Moondale

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  • A LA MIERDA LA EDAD MEDIA

    DANTE VILLIERS

    ESFERA KARDAS – NOCHE

    Sé que no soy un gran seguidor de las leyendas de caballeros, pero aquél mundo apestoso y lleno de enfermedades ganó enteros cuando apareció la sorprendente hija de Ed y Lucy.

    La chica tenía gancho y confianza en sí misma, así que llamó mi atención inmediatamente. Tampoco voy a pecar de casto y puro, la chica tenía un culo que me habría encantado que se sentase en mi cara, pero no era lo único que me intrigaba de ella.

    No había soltado demasiada prenda de lo que pasaba en su futuro, que como mínimo esperaba que fuese dentro de dieciocho años y nueve meses, porque Lucy no había dado ninguna buena noticia antes de irnos.

    Evidentemente, no me hacía mucha gracia la posible implicación de que estaba muerto en su tiempo. En teoría era un misterio mi desaparición, así que eso abría al menos unas cuantas puertas. Pero sinceramente, yo solo quería una vida tranquila. Antes de que apareciera esa loca asesina con las alas de mi madre, jamás me habría metido en esa estúpida misión suicida y podría seguir tranquilamente en mi taller, con mis coches, llegando hasta los noventa y siete años, cuando muriese allí mismo, rodeado de gente guapa y coches impresionantes.

    Y ahora, por si fuera poco estar allí, resultaba que en su tiempo no estaba en Moondale, no estaba en mi taller ni vivía la vida tranquila que quería. Seguramente todo por aquella mierda de destino.

    – [Dante]¿Qué se supone que tenemos que hacer? ¿Llamar a la puerta y hablarle de los Daesdi y su destino? Suena un poco sectario.[/Dante] – me quejé diez minutos después de detenernos delante de la puerta del Daë sin saber cómo «entrarle».

    – [Chloe]¿Tienes una idea mejor?[/Chloe] – preguntó Chloe. La miré fijamente, parecía disfrutar especialmente llevándome la contraria. Estaba acostumbrado a no caerle bien a alguna gente y sinceramente, me importaba tres cojones, pero con ella no parecía ser así.

    – [Dante]Que lo hagas tú. Tiene que ser más fácil que explicar que vienes del futuro y eres la hija de Ed.[/Dante] – admití. No había hecho un mal resumen en sus primeros cinco minutos teniendo en cuenta que desde entonces no había hablado de nada importante del futuro que no fueran tendencias.

    – [Chloe]Hazlo tú, no te jode.[/Chloe]- replicó cruzándose de brazos. Miré a Ruby de reojo y ella alzó una ceja, confirmando que sabía todo lo que pasaba por la punta de mi varita mágica, vamos, de mi polla. ¿Pensábais que no iba a escribir polla? Es mi diario, no un puto best seller. Si queréis algo más fino os vais a la enciclopedia de Noah o al libro de desamores de Xander.

    Íbamos a seguir discutiendo seguramente, pero mi hermano había cogido rápido nuestra dinámica y ya estaba delante de la puerta, llamando con los nudillos en la madera.

    – [Cole]¿Richard Crane?[/Cole] – preguntó cuando el bicharraco cruzó el umbral de la puerta. Era un tipo alto y fuerte, con cara de pocos amigos y una barba que le daba ese aire de licántropo salvaje. No miré a Ruby, a esas alturas ya lo sabría.

    El grandote nos miró fijamente con unos ojos ambarinos. Tenía más pinta de lobo que otros licántropos que había conocido y me pregunté si eso significaba que me iba el furry. – [b]No parecéis de la Hermandad, pero tampoco sé qué hacéis aquí.[/b] – sentenció. Parecía que no le hacía ni puñetera gracia tener a un grupo de extraños en su jardín y empaticé rápido.

    – [Chloe]Richard, vengo del futuro para decirte que si no nos ayudas se va todo a tomar por culo.[/Chloe]- Chloe se acercó, parecía muy pequeña comparada con él. Me di cuenta en ese momento de lo menuda que era.- [Chloe]Eres el elegido. Tú te enfrentarás a las tinieblas con la ayuda de la espada de La Luz y…[/Chloe] – ahí ya desbarró un poco. No sabía si se estaba quedando conmigo por lo que había dicho antes o simplemente estaba quedándose con el Daë. Fuera como fuese, cada segundo que pasaba me gustaba más la muchacha.

    Ruby le tapó la boca y tuve una microfantasía que me hizo pensar si sabía en qué estaba pensando exactamente además de saber que estaba caliente. Esperaba que no, mi mente contiene desnudos más que parciales y escenas de sexo, además de violencia ocasional. Básicamente la HBO que había cuando éramos pequeños y ahora era InfiniTVx.- [Ruby]Necesitamos tu ayuda. Por favor. Es importante.[/Ruby] – le pidió. No tenía muy claro si nosotros necesitábamos su ayuda o él la nuestra. Los Daesdi no eran los jefes más claros del mundo.

    – [b]Si os persigue la Hermandad, aquí estáis a salvo, pero no podéis quedaros mucho tiempo. Prefiero estar solo.[/b] – no era una bienvenida muy cálida, era todo un solitario. Entró a la casa y dejó la puerta abierta para que pasáramos.

    – [Cole]No necesitamos quedarnos mucho tiempo. Creemos que la Hermandad te busca y queremos ayudarte a defenderte.[/Cole] – mi hermano iba a saco. No sé si había decidido ser parte de aquella misión a la que nunca nos habíamos ofrecido o tenía ganas de salir de aquél mundo. Teniendo en cuenta que personificaba todo el odio que había vivido alguna vez, tenía pinta de ser la segunda.

    – [Richard]No han venido a por mí en casi un año. ¿Por qué ahora?[/Richard] – preguntó, sentándose en una silla de madera para beber algo de una jarra que parecía sacada del set de Juego de Tronos.

    – [Dante]Porque se supone que vas a salvar este mundo de la mierda que lo gobierna. Profecías y bla bla. Tenemos que cuidar de ti para que puedas cumplirla.[/Dante] – resumí. No había tiempo para tonterías ni miedos a cambiar el futuro. Si ya estaba decidido, que más da, tocaba conseguir que se uniese a los otros Daë e irnos de allí. Tan sencillo como eso.

    Mientras los demás aclaraban todo y le explicaban las cosas con mucho más cuidado y sin spoiler, yo me dediqué a curiosear su casa. No tenía muchas cosas y me pregunté como demonios se entretenía todo el día. Supuse que cascándosela como un mono, porque había poco más que hacer. Aunque ya podía echarle imaginación, que pena de mundo sin fotos de gente desnuda a mano. Igual salía por las noches como licántropo y echaba una cana al aire en posición perrito. No sabía mucho de los licántropos más allá de MacLeod, la madre de Idris, Amy, Leo y ahora Ezra.

    Después de un rato perdido en mis pensamientos y alguna que otra fantasía, vi que tenía una esfera de cristal como las nuestras colocada en una estantería, cerca de un expositor de armas donde tenía una enorme espada. Eso me hizo pensar, era él quien le había dado a mi padre la Espada del Caos, pero aparentemente, todavía no la tenía. Tampoco vi el escudo, pero sí el yelmo.

    No sé cuánto tiempo pasamos allí. Dormimos como pudimos en el espacio que había, por desgracia sin que se cumpliera ninguna de mis fantasías en las que me visitaba cualquiera de los presentes que no fuera Cole.

    No dormí demasiado bien, mi cabeza estaba muy activa y me encontraba inquieto, quizá por la falta de relax que me proporcionaba el sexo. Salí al exterior. Hacía fresco, pero podía ver las estrellas perfectamente.

    Estiré las alas y me subí al tejado para coger impulso para dar una vuelta volando. El bosque en el que estaba la aldea de los teriántropos era enorme y apenas se distinguían algunas luces. En el castillo, sin embargo, visible a lo lejos, se veían continuamente unos braseros blancos encendidos.

    Cuando ya empezó a darme frío, volví a bajar a la casa. Esta vez había alguien más en la puerta. Descendí poco a poco y vi que era Chloe, así que decidí aterrizar con toda la elegancia que pudiera. Me encantaba lucir mis alas.

    Ella me observó. – [Dante]¿No puedes dormir?[/Dante] – le pregunté. Tenía una postura que parecía la de una adolescente de una de esas pelis viejas de los noventa, solo le faltaba fumar, pero eso ya era solo cosa de viejos. A nadie le gustaba que le echasen un humo apestoso y mortal en la cara.

    – [Chloe]La cama es de paja.[/Chloe]- suspiró. Conociendo a Ed y Lucy, la chica tendría la mejor habitación de la granja y las mejores modas de su madre. Me fijé en que llevaba una camisa blanca larga que alguien bastante más grande que ella debía haberle prestado. Por desgracia aquél mundo no era la «sexy Edad Media» y llevaba algo más debajo. Lo que sí quedaba al descubierto eran sus largas y sugerentes piernas.

    – [Dante]Mal momento para el chiste, ¿no?[/Dante] – bromeé mirándola. Aquello no era el exterior de un club, pero viendo que quedaba mucho para poder volver a uno, era lo más parecido que tenía.

    – [Chloe]Si quieres dar mazo de cringe: puedes hacerlo.[/Chloe]- replicó sin apartar la mirada de mí, sonriendo. Me llamó la atención su forma de hablar.

    – [Dante]Me importa más bien poco lo que pueda pensar la gente.[/Dante] – resumí. Había intentado que esa se convirtiese en mi filosofía de vida. – [Dante]Me gusta el sexo y hago bromas de sexo. También me gusta comer y no veo a nadie escandalizado.[/Dante] – añadí. Con el sexo había muchos tabús y era una soberana gilipollez, si te gusta alguien y a ese alguien le gustas, no pasa nada por hacerlo como animales. No veía el problema y el único inconveniente que me había encontrado es que a veces me habían entrado tanto chicos como chicas, especialmente chicos la verdad, suponiendo que mi respuesta era un sí. Todavía había gente que no había aprendido lo básico y presuponían que era un chico fácil. Aun así me divertía mandar a esa gente a tomar por el culo e imaginarme que no tendrían un polvo en condiciones en toda su vida.

    – [Chloe]Pues haz bromas sobre berenjenas.[/Chloe]- replicó ella, estuve a punto de hacer una, pero era un chiste que había escuchado a un cliente del taller y no me convencía mucho.

    – [Dante]A nadie le gustan las berenjenas.[/Dante] – toda mi vida había asumido que eso no podía ser comestible, pero en casa de las Echolls se empeñaban en ponerlas de vez en cuando.

    – [Chloe]A mi madre sí.[/Chloe]- dijo ella, soltando una carcajada. Alcé una ceja, evitando el comentario. – [Chloe]Puedes venir a…[/Chloe]- se quedó callada de sopetón. No tenía suficiente creatividad como para imaginar qué iba a decirme. – [Chloe]Se me olvidaba que hace veinte años que ocurrió esta conversación[/Chloe] – sentenció.

    – [Dante]¿Y acabó bien?[/Dante] – le seguí el rollo, porque todo eso de líneas temporales y viajes en el tiempo me daba dolor de cabeza desde los tiempos de Trunks.

    – [Chloe]Qué va. El tío se muere.[/Chloe]

    Aquello fue como un puñetazo en los huevos. Eso de «deja un bonito cadáver» era una frase de mierda, deja un cadáver viejo y arrugado después de un siglo de vivir como te gusta.

    – [Chloe]Hey, que era broma.[/Chloe]- debió notarme preocupado, porque se acercó a mí.

    – [Dante]Solo quería vivir tranquilo.[/Dante] – normalmente no solía hablar de esas cosas. Me las guardaba para mí, pero viniendo del futuro supuse que ya sabía lo suficiente. Que no tenía sentido ocultarlo. – [Dante]Y mira.[/Dante] – perdido en el puto culo del universo.

    – [Chloe]Tío, que no te tienes por qué morir.[/Chloe]- insistió. – [Chloe]Que yo no te conozca solo implica que yo no te conozco. No te ralles.[/Chloe] – estaba tan cerca que capté un aroma tenue a melocotón. Me apetecía besarla, pero había una duda que tenía que resolver antes.

    – [Dante]Tengo que preguntarte algo importante.[/Dante] – pregunté, simulando estar serio.

    – [Chloe]¿Y eso? [/Chloe]

    – [Dante]¿Ya tienes dieciocho?[/Dante]

    Le sonreí y ella me respondió con un puñetazo, pero se echó a reír. – [Chloe]¿En serio?[/Chloe]

    – [Dante]Me tomo muy en serio las leyes.[/Dante] – al menos algunas.

    Ella parecía estar divirtiéndose mucho. – [Chloe]¿Pero es que estás ligando conmigo?[/Chloe] – preguntó.

    – [Dante]Posiblemente. Salvo que me digas que no lo haga.[/Dante] – una de las principales leyes que no se me ocurriría no respetar. Mi padre era un imbécil, pero cuando era pequeño había una cosa por la que le idolatraba. En casa no se hablaba mucho de ello, pero cuando escaseaban los malos sobrenaturales, él se escapaba de noche y les daba el susto de su vida a violadores, maltratadores y demás carroña. Recuerdo escuchar a mi madre reñirle cuando se pasó con uno y lo mandó a urgencias, pero incluso ella podía entender sus motivos. Esa forma de pensar era una de las cosas que no me molestaba compartir con él.

    – [Chloe]Preferiría que no te enamoraras de mí.[/Chloe]- dijo ella, pensativa.- [Chloe]No podrías soportar los veinte años que nos separan.[/Chloe] – añadió. Estaba claro que aún no me conocía lo bastante. Aunque razón no le faltaba, la realidad de volver a la Tierra y encontrarme con que era un bebé sería suficiente como para que se me quitasen todas las ganas. Pero allí no era capaz de imaginarme eso como algo real, ella estaba allí, bien crecida. Ni siquiera sabía si volvería vivo a la Tierra.

    – [Dante]Eso no es un no. ¿Y quién ha hablado de amor?[/Dante]

    – [Chloe]Porque sé lo que pasa con los tíos como tú y las tías como yo.[/Chloe]

    – [Dante]Yo estoy deseando averiguarlo.[/Dante]

    – [Chloe]Prométeme que no te vas a enamorar.[/Chloe]

    – [Dante]No ha nacido persona que haga que me enamore[/Dante]

    – [Chloe]Es que yo no he nacido aún.[/Chloe]

    – [Dante]Cierto.[/Dante]

    – [Chloe]Bueno, me voy a dormir.[/Chloe]- pasó por mi lado y me dio una palmada en el culo, con bastante fuerza.

    – [Dante]¿Te acompaño?[/Dante] – pregunté sonriendo.

    – [Chloe]Prefiero que siga siendo un colchón de paja en singular y no en plural.[/Chloe]- me lanzó un beso y me pregunté si el subidón que tenía sería capaz de despertar a Ruby de su sueño.

    La miré alejarse, fantaseando con que aquella camisa le quedara un poco más corta. Aún no me había respondido a si era mayor de edad y parecía que le hacía gracia dejarme con la duda. Bueno, a partir de diecisiete y medio también era casi bien, ¿no?

    Volví a volar para contener las ganas de darle como un mono y allí, en la oscuridad y tranquilidad del cielo, vi una nueva hilera de luces blancas que perturbaban el entorno.

