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Etiqueta: Noah Arkkan ‘Drake’

  • UN NUEVO NOAH

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Ajusté la apertura y observé por el objetivo. Aquél trabajo era laborioso, complejo, delicado y requería una paciencia que estaba empezando a descubrir en mí, era un camino para labrar al nuevo Noah en el que quisiera o no, comenzaba a transformarme.

    En los días pasados había dado inicio al lento proceso de acostumbrarme a mi nueva condición, rodeado de las terribles noticias de la Tierra y las heridas que estaban sembradas por toda nuestra «comunidad».

    Mi mente seguía ágil, cómo si aquella velocidad que había tenido y parecía ahora un eco de un pasado remoto la hubiera entrenado y pulido hasta estar a su altura. Mis reflejos también estaban a la altura, era consciente rápido de lo que me rodeaba, de los cambios en el entorno.

    Por eso en el momento en el que Lexie apareció por la escotilla de la segunda planta y caminó por el techo de la nave hacia mí, fui consciente. Pero serlo no implicaba que fuese más sencillo reaccionar. Había evitado a Lexie en los últimos días, tenía algunos motivos pero cualquier argumento se venía abajo si lo pensaba, eran miedos y no podía dejar que mediaran en mi vida, y sin embargo, pese a saberlo, me paralizaban.

    – [Lexie]¿Qué haces aquí?[/Lexie] – preguntó. Su voz fue música para mis oídos, echaba de menos estar con ella, sin necesidad de hacer nada, simplemente estando juntos, escuchar su voz, sentir el calor de su cuerpo contra el mío.

    – [Noah]Intento sacar una foto de los planetas visibles. [/Noah]- dije, incapaz ya de concentrarme pero haciendo como que sí para evitar mirarla fijamente a los ojos. Temía lo que podía encontrar en ellos.

    – [Lexie]No creo que se muevan mucho.[/Lexie] – su tono de voz parecía amigable, aunque eso no descartaba que su enfado estuviera presente.

    – [Noah]¿Y tú? ¿Cómo es que has subido aquí?[/Noah] – pregunté, girándome. No podía evitar cruzarme con ella por un miedo omnipresente a perderla, porque ya lo estaba haciendo. Por suerte, al no tener todo el tiempo del mundo para pensar como hacía antes, me resultaba más fácil lanzarme al impulso de actuar.

    – [Lexie]He venido a verte.[/Lexie] – dijo mirándome. Me fijé en cualquier cosa menos sus ojos. Su ropa, de puro verano de Louna, un top blanco, corto, dejando más que el ombligo al descubierto y unos pantalones de un tono rosáceo. Esas palabras eran el preludio de algo que podía ser bueno o muy malo. Si venía a verme porque me echaba de menos me derrumbaría pero no sería malo en sí, pero también podía venir a verme porque estaba cansado de un tío que estaba más ocupado sacando fotos a un cielo en lugar de tratarla como se merecía.

    – [Noah]Ah.[/Noah] – respondí. – [Noah]¿Pasa algo?[/Noah] – fue lo único que se me ocurrió preguntar pese a que los dos sabíamos la respuesta.

    – [Lexie]Quería saber qué te pasa estos días.[/Lexie] – encontré una cadencia de tristeza en sus palabras. Lexie era una mujer fuerte, divertida, maravillosa y no tenía por qué pasarlo mal por mí. Se me ocurrió que lo mínimo que podía hacer era mirarla a los ojos y cuando lo hice, recordé una vez más que no podía resistirme a ella, se me apareciera con una cara u otra.

    – [Noah]Estoy bien. [/Noah]- mentí. Aún no, pero estaba en ello. La muerte de Elizabeth me había influido. Puede que no fuera mi abuela pero la conocía y la había tratado, me apenaba la idea de no volverla a ver, pero también pensar en el dolor que estaban sufriendo Elle, Xander, Amy, Kaylee, Vera e incluso Bowie. Y luego estaba el hecho de que su muerte, aunque no había tenido nada que ver con Omega, me recordaba que mi trato no garantizaba que todos fueran estar allí cuando regresáramos. – [Noah]Adaptándome a esto.[/Noah] – me señalé a mí mismo con la mano y pude seguir con la mirada cada movimiento, algo de lo que antes no habría sido capaz.

    – [Lexie]Ya, pero últimamente estás pasando de mí y me estoy empezando a enfadar.[/Lexie] – ahí estaba, la Lexie de detrás de todas las apariencias y engaños a la que había conseguido conocer y amar.

    Suspiré, no tenía sentido evitar más hablar de mis preocupaciones con ella, así que me senté cerca. – [Noah]Lo siento, Lexie.[/Noah] – era una disculpa sincera, pero con eso no bastaba, ni para ella ni para mí.

    – [Lexie]No me vale, la verdad.[/Lexie] – confirmó, poniéndose de pie frente a mí y colocando los brazos en jarras. Alcé la vista, qué increíble era, ¿cómo podía llegar a merecerla? – [Lexie]Me he quedado en esta mierda de nave que no vuela por ti. Podría estar en mi casa como la otra idiota que nos ha dejado tiradas.[/Lexie] – sentenció. Ese era uno de los motivos por los que la rehuía los últimos días. Antes de Caitriona Lexie podría haberse ido, pero se quedó por mí, porque le importaba.

    – [Noah]Lo sé, ¿crees que no lo sé?[/Noah] – le respondí. – [Noah]No merezco que te quedaras aquí por mí, tienes una vida allí, la tenías antes de conocerme.[/Noah] – añadí. No podía enfrentarme a la idea de que tuviera que lidiar con una vida que no quería solo por estar conmigo, pero no nos quedaba más opción y tenía que dejarme de tonterías.

    – [Lexie]Para mí habría sido más fácil volver a casa.[/Lexie]- admitió. Solo decía las verdades que yo mismo sabía ya, pero la confirmación hacía que las preocupaciones me siguiesen rondando la cabeza.

    – [Noah]Y por mí culpa ya no existe esa opción.[/Noah] – Omega se encargó de eliminar las opciones y de paso, quedárselas para regresar a la Tierra. Era el origen de todo esto, pero al final tampoco recaía solo en ella la culpa, yo había decidido entregar la velocidad para protegerles, Lexie había decidido quedarse y Xander había decidido librar al mundo de su amenaza. Decisiones y repercusiones.

    – [Lexie]No te estoy culpando, porque fui libre de elegir, pero tampoco está bien que me ignores cuando sabes que eres la razón principal por la que estoy aquí.[/Lexie] – me sorprendió verla así, tan…madura, tan en control de sus sentimientos.

    – [Noah]No te ignoro, me despierto deseando estar contigo pero…[/Noah]- había empezado a decirlo y tenía que terminar. Lexie era mi Selardi, eso lo sabía desde hacía mucho y cada día y faceta que conocía de ella no hacía más que confirmármelo, así que si lo sabía con tanta certeza no podía dudar en mostrarle mis sentimientos. – [Noah] te estaba ahorrando mi presencia, acordarte de lo que perdiste y de que ahora…soy otro.[/Noah] – resumí, como si me arrancara un peso del pecho, evitando mirarla fijamente. No estaba preparado para su reacción. Lo había pensado muchas veces, ella se había enamorado de un Noah que tenía tiempo para pensar bien cada uno de sus actos, un Noah que podía llevarla a cualquier parte del mundo, que podía encargarse de todos sus problemas y tener tiempo libre de cargas junto a ella.

    – [Lexie]¿Tú crees que a mí me gustaba tu velocidad?[/Lexie] – preguntó. Su tono hizo que volviera a mirarla a la cara y vi que alzaba una ceja bien marcada, un gesto que siempre me había resultado atractivo en ella.

    – [Noah]Te enamoraste de un Noah y ahora soy otro. No podré hacer las mismas cosas, ni a pensar tan bien lo que digo.[/Noah] – reconocí. Puede que mi velocidad fuera un lastre en otros sentidos para algunas personas, pero tenía ventajas.

    – [Lexie]Bueno, lo de que estoy enamorada lo dices tú.[/Lexie]- replicó con una sonrisa maliciosa, estaba disfrutando en cierta manera y eso me hizo sentir mejor.

    – [Noah]Tienes que estarlo para haberte quedado en este sitio tan poco fancy.[/Noah] – repliqué siguiéndole el juego del tira y afloja.

    – [Lexie]Lo que quiero decir es que a nadie le gustaba tu velocidad salvo a ti.[/Lexie]- sentenció. Era duro pensar que había podido molestar a alguien con mi poder pero en aquél momento en el que ya lo había perdido, tenía una parte reconfortante.- [Lexie]Esto me ha quedado fatal. En realidad, creo que el problema es que eras demasiado rápido para el resto.[/Lexie] – corrigió. Debía tener muy mala pinta para que Lexie rectificara. Por algún motivo pensar eso me hizo sonreír y la sensación reconfortante se afianzó.

    Le di una vuelta a qué se refería, con mi poder siempre estaba buscando hacer algo, lo que no debería ser un problema en sí, pero los entretenimientos me duraban poco y al estar metido en una misión con el resto, podía estar asfixiándoles con mi ritmo, exigiendo algo que no podían cumplir.- [Noah]Supongo que lo entiendo, en parte ahora estoy descubriendo a vivir de otra forma.[/Noah] – comenté. Estaba volviendo a descubrir los placeres del mundo. – [Noah]Corría demasiado.[/Noah] – había sido un miedo recurrente desde después de la adolescencia, ir tan rápido que me perdía lo que de verdad importaba y con Lexie ese miedo había ido a más. Ahora pensaba en los momentos en los que estaba con ella y mi mente estaba a la vez haciendo cuatro o cinco cosas más.

    – [Lexie]La velocidad solo era una ventaja para ti. El resto íbamos detrás con la lengua fuera.[/Lexie] – replicó despreocupadamente. Yo me limité a sonreírle y alzar una ceja, eso bastaría, me conocía lo suficiente como para entenderlo.

    – [Lexie]Sabes a qué me refiero.[/Lexie] – replicó, pero asomó una sonrisa en sus labios.

    Asentí y noté que nuestro enlace volvía a estar ahí, pese a todo lo que había pasado, quizá más fuerte que antes. Este cambio era una oportunidad para centrarme más en lo que de verdad importaba. – [Noah]Quizá sea una buena oportunidad para mirar un poco más para lo… nuestro.[/Noah] – le confesé.

    – [Lexie]Y para el resto de relaciones que tengas con gente de la nave.[/Lexie] – me aconsejó. Estaba disfrutando de la sensación de que Lexie me aconsejara, que me apoyara cuando yo mismo no sabía qué hacer. Era una intimidad como no había conocido antes.- [Lexie]Relaciones no sexuales.[/Lexie] – mi mente repasó la idea de que yo no había nombrado el sexo aún, así que a quien debía habérsele cruzado en la cabeza era a ella.

    – [Noah]No son igual de divertidas pero las apuntaré en mi lista. Pensándolo en frío no tenía tiempo más que para preocuparme.[/Noah] – admití.

    – [Lexie]¿Ves? En Louna no pensamos y mira lo bien que nos va.[/Lexie] – bromeó, sentándose a mi lado. Olí su irresistible perfume.

    – [Noah]Me han dicho que en tu familia están todos bien, ya les han avisado de todo y de que aunque hice el trato, tengan cuidado.[/Noah] – dije aprovechando que la tenía tan cerca para disfrutar de nuevo de cada milímetro de su cuerpo.

    – [Lexie]Lo tendrán. Mi padre solo tiene dinero y los poderes de mi madre están relacionados con los muertos.[/Lexie]- se quedó callada, pensando. Omega no se arriesgaría a llamar tanto la atención como para atacar a las personas más ricas de Ripper, pero no podía arriesgarme a no incluirlos.- [Lexie]Y mi hermano tiene tres neuronas y las debe estar dedicando a fumar porros.[/Lexie] – espetó.

    – [Noah]¿Los echas de menos?[/Noah] – le pregunté. Sabía que no eran uña y carne, pero Lexie era una maestra en esconder lo que pensaba, así que la mejor forma de saberlo era preguntar.

    – [Lexie]Esto no lo diría nadie en voz alta, pero es la primera vez que pienso en mi hermano desde que estamos aquí.[/Lexie]- se encogió de hombros. Era lícito, no habíamos parado desde entonces y a veces una relación sanguínea no implica que haya que tener…vinculación.- [Lexie]Mi padre y mi madre no están mal, pero me gustan más cuanto más lejos los tengo.[/Lexie]- comentó mirándose las uñas, perfectamente arregladas y largas. Recordé un chiste sobre las orientaciones sexuales y el largo de las uñas, pero me lo guardé.- [Lexie]Lo que más echo de menos es mi vida. Estoy acostumbrada a…[/Lexie] – empezó a decir, pero me miró y se detuvo. Era una de las pocas veces que la veía dudar.

    – [Noah]Di lo que necesites decir, yo nunca voy a juzgarte.[/Noah] – coloqué una mano en su espalda, notaba su musculatura, pese a no dedicarse a ello en cuerpo y alma, Lexie estaba muy en forma.

    – [Lexie]En realidad, estoy acostumbrada a no hacer nada.[/Lexie] – replicó. Me encogí de hombros, a veces no hacer nada está infravalorado.

    – [Noah]Sé que tú naturaleza es muy distinta a esto de… salvar el universo, pero se te da muy bien.[/Noah] – le acaricié la espalda de forma distraída. Noté que el vello se le erizaba cuando le pasé los dedos por la suave piel de la nuca.

    – [Lexie]A mí me gusta despertarme tarde, coger el coche e irme a desayunar a una cafetería al lado de la playa.[/Lexie]- comentó. En un mundo ideal, Lexie, teniendo la fortuna de sus padres, no tendría preocupaciones de «supervivencia», pero en el que nos había tocado sí, era un choque directo contra su forma de ser.- [Lexie]No me gusta salvar el mundo.[/Lexie] – afirmó. Era legítimo, no era ningún trabajo, no estaba, como se suele decir «ni pagado ni agradecido».

    – [Noah]También te gusta actuar, fingir ser otra persona.[/Noah] – sugerí. A Lexie le gustaba interpretar papeles, engañar, guardar secretos. Era parte de su naturaleza, no podía ni debía cambiarla si quería seguir siendo ella misma, así que mejor hacerla parte de su día. – [Noah]Esto es una actuación con la que salvas el mundo.[/Noah] – comenté.

    – [Lexie]Por la que no me pagan.[/Lexie] – respondió.

    – [Noah]Ya tienes más dinero del que vas a usar.[/Noah] – repliqué, no era algo que pudiera ser un inconveniente salvo que su familia estuviera haciendo algún negocio turbio, y Fenris tenía fama de ser honrado hasta la médula. – [Noah]Te lo puedo pagar en…besos[/Noah] – ofrecí, no era un adonis pero tenía que confiar en que a ella le gustaba. Así saldríamos ganando los dos, porque me moría por recuperar los días perdidos por mi propia mala cabeza.

    – [Lexie]¿En el coño?[/Lexie] – dijo con una sonrisa. Me habría sorprendido, creo que lo hice un poco, pero era Lexie, era de Louna y las dos cosas me encantaban.

    – [Noah]Tú pones las condiciones.[/Noah] – dije echándome a reír, era un poco risa nerviosa, lo confieso, Lexie me atraía mucho y cada vez que veía que era mutuo, me alegraba el día.

    – [Lexie]Hecho entonces.[/Lexie] – dijo ella.

    – [Noah]Ha sido más fácil de lo que esperaba.[/Noah] – me giré hacia ella e hice algo que llevaba mucho rato resistiendo, aparté su pendiente de aro y le besé el cuello.

    – [Lexie]Ha sido fácil porque no tengo forma de volver, también te lo digo.[/Lexie] – se quejó. Era parte de su personalidad, le gustaba quejarse. Su figura se recortaba contra un cielo despejado, ligeramente bañado por el lejano sol y en el que se distinguían casi tres de los planetas del cúmulo. Pero de todo ello, Lexie era lo más maravilloso.

    – [Noah]Quédate así, no te muevas.[/Noah] – le pedí. Me levanté y cogí la cámara para empezar a fotografiarla desde distintos ángulos. Ella se dejó llevar, posando, disfrutando de la atención.

    – [Lexie]Si pretendes que me despelote, la respuesta a tu pregunta es sí.[/Lexie] – parecía broma, pero Lexie no decía nada si no era capaz de hacerlo.

    – [Noah]Esto va cada vez mejor.[/Noah] – admití. Ella se puso en pie. Encima de la nave cualquiera podría habernos visto, era un riesgo, pero a Lexie le daba igual y el poder de nuestra relación era que nos equilibrábamos, así que su impulsividad y su alegría conseguían que me atreviera a hacer cosas que nunca antes habría hecho.

    Traté de pasar todo el tiempo posible ese día con Lexie, pero cuando llegó la hora de comer decidió bajar a la cocina a ver qué trabas podía ponerle al menú de ese día. Como ese terreno de batalla no dejaba sitio para mí, decidí hacer caso a Lexie y pensar también en esas otras relaciones que tenía pendientes.

    – [Noah]¿Tienes un hueco?[/Noah] – pregunté asomándome al cuarto de Niall.

    – [Niall] ¿Bromeas?, aquí todo lo que tengo es tiempo.[/Niall] – dijo él. Parecía jovial y alegre, no tenía pinta de estar afectado por la pérdida de su poder, pero sí que podía afectarle cómo vieran los demás a cambio de qué lo había dado.

    – [Noah]Yo ahora tengo menos, pero creo que ya he tenido bastantes vacaciones estos dos días.[/Noah] – no había compensado rehuir a nadie, solo había perdido un tiempo muy valioso con Lexie que ahora me hacía estar pensando en los minutos que quedaban para volver a verla.

    – [Niall]Debe debe de estar volviéndote loco el tener que hacer todo a velocidad normal.[/Niall] – comentó, perspicaz. Aunque estaba empezando a ver las virtudes de tomarse todo con calma.

