Moondale

Etiqueta: April Halpert

  • NUNCA LIBRES

    NOAH ARKKAN

    NOCHE – INFINITY

    – [Owen]Tú no has visto nada.-[/Owen] dijo Owen, cuando llegué a recogerle. El recipiente de muestras de sangre estaba carbonizado. Lo que debería haber sido un suspiro, por el material genético perteneciente a los Moondies y algunos de los Daë, era más bien una preocupación, porque el de Omega también se había ido con ellos. No podía culpar a Owen tampoco, solo quería proteger a su hermana, pero a qué precio.

    – [Noah]Vamos, aún queda un camino libre.[/Noah] – le hice una seña para que estuviese preparado. Había ido dejando a los demás en subterráneos más cercanos y el nuestro era uno de los últimos.

    – [Owen]Tratame con cuidado. Ya sabes que me mareo.-[/Owen] respondió. Me resultaba difícil enfadarme con él. Era una buena persona, lo conocía desde hacía el tiempo suficiente como para saberlo, pero cuando se trataba de proteger a alguien que le importaba, podía ser un poco imprudente.

    Le cogí en brazos y sentí un fuerte pinchazo en el costado, donde la herida que me había hecho uno de los guardias aún no había sanado.

    – [Owen]Si luego te vomito…-[/Owen] le escuché decir cuando me vi forzado a parar en mitad de un pasillo, para evitar a unos guardias y porque el costado me estaba matando. Más despacio de lo habitual, aunque lo suficiente rápido como para que Owen no se diese cuenta.

    En lugar de atravesar el pasillo, crucé las puertas que comunicaban los laboratorios y tuve cuidado de cerrar suavemente la puerta que volvió a llevarme al pasillo, esta vez detrás de los guardias. Seguí mi camino descendiendo las escaleras lo más rápido que podía hasta el último de los subterráneos. Me sentía dolorido y mareado, pero no podía detenerme allí. Finalmente llegamos y me detuve frente a los ascensores. – [Owen]…no te quejes.-[/Owen] consiguió decir antes de doblarse tratando de contener las náuseas.

    – [Noah]Este es de los que menos celdas tiene.[/Noah] – dije, disimulando el dolor e intentando no llevarme una mano a la herida. Mi respiración estaba agitada y estaba sudando.

    – [Owen]Me encanta cuando me traes a sitios bonitos.-[/Owen] comentó, echando un vistazo a nuestro alrededor. Comparado con el resto de subterráneos, éste no se había rehabilitado y vuelto a utilizar. El blanco impoluto del resto de las instalaciones dejaba paso a gris oscuro, negro en algunas zonas, eco de un incendio que lo había consumido todo. Había manchas viejas en las paredes, sangre seca de hacía décadas. Algunas de las paredes frontales de cristal estaban rotas y cuando más avanzábamos hacia el final del pasillo, más destrozado estaba todo.

    – [Noah]Ten a mano esas llamas…que esta cita se está poniendo siniestra.[/Noah] – le avisé, algo inquieto. Había algo que me preocupaba y aún no le había contado a ninguno. Mientras les dejaba a todos en los diversos subterráneos me había llevado la desagradable sorpresa de que la mayoría volvían a estar ocupados por prisioneros, igual que cuando habían experimentado con los Moondies. Había reconocido incluso algunas caras gracias a la memoria genética, entre ellos: la vampiresa Alice,  April la Satellite hija de ‘Mental’ y algunos protegidos de Z que no había ido a la isla, como Khrisna que parecía no haber envejecido ni un solo día desde los recuerdos de mi padre del Palacio. Lo que quedaba de las luces titilaba y a medida que avanzábamos empezaban a estar completamente apagadas, solo iluminados por la tenue luz de emergencia sobre cada celda.

    – [Owen]Nadie me dijo que ibamos a meternos en una pelicula de terror.-[/Owen] admitió Owen, haciendo bailar una llama entre sus dedos, inquieto.

    – [Noah]Dentro de un rato tendré que irme a ver si ya no hay soldados por los pasillos.[/Noah] – le expliqué. Cuando estuviera todo más o menos despejado tendría que correr lo más rápido posible para sacar a los demás. Podría haberlo intentado ya pero no sabía qué medidas tendría Infinity preparadas y no quería que supiesen más de mi poder de lo que ya debían conocer. Habíamos cometido el error de darles todo nuestro perfil biológico para conseguir jugar en el mundo definitivo de los videojuegos evitando trampas.

    – [Owen]Si. Dejemos al gracioso ser el primero en morir solo. Aunque lo contrarresto siendo el deportista.-[/Owen] comentó Owen, mirándome. Era la típica historia de miedo, muy distinta de la realidad, donde todos estábamos en peligro. Pensé en Allie, en que quizá no volviese a verla. Mis días podían convertirse en ser el sujeto de los terribles experimentos de Infinity, alejado para siempre de todos. Pensé también en Lexie. – [Owen]¿Estas bien?[/Owen] – preguntó. Me giré y vi que me observaba, preocupado. No debía tener muy buen aspecto, y eso sin contar con la herida que me atravesaba a cada paso.

    – [Noah]Sinceramente, no. Tengo todos los recuerdos de mi padre y aquí le hicieron… le torturaron…[/Noah] – confesé. La mayoría de los «hijos e hijas» ya lo sabían. Mi padre lo llevaba con normalidad, sin atribuirle importancia, pero cuando era pequeño, aún poco acostumbrado a la memoria genética, me aventuré en los recuerdos de su tiempo en la Iniciativa y lo que sentí me acompañaría toda la vida.

    – [Owen]Te comes demasiado la cabeza. Piensa en otras cosas mientras estamos aquí. No sé, los 20 exámenes que tienes que hacer de las carreras que te estás sacando.-[/Owen] sonreí para despreocuparle. Los exámenes nunca habían sido un problema, el inconveniente siempre había sido no ceder a la tentación de entrar a la memoria genética y sacar todas las respuestas.

    – [Noah]Por este lado parece que no hay salida.[/Noah] – llegamos al final del pasillo y nos encontramos con que, al contrario que el resto de subterráneos de celdas, que tenían ascensores y escaleras a cada lado, este estaba cerrado por un enorme muro de hormigón reforzado. La última de las celdas era diferente al resto. No tenía una pared frontal de cristal, si no de metal, que ahora descansaba a un lado, doblada. Me agaché para tocar el metal y vi que no era un material normal, si no uno mucho más resistente. Me pregunté qué clase de criatura podría doblar ese muro así.

    – [Owen]A saber qué es lo que tenían aquí encerrado.-[/Owen] preguntó, mirando el interior de la celda, que parecía ser el origen del incendio que había calcinado el resto.

    Pasé una mano por encima de la placa del muro de metal para quitar la ceniza y entonces lo leí: ‘Celda Omega’.

    – [Owen]No hace falta ser un genio para ver que me mató y se quedó con mi poder. Genial Owen, menudo pringado.-[/Owen] comentó la voz de Owen, detrás de mí. No había llegado a contárselo nunca, no me parecía que fuese lo mejor para él. Pero sí, ese fuego había sido obra del poder del Owen de esa realidad, de Victor. Así que era cierto, Verónica había estado aquí y se había fugado la misma noche que se marcharon la tía Sarah y el resto de los primeros capturados.