    Me acerqué un poco más y distinguí que eran antorchas. Me sentí con el la peli aquella del ‘Guerrero Número 13‘ que tanto le gustaba a mi madre, principalmente por el vikingo. La Hermandad de Tauro había salido del castillo y se dirigía hacia el gran bosque en el que estaban los licántropos.

    Me detuve, manteniéndome en la posición, pensativo. Aquella gente no nos había dado cobijo y no era de nuestra incumbencia. Nuestra misión era proteger al Daë y por lo que había dicho, aquél territorio era sagrado para la Hermandad y no podían combatir sobre él, así que allí estaba a salvo, pero si hacíamos el loco y salíamos a defender a los demás, lo pondríamos todo en riesgo.

    Así que lo sensato era esperar allí a los otros Daë y que el pueblo de gente animal se defendiera como había hecho hasta entonces. Pero claro, si hubiéramos sido sensatos, probablemente no estaríais leyendo este diario.

    Volví volando y desperté a los demás, esperando que alguno me dijese que lo mejor era quedarnos allí sentados y seguros. Pero el único que lo hizo, fue el Daë. Tenía cojones que el que no quisiera luchar fuera al que teníamos que convencer para que siguiera su Destino. Nadie nos lo iba a poner fácil, estaba claro.

    La mayor parte del tiempo me quedé observando a mi hermano, Ruby y Chloe. Se vistieron a toda velocidad, cogieron sus cosas y no pararon hasta infundir en el Daë unas fuerzas que resultaban contagiosas.

    El tal Richard se colocó delante de nosotros esa tremenda armadura de caballero, rematada con el yelmo de toro y un largo mandoble que ya había notado cuando se cambió de ropa. Si no soy un Rakkthathor por qué tengo este percutor. No en serio, el de los Rakkthator acomplejaba, pero el del Daë tampoco estaba mal. Eso sí, Chloe tenía mucho mejor culo, incomparable.

    Os voy a ahorrar un poco todo, porque sin música épica y un plano a cámara lenta de los cinco saliendo de la casa del Daë cerrando la puerta y comprobando que estuviera cerrada en lugar de haciéndola explotar a nuestras espaldas, no era igual de interesante.

    Llegamos a la Hermandad antes de que llegasen a la aldea. En mitad de la noche, ya estaban peleando contra licántropos apostados en la frontera. Nos unimos a ellos y tampoco voy a entrar en detalles. Los combates de espadas nunca me habían llamado la atención, si hubieran sido a lo Mad Max, quizá os lo hubiera narrado. Pero no, así que dejaré que os lo imaginéis dejando algunos puntos clave para no olvidarme de cómo fue.

    A ver: había barro; los de la Hermandad peleaban como demonios; los lican caían como moscas; Chloe era hechicera como el padre y no se le daba nada mal ; Ruby peleaba como Xena fusionada con una estrella pop, robó la espada de uno de ellos y repartía tajos de una forma bestial; el Daë tenía pinta de haber sido el mejor de aquellos caballeros, porque les estaba dando una paliza; mi hermano peleaba con lo que tenía a mano, porque de noche no era su mejor momento, se le notaba la influencia del tío Hiroshi porque se movía diferente, pero no se había transformado, a esas alturas a Cole aún le importaba lo que pudieran llamarle; y yo pues nada, tuve un momento de lucidez en el que volé ante ellos y se detuvieron momentáneamente tomándome por un ángel, pero tardaron poco en darse cuenta de que era todo postureo. Pese a todo, íbamos perdiendo, los pocos de la aldea que estaban por allí no ayudaban mucho contra las armas mágicas de la Hermandad y aquello no remontó hasta que apareció allí un grupo variopinto de gente que tenía «Daë» tatuado en la frente. Salvaron el día, Richard tenía un impasible rostro de emoción neutral y se unió a ellos, que se fueron por otro camino. Conté cuatro, así que al menos los nuestros debían haber estado en otros cuatro mundos.

    Antes de irse por su camino, el elfo que tenía que ser sabio por lo que decía la ficción (gracias a dios cumplía con el cliché y no era un elfo cortito) nos dijo hacia dónde teníamos que ir y que allí nos esperaban unos cuantos de nuestro grupo de perdidos en el espacio.

    Richard nos dejó las llaves de su garito y aprovechamos para echar un sueño esa misma noche antes de irnos. Volví a intentar un acercamiento a Chloe, pero volvió a dejarme a cuadros igual que el resto de veces. Lo que tenía claro y me daba esperanzas era una cosa, menos de diecisiete no podía tener.

  • MALA ELECCION DE PALABRAS

    NATE «NIALL» ALLEN

    ESFERA DAONNA

    Debía de existir algún modo de viajar más seguro que este porque estaba empezando a estar cansado de salir volando por los aires y aterrizar con el culo o hacer la croqueta por el suelo. Seguro que los demás eran mejores en esto y aterrizaban hincando la rodilla en el suelo como los superhéroes.

    Al menos el suelo estaba más mullido por una cantidad ridícula de vegetación. Cuando eche un vistazo alrededor era lo mismo, vegetación por todos lados apenas se alcanzaba a ver algo más allá de dos metros.

    Me moví junto a Mike intentando buscar un sendero o camino que pudiéramos usar para movernos sin extraviarnos mucho. Algo cerca de nosotros comenzó a moverse entre la vegetación, solo esperaba que no fuera otro licántropo o machirulos con armadura porque no tenía más ganas de correr. De entre la maleza aparecieron Sophie y Kaylee las cuales iban agarradas del brazo para no caerse entre tantos matorrales.  [Sophie]- ¿Pero qué hacen ustedes aquí?[/Sophie]

    – [Mike]¿Dónde es aquí, exactamente?[/Mike] – Me pregunte lo mismo. Pensaba que alguien nos había cogido desprevenidos y nos había lanzado algún hechizo para alejarnos del resto.

    – [Sophie]En la Prehistoria, mi niño.-[/Sophie] Fue decir esto y se escullo el graznido de un pájaro, pero no un pájaro pequeñito y mono, no, un pajarraco enorme con un pico igual de grande que mi pierna el cual surco el cielo.

    – [Mike]Hace un segundo estábamos en…la edad media.[/Mike] – Mike se encontraba igual de superado que yo, pero de maneras diferentes. El era un hombre de ciencia, yo solo quería irme a casa.

    – [Niall]Ya te dije que esos huesos parecían raros.-[/Niall] Cuando me llamo para recoger unas hierbas nos encontramos con unos huesos bastantes grandes. La verdad es que dimos por hecho que podrían tratarse de alguna clase de licántropo o criatura de este tipo por cómo se las gastaban en ese mundo.

    – [Kaylee]¿Hay forma de moverse entre mundos?[/Kaylee] – Pregunto con un brillo de emoción en los ojos.

    – [Mike]Eso parece.[/Mike] – Parece no Mike, lo es. Que hemos ido a parar al mundo de los dinosaurios. – [Mike]Íbamos a coger una planta extraña y al lado había unos huesos como garras.[/Mike]

    – [Kaylee]Pues voy a ver si toco algo y aparezco en mi casa, porque no hay quien aguante a Alexandra Fenris.-[/Kaylee] Se cruzo de brazos y me identifique mucho con ella, en lo de salir de aquí, porque mi mapachito es amor.

    – [Niall]¿Lexie también está aquí?.-[/Niall] La emoción me invadió el cuerpo, me estire todo lo que daba de mi, que era poco, para mirar por detrás de Kaylee y Sophie.

    – [Kaylee]Sí.-[/Kaylee] Añadió escuetamente. Alarma, espero que no estén de bronca otra vez estas dos, que la última vez casi se arrancan las pelucas.

    – [Mike]¿Y dónde está?[/Mike] – Mike me quito la pregunta de la boca.

    – [Sophie]No sabemos.-[/Sophie] Sophie se encogió de hombros y el pelo le cayó hacia delante con esas puntas rosas. Nota mental, teñirme media cabeza de rubio en un acto de pura locura.

    – [Niall]Tía, ¿donde estas?.-[/Niall] Dije en voz alta esperando que mis palabras se las llevara el viento y dieran con ella.

    – [Lexie]¿Niall? ¿Me estoy volviendo loca y ya oigo voces?[/Lexie].- Me sobresalte al escuchar su voz y no a ella a mi alrededor. Los demás me miraban extrañados. Pues claro, juzguemos a Niall que se acaba de volver loca.

    – [Niall]Yo también te oigo. Debe de ser cosa de ese souvenir que nos han dejado, mira en tus bolsillos.-[/Niall] Me di cuenta que su voz salía de mis pantalones, vale, no es la mejor forma de expresarlo. De mi bolsillo saque una piedra de color rojo y amarillo, por el centro se entremezclaban los colores dándole un efecto bastante chulo.

    – [Lexie]Estoy con Noah que se ha hecho mierda y ahora no puede correr .-[/Lexie] Explico. Maldito Noah, es como con Lexie, se le pone un dinosaurio delante y no piensa.

    – [Niall]Busca un sitio en el que podáis esconderos y vamos a ayudaros, tengo a Mike el médico conmigo.-[/Niall] Un poco ridículo lo de Mike el médico, pero apenas lo conocíamos y tenía que hacer el énfasis en que era médico.

    – [Lexie]Creo que hay una cochambre ahí un poco más adelante.[/Lexie]- Mire delante de mí  como si estuviera a mi lado y todo era árboles. A mi izquierda en un claro a lo lejos pude divisar a lo que Lexie se refería. – [Lexie]Cuatro casas que son más pequeñas que mi baño.[/Lexie]

    – [Niall]Recibido. Ten esta cosa a mano por si tenemos que hablar más.-[/Niall] Si esto se patentaba menuda locura, piedras de colorines por móviles. – [Niall]Tenemos que movernos, han herido a Noah.[/Niall]

    – [Mike]¿Dónde van a estar?[/Mike] – Mike se recoloco la mochila en la que llevaba todos sus utensilios de medicina, o lo que buena mente había entrado en ella. ¿Me lo imagine rollo vigilantes de la playa listo para entrar en acción y salvar a alguien de un tiburón? Me lo imagine.

    – [Niall]Un poblado hacia el norte de aquí.-[/Niall] Me quite la gorra que había olvidado por completo que llevaba, hacia demasiada humedad y empezaba a notar los sudores.

    – [Mike]¿Ese?[/Mike] – Señalo a lo lejos y asentí. Justo por detrás se levantaba una columna de humo que antes no estaba.

    – [Sophie]Lo mejor será que vayan ustedes y nosotras nos quedemos aquí.-[/Sophie] Propuso Sophie. Tía es que nunca has visto una peli de terror, nunca separarse, y menos si eres negro… Y SOMOS TRES.

    – [Kaylee]No, lo mejor es que vayamos todos juntos.-[/Kaylee] Dijo la única blanca del grupo, vale que no estábamos en una peli de terror, pero fijo que los dinosaurios venían antes a por nosotros que a por ella.

    – [Mike]Y rápido.[/Mike] – Dicho y ello echamos a correr en dirección al poblado con cuidado de no llamar la atención de los dinosaurios. Y los dinosaurios no eran nuestra única preocupación, los mosquitos eran del tamaño de mi cabeza y otros insectos terrestres parecían pequeños chiguaguas. Para colmo esa columna de humo también se dirigía hacia nuestro punto de destino.

    El poblado estaba más hecho mierda de lo que parecía a lo lejos. Las chabolas apenas se mantenían en pie y el suelo estaba quemado como si hubiera intentando prenderles fuego varias veces.

    – [Niall]¿Hola?¿Queda alguien con vida aquí?.-[/Niall] No tenía pinta la verdad, pero solo necesitábamos esperar a Lexie y Noah para que Mike le echara un vistazo.

    – [Mike]El poblado parece haber tenido gente hace poco.[/Mike] – Mire hacia donde el observaba. Había bandejas de comida tiradas y lo que parecían muñecos de paja y madera.

    – [Rlia]Aquí solo estoy yo[/Rlia].- El susto no fue pequeño. Una mujer con el pelo alborotado y las ropas raídas y sucias llenas de hollín como su cara se paro frente a nosotros.

    – [Kaylee]Pues si solo quedas tú y eres la Daë, te vienes  y chimpún[/Kaylee].- La mujer no pareció tomarselo muy bien ya que se acerco hasta Kaylee y la empujo haciéndole caer de culo. Sophie rapimente la agarro del brazo y le ayudo a levantarse.

    – [Niall]Tranquila. Solo estamos de paso, estamos esperando a unos amigos que vienen hacia aquí.-[/Niall] De nuevo, tal vez no la mejor frase que decir, la mujer observo como la nube de humo estaba cada vez más cerca, ahora si se podían divisar algunas figuras. Si nosotros desentonábamos en un lugar como aquel, esas maquinas futuristas cargadas de demonios y señores con túnica desentonaba más.

    – [Rlia]¡FUERA![/Rlia]- La voz le cambio por completo a una más gutural. No me fije en sus uñas antes y si las tenía tan largas, pero le hacía falta una manicura. Mike se puso delante de nosotros y sus uñas también crecieron un poco.

    – [Lexie]Coño, hemos llegado al festival del Furry[/Lexie].- Nunca me había alegrado más de ver a estos dos. Lexie iba cargando de Noah por un brazo, y si no hubiese visto la herida de Noah pensaría que se estaba haciendo el tonto para tener la cabeza a la altura de las tetas de Lexie. – [Lexie]Lo tuyo, Kay[/Lexie].

    Los rumores vuelan y más si los esparce Lexie, por lo visto Kaylee y Leo habían tenido o tienen rollito. Y algo de que fue virtual, no sé, no me entere muy bien porque fue escuchar sexo hetero y desconecte.

    Me acerque hasta Lexie y nos dimos dos besos al aire. La muy hija de tanuki tenía el maquillaje intacto incluso en un clima de mierda como este y sin embargo a mí las líneas de los ojos empezaba a corrérseme.

    – [Noah]Rlia, no. No tenemos nada que ver con la gente de los grilletes. No queremos llevarnos tus habilidades.[/Noah] – Como buena enciclopedia humana Noah nos dio el nombre de la mujer leona y mira que cosas si era la Daë que buscábamos.

    – [Rlia]¿Entonces qué queréis de mí?[/Rlia]- Pregunto aun desafiante lista para darle un zarpazo a quien se acercara más de la cuenta.

    – [Noah]Ayudarte. A salir de este mundo y a salvarlo.[/Noah] – Que bien elige las palabras Noah, pero yo no había firmado para salvar nada.

    – [Rlia]¿Y vosotros vais a salvarlo?[/Rlia]- Pregunto con desprecio y no le faltaba razón. Quiero decir, cualquiera que nos viera pensaría lo mismo. Más de la mitad estaba deseando marcharse a casa. Noah miro a Kaylee en busca de ayuda, que pena no tener un bol de palomitas encima.

    – [Kay]Vamos a intentarlo, que ya es más de lo que vas a hacer tú, por lo que se ve[/Kay].- Joder tía, no la provoques, que hace 5 segundos te ha tirado de culo.

    – [Rlia]Eres muy insolente[/Rlia].- Rlia no pareció tomárselo muy mal porque estaba sonriendo de medio lado. Los malos estaban cada vez más cerca llevaban dinosaurios y demonios, seguramente controlados por los tipos de las túnicas, amaestrar un dinosaurio debe de ser imposible. Las jaulas que llevaban iban repletas de sobrenaturales con grilletes y me dio muy mal rollo.