    – [Noah]Le voy cogiendo el punto, descubriendo pasiones que antes me resultaban estresantes. [/Noah]- aclaré. Siempre me había gustado la fotografía, pero antes iba demasiado rápido para ella. – [Noah]Pero tampoco voy a hacer como si no me hubiera costado, volvería a aceptar pero es duro.[/Noah]

    – [Niall]Creo que nadie te lo ha dicho. Bueno Lexie te comió los morros, pero yo no lo voy a hacer.[/Niall] – mi mente divagó pensando en las últimas horas con Lexie pero me centré en volver a la realidad. – [Niall] Gracias por lo que hiciste, ya se que al menos estoy a salvo de esa tarada. Del resto del mundo…no tanto.[/Niall] – sonreí. No buscaba que los demás me agradecieran lo que había hecho, pero era agradable sentir su apoyo.

    – [Noah]Era lo mejor para todos.[/Noah] – comenté. Aún no me fiaba mucho de Caitriona y ese ser que concedía los tratos, pero sí en que cumpliría su palabra. – [Noah]¿Y tu cambio? ¿Ha sido duro?[/Noah] – desvié la conversación de mí hacia lo que él había pasado.

    – [Niall]Para nada. No quiero que pienses que soy un superficial por lo que hice, pero no soy como vosotros Noah.[/Niall]- empezó a decir. Valoraba la sinceridad de Niall, lo auténtico que era, sin importarle lo que pensaran. – [Niall]Nunca iba a trabajar de lo que realmente me gusta así que lo he hecho por mí y mi madre.[/Niall] – aclaró. Sabía que Niall venía de una familia muy humilde, solo su madre tirando de todo después de que fallecieran sus abuelos. Era normal la decisión que había tomado.

    – [Noah]Lo peor es que tienes que esperar a volver para eso.[/Noah] – dije, pensativo. – [Noah]Se que esta vida no es para ti pero hay que conseguir que volvamos y me invites a alguna fiesta llena de famoses[/Noah] – aunque no estuviese hecho para una vida heroica, pero necesitaba concentrarse en salir de todo esto sano y salvo. Ezra había comprado una oportunidad con sus recuerdos, pero solo una.

    – [Niall]Os ayudaré con lo que pueda. Y tenlo por seguro, vamos a quemar Hollywood.[/Niall] – sonrió. Me alegró verle orgulloso de su decisión y deseoso del futuro.

    – [Noah]Con Lexie de fiesta no me queda duda.[/Noah] – comenté. Lexie podría haber sido como los de la trilogía del «Arco de la Guadaña», fiestera profesional. Pero quizá cobrar por algo que le gustaba le habría quitado la gracia para ella.

    – [Niall]Vamos a cerrar todas las discotecas.[/Niall] – sugirió él. Me notaba cansado solo de pensarlo, pero si era en compañía de los dos, lo pasaría bien.

    – [Noah]Supongo que también te ayuda que se llevara tu poder, de otra forma igual hacías volar por los aires conciertos enteros[/Noah] – un desliz, por pequeño que fuera, podría haberle dado problemas.

    – [Niall]Visto así tienes razón, pero no me hubiese importado que se llevará el pajarraco en lugar de mi poder.[/Niall] – uno de ellos le había acompañado toda la vida y el otro había surgido de un ataque del que aún no hablaba demasiado.

    – [Noah]Ya, sé que no le tienes cariño pero como hermano de alguien que está similar… intenta hacer las paces con ¿Él? ¿Ella?[/Noah] – Leo había sufrido toda la vida por ser distinto y convivir con ese otro ser y sus instintos y era mejor que Niall no sufriese así, porque la cura de eso estaba en un futuro muy distante por desgracia.

    – [Niall]Él, es un cabroncete que no para de picotearme la cabeza y producirme migrañas.[/Niall] – me di cuenta de que Niall hablaba poco de los problemas que le daba día a día. Evitaba darle vueltas, era una persona con la que era muy fácil hablar.

    – [Noah]Igual quiere salir a volar un rato.[/Noah] – ofrecí. Hacer las paces con esa parte de sí mismo podría venirle bien. – [Noah]Si quieres te hago compañía, aunque como Rakkthathor no iré muy rápido.[/Noah] – añadí. A veces convenía dejar salir nuestras otras apariencias y a mí me lo empezaba a pedir el cuerpo.

    – [Niall]Mira que eres…[/Niall]- suspiró. – [Niall]Está bien, vamos.[/Niall] – asintió. Caminamos hacia el exterior de la nave y al ver que no había nadie, Niall dejó salir su aspecto de ave y sobrevoló la zona en círculos esperándome.

    Yo dejé salir mi aspecto de demonio, disfrutando de la resistencia de ese cuerpo y de la fuerza de mis músculos cuando eché a correr. Me sentía ágil, rápido y al notar el viento contra mi rostro noté una descarga eléctrica recorrer mi cuerpo.

    Podía ser la sensación de ser libre, de tomar las riendas de mi vida y empezar de cero. Pero una parte de mí me decía que había algo más. Aun así, la perspectiva de un futuro prometedor me hizo centrarme solo en eso y nada más.

  • A CAPELA

    LEO ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    En la Kvasir había demasiadas personas a las que apenas conocía, así que el instinto, mi verdadera naturaleza, pugnaba por alejarme de la vista para poder pensar y descansar. Un piano habría sido lo que necesitase en ese momento, o una guitarra, algo en lo que poder volcar mis dedos y mi corazón y dejarme llevar por el ritmo de la música, algo con lo que dejar de pensar.

    Pese a todo lo que habíamos sufrido desde el inicio de nuestro viaje, y también todo lo que de otra manera  no habríamos vivido, los últimos días habían resultado devastadores. Una parte del grupo, entre los que estaba Kaylee, estaba pasando como podía el dolor de perder a una abuela, mientras que otra sufría los efectos de los pactos con Caitriona. Y en medio de todo ello, seguíamos rodeados de desconocidos, especialmente ese tal Ezequiel del que no me podía fiar habiendo tantas cosas importantes para mí en aquél hogar improvisado.

    En ese tiempo, sin dejar a un lado al resto, los que más me preocupaban eran Kaylee y Noah. No iba a esconder la realidad, eran los más cercanos a mí, sí, eso lo hacía casi todo, pero también sentía que los demás tenían otras personas que cuidasen de ellos y ellas. Vera pasaba el tiempo con James y Elliot, tratando de no pensar en ninguna de sus pérdidas, era madura y parecía ser la que mejor lo estaba gestionando. Amy era infranqueable y desde luego no podía ser yo el que tratara de ayudarla, eso solo empeoraría las cosas. Xander y Elle estaban rodeados de un montón de gente, Jane, Idris, ellos mismos… Y al resto de los que habían afectado los pactos no los conocía tanto. Con respecto a eso, ser tan aislado me había ayudado.

    Pero sin embargo, aunque me preocupasen, no sabía cómo aportar algo para facilitarles el proceso por el que estaban pasando. Quizá por eso ansiaba tanto un instrumento, para poder volcar al menos lo que sentía, lo que creía que ellos sentían, y que pudieran sentir que alguien les entendía.

    Salí al exterior. El sol brillaba en la lejanía iluminando el cielo como un atardecer. En aquél lugar la noche ganaba la partida al día con facilidad, así que todo el verdor de sus campos y el azul de sus aguas debía sustentarse en magia o en maquinaria de la que abundaba en la ciudad.

    Caminé hasta unos cuantos árboles que apenas podían llamarse bosque y apoyé la espalda en ellos mientras respiraba el fresco aire no contaminado. A lo lejos, separado de la Kvasir mucho más que lo que yo estaba, distinguí la silueta de Noah. Mi hermano estaba agachado junto al lago, tenía algo entre las manos, parecía esa cámara réflex que se había traído a la misión y apenas había sacado hasta entonces.

    Lo voy a decir porque sé que aunque lo leyese, mi hermano comprendería lo que estoy diciendo. Noah era demasiado rápido para su propio bien. Todo pasaba de forma tan veloz y a la vez tan lenta ante sus ojos, que ni siquiera se paraba a sacar una foto pese a lo mucho que le gustaba, porque siempre tenía algo más que hacer, más prisa, menos tiempo que perder y más largo era para él un instante de realización como era ese. Parecía que ahora, por muy útil que fuera su poder, perderlo le estaba haciendo abrir un poco los ojos respecto a toda la vida que estaba dejando atrás. Le estaba haciendo valorar lo que tenía, día a día.

    Estaba bastante lejos como para verlo ni siquiera con mis sentidos agudizados, pero sentía que al menos en ese mismo segundo, estaba feliz, realizado. A veces necesitamos esforzarnos, poner toda la carne en el asador, toda el alma en esa canción que se te resiste desde el mismo momento en el que aparece en tu vida. Eso es lo que permite crear obras maestras, la voluntad, la tenacidad y el hecho de sobreponerse a los obstáculos.

    Noah estaría bien y seguiríamos adelante sin que nos facilitase el trabajo con sus habilidades. Así que mi mayor preocupación era Kaylee. Siempre había estado muy unida a todos sus abuelos. En realidad, ahora que la conocía de verdad en lugar de darme de bruces con su fachada externa como un ciego, Kaylee había resultado ser una persona increíblemente empática y sensible. Cada golpe que recibiese alguien lo sentía como propio, así que por aquél entonces estaría luchando tanto con su duelo como con el que sufrían los demás. Pero hay cosas que la magia no puede solucionar y una de ellas es la mente de las personas.

    – [Nate]¿Tomando el aire?[/Nate] – preguntó una voz que me devolvió a la infancia, a los ratos en aquella enorme sala de la Escuela Legado llena de juguetes, mientras eran otros los que tenían la carga del mundo sobre sus hombros.

    – [Leo]Hola Nate. Sí.[/Leo] – respondí. La voz de Kaylee resonó en mi cabeza como si fuera mi conciencia. «Eres demasiado serio. Te alejas de la gente para protegerte.» Tenía razón, conocía a aquel hombre desde que tenía memoria, siempre nos había cuidado y probablemente siempre lo hiciera, como una especie de tío eterno de todos nosotros.  – [Leo]Necesitaba pensar.[/Leo] – añadí. No era mucho, pero yo tampoco lo era sin mi música. Como un puzzle al que le falta una pieza.

    – [Nate]No hay que avergonzarse. Yo también he venido aquí para dejar de sentir un rato lo que estaban pasando los demás.[/Nate] – se sinceró. De pequeños recuerdo que Nate sabía todo el tiempo lo que necesitábamos. Era extraño seguir viéndole con el mismo aspecto.

    – [Leo]La soledad me viene bien para relajarme y ordenar mis pensamientos.[/Leo] – vi que avanzaba y sus ojos observaban a Noah, que seguía capturando en su objetivo lo que quiera que le estuviese llamando la atención.

    – [Nate]Hay mucho dolor en esa nave ahora mismo, pero también mucho amor. Tenemos que tratar de prestarle más atención a eso.[/Nate] – aseguró. Vi la sabiduría de sus palabras, la pena que sentía Kaylee solo podía contrarrestarla con el amor que sentía yo por ella, apoyándola, estando ahí. Pero con la música habría sabido llegar mejor a ella, mejor de lo que podía ahora mismo.

    – [Leo]Supongo que será así un tiempo. Han sido muchos golpes.[/Leo] – y al final por duro que sea el saco, si lo golpeas de continuo un día se romperá.  No creía que nadie se hubiera roto aún. Laura había estado a punto, por eso había elegido apartarse y evitar el golpe final.

    – [Nate]Podéis con ello. Ahora puede parecer que no, pero podéis.[/Nate] – su presencia y sus palabras eran reconfortantes, en mi mente se empezó a formar una canción sobre él, «canguro inmortal, el eterno amigo«.

    – [Leo]¿Sabes dónde está Kaylee?[/Leo] – él era el más indicado para esa pregunta porque podía diferenciarnos y localizarnos de una forma que nadie más podía. Cada persona tiene una serie de cosas que la hacen única y el conjunto de nuestros sentimientos y sensaciones es una firma que Nate sabía reconocer. Por eso nos encontró muchas veces.

    Nate sonrió, el gesto era cálido, tranquilizador «…sonrisa de estrellas serena mi alma…«. Sabía que era buena idea buscarla porque lo notaba en el corazón, pero cualquier duda que hubiese tenido la habría despejado el hecho de que a Nate también se lo pareciera. Es indescriptible la sensación de saber que hay alguien que se preocupaba por nosotros más allá de cualquier otra cosa, incluso él mismo. Nosotros éramos la familia que nunca había tenido «…padre de todos, hijo de nadie…» – [Nate]Va de camino a la piscina.[/Nate] – dijo. Y se quedó allí, observando mientras me ponía en pie y me alejaba de él, dispuesto a demostrar mi amor a Kaylee incluso «a cappella«.

  • PERDIENDO LA PARTIDA

    NOAH ARKKAN

    BOSQUE DEL CREPÚSCULO

    Ni siquiera con mi velocidad pude reaccionar a tiempo cuando el sueño lo cubrió todo y caí al suelo. Lo que si me permitió fue ver que no era el único que estaba allí inconsciente, los rostros de mi familia y mis amigos y amigas quedaban aplastados contra las piedras de la plaza del centro del laberinto, coronada por una fuente sobre la que se alzaba un pequeño arcoiris. Aquél laberinto era mágico, no solo en parte, si no en todo su ser, cada fibra de demonio en mí lo percibía como un pulso que recorría y embargaba mis sentidos.

    Cuando desperté, además de la cabaña en la que me encontré, sentí que seguía, si no en el mismo, en un lugar igual de mágico, pero con una naturaleza diferente, con un equilibrio que de continuo parecía a punto de decantarse entre cualquiera de sus bordes.

    No molestaré con los detalles que descubrí en cada rincón de la cabaña, porque la recorrí una infinidad de veces tratando de buscar una salida. No había forma, aquella manilla no se movía ni siquiera bajo el peso de mi fuerza demoníaca hasta que de pronto, como si la física de aquél pequeño universo en el que se había convertido esa cárcel improvisada se rompiera, la puerta se abrió.

    – [Caitriona]Hola, Noah[/Caitriona].- dijo una voz femenina. Por regla general, para cuando hubiera cruzado el umbral mis sentidos ya lo habrían visto todo de ella, pero como si su propia esencia formara parte de aquél lugar, fui incapaz de ser más rápido, como si mi don hubiera desaparecido sin más, solo que en mi interior notaba que lo estaba usando.- [Caitriona]Soy Caitriona y he venido a hacer un trato[/Caitriona]. – dijo. Rebajé la velocidad y sus movimientos siguieron al mismo ritmo, esa magia, la de aquél lugar, quebraba las leyes de la física.

    – [Noah]¿Un trato? Antes tengo que saber más de todo esto…[/Noah] – le pregunté. Estaba en una situación desfavorable, no sabía nada de aquél lugar, de qué les había pasado al resto o cómo habíamos llegado al laberinto en primer lugar. Y luego estaba ese trato que ofrecía y que no pintaba nada bien.

    Creo que cuando asintió no esperaba todas aquellas preguntas, pero aceptó cada una con paciencia y me pregunté cuánto ganaría con ese trato como para aguantar así. Descubrí que la magia de Kaylee nos había sacado del ataque de los sirvientes y sirvientas de Antailtire pero con la prisa y el miedo nos había dejado a la deriva entre mundos, llegando al Laberinto. Tenía serias dudas al respecto, parecía más bien que ella, o a quien ella sirviera a juzgar por sus palabras, había mediado en el conjuro de Kaylee para atraernos aquí. Tenía confianza en las habilidades de mi amiga y posible cuñada.

    Al parecer el Laberinto comunicaba con aquél lugar y dormirnos era parte del proceso de cruzar el portal a ese lugar, ese Bosque del que no sabía ni el nombre. No es que diera muchos detalles, esa conversación era una partida de ajedrez en la que yo no tenía ninguna ventaja y Caitriona era una jugadora experta. Ese trato que me ofrecía se había repetido antes, no solo con el resto de los que habían venido conmigo y les había tocado ya el turno, si no incontables veces en el pasado, con a saber cuántas almas. Fuera como fuese, había demostrado que no podía salir de allí, así que me veía obligado a atenerme a sus términos y escuchar su pacto como harían los demás.

    – [Caitriona]Pues sí que tenías dudas…[/Caitriona]- dijo ella, esbozando una sonrisa tenue.

    – [Noah]Lo siento, sé que es molesto, pero la situación no va a permitirme errores.[/Noah] – no sabía aún qué pensar de ella, así que fui correcto pero cauto. Notaba el peligro en el ambiente, pero una parte de mí me decía que aquella persona que tenía frente a mí no era inherentemente malvada. Quizá así fuera siempre, puede que eso mismo hubieran sentido los demás al enfrentarse al Soberano, a Z o incluso a Mason, que eran personas a fin de cuentas. – [Noah]Escucharé tu trato si eso sirve para que nos vayamos de aquí.[/Noah] – le dije.

    – [Caitriona]Como te he dicho, os iréis cuando todos los miembros del grupo hayan escuchado mis ofertas[/Caitriona]. – repitió ella, firme. Asentí y esperé a que dijera el trato que tenía reservado para mí.

    – [Caitriona]Te ofrezco que tu familia esté a salvo de Omega[/Caitriona]. – con esa decena de palabras consiguió sorprenderme y dejarme indefenso. Omega, la amenaza que pesaba sobre todos los que habíamos llegado desde la Tierra y nos habíamos visto envueltos en esa misión. Por mucho que Antailtire fuera ahora nuestro principal enemigo, Omega seguía ahí, oculta en las sombras. Habíamos pensado qué habría pasado con ella cuando llegamos aquí, si se habría quedado en la Tierra o habría llegado también a estos mundos. Estuviera donde estuviese, era una terrible amenaza para todos.

    – [Noah]¿Está en la tierra?[/Noah] – pregunté. No sabía si me daría una respuesta o una evasiva. Juzgué la postura de sus manos, reposando en su regazo en cuanto alzó una silla de la misma tierra. Una posición estudiada, controlada, como cada una de sus palabras.

    Ella asintió.- [Caitriona]Ha vuelto hace poco[/Caitriona]. – añadió. Así que sí había llegado con nosotros a aquel mundo. No podía ser una Daë, ella no, con sus ansias de destrucción. Quizá era todo una jugada del destino o tenía que ver con Jane. Fuera como fuese, había vuelto y ahora era un peligro para los Moondies, que no sabrían que estaba allí. Y ella me ofrecía protección para mi familia, pero no sabía si según su concepción de familia o la mía.

