[align=center][SIZE=3][b][font=Book Antiqua][color=black]Daniel Arkkan | Cerca de King’s Lynn. Inglaterra.[/SIZE][/color][/b][/font]
La mañana del 9 de Febrero resultó ser fría y nublada, más propia de este tiempo y desde luego acorde con el día.
La noche anterior por fin me había fijado la fecha para hacer lo que tenía que hacer, y era hoy, después de llevar a Kaylee al aeropuerto la siguiente parada sería Inglaterra, en la zona montañosa donde estaba mi antigua casa, dónde perdí a mis padres.
Cuando le dije dónde tenía que ir, Sarah insistió en acompañarme, algo que le agradecí muchísimo. McLeod y Diana decidieron acompañarnos junto con Ed, Cecil, Liad, Delia, Arthur y Stephanie, pero dijeron que nos esperarían en Londres mientras yo hacía lo que tenía que hacer. Dominic sin embargo vino en nuestro coche porque yo mismo le pregunté si quería venir, al fin y al cabo, yo no era el único que había perdido a alguien.
Así que llevamos a Kaylee al aeropuerto y nos despedimos de ella. Verla abrazada a Sarah y Diana, con una sonrisa en los labios consiguió que dejase de pensar por un rato en lo que iba a hacer.
Después de las despedidas pusimos rumbo a Inglaterra. El viaje era largo, pero gracias a Sarah y Dominic se me hizo muy ameno, no imaginaba lo horrible que habría sido hacerlo solo.
Tras varias horas de viaje cogí la desviación hacia King’s Lynn mientras los otros dos coches continuaban su camino hacia Londres. El camino que nos quedaba por delante ya era corto, al menos en coche. Dejamos atrás el pueblo y llegamos a una zona montañosa, allí, en un área recreativa, aparcamos y continuamos caminando.
En unos pocos minutos divisé la colina sobre la que hacía ya mucho se veía mi casa. Al subir la colina y ver como había quedado todo me maravilló que Arthur encontrase algunos restos de las cosas de mis padres allí.
Quedaban algunas vigas en pie, pero estaban ennegrecidas y agrietadas, y ahora cubiertas de musgo, el suelo tenía grietas y agujeros por los que había comenzado a salir la hierba. No dejaba de ver imágenes del fuego devorándolo todo a su paso, incluso a mis padres y a Heimdall.
Atravesé los restos de mi antigua casa y seguí hacia el camino por el que mi madre me había sacado en mitad de la noche salvándome la vida para dejarme con Arthur y dar la vuelta. Allí, a unos metros de distancia, en una zona llana, sobresalían dos lápidas de mármol.
Dominic decidió quedarse atrás para dejarme espacio y Sarah me miró buscando una respuesta, le apreté la mano y lo entendió, prefería que estuviese conmigo, no tenía que ocultarle nada.
Caminamos en silencio hasta que tuve frente a mí las dos lápidas, acompañadas de una pequeña al lado de la de mi madre, que era la de Heimdall. En medio de las lápidas de mis padres había una piedra también de mármol que las unía, en la que estaba apoyado el centro con las flores.
Pasé unos minutos sin decir nada, simplemente observando las dos tumbas en las que descansaban dos de las personas que más me habían importado en mi vida. Ni siquiera pensaba aunque mi mente estaba completamente ocupada en ese momento, era una sensación difícil de explicar.
Las lápidas estaban limpias y había un pequeño centro con flores secas entre las dos. Sabía que eso era obra de Delly porque desde su muerte venían aquí dos veces al año para colocarles unas flores y limpiar el mármol. No tenía palabras para agradecérselo, y menos aún después de haberles dado la espalda, pero tendría que encontrar una forma, sin ellos yo no sería el hombre que soy, y la tumba de mis padres estaría cubierta de musgo, rota, ilegible y completamente gris y fría, al menos el centro conseguía darle un poco de la vida que habían perdido, un ligero toque de la felicidad y la energía que habían tenido los que ahora estaban ahí.
Me agaché frente a las lápidas y sentí el olor a tierra mojada. La humedad era palpable y pronto empezaría a llover. Esa sensación me llevó muchos años atrás, en un paisaje muy parecido, solo que en vez de dos lápidas había una, la de mi abuela. Casi podía sentir las lágrimas calientes cayendo por mi mejilla mientras la fría lluvia me azotaba el rostro. A mi lado, mi padre abrazaba a mi madre, que lloraba desconsolada. Poco podía imaginar entonces que no sería sólo a la abuela la que perdería.
Llevé la mano a una de las lápidas, fría, inerte. Eso no era mi madre, no era la mujer que me había llevado al hospital de madrugada en el más fuerte ataque de asma que recordaba, la que había estado allí mientras soportaba en la sala de espera el tiempo entre cada insuflación de oxígeno, no era la que me esperaba a la salida de la escuela con un helado y una sonrisa. Todo eso lo había perdido ya hace mucho, pero era ahora cuando tenía que enfrentarme a ello.