    – [Lexie]Mi Kaylee ve un león y se pone de un tonto…[/Lexie]- Y pensar que hace no mucho se llevaban a matar y ahora serian capaces de ir a mear juntas gracias en parte por Noah.

    – [Kaylee]Calla coño, que estaba pensando la frase épica[/Kaylee].- Se quejo. Si fuera cualquier otro dejaría esto aquí para terminar de manera épica.

    – [Niall]Podemos decidir rápido. No me gustan las pintas de la comitiva que se acerca hacia nosotros.-[/Niall] Y llevaba rato haciendome pis. ¿Que hace uno en estas situaciones, se espera a que pase todo? ¿Se va detras de unos matorrales? ¿Le pide a la anfitriona leona si puede usar su baño o por consguiente agujero donde depositar excrementos?

    – [Rlia]¿Qué gano yo si me voy con vosotros?[/Rlia]- Es que acaso no lo ve ella misma. No sé, que no nos maten esos monstruos que van echando espuma por la boca que se dirigen hacia nosotros.

    – [Soberano]Eterna esclavitud.[/Soberano] – Un día me da un infarto y me quedo en el sitio. Un pavo con pintas militares de finales de 1900 se apareció junto a nosotros junto a otros tantos que llevaban túnicas. El que había hablado era el único que se reflejaba a diferencia del resto, no estaba físicamente aquí.

    – [Kaylee]¿Tenemos pinta de esclavistas?[/Kaylee]- Tú no cariño, pero él señor con cara de pocos amigos que acaba de aparecer sí.

    – [Soberano]De esclavos sí. Lleváoslos a todos.[/Soberano] – Los de las túnicas sacaron unos grilletes y se fueron acercando hacia nosotros.

    – [Niall]Ponme eso encima y te arranco la cabeza de un picotazo.-[/Niall] No soy una persona violenta, no me gusta pelear, pero si nos metemos en temas de esclavitud, vamos a tener un problema.

    Una piedra enorme salida de la nada se lleve por delante a varios de los típicos en túnica. Una figura enorme de roca apareció corriendo con un gruñido y se ensaño con los dinosaurios que teníamos ya encima de nosotros.

    -[Lexie] Menos mal que soy rica, porque no voy a ganar para psicólogos.-[/Lexie] Yo no era rico como para pagármelos, así que necesitaba algo suavecito para tranquilizarme, una tila sí.

    Una mujer de pelo rubio apareció también a la carrera seguida de un elfo con pelazo rubio y un arco que lanzaba flechas de luz.

    – [Noah]Son los otros Daë.[/Noah] – Nos explico Noah, mientras los tres se dedicaban a acabar con las fuerzas invasoras del mal que venían a por Rlia y nosotros.

    – [Lexie]Además de sorda debo ser gilipollas, porque yo no sabía quiénes eran.-[/Lexie] Ni tú, ni yo hermana. Somos los dos pringados del equipo que están aquí por error.

    Tras la batalla, en la que el esclavista había desaparecido en un visto y no visto, hubo un fundido a negro. Pero no el típico fundido a negro del final de una obra de teatro, no. El fundido a negro de aquí viene otra hostia en el culo como no aprenda a aterrizar de una vez en condiciones.

  • DESTINOS Y RECUERDOS

    XANDER ECHOLLS

    ESFERA SENATUS | MAÑANA

    Me levanté a cepillarme los dientes. Estaba medio dormido cuando me agaché a enjuagarme, pero empecé a notar algo extraño detrás y me puse en alerta. En la ventana que había a mi derecha vi una sombra moverse tras la cortina.

    Me asusté y salí del baño con el corazón encogido. Allí, en la oscuridad, era vulnerable. Había cosas, cosas que me perseguían. Venían de esa vieja cripta que habíamos descubierto tras una pared. Podía sentir su maldad viniendo de allí, lanzando sus tentáculos por toda la casa.

    Si quería proteger a los demás tenía que entrar ahí. Mis madres, mi padre, Elle, Bowie…incluso mis tías, mis tíos, mis primos y mis primas estaban allí. Todos estaban allí, todos los New Moondies y los Moondies. Para protegerlos tenía que entrar en la cripta.

    Avancé hacia ella, cada vez era más pequeño el espacio y el frío y el miedo aumentaban. Mi corazón iba a toda velocidad. Mi cuerpo temblaba, ni siquiera era consciente de si iba a morir o no, pero sentía que estaba en peligro, todo en mi cuerpo pedía huir en la dirección opuesta, pero yo mismo no me lo permitía. Escuché un ruido y me giré, esperando el susto, pero no había nada. Al volver a mirar hacia mi camino vi una oscura figura humanoide frente a mí, gritando.

    Entonces me desperté, cubierto de sudor, a punto de gritar. Mi corazón aún estaba acelerado. En aquella habitación rústica las Asheby habían dispuesto lo que habían podido para que durmiéramos mis hermanas, Nate y yo, aunque con la llegada de Jane y Owen, la habitación estaba hasta los topes. Nate había cedido su «cama» y yo había hecho lo mismo con la mía, que Jane estaba aprovechando en ese momento.

    Las cosas iban mucho mejor de lo que jamás habría esperado y sin duda eso era un motivo para estar alegre, pero por desgracia, cuando estás acostumbrado a estar preocupado, es fácil que encuentres algo que te inquiete.

    En mi caso, aunque debería estar feliz y eufórico por haber vuelto a hablar con Jane después de tanto tiempo, la situación actual de nuestra «misión» me abrumaba, unido al nuevo miedo de hacer algo que nos volviese a separar a Jane y a mí. Así que uniendo todo eso, me rendí a volver a dormirme mucho antes de que los demás se levantasen, incluso Eleanor y Calliope que estaban muy acostumbradas a madrugar.

    Traté de reprimir mi nuevo miedo, porque sabía que era irracional, fruto de lo feliz que me hacía volver a estar bien con ella, pese a que aún no tuviésemos la confianza que un día tuvimos, midiendo bien los temas que sacaba con ella.

    Mis otras preocupaciones iban más allá. La más cercana e inevitable era hablar con Eleanor del destino que le esperaba. Todo en mí me pedía optar por otra solución, aunque sabía que era así como se habían desarrollado los acontecimientos. Para mí el asunto era especialmente personal. Mis dos madres eran Kvasir y mi hermana una Vanir, para ellas el Destino siempre había esperado algo como lo que esperaba a Eleanor, pero los Moondies siempre lo habían evitado y en este caso, teníamos que aceptarlo. Era como entregar a mi propia hermana a su muerte segura. Moralmente no conseguía aceptarlo y por eso lo había postergado.

    Owen me había dicho que Vera había conseguido contactar con Elliot a través de la piedra que nos habían dejado los Daë en lugar de los discos, así que me propuse tratar de hablar con alguien más.

    Salí a la pradera, donde no molestase a los demás, y me senté en posición de loto. Cogí la esfera en la mano y repasé mentalmente. No tenía sentido tratar de comunicar con Elle, Jane, Owen, Bowie ni Nate, porque estaban allí. Necesitaba ser práctico, así que fui directo a comunicar con Noah.

    No tenía muy claro como funcionaba aquél artefacto. Supuestamente Vera había comunicado con Elliot simplemente pensando en él, pero la teoría de la magia siempre es más fácil que la realidad. A veces envidiaba la facilidad que tenían mis primas para ella, pero hay cosas en la vida que no se pueden elegir y cada uno tiene los dones que tiene.

    Después de probar varias formas, recordando incluso buenos momentos con Noah para ver si era un recuerdo conjunto lo que lo disparaba, diciendo su nombre y cambiando cómo agarraba la esfera, me rendí y empecé a probar con otros.

    A mitad de camino empezó a desesperarme no conseguir contactar con nadie. Mi mente estaba en pánico mientras trataba de luchar con ella justificando si los demás estarían también dormidos o no tendrían la piedra a mano.

    Al final, opté por lanzarme a una solución «segura» y me propuse contactar con Elliot, con el que ya había funcionado en el caso de Vera. Traté de fijarme la imagen mental de Elliot, sus ropas la última vez que le vi, la forma en la que solía evitar mirar fijamente a los ojos. Al cabo de unos segundos, comencé a sentir algo en la esfera y tuve esa sensación de que había alguien más allí conmigo, así que abrí los ojos.

    Elliot estaba allí frente a mí. Parecía el Elliot en carne y hueso de siempre, pero había algo distinto que hacía que notase que no estaba allí. Era una proyección de sí mismo y me imaginé que él estaría viendo lo mismo, a juzgar por lo que había dicho Owen.

    – [Xander]Elliot, ¿eres tú de verdad? ¿Estás con Vera? ¿Estáis bien?[/Xander] – pregunté atropelladamente. Mi cabeza era un hervidero de inseguridades, entre ellas que aquella tenue conexión se cortase en cualquier momento. Necesitaba sacar toda la información que pudiese antes de que fuera tarde.

    – [Elliot]Sí, estamos bien. ¿Sabes algo de Jane y Owen? Estaban aquí pero desaparecieron.[/Elliot] – caí en la absurda percepción de que no era el único que se preocupaba y Elliot y Vera tenían que estarlo mucho al ver desaparecer a sus dos acompañantes así como así.

    – [Xander]Han llegado aquí, con nosotros, al Imperio Romano.[/Xander] – resumí. Elliot había empezado no hacía mucho con su carrera en historia y siempre había estado bastante interesado en ella, así que ese detalle podía ayudarle al igual que me había ayudado a mí saber que los demás venían del Viejo Oeste para imaginarme que podíamos encontrarnos cualquier cosa en aquellos catorce mundos. – [Xander]Vuestro Daë fue el tercero. Eldric vendrá primero a nuestro mundo y luego al vuestro.[/Xander] – nosotros mismos nos habíamos sentido perdidos, sin saber dónde ir o cuando actuar. Había que hablar con Eleanor sobre su destino, pero sobre todo, la peor parte, era esperar. Lo poco que sabíamos sobre estos Daë era que Eldric inició el viaje, Eleanor fue la segunda y se convirtió en su Mentor. Ugg fue el tercero, el mejor amigo de ambos. – [Xander]Tenéis que manteneros a salvo.[/Xander] – le miré fijamente. Cuanto más tiempo pasaba, más claro le veía a él y a parte de su entorno. Vera estaba cerca, los dos parecían necesitar un baño, pero estaban sanos. Un poco más atrás, antes de que se difuminase el corto plano que podía ver, estaba el gigante de piedra que había recompensado a mi tío Ed.

    – [Elliot]Entendido. Nos quedaremos con Lekwaa y su gente por el momento.[/Elliot] – aseguró. Era un buen chico. No me gustaba que los dos más jóvenes estuvieran solos allí. Ni siquiera tendrían que haber viajado con nosotros, pero parecía que otros habían decidido lo contrario.

    – [Xander]¿Es…?[/Xander] – mi pregunta se cortó en el aire, junto con la imagen de Elliot y un hombre de más o menos mi edad de ascendencia nativa. Debía ser ese ‘Lekwaa’ que les había ayudado a dar con el Daë. Era un viajero del futuro, como nosotros, pero de otra realidad por lo que decían. Por lo que sabíamos, podía ser otro Daë como supuestamente éramos los demás.

    Estuve tentado de volver a contactar con Elliot, pero si la conexión se había cortado era por algo. Probablemente tenían que moverse o quizá al saber que estaban a salvo lo que nos «unía» se había debilitado. Las teorías podían ser infinitas, la realidad era que aquellas esferas funcionaban de momento un poco como querían.

    Al menos sabía que no hacía falta ningún elaborado ritual para contactar con los demás. Tan solo bastaba con pensar en ello, como descolgar el teléfono para llamar a alguien y marcar su nombre en tu cabeza. Así que seguí, uno a uno, tratando de llamarles a todos.

    Casi al final, volví a sentir que alguien estaba al otro lado y me pregunté cómo era posible. En efecto, la imagen de Allie se proyectó directamente delante de mí con una ropa que parecía sacada del Saints Row.

    – [Xander]¿Allie?[/Xander] – los nervios me hacían preguntar obviedades.

    – [Lexie]Lexie.[/Lexie]- me corrigió ella. Costaba un poco acostumbrarse. Había coincidido varias veces con «Lexie», la que había estudiado en el Hedy Lamarr, pero con Allie apenas me había cruzado tres o cuatro veces, así que me resultaba extraño tener que llamarla Lexie y saber que tenía aún más caras que mostrar.

    – [Xander]Perdona, es verdad.[/Xander] – me disculpé. No me lo tomé a mal, era difícil sacar conclusiones porque la otra Lexie y Allie eran muy diferentes, pero en general parecía una persona bastante directa, así que no asumí que me lo decía molesta. – [Xander]¿Estás bien? ¿Estás a salvo?[/Xander] – eso era lo principal, evaluar cómo estaban las cosas para todos los que pudiera. Sabía que lo más equilibrado para mí sería tener confianza y centrarme en lo que podía hacer, pero no podía reprimir esa parte de mí que necesitaba saber que todos estaban a salvo para continuar adelante.

    – [Lexie]Estamos fatal. Esto es una mierda.[/Lexie] – respondió. No era lo mejor que podía escuchar pero era la verdad.

    – [Xander]No sé cuánto tiempo podremos hablar. Dime lo que pasa e intentaré ayudaros.[/Xander]

    – [Lexie]Noah está herido y estamos separados del resto.[/Lexie]

    – [Xander]¿Herido? ¿Es grave?[/Xander]

    – [Lexie]No puede correr.[/Lexie] – respondió ella. Parecía preocupada, pero no en exceso, era complicado juzgar la gravedad de Noah por su reacción, pero por suerte, nuestro pensamiento se sincronizó en él y empecé a ver más claro el entorno.

    Estaban en una especie de valle con frondosa vegetación, al fondo se veían… dinosaurios. Parpadeé por si estaba adormilado y no veía bien. No, no había duda, eran dinosaurios. Nuestro mundo era peligroso, pero aquél se llevaba el premio. Vi a Noah apoyado en una roca, sujetándose la pierna. Tenía una venda rudimentaria manchada de sangre seca. Estaba consciente y se le veía bien dentro de lo que cabía esperar. Aun así, conociendo a mi primo, no se arriesgaría a correr por miedo a empeorar la herida.

    – [Xander]Lo estoy viendo a tu lado.[/Xander] – le expliqué, para ahorrar tiempo en descripciones. – [Xander]¿Puede caminar? ¿Quién más está allí?[/Xander] – pregunté. Cargar con Noah por aquél mundo prehistórico era todo un reto. Empecé a cuadrar en mi mente qué Daë podía estar en aquél tiempo, pero no tenía ni idea. Esperaba que Noah sí.

    – [Lexie]Estamos solos y yo me quiero ir a mi casa.[/Lexie] – respondió ella. Con los Daesdi Lexie había estado enfadada y desafiante. Ahora, bajo todo aquello, quedaba miedo.

    – [Xander]Todos nos vamos a ir a casa Lexie. Sé que da miedo. Pero Noah necesita tu ayuda.[/Xander] – traté de darle ánimos. Sí, había cosas urgentes que necesitaba saber, cosas que quería preguntarle a Noah a través de ella, pero era hijo de mi madre y eso significaba que antes que ser práctico, iba ser humano.