    – [Noah]Y a Leo, Amy…[/Noah] – fue como si mi boca estuviese contectada directamente a mi memoria y lo que había contenido durante años empezase a salir. Antes no había motivo para alarmar al resto, ahora había que ser conscientes de la amenaza que llevaba suelta más de veinte años. – [Noah]Será mejor que no pensemos en eso ahora.[/Noah] – dije para mí mismo, intentando no abstraerme de mi propio yo. En ese momento, se escuchó un golpe cuyo eco resonó por el pasillo. – [Noah]¿Has oído eso?[/Noah] – le pregunté. El ruido había venido de unas celdas más atrás. Alguna en la que no nos habíamos fijado.

    – [Owen]Me dices que no piense en eso y me saltas con que has escuchado un ruido.-[/Owen] susurró, mientras caminábamos con cuidado hacia ella. – [Owen]Que sean ratas, que sean ratas…[/Owen] – pidió, preparado para atacar a lo que fuese.

    – [Noah]Que no sean ratas, que no sean ratas.[/Noah] – pedí yo también, no eran mis animales favoritos. Llegamos hasta la celda, una que estaba apenas marcada por las llamas. Había alguien encerrado allí, aunque no estaba seguro de si llamarlo «algo». Era más máquina que humano, tanto que ni siquiera sabía si primero había sido uno o lo otro. Toqué uno de los paneles del muro de cristal y leí su dossier. ‘Proyecto Cryad’, un viejo experimento de la Iniciativa con el que no querían experimentar, lo habían relegado a ese sótano, que al parecer iban a restaurar e iba a contener los desechos vivos con los que no quisieran seguir investigando.

    – [Noah]Parece que no están tan vacías.[/Noah] – admití. No había muchas ocupadas, después de echar un buen vistado. La mayor parte de los sujetos estaban dormidos o en estado de hibernación dentro de las celdas. A uno de ellos lo reconocí, era el androide del equipo Adams-Zero.

    – [Owen]Fijo que hubieses preferido una rata ahora.-[/Owen] comentó Owen. Sin duda. No sabía cómo podríamos salir de allí y seguir viviendo mientras Infinity tenía ese circo de los horrores y mantenía encerrados a todo tipo de personas.

    – [Noah]Tenemos que salir de aquí cuanto antes.[/Noah] – le dije. Aunque fuese arriesgado, teníamos que salir de allí ya, no había tiempo. Por el camino intentaría descubrir si podía liberar al resto, pero viendo cómo estaban las cosas, tenía que poner primero a salvo a los demás, aquél lugar era aún más peligroso de lo que habíamos pensado. Tenían mucho más poder e información que la Iniciativa. – [Noah]Necesito que me guardes una cosa. Por si no…sale bien.[/Noah] – saqué una pequeña caja con un artefacto en su interior, un prototipo de audífono de última generación que había cogido de uno de los laboratorios al volver a buscar a Owen. Se lo tendí.

    – [Owen]¿Seguro que me lo quieres dar a mí? Puede acabar chamuscado.-[/Owen] preguntó, sujetándolo. – [Owen]¿No es mejor que salgas corriendo y lo pongas a buen recaudo?-[/Owen] sugirió. Negué con la cabeza.

    – [Noah]Si hay que correr, tengo que ser el último[/Noah] – afirmé. Owen accedió y se lo guardó en la chaqueta. Suspiré y dejé que mi lado demoníaco viese la luz. Era un poco más lento como Rakkthathor, pero sin duda mucho más resistente. El dolor de la herida remitió un poco, no estaba curada del todo, pero con suerte se regeneraría más rápido en esa forma. Cogí a Owen con un brazo y me lo eché al hombro antes de atravesar a toda velocidad los pasillos.

    El camino no fue nada fácil, tomé muchos desvíos y me encontré con callejones sin salida, sin ni siquiera poder pararme a conseguir más información de los cientos de experimentos e investigaciones con los que me encontraba. Finalmente conseguí llegar al Subterráneo en el que había dejado a Henry y S.H.E sin que los guardias me viesen.

    – [Noah]Tenemos que irnos ya.[/Noah] – tenía la respiración agitada, incluso en mi forma Rakkthathor, en alguna ocasión había tenido que poner a prueba mi velocidad para evitar que los guardias viesen una puerta abriéndose, seguramente atarían cabos rápidamente.

    Me fijé en que pocas de las celdas de ese subterráneo estaban vacías. Había todo tipo de personas allí, sobrenaturales principalmente, nada de seres artificiales como los que había visto en el último de los subterráneos.

    – [Henry]Supongo que cuando nos dejaste aquí no te diste cuenta de que no estábamos solos.-[/Henry] – comentó, señalando las celdas con preocupación.

    – [Noah]Iba demasiado rápido. Cuando dejé a Ezra y Amy lo vi y me imaginé que el resto estaría así, pero este…está completamente lleno.[/Noah] – estaba un poco sobrepasado. Conseguir que saliéramos nosotros de allí ya parecía un milagro viendo lo preparados que estaban. Salvar a todas las personas allí cautivas era…imposible.

    – [Henry]Todo este tiempo aqui y tenian más de dos personas encerradas.-[/Henry] replicó con frustración. Henry había trabajado en secreto allí durante uno o dos años y había arriesgado todo para salvar a Ezra y S.H.E. cuando en realidad había tantas personas allí.

    – [Noah]No sé si podremos sacarles a todos.[/Noah] – les dije. Había tenido tiempo a ver lo que más me interesaba en los diferentes viajes, lo que nos impediría salir de allí con facilidad. Había puertas bloqueadas por muros de emergencia de metal que ni se habían movido con un golpe a plena velocidad, por no mencionar varias medidas de seguridad que impedirían abrirlas cortando la corriente. Solo Henry podía conseguirnos salir, esperaba que tuviese algo preparado.

    – [Owen]¿Y si alguno no merece ser liberado? ¿Y si alguno es un asesino como Omega? Demasiados y si…-[/Owen] pensó Owen en voz alta. No le faltaba razón, liberándoles podríamos llevar problemas al mundo, pero problemas que ya estaban allí antes de que los capturasen. Si les dejábamos allí solo estaríamos poniéndonos del lado de Infinity.

    – [Noah]Tendremos que salir primero y pensarlo después.[/Noah] – dije con pesar. Era una derrota y a veces hay que asumirlas, pero sería una victoria si al menos estábamos con vida, listos para volver a planificar. Intentaría sacar a April al menos, que estaba encerrada en el subterráneo en el que estaban Elle e Idris. Tenía muy mal aspecto, no sabía si aguantaría a una segunda incursión.

    – [Owen]Bueno speedy, sacame de aquí. Diría de que te llevaras primero a la hermana perdida de Xander y Elle, pero no es plan de dejarla sola en el bosque.-[/Owen] intervino Owen, sacándome de mis pensamientos. Asentí, tratando de no mirar a las caras de la gente que estaba allí cautiva, porque me torturarían durante mucho tiempo.

