
CONDADO DE RIPPER
[dropcap]A[/dropcap]nochecía en el Condado de Ripper y eso para algunos era una llamada a la cautela. Al menos solía serlo, tanto por costumbre como por tradición, aunque ambas tienden a olvidarse con facilidad, desacreditadas como simples «cosas de viejos«. Los que lo hacían dejaban a un lado que la edad también implica sabiduría y las tradiciones tenían su propia razón de ser: protegerse cuando la oscuridad caía sobre el condado. Por todo lo que habitaba en ella.
Durante el día, el Condado de Ripper parecía un lugar como otro cualquiera. Su extensión geográfica sobre la costa este de Estados Unidos era lo suficientemente amplia como para apreciarse diferencias climáticas entre el norte y el sur. Una extensión que parecía propia de otros tiempos y así lo era, porque sus fronteras venían marcadas por las que una vez tuvieron en manos de los españoles y más tarde de los ingleses.
Ese variado pasado había creado algunas tradiciones arraigadas en el condado que no estaban presentes en las regiones limítrofes y habían conseguido resistir milagrosamente el paso del tiempo, convirtiéndose en el orgullo diferenciador y en una de sus principales fuentes de turismo, además de sus bellas playas, sus retiros rurales en la montaña y su variado contraste geográfico.
Todo ello hacía del Condado de Ripper un lugar atractivo para vivir y para visitar, excepto que cuando caía la noche, todo se transformaba, pues había algo enterrado a suficiente profundidad en la capital del condado, Moondale, que atraía a seres sobrenaturales de todo tipo y de todo el mundo, una Boca del Infierno. Al irse la luz, en el condado acechaban criaturas de la noche, como los vampiros, buscando sus presas. Era entonces cuando el bello parque central de Moondale, el Parque Saint Clare, se llenaba de ojos acechantes que esperaban alimentarse de la sangre de los incautos. Pero los vampiros no eran ni de lejos las únicas criaturas sobrenaturales del condado. Y como en todo, las había buenas y malas.
Existe una vieja leyenda que dice así:
En cada generación nace una Cazadora: una chica en todo el mundo, una Elegida. Ella sola empuñará la fuerza y habilidad para luchar contra los vampiros, demonios y las fuerzas de la oscuridad; para detener la propagación de su maldad y el aumento de sus números. Ella es la Cazadora.
Lo que la gente ignora es la gran guerra entre luz y oscuridad que lleva gestándose desde que las fuerzas del bien expulsaron a los grandes demonios de la Tierra hace milenios. Aunque sus hijos, mezclados con los humanos, permanecieron en ella, pasando desapercibidos.
Generación tras generación, el Legado ha activado siempre una Cazadora tras la muerte de su predecesora. Ellas y sus Vigilantes se han encargado de proteger a la humanidad de la oscuridad. Un equilibrio que pareció romperse cuando una bruja lanzó un conjuro para que todas las posibles receptoras de ese Legado se activasen, siendo conocidas ahora como Potenciales, acabando así con la tradición.
Pero ese cambio en el equilibro no duró mucho, la oscuridad siempre encuentra un camino. El mal ancestral conocido como ‘El Devorador’ encontró la forma de aumentar su poder alimentándose de las Potenciales. Para evitarlo e impedir que pudiese llegar a nuestro mundo, se deshizo el conjuro. Ya no se activarían más Potenciales y volvería a regir el Legado, excepto para las Potenciales que ya estuviesen activas, destinadas a desaparecer.
Pese a todo, ‘El Devorador’ siguió acechando, alimentándose de las últimas Potenciales y la batalla contra él solo llegó a su fin con el sacrificio de la Cazadora que portaba en ese momento el Legado. Con su muerte, ‘El Devorador’ fue desterrado a su dimensión y no pudo llegar a la Tierra. Y así se activó una nueva Cazadora.
Lo que nos lleva de vuelta al Condado de Ripper, donde la nueva Cazadora ha sido activada, portando ahora el Legado. Pero el destino le aguarda mucho más, no es solo una Cazadora, es una Elegida. Versa sobre ella una antigua profecía, una que pone el mundo en sus manos y en las de aquellos que compartan su camino.
Soy el inmortal Destino. En mi libro se esconde su historia y la del resto de Daë que se reunieron en el pequeño Condado de Ripper para salvar al mundo de la más absoluta oscuridad.