Moondale

ERES MI UNICA ESPERANZA

Sarah Echolls| Residencia Universitaria ‘Hexe’

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Al final, había tenido que desechar la idea de vestirme como la princesa Leia. Era demasiado…breve y me sentía ridícula con él puesto. El disfraz que llevaba era una idea de última hora, pero tenía que reconocer que había quedado bastante bien. Tuve que mirarme al espejo varias veces para admirar lo que había conseguido con un bonito vestido negro que casi me tapaba unos altos zapatos de tacón -con los que me acabarían doliendo los pies, seguro-, un buen peinado y algo de maquillaje.
Eso sin olvidar, por supuesto, unos guantes de raso negro que me llegaban hasta el codo. No podía ser una pseudo-Rita Hayworth en Gilda si me faltaba algo de eso.

Por primera vez en mucho tiempo, quizás en mi vida, me sentía realmente guapa. Decidí no entretenerme mucho más mirándome al espejo y bajé las escaleras de la residencia para encontrarme con Daniel, con el que había quedado en la puerta principal. Algunos me miraban con asombro, quizás mi disfraz de la época dorada de Hollywood desentonaba demasiado en un lugar repleto de fantasmas y conejitas de Playboy. Eso me recordaba a Diana, a la que no había visto desde esa mañana en la cafetería y me imaginaba que se había disfrazado de lo segundo -En cualquiera de sus variantes: ‘Porno chacha’, vampiresa salida…-, como todos los años.

Pude ver a Daniel a lo lejos, me estaba mirando. Noté cómo mis mejillas se ponían coloradas y las piernas me temblaban ligeramente. Definitivamente, llevar tacones no había sido una buena idea. Cuando llegué hasta él, sonreí y le dije ‘hola’ con la mano.

– Estás…preciosa.- Titubeó. Parecía algo nervioso, aunque su expresión cambió cuando miró a su derecha y se echó a reír. Entonces, yo también giré la vista y vi a McLeod…difrazado.
– [b]Gracias…[/b].- Musité. Mis mejillas seguían ardiendo, pero cambié radicalmente de tema y alcé la voz, llamando la atención de mi vigilante. Ese hombre que normalmente parecía serio y que ahora estaba disfrazado.- McLeod, que sepas que hoy se me ha caído un mito.
– Hey Mac, nunca pensé que te vería así vestido.- Añadió Daniel entre risas.
– [b]Será mejor que nos vayamos[/b].- Sugerí.- [b]Nos vemos en la fiesta, ¿no?[/b].- Pregunté mirando a Christopher.
– Sí, espero pasar más desapercibido allí.- Obtuvimos como respuesta.- Y cuidado con lo que hacéis por el camino. Necesito a mi cazadora al cien por cien.- Sonrió.

Fuimos hasta su coche y él galantemente, abrió la puerta del copiloto y me hizo un gesto con la mano para que entrase. Después, él se subió y arrancó el coche.
Durante unos minutos no hablamos, permanecimos en absoluto silencio. Daniel miraba a la carretera y yo, por la ventanilla. No sabía por qué estaba pasando eso, habíamos pasado todo el verano cazando juntos, pero en ese momento era diferente. La palabra «cita» resonaba en mi cabeza impidiéndome pensar con claridad. Así que me arriesgué y rompí el hielo como pude.

– [b]Estás…guapo…con…el disfraz[/b].- Titubeé sin levantar la vista de la punta de mis zapatos.
– Gracias…pero tú…estás.- Titubeó él también.-…ehm…. no sé cómo decirlo, increíble. – Levanté la vista y pude ver que se había sonrojado.

Dicho esto, callamos para siempre. Por suerte, ya habíamos llegado al Club Silver. Tuvimos suerte y aparcamos cerca de la entrada. Desde fuera, vimos la cantidad de gente que entraba y salía sin cesar de allí. Eché un vistazo rápido, pero no vi a January por ninguna parte. Supuse que no había llegado.

– ¿Entramos?.- Preguntó mi acompañante sacándome de mis pensamientos.
-[b] Emm…sí[/b].- Respondí levemente y añadí.- [b]Pero será mejor que me agarre a tu espada para no perderme[/b].- Tras darme cuenta de lo mal que había sonado me sonrojé, por tercera vez en la noche.- [b]Qui…quiero…decir que si me dejas agarrarme a la cosa esa que llevas colgada[/b].- ¡Dios mío, había vuelto a cagarla!.- [b]Al aparato…ese…¡Ay!…[/b]- No encontraba la palabra adecuada y me estaba volviendo loca.- [b]Al…[/b]
– Te he entendido, será mejor que no sigas.- Se echó a reír algo sonrojado.

Asentí levemente con la cabeza y extendió el brazo para que me agarrase a él. Por fin, estábamos entrando en el Club Silver.

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