobrevolar la «Ciudad de los Dioses» y ahora corrían despavoridos. La figura emitió un destello que parecía provenir de donde debían estar sus ojos y un templo cercano estalló lanzando una nube de escombro. Sophie consiguió murmurar algo para que un escudo de aire nos protegiera de los trozos de piedra más pequeños, lanzados como balas.

    Sophie se levantó y habló con la Daë. Nos hizo señas para tratar de ir a un lugar seguro y la seguimos, con el infierno desatándose a nuestro alrededor. Traté de no mirar demasiado, ya había visto cosas que me marcarían de por vida, cuantas menos, mejor.

    Recorrimos a toda velocidad el camino principal hasta volver al arco de entrada y nos detuvimos al ver que la refriega había llegado también a la gente de a pie,  una lucha entre los partidarios de los dioses y diosas menores contra los de Hathor. Sus guerreros y guerreras parecían haber recobrado fuerza gracias a su presencia, aunque un brillo fantasmagórico en sus ojos daba a indicar que había algo más.

    Nate iba en la vanguardia tratando de abrir paso pero llegó un punto en el que estábamos rodeados. El ruido de la batalla y los gritos de la gente nos incapacitaban para oír nada más. Y entonces, cuando todo parecía perdido y el desconcierto había superado al miedo, se hizo el silencio a nuestro alrededor.

    Miré hacia arriba y vi el característico verde del fuego que lanzaba la diosa suspendido sobre nosotros, como si se hubiera detenido en el aire. Retrocedió un poco y se disipó con lentitud. Giré la vista a Sophie que me miraba sorprendida, ella no había sido.

    – [Eldric]Hay que ponerse a cubierto.[/Eldric] – indicó aquél hombre de piel blanca como la nieve cubierto con una imponente armadura dorada. Eldric Northwood, los Daë habían llegado. El elfo sostenía en alto una mano al igual que Geraldine, salvo que ésta última tenía un báculo en ella que irradiaba una luz cálida, igual que la del escudo que nos protegía. Entre ambos habían conseguido detener un ataque de la demonio pura, pero no sabía si podrían hacerlo con alguno más.

    Caminamos entre ellos, pero las diferencias entre nosotros cada vez eran más palpables. Al principio eran un grupo unido por una necesidad pero ahora había mucha más confianza entre ellos y también, mucho más poder. Reconocí a Eleanor que caminaba en el centro; a Rlia que había reconocido a Sophie y gracias a eso nos habían rescatado; a Richard al que había conocido en Kardas; el gigante de piedra Ugg’krah iba en la retaguardia; y había uno nuevo, un hombre alto y fuerte, vestido con pieles curtidas y con un llamativo pelo de color azul que era la señal de que los del mundo de Dagrknot ya habían cumplido su misión y estaban seguramente de vuelta. No se me escapó que Na’amah les miraba también con evidente curiosidad.

    Tratamos de no hablar mucho con los Daë, cuanto menos interfiriésemos en su rumbo, mejor. Ellos parecían entender a su manera qué papel jugábamos en su historia, así que cuando llegamos a una enorme roca a las afueras de la ciudad donde guarecernos, nuestros caminos se separaron. Na’amah se quedó con ellos intrigada, y aunque no sabía concretamente cómo iba a seguir su historia, me imaginé que a ese grupo aún le quedaba más tiempo en ese mundo que a nosotros.

    Algo más aliviados, dejamos atrás aquella lucha de titanes sabiendo que en el tiempo en el que estuvieran allí, pasara lo que pasase,  Na’amah decidiría unirse a ellos. Nuestra misión estaba cumplida, ya solo quedaba volver a casa.