    – [Noah]¿Por familia te refieres a mis padres? ¿Y cómo sé que podrás hacer algo desde aquí para protegerles?[/Noah] – pregunté. Por mucho poder que le hubiera visto desplegar, estábamos a efectos prácticos en el pasado, a mundos de distancia, era necesaria mucha magia para poder hacer algo, una capaz de detener a Omega.

    Esbozó una leve sonrisa y asintió.- [Caitriona]Jugando con las probabilidades y usándolas a su favor[/Caitriona]. – puntualizó.

    Suspiré, valorando las opciones. Podía conseguir tiempo, protección jugando con que a Omega le apeteciera ignorar a mis padres, pero sin nosotros allí, con la fuerza que había demostrado tener, no podrían con ella. Podría atacar a cualquiera que no fueran mis padres, incluso a la pequeña Chloe. – [Noah]¿Y los demás? Mis tías y tíos, los padres de Lexie, los MacLeod…[/Noah] – pregunté. Necesitaba incluirlos, no podía hacer un pacto así dejando de lado al resto.

    – [Caitriona]Tu padre y tu madre[/Caitriona].- confirmó, despejando mis sospechas. Por mucho que quisiera a mi padre y mi madre, no podía salvarles sabiendo que el resto podrían salir mal parados. Tenía que seguir el juego, conocer qué quería a cambio y negociar.

    – [Noah]¿Qué pides a cambio?[/Noah] – puse toda mi atención en sus palabras porque hasta la petición más inocente podía esconder algo.

    – [Caitriona]Tu velocidad[/Caitriona]. – dijo ella. No había duda, no había intenciones ocultas, quería mi don.

    Solo de pensar en el precio notaba un vacío en el estómago, una sensación que perduraría si perdía algo que era parte de mí desde el mismo momento en el que fui consciente de lo que me rodeaba. No había sido un niño fácil con tanta energía, aburrido después de poco tiempo porque con mi velocidad, apenas una fracción por aquel entonces, ya había jugado con todo lo que tenía a mi disposición. Había aprendido a controlarla, a dominarla para hacer mi vida más llevadera y conseguir ventajas, tenía todo el tiempo del mundo, nunca tenía prisa, podía visitar cualquier lugar. Me pedía renunciar a esa libertad, a una parte de mi propio ser, a cambio de otra parte de mi vida, de las personas que me importaban. – [Noah]Solo la daré si proteges también a los demás.[/Noah] – sentencié, tratando de parecer serio y firme. Me vibraba una mano por los nervios, así que la oculté detrás de mí. Aunque seguro que ella lo sabía, que con sus ojos veía a través de mí.

    – [Caitriona]Esto no es un mercadillo, Noah[/Caitriona].- repitió, colocándose en la silla, su postura demostraba que ella no necesitaba esa negociación tanto como yo. Pero si fuera así, no estaría allí.

    – [Noah]Precisamente, si me pides mi velocidad es que sabes lo que significa.[/Noah] – me mantuve firme, evitando pensar en todo lo que cambiaría en mi vida si el trato se cumplía. No tenía sentido valorarlo, porque sabía en todo momento que la alternativa de perder cualquiera de esas vidas la cambiaría para algo mucho peor.

    – [Caitriona]Lo sé[/Caitriona]. – se limitó a decir.

    – [Noah]No puedo venderla más barata y menos sabiendo que ella ha vuelto y cualquiera puede sufrir por su culpa.[/Noah] – insistí. La miré a los ojos y le aguanté la mirada pese a que mis costumbres me pedían a gritos apartarla una y otra vez.

    – [Caitriona]Dime a quiénes quieres proteger[/Caitriona]. – dijo al final.

    Suspiré y medité bien mi respuesta. A cualquiera que me dejase fuera, podría caerle la ira de Omega. Lo había leído incontables veces. Me pregunté si aquella mujer con ese aspecto tan poco terrenal y ese bosque mágico no sería también una faë. Todas las historias avisaban de los tratos con ellos y si algo se repite tan a menudo en la ficción es que tiene parte de verdad. – [Noah]Cara Elle Arkkan, Daakka, Christopher MacLeod, Diana Echolls, Sarah Echolls, Daniel Arkkan, Sasha Elliot, Alexander Fenris, Karen Fenris, Liam Fenris, Mara Solo-Novak, Vincent Solo-Novak, Dominic Williams, Rebecca Williams, la…la señora Allen, la madre de Niall. Bill Parker. E Hiroshi Sato. Y Logan, Logan Villiers.[/Noah] – repasé una y otra vez la lista en mi mente. Logan Villiers no era casi ni un conocido para mí, pero era el padre de Cole, Dante y Niall y un Daë, además de tener un poder muy peligroso, podía ser un blanco fácil para Omega. Y por más que busqué, los nervios me dejaron en blanco respecto al nombre de la madre de Niall, lo sabía, lo tenía en la punta de la lengua, pero no era capaz.

    – [Caitriona]Son muchas personas[/Caitriona].- dijo ella, frunciendo el ceño con ligereza.

    – [Noah]Y pides algo muy grande a cambio.[/Noah] – repliqué. Era consciente de que con mi don podrían hacerse cosas terribles, necesitaba incluir esa garantía.

    – [Caitriona]Estarán a salvo hasta que volváis a la Tierra[/Caitriona].- concedió tras pensárselo un rato. Me di cuenta del cambio, ya no garantizaba su protección como antes, si no solo hasta que volviésemos a la Tierra. Eso me tranquilizaba en el sentido de que si algo impedía que volviéramos, ellos estarían bien, al menos respecto a Omega. Y también porque me hacía tener la esperanza de volver.

    Asentí y suspiré mientras meditaba mis palabras. – [Noah]Entrego mi don, no mi velocidad normal, si no mi don, a cambio de que esas personas estén a salvo hasta que nosotros volvamos a la Tierra…y que mi poder no se use con malos fines.[/Noah] – dije, extendiendo mi mano para sellar aquél oscuro pacto que sin duda recordaría toda mi vida.

    Caitriona me miró unos segundos, consciente de la cláusula que acababa de añadir. No pareció importarle, así que lo que sacaba de aquél trato tenía que ser algo más. Puede que no solo mi don, si no, quizá, quitármelo. Ella extendió su mano y agarró mi brazo, las manos de cada uno aferrando el codo del otro. Después, fue como si un rayo me partiera en dos y arrancara de mí toda energía, toda la fuerza y las ganas de vivir. En aquél instante caí de rodillas, roto, no por el dolor, si no por la pérdida.- [Caitriona]Que así sea[/Caitriona]. – dijo ella frente a mí. Mi don brillaba como una esfera dorada refulgente en su mano.

    Moví una mano lo más rápido que pude y me encontré con una barrera. Un límite había caído sobre mí, el de mi propia raza sobrenatural. Era algo más rápido que un ser humano todavía, pero muy lento respecto a lo que solía ser.

    Con Caitriona allí delante, con mi poder en sus manos, listo para ser entregado a saber a qué o a quién, quizá metido en una vitrina de trofeos para toda la eternidad, traté de buscar refugio en mi velocidad, ese tiempo para pensar, para decidir, que siempre había tenido. Pero ya no estaba, había corrido contra el tiempo toda mi vida y acababa de perder la partida.

    – [Caitriona]Gracias, Noah[/Caitriona].- dijo ella.- [Caitriona]Volveremos a vernos[/Caitriona]. – me puse en pie, sacando fuerzas de todo lo que aún tenía por delante. Descubrí que mi mente seguía siendo ágil, quizá como resultado de llevar toda una vida entrenándose para decidir tan rápido como mi velocidad. No era una agilidad mental sobrehumana, pero si lo suficientemente rápida como para ver que mi poder se convertía en un topacio que se guardó en un bolso que colgaba en su cintura. Se me cruzó por la mente la idea de arrebatárselo, pero ni era tan rápido como para hacerlo ni podía arriesgarme a terminar con ese gesto el pacto que habíamos sellado.

    – [Noah]Cumple tu parte, por favor.[/Noah] – le pedí.

    – [Caitriona]Un pacto es un pacto[/Caitriona].- dijo con severidad. Pese a haberme arrebatado una parte de mí, supe que los demás estarían a salvo y ella cumpliría con su palabra.

     

  • NUESTRO PODER NO NOS DEFINE

    DIARIO DE JAMES BARNES

    KADINGIR, LUNA VILTIS – TARDE

    Cada día junto a aquellas personas era a partes iguales emocionante, fascinante y terrorífico. La experiencia de cambiar de cuerpos había sido impactante, pero nada comparado con ver a los muertos alzarse y luchar contra nosotros. Había soñado con la magia toda mi vida, estaba dispuesto a trabajar más duro que nadie y a dejar mi vida atrás por ella, pero acababa de comprender que no amaba todos sus aspectos y que el poder no es bueno ni malo, solo depende de la mano en la que esté.

    Mi padre, un ateo de la magia toda su vida, resultó ser parte de una especie de dios de la magia tiránico con muchos aspectos, incluso femeninos. No podía esperar nada bueno de ello, había enviado a aquel grupo a matarnos, pero aun así, en todos los años que había conocido a mi padre jamás había sido un hombre malvado. Estricto en mi educación desde que murió madre sí, preocupado, pero no era una mala persona.

    Pasé los primeros días antes del cambio conociendo bien aquel barco estrellado que antaño surcaba el cielo y más allá. Todo parecía sacado de un sueño y más de una vez pensé si no me habría vuelto loco de tanto leer como decían algunos trabajadores de mi padre. En cuanto volví a mi cuerpo retomé los paseos y las preguntas a las personas que allí vivían, tratando de no molestarles demasiado. La mitad de las veces me sentía como una sombra a la que nadie veía, observándoles como si fueran personajes de una novela. En esos momentos mi miedo a que todo fuera una invención de mi cabeza era más fuerte.

    Otras veces algunos se paraban conmigo y me hablaban, en especial Vera, a la que había cogido mucho cariño después del apoyo que me había prestado en mi mundo. Ella, sus hermanas y Leo serían siempre una clase de amistad diferente para mí porque habían estado en uno de mis peores momentos.

    Así que cuando empezó aquel debate sobre si volvían o no a su lugar de procedencia, esa «Tierra» de la que tanto había oído hablar, y supe que dos de ellos pensaban irse y dos quedarse, me sentí dividido. Por suerte para mí, que siendo nuevo en eso de decidir mi futuro no llevaba muy bien tomar yo las decisiones, la muchacha de pelo oscuro que parecía la madre de todos, Jane, decidió que tanto Vera, como Elliot, como yo, teníamos que irnos porque éramos demasiado jóvenes.

    Los demás le discutieron hasta que tuvieron que ceder, yo me limité a hacer caso a lo que recomendaba. Era una adulta responsable, seguro que sabía lo que decía.

    Noah, el que siempre me respondía todas las preguntas pero a veces lo hacía demasiado rápido, vino a buscarnos por la tarde. Venía ya acompañado del gigante de piel broncínea, Nate, de Vera y de Elliot. Nos explicó que él y Nate solo iban para ayudarnos y volverían con los demás. Al principio pensé que habría una especie de fiesta de despedida pero al parecer se había creado una clase de pacto unánime sobre evitar decir adiós, sin necesidad de hablarse entre ellos para formalizarlo.

    Me coloqué a un lado de Vera y ella me sonrió. Mi estómago se sentía extraño, como si tuviera un remolino de aire en su interior. Volvía a lanzarme a lo desconocido y eso me daba miedo, pero al menos iba con alguien a quien apreciaba. Noah fue llamando a algunas puertas y se nos unieron más personas.

    De una salió Laura, la chica que había despertado en la guarida de los malos conmigo y que había resultado herida, iba acompañada del ingeniero del barco volador, Henry. Pensé que él sería una pieza clave que no podría faltar, pero si su esposa estaba en esas condiciones era normal que se fueran ambos. Luego me di cuenta de que Vera me había explicado que aunque dos personas de distinto sexo durmieran en la misma habitación no tenían por qué estar casados. También dijo que si eran del mismo sexo podían estar casadas también. Aún tenía muchas cosas a las que acostumbrarme, la magia era el menor de mis problemas.

    De otra salieron una chica que me asustaba, que era la que había descubierto que podían viajar a la Tierra, junto a Niall, el chico que también había estado en la guarida de los malos. Esos sí sabía que no estaban casados, Lexie parecía estar cortejando con Noah, aunque no les había visto muy juntos desde que había llegado a aquel barco. Y Niall, por lo que había explicado Vera, prefería la compañía masculina a esos efectos. En mi mundo eso ni siquiera era una opción, pero de inmediato sentí que eso era como debía ser.

    La cara de Noah había cambiado desde que Lexie iba en el grupo. Ella charlaba y parecía contenta del viaje más que ninguno y cuanto más se le notaba, más serio y afectado parecía él. De uno de los cuartos salió solo el chico de pelo rubio que tenía alas de ángel, pero que no se comportaba para nada como uno, Dante se llamaba, como el de la Divina Comedia.

    Por último de otro de los cuartos salió solo Amy, que se limitó a caminar cerca de nosotros con aire pensativo. Parecía que no quería irse realmente, pero algún motivo la instaba a ello. Por ahí había escuchado algo de un amor trágico, al parecer, su licantropía podía matar al chico de fuego gemelo de Jane, Owen. No se me olvidaría ese nombre pese a que eran muchos porque su presencia se hacía ver. Eso y que mi bisabuelo se llamaba Owen.

    Salimos de aquel barco y la maravillosa brisa del exterior me recorrió mientras el sol me bañaba con sus rayos. Aquella sensación era revitalizante, pero duraría poco. Nos pidieron que nos colocáramos en un círculo agarrados de las manos y Henry empezó una cuenta atrás. Al terminar, aparecimos en otro lugar completamente diferente y mi estómago, que ya no estaba muy bien antes, se vació en una esquina antes de saber dónde habíamos ido a parar.

    Vera y Elliot me ayudaron a recomponerme y cuando alcé la vista tuve ante mí una inmensa ciudad de edificios que no se parecían nada entre sí.

    – [Noah]Vendrán a buscarnos a esta plaza.[/Noah] – indicó Noah. Estábamos en una especie de gran plaza central en la que terminaban catorce calles principales, que sí, conté mientras esperábamos más tarde. Cada calle empezaba en un cartel de piedra labrada con un símbolo y conducía a una zona con un aspecto diferente, con mercados y más plazas. Más tarde me enteraría de que cada calle simbolizaba uno de los mundos del Cúmulo, para que los que habían huido de ellos se sintieran cómodos. Solo allí, en la plaza central, se reunían tenderetes y gentes de todo tipo. Vi ropas de gentes del pasado como griegos y vikingos, pero también seres de cuento y otros que nunca había imaginado a los que los demás llamaron «alienígenas».

    – [Lexie]¿Alguien quiere un kebab del espacio? Voy a pillar uno[/Lexie]- propuso Lexie. Parecía que evitaba mirarle y noté una tensión extraña entre ellos. Se suponía que Noah hacía esto por ella, se notaba entre los dos un abismo invisible.

    – [Niall]El mio sin salsa.-[/Niall] comentó Niall agarrándose del brazo de Lexie. Un gesto tan natural nunca lo había podido ver en mi mundo.

    – [Noah]Yo os espero aquí.[/Noah] – puntualizó Noah. Le temblaba un poco la voz. Lexie y Niall se dieron media vuelta y se marcharon hacia uno de los puestos.

    Mientras esperábamos en silencio, observé a las personas que pasaban, conté las calles, miré los carteles y traté de distinguir el horizonte de aquella enorme ciudad en la luna. Entonces, Amy se apoyó en Nate, llevándose una mano a la sien. .- [Amy]Noah, tengo que contarte algo[/Amy]. – dijo tratando de enderezarse.

    – [Noah]¿Has tenido una visión?[/Noah] – preguntó él, acercándose. Amy tenía el rostro más pálido que de costumbre y al acercarnos, su frente estaba perlada de sudor.

    – [Amy]Tenemos que volver[/Amy]. – respondió, después de asentir.

    – [Lexie]NO[/Lexie].-gritó Lexie, que llegaba en ese momento con la comida, que terminó derramada en el suelo.

    – [Noah]Espera, Lexie.[/Noah] – pidió Noah.  – [Noah]Cuéntanos qué has visto.[/Noah] – le dijo a Amy.  Ella empezó a dar detalles muy concretos pero que daban una imagen desdibujada. No me había imaginado las visiones así, pero tal y como ella lo describía, eran un cúmulo de sensaciones, no solo de ver, si no de otros sentidos. Recomponiéndolo todo una vez nos lo contó, en algún lugar de aquella luna, los seguidores de Antailtire que nos habían atacado se habían reagrupado, uniéndose a otros tantos más, y planeaban el ataque antes de que pudiéramos recuperarnos. El ataque sería esa tarde, antes de que oscureciera y los demás irían cayendo mientras nosotros nos íbamos.

    – [Noah]Voy a volver. Podría pasar en cualquier momento.[/Noah] – sentenció Noah. Miró a Nate, que asintió. Los dos iban a irse, inmediatamente.  – [Noah]Vendrán a buscaros aquí, os reconocerán aunque yo no esté.[/Noah] – me di cuenta de que hablaba como si todo el plan de irnos a la Tierra siguiera adelante, pero dejándoles a ellos atrás ante un peligro indeterminado. – [Noah]Estaremos bien.[/Noah] – su última mirada fue para Lexie, pero nadie habló, el silencio cayó sobre todos hasta que Nate lo rompió.

    – [Nate]Tened mucho cuidado.[/Nate] – y de un instante a otro, se desvanecieron. Los demás, los que íbamos a irnos, nos quedamos allí en silencio, mirándonos. Esperaba que alguien dijera que volviéramos, que fuéramos ayudarles aunque no fuéramos los más fuertes. Algo podríamos hacer.

    – [Amy]Yo tengo que volver[/Amy].- dijo Amy al poco. Miró a todos y fue caminando hasta su hermana para estrecharla en sus brazos. Eché de menos haber tenido algún hermano o hermana, pero viendo lo que tenía que asimilar ahora de padre, mejor no desearlo a nadie más.- [Amy]Saluda a todo el mundo de mi parte y ten cuidado[/Amy]. – le pidió.

    – [Vera]No, si yo me voy contigo. He venido por no escuchar a Jane, pero no pienso quedarme cruzada de brazos mientras alguien me necesita[/Vera].- miré a Vera plantada allí, estoica. No pensaba dejar que nadie decidiera por ella. Ojalá yo fuera igual. Pero al menos con su decisión, podía sumarme.