    Negué con la cabeza. – [Noah]Os llevaré a los tres.[/Noah] – aclaré. No podía dejar a ninguno solo. Cuando saliésemos de Infinity solo tendría tiempo a dejarles en mitad del Bosque de los Lobos antes de volver a por los demás, no podía arriesgarme a perder ni un segundo. Mientras estuvieran fuera, eran vulnerables, igual que dentro, así que nadie podía quedar solo.

    – [Henry]¿Podrás con los tres? -[/Henry] preguntó Henry, preocupado.

    – [Noah]No hay más remedio.[/Noah] – aclaré. No pasaba demasiado tiempo como Rakkthathor y no controlaba totalmente cuánto peso podía llegar a levantar mientras corría, pero creía que podría llegar fuera con ellos. Luego solo serían dos de cada vez.

    Ellos asintieron, preparados. Me até a S.H.E a la espalda con ayuda de ellos dos, poniendo cuidado en  que no se hiciese una herida con mis escamas. Estando inconsciente era la que peores posibilidades tenía si salía despedida. Luego me eché en cada hombro a uno de ellos y los agarré por la cintura.

    – [Owen]A ver donde pones las manos que estamos muy rejuntados.-[/Owen] solté una risa, la presión tenía que salir por algún lado y era una suerte que fuese risa y no echarme a llorar. Al estar en forma de Rakkthathor sonó un poco como un aspersor por mis afilados dientes. Tenía que haber abierto la boca.

    – [Noah]Henry. Avisa cuando lleguemos al pasillo de salida.[/Noah] – le pedí. La idea era detenerme en las salidas que había visto para asegurarme de cuál era la buena.

    Asintió, inseguro, y eché a correr. Noté como se removían incómodos por la velocidad. Subir las escaleras con su peso no era nada fácil, pero continué corriendo. Paré varias veces en direcciones de las que no estaba seguro, pero con las indicaciones de Henry conseguimos llegar a la puerta que había dicho. Traté de memorizar algunas cosas para poder guiarme luego de vuelta. También tenía un cierre de emergencia, así que nos quedamos frente a ella, esperando.

    Henry se conectó al panel pero su tarjeta no respondía. Escuché unos pasos acercarse a nuestra dirección y un disparo me rozó el hombro. No era una bala, si no algún tipo de tecnología aturdidora. Por suerte mis escamas me protegieron y entre Owen y yo les despachamos. Sabían que estábamos allí así que era cuestión de tiempo que llegasen refuerzos.

    Después de una interminable espera, el portón empezó a deslizarse hacia arriba, Henry lo había conseguido. Sin esperas, les cogí y atravesé la puerta sin frenar hasta llegar a  la linde del Bosque de los Lobos. Les dejé allí y salí corriendo sin despedirme, encomendándome a todos los poderes ocultos del mundo para que siguiesen a salvo cuando regresara.

    Un remolino de guardias armados me esperaba al volver. Tuve poco espacio para cruzar y recibí el impacto de una de sus armas, pero esta vez me incapacitó en el suelo. Temblaba, temiendo que eso fuera el fin, que terminaría convertido en uno de sus experimentos, encerrado en una cápsula mientras jugaban a despertarme y dormirme. Temí no volver a ver a Allie, a Lexie, a mi familia y a mis amigos.

    Pero me puse en pie. Había gente que dependía de mí y no podía quedarme allí. Arrollé a los guardias a toda velocidad sin mirar atrás y corrí hacia el siguiente subterráneo. Xander, Jane, Elle, Idris, Ezra y Amy me esperaban y dependían de mí, no podía defraudarles.

    Me forcé a actuar por instinto, solo la idea de elegir al siguiente al que recoger me hacía pensar que podía estar tomando una decisión sobre quién era libre y quien no. Xander y Jane fueron los primeros que encontré, así que sin muchas explicaciones los cogí y me los llevé al bosque junto a los demás. Ellos se encargarían de explicarles, no tenía tiempo para discutir con Xander, que querría volver a entrar hasta que todos estuvieran a salvo.

    Luego les siguieron Ezra y Amy, un viaje un poco más incómodo porque los dos iban algo ligeros de ropa. El camino cada vez era más difícil. Tomaba rutas y atajos pero Infinity estaba muy bien pensada e trataban de evitarlo con ímpetu. Aun así, parecía estar yendo demasiado bien y eso me hizo sospechar. Todo lo que tenían allí, todo el material, los artefactos y los experimentos, tenían mucho poder y estaba consiguiendo superarles. Idris y Elle me recibieron con un sobresalto, visiblemente impactados por el hecho de que hubiera muchos más cautivos en las celdas.

    – [Elle]¿Cómo estás, Noah?[/Elle] – preguntó mi prima, preocupada. Conseguí parecer calmado, más o menos.

    – [Noah]He sacado a casi, todos, faltáis vosotros.[/Noah] – me notaba cansado, mi cuerpo pedía a gritos cuatro cenas y estaba nervioso por no conseguir sacar a todos de allí y porque no sabía si los demás estarían a salvo en el bosque. April estaba tumbada en la cama, inmóvil en su celda.

    – [Elle]Tienes que descansar.[/Elle] – me recomendó, apoyando una mano cálida en mi hombro.

    Negué con la cabeza y me apoyé en las rodillas mientras recuperaba el aliento. – [Noah]Cada vez hay más guardias y solo he podido llevar al resto al bosque.[/Noah] – les expliqué. Temía que los soldados llegasen a ellos, eran muchos y muy armados.

    – [Idris]¿Y toda esta gente?[/Idris] – respondió Idris, señalando a los cautivos. Guardé silencio, con un nudo en la garganta.

    – [Elle]Esto nos está sobrepasando.[/Elle] – admitió mi prima. No éramos los Moondies, ellos habían conseguido sacarlos a todos y nosotros no estábamos seguros de poder salir con vida.

    – [Noah]Tenemos que intentar sacar al menos a April.[/Noah] – dije, señalando su celda. No estaba seguro de si ellos la conocían. Ted y ella se habían ido a la isla antes de nacer nosotros. – [Noah]Tiene mal aspecto.[/Noah] – añadí. Elle asintió, acercándose a su celda. Debía estar enferma, quizá habían experimentado demasiado con ella.

    Idris se acercó tras ella y empezó a toquetear la terminal que había en el propio muro de cristal. Al ver que no conseguía abrirla, los dos intentamos moverla y golpearla. Incluso con nuestros poderes, permaneció intacta.

    – [Idris]No podías ser un puñetero cristal normal.[/Idris] – maldijo. Nada funcionaba, no se movía, no podíamos hacer nada por April. Solo dejarla allí, abandonada a su suerte.

    Empecé a sudar, algo que no era muy habitual estando enclaustrado en mis escamas Rakkthathor. El cuerpo me pedía echarme a llorar por la frustración y el dolor, pero traté de contenerlo. Idris seguía maldiciendo y fue como si todo pasase a segundo plano.

    No conseguía apenas moverme, no quería irme de allí para no dejar abandonada a April y no podía hacer tampoco nada por salvarla. Estaba completamente derrotado. Los tacos de Idris seguían resonando, hasta que cesaron.