– [b] [i] [color=#4F5360]Siento no haber venido antes.[/SIZE] [/i] [/b] – comencé a decir. Cerca solo estaba Sarah, y a ella no tenía nada que ocultarle. – [b] [i] [color=#4F5360]Estaba…demasiado lleno de rabia.[/color] [/i] [/b] – añadí. Después me quedé unos minutos en silencio tratando de contener unas lágrimas que ya me empañaban los ojos. – [b] [i] [color=#4F5360]Me gustaría que hubiéseis podido conocer a Sarah.[/color] [/i] [/b] – continué. Lo que más me habría gustado es que supiesen que iba a estar mejor que bien, que iba a tener un futuro maravilloso, que hubiesen visto a la persona que me complementa y que ha sacado a la luz mi verdadero yo. – [b] [i] [color=#4F5360]Sarah.[/color] [/i] [/b] – llamé. – [b] [i] [color=#4F5360]Si quieres acercarte…[/color] [/i] [/b] – ella asintió y se acercó con los ojos llorosos. Llevé mi mano hacia la suya y la estreché con fuerza, tanto como para decirle que todo iba bien como para darme fuerzas a mi mismo, porque si ella estaba a mi lado todo era más fácil. – [b] [i] [color=#4F5360]Me llevó mucho tiempo entender que ya no podía recuperaros, que seguía sin dejaros ir y convertía vuestro recuerdo en lo que pasó aquella noche.[/color] [/i] [/b] – seguí diciendo mientras miraba fijamente el epitafio grabado en una pequeña piedra de mármol que estaba entre ambas «Lucharon hasta el final, siempre los recordaremos como unos vencedores.» Alguien que pasase por allí no captaría el verdadero sentido de esas palabras. Yo era la prueba viviente de su victoria, Arthur había tenido mucha razón cuando lo escribió. Desvié la vista hacia la lápida de mi madre, «Lillian Arkkan» y reuní fuerzas para seguir adelante. – [b] [i] [color=#4F5360]Sé que el dolor seguirá ahí, que eso nunca se borrará, pero es parte de lo que me ha hecho ser como soy.[/color] [/i] [/b] – continué, poniéndome en pie. – [b] [i] [color=#4F5360]Ya no estaréis conmigo nunca más, pero siempre os llevaré en el corazón, vuestro legado vivirá a través de mí. Sólo espero que si en algún lugar me estáis escuchando, si Los Grandes Poderes son capaces de haceros escuchar esto, estéis orgullosos de mí, yo no podría estar más orgulloso de vosotros..[/color] [/i] [/b] – entonces sentí como una gota de agua fría empezó a salpicarme y después otra y otra mezclándose con el calor de las lágrimas que caían por mis mejillas. Me agaché, cogí un poco de tierra suelta y la dejé caer esparciéndose con el viento. – [b] [i] [color=#4F5360]Os echaré de menos.[/color] [/i] [/b] – dije antes de guardar silencio. Después de unos minutos volví la cara hacia Sarah. – [b] [i] [color=#4F5360]Vámonos.[/color] [/i] [/b] – mientras comenzábamos a caminar le sonreí levemente y añadí. – [b] [i] [color=#4F5360]Gracias.[/color] [/i] [/b]
– [b] [i] [color=#BB609C]De nada[/color] [/i] [/b].- respondió dándome la mano.- [b] [i] [color=#BB609C]Me hubiese gustado conocerles[/color] [/i] [/b].
– [b] [i] [color=#4F5360]Les habrías encantado, estoy seguro.[/color] [/i] [/b] – aseguré. – [b] [i] [color=#4F5360]Si este verano te apetece quizá podríamos volver. A casa de los McLeod digo, a visitarlos puedo venir yo solo.[/color] [/i] [/b] – respondí. Sabía que esta vez había querido venir conmigo y que seguramente me respondería ahora lo mismo que cuando le dije que vendría, pero no quería que se viese obligada a hacerlo, no era un «plato» del gusto de nadie.
– [b] [i] [color=#BB609C]Sabes que estaré encantada de venir a casa de los McLeod y te acompañaré a donde haga falta[/color] [/i] [/b].
– [b] [i] [color=#4F5360]Te quiero.[/color] [/i] [/b] – dije acercando mis labios a los suyos para depositarle un beso que me devolviese la alegría. Aunque cerca de ella era difícil no estarlo. – [b] [i] [color=#4F5360]Ahí sigue Dom, espero que no se haya aburrido mucho.[/color] [/i] [/b]
– [b] [i] [color=#BB609C]Yo también te quiero[/color] [/i] [/b].- respondió. Después hizo una pausa y miró a Dominic.- [b] [i] [color=#BB609C]¡Qué majo es![/color] [/i] [/b]. – respondí sonriendo y asintiendo con la cabeza.