    – [Elliot]No creo que Jane se enfade si volvemos para ayudarles.-[/Elliot] intervino Elliot. Los dos que tenían mi edad volvían.

    – [James]Y-yo voy con vosotros. No tengo…sitio al que ir y no voy a-a dejarles así.[/James] – me temblaba la voz, no quería ofender a nadie después de contar conmigo para irse, pero era lo correcto.

    – [Lexie]¿Os estáis escuchando? Amy se lo puede haber inventado todo, porque no soporta quedarse sin enrollarse con Owen[/Lexie].- soltó Lexie, poniendo un gesto que me daba miedo. Estaba enfadada, mucho.

    – [Amy]Por supuesto. Esa era mi intención. Me has descubierto[/Amy].- replicó Amy, con un tono de voz carente de emoción. Aun así, la vi poner los ojos en blanco un instante.

    – [Dante]No creo que hubiese venido hasta aquí para eso Lexie. Además nada te impide irte igual..[/Dante] – intervino Dante. Él había hablado durante parte del camino y estaba bastante convencido de irse, pero ahora no sabía ya si estaba hablando de que él también se iría o de que Lexie podía hacerlo pero él no.

    – [Laura]Yo no tengo mucho que aportar, así que me iré igualmente[/Laura].- comentó Laura, encogiéndose de hombros. Aún tenía las manos vendadas y estaba débil.

    – [Niall]Pues anda que yo, que solo estoy en esta historia de soporte moral.-[/Niall] reconoció Niall.

    – [Amy]Cualquier ayuda es poca[/Amy].- admitió Amy, más preocupada de lo que dejaba ver. ¿Habría visto en la visión una señal de que teníamos que ir todos? Yo no dudaba de ella, de eso estaba seguro, si decía que había visto algo, era así.

    – [Lexie]¿QUIERES CALLARTE DE UNA VEZ?[/Lexie] – gritó Lexie. Me eché un par de pasos hacia atrás, encogido. Vi que alguna gente se giraba hacia nosotros.

    – [Amy]No me escuches si no quieres. Solo digo lo que he visto[/Amy].- me sorprendía ver a Amy con paciencia, era una loba a la que ya había visto enseñar las garras en mi mundo. Pero allí estaba intentando mediar. Quizá necesitaba que Lexie volviera.

    – [Lexie]Es que no tenía que haberte dejado venir, porque siempre lo jodes todo[/Lexie].- Lexie se llevó una mano al pelo, nerviosa. Quizá más que nerviosa estaba molesta, con un enfado que se le escapaba de las manos.

    Dante caminó hacia Amy. – [Dante]Cuanto antes nos vayamos, mejor. [/Dante] – dijo. Lexie le miró, parecía sorprendida de que él también se fuera. Laura, Niall y Henry estaban todavía al lado de Lexie. – [Dante]Aprovechad para volver a casa. Yo volveré a intentarlo.[/Dante] – añadió. Notaba algo de pena en sus palabras, pero estaba decidido.

    – [Amy]¿Vamos?[/Amy]- preguntó, mirando hacia Dante. Nos esperaba una buena caminata hasta el barco volador, no sabía cómo lo haríamos sin Henry y su don, pero todos se acercaron a Dante como si él también pudiera hacerlo. – [Amy]Ojalá pudiera enseñarte lo que he visto[/Amy].- comentó Amy apartándose de nosotros para ponerse frente a Lexie. Ella seguía fulminándola con la mirada pero Amy le puso una mano en el hombro de una forma extraña, como si no fuera consciente de lo que hacía y Lexie, antes de poder apartarse, cayó de rodillas al suelo. Amy no sabía cómo lo había hecho ni que podía hacerlo, pero había compartido su visión con Lexie, que se quedó de rodillas con los ojos muy abiertos, sorprendida, procesándolo.

    Amy volvió junto a los demás y de pronto mi corazón dio un vuelco cuando la oscuridad nos rodeó por completo.

    – [Henry]Quizás deberíamos volver también. Es decir, si fuéramos nosotros los que estamos en peligro habrían venido…-[/Henry] escuché decir a Henry, casi como un eco lejano.

    – [Laura]Pero yo no puedo hacer nada[/Laura].- respondió Laura. En su estado, tenía razón. Al menos ella tenía un don, yo no tenía nada, no sabía cómo podría serles útil, pero estaba dispuesto a averiguarlo.

    – [Henry]Eso no es cierto, nuestro poder no nos define. Necesitan nuestra ayuda Laura.-[/Henry] – replicó él.

    – [Laura]Gracias[/Laura].-añadió ella. Noté algo diferente en su voz, como si algo hubiera cambiado, pero antes de poder pensar, sentí el tirón de la vez anterior y aparecimos en mitad de la pradera. Solo que ahora la tranquilidad de antes se había visto reemplazada por un combate encarnizado donde los sirvientes de Antailtire, el ser del que era parte mi padre, trataban ya no de apresar si no de matar al resto de habitantes del barco volador, que asistía a la lucha como un espectador de fondo.

     

  • FE, ESPERANZA Y ENGAÑOS

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MAÑANA

    Me removí en la cama un par de minutos hasta que fui consciente de que no iba a dormir más. Con todo lo de la noche anterior nos habíamos acostado tarde hablando y no me había dado cuenta de dejar tapadas las ventanas del cuarto. El sol me había desvelado, pero me encontraba bastante bien de energía, sobre todo ahora que volvía a estar en mi cuerpo. Sentía la necesidad de que necesitaba recuperar el tiempo perdido.

    Desayuné y me di una ducha antes de volver a la habitación, pero era tan temprano que no esperaba encontrarme a Lexie en mitad del pasillo.

    – [Noah]Has madrugado.[/Noah] – dije, alegrándome de verla. Estaba acostumbrado a despertarme con ganas de hablar con ella, pero asumía que Lexie no era de madrugar, si no más bien de acostarse tarde. – [Noah]O no te has acostado todavía.[/Noah] -razoné. venía con ropa de calle y tenía aspecto de cansada, aunque tenía un brillo en la mirada que llevaba tiempo sin verle.

    – [Lexie]Voy a acostarme ahora[/Lexie].- aclaró con un bostezo. Nada más abrir la puerta escuchamos los ronquidos de Niall.

    – [Noah]Puedes dormir en la mía si quieres, no hay nadie ahora.[/Noah] – su respuesta fue cerrar la puerta de su cuarto y caminar hasta el mío. Fui detrás de ella por si necesitaba algo para acomodarse. – [Noah]Era difícil distinguirlo, siempre estás estupenda.[/Noah] – las sonrisas con ella siempre me salían solas. Por regla general, trataba de sonreír aunque fuera ligeramente para facilitar las conversaciones y que la gente se sintiera bien. Pero con ella no y eso era una de las cosas que me habían hecho darme cuenta de lo que sentía. Aunque también me había confundido durante un tiempo al tener facilidad para sonreír tanto con «Lexie» como con «Allie».

    – [Lexie]Dime algo que no sepa[/Lexie].- parpadeó mostrando todo el encanto de sus pestañas. Lexie era una tanuki, así que junto a la creación de ilusiones y la posesión de muchos aspectos, venía el «encanto». Según los libros tenía un don para ello, no sé si era algo pasivo o llegaba a utilizarlo siquiera, pero estaba convencido de que con encanto o sin él, a mi me volvería loco de igual forma..

    – [Noah]Lo de que nos has salvado a todos también lo sabes.[/Noah] – me acerqué a ella y le pasé una mano por la cintura. Los gestos de cariño me habían resultado siempre difíciles. En casa estaba acostumbrado a verlos con naturalidad, incluso en mis tíos y tías. No se debía a algo que hubiera visto a ninguno si no a mi propia personalidad que había venido cargada de introversión y miedo al rechazo. Con Lexie, una vez pasadas las primeras veces, todo era más fácil, con ella me salía una parte de mí con la que estaba cómodo, los gestos de cariño eran naturales, espontáneos.

    – [Lexie]Las manos van al pan y yo aún no he dormido[/Lexie].- me recordó, con una sonrisa algo cansada por la falta de sueño.

    – [Noah]Pensé que eras un ave nocturna.[/Noah] – le repliqué, esperando mientras se cambiaba la ropa para dormir más cómoda.

    – [Lexie]Ni diurna, ni nocturna[/Lexie].

    – [Noah]¿Estás bien?[/Noah] – pregunté. Parecía muy callada y eso era señal de que algo le rondaba la cabeza. No había visto tan clara esa parte de ella hasta venir aquí, pero eso también se debía a que antes de todo esto pensaba que eran dos personas diferentes.

    – [Lexie]Tengo noticias[/Lexie].- respondió sentándose en la cama. Me senté a su lado.

    – [Noah]Cuéntame.[/Noah]

    – [Lexie]Hay un tío que nos puede llevar de vuelta a la Tierra[/Lexie].

    Los ojos de Lexie estaban clavados en mí, esperando mi reacción. Hasta el momento la conocía, pero después del tiempo que llevábamos dando vueltas por los mundos del Cúmulo y después del peligro en el que nos habíamos visto metidos la noche anterior, la idea de que Lexie y todos los que no querían seguir con esto se alejaran de tanto peligro, resultaba tranquilizadora. Aun así, no me hacía ilusiones, si se iban era posible que no les volviéramos a ver. Nada nos garantizaba que nos diesen el camino de vuelta cuando reuniéramos a los Daë. – [Noah]Te ayudaré a encontrarlo si quieres marcharte.[/Noah] – le aseguré, tratando de poner toda mi convicción mientras reprimía una lucha interna.

    – [Lexie]No creo que sea difícil de encontrar, pero no nos va a salir barato[/Lexie].- comentó, mirándose las uñas, que había debido hacerse al poco de volver a su cuerpo.

    – [Noah]Bueno, sea como sea, te ayudaré.[/Noah] – puse mi mano sobre la suya, viendo a través de toda aquella ilusión de seguridad. Lexie era dura, decidida, fuerte, pero a fin de cuentas, humana. Solo los héroes y heroínas de los libros no tienen dudas o miedo nunca. En la vida real, incluso llevando caminos como los nuestros y teniendo nuestros dones, el miedo está ahí todo el tiempo.

    – [Lexie]¿Te imaginas? Esta nave de mierda se queda aquí y yo me voy meneando el pandero[/Lexie].- se puso en pie, sonriendo y dio un giro, orgullosa por haber dado con aquella información. Asentí, tratando de disimular.

    – [Lexie]¿Te has ido a Honalulú y has vuelto?[/Lexie]- me preguntó, acercándose y sentándose sobre mis rodillas. Notar su peso sobre mí me reconfortó pero a la vez temí no volver a sentir algo así en mucho tiempo.

    Le sonreí y la miré a los ojos, sabiendo que así me sería imposible mentirle. –  [Noah]No. Es que…te echaré de menos. Pero me alegro de que puedas alejarte de esto.[/Noah]

    – [Lexie]Volveremos a vernos. No seas dramas[/Lexie].

    – [Noah]Ya. Ya. Lo sé. Saldré de aquí. Todos lo haremos. Y volveré.[/Noah]

    – [Lexie]Y el Oscar es para…[/Lexie]

    Fingí mirarla mal. Ahora que el shock inicial de descubrir su «engaño» había pasado, había tenido tiempo a comprender sus intenciones y a conocerla mejor. Me resultaba muy difícil, por no decir imposible, enfadarme con ella. Podía admitir sin ningún miedo que la quería, que para mí, era Selardi. Pero dudaba que ella estuviera preparada para escucharlo.

    – [Noah]No te metas conmigo.[/Noah]

    – [Lexie]Respeto tus sentimientos, pero…[/Lexie]- sonrió imitando una cara de malicia que alguna vez si había puesto de verdad. Lo reconocía porque le salía una arruga en el puente de la nariz muy graciosa.

    – [Noah]Vas a tener que compensar ese agravio.[/Noah] – fruncí el ceño y puse una mirada pícara. Conocía el punto débil de Lexie Fenris y pensaba aprovecharlo. Mis manos fueron más rápidas de lo que ella podía evitar y las cosquillas empezaron a repartirse por todos esos puntos en los que más se le concentraban.

    – [Lexie]¡PARA, PARAAAA![/Lexie]- pidió, riéndose. Daba manotazos para liberarse y alguno dolía, pero solo consiguió que cayéramos sobre la cama.

    – [Noah]Ah no, me voy a vengar.[/Noah]. – seguí haciéndole cosquillas hasta que me di cuenta de que se las estaba haciendo a mi propio cuerpo. Lexie había creado una ilusión en la que era yo mismo. – [Noah]Ya le has quitado la gracia. No soy narcisista.[/Noah] – puse cara de asco.

    Ella se echó a reír y recuperó su aspecto. Sonreía aún y su pecho subía y bajaba al haberse acelerado su respiración por las cosquillas. Estábamos uno al lado del otro, muy cerca. Nuestros labios se acercaron sin poder saber quién lo había hecho primero. Quizá ambos. Mientras estábamos así, unidos, el tiempo pareció pasar de forma diferente. Incluso mi «ansia» por hacer algo había desaparecido, no tenía prisa, podía pasarme así todo el tiempo. Por desgracia había que respirar.

    – [Lexie]Bueno, ¿me haces el desayuno?[/Lexie]- me pidió sonriendo.- [Lexie]Así cojo fuerzas[/Lexie]. – propuso. No sabía si ahí tenía que entender algo o no.

    – [Noah]Qué morro tienes.[/Noah] – le dije. Atravesé el pasillo a toda velocidad y me puse a prepararle el desayuno. Os diré una cosa, no hay nada que me inquiete más que los microondas. Preparé todo el desayuno y el café aún estaba dando vueltas en aquél aparato infernal que apenas había evolucionado más allá de que ahora estaba dentro de una nave espacial y según Henry, era menos nocivo y consumía menos.

    – [Lexie]Gracias[/Lexie].- dijo Lexie cuando al fin se lo llevé. Di gracias de que siguiera despierta, quería aprovechar al máximo el tiempo con ella.

    Me quedé por allí, leyendo un libro de ciencia ficción en uno de los lectores de libro electrónico de la biblioteca y de vez en cuando alzaba la mirada para verla mientras comía. Por muy duro que fuera el camino que tenía por delante, nada lo sería tanto como tener que pasarlo sin Lexie. Pero si eso garantizaba que estuviera a salvo y contenta, seguiría adelante, y tenía claro que no me quedaría en el Cúmulo. Usaría cada recurso a mi disposición para volver con ella, para llevarnos a todos a casa.

    Una de las veces que levanté la mirada, vi que Lexie ya se había quedado dormida. Tenía aspecto de cansada por lo profundo que estaba durmiendo. Tras mucho tiempo pasándolo mal y luchando por estar en un sitio que no quería, al fin tenía una opción de estar a salvo, así que por mucho que disimulara ese estrés le había pasado factura. Me llevé el desayuno y la cubrí con las sábanas antes de sentarme en la butaca a leer aprovechando la luz natural. Quería aprovechar cada minuto cerca de ella.

     

  • VERDADES DEL PASADO

    LEO ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Traté de esforzarme, reuniendo toda la calma que pude encontrar. La desesperación me rodeaba, notaba que en cualquier momento el pánico se podía apoderar de mí. Me consolé en el hecho de que al menos en ese cuerpo convertirme de pronto en licántropo no era una amenaza. Fue entonces, con ese alivio, cuando funcionó.

    El mundo empezó a ir más rápido a medida que yo iba más despacio. Por fin veía a mi hermano caminar a mi lado a un paso normal en lugar de parecer casi inmóvil. Desde que estaba en su cuerpo había tenido que forzarme a volver más de una vez a ir más despacio y no era fácil. Descubrí rápidamente que no envidiaba su poder y que el miedo a correr tan rápido como para dejar atrás el mundo entero era peor incluso que el de perder el control ante el lobo.

    Noah me miró y pensé que quizás habría notado que estaba un poco más alterado. No podía estar seguro, con el cambio estaba empezando a entender por qué a la gente le costaba tanto entenderme. Mi cara tendía a ser seria e inexcrutable, había algo en ella que dificultaba saber en qué estaba pensando. Aunque desde luego con mi hermano al mando tenía las facciones más relajadas y dulcificadas de lo que solían estar conmigo.

    Me miró un par de veces más mientras subíamos andando las escaleras que llevaban a la planta principal y tuve claro que notaba algo. No iba a preguntar, nos conocíamos bastante bien y sabía que la mejor forma de saber si necesitaba algo era esperar a que se lo dijera.

    – [Leo]¿No te da miedo?[/Leo] – le pregunté. Él me miró, esperando una explicación más amplia. – [Leo]Perder el control. Ir demasiado rápido.[/Leo] – resumí. Me costaba encontrar las palabras para describirlo pero en mi mente se repetía una melodía que transmitía esa misma sensación de pesar, ese miedo y ese agobio por distanciarse tanto del mundo. Era una balada de soledad, de la más profunda y desoladora. La licantropía era una maldición, pero no era tan solitaria como llevar una vida a un ritmo distinto a todos los demás.

    – [Noah]Ah.[/Noah] – hizo una pausa, mirando hacia el suelo. – [Noah]Todo el tiempo.[/Noah] – añadió con una sonrisa tenue, cansada. Pensé si sería el esfuerzo de crear una sonrisa en una cara que no estaba acostumbrada a ellas, a las preocupaciones que le rondaban la cabeza en ese momento o a un tema que llevaba tiempo dando vueltas.

    – [Leo]Antes me daba algo de envidia.[/Leo] – supongo que era extraño que no hubiésemos llegado a hablar de ello, pero había sido un sentimiento que me había avergonzado durante mucho tiempo. La diferencia era que ahora sabía que ocultar las emociones, aunque dudase de su validez, solo empeoraba las cosas, tal y como había hecho con Kaylee y Amy. – [Leo]Te pareces a mamá y eres Rakkthathor. Y yo, me parecía a «Duke» y la licantropía terminó de hacerme sentir diferente.[/Leo] – era difícil describir lo liberador que resultaba pronunciar solamente aquellas pocas palabras. Era como si una carga que llevase toda la vida acumulada en mi pecho de pronto empezase a soltarse.

    – [Noah]Lo sé. [/Noah] – dijo él. Le miré y vi que tenía una sonrisa amable, la de alguien que no siente pena por ti, si no empatía.