    Volví a enfocar la vista y supe qué le había detenido. Elle caminaba con paso firme hacia el muro de cristal, sin mirarnos a ninguno. Había algo diferente en ella, y cuando más se acercaba al cristal, más se acrecentaba.

    Cuando mis ojos se acostumbraron a estar enfocados, me di cuenta de que la piel de Elle emitía destellos, era como si resplandeciese con una luz que salía de su interior, iluminándola como si fuese una llama en el interior de un diamante.

    Al principio pensé que era el poder de mi tío, pero le había visto usarlo en persona y en los recuerdos de mi padre y no se parecía en nada a eso. Vi a Idris mirar aterrado a Elle desde el frente y me moví un poco, siguiendo su mirada. Una especie de tentáculos de luz surgían de su pecho, creciendo, como lenguas de luz de múltiples colores.

    Entonces llegó al cristal y posó su mano sobre él. El muro que habíamos sido incapaces de derribar con todas nuestras fuerzas se convirtió en arena cristalina, cubriendo los pies de mi prima. Pero no solo ese muro, si no todos los de ese subterráneo se vinieron abajo. Los primeros prisioneros empezaron a salir de sus celdas, perplejos.

    Elle se derrumbó y corrí para evitar que cayese al suelo. La sujeté entre los brazos e Idris se puso al otro lado en unos segundos, así que me aparté para dejarles al ver que ella estaba consciente pero confusa.

    – [Elle]No sé qué acabo de hacer.[/Elle] – confesó. Ni ella ni probablemente nadie.

    – [Idris]¿Estás bien?[/Idris] – le preguntó. Me agaché a su lado y aproveché para tocar la arena. No había rastro de que una vez hubiese sido ese robusto cristal.

    – [Elle]Supongo.[/Elle]- vi que temblaba. Sabía lo que había hecho pero se había movido en una especie de trance. Eso no podía tener nada que ver con un poder, no funcionaban así.

    – [Idris]No pasa nada.[/Idris] – la tranquilizó Idris, haciéndome una seña. Entré a la celda y cogí a April. Poco la ataba ya a la vida, estaba muy debilitada. Vi marcas de inyecciones en sus brazos y un dispositivo metálico en su sien.

    Cuando salí, mi prima se estaba mirando las manos. Quise reconfortarla diciendo que no pasaba nada, pero mientras recogía a April había recordado una conversación que había visto en las memorias de mi padre. Una conversación entre todos los Moondies que se había llevado a cabo poco antes de nacer Xander y una vez más cuando se supo que Elle iba a ser una niña. Era la primera Kvasir nacida de la que se tuviera registro. De su raza solo había constancia del nombre: Vanir.

    Por suerte, Idris era menos preocupado y la estrechó en un abrazo. A veces solo hace falta eso para reconfortarse.

    – [Noah]Tenemos que salir ya de aquí.[/Noah] – no quería interrumpir porque me preocupaba mi prima, pero la situación era peligrosa y tenía que volver a salir de allí con tres personas a cuestas, sin tener en cuenta todos los prisioneros que empezaban a buscar una forma de huir y algunos no parecían amigables.

    – [Idris]Eres la mejor.[/Idris] – la animó Idris, mientras se ponía en pie.

    – [Elle]Eso ya lo sabía, pero gracias.[/Elle]- respondió, disimulando el miedo que aún le recorría el cuerpo. Ellie era experta en que pareciese que todo iba bien.

    – [Idris]Vamos, cuando salgamos te invito a un Coquito Helado.[/Idris] – le escuché decir.

    Con su ayuda, me até de nuevo a April a la espalda y me los eché a los hombros. El camino estaba lleno de guardias, pero ahora tenían que lidiar también con todos los prisioneros que se habían escapado de ese sótano. Querría haberles ayudado, pero no tenía forma de proteger a los míos y ayudarles a ellos también.

    Cuando finalmente llegamos al bosque junto a todos los demás, suspiré, al ver que estaban a salvo. – [Noah]Vámonos de aquí cuanto antes.[/Noah] – pedí, inquieto. Sentía algo raro, un miedo continuo a que algo iba a salir mal.

    Por desgracia esa vez mis sospechas se cumplieron. Escuché un estruendo a mis espaldas, como si un rayo partiese la misma tierra. Eran algo más de una docena de distintos sexos y nacionalidades, todos vestidos con una especie de trajes tácticos con un símbolo en el pecho.

    – [Zeus]Dejad las armas y entregaos pacíficamente.[/Zeus] – uno de ellos se adelantó, era alto, de pelo oscuro y piel tostada. Llevaba un traje táctico gris claro con un rayo en las solapas.

    – [Ares]Pero si peleáis será más divertido.[/Ares] – añadió otro, con un traje negro. Su símbolo era un casco emplumado cruzado por una lanza.

    – [Noah]¿Quiénes sois?[/Noah] – pregunté, sorprendido. Habían aparecido allí demasiado rápido y parecían muy seguros de sí mismos. Temí la respuesta, había visto muchas cosas en aquél lugar.

    – [Zeus]Somos el Escuadrón Alfa. Defensa privada de Infinity.[/Zeus] – aclaró el del símbolo del rayo.

    – [Hermes]Los Olímpicos para los amigos.[/Hermes] – comentó otro, despreocupadamente. Su traje era de color marrón y llevaba unas sandalias aladas como símbolo.

    En ese momento até cabos, el rayo de Zeus, la lanza de Ares y ese que acababa de hablar debía ser Hermes. Infinity se había creado un equipo de seguridad a su medida y a saber con qué clase de poderes y mejoras.

    Nos superaban en número y probablemente nos superasen en poder, pero algo estaba claro, si nos capturaban, no seríamos nunca libres.

  • BEGINNING OF THE END

    3×14 – BEGINNING OF THE END

    Christopher MacLeod | La Nave

    El azúcar cayó sobre la superficie negra e inmaculada del café, provocando ondas bajo mi distraída mirada. Removí con la cuchara y me apoyé en la pared del gimnasio, ocupado en ese momento por un entrenamiento de los Satellites a manos de Dominic y Daniel.

    – [Dom]Kuruk, te quedan diez para batir tu propio record. Tienes que llegar a veinte más.[/Dom] – las proezas físicas de Kuruk no dejaban de sorprender. Llevaba casi una centena de circuitos completos, compuestos por flexiones, skipping osentadillas con salto. Un total de cinco ejercicios diferentes que combinaban fuerza, resistencia, flexibilidad y velocidad. Estaba a punto de batir su récord y apenas había empezado a sudar hacía diez circuitos.

    Me paré a pensar en los circuitos que podría llegar a hacer yo en ese mismo instante. Ser licántropo me hacía ser ligeramente más resistente, muy ligeramente, porque la verdadera «ventaja» era física al estar transformado y los sentidos más agudizados continuamente, pero ni con esa ligera mejora sería capaz de pasar de cinco con el cansancio acumulado por los planes, las tres noches de transformación a mis espaldas y la paternidad reciente.

