Kaylee – Casa de los Echolls
Mañana
Sentía como si mi cerebro, que tantas alegrías me había dado en el terreno académico durante el colegio y el instituto, me hubiera abandonado. Vamos, que los apuntes de Genética no me iban a entrar en la cabeza salvo que me la abriera en canal y los hiciera una bola. Desde que había entrado en la Universidad, no daba pie con bola. A lo mejor me había creído que era una Noah Arkkan de la vida y lo de intentar terminar la carrera en dos años era venirse MUY arriba, pero claro, la Orientadora del Heidi Lamarr me había dicho algo parecido a: «por supuesto Kaylee, eres la Einstein pelirroja, ¿qué puede salir mal?». Os lo digo en un resumen breve: TODO. Y no os creáis que esto se debía a mi vida de fiestas y desenfreno, porque desde que me había vuelto buena no me llamaban ni las pulgas. Salvo Owen, que me había perdonado hasta que echase a correr del hotel en el que nos lo íbamos a montar después del baile de graduación (mi vida era como un cliché de película adolescente en la que todo sale al revés del guion).
Fue una cosa muy rara, porque estábamos un poco borrachos y no es que estuviese a punto de enrollarme con Calamardo, pero cuando me estaba quitando el vestido empezaron a darme los sudores de la muerte. Y de pronto pensé en qué necesidad tenía yo de liarme con Owen por obligación, como si tuviera que cumplir una lista de «Cosas que hacer para ser guay». Así que cuando noté sus dedos intentando desabrocharme el sujetador, le dije que parase y eché a correr. Estuve un rato huyendo de él, que me pedía perdón a gritos pensando que había intentado presionarme y al final, cuando me cansé de correr -como Forrest Gump-, acabé llorando en sus brazos.
Por suerte, no habíamos vuelto a hablar de eso y si estaba contando esto era porque no me apetecía estudiar. Por otro lado, puede que la culpa no la tuviese mi cerebro agotado, sino mi adicción a Endless. Desde luego, elegir todas las asignaturas de primero y de segundo solo se le podía ocurrir a dos personas: Noah Arkkan y Hermione Granger. Y como yo no era ninguna de las dos, estaba condenada al fracaso, pero pese a todo, pasarme todo el día y gran parte de la noche conectada al servidor de Harry Potter pelando la pava virtual con Aslan, no era, lo que se dice, un plan perfecto.
Me removí con incomodidad en la silla y cerré los apuntes de Genética. Todavía era por la mañana y llevaba ya unas cuantas horas haciendo como que estudiaba mientras actualizaba las redes sociales de forma compulsiva. Había algo que no me dejaba concentrarme y no eran las ganas de una sesión de tocamientos virtuales con Aslan (que también), sino mi conciencia, esa vocecita que me imaginaba como una suerte de Pepita Grilla, pero con stiletto y vestidazo, que me estaba mirado desde la parte trasera de mi cabeza y me estaba diciendo que ya era hora de pedir perdón por haber sido una gilipollas en el instituto.
Owen había intentado cuatrocientas veces que quedara con Alexander, porque era su mejor amigo y sabía que lo podíamos arreglar. El problema, como cantaban los Blue, es que pedir perdón es una putada. Bueno, ellos no cantaban exactamente eso, pero me entendéis. La cuestión es que todo el mundo no es como Noah, que es una máquina de bondad hiperactiva y con esto no estoy diciendo que mi primo fuese un ente diabólico – no en vano era el típico que hacía maratones solidarios y ayudaba a las abuelas a cruzar la calle-. A lo mejor lo jodido era eso, saber que Alexander era un buen tío, tan buen tío que me perdonaría por haber sido una abusona, aunque no me lo mereciera.