    – [Lexie]Esto es una mierda, Xander[/Lexie].- volvió a quejarse.- [Lexie]Yo no necesito esto para sentirme realizada. Mis padres no eran Moondies y no tengo ningún complejo que superar[/Lexie]. – sentenció. Lexie era dura, eso había que reconocerlo, no le preocupaba en absoluto que lo que acababa de decir me ofendiese, o a Noah a su lado. Quizá éramos los dos que más complejo de héroe teníamos.

    – [Xander]Lexie, hay dos formas de enfrentar esto. Ninguna de ellas permite huir.[/Xander] – quise ser claro, no estábamos ante una decisión de ser héroes o no. Se trataba de sobrevivir y volver a casa. – [Xander]Estamos perdidos en la otra punta de la galaxia, separados. La misión es nuestra única pista. Cuando encontremos un camino de vuelta, serás la primera en poder irse.[/Xander] – aseguré. Nadie iba a obligarla a estar allí si había escapatoria, tenía que entenderlo. No era algo contra nosotros, pero a juzgar por cómo se mantuvo callada, no encontraba otra forma de manejar la frustración.

    – [Xander]Tened mucho cuidado. Estaré aquí para lo que necesitéis.[/Xander] – le recordé, casi ya como despedida. Me imaginé que el enfado haría que nuestra conexión se cortase pronto. Ya veía difuminarse de nuevo su entorno.

    – [Lexie]Bye[/Lexie].

    Me quedé intranquilo, pensando en otras cosas que podría haberle dicho, pero tras un rato debatiendo, tuve confianza en que era capaz de arreglárselas y ayudar a Noah a mantenerse a salvo.

    Seguí repasando a todos uno a uno, pero no conseguí hablar con nadie más. Con la esfera en la mano, empecé a pensar que quizá tendría que estar hablando con Eleanor en lugar de allí sentado. Pero me resultaba difícil, sabía que el tío Toph había dudado durante mucho tiempo sobre entrenar a mi madre y al final, mi otra madre era lo que era porque ella había muerto. Momentáneamente, pero había perdido la vida por ser una Kvasir. Eleanor era pura inocencia, ¿no había otra forma de salvar el mundo? Yo arriesgaría mi vida, ¿pero por qué tenía que hacerlo Eleanor, o Lexie?

    En ese momento pasó algo que me dejó desorientado. Había alguien al otro lado de la esfera, fue lo primero que sentí. Después se manifestó su figura delante de mí. Era Eleanor. Por unos instantes pensé que estaba soñando, o que Eleanor estaba delante de mí y veía mal, pero no. Le hice una señal y desperté a Bowie para que me ayudase a comunicarme con ella.

    Ella parecía tan confundida como yo y nuestra conexión duró un lapso muy breve de tiempo. Minutos después la vi salir de la casa y caminar hacia mí. Aún tenía la esfera en la mano. No quise aventurar, pero si el resto de Daë de ese mundo tenían también una esfera y podíamos comunicarnos con ellos, las cosas serían más fáciles.

    Aunque sinceramente lo que estaba pensando era en que una vez emprendieran su camino, gracias a las esferas podríamos seguir en contacto. Era una vana esperanza, pero me aferraba a la idea de poder cambiar su destino y conseguir que salieran con vida.

    – [Xander]¿Tú también tienes una esfera como esta?[/Xander] – le pregunté cuando la vi acercarse, sonriente. Era una persona muy dulce y agradable. Me recordaba demasiado a Ellie y quizá por eso no era capaz de hacer lo que debía hacer.

    – [Eleanor]Hace un tiempo. Me puse enferma, no desperté durante dos días y solo recuerdo pesadillas.[/Eleanor] – empezó a explicar, confusa. Para ella tenía menos sentido que para mí, que sabía que los Daë de la generación de los Moondies se habían tenido que enfrentar a sus miedos. – [Eleanor]Cuando desperté lo tenía.[/Eleanor] – dijo mirándolo. – [Eleanor]Lo había visto en mis sueños.[/Eleanor] – estaba claro que la habían elegido como Daë. Me miró, esperando una respuesta.

    – [Xander]Mi madre también se enfrentó a pesadillas, como las tuyas.[/Xander] – respondí, sin saber ya cómo evitarlo. – [Xander]Ella y otros más. Fueron Daë, y salvaron el mundo. Tú también lo harás, cuando llegue el momento. [/Xander]

    – [Eleanor]¿Y si quiero quedarme aquí?[/Eleanor] – preguntó.

    – [Xander]Tu destino es salvar el mundo, habrá fuerzas que te persigan igualmente por lo que eres.[/Xander] – o podía elegir. ¿Por qué no podía otro tomar su lugar? ¿Tenía que ser ella a la fuerza? Hasta ahora todo el mundo había aceptado su destino, pero ¿y si se negaba? Mi madre Sasha también era Kvasir pero la líder era mi madre Sarah. Nadie sabía muy bien las reglas. – [Xander]O quizá puedas huir de esa vida. Quedarte aquí. Supongo que otra tomaría tu lugar.[/Xander]

    – [Eleanor]No quiero que otra persona tenga que hacerlo. Si mi destino es ese, así será. No lo cargaré en nadie más.[/Eleanor] – la miré a los ojos, sorprendido por su determinación.

    Seguimos hablando un rato, llegando a conocerla más. Podía ver por qué la habían elegido, era cercana, era inteligente y amable.

    Me distraje de nuestra conversación al escuchar el sonido de decenas de botas sobre la piedra y la tierra. Una cohorte de soldados romanos estaba acercándose a la entrada de la granja y se dirigía hacia nosotros con unas intenciones que no parecían muy buenas. Hice una señal a Eleanor y esta se fue a llamar a su hermana.

    Para cuando Calliope llegó, acompañada de los demás, los soldados ya se habían detenido a unos metros de la casa. El Legatus Tulio estaba al frente, vestido ahora con una armadura de combate completa.

    Owen me tendió mi espada y me sentí un poco más seguro con ella en la mano, aunque sabía que no estábamos preparados para enfrentarnos a algo así. Los Moondies se habían entrenado toda su vida y nosotros no.

    – [Calliope]Legatus, ¿qué le trae por esta humilde granja?[/Calliope] – preguntó ella, sin mostrar la más mínima mueca. Me fijé en que se había colocado a toda prisa su atuendo de combate y su mano reposaba en el pomo de su gladius.

    – [b]Se te dio una orden directa del Emperador y la has incumplido, así que estamos aquí en su nombre para mantener la Pax Romana.[/b] – sentenció. Parecía un hombre diferente al que habíamos visto en la ciudad. Se notaba que aquí no había ya nada que ocultar, ningún espectáculo que contener.

    – [Calliope]Puedo explicarme, si le parece bien[/Calliope]. – replicó ella. Era una suerte contar con Bowie, si no nos hubiese estado traduciendo todo, no habríamos sido capaces de enterarnos de nada.

    – [b]Lo siento niña. Te salvé una vez, cuando tus padres cometieron el mismo error.[/b] – sus palabras hicieron que la cara de Calliope cambiase completamente. En el tiempo que llevábamos en su casa habíamos llegado a conocer parte de su historia. Unos sobrenaturales se habían adentrado desde el bosque y habían matado a sus padres, pero una cohorte de soldados liderada por Tulio les había salvado la vida a las niñas. Al menos eso habían creído.

    – [Eleanor]Por favor, llevadme a mí. No ha sido culpa de mi hermana…[/Eleanor]- pidió Eleanor, interviniendo, pero ya era tarde. Calliope sacó su gladius y embistió hacia los soldados. Toda su vida había sido una mentira, sus padres habían sido asesinados por un hombre al que había idolatrado toda su vida, para tapar un secreto que el mismo Emperador temía que se liberase.

    – [Xander]Preparaos.[/Xander] – les dije a los demás, sacando a Ocaso de su vaina.

    – [Owen]Llevaba queriendo hacer esto desde que llegue aquí.-[/Owen] Owen empuñó una espada que debía haberle dejado Calliope y con sus llamas le prendió fuego a la hoja. Era todo un espectáculo.

    Nate, Elle, Owen y yo nos unimos a Calliope para protegerla de los ataques de los soldados, que formaban con una precisión de años de entrenamiento y experiencia.

    – [Xander]Cuidado con los escudos, Azor Ahai.[/Xander] – le recordé a Owen, al ver que los soldados avanzaban tratando de rodearle.

    A mucha gente le emocionan las batallas en la ficción, como aquellas tan famosas de Juego de Tronos o el Señor de los Anillos. A mí nunca me habían gustado, salvo por el subidón de adrenalina en los videojuegos. En la vida real me gustaban todavía menos. Era un manojo de nervios y miedo. Sentía que a cada segundo alguien importante para mí podía perder la vida. Quería controlarlo todo, pero no podía. Eran demasiados.

    Jane se quedó atrás sola cuando Eleanor se unió a nosotros con una agilidad asombrosa. Llevaba una vara de madera y golpeaba con precisión y con mucha fuerza. Ninguna había dicho nada, pero la noche pasada habíamos mencionado a mis madres y a Elle y sus habilidades. Calliope y Eleanor no se sorprendieron demasiado y ahora quedaba claro que debía llevar una temporada entrenándola en secreto.

    Si salvé mi vida en muchas ocasiones, solo podía debérselo a mi condición de aesir. De no haber sido más rápido, ágil, fuerte y resistente que ellos, solo uno de aquellos soldados me habría superado. Mi madre Sasha me había entrenado, pero ella no combatía con espada. Había practicado yo solo hacía tiempo, pero aquello era muy distinto.

    En un momento determinado, perdí el agarre y la espada me resbaló de la mano. La cogí, pero el lapso fue suficiente para que un soldado tuviese tiempo a golpearme. En lugar de eso, lo vi desplomarse en el suelo. Cuando su cuerpo cayó, vi a Jane con la mano extendida, mirando al soldado.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije mirando sus ojos llenos de miedo a sí misma. Acababa de salvarme la vida.

    – [Jane]¿Está muerto?[/Jane]- preguntó. Todo me hacía pensar que no, ella misma lo sabría, en humanos corrientes su poder era parecido al de su madre, puro dolor. Como ví que estaba preocupada, me acerqué rápidamente al cuerpo y le miré el pulso.

    – [Xander]Solo inconsciente por el dolor.[/Xander] – me levanté rápidamente y le di un apretón en la mano antes de volver al combate. Me di cuenta segundos más tarde de lo que acababa de hacer y me pregunté por qué demonios lo había hecho, pero durante un instante su mano también había agarrado la mía.

    – [Owen]Esto es más difícil de lo que pensaba.-[/Owen] se quejó Owen, blandiendo la espada como si fuera un bate de béisbol.

    – [Ellie]Siempre estamos a tiempo de arreglar esto hablando[/Ellie].- propuso mi hermana, defendiéndose y arremetiendo contra dos soldados con Albor en una sola mano.

    Aquello pintaba mal. Pese a nuestras fuerzas combinadas, solo algunos tenían experiencia en combate, como Nate y seguramente, solo Calliope la tenía de verdad. Por si fuera poco, los soldados romanos tenían un objetivo claro, que era acabar con nuestras vidas, mientras que nosotros nos limitábamos a dejarlos inconscientes y eso nos dejaba más vulnerables.

    Calliope era la única que arremetía contra ellos lanzando cortes y estocadas, sobreviviendo sin mirar si con los que se cruzaba sobrevivían. Iba derecha a enfrentarse a Tulio y por un momento pensé que iba a llegar, hasta que la vi detenerse. La vida real difiere mucho de la ficción. Aquí el tiempo no se detuvo y el silencio lo devoró todo mientras veía como atravesaba la espada el costado de Calliope. El ruido y el caos siguieron, mientras un segundo filo cruzaba su cuerpo.

    La valiente guerrera mató a los dos soldados antes de caer al suelo, pero estaba gravemente herida. Eleanor fue la primera en llegar a ella. Los demás la seguimos y la rodeamos para defenderla.

    – [Calliope]Lucha, Eleanor[/Callope].- la escuché decir.- [Calliope]Por las dos[/Calliope]. – pidió a su hermana, dejando una marca de sangre en su mejilla cuando le pasó una mano por el rostro.

    – [Ellie]No funciona[/Ellie].- mi hermana estaba desesperada intentando que su poder curase a Calliope. Pero aquello iba más allá. Ni siquiera mi padre con su experiencia habría sido capaz de curar algo así.

    Apenas un minuto después Calliope cerró los ojos para siempre. Nos había salvado de acabar como ella y eso le había costado la vida. Sentí una rabia cegarme y arremetí contra los soldados, dirigiéndome hacia el Legatus.

    – [Jane]Edward Alexander Echolls, ven aquí ahora mismo y deja de hacerte el héroe[/Jane].- Jane gritaba, acercándose al combate, pero la oía como si estuviera en otro lugar, como si mi historia hubiese pasado a otro libro.- [Jane]Owen, ayúdame[/Jane]. – pedía.

    Escuchaba más voces cerca. Agarré a un soldado con su escudo y lo lancé lejos, apartándolo de mi camino. Mi espada chocó con la del Legatus Tulio. Yo era más fuerte, más joven, mi espada era una leyenda de mi familia. Aun así, el Legatus me superó con su sobrada experiencia. Su espada mordió mi muslo y caí de rodillas. Traté de enfocar la vista para coger a Ocaso, pero no llegaba a ella.

    – [Owen]A la mierda con esto…-[/Owen] Owen clavó la espada en el suelo y se adelantó, lanzando sus llamaradas en un vano intento de llegar hasta mí.

    Los demás estaban muy lejos. Miré hacia ellos. No tenía que haberme dejado llevar. No vería más a Ellie, no pasaría más buenos ratos con Owen, no vería crecer a Bowie y me sentiría como cuando era pequeño con Nate. Ni tampoco tendría el amor de mi vida con Jane. Aquello era el final. Lo había estropeado todo. Ellie gritó y pensé que sería lo último que escucharía.

    El brazo de Tulio blandió la estocada final. No estaba preparado, no quería morir y perderme todo aquello. Nunca había debido entrar en aquella misión. Los Moondies se habrían encargado de Omega, ellos siempre lo habían arreglado todo.

    Esperé el golpe, buscando una manera de evitarlo. Alcé la mirada para tratar de detener la hoja con las manos, algo que había visto hacer a mi madre y dudaba que jamás pudiera hacer. En lugar de la hoja lo que vi fue una flecha que no parecía hecha de ningún material, de un vibrante azul celeste, clavada en la frente del Legatus, que cayó hacia atrás.

    Me quedé inmóvil, sorprendido. Pero no había tiempo para eso. Me levanté del suelo. El Legatus Tulio parecía muerto. La flecha había desaparecido de su frente y su cuerpo empezaba a estar rodeado de un aura extraña. No podía recrearme, recogí a Ocaso y me preparé para enfrentarme al resto de soldados, pero dos flechas más tumbaron a los que tenía más cerca. Después  otra y otra.

    Luchamos, sí, el fuego de Owen sembraba el miedo entre los soldados y aquellas flechas no erraban nunca. Al cabo de un rato fui capaz de ver de dónde venían. Una figura con una brillante y adornada armadura plateada cruzaba el terreno en nuestra dirección. Tenía un arco en la mano que reconocía perfectamente, un arco sin cuerda ni flechas, alimentado por su fuerza de voluntad. No necesité ver más, aquél era Eldric Northwood, el Daë de Sagitario.

    Unos pocos soldados consiguieron escapar y se alejaron de nosotros a toda velocidad. Volví hacia donde estaban todos, al lado de Calliope. Jane se acercó y me empujó. Era fuerte y perdí pie, casi cayendo al suelo.