    Tener un bebé de menos de un mes que demanda constantemente tu atención es agotador, pero si a eso le sumas dos trabajos y una presión constante por salvar vidas, la mezcla se convierte en un cóctel terrorífico. Por el trabajo no podía quejarme, en la Universidad nos habían dado tiempo y flexibilidad tanto a Diana como a mí para cuidar de Amy. Pero para salvar el mundo no había esperas ni pausas.

    El tres de junio tendría lugar la batalla de Ripper, estuviésemos preparados o no y ya estábamos a quince de mayo. El Día Internacional de la Familia que para mí había comenzado levantándome dolorido, cansado, solo y desnudo en una celda. La única interacción con mi familia por el momento había sido hablar con Diana en cuanto comprobé que las dos estaban despiertas para ver cómo estaban y qué tal había sido la noche. Mientras me contaba todas las veces que se había despertado de madrugada y había tenido que volver a dormirla durante horas mientras Amy no dejaba de emitir un ruido que parecía un aullido, no podía dejar de sentirme culpable por no haber estado allí, por mucho que Diana intentase quitarle hierro al asunto.

    No dejaba de darle vueltas a mi decisión en las Pruebas y en si tenía que haber elegido la pócima que curaba la licantropía. Siempre terminaba en la misma conclusión, para entonces ya era tarde, Amy podría ser licántropa de todas formas y si no hubiera cogido el amuleto, Diana podría serlo también. En ese punto es cuando empezaba a pensar si no tendría que haber hecho como Fenris, haber aprendido a controlar esa parte de mí en lugar de huir de ella.

    – [Daniel]Tienes que saber que es parte de ti, controlarlo en cada movimiento, con cada impulso. Puedes hacerlo.[/Daniel] – volví al presente al escuchar las palabras de Daniel, confuso por un momento al pensar que se refería a mí. Pero no, estaba al lado de Magnolia, que estaba concentrada en un pequeño montoncito de arena al que intentaba dar diferentes formas geométricas. Daniel reparó en mi mirada y me dirigió un gesto de ánimo con la cabeza.

    Al volver a la realidad me percaté de que April y Ted no dejaban de charlar en una esquina. – [Dom]Chicos, la conversación en vuestras mentes.[/Dom] – les reprendió Dominic. Contuve una sonrisa por lo literal de la reprimenda. Su entrenamiento consistía en ese momento en conversar mentalmente para intentar practicar de cara al combate, donde podría sernos muy útil, aunque fuese para mantener distraído a Mental.

    – [Carmela]A mí no me vengáis con más figuritas que estoy hasta el coño.[/Carmela] – intervino Carmela con su marcado acento italiano y una voz engravecida por una adicción de la que intentábamos curarla. – [Carmela]Un cartón de tabaco es lo que necesito.[/Carmela] – sentenció. Daniel y Dominic se miraron sin saber qué decirle.

    – [MacLeod]Ya has tenido suficientes avisos, Carmela.[/MacLeod] – le respondí, tan serio como solía estarlo cuando se trataba de un tema vital. La maldición de Carmela le había dado un poder completo, incluyendo cambios en sus pulmones para protegerse del humo, pero el tabaco tiene más sustancias nocivas además del propio humo, así que la habíamos convencido para dejarlo, todavía peleando con ella a menudo. Para que pudiera seguir utilizando su poder habíamos conseguido dar con la única alternativa posible, un hervidor portátil de agua para vaporizarse vaho de hierba de eucalipto entre otras. Así que ahora cada vez que usaba su poder nos dejaba a todos la nariz despejada.

    Carmela refunfuñó por lo bajo y agitó con brío el vaporizador para inhalar el vapor, que transformó en un gigantesco corte de manga. Negué con la cabeza mientras algunos intentaban contener la risa.

    – [Dom]Recuerda Joey, solo la cantidad necesaria de poder.-[/Dom] escuché decir a Dom, intentando volver al entrenamiento. Joey estaba golpeando un saco de boxeo que se movía como si estuviera lleno de plumas. – [Dom]Tienes que controlar la cantidad de tinta que usas en tus golpes. Usar solo medio tatuaje en lugar de todo.-[/Dom] cada vez que les veía entrenando a los Satellites, tanto Dom y Daniel como los demás, me sentía orgulloso de lo que hacían y de lo que conseguirían hacer cuando ese lugar pasase de ser una nave industrial a una escuela. No les estaban entrenando para ser letales, para ampliar sus poderes y hacer daño. Ellos les entrenaban para conocer sus poderes y controlarlos, para tener siempre presente lo bueno y lo malo que podían hacer con ellos y para proteger a los que no tenían esos dones.

    Terminé el café y caminé hasta la salida, pasando al lado de Daniel y Nicholas.

    – [Daniel]Nicholas, ¿cómo lo llevas?[/Daniel] – escuché que le preguntaba. Daniel le había entregado a Nicholas el último trozo del metal que había cogido en la Iniciativa para intentar replicarlo y reproducir las armas que pudiera para el grupo.

    – [Nicholas]He conseguido crear un par más a partir de los materiales que sobraron de la construción de la nave.-[/Nicholas] comentó con un deje nervioso en la voz, señalando un par de piedras pequeñas que tenía en una mesa. Se colocó las gafas y observó a Daniel. – [Nicholas]Si, solo esto ha salido de todo el material. Este metal es muy raro y el intercambio de material debe ser mayor. [/Nicholas] – explicó. En el mundo real nunca había noticias demasiado buenas, simplemente ibas tirando con lo que tenías.

    – [Daniel]Te buscaré más. ¿Hará falta menos si es algún tipo de metal más «cercano»?[/Daniel] – preguntó Daniel. Sería difícil encontrar un metal cercano, pero por poco que pudiera aproximarse sería una mejora y nos vendrían muy bien esas armas viendo la amplitud y el armamento de los dos bandos entre los que nos íbamos a interponer.

    – [Nicholas]Si. Cuanto más se acerque a este metal menos cantidad será necesaria usar.-[/Nicholas] sentenció el joven alquimista subiéndose las gafas. Otro Christopher con más tiempo libre y menos obligaciones habría pasado una buena temporada investigando sobre la alquimia para ayudar a Nicholas y por el mero afán de sabiduría. Este Christopher no podía, tenía demasiadas cosas que ordenar en la cabeza y estaba demasiado cansado y preocupado como para hacerlo con la tranquilidad habitual, así que tenía que echarle tiempo, paciencia y ser muy metódico.

    Daniel asintió, pensativo. – [Daniel]Buen trabajo.[/Daniel] – añadió dándole un ligero apretón en el hombro antes de volver a los entrenamientos, esta vez para asegurarse de que David conseguía romper una hilera de botellas de cristal vacías con su grito. Me reí en mis pensamientos, en el cine y la televisión siempre lo hacían con copas, aquí no teníamos dinero para desperdiciarlo en copas para romper.

    – [MacLeod]Estaré en la biblioteca.[/MacLeod] – me despedí antes de abrir la puerta que daba al pasillo. Daniel y Dom asintieron y continuaron con el entrenamiento. Todos teníamos mucho que hacer. Demasiado.

    Caminé en silencio hasta la biblioteca de la Nave, que por el momento no era más que una declaración de intenciones con algunas mesas de estudio y estanterías, de madera creada por Nicholas y trabajada por Kuruk e Hiroshi, ocupadas en una cuarta parte de su capacidad por libros que habíamos llevado entre todos y alguna donación del Consejo, que esperaba que fuese mayor en el futuro.