    – [Leo]Pero contigo estaba bien, espero no haberte hecho nunca nada malo por eso.[/Leo] – aclaré. Conocía el peso y la oscuridad de ese sentimiento y siempre había tratado de luchar contra ello, en especial con mi hermano, que no tenía culpa de nada. Él negó y la congoja que había empezado a rodearme el corazón remitió. – [Leo]Era conmigo mismo.[/Leo] – confirmé.

    Ni mis padres ni mi hermano tenían la culpa de que me sintiera diferente, ni de que hubiera nacido diferente. Siempre había llevado las emociones de manera distinta a ellos y cuando llegó la adolescencia todo eso, las diferencias físicas, la licantropía, mi gestión de emociones, me golpearon con una fuerza arrolladora hasta que no pude más y encontré una forma de escapar. Pero es imposible escapar de uno mismo, los problemas te siguen y al final tendrás que enfrentarte a tus propios demonios. Eso era lo que llevaba tratando de hacer desde que habíamos llegado a esos mundos y podía asegurar que no era nada fácil, sobre todo aprender a hablar de mí mismo cuando nunca lo había hecho.

    – [Noah]Siempre he sabido lo que te pasaba, igual que papá y mamá.[/Noah] – explicó, mirándome a los ojos. – [Noah]Intentamos ayudarte a superarlo pero era difícil.[/Noah] – añadió. Me di cuenta de que trataba de hacerme ver que nuestros padres también se habían esforzado mucho porque sabía que con él siempre me había resultado más fácil no estar…enfadado. – [Noah]Toda la vida me he sentido orgulloso de ser tu hermano, de que a pesar de cómo te sentías, me tratases bien.[/Noah] – dijo finalmente. A él se le daba mejor hablar de lo que sentía cuando tenía confianza, en ese sentido era como ellos, aunque más reservado para algunos temas concretos. Si me paraba a pensarlo, en esa forma de ser directo para ciertas cosas, era yo quien me parecía más y mi hermano el que menos. Me encontraba más cómodo en mi desnudez y era más asertivo en lo que quería y lo que no, sin problema para hablar de sexo como si hablase de que me apetecía cenar un filete. Él era más tímido, no sé de quién le había salido.

    – [Leo]No sé en realidad si de no haberme convertido, las cosas serían muy distintas.[/Leo] – comenté cuando el pensamiento cruzó por mi cabeza. – [Leo]Al final necesitaba aceptar que soy diferente. Ahora mismo tú estás en mi cuerpo, con la licantropía y sigues siendo tú mientras que yo tengo tus poderes y me siento igual de aislado.[/Leo] – admití. Quizá no era todo culpa de ser licántropo a fin de cuentas, solo había sido un catalizador, una gota de agua que había colmado un vaso que ya estaba a punto de rebosar.

    – [Noah]Quizá serías diferente o quizá no. En un futuro en el que gobernaba Z eras joyero.[/Noah] – me recordó. Me había acostumbrado a escuchar de su boca las historias del pasado, como si se tratara de un cuentacuentos. Durante mucho tiempo había soñado verlas por mí mismo y ahora podía hacerlo, pero teníamos un problema entre manos que era más importante que perderme en la memoria de mis antepasados.

    – [Leo]No sé cómo llegué a eso.[/Leo]

    Noah se quedó en silencio y cuando estábamos a punto de llegar arriba, preguntó: – [Noah]¿Por eso preguntabas si me daba miedo? Mi poder digo.[/Noah]

    – [Leo]Sí. Dentro de tu efusividad, eres tranquilo.[/Leo] – dije. Era un alma inquieta en todos los sentidos, pero a su manera, irradiaba tranquilidad, confianza. – [Leo]Yo parezco tranquilo y enfadado pero por dentro soy como una tormenta que solo se calma cuando suena la música.[/Leo] – o cuando estaba con Kaylee.

    – [Noah]No soy tranquilo, solo intento ser positivo y tengo más tiempo que el resto para procesar las cosas.[/Noah] – explicó. Era verdad que si hubiera querido entre cada palabra suya podía haberme parado a analizarlo todo completamente. Y eso yo que no tenía el control que tendría él después de tantos años. – [Noah]Ese poder es parte de mí pero eso no implica que a veces no me de miedo.[/Noah] – aseguró, desviando la mirada al suelo. – [Noah]Que no pueda volver a ir sincronizado con el resto, que me pierda o que mi cabeza vaya tan rápido que deje de entender a todo el mundo.[/Noah] – eran la clase de miedos que yo mismo había pensado y solo llevaba unas horas en su cuerpo, no me imaginaba toda una vida temiéndolo.

    – [Leo]Ya. Yo tenía miedo a no volver a tener el cuerpo normal la primera vez que me convertí en acero.[/Leo] – sabía que no era lo mismo y ahora que lo controlaba dudaba de que pudiera pasarme, pero recordaba a la perfección la sensación de dejar atrás mi cuerpo de carne y hueso y estar hecho enteramente de acero. Revivía un poco esa sensación cada vez que me convertía en un nuevo material, pero nunca con tanto miedo como esa vez.

    – [Noah]Supongo que es culpa de lo desconocido. Más de medio mundo desconoce que existe gente como nosotros.[/Noah] – respondió. No entendí a qué se refería del todo hasta que no continuó. – [Noah]Y no hay muchos antecedentes. Ni siquiera los poderes de papá y mamá son los mismos que los nuestros.[/Noah] – era cierto que no teníamos clases ni libros para estudiar lo que nos pasaba, solo nuestra intuición y el hecho de atrevernos a hacerlo. De todas formas, Noah estaba siendo modesto, mi poder se parecía más al de mamá que el suyo al de papá. Por muy rápido que pudiera ir nuestro padre usando su poder, él mismo había dicho que nunca había ido tan rápido como Noah y por lo general sus capacidades iban más hacia lanzar rayos y controlar la electricidad que a asumir la velocidad característica de la misma.

    – [Leo]Ni viajaron a otros planetas, al pasado.[/Leo] – añadí. Nos encontrábamos ante nuevos horizontes cada segundo, siempre improvisando, siempre teniendo que sacar ideas de la nada.

    – [Noah]Ya ves que aquí la memoria genética sirve para poco más que identificar a algunos Daë y revivir buenos recuerdos.[/Noah] – trataba de hacer que no me sintiera mal por no poder compartir todos esos recuerdos, pero no colaba.

    – [Leo]Aun así si pudiera me la quedaría.[/Leo] – intenté parecer serio, pero después de lo que habíamos hablado y estando en su cuerpo, me resultó fácil sonreír.

    – [Noah]Ya te gustaría.[/Noah]

    – [Leo]¿Qué hacemos ahora?[/Leo]

    – [Noah]La verdad es que no lo sé.[/Noah] – admitió, apoyando la espalda en la pared que daba a la cocina. Casi al poco de apoyarla, saltó como un resorte al escuchar un grito que venía de los dormitorios. – [Noah]Ve. Tú eres el rápido ahora.[/Noah] – me dijo, mirándome con preocupación.

    Respiré profundamente y corrí lo más rápido que supe. Tuve que tener mucho cuidado porque en apenas un parpadeo aparecí en la habitación de Niall, cuyo cuerpo estaba tendido en el suelo, frente a Henry. – [Leo]¿Qué ha pasado?[/Leo] – pregunté, manteniendo las distancias. Aquél podía ser Niall dentro del cuerpo de Henry o uno de los «usurpadores».

    – [Hector]Me ha atacado…sabía que un corte podía matar a Henry y me ha…atacado.[/Hector] – la mano derecha parecía temblarle mientras señaló un cuchillo tendido cerca de la mano de Niall. Parecía estar en shock.

    Aun así, observé la situación. La mayoría sabíamos el problema que tenía Henry para estar preparados en caso de que ocurriera algo. El grito había debido de ser de Niall porque no sonaba a Henry, así que quizá había sido un intento de atacarle, o de defenderse si en realidad me estaba mintiendo. – [Leo]¿Cómo has podido con él?[/Leo] – pregunté. Henry no tenía la constitución de un luchador y Niall en sí mismo no tenía nociones de combate.

    – [Hector]No sabía usar mi poder y aproveché para golpearle con esto.[/Hector] – señaló una pequeña caja de almacenaje que había en todas las habitaciones, del tamaño de un joyero y de un material bastante resistente.

    Aunque el cuerpo de Niall no sangraba, un golpe así podía haber sido fatal, así que me agaché a su lado y comprobé que respiraba, «solo» había perdido el conocimiento.

    Antes de poder girarme para hablar de nuevo con el supuesto Niall, se me despejó toda duda de quién era el «usurpador» cuando un fuerte golpe en la nuca hizo que todo se fundiese en negro. Ni con la velocidad de Noah tuve tiempo a hacer nada antes de caer. Solo a tener esperanza de que le descubrieran antes de que fuese tarde.

  • APRENDIENDO A IR DESPACIO

    NOAH ARKKAN

    LA KVASIR – MEDIODÍA

    Pasé la página pero mis ojos se desviaron hacia el reloj que había en una pared. No sabíamos si era correcto porque la Kvasir había estado parada una buena temporada, pero aunque no calculara la hora exacta, sí que permitía saber el tiempo que había pasado.

    – [Noah]Es desesperante.[/Noah] – dije llevándome una vez más una mano al pelo, que debía estar alborotado y mi hermano no lo aprobaba. Pero no podía contenerlo, aquella investigación me estaba llevando más que ninguna otra, y parecía que no avanzaba. A esa velocidad tardaría meses en dar con una respuesta.

    – [Leo]Tranquilo, trabaja con lo que tienes.[/Leo] – respondió Leo. Era extraño escuchar esas palabras viniendo de mi propia voz.

    – [Noah]No puedo, me está llevando muchísimo encontrar algo y el tiempo no deja de avanzar.[/Noah] – señalé el reloj, habían pasado ya más de tres horas y apenas había mirado una cuarta parte de los libros que había seleccionado. Antes habría sido más fácil, mi mente se movía a una velocidad mas rápida que el resto del mundo y eso me daba siempre tiempo de sobra, pero ahora todo era lento, dolorosamente lento.

    – [Leo]No solo depende de ti. Todos estamos buscando.[/Leo] – dijo. Era cierto en parte, no todos estaban buscando una respuesta, algunos se limitaban a esperar mientras los demás, los que siempre lo hacíamos, dábamos con una solución.

    Me sorprendí pensando así. Todo el mundo lo hacía lo mejor que podía, algunos teníamos más facilidades que otros como yo había tenido. No sé qué me pasaba, pero desde que estaba en el cuerpo de Leo me sentía de mal humor constante. Quizá era por la frustración de que todo fuera tan despacio.

    – [Noah]Ya, pero mira tu pila. Eso es lo que habría hecho yo antes.[/Noah] – dije, sintiendo una punzada de envidia. Leo ahora tenía mi velocidad y era mitad Rakkthathor como siempre había querido ser. Seguro que estaba disfrutando del cambio al menos en parte.

    – [Leo]Habrías hecho más, seguramente.[/Leo] – respondió, intentando hacerme sentir mejor. Me llevé una mano a la cabeza, sintiéndome mal por haberme enfadado. – [Leo]Sé que lo echas de menos pero si te sirve de consuelo, te lo devolveré encantado. No me acostumbro.[/Leo] – ¿cómo podía pensar que era un paseo para Leo? No estaba pensando claramente, ese mal humor me estaba nublando el juicio.

    – [Noah]Supongo que depende de la perspectiva.[/Noah] – dije tratando de calmar esa pulsión oscura, esa ira que me hacía constantemente querer tirar los libros al suelo y soltar un grito. Alcé la vista y vi que Leo me observaba. – [Noah]No estoy acostumbrado a que nadie me mire mientras pienso.[/Noah] – le repliqué, más serio de lo que pretendía. Leo permaneció impasible, quise sacudirlo a ver si reaccionaba de una vez y se daba cuenta de la mala situación en la que estábamos.

    – [Leo]No sé, tómalo como algo positivo, una oportunidad de ver que no solo dependes de tu poder.[/Leo] – me centré en sus palabras. En ese momento no me describiría como positivo precisamente. Me rasqué la barba, picaba y me molestaba, pero más de lo que debería, como todo desde el cambio.

    – [Noah]Supongo, es que también me siento…enfadado. Como si tuviera una especie de ira dentro de mí que no se va. No sé si será la frustración o…[/Noah] – quise contárselo, esperando que él me diera una respuesta, que lo que estaba sintiendo tuviera una explicación razonable.

    – [Leo]Es la licantropía. En la luna siempre estoy a punto de transformarme si me dejo llevar.[/Leo] – respondió. Me di cuenta de lo poco que había pensado en los cambios de estar viviendo en una luna para los lican del grupo. En aquél Cúmulo había dos lunas y estábamos sobre una de ellas, con su influencia continua. Se sabía poco de los lican y su relación con el satélite más allá de lo que estaba establecido. ¿Pasaría con cualquier cuerpo celeste? Al parecer por lo que él decía, al menos esta Luna influía en ello, así que por un instante eterno temí lo que pasaría si la otra se hacía visible una noche.

    – [Noah]O sea que además de perder mi velocidad estoy en peligro de dejar libre una bestia salvaje.[/Noah] – respondí. No era capaz de reconocer el tono de mi voz, no solo por ser la de Leo si no por esa amargura y esa seriedad que me carcomían. Si seguía así terminaría convirtiéndome y sin experiencia, sería incapaz de controlarme.

    – [Leo]Si sabías no estar siempre a máxima velocidad sabrás mantenerlo a raya hasta que lo solucionemos.[/Leo]

    – [Noah]¿Crees que lo conseguiremos? Yo no tengo mi velocidad, Kaylee no tiene su magia…[/Noah]

    – [Leo]¿Tú crees que lo mejor que tenéis que dar son vuestros poderes y vuestra magia?[/Leo]

    Me quedé en silencio. Confiaba en mis capacidades para solucionar los problemas, pero siempre había estado acostumbrado a que mi velocidad y la memoria genética me respaldaran. Quizá había confiado en exceso en ello más que en mí mismo y por eso ahora teníamos esa crisis.

    Estaba casi seguro de que Kaylee podría terminar haciendo magia desde otro cuerpo, pero tardaría mucho en acostumbrarse a uno que no tuviera el talento natural. No es que no confiara, es que había mucha prisa.

    – [Leo]He repasado todos estos libros buscando lo que me has dicho, lo he hecho rápido, sí, pero no creas que me he enterado de mucho.[/Leo] – añadió, tratando de dar peso a su razonamiento. Miré la pila de libros que había apartado y las hojas que había garabateado, incluso la que había hecho arder por la fricción. Por suerte me había puesto nervioso y había puesto la mano sobre las llamas sin darme cuenta de que había adquirido las propiedades del material del que estuviera hecha la mesa, que por suerte, era ignífugo. Si llega a ser madera habría ardido como un muñeco y Leo habría quedado encerrado para siempre en mi cuerpo. – [Leo]He compuesto dos canciones, sí, pero he probado y no soy capaz ni de tararearlas para que suenen a algo que no sea ruido. El sonido cambia con la velocidad y me cuesta ir al ritmo.[/Leo] – dijo. Tenía sentido, si, nuestros poderes y capacidades por si solos no eran nada sin nosotros.

    – [Noah]Sí, tienes razón, salvo por la memoria Rakkthathor.[/Noah] – le respondí. Sin la velocidad habría ido despacio, pero tampoco tenía los recuerdos de mi padre y mis antepasados para apoyarme en ellos. Era como sentirme solo de pronto, totalmente solo con una criatura que acechaba en la oscuridad.

    – [Leo]Puedo buscar por ti lo que me digas.[/Leo] – escuché decir a mi hermano.

    – [Noah]No habrá nada de la última vez que cambiamos porque yo ya había nacido y creo que nunca les había pasado antes. [/Noah] – teoricé, imaginando que mis pensamientos eran una barrera mágica que me protegía de eso. – [Noah]Pero puedes probar. Eso si no…[/Noah] – pese a ser como eran mis padres, yo nunca había sido tan extrovertido como ellos o incluso como Leo. Tenía bastante más timidez en todo lo relativo a la desnudez y por eso me costaba decirle que evitase los recuerdos para mayores de 18.

    – [Leo]Dime.[/Leo] – me instó Leo.

    – [Noah]Bueno que no…no pienses en Lexie porque…bueno, es privado.[/Noah] – le recordé. No me gustaba mucho que pudiera ver conversaciones personales. No tenía nada que ocultar a mi hermano pero una cosa era eso y otra que me hiciera gracia que viera de primera mano lo que sentía por ella. Y luego estaban otras cosas que habían pasado desde que estuvimos en la prehistoria, cosas con menos ropa.

    – [Leo]Tranquilo, me concentraré, creo que más o menos ya sé hacerlo.[/Leo] – me aseguró. Confié en él, toda la vida lo había hecho. Aunque Leo siempre había tenido complejo por no ser Rakkthathor, cuando yo era pequeño sabía disimularlo muy bien y para mi era todo un héroe. Hasta que no fui mayor no lo comprendí del todo y eso me permitió también ser capaz de entenderlo.

    – [Noah]Tampoco te aconsejo pensar en mamá y papá. Probablemente verías antes lo suficiente como para evitar llevarte un susto pero…como aún no estás acostumbrado…mejor no lo hagas.[/Noah] – era normal que quisiera ver a papá o a mamá pero podría ver cosas que no le apetecerían. Yo lo había aprendido a tiempo por pura suerte, recuperando de la memoria una conversación que cada vez se volvía más vergonzosa. Ese día aprendí cómo salir de un recuerdo antes de verlo por completo, y menos mal.

    – [Leo]Tranquilo. Tú sigue, sé que encontrarás una forma.[/Leo] – entonces apoyó la espalda en la pared opuesta a la entrada del estudio y dobló las piernas como si fuera a meditar. Vi como sus ojos se movían tras los párpados, estaba visualizando recuerdos. Sabía que mi poder no lo echaría de menos, pero aquello quizá sí.

    Yo me volqué a aquellos libros agradeciendo el silencio para poder concentrarme. Antes nunca había tenido problema porque el sonido iba más despacio que yo. Me resultó tan tedioso que agradecí ver dos figuras familiares en la puerta de cristal. Xander se verificó en el panel y la puerta se elevó dejándoles pasar.