    – [Jane]¿ERES TONTO?[/Jane]

    No sabía qué decir. Tenía motivos para estar enfadada, pero no podía dejar de ver a Calliope inmóvil en el suelo, sin vida. Elle me abrazó, aún tenía las manos manchadas de sangre y lloraba. Temí que aquello la cambiara, que mi hermanita dejase de ser ese foco de luz que siempre había sido. Qué ingenuos habíamos sido jugando a ser Daë.

    No sé muy bien cómo me levanté de aquel terreno de combate. Las horas pasaron de una forma extraña, cada uno lidiando como podía con su propio duelo. Eldric no se acercó en ningún momento, pasó la noche fuera, sentado en los establos, meditando aparentemente.

    A la mañana siguiente hicimos todo lo posible por ayudar a Eleanor con su funeral. Estaba entera, demasiado entera. En su tiempo aún estaban demasiado acostumbrados a perder a gente cercana antes de tiempo. Nate dijo unas palabras y Eleanor se despidió de su hermana en silencio, clavando su gladius frente a la tumba.

    Fue entonces cuando Eldric se acercó. Lo primero que hizo fue arrodillarse ante la tumba y murmurar unas plegarias en un idioma que no había escuchado antes, pero que incluso en aquellos momentos, sonaba extremadamente armónico.

    Si Bowie lo entendió, no lo tradujo. – [Bowie]Llegaste tarde, elfo[/Bowie]. – dijo abriendo los ojos.

    Él asintió, poniéndose en pie. – [Eldric]Lamento su sacrificio. No podemos cambiarlo, pero sí hacer que sea uno de los últimos de esta guerra.[/Eldric] – miró hacia Eleanor directamente. Eldric había sido el primero de los Daë, sus visiones le mostraban el camino. Más tarde se convertiría en el Mentor de Eleanor y terminarían siendo prácticamente familia. Era extraño estar allí observando cómo empezaba todo.

    Miré de nuevo la tumba. La historia de Eldric y Eleanor sería recordada tras su muerte. No por muchos, pero si por los suficientes. De Calliope no se sabía nada. Había muerto para salvarnos a nosotros y a su hermana, para permitir la misión que los Daë iban a llevar a cabo. Y no sería recordada. – [Xander]Ella era Calliope. No era Daë, pero eso no cambia nada, tiene que ser recordada.[/Xander] – le pedí. Él me miró fijamente con unos ojos sobrenaturales. Había demasiada sabiduría en ellos y allí estaba yo, apenas adulto, dándole lecciones.

    Sin embargo él asintió, solemne. – [Eldric]No es el momento, pero no puede hacerse de otra forma. Necesito hablar contigo, muchacha.[/Eldric] – dijo a Eleanor. Ella asintió, le habíamos hablado de su destino y lo estaba aceptando de una forma quizá demasiado estoica. Esperaba que su camino tuviese menos tristeza y desolación, aunque el final fuese tan amargo.

    – [Xander]No le mientas. Si sabes el riesgo, díselo.[/Xander] – le pedí una vez más. Eldric me miró y supe por sus ojos que sí conocía el posible desenlace. Para él era una posibilidad, para mí, algo del pasado, un hecho histórico.

    Eldric se fue con Eleanor y estuvieron hablando la mayor parte de la mañana. Yo estaba inquieto, esperando sin saber qué hacer o ante qué prepararme. Si Eleanor se iba con él, la misión ya estaba hecha, pero no sabía dónde teníamos que ir. Estábamos completamente perdidos.

    Cuando terminaron de hablar, Eldric habló con nosotros. Esperó a que Eleanor estuviese lejos y nos dijo que había conocido a Idris, a Henry, a Laura y otra chica llamada Zahra. Nos dijo que estaban a salvo y nos dio el camino que teníamos que seguir para encontrarnos con ellos en…la luna, por extraño que sonase.

    Apenas un par de horas después, todos habíamos recogido nuestras cosas. Nos despedimos primero de Eleanor, que se marchó antes que nosotros, dejando atrás la granja y su pasado.

    – [Owen]Pensaba que este mundo iba a ser más divertido, ya sabeis, saunas, gente embadurnada en aceite… pero es otra mierda más donde no se valora la vida de la gente.[/Owen] – sentenció Owen, cerrando la puerta.

    – [Xander]Será mejor irnos de aquí.[/Xander] – nos alejamos de aquella granja y del pueblo de Nova Pompeya. La historia es mejor en los libros y las guerras mejor en la ficción.

    Solo sentí alivio al sentir el frío tacto de aquella Venus de mármol, sabiendo que nos llevaría lejos de aquél lugar. Miré una vez más a Jane antes de que aquella magia nos transportase a la luna. Al menos tenía un buen recuerdo de aquél lugar, aunque estuviera rodeado de recuerdos muy amargos.

  • UN HOGAR

    IDRIS SOLO-NOVAK

    LUNA VILTIS

    Puede que os sorprenda, pero creo que esta entrada va a ser bastante introspectiva. Quizá os parezca raro, porque soy una persona con muy buen don de gentes y una labia espectacular, pero tiene sentido si os paráis a pensar que no estaba en el grupo más sociable de la historia y si a eso sumábamos que Laura estaba aprovechando la caminata para hablar con Henry, mis posibilidades de hablar con alguien se reducían a Zahra, que hablaba menos que….mierda no consigo una referencia graciosa, me estoy empezando a oxidar, por favor, que mandadme con alguien que hable, tengo miedo de perder mi muchedad.

    Bueno, el caso es que cuando Eldric se puso en plan elfo de película, con su armadura brillante, su arco mágico alimentado por su voluntad que luego se iba a quedar Cara y su mochililla con mudas de ropa limpia que quedaba menos impresionante, seguimos a Zahra hasta nuestro «centro de mando».

    Pensé que Zahra se había querido hacer le interesante – después de ver que era de género no binario preferí tratarle en neutro antes de meter la pata, porque tampoco es que fuera tan accesible como para preguntarle cómo se definía – con todo aquello de que teníamos que ir a una de las lunas, pero no, resulta que era literal.

    En ese «cúmulo» de planetas, como lo habían llamado los Daesdi, había mínimo dos lunas y cuando llegamos a un arco de piedras con una pinta extraña, Zahra pasó la mano por una serie de glifos brillantes y apareció una especie de portal al que saqué fotos con el móvil por si luego nadie me creía.

    Al ver aquella superficie que parecía plata fundida, supe que podían pasar varias cosas: que nos llevaba a un mundo desértico gobernado por unos extraterrestres que se creían dioses; que llegábamos a tiempo de salvar a Barb; que nos llevaba a un matrimonio inesperado con un highlander macizorro; o nos llevaba a la luna. Una pena que no fuera la tercera, pero de todas formas no me habría conformado con el highlander sin tener a Coquito conmigo y además, mi futuro suegro era una especie de highlander con su melena pelirroja y todo, así que empezó a darme escalofríos la idea.

    Repetiré una cosa que no me cansaré de decir, atravesar un portal es una absoluta mierda. Es como subirse al barco vikingo después de hincharse a burritos de la feria y pegar saltos cuando está llegando al punto más alto. Así el pan «senzu» que había comido esa mañana se quedó a las puertas del arco, con un aspecto bastante más desagradable que cuando me lo comí.

    Me recuperé un poco al quedarme impresionado con lo que vi. Con lo de «luna» me esperaba la clásica luna en la que podría dar saltos dobles como en el Mario Odyssey, pero no. Aquello no era una carcasa muerta, estaba completamente terraformada y desde el arco salía un camino que conducía a una enorme ciudad. Todo lo demás era territorio natural, surcado por vehículos de cualquier tiempo imaginable.

    A lo lejos vi otro camino parecido, que conectaba la ciudad con otro punto que parecía un tótem de alguna tribu indígena y otro al lado contrario que conectaba con un obelisco egipcio. Había más caminos a lo lejos rodeando en círculo a la enorme ciudad, así que teniendo en cuenta que la distancia entre caminos se repetía, me imaginé que habría al menos un portal con cada uno de los mundos, si no había más. Era imposible saberlo, porque apenas conseguía ver los que tenía al lado y la silueta difuminada del que estaba al lado del tótem, porque al lado del obelisco, una montaña cortaba el paisaje.

    Me agaché y toqué el suelo, la tierra y la hierba se sentían reales y corría una brisa agradable. Pese a que la ciudad era enorme, me impresionó que mirando al lado contrario, la naturaleza ocupaba todo lo que alcanzaba la vista. Me pregunté si habría mar, siempre había sido una persona de playa, especialmente desde que iba a ella con Coquito en bikini. Eh, y que conste que no la objetivizo, su mente también me pone rumboso y su forma de bromear me activa el joystick.

    – [Idris]Supongo que a la ciudad, ¿no?[/Idris] – pregunté a Zahra que era quien sabía dónde ir, porque Eldric había decidido que era un spoiler que lo supiéramos.

    – [Zahra]Supones mal. [/Zahra]- replicó ella, dándose la vuelta en dirección a una ladera. Genial, otra vez a hacer senderismo. Al menos esperaba que esta vez no hubiese engendros hululantes comegente.

    – [Idris]Nunca me dejan tener cosas bonitas.[/Idris] – me quejé. – [Idris]Entonces qué, ¿de acampada?[/Idris] – pregunté colocándome a su altura mientras los tortolitos miraban bien por dónde pisaban.

    – [Zahra]Te voy a abandonar en cuanto pueda. [/Zahra]

    – [Idris]Que negligente.[/Idris]

    Negué con la cabeza y ella pasó de responder, así que la seguimos una vez más a través del monte, aunque esta vez no parecía un camino tan difícil pero sí inclinado.

    Después de una eternidad en la que decidí que ya había tenido bosque y montaña para media vida y me dediqué a pensar en qué deseos pediría a un genio en ese momento – mil deseos más – llegamos a un punto en el que el camino empezaba a descender.

    Atravesamos una serie de árboles y por fin vimos un valle ante nosotros. Allí, en mitad de él, bañada por la cobriza luz del atardecer, había una nave espacial estrellada.

    Parecía que había chocado hacía por lo menos un siglo. La pintura se veía levantada y desconchada en algunos puntos y en otros, estaba cubierta por musgo y vegetación.

    – [Idris]¿Tenemos nuestra propia nave espacial? Tenemos nuestra propia nave espacial.[/Idris] – respondí alucinando. Ya teníamos un refugio digno de superhéroes. Vi que Henry iba a decir algo probablemente realista y lógico pero increíblemente desilusionador, como que seguramente no podríamos hacerla volar. Pero daba lo mismo, seguía siendo una nave espacial.  – [Idris]No digas nada, no estropees el momento.[/Idris] – Henry sonrió tímidamente y seguimos bajando. Zahra no parecía entusiasmade con la idea, supuse que porque esa tecnología le representaba más las fuerzas del Arquitecto que un foco de esperanza.

    Para mí no, después de que nos teletransportasen al puñetero cu(mu)lo del mundo, no estaba mal cumplir una vida de sueños infantiles (vale y adultos) de ciencia ficción. Vale, no era mi Guenwyvar, la nave que llevaba años haciendo en Endless Galaxy, pero esta había costado menos dinero de mis padres y la otra probablemente no la volviese a ver por miedo a que los de Infinity me sorbieran los sesos mientras me conectaba – sí, soy positivo y creo que volveremos a casa -.

    El descenso del valle fue mucho más rápido. Cuanto más miraba la nave, más increíble me parecía. Tenía un diseño alargado hasta llegar a la cola, donde se ensanchaba en una especie de alas, su superficie había sido lisa aunque ahora tenía partes abombadas por los desconchones de la pintura granate, en su día formando un patrón.

    Eso significaba que había sido una nave de pasajeros, porque las armas no se veían por ninguna parte salvo que estuvieran muy bien escondidas en el fuselaje. El metal plateado aún parecía firme pese al paso del tiempo, en su día había debido ser una maravilla surcando los cielos con sus colores plata y granate.

    Cuanto más nos acercábamos, más grande me parecía. No podía esperar a verla por dentro, pero ya desde fuera parecía suficientemente amplia para poder quedarnos todos. Aunque cruzaba los dedos para que no hubiera habitaciones suficientes y tuviera que compartirla con Coquito.

    Me quedé atónito unos minutos observando el morro de aquella bestia e imaginándome en la cabina, surcando las estrellas en ella. Salí de mi trance y vi que los demás estaban recorriendo el fuselaje. Les seguí, Henry buscaba algo atentamente y entonces caí, debía estar buscando la entrada.

    Continuamos caminando y llegamos a la parte trasera de la nave, donde dos inmensos pares de motores traseros destacaban enormemente. Cuando conseguí apartar la vista de aquella maravilla, vi que Henry se acercaba a un panel y empezaba a trastear.

    Hay una cosa que se echa de menos en la vida real respecto a la ficción. En cualquier serie, Henry habría abierto la nave en ese mismo instante juntando dos cables de aquella tecnología desconocida. Pero aquí no. Acampamos, Henry inspeccionaba el control, comimos pan seco de los elfos, Henry se buscaba la vida para dar energía suficiente al panel y a la nave para abrirse, dibujé un plano de la nave, Henry jugueteaba con los controles y un aparato que había llevado consigo, di vueltas a cómo bautizar la nave y no conseguía más que pensar en Coquito. Así hasta que cayó la noche y estábamos a punto de obligar a Henry a dejarlo para el día siguiente cuando volviese a haber luz. En ese mismo momento, la rampa trasera se accionó y…empecé a estornudar porque allí dentro olía a cerrado que metía miedo.

    Entré delante, había visto Alien las veces suficientes como para estar preparado, en el espacio hay cosas muy jodidas y yo tenía la ventaja de ver mejor en la oscuridad. Bueno, en ese momento no era una ventaja, porque maldita gana tenía de ir delante a ser el primero en morir, que todos sabemos las reglas de las películas de miedo y son bastante racistas.

    Después de un mal rato extremadamente largo en el que estuve a punto de saltar con cada ruido que escuchaba allí dentro, el miedo paso. Os contaré mi truco, no soy valiente, pero imaginándome a Coquito a mi lado en una playa con un bikini de esos que le gustan, conseguí ir tirando.

    Voy a resumir. Encontramos dieciséis habitaciones, así que estupendo porque no había una por cabeza, lo que significaba, apretujarse, pero con la suerte que tenía, me tocaría con mi hermano. Había varias salas comunes, una zona de ingeniería en la que casi me explota la cabeza de la impresión, cocina, una especie de gimnasio, baños y la zona de pilotaje. Esa última podría haber sido otra habitación, concretamente la mía, pero Henry decía que podía pulsar cualquier cosa durmiendo y propulsar la nave con todos dentro o a saber qué, así que morí un poco por dentro pero seguí ilusionado.

    Como éramos los pioneros en llegar a nuestra nueva base de operaciones – si no contamos ya oficialmente como superhéroes, me retiro – elegimos habitaciones. Henry y Laura decidieron compartir la suya, así que les «ayudé» a elegir «la mejor» que basicamente era una de las que tenía solo una cama, pero para cuando se dieron cuenta, ya era tarde. Yo cogí una, esperando que mi compañera fuese Coquito. Zahra por su parte esperó a que eligiéramos todos y cogió la más lejana, más cerca a la cabina.