    En cuanto abrí las puertas, vi que la biblioteca no estaba vacía. En una de las mesas estaba Matías, absorto en varios mapas en tamaño A1 que tenía cubriendo toda la mesa. – [MacLeod]Buenos días, Mati.[/MacLeod] – le saludé, en español. La mayor parte del tiempo dejaba de ser consciente de mi poder y terminaba preguntándome en qué idioma me escuchaba hablar la gente.

    – [Matias]Buenos días, Christopher.[/Matias] – respondió. Las conversaciones con Matías eran especialmente confusas porque hablaba con fluidez varios idiomas y me costaba trabajo distinguir en cuál hablaba en ese momento, si en el mío nativo o en el suyo. Aunque lo cierto era que diferenciarlo no era más que una vieja costumbre poco práctica. – [Matias]He terminado con el análisis. Te lo he dejado encima de la mesa y he enviado una copia al grupo por correo. [/Matias] – comentó, apilando sus mapas en un lado de la mesa. Matías se estaba encargando de un trabajo a la altura de su intelecto. Estaba recopilando información de todas las fuentes posibles y analizándola para determinar los puntos de mayor riesgo para la población el día del ataque, de esa forma podríamos centrar nuestros esfuerzos en proteger a la gente en esas zonas o evitar que fuesen hacia allí. – [Matias]Voy a ir a comer algo de media mañana.[/Matias] – explicó mientras cogía su mochila. Matias era un cliente asiduo de un local de comida rápida que habían abierto unos bloques más allá, pero sus visitas no se debían solo a su aprecio natural por la comida, si no a que su cerebro consumía mucha más energía que un humano corriente.

    – [MacLeod]Que aproveche.[/MacLeod] – le deseé, agradeciendo en parte quedarme solo para ordenar mis pensamientos. Eché un vistazo al móvil para ver si Diana había escrito algo. No tenía ningún mensaje, así que me preocupé por si algo iba mal con Amy, que había estado muy agitada las tres últimas noches. También me habría preocupado si me hubiese escrito.

    Busqué una mesa frente a un ventanal para aprovechar la luz del día y apoyé la taza de café en un posavasos mientras sacaba de mi maletín mi diario.

    Hacía ya unos años que todos habíamos decidido empezar a escribir nuestras vivencias en diarios personales, para asegurarnos de que lo que vivíamos no quedaba en el olvido y esa información le resultaba útil a alguien en algún momento, quizá a nuestros propios hijos.

    Pero mi diario tenía una peculiaridad. Llevaba ya varios escritos porque no solo narraba mis experiencias de una forma bastante detallada, si no que usaba las páginas finales para tomar notas, apuntar ideas y guardar nuevos conocimientos.

    Abrí el actual por la sección de anotaciones correspondiente a la ‘Batalla de Ripper’ y me fui a una página en blanco para volcar mis pensamientos y mis recuerdos de lo que habíamos visto en el futuro.

    • La batalla será el tres de septiembre.
    • En las azoteas del edificio Lenora se podían ver los nombres de los fallecidos en la Batalla, exceptuando los de aquellos que consideraron enemigos. Había demasiados y conocía varios de ellos: alumnos y profesores de la Universidad, vecinos…
    • La Iniciativa será eliminada completamente y con ella todos los que intenten defender a los inocentes que están allí.
      • Esa masacre pondrá claro el objetivo del Gobierno contra los sobrenaturales.
    • El bando negro está esperando la oportunidad para derrocar a los otros dos bandos y tomar el control, pero esperarán a ganar todos juntos y acumular suficiente poder.
      • Es imposible convencer a Z de que le van a traicionar.
    • Dieron por muerta a Butterfly, eso le dio la oportunidad a Omega de tomar su lugar y desencadenó la muerte de Sasha y de Sarah.
      • Debemos proteger a Butterfly nosotros mismos porque Z no nos recibirá salvo para formar parte de su bando.
      • Si algo ocurre, Sasha será la siguiente, hay que protegerla pero es solitaria, Sarah es a la única a la escuchará.
    • Z es el Director de Inteligencia Nacional con todo lo que eso implica, y tiene una potenciada que manipula la tecnología.
      • Por tanto tienen ojos en todas partes y más tendrán cuando inventen el Omnilens.
      • Por tanto controlan los medios de comunicación.
    • Valcranneo Logoon. De nuevo ese nombre. Lo he leído en mis notas de la época del Soberano, pero no recuerdo qué significa…

    – [Ed]Te vas a quedar sin margenes en los que escribir.-[/Ed] habló una voz familiar. Me giré para ver a Ed acercándose. O se había vuelto muy sigiloso, o yo estaba demasiado absorto.

    Le devolví una sonrisa cansada. Mis ojeras debían haber evolucionado ya a tener consciencia propia. – [MacLeod]Ni siquiera te escuché entrar.[/MacLeod] – comenté, siendo sincero. Ed se sentó en una silla cerca de mí y echó un vistazo a las dos páginas que cubrían ya mis anotaciones. – [MacLeod]Desde que está Amy mi cabeza no está como para contener todo esto.[/MacLeod] – admití, sonriendo, pero ligeramente frustrado.

    – [Ed]Si detenemos a ambos nada de lo que vimos tiene porque ocurrir.-[/Ed] comentó él, esperanzado. Ojalá pudiera tener la misma esperanza que él, pero no dejaba de ver nuestra tarea como algo titánico y casi un imposible, pese a que fuéramos expertos en eso. Por suerte ya estaba Ed para mantener a buen recaudo el tesoro de Pandora.

    – [MacLeod]¿Te importaría echarme una mano?[/MacLeod] – le pregunté. – [MacLeod]Necesito pensar en voz alta y que alguien me ayude por si algo se me escapa.[/MacLeod] – expliqué. Necesitaba repasar todos esos acontecimientos y empezar a materializar los planes, pero temía que con el cansancio algo se me pasara por alto.

    – [Ed]Por supuesto.-[/Ed] replicó él, colocando la silla de manera que quedó frente a mí, listo para escuchar.

    – [MacLeod]Por un lado tenemos la fecha concreta.[/MacLeod] – pasé la página y escribí ‘3 de Junio’ en la esquina superior derecha. – [MacLeod]Eso es menos de un mes.[/MacLeod] – no era fácil admitirlo, pero el tiempo corría en nuestra contra. – [MacLeod]Si ganan ya hemos visto lo que pasará y lo que harán con la Iniciativa y los que intenten detenerlos.[/MacLeod] – escribí en el lado izquierdo Iniciativa y en el derecho, Z. En el centro escribí Ripper y lo rodeé con un amplio círculo. Estábamos en medio de una lucha de titanes. – [MacLeod]Además de los que cojan por el medio.[/MacLeod] – empecé a marcar puntos en el círculo de Ripper intentando no recordar los nombres que había visto en el futuro, ni nuestras muertes y las de nuestras hijas e hijos en ese intento de volver a la normalidad.