    – [Xander]Noah, necesito que hablemos.[/Xander] – algo debía preocuparle bastante.

    – [Noah]Sí, dime Ja…Xander, perdón.[/Noah] – dije maldiciendo para mi recién descubierta lentitud. Otra de las ventajas de mi poder era que me ayudaba a meter menos la pata a veces. – [Noah]Hola, Jane.[/Noah] – dije mirando la extraña postura que tenía el cuerpo de Xander. Ella me devolvió el saludo con una ligera sonrisa.

    – [Xander]Necesito que pienses en la primera vez que salimos a patrullar. Dónde fue, qué pasó.[/Xander] – intervino Xander sin dar tiempo a charlas cotidianas.

    – [Noah]¿Por qué necesitas comprobar que soy yo?[/Noah] – le pregunté. Parecía obvio que era lo que quería, preguntándome algo que solo podíamos saber él o yo.

    – [Xander]Confía en mí.[/Xander] – me pidió. Me costaba aferrarme a algo para brindarle mi confianza llevando una cara que, con todo el respeto a Jane, también llevaba Omega. Aquello podía ser una estrategia para después hacerse pasar por mí.

    Ellos esperaron en silencio mientras pensaba, tratando de no observarme. El manojo de sentimientos negativos que hacía más fuerte la tensión del licántropo no me estaba dejando ver con claridad. Lo de Omega era demasiado rebuscado y no explicaría que los dos estuvieran allí, ella trabajaba sola.

    Al final me coloqué frente a Xander y asentí. Jane se sentó en uno de los sofás del estudio mientras esperaba, tratando de acomodar bien sus piernas.

    Traté de volver a aquella noche y desde el principio sentí la frustración y la añoranza de tener a mano la memoria  genética. Sin ella, algunos detalles estaban más desdibujados y mi afán de tener una visión clara de todo hacía que tardase mucho en «pintar» la escena en mi cabeza.

    – [Xander]Ve a lo básico.[/Xander] – pidió con voz calmada.

    Estábamos en la Escuela Legado. Yo, era yo solo. Estaba en la biblioteca y escuché a una chica hablando con un grupo de amigas en voz baja. Cuando supe que estaba hablando de que la habían asaltado agudicé el oído y me concentré. Hablaban suficientemente bajo para un humano, pero no para un medio Rakkthathor. A medida que lo escuchaba supe que era más grave de lo que había pensado en un principio, aquella chica había sido violada por alguien de la Escuela.

    Había pasado media mañana pensando en todo aquello, tratando de buscar algo que hacer para luchar contra la ira que me provocaba que hubiera pasado delante de todos nosotros y ella ni siquiera se pudiera sentir segura como para contarlo. Tampoco me atrevía yo mismo a hablarlo con nadie, pero comiendo con Xander se dio cuenta de que pasaba algo. Terminé contándoselo y nos decidimos a vigilar la Escuela por la noche.

    Tras cuatro noches de patrulla nocturna, le vi. Recuerdo señalarle a Xander cada detalle que me hizo sospechar pensando que estaba paranoico y el alivio cuando éste me dijo que tenía mala pinta. Le seguimos y nos dimos cuenta de que seguía a otra chica.

    Esa noche no hizo nada, ni tampoco las dos siguientes. A la tercera aprovechó una zona oscura y poco concurrida para abalanzarse sobre ella. Incluso ahora sin la memoria genética recordaba perfectamente la ira que sentí. Cuando nos quisimos dar cuenta, Xander y yo, con la cara cubierta como si fuéramos dos monstruos más como él, estábamos plantándole cara.

    Él contraatacó. Podía endurecer su piel y eso le daba más fuerza que sus víctimas. No lo pensamos demasiado, y estoy seguro de que volveríamos a hacerlo igual, pero con lo que había hecho y la amenaza que suponía, Xander y yo le golpeamos hasta que tuvo que dejar de usar su poder. No voy a negar que quise seguir y Xander me dijo más tarde que él también lo pensó, pero nos detuvimos. Xander fue a hablar con la chica para asegurarse de que se encontraba bien y le aconsejó hablar con los psicólogos de la Escuela, concretamente con su tía Diana.

    Obligamos a aquél tipo a grabar un vídeo admitiendo lo que había hecho a la otra chica y lo que había estado a punto de hacer. Resultó increíble y repulsivo ver cómo parecía no mostrar ningún remordimiento y su miedo era solo a que le golpeáramos o le cogiera la policía. Entregamos el vídeo anónimo y la madre de Xander le expulsó y tomó las medidas necesarias para que estuviera controlado el resto de su vida.

    Aun así, su daño iba a perdurar. La chica a la que había violado al final habló con la tía Sarah como otra chica y estuvo viendo a Diana también bastante tiempo. No podíamos hacer más por desgracia, solo confiar en que ella la ayudaría.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dijo Xander. Desvió la mirada a Leo sin añadir nada más. Los dos sabíamos que después de aquél tipo habíamos encontrado otros, en la Escuela, en la Universidad y en las calles. Habíamos parado a algunos, pero era imposible que lo hiciéramos con todos. Había algo malo en la sociedad, algo oscuro y terrible que una sociedad machista solo iba a proteger. – [Xander]¿Leo está meditando?[/Xander] – preguntó.

    – [Noah]Buscando información en la memoria genética. Pero es él. Ha escrito dos o tres canciones.[/Noah] – señalé su lado de la mesa. Había escrito una canción completa y no había podido contener el exceso de energía de mi cuerpo, así que había salido a correr. Había recorrido media ciudad y a la vuelta compuso otras dos, pero sin poder tocarlas nunca las daría por terminadas.

    – [Xander]Jane también es ella.[/Xander] – dijo. Seguía sin saber qué estaba pasando y mi paciencia no estaba en su mejor momento.

    – [Noah]¿Me vas a decir qué ha pasado de verdad?[/Noah]

    – [Xander]Se ha intercambiado con nosotros gente que no era de la nave. No estoy seguro pero creo que los mismos que estuvieron aquí mientras estábamos de misión.[/Xander] – le había pedido a Noah al volver que revisara toda la nave, pero no encontramos nada que nos diera una pista de quién había sido. Ruby había conseguido saber que habían sido al menos cinco personas.

    – [Noah]¿Quién?[/Noah] – pregunté, deseando estar en una situación más fácil en la que no tuviera que ser más lento y con más amenazas de las que estaba acostumbrado.

    – [Xander]De momento en Lekwaa, que debería estar James, hay alguien que intenta no levantar sospechas. Por suerte no sabrían lo de Jane.[/Xander] – se llevó una mano a la sien. Jane no había hablado demasiado sobre el poder que había conseguido en Valantis, pero Elle me lo había contado. No sabía a ciencia cierta quién lo sabía, pero no era el único que sabría que el poder de Jane solo le permitía absorber poderes de una forma. Quizá por eso se negaba a mencionarlo, porque pensaba que la veríamos como una amenaza cada vez más cerca de convertirse en Omega. Pero conocerla implicaba saber, sin necesidad de explicaciones, que ella no habría arrebatado a nadie su poder y su vida voluntariamente. Su nuevo poder había sido un último regalo de alguien.

    – [Noah]Tiene sentido. Nos han dejado débiles para poder contraatacar y pueden aprovechar la confusión.[/Noah] – comenté. Con el cambio estábamos todos más ocupados en hacernos a nuestro «cuerpo temporal» que en sospechar, cosa que era más difícil cuando no conocíamos a todos. Y si terminábamos sospechando, la mayoría no controlábamos esos cuerpos como los propios. – [Noah]Los que tenemos historia común lo tenemos más fácil, pero hay mucha gente a la que apenas conocíamos hasta hace poco.[/Noah] – añadí. Ya había relaciones poco tratadas entre los que habíamos venido desde la Tierra, pero con los nuevos había aún más. Sin ir más lejos no recordaba haber cruzado más de dos palabras con Zahra, Ruby, James, Lekwaa, Robin, Chloe o simplemente, Laura. Tomé nota para hacerlo, pero para entonces ya era tarde.

    – [Xander]Tampoco podemos dejar que se siembre la paranoia. Somos un equipo y algunas sospechas y acusaciones podrían no olvidarse fácilmente.[/Xander] – hablando así me habría resultado fácil saber que era Xander incluso encapsulado en el físico de Jane. No solo se preocupaba del problema si no de cómo se iban a sentir aquellos de los que dudásemos injustamente.

    – [Jane]Alguien debería ir a por Lekwaa y sacarle información.[/Jane] – propuso Jane, tan práctica como de costumbre, y también igual de acertada.

    – [Noah]Yo creo que es buena idea. Siempre que no se de cuenta nadie en el que no podamos confiar.[/Noah] – la apoyé. – [Noah]Tendríamos que descartar algunos más. Ir sobre seguro.[/Noah] – añadí. Empezar a desmadejar todo aquél lío y confirmar que todo el mundo era quien decía ser. Sería difícil pero el poder que ahora estaba al alcance de Xander lo facilitaba un poco.

    – [Xander]Leo y tú podéis ir a hablar con Cole y Kaylee y Jane y yo iremos con Elle y Ezra. Mejor poco a poco para no levantar sospechas. [/Xander] – comentó él, mirando a Jane para ver qué opinaba. Jane asintió.

    – [Noah]Vale. Nos vemos dentro de una hora más o menos.[/Noah] – le dije, tratando de pensar el siguiente paso, los próximos que comprobaríamos, pero por desgracia, mi mente no aceptaba tan bien el multitarea como antes.

    Xander y Jane se despidieron y se marcharon de camino al almacén donde estaban Ezra y Elle. Cogí una de las tabletas de escritura y empecé a trazar un plan. Lo borré varias veces. Anoté los nombres de todos y lo que sabía de cada uno, las personas que podrían conocerles mejor, pero aun así, había huecos. Al cabo de un rato empecé a ver puntos clave, personas alrededor de las que orbitaban otras. Los más «sociables», los que se habían llevado con más gente. No me sorprendió descubrir que pese a todo, Kaylee era una de ellas, así que necesitábamos comprobar que era ella misma. Elle era otra, el instinto no nos había fallado en eso al menos.

    – [Leo]No he encontrado nada útil.[/Leo] – me sorprendió escuchar mi propia voz, con el aire taciturno de mi hermano..

    – [Noah]Yo sí.[/Noah] – procedí a explicarle todo lo que me había contado Xander y a enseñarle lo que había descubierto. Me frustraba saber que era más lento explicándolo que él entendiéndolo, pero al final quedó todo bien aclarado.

    – [Leo]A Kaylee podré distinguirla sin problema, pero de Cole no estoy tan seguro. Nunca le traté mucho.[/Leo] – explicó.

    – [Noah]Yo le he conocido más en estas semanas en Nara, puedo reconocerle.[/Noah] – le aseguré. Yo mismo había pensado en mi tiempo allí que era una pena no haberme parado a hablar más con él hasta ese momento. Me daba la sensación de que había vivido muy deprisa la mayor parte del tiempo. Quizá ir despacio no era tan malo para algunas cosas.

    – [Leo]Vale. [/Leo]

    – [Noah]Vamos entonces. Creo que entraron hace un rato a uno de los despachos.[/Noah] – me había parecido captar un pelo rojo como el fuego y no había ninguno que destacara tanto como el de Kaylee.

    Leo salió delante y yo me di la vuelta un momento para coger la tableta de escritura y repasar aquellos nombres:

    Elle

    Kaylee

    Xander

    Owen

    Noah

    Idris

     

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    NOAH ARKKAN

    ESFERA NARA – MAÑANA

    Puede que resulte raro viniendo de mí, pero cuando Cole y Bowie llegaron frente a nosotros cargando un atillo lleno de armas, todo sucedió muy rápido.

    Al parecer mientras entrenaban con su maestra, una de ‘Las Nueve’, la líder la había mandado llamar porque la Daë de ese mundo, Qiu Lanying, que llevaba años con voto de silencio, había reunido las capacidades para usar su poder preguntando a alguna entidad y eso la había llevado a desvelar la verdad sobre la desaparición de niños y niñas en su pueblo. Un asunto que me ponía los pelos de punta cada vez que pensaba en ello.

    – [Bowie]Hemos venido a salvaros[/Bowie].- resumió Bowie. Pese a que aún tenía muchas cosas a las que acostumbrarse de cómo funcionaba el mundo y de sus propias emociones y las del resto, Bowie parecía haber crecido en nuestro tiempo en ese mundo, que ya se contaba por semanas. A veces me preguntaba cuanto tiempo sería para el resto y lo difícil que sería saber nuestras edades cuando todo aquello acabase. Sin ir más lejos, el grupo de Leo había pasado algo menos de una semana en Artisan antes de volver.

    – [Noah]De Qiu Lanying se sabe que cuando rompió el voto de silencio descubrió una verdad que no le habría gustado conocer y supongo que ahí aparecieron los Daë. Así que es ahora nuestro momento.[/Noah] – rememoré, hurgando en los recuerdos de los conocimientos que mi padre había pedido sobre los Daë y las Pruebas. Tampoco era demasiado, fueron cosas que en su día le sirvieron para entender qué papel jugaba Kaylee Echolls y comprender su reencarnación y que a mí me daban algunas pistas como los nombres, el aspecto físico o parte de las historias de algunos. La historia de Qiu orbitaba alrededor de su poder para evitar las mentiras y cómo se enteró así de una verdad que lo cambió todo para ella. En ese momento de su vida conoció a los Daë y ahora lo estábamos presenciando.

    – [Laura]Pues no los veo[/Laura].- comentó Laura. Parecía tener ganas de irse. Estaba claro que todos la teníamos, por mucha comodidad que hubiéramos tenido allí, solo estábamos de paso, pero ella había tenido más dificultades para encajar. Yo tenía a Lexie y mis inquietudes por resolver la misión, Lexie tenía sus ilusiones para intentar pasar el tiempo y Cole y Bowie tenían su aprendizaje en las artes samurai con la maestra Gozen, pero Laura no había tenido nada de eso.

    – [Cole]Tenemos que protegerla mientras llegan. Y a la maestra Gozen.[/Cole] – explicó Cole con evidente preocupación mientras abría el atillo y nos mostraba las armas. Cogió para sí dos «tessen» unos abanicos con cuchillas como Kitana la del Mortal Kombat. Bowie no cogió nada, ya venía con una especie de lanza a la espalda, una yari o una naginata, no sabía distinguirlo bien. La había visto en algún entrenamiento que habían tenido al aire libre y se movía como mi tía Sarah y mi tía Sasha, como si estuviera hecha para combatir.

    – [Lexie]Pareces Mulán[/Lexie].- comentó Lexie. Miró las armas de reojo pero no cogió ninguna. Sabía que era deliberado, Lexie no era una guerrera y tampoco estaba muy cómoda en aquél mundo, en especial con cualquier mención a sus raíces por el lado paterno. Me había propuesto entender su perspectiva, porque la mía había sido muy distinta. Mi madre y mi padre habían estado siempre en mi vida como una figura positiva y eso me había hecho interesarme en mis raíces por ambos lados, la Arkkan y la Rakkthathor, pero su padre había desaparecido de la vida de su madre antes de que naciese y nunca se había molestado en conocerla. Sin haber visto nunca a ese hombre, sentía que le odiaba por ello, por no querer pasar tiempo con alguien tan especial, pero me lo guardaba para mí mismo. Lo importante no era lo que pensara yo de él, si no lo que pensara ella.

    – [Noah]Una pena que no haya dragones.[/Noah] – comenté desviando la atención. Me agaché al lado de las armas y cogí una katana larga, de las que se llevaban a dos manos, como Sephiroth. Cole dijo que era una «nodachi». A mi lado parecía gigantesca y pese a tener fuerza sobrenatural por ser un jötnar, estuve a punto de perder el equilibrio al mover los pies. Cerré los ojos y tomé mi forma Rakkthathor agradeciendo que los trajes de la nave estuvieran hechos de un material elástico que cedía lo suficiente como para adaptarse a mi nuevo tamaño. Así ya fui capaz de mover el arma con soltura.

    – [Lexie]Esto que habéis traído a mí no me interesa. Se lo puede quedar todo Laura[/Lexie].- sentí un nudo al escucharla decir eso. Había esperado que nadie se diera cuenta para que no insistieran en que lo aceptase y ella pasara un mal rato.

    Nadie insistió, pero Cole le dio una sugerencia. – [Cole]Deberías coger al menos una de las pequeñas, por si acaso.[/Cole] – no era un mal consejo, solo para defenderse si alguien se acercaba y no funcionaban sus ilusiones. Pese a todo, a Lexie no le hizo gracia y le miró visiblemente molesta. Cole se limitó a encogerse de hombros, era una persona muy calmada y por suerte había debido entender los motivos que tenía Lexie para ese rechazo.

    – [Bowie]Acabarás muerta y tendremos que cargar con tu cadáver hasta la nave[/Bowie].- dijo Bowie rompiendo el silencio.

    – [Noah]Tenemos que trabajar lo de ser tan directa, Bowie.[/Noah] – intervine. No era un buen momento para estar enfadados entre nosotros. O quizá nadie iba a enfadarse y eran solo mis miedos proyectándose por la ansiedad del combate. El tiempo fue más despacio a mi alrededor mientras meditaba a toda velocidad sobre el miedo que sentía por alejarme de Lexie y meternos de lleno en una situación tan peligrosa, me di cuenta de que era algo que había arrastrado después de cargar con ellos por el bosque, temiendo por sus vidas. Al parecer mi cuerpo y mi espíritu se habían curado de aquello, pero mi mente no.

    – [Bowie]¿Me vas a enseñar a mentir? ¿Mentir es mejor que decir la verdad?[/Bowie] – preguntó sin ningún tono en su voz. No era una reprimenda, si no que le interesaba de verdad saber mi respuesta.

    – [Noah]Eh…no, no, pero a veces la verdad se puede decir más…suave.[/Noah] – traté de explicar. Bowie me recordaba un poco a mi madre, en especial a la que había visto en los recuerdos de mi padre. Seguía siendo una mujer con una personalidad muy distinta y marcada, pero después de nacer Leo había empezado a cambiar un poco, abandonando el muro que tenía a su alrededor después del trauma que había sufrido toda su vida, pero siempre lista para volver a montarlo.