    Me tumbé en mi nueva cama y miré hacia el techo. Aquella habitación estaba hecha para que pareciese que no estabas en una nave, aunque en ese momento no funcionase todo lo que tenía que funcionar, pero confiaba en que Henry nos arreglase unas cuantas comodidades.

    Estaba preocupado por todos los demás, pero confiaba en que estarían a salvo y vendrían con nosotros pronto, de hecho me sorprendía bastante haber sido los primeros en terminar, casualidades de la vida. Seguíamos estando en algún punto desconocido del universo, que podía estar en la vía láctea o en cualquier otra galaxia, pero allí, en aquella nave, volví a sentirme seguro y cuando estuvieran todos, en casa.

    Así que decidí llamarla Kvasir, porque al igual que Sarah, nos uniría y nos protegería a todos.

     

     

  • UNA NOTA EN LA RIÑONERA DE UTERQUE

    Chloe – Esfera Kardas

    Tarde

    Me llamo Chloe Maclay-Walker. Soy la hija menor de Edward Maclay, un viajero entre realidades, al que tras perder a todos sus amigos/as, Los Daë le dieron una segunda oportunidad y de Lucy Walker, la reencarnación de la hermana mediana de las Echolls después de que esta se sacrificara para salvar el mundo.

    Mi hermano, Ezra Walker, estuvo congelado durante más de veinte años en una cápsula y se despertó justo a tiempo para ayudar a detener el nuevo Apocalipsis provocado por Omega y yo…bueno, yo tengo más de 20000 followers en Infinigram. 

    ***

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  • UNA MIERDA DE MUNDO

    DANTE VILLIERS

    ESFERA KARDAS | TARDE

    Estiré las alas, aprovechando que en ese lugar podía dejarlas libres, porque de todas formas, ya querían matarme. Con la de tiempos a los que podía haber viajado y me tocó el puñetero tiempo del Rey Arturo. No podía haberle tocado a Xander que tenía el complejo de caballero blanco, no, tenía que tocarme a mí, en lugar de haberme ido a algún sitio con algún puto medio de automoción.

    – [Dante]Vale ¿y ahora dónde encontramos al tal Dick?[/Dante] – pregunté, repasando al «equipo», que básicamente estaba compuesto por Mike y mis hermanos, además de Ruby que por lo que sabía, bien podría ser otra hija de Logan.

    – [Ruby]¿Tenéis que encontrar a alguien?[/Ruby] – preguntó la nueva, repasándonos con la mirada. Aproveché la situación para darle yo también un repaso.- [Ruby]Pero si sois… hombres.[/Ruby] – añadió.

    – [Dante]Ya, ¿y?[/Dante] – repliqué, preguntándome si bromeaba, pero parecía demasiado segura.

    – [Ruby]Pues que sois el sexo débil.[/Ruby] – respondió ella con firmeza. Parecía creérselo completamente y me puso de bastante mal humor. ¿Quién coño se creía para decidir que podíamos hacer y que no? Un momento… – [Ruby]No os lo toméis a mal. Yo tengo amigos y un padre.[/Ruby] – añadió. Decidí no responder y me contuve. No soy de pagar los pecados de nadie, ni de mi mierda de padre ni por el hecho de ser un hombre, pero tampoco de defender a un colectivo que por lo general se ha comportado como gilipollas con las mujeres. Así que lo mejor era callarse. La vida era muy sencilla a veces, sé tú mismo, no ofendas a la gente por lo que es y ama a todo el mundo. El último de momento lo llevaba a cabo en su aspecto más físico, pero no iba por mal camino.

    Cole se limitó a sonreír, mi hermano era bastante más emocional. – [Cole]No pareces de nuestra Tierra. Lo que es una ventaja.[/Cole] – añadió con una amplia sonrisa. ¿Le gustaba la nueva?

    – [Ruby]Supongo que sois de alguna tierra alternativa.[/Ruby]- comentó ella. Me fijé a posta en las reacciones de Cole. Me gustaba la seguridad que irradiaba Ruby, me atraía como la luz a una polilla, pero tenía que contenerme para no herir los sentimientos de mi hermano en un arrebato irreflexivo. Eso suponiendo que a ella le gustasen los tíos y concretamente cualquiera de los dos.

    – [Niall]¿Y como es tu Tierra? -[/Niall] preguntó Niall. Se parecían más entre ellos que a mí, quizá el hecho de vivir toda mi vida con unas alas a la espalda me había hecho menos contenido. Prefería pensar eso a pensar que me parecía a «ese».

    – [Ruby]En mi Tierra, las mujeres llevamos el peso del mundo: somos guerreras, directivas, presidentas.[/Ruby]- empezó a explicar mientras continuábamos el camino. Por mí bien, que cada uno sea lo que le de la gana. – [Ruby]Los hombres os dedicáis a las tareas domésticas.[/Ruby] – no pude evitar poner cara de sorpresa y también un poco de desagrado. Difícilmente me iban a obligar a mí a encargarme de las tareas de la casa. Mi lugar estaba trabajando con las manos para arreglar cosas, no limpiando. Las únicas superficies que dejaban brillantes mis manos eran las carrocerías.

    – [Ruby]¿Qué?[/Ruby] – preguntó ella. Me limité a esbozar una media sonrisa y caminar en la cabecera. Mike estaba por ahí perdido, mirando las plantas.

    – [Cole]Nuestro mundo es un poco…diferente.[/Cole] – le respondió Cole. Aún machista, algo diferente a la época de nuestros padres, pero no demasiado. Era una mierda, sí, y lo que Ruby contaba no parecía mejor. ¿Tanto costaba no meterse en lo que hacían los demás fuera cual fuera su sexo, preferencias o lo que sea? – [Cole]¿Y la libertad sexual como la lleváis?[/Cole] – preguntó a continuación. Le miré y suspiré. Había intentando convencer a mi hermano de que hiciese lo que le diera la gana con quien le diera la gana, pero mi filosofía no había calado en él. Pensaba demasiado en lo que opinaran los demás de él.

    – [Ruby]¿A qué te refieres?[/Ruby] – preguntó ella, frunciendo el ceño de una manera muy mona.

    – [Dante]Que nuestro mundo sigue metiéndose en si te acuestas con tíos, tías o lo que sea…[/Dante] – simplifiqué. Me hastiaba bastante ese tema de conversación porque la solución me parecía muy sencilla y nadie la tomaba. Si cualquiera tenía algo que decirme sobre mi orientación sexual, que se atreviera, el siguiente se lo pensaría dos veces.

    – [Ruby]¿En qué clase de mundo vivís?[/Ruby] – preguntó ella, confusa.

    – [Cole]En uno de mierda. No muy distinto de esto…[/Cole] – respondió Cole, que todavía parecía afectado. Mi hermano siempre se había tomado muy a pecho ser diferente en su orientación sexual y en su raza. En el colegio lo había ocultado todo, había sido el «ruso» maleante que todo el mundo esperaba de él.

    – [Ruby]Pero vosotros sois como yo.[/Ruby]- comentó ella mirándonos. Tardé un minuto en darme cuenta de a qué se refería. Éramos un festival andante del Orgullo en la puta Edad Media. Perseguidos por la Iglesia y todo, se podía decir que habíamos hecho el tour completo.- [Ruby]Lo noto.[/Ruby] – añadió. Me imaginé que tenía algo que ver con su sexokinesis.

    – [Dante]Mike es el más aburrido, el resto disfrutamos un poco más de la vida sin tantas limitaciones. [/Dante] – aseguré. Sonreí a Mike, que negó con la cabeza, recordando aquella vez en la que probó «el fruto prohibido».

    -[Ruby]No lo es.[/Ruby]- replicó ella sonriendo. Miré a Mike y vi que sonreía con malicia. Me la acababa de devolver. Toda la vida pensando que no le gustaba porque era un soso y resulta que no le gustaba yo concretamente. Eso era un golpe bajo.

    – [Niall]En nuestro mundo predominan capullos como los caballeros estos, sin ser «caballeros».-[/Niall] – cuando no nos juzgaban, usaban nuestra sexualidad como reclamo. La verdadera aceptación pasaba por no tener que aceptar nada, por no presuponer nada, porque no le importa a nadie una mierda.

    – [Dante]Tal cual cuenta mi hermano.[/Dante] – admití. Miré a la chica, me encantaba su pelo plateado. – [Dante]¿Qué tienes, gaykinesis?[/Dante] – pregunté. A los caballeros los había vuelto cariñosetes y a mí me había entrado un subidón, aunque verdaderamente, no por solo tíos en concreto.

    – [Ruby]Parecido.[/Ruby]- dijo ella, mirándome. O estaba usando su poder o me alegraba de verla.- [Ruby]Tantrokinesis. Revelo la sexualidad de la gente.[/Ruby] – aclaró. Bastante preciso.

    – [Dante]Conmigo no tienes mucho trabajo.[/Dante] – respondí sonriendo de medio lado. Estaba bien saber que no «forzaba a nadie», como seguramente dirían esos dos caballeros.

    – [Cole]En tu mundo tampoco hay problemas con los poderes?[/Cole] – preguntó Cole. Seguramente le había extrañado que fuera tan precisa con su poder.

    – [Ruby]¿Problemas con los poderes? [/Ruby]- respondió, confusa. Genial, no tenían problemas de orientación sexual ni por tener poderes o no, así que solo había que pulir eso del machismo inverso. Se nos costeaba salvar su mundo en lugar del nuestro.

    – [Cole]Estoy pensando seriamente mudarme a tu Tierra.[/Cole] – replicó Cole, esquivando un árbol derribado.

    – [Niall]Tú y todos.-[/Niall] añadió Niall. Casi, si me dejaban trabajar de lo mío, sí, si me daban por saco con qué no podía hacer, no. Nadie me dice qué soy o qué debo hacer, porque normalmente hago lo contrario.

    – [Ruby]Pues genial.[/Ruby] – replicó ella, pensando en la clase de mundo que le estábamos pintando.

    – [Mike]Niall, ayúdame un momento.[/Mike] – escuché decir a Mike, agachado al lado de una planta bastante rara. Niall, que era el que estaba más cerca, se agachó a su lado y siguió sus indicaciones.

    Segundos después, los dos se desvanecieron en el aire.

     

    – [Dante]¿Qué cojones?[/Dante] – pregunté, mirando a mi alrededor. Acababan de desaparecer completamente.

    – [Ruby]Hay portales ocultos en todos los mundos.[/Ruby] – le escuché decir a Ruby con calma. Al ver nuestra cara de confusión, señaló hacia donde estaban, concretamente hacia la planta, que ya no estaba allí. En su lugar había un helecho que parecía más de ese mundo que la cosa extraña de antes.

    – [Cole]¿Se han ido a otro de los mundos?[/Cole] – preguntó Cole, que no había necesitado tanto tiempo para pensar como yo.

    – [Ruby]Sí.-[/Ruby] explicó ella. Parecía saber bastante más que nosotros de aquél lugar. – [Ruby]Depende de lo que hayan tocado estarán en uno u otro.[/Ruby] – añadió. A saber de donde demonios era aquella planta. Entendía que eso significaba que ella había viajado entre los mundos, así que podíamos aprovechar para salir de allí con su ayuda.

    – [Cole]No es buena idea estar tan separados. Tenemos que encontrar ya a Richard.[/Cole] – comentó Cole. Llevábamos caminando todos juntos un buen rato y desde hacía un tiempo se veía a lo lejos un poblado en una colina, cubierto por un amplio bosque.

    -[Ruby]Voy con vosotros.[/Ruby] – se ofreció Ruby. Mejor, así no había que pedírselo.

    – [Cole]Gracias.[/Cole] – replicó Cole con una sonrisa. – [Cole]Quizá deberíamos preguntar en ese pueblo.[/Cole] – dijo, mientras continuábamos acercándonos.

    Apuramos el paso con nuestro reducido grupo. El bosque aquél daba mal rollo, los lobos parecía que nos seguían con la mirada, suspicaces. Probablemente no fueran lobos normales.

    Al final, antes de llegar a cruzar el bosque, una mujer joven con un vestido blanco sencillo y una corona de flores apareció, inmóvil, en nuestro rumbo. Nos miraba fijamente. Los lobos se acercaron a ella y la flanquearon, girándose todos hacia nosotros de una forma poco amigable.

    – [Ruby]Voy yo.[/Ruby]- replicó Ruby.-[Ruby] Esto es trabajo de mujeres.[/Ruby] – me parecía bien, aunque no me habría quejado tampoco si me hubiera tocado acercarme a la líder lobuna.

    Observamos a Ruby acercarse y hablar con ella. Nos miraba con el ceño fruncido, aunque su lenguaje físico parecía intentar ser educada y amable. Me recordaba un poco a Amy en el sentido de que no parecía querer que nadie le tocara los ovarios. Algo muy respetable teniendo en cuenta que nos perseguía una panda de cazalobos.

    Al cabo de un rato, volvió. – [Ruby]Richard está a las afueras y no nos pueden acoger.[/Ruby]- resumió. Me gustaba aquella chica, no se complicaba.

    – [Dante]Ha sido rápido. ¿Nos vamos o qué?[/Dante] – le guiñé un ojo a la líder mientras nos girábamos. Ella me gruñó, pero no parecía un gruñido en plan sexy.

    – [Cole]Me parece que no es tu público. Vámonos.[/Cole] -dijo mi hermano. Me encogí de hombros y giramos en la dirección que nos habían señalado.

    Todo el caminó sentí miradas tras nosotros. No solo los lobos tenían ojos. Algo nos vigilaba y no me hacía ni puta gracia. Continuamos, esperando que un tío al que no conocíamos de nada, que había sido expulsado de su orden y vivía solo a las afueras, se alegrase de ver que tres personas que no eran ni de su mundo y a las que perseguía todo cristo viviente, que encima le iban a encomendar una misión suicida.

  • HOSPITALIDAD ELFICA

    HENRY CROWE

    ESFERA NEXUS

    Nunca había caminado tanto en mi vida, aunque mejor andar a que esas extrañas criaturas que nos atacaron cuando llegamos a este mundo nos devoren. Además mi poder parecía no funcionar correctamente, había intentado llevar a Laura a casa sin resultado, era como si la conexión entre sí de estos mundos me impidiera emplear mi habilidad.

    Por suerte nos encontramos con Zahra y gracias a ella habíamos conseguido eludir a esas criaturas durante todo este tiempo y nos había llevado sin saberlo ella o nosotros hasta la persona que buscábamos.

    Llegamos hasta una pequeña comunidad de elfos, supongo que a cualquier otra persona le hubiese sorprendido, pero cuando te crías con sobrenaturales aprendes a ver que esas personas que podrían resultar extrañas para el resto del mundo no lo son para nosotros.

    Entramos en la casa más grande de todas en la que debía de encontrarse ese líder del que hablaba Zahra. La sala del trono era amplia o tal vez la escasez de decoración le daba esa sensación de amplitud. La sala estaba protegida por numerosos guardias a ambos lados, enfrente de nosotros a escasos pasos sentado en su trono un elfo nos miraba impasibles, como si mirara a través de nosotros.

    – [Eldric]¿Zahra? ¿Qué te trae de vuelta?[/Eldric] – Pregunto con cordialidad y serenidad. Zahra parecía no querer entablar contacto visual con él y permanecía oculta entre nosotros. Me fije en la armadura que descansaba en una esquina de la habitación impoluta, como si nunca le hubiesen dado uso. Y un arco de madera del cual llamaba la atención su ausencia de cuerda.