Mi madre interrumpió mis pensamientos con un café con leche largo de café que hubiera resucitado a un muerto y con la excusa de que estaba muy cansada de estudiar (JA), me planté una faldita mona, una blusa negra con cuello de bebé y unos zapatos cómodos. Decidí dejarme la coleta y las gafas, porque total, me iba a morir sin que nadie hubiese entrado en mi cueva – nadie que no fuera yo misma, porque el onanismo se me daba QUE-TE-CAGAS gracias a Aslan-.
El camino desde mi casa hasta la de mis tíos fue una odisea. Debí tener unos tres ataques de pánico – regalito del karma por haber sido tan hija de fruta en el pasado- y eso que estábamos a dos calles de distancia. Menos mal que Ellie, que es la versión humana de la Felicidad de «Inside Out», me contó que se había desvelado el pastel del trío de sus padres y la ¿tía? Sasha, así que seguro que Xander ni se acordaba de que debía odiarme.
Cuando llegué, Dante abrió la puerta y nos dimos un repaso con la mirada mutuo.Estaba bueno hasta reventar, pero era mi primo adoptivo y las MacLeod no nos trincamos a nuestros primos. Él se iba para el taller ya, porque como era el dueño, abría cuando le daba la gana y no iba a ser yo la que se quejase, porque gracias a sus habilidosas manos (jijiji) podía usar el viejo Pryus de mi padre, pero ahora con un motor 100% eléctrico que me ahorraba tener que vivir en la residencia y que Blue y su séquito me tratasen como si tuviera la peste.
Pregunté por Xander y con un movimiento de cabeza me indicó que estaba en su habitación. Tomé aire cuarenta veces y Ellie bajó a tirar de mí escaleras arriba. Esto de la Universidad era un chollo, porque íbamos a clase cuando nos salía del alma, que era bastante poco.
Una vez estuvimos frente a la puerta, mi prima me dio un beso en la mejilla y se fue a su habitación a estudiar(se a Idris). Me planteé salir corriendo como la noche de Owen, pero mi primo abrió.– [Kaylee]Alexander[/Kaylee].- lo dije soltando todo el aire que había en mi cuerpo.– [Kaylee]Hola[/Kaylee].- le saludé la mano y quise cortármela por ridícula. Por suerte, mis tíos no estaban y en la habitación de ellos estaría ¿tía? Sasha esperándoles en pelotas.
– [Xander]Hola, ¿estás bien?[/Xander]- preguntó echándose a un lado para que pasar. Tenía el pelo húmedo y llevaba un pantalón corto negro y una camiseta de la Universidad. Seguramente hacía poco que había vuelto de correr con Owen y Xena.
Entré en su habitación, que era exactamente como recordaba: luminosa, espaciosa, con pocos muebles y de color claro, una cama grande despejada de cojines, una estantería con videojuegos, cómic, alguna película del año de la Polca y un par de figuritas cabezonas que le debió regalar su tía Cara. Tenía, asimismo, un ordenador de sobremesa sobre el escritorio que debía utilizar para jugar y unas cuantas camisetas que estaba guardando en el armario empotrado y que descansaban sobre la cama pulcramente dobladas.- [Kaylee]He venido a pedirte perdón por haber dado asco durante toda la etapa del instituto[/Kaylee].- solté después de sentarme sobre la cama, sin poder evitar juguetear con el dobladillo de mi falda.
Xander me miró desde su posición, que era de pie a escasos metros de mí y habló. – [Xander]Ni se te ocurra pedirme perdón, Kay[/Xander].
– [Kaylee]Fui horrible[/Kaylee].- al ver que iba a empezar a llorar, se sentó a mi lado.- [Kaylee]No me merezco que me habléis[/Kaylee]
Él me pasó una mano por el hombro e hice esfuerzos por tragarme el nudo que tenía en la garganta. -[Xander] No digas eso. Todo el mundo se equivoca[/Xander].
– [Kaylee]Pero yo lo he hecho fatal[/Kaylee].- una cosa era tener un mal y otra, acosar a la gente.
– [Xander]No pasa nada. Lo que importa es que seas tú misma[/Xander]. – me besó en la frente y empecé a llorar sin poder evitarlo. Iba a estar guapísima con los ojos como dos huevos cocidos.