    – [Cole]No tenemos tiempo para esto.[/Cole] – dijo Cole. Laura cogió una de las hojas pequeñas, las que llevaban los y las samurai en el cinto junto a la katana o el arma que llevasen.

    – [Laura]Esto es un error, esto es un error…[/Laura] – repitió con una mano temblorosa, sujetando el arma.

    – [Cole]No ataques, defiende.[/Cole] – Cole trató de ayudarla a tranquilizarse. No tenían que luchar si no querían. Era algo que todos teníamos que tener claro, estábamos en esta misión porque el destino así lo había decidido, pero había que mantener el libre albedrío.

    – [Noah]Iré delante. Vosotros tened mucho cuidado.[/Noah] – les miré una última vez, cruzando mi mirada con la de Lexie. Ella hablaba mucho y dejaba claros muchas veces sus pensamientos, pero trataba de ocultar sus inseguridades. Con esa mirada no pudo hacerlo, supe que ella estaba tan preocupada por mí como yo por ella, pero era algo que ambos teníamos que hacer.

    Eché a correr en dirección al templo, observando todo a mi alrededor y trazando varios planes de contingencia. Se veía una columna de humo saliendo del lugar y varias pequeñas difuminándose a su alrededor. Los niños y la mayoría de los hombres corrían a esconderse en las casas o subían la ladera para refugiarse con los monjes. No tardé en ver siluetas oscuras saliendo del bosque, eran guerreros Oni, los niños y niñas convertidos en asesinos sin emociones ni piedad.

    Me costó concentrarme en correr y mantener bajo control el temblor de las piernas. Desde lo que había pasado, no me sentía tan seguro con mi velocidad. En la Tierra, Xander y yo habíamos sido héroes luchando contra maleantes, vampiros, demonios corrientes y hombres que por la noche eran más bestias que personas. Ninguno de ellos tenía nada que hacer con mi velocidad, pero desde que había llegado a estos mundos había estado a punto de morir dos veces. Tenía más preocupaciones, era más descuidado y había más peligros y más fuertes que yo y mi velocidad.

    Traté de respirar profundamente y concentrarme. Cuando llegué al templo había cuerpos por el suelo, muchos eran guerreros oni, pero otros muchos eran samurai y ‘onna-bugeisha’. Reconocí algunas caras, tres o cuatro de las ‘Nueve’ estaban allí, pero no vi a la maestra Gozen ni a Qiu Lanying.

    Sentí un escalofrío en la espalda y me giré a toda velocidad para detener una katana dirigida hacia mí. Mis brazos, pese a contar con la fuerza de mi cuerpo de demonio, cedieron ante la fuerza del guerrero oni que tenía ante mí. Mantuve la posición y seguí defendiéndome, pero yo mismo sabía que no podría aguantar así. Tal y como lo había descrito, estaba defendiéndome, veía frente a mí a los niños y niñas robados que habían convertido en aquellos seres y no me sentía capaz de darles un final, no era capaz de rendirme y entender que ya habían muerto hacía mucho.

    Al que tenía frente a mí se unieron dos más y traté de aguantar sus golpes uno tras otro. No podría aguantar así mucho más y al final actué por puro instinto, derribando a uno de ellos. Tenía que sobrevivir, no podía acabar muerto allí, en un planeta que no conocía, lejos de toda la gente que quería y arruinando toda posibilidad de salvar nuestros futuros.

    Continué luchando hasta que vi cuatro figuras acercarse hasta mí. Una de ellas se movía de forma fluida cortando a los guerreros con sus abanicos. Pero donde Cole era fluido, Bowie se movía como el viento, manipulando la lanza como si fuera una parte más de su cuerpo que derribaba a los que encontraba por el camino. Henry nos había dicho que según su archivo, en el adn de Bowie habían metido la capacidad de regenerarse además del adn de mi tía Sarah y mi tía Sasha, pero luchaba tan bien que aún no había podido comprobar hasta qué punto funcionaría su poder. No conocía el miedo, al menos de momento. Una parte de mí quiso que no perdiera su inocencia y nunca llegase a experimentar lo que el miedo podía hacerte.

    – [Noah]La Daë está en el templo, luchando con la líder de las Nueve.[/Noah] – mientras luchaba había podido escuchar el sonido del metal contra el metal procedente del interior del templo y había visto sus figuras enfrentadas a través de un ventanal roto. – [Noah]Yo seguiré conteniendo los que pueda pero tienen una velocidad sobrenatural.[/Noah] – su fuerza, su agilidad, su velocidad. Estaban hechos para luchar y no concebían ningún tipo de emoción, eran máquinas de matar perfectas. Sentí náuseas al ver lo que habían hecho con aquellos niños.

    Ellos siguieron hacia el templo pero se detuvieron en la entrada. Los guerreros seguían llegando y no podría con todos, así que retrocedí hasta ellos y vi que Cole estaba agachado sobre el cuerpo de una mujer. Era su maestra, tenía una mancha roja creciente en el torso y sus ojos estaban inyectados en sangre. No le quedaba mucho.

    – [Bowie]Se va a morir[/Bowie].- Bowie también lo sabía y aún no había aprendido a ocultarlo. Quizá era mejor que no lo hiciese, quizá ella tenía razón viviendo así y nosotros éramos los equivocados.

    – [Cole]Maestra Gozen…[/Cole] – la llamó Cole. Al oírle, sus ojos dejaron de estar fijos en el infinito y parecieron mirarle por un instante.

    – [b]Qiu Lanying lo ha descubierto…[/b] – murmuró con una voz tenue. – [b]Nuestra vida, nuestro propósito, ha sido un engaño, todo este tiempo…todo este…la Maestra Masako ha permitido que se lleven los niños para…darnos poder y contentar a los espíritus del bosque…para…preparar una guerra contra occidente.[/b] – explicó con las pocas fuerzas que le quedaban. Los demás no supimos qué responder, no podía hablar por todos, pero parecían tan horrorizados como yo mismo lo estaba. Había entregado niños y niñas para conseguir soldados para una guerra contra otra civilización, para conseguir poder. Había actuado como una salvadora cuando en realidad estaba aliada con los oni.

    – [Cole]Descanse, maestra Gozen. [/Cole] – le dijo Cole, tratando en vano de que guardase sus fuerzas. Los guerreros se acercaban y bajé la pequeña escalinata para detenerlos como pude. Bowie se unió a mí y me sentí como un niño con un palo afilado a su lado.

    – [b]Por eso…mandaba a los soldados atacar a los hombres…para…para que les protegiéramos, para que no se mataran ente sí nuestras naciones, hombre contra hombre y así poder entregar más…más niños.[/b] – la voz de la maestra parecía ir y venir entre sus pensamientos, como si divagara. Debía tener un shock y estaba tratando de procesar todas las mentiras con las que había vivido. Así que la maestra Masako estaba aliada con los oni desde un principio, había creado ataques falsos sobre los hombres para que no fueran a la guerra y así evitaran conflictos dentro de su propia nación, todo para enfrentarse a esa otra civilización de la que apenas había escuchado rumores en mi estancia allí. – [b]Qiu Lanying está…luchando contra ella, pero tiene la fuerza que le han dado los espíritus….[/b] – los nervios volvieron a recorrerme, si perdíamos a la Daë…

    – [Bowie]Sois…malos[/Bowie].- meditó Bowie cuando conseguimos volver junto a ellos.

    La maestra Gozen la miró, consciente. – [b]No lo sabía…la maestra Masako lo ocultó. Si no fuera por Qiu Lanying nunca lo sabríamos…teníamos un enemigo común…[/b] – se estaba disculpando, pero no sabía si ante Bowie o para sí misma. Bowie solo había verbalizado lo que la maestra debía pensar de sí mismos. Aunque no lo supieran, había sido parte de ello y se culparía el resto del tiempo que le quedase de vida.

    – [Cole]No fue culpa suya.[/Cole] – dijo Cole. Debió ser lo último que escuchó la maestra antes de dejar de responder. Él le cerró los ojos y le puso la katana en la mano.

    Sabía el dolor que estaba pasando, pero Cole se limitó a mirarnos y asintió para que entrásemos al templo, teníamos que seguir adelante. El problema vendría cuando nos detuviéramos y tuviéramos tiempo a revivir todo lo que estábamos pasando ahora. En ese instante temí más regresar a la nave que nunca.

    – [Lexie]Estoy tan harta de esta mierda que no os hacéis una idea[/Lexie].- se quejó. En aquél momento mi actitud positiva no tenía nada que hacer. Lexie tenía razón y negarlo no iba a ayudar a que ni ella ni nadie lo llevase mejor.

    – [Noah]Tienes razón.[/Noah] – respondí. Ella me miró, quizá sorprendida, creí verla sonreír ligeramente. – [Noah]Estoy deseando dejar esto atrás.[/Noah] – añadí acercándome hacia el marco de la puerta. Salía un calor sofocante del interior.

    – [Bowie]A veces, hay que hacer cosas que no nos gustan[/Bowie].- respondió Bowie de forma despreocupada. Tampoco le faltaba razón, esto teníamos que pasarlo, no había otra forma de regresar.

    Asentimos y cruzamos todos juntos hacia el interior del templo. Las llamas lo estaban devorando poco a poco, hasta un punto en el que el techo estaba cubierto por el humo. Era una suerte que el lugar fuese alto porque se había concentrado en la parte superior, dejándonos respirar.

    En el centro de la sala había una cruenta batalla entre la maestra Masako y Qiu Lanying. La maestra tenía un aura a su alrededor escalofriante, como si poseyera algún poder espiritual que la hacía más fuerte y más rápida. Qiu Lanying luchaba con ferocidad, pero aprovechando mi poder para ver mejor como sucedía todo, pude ver que su cara estaba en calma, concentrada en el combate y en la magia espiritual que entremezclaba con su arte marcial, nada más. Tanto que quizá no se daba cuenta de que el techo podía ceder sobre ellas.

    – [Cole]El tejado puede derrumbarse si la maestra Masako no acaba con ella antes.[/Cole] – Cole se alzaba frente a nosotros en una posición defensiva. Aquél lugar sofocante a él no le producía inconvenientes, solo le daba más fuerza.

    – [Laura]¿Qué hacemos?[/Laura]- preguntó Laura. Deseé haber tenido más tiempo y menos preocupaciones para poder hablar más con ella. Sin Jane y sin Henry por allí cerca se la veía perdida y sola. Sabía que Lexie había estado con ella pero a veces eso no era suficiente.

    – [Noah]Tenemos que ayudarla…[/Noah] – les dije. Me preparé para ver cómo interponerme entre ambas sin que Qiu ni nadie más saliese dañado. La maestra parecía demasiado fuerte con ese espíritu como para que pudiera derribarla yo solo.

    – [Bowie]No os metáis donde nadie os ha llamado[/Bowie].- me detuvo Bowie.

    – [Noah]No podemos dejar que le pase nada.[/Noah] – respondí. Vi que miraba fijamente a la Daë luchando y volví a observarla.

    – [Bowie]Esta es su lucha, Noah[/Bowie].- puntualizó. Entonces lo vi, tras las heridas y el cansancio, Qiu Lanying era consciente de su situación pero estaba determinada a acabar con esa amenaza. Había creído las mentiras de la maestra y le había dejado su puesto mientras quien sabe cuantos niños y niñas seguían perdiéndose.

    – [Noah]Vale, lo entiendo. Estaré preparado por si el techo cede.[/Noah] – respondí, alerta.

    Observé la lucha junto a los demás, dirigiendo a menudo la mirada a nuestro alrededor. No sé cuanto tiempo pasó, pero para mi fue una eternidad, hasta que Qiu asestó un golpe con su arma que desató una especie de estallido espiritual. La maestra Masako cayó al suelo sin levantarse. Entonces la Daë se fijó en nosotros.

    – [Qiu]¿Quiénes sois? ¿Qué habéis venido a hacer aquí?[/Qiu] – nos preguntó. A medida que las palabras salían de su boca empecé a notar su efecto en mí al igual que lo haría en los demás. Para cuando caí en la cuenta de su poder, ya era tarde.

    – [Noah]Venimos de la Tierra, otro planeta, en el futuro, además, creo…yo soy Noah, ella es Lexie, Laura, Bowie y Cole.[/Noah] – como era el más rápido, fui el primero en responder. Ni nombres en clave ni secretos de ningún tipo, no podía mentir a la Daë ni sabía como controlar lo que salía de mi boca. – [Noah]Llegamos aquí por error intentando salvar nuestro mundo pero los Daesdi nos dieron una misión de ayudar a reunir a los Daë de este tiempo, uno por cada mundo, para detener a un gran mal al que conocemos como El Soberano…[/Noah] – traté de callarme. Se volvió bastante desagradable perder el control de esa manera, era una sensación que no me gustaría volver a repetir.

    – [Qiu]Tengo mucho que hacer aquí[/Qiu].- se giró hacia el cuerpo de la maestra y en ese instante escuché un el sonido de la madera al romperse. Me moví hasta ella y la aparté a tiempo de unos escombros cayendo junto a una gran viga.

    La dejé en el exterior del templo y los demás salieron detrás de nosotros. Estábamos lejos de estar a salvo. Un ejército de aquellos guerreros Oni nos cortaba el camino. Me imaginé por un instante a los «occidentales» a los que Masako quería enfrentarse viendo a aquellos guerreros y huyendo despavoridos, o siendo masacrados sin piedad.

    Había llegado el momento de volver a luchar, pero los guerreros no se movían. Nos miramos, Qiu Lanying dio un paso hacia ellos y se mantuvieron en el sitio. Fue entonces cuando escuché a alguien detrás de nosotros. La maestra Masako estaba cubierta de hollín y heridas ensangrentadas, pero aún se arrastraba. Sus ojos emitían un destello de locura en un mar de poder. Ya no era ella misma, era algo diferente. Se alzó en el aire sobre sus soldados y movió las manos convocando una energía espiritual que alzó a los guerreros que ya habían muerto.

    – [Lexie]Esto no se acaba nunca…[/Lexie] – se quejó Lexie.

    – [b]No sabes lo que has despertado, muchacha.[/b] – hablaba con la boca de la maestra Masako pero no se parecía en nada a su voz. Era casi un coro de voces hablando en sincronía.

    – [Qiu]¿Quién eres? ¿Qué quieres?[/Qiu]- le preguntó Qiu Lanying sin aparentar ningún miedo. Recordé que aquella mujer había guardado silencio durante años para hacer una pregunta a los espíritus.

    – [b]Somos Legión, respondemos a muchos nombres, pero puedes llamarnos Antailtire.[/b] – replicó, también afectada por el poder de Qiu Lanying. – [b]La magia es nuestro reino y con ella cambiamos estos mundos a nuestro placer, sirviendo cada uno un propósito.[/b] – eso signficaba que una de nuestras teorías era cierta, solo que de forma diferente a como lo habíamos imaginado. «Antailtire» se hacía llamar, pero nosotros le habíamos conocido como «El Soberano», al igual que el que habíamos visto en el mundo prehistórico de Rlia. Tenía sentido, con su dominio sobre la magia había cambiado los mundos, pero había dejado partes de sí mismo en cada uno para controlarlo mejor. Eso significaba que «El Soberano» solo era una pequeña parte y que su poder era más del que podíamos imaginar. Tenía que ser él el gran mal al que expulsarían los Daë.

    Parpadeé un par de veces al recorrer la zona con la mirada porque vi un grupo de personas apareciendo por un lateral del templo. Destacaban tanto que los había visto por el rabillo del ojo, pero no me creía que pudieran estar ya allí. Eran los Daë y estaban escuchando lo que ‘Antailtire’ decía. Sin duda ellos sabrían más que nosotros sobre él y todo lo que pudieran sonsacarle sería una ayuda.

    Mientras ellos escuchaban, repasé a sus miembros: Eldric tenía el arco en la mano y su brillante armadura estaba más desgastada pero por su rostro no había pasado el tiempo; Eleanor seguía teniendo el mismo rostro amistoso pero se la veía más madura y por lo menos dos o tres años mayor; Ugg’Krah parecía igual que entonces, salvo porque alguien le había empezado a confeccionar ropa a su medida; junto a Eldric estaba Geraldine, llevaba el pelo suelto y aferraba su cetro preparada para luchar; al lado de Eleanor estaba Rlia, vestida de una forma bastante distinta pero aún con poses que recordaban el lugar del que venía, verla tan cerca de Eleanor me recordó su conversación con mi tía Sarah y me recordó que todos ellos estaban a punto de sufrir; Richard Crane tenía el rostro oculto por su yelmo astado.

    Era increíble que en lo que para nosotros habían sido unas semanas, para ellos hubieran pasado ya años, meses de aventuras, semanas de peligros y días de estar juntos y conocerse mejor. Entre ellos había varios recién llegados: tras Eleanor había un tipo de pelo azul que no podía ser otro que Alastair, eso significaba que el grupo de Xander ya había terminado; una mujer vestida con un collar de oro y piedras resaltando contra su broncínea piel debía ser Na’amah, así que el grupo de Mike también lo había conseguido; el hombre de gabardina marrón sencilla tenía que ser John Rowe, el Daë de Cetus, por lo que el grupo de Kaylee también lo había logrado ya; no vi a la vampiresa Julia, ni a los Daë de Géminis, así que el grupo de Ezra y el de Elle estaban todavía en ello. Solo esperaba que no hubiese complicaciones.

    – [Qiu]¿Cuál es vuestro punto débil?[/Qiu] – volví a escuchar justo a tiempo para ver cómo la mente de Qiu Lanying era tan afilada como su espada. No estaba dándole tiempo a recuperarse y defenderse de su poder, atacaba sin piedad para saber cómo derrotarlo sin necesidad de saber más de todo lo que había hecho a lo largo de todo aquél cúmulo de planetas.

    – [b]El Olvido…[/b] – respondió. Tras pronunciar esas palabras fue como si un chillido rasgase el mundo y una furia espectral salió del cuerpo de la maestra Masako. No hubo tiempo de esperar ni procesar, solo de luchar.

    Los Daë acudieron a la batalla y cerraron filas frente a nosotros. Qiu Lanying se sumó a ellos y luchó contra aquellos espectros y contra los guerreros de los niños que habían perdido. Cole, Bowie y yo pudimos ayudarles también en la medida de nuestras capacidades. Todo terminó cuando Qiu Lanying asistida por el resto de Daë dieron el golpe definitivo a la maestra Masako.