    – [Ed]Tenemos la ventaja de saber cuando va a atacar Z, algo que dudo que sepa que conocemos.-[/Ed] respondió Ed. Por lo que Sarah y los demás que habían estado en el Palacio habían dicho, Z contaba con al menos una bruja experta en conjuros para ver el futuro, así que no podíamos estar seguros de lo que sabía o lo que no, pero tampoco tenía tiempo como para estar continuamente atisbando el futuro. Teníamos que confiar en que, si lo intentaba, no diera con un momento del tiempo que descubriera nuestro plan. Sondear el tiempo es una ciencia inexacta, nosotros mismos no pretendíamos ver un futuro tan distante, pero nos adaptamos a lo que vimos y obtuvimos respuestas, probablemente gracias a la guía de los Daësdi, una ayuda con la que ellos no contaban. Sería mejor preocuparnos por otras formas que tenía Z de saber lo que ocurría.

    – [MacLeod]Z es un alto miembro de Inteligencia Nacional y la Iniciativa tiene otra parte amplia del Gobierno, especialmente las fuerzas militares.[/MacLeod] – planteé, desmontando y volviendo a montar el bolígrafo mientras pensaba. – [MacLeod]Es muy arriesgado descubrirnos, pero tenemos que hacerlo.[/MacLeod] – afirmé. No teníamos otra opción esta vez. Lo habíamos estado comentando todos durante una temporada y no terminábamos de llegar a un acuerdo, pero no teníamos otra opción. Además, las grabaciones de Dom utilizando su poder bajo el influjo del espectro musical eran virales dentro de Ripper, pero de boca en boca. A alguien no le interesaba que se propagasen. – [MacLeod]Filtrarán cualquier información por los medios de comunicación, así que a los que podamos avisar, tendrá que ser en directo. En algún gran evento.[/MacLeod] – era nuestro único recurso, descubrirnos frente a todo el que pudiéramos de una forma que no esperasen.

    – [Ed]¿La gala de recaudación de fondos de Fenris?-[/Ed] sugirió Ed, dando la solución. Era curioso cómo tenía una buena idea pero la presentaba como una pregunta para no hacer la sugerencia invasiva. Ed era todo lo contrario a la beligerancia.

    – [MacLeod]Es una buena idea.[/MacLeod] – le reconocí. Todos los años, Construcciones Fenris llevaba a cabo una gala de recaudación de fondos entre sus accionistas y algunos de los miembros más pudientes de Ripper. Cuando volvió de su viaje al Tíbet, Fenris convirtió la fiesta en un evento público que le ganó el cariño de la gente. Después, tras su captura por parte de la Iniciativa y al desvincularse poco a poco de su empresa, los accionistas la habían estado celebrando de la forma habitual.  – [MacLeod]Podemos hablar con él para que organice el evento en un lugar abierto con algo que llame la atención de la gente de a pie.[/MacLeod] – añadí. Quizá era el momento de que volviese a realizar el evento a gran escala.  – [MacLeod]Ahí será el momento de hacer el anuncio. De descubrirnos, para bien o para mal.[/MacLeod] – finalicé, pensativo. Si las cosas salían mal, no tendríamos descanso nunca, podríamos perderlo todo. Pero lo que sabíamos sobre el mundo nos ponía en la obligación de hacer algo para evitar que la gente saliese herida. Los héroes no son tales si no tienen nada que perder.

    – [Ed]Música, comida… eso siempre atrae gente.-[/Ed] intervino Ed, dando por buena nuestra idea. Tomé nota, alguien tendría que hablar con Fenris. Quizá Sarah, Diana o Lucy, tenía debilidad por las Echolls. Aunque en la boda de Elizabeth había intimado mucho con Karen.

    – [MacLeod]Lo difícil será el discurso.[/MacLeod] – aseguré. No por saber qué decir. Tenía presente lo que necesitaba decirse aunque no tuviera claro el orden. El problema estaba en que no era yo quien debía hacerlo, y tenía que convencer a esa persona para presentarse delante de centenares de personas y descubrir un secreto que llevaba años guardando.

    – [Ed]Cuando la gente vea lo que somos capaces de hacer, las palabras apenas serán necesarias… salvo que se asusten y cunda el pánico.-[/Ed] alcé las cejas en una mueca de preocupación. No era capaz de preveer la reacción de la gente. Se escapaba a mi control y eso me inquietaba.

    – [MacLeod]Un problema de cada vez.[/MacLeod] – propuse, más para mí que para él. Intenté dar por solucionada esa parte ahora que teníamos un esbozo de plan. – [MacLeod]Después tenemos a la tercera jugadora, Omega.[/MacLeod] – escribí su nombre en la parte superior y tracé una flecha hacia Z, cerca del que escribí ‘Beatrix’ y ‘Butterfly’.  – [MacLeod]Por lo que sabemos Z la dará por muerta y es ahí cuando Omega ocupará su lugar y tomará su poder.[/MacLeod] – le recordé, señalando el nombre de Butterfly. Z no nos escucharía y Butterfly era una seguidora ferviente, así que no podíamos confiar en solucionar eso hablando.

    – [Ed]Debemos tener cuidado con ella, por lo que hemos visto ya esta aquí. Y por sorprendente que parezca es peor que cualquiera de estos dos.-[/Ed] puntualizó Ed, señalando los nombres de Z y de Preston.

    – [MacLeod]Lo sé.[/MacLeod] – respondí de forma casi automática, porque mi mente estaba ya en otro lugar. Omega era Verónica Preston. En ese mismo diario que reposaba sobre la mesa estaban varias páginas de anotaciones sobre el otro futuro que habíamos visto, si la Iniciativa ganaba. Ese futuro terminó con Verónica viajando al pasado y Ezra yendo tras ella. Si Verónica había llegado hasta aquí, ¿también lo habría hecho él? Sin duda eso era algo que Ed también se estaría preguntando. No quería estar en su lugar.  – [MacLeod]Pero al parecer en esta época estaba débil, así que si evitamos que coja a Butterfly, habremos evitado gran parte del problema.[/MacLeod] – añadí intentando buscar un punto de esperanza. Ella misma lo había dicho en el futuro, que no atacó a Z durante mucho tiempo porque estaba débil por algo que le habían hecho. Si eliminábamos su oportunidad de conseguir a Butterfly, le robaríamos su plan maestro y tendría que retirarse. No podíamos hacer otra cosa por el momento, teníamos demasiados frentes como para enfrentarnos también a ella ahora, y si nos viese, estando en desventaja, jamás se descubriría.

    – [Ed]La tendremos vigilada.-[/Ed] afirmó Ed. No lo dudaba, sabía que él mismo se tendría que encargar de mantenerla bajo vigilancia gracias a su poder. En cuanto Ed detectase algo raro, iríamos a por ella.

    – [MacLeod]En cuanto veáis la oportunidad, tenemos que ponerla bajo nuestra protección.[/MacLeod] – añadí, aunque no era necesario decirlo. Teníamos que elegir el momento perfecto para que la gente de Z no se nos echase encima. – [MacLeod]Lo que nos lleva al siguiente intento, Sasha.[/MacLeod] – continué hilando nuestra red de acciones. Tras «perder» a Butterfly, irían a por Sasha, y si eso no les salía bien, irían a por Sarah. De cualquier forma, teníamos el deber de proteger a Sasha, yo especialmente. – [MacLeod]Es demasiado solitaria, Sarah ha dicho que hablará con ella y la convencerá de venir aquí o a casa de alguno de nosotros para estar protegida.[/MacLeod] – aseguré. Era la única a la que escucharía.