– [b] [i] [color=#4F5360]Ahora se lo compensamos yendo a comer algo.[/color] [/i] [/b] – no sabía si nos daría tiempo a llegar a Londres, pero recordaba que un restaurante en King’s Lynn tenía muy buena fama. – [b] [i] [color=#4F5360]Tengo hambre.[/color] [/i] [/b] – admití. Ahora que estaba algo más aliviado comenzaba a sentir hambre.
– [b] [i] [color=#BB609C]Siempre tienes hambre, vas a acabar como Joss Whedon, el tío ese de la Residencia[/color] [/i] [/b]. – bromeó riendo.
– [b] [i] [color=#4F5360]Compenso lo que me privé cuando era más pequeño y regordete.[/color] [/i] [/b] – admití. Después de aguantar a los niños metiéndose conmigo en el colegio y de una oportuna gastroenteritis que me hizo perder unos cuantos kilos, decidí privarme bastante más y empecé a adelgazar.
– [b] [i] [color=#BB609C]¿Te refieres a tu época de angelote? Con mofletes y rubito…[/color] [/i] [/b]- dijo con una sonrisa de oreja a oreja haciendo como que pellizacaba los mofletes a un niño imaginario.
Entrecerré los ojos y le saqué la lengua bromeando. Luego le pasé una mano por la espalda y la acerqué hacia mí, la necesitaba cerca. – [b] [i] [color=#4F5360]Sé que vas a decirme lo de siempre pero prefiero que los niños se parezcan a su madre.[/color] [/i] [/b] – aunque seguro que si era niña tendría que vigilar atentamente a los novios si se parecía mucho a Sarah.
Ella se hizo la loca mirándome mal en broma, en ese momento llegamos donde estaba Dominic.- [b] [i] [color=#BB609C]¿Te has aburrido mucho?[/color] [/i] [/b]
– [b] [i] [color=#383A72]No.[/color] [/i] [/b]- respondió éste.
– [b] [i] [color=#BB609C]Habrá estado pensando en Rebecca[/color] [/i] [/b].- dijo dándole una palmada en el hombro. No pude evitar sonreír.
– [b] [i] [color=#383A72]No… también estaba pensando en mis padres.[/color] [/i] [/b] – respondió con la mirada triste.
– [b] [i] [color=#BB609C]Ay, lo siento[/color] [/i] [/b].- respondió dándole un abrazo primero a él y luego a mí. Sarah siempre sería increíblemente buena y empática.- [b] [i] [color=#BB609C]Soy pequeña, pero tengo abrazos para todos[/color] [/i] [/b].- añadió sonriendo para animarnos.
– [b] [i] [color=#383A72]No es nada, tranquila.[/color] [/i] [/b] – respondió éste.
– [b] [i] [color=#4F5360]Si quieres visitarlos tenemos todo el día por delante.[/color] [/i] [/b] – ofrecí. Sería muy egoísta no querer acompañarle después de habernos acompañado él.
– [b] [i] [color=#383A72]Si no os importa espera un poco mas, solo sera un momento.[/color] [/i] [/b] – dijo Dominic. Sabía que Sarah respondería lo mismo que estaba pensando, así que no dije nada.
– [b] [i] [color=#BB609C]Los amigos están para eso, ¿no?[/color] [/i] [/b] – respondió ella. Por cosas como ésta cada día la quería más, no sólo era perfecta por fuera, si no también por dentro. Yo me limité a asentir con la cabeza y sonreír.
Caminamos juntos bordeando las ruinas de mi antigua casa y después descendimos por la ladera hacia el área recreativa donde habíamos dejado el coche. Los padres de Dominic estaban enterrados en Cardiff así que decidimos aguantar un poco más el hambre y comer allí. Sabía en parte como se debía sentir Dominic y quizá por eso compartía parte de su tristeza, pero por suerte estaba Sarah que consiguió sacarnos sonrisas durante todo el camino, especialmente por lo entusiasmada que estaba por ir a Cardiff. Nos quedaban unos cuantos kilómetros por delante y un rato de aguantar el hambre, pero lo estabamos haciendo por un amigo igual que el lo había hecho por nosotros.
Mientras íbamos en el coche no pude evitar mirar a Sarah, conduciendo y hablando para entretenernos, y a Dominic hablando también pese a lo que le debía estar rondando la cabeza. En ese momento dí las gracias a mis padres, sin ellos nada de esto estaría ocurriendo y yo sólo sería una piedra más al lado de las suyas. La vida era su regalo para mí y no lo iba a desaprovechar.
[i]La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.[/i]
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[spoiler]Cada personaje controlado por su dueño, espero que os guste.[/spoiler]
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