    Después de aquello saludamos a lo lejos a los Daë, que ya tenían sobrada experiencia con nuestros encuentros y hablaron con Qiu Lanying. No sé con exactitud qué le dijeron pero después de ver que la maldad que se había llevado a sus niños se extendía por muchos mundos, creo que sintió que era lo que debía hacer.

    – [Noah]Es hora de volver…a casa.[/Noah] – les dije.

    – [Lexie]Eso no es mi casa. Es una nave[/Lexie]. – replicó Lexie. Entendí su ira, su frustración y su impotencia.

    – [Noah]Lo sé, pero tendrá que servir mientras tanto.[/Noah] – comenté, pasándole un brazo por la cintura mientras nos alejábamos en busca de uno de los altares que nos llevase a la Kvasir.

    Un mundo más que teníamos que dejar atrás, abandonado a su suerte. Solo nos quedaba la esperanza de que les fuera bien, porque nosotros también teníamos unas vidas que recuperar y no podíamos cargar sobre nuestras espaldas los problemas de todos los mundos.

  • LOS PELIGROS DE LOS MUNDOS

    DIARIOS DE DESTINO

    VALANTIS

    NOCHE

     

    Después de dos horas conduciendo, la radio de aquél Cadillac Sedan DeVille de 1962 color turquesa empezó a tener problemas para sintonizar con la emisora.

    Elle trató de arreglarlo, esperando que eso consiguiera mantener despiertos al resto de sus acompañantes, que intentaban sobrellevar el viaje sin destino conocido. Sin apartar los ojos de la carretera trató de mover la rueda, pero viendo que se estaba distrayendo, Idris colocó la mano sobre la suya y se encargó de hacerlo. Elle se sentía culpable, el viaje había empezado bien pero no tardaron en darse cuenta de que aquél mundo era desconocido y apenas tenían referencias de a dónde dirigirse.

    Al cabo de un rato empezó a escucharse ‘I Want to Hold Your Hand’ de los Beatles. Idris dirigió una mirada a Elle y en el asiento trasero Jane confirmó que aquella canción era de 1964, acababan de cambiar de época. Unas cuantas canciones más tarde, entretenidos adivinando de que año eran, supieron que estaban en los años 60.

    La Vanir sonrió y continuó un poco más, en dirección a un motel que se veía más adelante. Idris le devolvió la sonrisa, guardándose para sí mismo a qué altura de los 60 aparecerían. En aquella tumultuosa década se había derogado la segregación pública y las mujeres y los negros tenían algunos derechos más, pero de lo que decía la ley a lo que hiciera la gente, había un gran trecho. Ese mismo año habían muerto también Malcolm X y Martin Luther King y Estados Unidos tenía muchos frentes pendientes tanto en Vietnam, como con los misiles de Cuba. Costaba creer que la misma civilización que tardase tanto en aceptar que una persona negra era como ellos terminase en la Luna ese mismo año.

     

     

     


    KARNAK – GRUPO I

    TARDE

    Tras atravesar la brillante y ostentosa Ciudad de los Dioses, Mike, Niall y Sophie llegaron a la plaza que les había dicho el hombre. Allí había personas de todo tipo reunidas, observando frutas frescas de un poblado mercado, bebiendo cerveza y charlando entre sí.

    Quizá era aventurado decir que eran todo personas, humanoides habría sido el término correcto, pero sin duda, sobrenaturales les habría englobado. Entre gentes de aspecto normal de la época había lo que parecían todo tipo de teriántropos. Personas felinas como Mike, personas pájaro como Niall, personas lobo, personas cocodrilo, personas chacal, personas carnero, incluso personas hipopótamo. Se veían también enanos, unos espeluznantes seres escarabajo y personas con parte del cuerpo cubierto de plantas o minerales.

    Sorprendidos, trataron de mezclarse entre ellos, forzándose a no hablar solo con los de aspecto más humano. Tras un rato, los recibió una mujer vestida con lino transparente que dejaba adivinar toda su anatomía. No les extrañó demasiado, entre aquellos «dioses» teriántropos, se veían cambios de forma y al parecer habían optado por prescindir de gran parte de la ropa antes de romperla.

    – [b]Bienvenidos mis señores. [/b] – les recibió haciendo una gran reverencia. Después se giró hacia Sophie. – [b]Sacerdotisa.[/b] – saludó, dejando ver que sabían acerca de ellos. Su reverencia no la puso a menor altura que Sophie, aquella mujer debía ser también sacerdotisa de alguien.

    Después de una introducción rápida, ellos solo querían librarse y preguntar por la Daë al resto de dioses, pero la sacerdotisa les condujo a una especie de templo vacío. Allí una oleada de hombres y mujeres les engalanaron y agasajaron, dando a cada uno sus propios aposentos.


    KARNAK – GRUPO II

    TARDE

    Nate y Zahra esperaron cerca de la entrada de la Ciudad de los Dioses, confiando en que los demás no tardarían demasiado. Cansados, dieron una breve vuelta por los alrededores, sin perder de vista el arco, pero observando en busca de otro tipo de pistas que les pudieran conducir a la Daë.

    No se dieron cuenta hasta después de un poco de que les estaban siguiendo. Trataron de perder de vista a los guerreros, pero pronto vieron que no serían capaces. Un grupo de cuatro mujeres armadas con lanzas les cortó el paso. Llevaban el pelo completamente rapado y todas tenían la misma marca dorada rodeando el ojo izquierdo. Nate no necesitó darse la vuelta para saber que tenían más detrás de ellos.

    – [b]Acompañadnos. La gran diosa Hathor os busca.[/b] – Nate y Zahra se sorprendieron de que hablasen en su lengua y meditaron brevemente sus opciones, aunque por desgracia, no tenían ninguna.

    Caminaron tras ellas. Pensaban que les conducirían por el arco de entrada a la Ciudad de los Dioses, pero en su lugar se dirigieron hacia un enorme palacio de mármol que parecía una ciudad en miniatura, situado entre dos de las mayores pirámides y coronado por una enorme estatua dorada.

    Pese a que las guerreras no hablaban demasiado, consiguieron que les sacaran de su error. No iban a ver a una de las diosas, iban a ver a la diosa regente, la que ostentaba la soberanía de todas aquellas tierras y, según contaba la historia de Na’amah, una demonio pura.


    DAGRKNOT

    MAÑANA

    Tras horas remando, con los brazos entumecidos por el esfuerzo físico y el frío, llegaron a la costa. Los vikingos con los que habían viajado todo ese tiempo les pidieron que les acompañaran para presentar sus respetos a la Jarl Vigdis, dar las malas noticias de los que habían muerto y las bendiciones a los que habían matado a sus asesinos.

    Por el camino, aún muertos de frío por la humedad de sus ropas, cruzaron varias granjas llenas de trabajadores. Aquel asentamiento parecía tranquilo, los niños corrían mientras sus madres les llamaban, pero cuando se acercaron más a la ciudad empezaron a ver a hombres y mujeres adultos luchando entre si con ferocidad, armados de hachas y espadas. El marinero les explicó que los poblados rara vez crecían demasiado en aquellos tiempos, los monstruos marinos atacaban sin cesar saliendo de las profundidades de aquellos insondables océanos.

    Estaban entrenando, quien sabe si para su próximo asalto o para defenderse. Continuaron hasta la cabaña más imponente, ubicada en el centro mismo del poblado. Dentro les esperaba la Jarl Vigdis. A su lado, un hombre les observaba fijamente. Era el consejero de la Jarl, un sabio profeta conocido por sus brebajes que había llegado a ellos cuando más lo necesitaban, para protegerles de los monstruos. Por lo que dijeron, esas serpientes marinas monstruosas habían acabado ya con muchos barcos ‘Neidr’ les llamaban, los asesinos de los ‘Seidr’.

    El grupo no quiso desvelar que ellos también eran ‘Seidr’ en su mayoría. El hombre, ‘Orm Nystrom’  les observó y sus ojos emitieron un destello rojizo. Sus pupilas eran alargadas, como las de una serpiente y Owen sintió un escalofrío recordando a aquellas criaturas de debajo del agua.


    ARTISAN

    NOCHE

    El equipo de Artisan esperó, alejada de la parada de aquél extraño tren que parecía moverse más rápido de lo que se suponía para la época. El joven no salió hasta el ocaso y para entonces el grupo ya había contado todas las piedras de la fuente en la que se habían sentado y había observado todos los detalles de aquél tren adelantado a su época, por no mencionar improperios y guarrerías de todo tipo.

    Cuando le vieron salir se pusieron en pie y le siguieron desde lejos, pensando cómo acercarse a él sin asustarse. Después de un rato caminando vieron que el chico atajaba por un callejón y cinco figuras con mal aspecto le seguían.

    Apuraron el paso y no tardaron en escuchar los quejidos del chico. Vieron que estaba tirado en el suelo y uno de los hombres le golpeaba.

    Amy MacLeod dirigió una mirada a Leo Arkkan, lista para transformarse y dejar salir toda su justicia animal.

    – [Kaylee]Largo de aquí.[/Kaylee]- dijo Kaylee, revelando su presencia. El matón que estaba golpeando al muchacho se giró hacia ellos y se acercó. Ya estaban tan cerca que se podían contar los dientes podridos que tenía.

    – [b]Vaya, el viejo Barnes usó más la polla de lo que nos dijeron.[/b] – dijo aquél tipo, dirigiendo una mirada a Kaylee que le revolvió el estómago.  – [b]Con vosotras nos vamos a divertir más. Tengo ganas de ver si el pelo de abajo también es naranja.[/b]

    – [Amy]Encima de ladrón, violador.[/Amy]- espetó Amy, que no estaba dispuesta a aguantarlo más. Se quitó la chaqueta del traje y al ver su camisa holgada los matones rieron dándose cuenta de que era una mujer. Lo que no esperaban es que se transformase a una forma intermedia, mostrando unos dientes y garras afilados.-[Amy] Te voy a sacar los intestinos por la boca, escoria.[/Amy]- su voz gutural resonó en el callejón y alguno de los matones hubiera huido de haber tenido tiempo.

    Amy se balanzó como una bestia sobre ellos, rasgando carne y sembrando el pánico. No iba a matar a aquellos tipos por horribles que fueran, pero contaba a su favor con el hecho de que ellos no lo sabían.

    Leo se acercó a ella y dejó que el lobo saliese, también en una forma intermedia.  – [Leo]Me has dado ganas de hacer lo mismo.[/Leo] – sentenció. Se unió a Amy y ambos acabaron rápidamente con casi todos sin ningún esfuerzo. Resultaba extraño ver a aquellos dos licántropos enfundados en traje salvando la vida a aquél muchacho.

    – [Kaylee]Eh, no seáis avariciosos.[/Kaylee]- se quejó Kaylee. Murmuró unas palabras y a su lado unas esferas de luz pura rodearon a uno de ellos y empezaron a picarle, como avispas. Su tío Ed habría estado orgulloso.

    Finalmente los matones se levantaron como pudieron y echaron a correr, dejándose atrás unos a otros. James se incorporó usando las manos para alzarse. Su mirada se había quedado fija en Kaylee después de verla conjurar aquellos seres. Amy y Leo se acercaron a ellos, ya en su aspecto humano. Amy volvió a colocarse con cuidado la chaqueta.

    Vera se agachó al lado de James y le puso una mano en el rostro. – [Vera]¿Te han hecho daño?[/Vera] – le preguntó al joven. La muchacha se sorprendió de que sus dientes parecieran sanos y oliese a jabón.

    El joven pelirrojo tenía un corte sangrante en la mejilla y se aferraba el torso allí donde le habían pateado, pero no notaba nada grave. – [James]Me pondré bien.[/James] – dijo, colocándose a gatas para recoger un par de libros y una libreta cuyas hojas se habían esparcido por el suelo. Kaylee, esperando ayudar, pronunció unas palabras e hizo que los papeles se volviesen a colocar en la libreta, que James contempló, atónito.  – [James]Eso…¿eso que has hecho es?[/James] – preguntó.

    – [Kaylee]Magia.[/Kaylee]- respondió ella, sonriendo.

    James la observaba como si no hubiese visto nada igual en la vida. Amy carraspeó, impaciente. – [James]¿Qué…qué queréis?[/James] – añadió al cabo de un rato, preocupado. Miró a Vera, que horas antes de que le atacasen, buscando dañar a su padre, le había preguntado por él.

    – [Amy]Encontrar a Barnes.[/Amy]- confirmó la mujer loba. Se apartó un poco, valorando sus opciones. No tenía nada que hacer.

    – [James]¿Estáis con…ellos?[/James] – su boca parecía ir por delante de sí mismo, preguntando obviedades. Aquellas personas parecían de alta cuna, sus ropas, sus dientes y su aspecto no eran de trabajadores ni de gente pobre, pero tampoco parecían de por allí, hablaban inglés pero sonaba muy distinto al que él hablaba. No parecía que estuvieran con los otros por cómo les habían atacado, pero de la misma forma, buscaban a su padre.


    TERRA – GRUPO I

    MAÑANA

    El grupo de Terra salió del portal de teletransporte a gran velocidad. Se llevaron un buen golpe contra la tierra, pero todos parecían estar bien. Cuando consiguió ponerse en pie, Henry comprobó que no se hubiera hecho ningún rasguño, por lo general para él habría sido un problema, pero en aquél lugar, más. Era una suerte que los trajes les hubieran protegido.

    Ayudó a levantarse a Julia y vieron que Lekwaa estaba inconsciente pero vivo. Henry recordó lo que había pasado. La bomba había caído sobre ellos mientras se teletransportaban y parte de la energía liberada en la explosión se había colado a través del portal, golpeando a Ezra y sacándolo de la corriente espacial.

    Mientras caminaban, alejándose de aquella zona yerma, Henry sacó su InfiniBand modificada para comprobar la radiación de los tres. Le alivió ver que no tenían valores fuera de lo común, eso significaba que la bomba no era nuclear y que Ezra, por su condición de licántropo, habría sobrevivido, aunque no supiera dónde habría acabado. Si hubiera tenido tiempo habría tratado de extrapolar el tiempo de viaje para saber más o menos su posición, pero lo mejor que tenía por el momento era la idea de que tenía que estar en algún lugar entre la ciudad de antes y donde sea que estuviesen ahora.

    Continuaron caminando y llegaron a una pradera con zonas yermas donde la tierra y el barro eran prácticamente lo único visible. Había humo y restos de metal. A medida que se acercaron vieron que también había cuerpos humanos, vestidos como soldados, aún con el arma cerca.

    No habían visto las trincheras y para cuando lo hicieron, varios soldado les estaban rodeando y apuntando con sus armas. Se fijaron en sus trajes, la bandera cosida en ellos no se parecía en nada a la que habían visto en los uniformes de la ciudad anterior. Estaban en el bando opuesto de la guerra.


    TERRA – GRUPO II

    NOCHE

    A Ezra le costó abrir los ojos. Estaba cansado y dolorido. Parecía que le hubiera caído una bomba encima, pero estaba vivo.

    Cuando por fin pudo ver lo que había a su alrededor, vio una enfermería con camas de metal, sábanas blancas y aparatos médicos que le sonaron a otra época.

    – [b]¿Ya estás despierto?[/b]- la voz provenía de una mujer de mediana edad y rasgos afilados, que iba ataviada con un uniforme de enfermera que le pareció bastante antiguo.

    El chico asintió y echó un vistazo rápido para ver qué día era, pero no encontró ninguna referencia.- [Ezra]¿Qué…día es hoy?[/Ezra]- preguntó con dificultad.

    – [b]23 de diciembre, joven. Es la víspera de Nochebuena y parece que por fin está nevando[/b].- la enfermera descorrió las cortinas y el mayor de los Maclay pudo ver cómo caían los copos de nieve en los alrededores del palacio.


    NARA

    MAÑANA

    Noah estaba inconsciente apoyado en el árbol, aún en su forma Rakkthathor. No se había dado cuenta antes de perder el conocimiento, pero su cuerpo había chocado violentamente contra varios árboles, arrancándolos de cuajo, hasta caer allí tendido.

    Cole, Lexie, Bowie y Laura se pusieron en pie, magullados pero a salvo, el velocista se había llevado toda la fuerza del golpe. No tenían forma rápida de salir de allí sin Noah y además, en esa forma, pesaba demasiado como para arrastrarlo.

    El ser que se había colocado delante de él, haciendo que chocasen miró al grupo de cuatro y sus ojos se iluminaron. Una pérfida sonrisa de dientes afilados se instaló en su boca inhumana.

    Retrocedieron hasta formar un semicírculo alrededor de Noah, sin saber qué hacer. Podían intentar luchar contra aquél ser, pero aunque la Kvasir estaba muy equipada, carecía de armamento y eso les dejaba con pocas opciones de lucha.

    De entre la niebla empezaron a surgir otros espectros, tan espeluznantes como los anteriores, con caras alargadas y bocas en las que cabía casi una persona, con brazos largos y ojos negros como el azabache, espectros y demonios salidos de la pura oscuridad.

    Lexie se preparó, pero sus visiones no conseguirían sacarlos de allí. Como tanuki podría intentar escapar, pero eso la haría dejar a los otros atrás. Laura valoró usar su poder, pero no sabía controlarlo y aunque supiera, ¿cómo haces daño a un fantasma?. Cole por su parte trató de conseguir fuerzas del sol, pero aquél bosque era demasiado frondoso y la niebla, que no parecía natural, absorbía el calor antes de que llegase a él. Ni siquiera las habilidades de Bowie estaban a punto como para enfrentarse a ellos.

    Los seres del bosque se acercaron más a ellos. Veían cada uno de sus horrendos rasgos. Uno de ellos chilló de forma inhumana, listo para atacar. Se prepararon pero entonces no pasó nada, el ser no se movió. Cayó al suelo y se desvaneció en una neblina.

    Una figura estaba de pie tras el cuerpo, enfundada en una armadura de samurai completa, incluso el rostro. Su espada cortó a través de los espectros y seres que les rodeaban, pero a ese filo se unieron ocho más.

    Los espectros caían presas de sus armas y muchos se reagrupaban, dirigiendo una mirada de odio antes de marcharse al cobijo de aquél enorme bosque. Aun así eran muchos para todos aquellos samurai. El combate era desigual, así que uno de ellos hizo sonar varias veces una campana y cuando se detuvo, ya no quedaba rastro de los seres, todos habían huido.