    – [Henry]Nos ha ayudado a llegar hasta aquí. Le estábamos buscando…-[/Henry] Sabia quien era por el libro de Xander sobre los Daë, pero no sabía cómo debía dirigirme a él. Su majestad, alteza, simplemente por su nombre de pila…

    – [Eldric]Perdonad mis modales. Eldric Northwood. ¿En qué os puedo ayudar?[/Eldric] – La cordialidad parecía ser un rasgo caracteristico de los elfos, siempre dispuestos a ayudar sin conocer en absoluto a una persona.

    – [Idris]¿Alguna idea de cómo explicarlo?[/Idris] – Negué con la cabeza, Laura se encogió de hombros y Zahra nos miro incrédula. La verdad es que en la caminata podríamos haber pensando en un modo de abordar la situación.

    – [Idris]Venga, va.[/Idris] – Añadió Idris dando un paso al frente. – [Idris]Unos seres nos han elegido, trayéndonos desde otro mundo, para ayudarte en tu camino para vencer al mal de este grupo de planetas.[/Idris] – Se encogió de hombros probablemente pensando que se estaba dejando la mitad y estaba siendo un poco bruto a la hora de explicarlo. – [Idris]Nosotros y los demás tenemos que guiar a los Daë de este «Cúmulo». Tú serías uno de ellos.[/Idris]

    – [Eldric]Pensé que mi misión para con los Daesdi había fallado hace mucho tiempo.[/Eldric] – Con un movimientos de manos frente a nosotros comenzaron a formarse varios mundos, uno de ellos brillo con intensidad sobre el resto y con una velocidad pasmosa ese mundo dio lugar a una ciudad. – [Eldric]Este mundo antes se llamaba Vildosani. Hasta que el Arquitecto vino y con su magia alzó la ciudad de la Flecha.[/Eldric] – La ciudad se levanto por los aires creando una nube de polvo naranja que aun perduraba en el cielo. A veces la magia se parecía mucho a la tecnología, era como estar viendo una proyección holográfica. Una sombra sin rostro se alzo sobre la imagen de aquella ciudad. Debía de tratarse de aquel al que había llamado Arquitecto.

    – [Henry]En realidad vuestra ayuda es requerida para otra persona, alguien más peligroso que el Arquitecto.-[/Henry] Tampoco es una persona exactamente aquello a lo que deben enfrentarse, pude ver brevemente su apariencia e información en el libro de los Daë y su mero recuerdo aun me provoca escalofríos.

    – [Eldric]Mi visión me ha mostrado una oscuridad que devora los catorce mundos.[/Eldric] – Si había visto aquello a lo que debía enfrentarse y era consciente de su tremendo poder no tardariamos en convencerlo. – [Eldric]Un ser más peligroso que el Arquitecto…[/Eldric]

    – [Laura]No me entero de nada.-[/Laura] Susurro tirando de mi. Quizás estaba un poco feo hablar en voz baja frente a un rey, pero le explique lo que ocurría, como Elric y los demás Daë se enfrentaran a un gran mal muriendo todos pero salvando los mundos y sus habitantes. Ella me guiño un ojo y note como las mejillas se me encendían, así que me gire con rapidez.

    – [Idris]Es una suerte que te hayamos encontrado.-[/Idris] Se refería a Elric, pero sin Zahra posiblemente aun estaríamos dando vueltas por el bosque o peor, como alimento de esas criaturas.

    – [Eldric]Yo no lo llamaría suerte, hermano de la noche.[/Eldric] – hasta que no dijo esto no fui consciente de que estaba ante dos razas distintas de elfos uno enfrente del otro, esto desde luego sí que no se veía todos los días. – [Eldric]Me rendí mucho antes de que tus abuelos nacieran. Si no pude con el Arquitecto, no podré hacer nada por ese gran mal.[/Eldric]

    – [Henry]No estarás solo en esta lucha, nosotros te ayudaremos.-[/Henry] No era la mejor elección de palabras, poco podía hacer yo sin mi poder. – [Henry]Bueno, no nosotros exactamente. Podemos guiaros y otros Daë se unirán a ti.[/Henry]

    – [Eldric]Os queda un gran sacrificio por delante.[/Eldric] – Dijo observándonos mientras meditaba que hacer. – [Eldric]Quizá inspiréis fuerza a estos viejos huesos. Debo meditarlo.[/Eldric]

    – [Idris]Ya sé que para ti esto será poco tiempo por aquello de la longevidad, pero tenemos un poco de prisa.[/Idris] – No lo había pensando, meditar para un elfo podrían significar años, y no teníamos tanto tiempo.

    – [Eldric]Descansad esta noche. Los demás os dejarán lechos para dormir.[/Eldric] – mi cuerpo agradeció una cama en la que descansar y no pasar otra noche en el suelo a la intemperie. – [Eldric]Os daré mi respuesta mañana.[/Eldric]

    Tras una cena ligera, me había llenado solo con el pan, nos fuimos a dormir los cuatro a una habitación que nos habían preparado. A pesar de la comodidad no conseguía pegar ojo, demasiadas cosas en mi cabeza, y la cama de plumón en la que me hundía no ayudaba. Idris por su parte roncaba a pierna suelta. Me incorpore y Zahra estaba agarrada a su macuto, no por si alguien se lo robaba, más bien por si tenía que salir corriendo, había debido de pasar por mucho sin nadie más a su alrededor.

    Laura dormía en una cama junto a la mía, o al menos eso intentaba también porque abrió los ojos y nuestras miradas se cruzaron.

    – [Henry]¿Como te encuentras?.-[/Henry] Le pregunte observando la mano que reposaba encima de una almohada. La inflamación parecía haber bajado, pero lo más seguro es que tuviera un esguince.

    – [Laura]Más o menos.[/Laura]- Si la conozco tan bien como creía debía de estar dándole vueltas a lo que había ocurrido cuando tropezó, el casi desatar su poder. Siempre he pensando que Laura es más poderosa que su madre, por eso la ayuda de los guantes para mantener a raya su poder.

    – [Henry]Lo siento, es culpa mía.-[/Henry] Me sentía fatal por lo ocurrido. Nunca me habría perdonado si le hubiese llegado a ocurrir algo más grave.

    – [Laura]No sabía que me habías empujado colina abajo…-[/Laura] Bromeo intentando quitarle importancia a los sucedido.

    – [Henry]Me refería a que si no hubiese venido no tendrías porque estar pasando por todo esto.-[/Henry] Era demasiado bueno con la gente, tal vez debería haber dicho que no desde un principio a Xander.

    – [Laura]No te eches la culpa.-[/Laura] Añadió quitándole importancia.

    – [Henry]Te lo compensare. Cuando salgamos de aquí te llevare a cualquier parte del mundo que quieras ir.-[/Henry] Echaba de menos nuestros viajes, le echaba de menos a ella.

    – [Laura]A casa.[/Laura]- dijo sin apenas meditarlo.- [Laura]Quiero volver a casa.[/Laura]

    – [Henry]Esta bien… a casa.-[/Henry] Le deje descansar y me recosté hasta quedar dormido dándole vueltas a si ya había hecho todo lo que pensaba hacer, si podía volver también a casa, con ella.

    A la mañana siguiente dejamos pasar el desayuno, el pan de la cena aun pesaba. En la sala del trono Elric nos esperaba con su armadura puesta. – [Eldric]He meditado. He visto más allá de la visión. Emprenderé mi viaje ahora.[/Eldric]

    – [Idris]¿Solo?.-[/Idris] Me preguntaba lo mismo. Desconocía que es lo que teníamos que hacer una vez encontráramos a los Daë. No podíamos interferir en su historia más allá de encaminarlos hacia su funesto final.

    -[Eldric] Ya he visto mi camino. El vuestro es aún más largo. Zahra sabe donde llevaros.-[/Eldric] Eldric recogió su arco y durante un breve instante el lugar en el que debería estar la cuerda brillo. Acabábamos de dejar a toda esta gente sin su líder y enviado a una persona hacia una muerte segura.

    – [Henry]Espero que para los demas alla sido igual de facil. ¿A donde tenemos que ir ahora?.-[/Henry] Había costado más llegar hasta el Daë que convencerlo de lo que tenía que hacer.

    – [Zahra]A una de las lunas.-[/Zahra] Añadió señalando hacia arriba. A estas alturas ningún nuevo mundo podía sorprenderme o eso pensaba.

  • INTERLUDIO DE DOS FÓSILES

    Interludio – Diana

    Mediodía

    Qué putada pasarse de moda, coño. Que ni tu fan se acuerde de ti, porque Amy es más oscura, más intensa y niñiñi. Que sí, que Amy es mi hija y es una valkiria maravillosa y estupenda, como las otras dos, que me rajaron el pepe con su cabezona para venir al mundo, me cago en mi raza. Pero no está mal que de vez en cuando se acuerden de una, de «La bruja pelirroja», «El fénix» o la original e inimitable, yo. Todo el mundo recuerda mis posts. TODO EL MALDITO MUNDO. Bueno, tres personas. Pero esas tres personas son los Daesdi o tres frikis que ahora deben rondar la treintena si es que aquel capítulo en el que éramos personajes de rol era verdad y en realidad, esto es todo una fumada de tres criaturitas aburridas.

    A veces, me imagino cómo serán los Daesdi. Mi fan tiene que estar bueno, ¿no? Por eso es mi fan. Las personas guapas y estupendas nos atraemos como con un imán. Mierda, seguro que es un cardo.

    – [Diana]Cari, ¿tú crees que mi fan está bueno?[/Diana]- le pregunté un día. Me tenía muy mosqueada últimamente, porque para mí que no era el mismo. Tenía la sensación de que antes tenía barba y barriguita y ahora, era más delgado e…imberbe. ¿Me estaba volviendo loca? Pues mira, a lo mejor. Eso pasa cuando ignoras a la gente.

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  • PELIGROS Y MENTIRAS

    NOAH ARKKAN

    ESFERA DAONNA

    Pensaréis que después de pasar varias horas en la prehistoria, me habría desencantado un poco con los dinosaurios, por aquello de estar en peligro mortal. Pero no, la respuesta era así de sencilla. Mi poder me permitía estar fuera de peligro y observarlos sin preocupación, salvo, claro, la prisa por encontrar a Lexie, cuya vida sí podía estar en riesgo.

    Lo que sí me daba miedo de aquél tiempo eran todas las extrañas criaturas que no eran dinosaurios y de las que no sabía qué esperarme. Desde una de las llanuras que atravesé se veía a lo lejos lo que parecía una montaña moviéndose. Cuando pude fijar bien la mirada vi que era un colosal demonio que debía de ser un puro. Aquél lugar era peligroso tanto para los dinosaurios como para nosotros.

    Me apenó no poder revisar bien aquél mundo, pero divisé más de aquellas gigantescas criaturas y estaba demasiado preocupado por Lexie como para alejarme, así que me limité a buscar por la zona por la que había caminado.

    Finalmente, mi corazón dio un vuelco cuando la vi, caminando dando zancadas cerca de un montículo de mármol granate.

    – [Lexie]Me voy de esta mierda de sitio.[/Lexie] – sentenció intentando esquivarme al ver que frenaba delante de ella. Enterré un poco el pie en la arena porque la fricción había hecho saltar una llamarada.

    – [Noah]Lexie, no hay salida.[/Noah] – traté de explicarle de nuevo. Parté de mí no entendia por qué estaba empeñada en huir, pero otra parte la conocía y claro que lo sabía.

    – [Lexie]Claro que hay salida.[/Lexie]- replicó ella, mirándome fijamente. Perdí la compostura durante unos segundos. Sus ojos eran más bonitos que cualquiera de las gemas que había visto en aquél planeta.- [Lexie]Siempre la hay.[/Lexie] – añadió. Normalmente habría estado de acuerdo con ella, pero aquella vez no podía estarlo. Solo había una, el resto estaban condenadas al fracaso.

    – [Noah]Sí, encontrar a la daë y volver a casa.[/Noah] – repliqué. Aunque pudiéramos huir de esos mundos y de la misión que nos habían encomendado, ¿debíamos? Estábamos en lo que efectivamente contaba como nuestro pasado. Si aquellos Daë no podían reunirse sin nosotros, nosotros mismos podríamos no existir. ¿Quién sabe qué clase de mundo podríamos crear?

    – [Lexie]No me interesa.[/Lexie]- respondió cruzándose de brazos. Ahora que sabía la verdad y que ella no tenía que esconderla, las diferencias entre Lexie y Allie se hacían mucho menos evidentes. Me sorprendió y me preocupó lo bien que se le daba actuar.

    – [Noah]Sea como sea, no te va a ir mejor sola. He visto…cosas extrañas por el camino.[/Noah] – había poca explicación para aquellas cosas. Traté de mirarlas poco y de no acercarme porque no dejaba de pensar en las historias y los juegos de rol de Lovecraft donde observar a aquellos seres del mal tan ancestral podía llevar la locura. “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía”.

    – [Lexie]Más vale sola que mal acompañada.[/Lexie]- respondió, frunciendo el ceño para enfatizar su actitud desafiante. ¿Cómo convences a alguien de que te escuche cuando está tan enfadada contigo? Porque aquí no había más opciones, irse sola implicaba morir, por muy poderosas que fueran sus ilusiones, no funcionarían con demonios demasiado poderosos.

    – [Noah]No te voy a dejar sola. No te per…[/Noah] – empecé a decir, sin apartar la vista de ella. Cuando vi la forma a mi espalda reflejarse en sus ojos, ya fue tarde para reaccionar. Fuera lo que fuera aquella criatura, era extremadamente rápida.

    Lo que en principio había tomado por un montículo de mármol granate, era una especie de demonio cangrejo con espolones que salían disparados de su caparazón. Tuve tiempo suficiente como para mover a Lexie de la trayectoria de uno de ellos, pero no había espacio de maniobra, había disparado decenas de espolones en nuestra dirección.

    Aquello se convirtió en un acto irracional que me aterrorizó. Para alguien que tiene normalmente todo el tiempo del mundo para reaccionar y meditar cómo reacciona, tener que actuar por instinto para salvar la vida de alguien tan importante como Lexie lo era para mí, me marcó. Tardaría en descubrirlo, pero ese momento de mi vida había creado un miedo que me acompañaría durante el resto de mi vida.

    Corrí con Lexie en brazos sin saber ni siquiera a donde. Entonces me detuve, y caí de rodillas al suelo cuando el dolor llegó a mis nervios, apenas un segundo más tarde.

    Grité por el dolor y estuve a punto de perder el conocimiento al ver un espolón partido atravesando mi gemelo izquierdo. Tragué saliva e hice lo que tenía que hacer, después de pasar una eternidad pensando en mi cabeza y reuniendo las fuerzas para hacerlo.

    Aferré el espolón y tiré, dando gracias porque no fuese serrado. – [Lexie]Ahora te vas a morir y encima la culpa será mía.[/Lexie]-escuché la voz de Lexie como en una ensoñación. Realidad y sueño empezaban a ser más tenues. Estaba frente a mí, agachada, mirando mi herida sin saber qué hacer.

    – [Noah]Necesito…que me tapes la herida.[/Noah] – me arranqué una manga de la camiseta y vi que mi brazo era de color azul verdoso. En algún punto me había transformado en Rakkthathor y quizá eso me había protegido algo más. Le tendí el trozo de tela y rasgué con mis uñas el pantalón hasta la rodilla para que la tela no tocase la herida. Yo ya no podía hacerlo, me estaba costando mucho trabajo concentrarme y mantenerme despierto.