– [Kaylee]No os merezco[/Kaylee].- admití.
– [Xander]¿Estás de broma? Claro que sí.[/Xander] – me miró. – [Xander]¿Has hablado con alguien más?[/Xander]
– [Kaylee]Con Noah hace mil años, pero ni siquiera lo hablamos, porque todo volvió a ser como antes[/Kaylee].- me sequé las lágrimas con el dorso de la mano.
– [Xander]Si necesitas ayuda para hablar con alguien, te acompaño.[/Xander] – a veces, me preguntaba si mis primos eran tan felices porque sus padres trincaban tanto que en esa casa había una especie de felicidad tántrica de la que no podías escapar.
– [Kaylee]O mejor aún: lo haces tú por mí[/Kaylee].- le guiñé un ojo y él se rió. – [Xander]¿Y hablas tú con Jane?[/Xander] – alzó una ceja y me fijé en la única foto que había enmarcada en la habitación y que reposaba sobre una de las mesitas: era una de Jane y de él de cuando eran pequeños con una de esas sonrisas desdentadas que tanto nos avergüenzan de mayores. Si alguien creía en esa cantinela del «amor de tu vida», ese era mi primo.
– [Kaylee]Hablo con Owen y que él hable con Jane[/Kaylee].- propuse.
– [Xander]¿Se han arreglado?[/Xander]- lo preguntó con más emoción de la que quería mostrar.
Asentí recordando el mensaje que me había enviado Owen hacía un rato en el que le faltaba levitar de alegría. El pobre era trocito de pan.- [Kaylee]Eso parece, pero cualquiera se fía de Juana la loca[/Kaylee].- mira a Xander.- [Jane]Perdón[/Jane].
Xander negó con la cabeza restando importancia – [Xander]Las viejas costumbres[/Xander] – y se quedó penstivo. – [Xander]No, mejor no metas a Owen ahora que están bien. No quiero ser el motivo por el que vuelvan a pelearse.[/Xander]
– [Kaylee]Habría sido más fácil que estuvieras enamorado de él[/Kaylee].- habría sido más fácil que cualquiera de los dos hubiésemos estado enamorados del mellizo de Jane, pero la vida tenía poco de fácil.
Él se rió y aproveché para mirarme la cara en un intento de selfie lamentable.- [Xander]¿Te quedas a comer?[/Xander] – comentó de forma despreocupada.
– [Kaylee]¿Quién cocina, la tía Sasha?[/Kaylee].- bromeé con sorna.
– [Xander]Le toca a tu padrino.[/Xander] – me invitó a que me levantara y bajamos las escaleras hasta el salón. Todavía era pronto para comer, pero de la cocina ya venía un olorcillo a especias inconfundible.
Ellie, que estaba en una de sus videollamadas eternas con Idris, se abalanzó sobre nosotros.- [Ellie]Cómo me gusta que os llevéis bien[/Ellie].- nos estrujó con su súper fuerza después de colgar.- [Ellie]¿Dónde está Dante ahora que toca abrazo?[/Ellie]- preguntó mirando a su alrededor.
– [Kaylee]Currando y mira que me habría gustado aprovechar para tocarle el culo[/Kaylee].- me quejé cuando nos separamos.
– [Ellie]Debe ser el único que hace algo de provecho por aquí, porque los demás…[/Ellie].- empezó a decir.
– [Kaylee]Trabajamos menos que el tío Ed[/Kaylee].- apunté. Nnos echamos a reir con malicia (Xander un poco menos, porque estaba haciendo méritos para ir al Good Place) y tiró de nosotros hasta la tele del salón, en la que había un modelo de videoconsola vintage con un karaoke.- [Ellie]¡A cantaaar![/Ellie]
Al principio, nos hicimos los duro, pero a Elle no se le puede negar nada y ya había perdido mucho tiempo siendo alguien que no era.
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