    – [Ed]Si, no podemos estar solos y desprotegidos en este momento.-[/Ed] comentó Ed. Tenía toda la razón, todos estábamos en peligro potencial. No podía dejar de pensar en Amy y Diana, que merecían estar juntas y disfrutar y sin embargo teníamos que estar preocupados por su seguridad.

    – [MacLeod]Podemos hacer refugio aquí para cualquiera que lo necesite. Hay que estar preparados para que gente de a pie salga herida.[/MacLeod] – añadí. La Nave tenía bastante espacio y podía convertirse en un refugio improvisado, igual que la Universidad, Mercy y los O.W.L.S ya estaban preparados.

    Ed asintió en silencio. Había visto con sus propios ojos lo que era un mundo en el que la gente a la que quieres sale herida, una tras otra y ahora nos enfrentábamos de nuevo a una perspectiva igual.

    – [MacLeod]Por lo demás, el resto es preparar el combate.[/MacLeod] – continué, garabateando en la hoja algunas de las cosas que necesitábamos tener. – [MacLeod]Entrenar a los Satellites, preparar armas, encantar los trajes que va a preparar Lucy…nada estará de más.[/MacLeod] – aseguré. Todo lo que pudiéramos conseguir a nivel de protección sería necesario.

    Continuamos un rato más repasando una a una las ideas y los puntos críticos de todo lo que estaba por venir. Un repaso que me ayudó a desconectar de la carga mental que llevaba varios días rondándome la cabeza. Con el descanso de tener planes trazados, podía permitirme disfrutar de Diana y de Amy durante un buen rato. Me lo había ganado.

    – [Ed]Bueno, te dejo que sigas garabateando en las esquinas. Tengo que ver a Diana para los encantamientos de protección.-[/Ed] afirmó. No dejaba de sentirme culpable por no encontrar una forma de evitar que Diana entrase al combate y pudiera estar con Amy. Pero sabía que no había nada que pudiera hacer y aunque pudiera, Diana jamás evitaría luchar para proteger el futuro de su pequeña y de todos a los que quería.

    Me despedí de Ed y tomé un par de notas más antes de llamar por teléfono a Diana. Mi segundo momento favorito del día. El primero iba a ser esa tarde cuando estuviera con ellas.

    Confiaba en que la paciencia fuese recompensada, que los momentos que todo lo que estaba ocurriendo me estaban robando con ellas, se convirtiesen en un periodo de paz en el que pudiéramos estar juntos y disfrutar como personas normales.

  • LA ENCARGADA DE LEER MENTES

    LA ENCARGADA DE LEER MENTES

    April | Bosque de los Lobos

    TARDE

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    A April le gustaba notar el sonido de las hojas secas que se partían bajo sus pies y ver cómo sus zapatillas Converse de color fucsia se ensuciaban. La hacían sentir parte de algo importante. Por primera vez en su vida era algo más que «la tarada que oía voces», aunque no tenía ni idea de lucha, ni de expediciones y mucho menos, de incursiones secretas, pero eso no iba a suponer un problema, porque su misión, como bien había recalcado Ted, era la encargada de leer mentes y eso, lo dominaba a la perfección.

    Era una tarde fría de cielo plomizo que amenazaba lluvia, pero sonrisa de April podía verse a kilómetros de distancia, mientras se aferraba con fuerza al asa derecha de su mochila. A su lado, caminaba Ted, con sus pintas de jardinero de incógnito, que estaba muy concentrado en no morirse de miedo involuntariamente y que todo el plan se fuera al garete <<Si me muero, el bibliotecario me matará>>. No muy lejos, estaba la chica embarazada, Diana, cuyo cabello rojizo y ojos de color miel hacían que la telépata pensara en lo mucho que le recordaba a una elfa del bosque, además, ese día llevaba un peto vaquero que evidenciaba todavía más que se encontraba al final del segundo trimestre de embarazo. Sus pensamientos eran mucho más divertidos, porque se estaba entreteniendo en imaginarse quién se comería a quién en caso de quedar atrapados en la Iniciativa.

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  • INTERLUDIO. LA TELÉPATA

    INTERLUDIO. LA TELÉPATA

    APRIL HALPERT| MOONDALE

    MADRUGADA

    aprilhalpertpost

    En un pequeño estudio de una de las calles más antiguas de Moondale, una chica permanecía despierta…

    La telépata apagó la televisión profundamente aburrida. Eran poco más de las dos de la mañana y ya estaba cansada de ver aquellos pantalones, que en cuanto te los ponías, te hacían un trasero digno de las mejores sambas. Qué pena ser pobre y no tener una tarjeta de crédito que fundir para luego morir aplastada por las facturas, como si fueras una especie de Carrie Bradshaw de pacotilla. Suspiró hastiada y se puso en pie, esquivando a Nit, el viejo gato que llevaba con ella desde hacía tanto que temía que estuviese fosilizado, pero no, porque parpadeó y, sin cambiar de postura, siguió ronroneando en sueños.

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  • NO ES FÁCIL SALVAR EL MUNDO CUANDO ESTÁS EMBARAZADA

    NO ES FÁCIL SALVAR EL MUNDO CUANDO ESTÁS EMBARAZADA

    Diana | Su despacho

    MAÑANA

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    En orden de aparición: Carmela D’Angelo, Braulio Matías Mendoza «Matty», Ted Sánchez y April Halpert.

    Me había pasado media noche sentada en una de las sillas de la cocina ideando formas de ahogar a MacLeod con la almohada sin que pudieran inculparme por ello. Porque sí, era el amor de mi vida, el padre de mi hija y cada vez que lo veía, me temblaban las canillas, pero roncaba como un puto perro viejo y encima, cuando le clavaba el codo en las costillas, me gruñía. Literalmente. El puñetero Christopher MacPerro me gruñía y amenazaba con enseñarme los dientes. Era lo que me faltaba, que me pegara la rabia el muy cabrón.

    No tenía bastante con parecer un globo terráqueo con piernas (tremendamente sexy, todo hay que decirlo), sino que encima ahora dormía de pena, porque mi hija tenía futuro bailando flamenco y su padre le tocaba las palmas con la nariz de puñetera madre. Si a eso le sumabas que me levantar a mear unas ochenta veces, más o menos, estaba a punto de meterme la mano en el vagina y sacar a la niña yo misma.

    Pero todavía me quedaban unos cuantos meses o no sé-qué-semanas, según la matrona que me había regañado por engordar dos kilos más de la cuenta y me había puesto a dieta. Se me habían acabado las pizzas, las hamburguesas y los desayunos de Hobbit, porque el test O’Sullivan era en unos días (la prueba de la diabetes gestacional) y sólo me faltaba tener que tomarme los cafés (que ya eran descafeinados) sin una pizca de azúcar.

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