    – [Lexie]No puedo…[/Lexie]- titubeó ella, con la venda en la mano.

    – [Noah]Lexie…esto va a tardar en curarse incluso con mis poderes. Si no lo cierras, me desangraré…y…no sé cuanto, puedo aguantar.[/Noah] – sé que los Moondies habían tenido la mejor de las intenciones separándonos de la vida que ellos llevaron, pero cuando al final la vida te lleva por el mismo camino, no habría estado de más estar preparados. Por ejemplo, yo no sabía el alcance de mi metabolismo acelerado. De pequeño había tenido muchas heridas por culpa de no controlar bien mi velocidad y sí que era cierto que me curaba mucho más rápido, pero ahora estábamos hablando de un objeto atravesando un músculo. Me preocupó no volver a correr.

    – [Lexie]No sé.[/Lexie]- dijo ella. Tuve miedo. Le cogí la mano y me di cuenta de que había vuelto a mi forma humana. Mis dedos finos sintieron su piel y me sentí un poco menos aterrado.

    – [Noah]Haz…lo que puedas.[/Noah] – le pedí. Empecé a ver puntos y unos segundos más tarde perdí el conocimiento.

    Volví a abrir los ojos, desorientado, buscando la mesita de noche de mi casa. El dolor de la pierna me devolvió a la realidad. Miré mi pierna, la manga de mi camiseta estaba ahora teñida por mi sangre, cerrando la herida con un nudo rudimentario. Lexie me había arrastrado hasta una cueva y me había colocado su chaqueta detrás de la cabeza. Estaba a unos pasos, pensativa. No se había dado cuenta de que me había despertado.

    – [Noah]Gracias.[/Noah] – le dije. Mi voz sonó más débil de lo que pensaba, pero ella se giró, sobresaltada. Miré hacia abajo ahora ya con la vista más clara y vi que estaba desnudo de cintura para arriba. Me sentía como si hubiera sudado, así que quizá había tenido fiebre.

    – [Lexie]No te mueras más.[/Lexie]- me pidió, acercándose. Tenía mala cara. No podía saber cuánto había pasado inconsciente, pero no parecía que hubiese sido poco. Mientras yo no podía, ella había cuidado de mí. Sentí pena por el mal rato que había tenido que pasar allí sola.

    – [Noah]Con suerte no lo haré.[/Noah] – traté de incoporarme. No me apetecía dar pena, pero me sentí débil aún. Traté de mover la pierna pero me sacudió un latigazo de dolor. Por suerte había traído calmantes en la mochila, pero quizá debía reservarlos para algo más grave. – [Noah]No podré correr.[/Noah] – le expliqué. Esperaba que no fuese mucho tiempo, porque en aquél mundo necesitaba más poder que nunca, pero de momento, no podría correr.

    – [Lexie]Nos quedaremos aquí hasta que estés mejor.[/Lexie] – dijo ella. Me alivió pensarlo, porque no quería arriesgar mi movilidad en la pierna, pero me preocupé por Kaylee y Sophie, y por los demás de los que aún no sabíamos nada.

    – [Noah]Al menos tenemos buenas vistas.[/Noah] – desde la cueva se escuchaban las olas romper la arena. La vista que había tras Lexie era impresionante, un mar de color rosa completamente puro y limpio. Pero mis ojos preferían unas vistas más cercanas. La había echado muchísimo de menos en los pocos días que llevábamos peleados. Allie era la persona más bonita sobre la faz de la Tierra para mí, la más lista, la más divertida.

    – [Lexie]¿Quieres algo de comer o de beber? Porque te ha dado un buen chungo.[/Lexie] – preguntó. Vi que había cogido algunas cosas cercanas y había sacado también alguna de mi mochila. Parecía toda una mapache.

    – [Noah]Agua.[/Noah] – le pedí, señalando una botella. Habíamos traído bastante agua embotellada pero como el espacio no es ilimitado, Henry nos había recomendado unas pastillas para potabilizar el agua que pudiésemos encontrar y una botella con filtro. Eso nos ayudaría una temporada, aunque no nos evitaría todas las enfermedades. – [Noah]Al menos tengo la suerte de que me haya tocado contigo[/Noah] – afirmé sonriendo, tratando de pensar en algo agradable mientras trataba de beber lo justo. Racionar la comida y la bebida no resulta nada fácil. El cuerpo me pedía vaciar aquella botella, pero en su lugar bebí muy poco.

    – [Lexie]Deja de hablar e intenta guardar las fuerzas para ponerte bien.[/Lexie] – ordenó ella. Le hice caso, no le faltaba razón y tampoco habría podido llevarle la contraria de no ser así. A Lexie se le daba bien mandar.

    – [Noah]No te preocupes. Mi cuerpo se cura rápido.[/Noah]- aseguré, casi tanto para ella como para mí mismo. Mi problema en ese momento era correr. Mi poder seguía funcionando, permitiéndome ir más deprisa, pero si lo utilizaba activamente, evitaba que mis energías se centrasen en curar la herida. Ella me miraba, preocupada, así que me puse en pie apoyándome en la pared rocosa de la caverna. Dolía, mucho, pero creía que podía soportarlo, tampoco parecía que una pastilla fuese a hacer una gran diferencia teniendo en cuenta que me habían atravesado la pierna. Eso y que los fármacos, por suerte o por desgracia, no funcionaban igual en mi cuerpo. No fue algo muy divertido de descubrir cuando era pequeño.

    – [Lexie]Deja de hacer el gallito.[/Lexie] – pidió, cruzándose de brazos y mirándome fijamente.

    – [Noah]No estoy haciendo…[/Noah] – empecé a defenderme hasta que me di cuenta de que quizá podía parecerlo, así que me senté en un roca, prefería no estar tumbado. – [Noah]Vale, lo siento.[/Noah] – añadí. Aquella disculpa había salido tan automática que quizá era buen momento para añadir otra más. – [Noah]Y siento haberme ido.[/Noah] – me obligué a mirarla a los ojos. Sabía que tenía la razón respecto a las mentiras, pero irme no había beneficiado en nada nuestra relación, fuera cual fuese.

    – [Lexie]Ya, bueno, yo soy una mentirosa compulsiva, así que…[/Lexie]- replicó ella, quitándole importancia. Aquello no me lo esperaba, Lexie, mi amiga, había demostrado ser muy complicada de leer y muy cerrada en sus sentimientos. Con Allie sin embargo todo había sido más fácil, pero ahora que todas eran la misma, parecía que le costaba volver a ser abierta.

    – [Noah]Bueno, supongo que no todo era mentira.[/Noah] – le pregunté, pensando que si no era así, prefería no saber la respuesta, aunque ya era tarde. Mi mente no concebía que alguien pudiese mentir en eso y pese a otros engaños, confiaba en ella.

    – [Lexie]Pues no lo sé.[/Lexie]- dijo, apartando la mirada para juguetear con uno de sus anillos. Estaba preciosa, incluso allí, en mitad de la prehistoria. Sus deportivas blancas estaban manchadas ahora de barro y tierra. No, esto es el mundo real, no va a subir el monte de camino a salvar el mundo en zapatos mágicos a los que puedes quitar el tacón y seguir caminando. Mis ojos subieron por su pantalón de licra ajustado y se detuvieron en su vientre desnudo por su sudadera con mangas. Mi cabeza le estuvo dando vueltas a qué utilidad podía tener una sudadera con la que cogías frío, pero solo me duró una milésima de segundo porque me distraje subiendo la mirada de nuevo hasta su rostro. – [Lexie]Miento tanto que a veces se me olvida qué es lo que he dicho.[/Lexie] – puntualizó. No sé si se había fijado en que la miraba como si estuviera embobado y se hacía la loca o directamente estaba acostumbrada a que la mirasen con la mandíbula desencajada y no se había dado cuenta. Con ese pensamiento, aparté la vista, para mí no era solo físico, era todo, tuviese la apariencia que tuviese.

    – [Noah]Podemos intentar…decir la verdad un rato. Como un juego.[/Noah] – le propuse. Era un reto, yo tampoco decía siempre lo que pensaba o lo que sentía, pero era un buen compromiso. En una buena relación, sea del tipo que sea, no hay mentiras.

    – [Lexie]Puff…[/Lexie]- suspiró. Parecía que la sola idea de hacerlo le estaba agobiando.- [Lexie]Vale. Lo que sea por un moribundo.[/Lexie] – añadió al final, con dificultad.

    – [Noah]¿Esta es tu cara de nacimiento?[/Noah] – pregunté. Necesitaba empezar a aferrarme a algo. Me había enseñado otras de sus caras, una de ellas, la de la hija de Fenris que todo el mundo estaba acostumbrado a ver en las noticias.

    – [Lexie]Sí.[/Lexie]- dijo.- [Lexie]Esta es la verdadera Alexandra.[/Lexie] – y la creí. Para mí fue un alivio, Lexie era mi mejor amiga y durante mucho tiempo, había sentido algo por ella, pero me había enamorado de esta cara.

    – [Noah]Intentaré llamarte Lexie. Te toca.[/Noah] – respondí. Incluso forzándome, muchas veces me salía llamarla Allie, pero no, era Lexie, no Lexie Reed, Lexie Fenris. Era…complicado, pero podría con ello.

    – [Lexie]¿Por qué te fuiste?[/Lexie] – preguntó ella, sin apartar la mirada. Suspiré, la primera en la frente como suelen decir.

    – [Noah]Me sentí…traicionado. Por las mentiras. Pero no lo pensé bien. No me paré a escucharte.[/Noah] – afirmé. Sonaba a poco, pero no podía decirle más. Lamentaba haberme ido porque en ese momento estaba cegado y después me di cuenta de lo mucho que podía perder.

    – [Lexie]Te traicioné, pero en mi defensa diré que no me arrepiento.[/Lexie]- sentenció. No dudé de que decía la verdad, de hecho, no pude evitar reírme.- [Lexie]Mierda.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]No pasa nada. Eres una tanuki.[/Noah] – repliqué. Había atosigado al máximo sobre el tema a una de las pocas personas que tenía la paciencia de responderme una y otra vez, mi padrino, que incluso me había dado varios libros sobre la raza de demonios de la que venía Lexie. A la hora de la verdad, dejando a un lado los que los trataban de amenaza, todos coincidían en algo, mentir estaba en su naturaleza. No podemos luchar contra lo que somos y si queremos de verdad a alguien, eso implica querer, entender y aceptar cada parte de ellos. Al final del día, hay muchas formas de mentir que no impliquen un problema. – [Noah]La verdad es mejor, aunque sea…complicada.[/Noah] – comenté, agradeciendo que se sincerase. – [Noah]¿Querrías…volver a intentarlo?[/Noah] – añadí. Me refería a la cena, pero no solo a la cena.

    – [Lexie]No lo sé.[/Lexie]- dijo ella. Igual me había pasado de positivo con lo de que la verdad era mejor. – [Lexie]Ahora mismo quiero darte de tu propia medicina y dejarte aquí plantado.[/Lexie] – espetó, con una mirada maliciosa.

    – [Noah]No seas vengativa. Estoy intentando arreglarlo.[/Noah] – le pedí. No tenía muchas fuerzas físicamente, así que me estaba costando un esfuerzo extra sacar fuerza de voluntad.

    – [Lexie]La venganza es más divertida.[/Lexie] – respondió ella.

    – [Noah]Salvo que quieras a alguien.[/Noah] – dije yo. La última vez había echado a correr con esa palabra. Esperaba no provocar el mismo efecto.

    – [Lexie]Ya.[/Lexie]- suspiró. Aquello no tenía buena pinta.

    – [Noah]No lo has preguntado. Pero te quiero. Con esta cara, con la que sea.[/Noah] – ya estaba todo dicho, no podía esconderme ni poner excusas, era lo que sentía total y abiertamente, si no era recíproco, bueno, me tocaría curarme de una forma mucho más lenta de la que lo haría mi pierna.

    – [Lexie]El cuerpo me pide dejarte plantado ahora mismo.[/Lexie]- respondió.

    – [Noah]¿Estás segura?[/Noah] – le pregunté.

    – [Lexie]Sí.[/Lexie]- dijo ella, mirándome a los ojos.

    – [Noah]Bueno. Haz lo que quieras hacer.[/Noah] – dije ya sin fuerzas. De pronto la pierna me dolía más y notaba el cansancio de mi cuerpo y su «lentitud». Era la segunda vez que le dejaba claros mis sentimientos. Si no sentía lo mismo, no pasaba nada.

    Lexie se acercó a mí sin que la viera y me lamió la mejilla. Ya no era lo suficientemente rápido como para haberlo visto venir y si lo hubiera hecho, sinceramente tampoco lo habría evitado. – [Lexie]Miento demasiado bien.[/Lexie] – replicó, sonriendo con malicia.

    – [Noah]Me estoy dando cuenta.[/Noah] – me extraño conseguir articular palabra teniendo en cuenta que mi mente no dejaba de pensar en su…ehm…bueno, con lo que acababa de lamerme la cara.

    – [Lexie]Podemos intentar volver a ser amigos y luego lo que vaya surgiendo.[/Lexie]- propuso ella. Contuve la respiración, el que no arriesga no gana. Medité lo más rápido que pude, echando en falta unos minutos extra que me habría dado mi poder, para asegurarme de que no era acoso lo que pensaba hacer.

    – [Noah]Vale. Dame la mano, para levantarme.[/Noah] – le tendí la mano y ella la cogió, pero no esperaba que tirase de ella hasta caer sobre mí. Nuestras caras estaban a menos de un centímetro de distancia y no era capaz de besarla por si ella no quería y eso era pasarme. Supuse que por un momento de usar mi poder no pasaría nada, así que tuve tiempo para observarla y ver cómo se movía hacia mí, abriendo ligeramente los labios. Volví a mi posición y la besé, no podía seguir pensando o no lo haría nunca. Aquello fue…indescriptible. – [Noah]Yo también sé mentir.[/Noah] – le dije cuando nos separamos. Por un segundo pensé que me iba a ahogar, Lexie había continuado el beso y sinceramente, se le daba mucho mejor que a mí.

    – [Lexie]Pero mientes mal.[/Lexie] – se rió, aún sentada sobre mí. En ese momento la pierna ya no me dolía. Ni siquiera sabía si me circulaba la sangre hacia ella ni tampoco me importaba demasiado.

    – [Noah]Pero beso mejor, ¿no?[/Noah] – pregunté disfrutando de estar cerca de ella. Tenía una sensación en el pecho que me sobrecogía.

    – [Lexie]Regular.[/Lexie]- bromeó ella.

    – [Noah]Si puedes hacerlo mejor…adelante.[/Noah] – la reté, sonriendo.

    – [Lexie]Ven.[/Lexie]- se pegó a mí y volvió a besarme. Vaya si lo hacía mejor.

    Puede que lo que duró el beso volviera a hacer un poco de trampa con mi poder para aprender a hacerlo mejor, pero solo fue un poco, nada que me impidiese seguir curándome.

    Era feliz. Allí, perdido en mitad de la prehistoria, habiendo estado a punto de morir, era feliz. ¿Y sabéis lo que significa eso para alguien con todo el tiempo del mundo para pensar? Que iba a tener mucho miedo, porque tenía más cosas importantes que perder.