Moondale

¿QUÉ ESTARÍAS DISPUESTO A HACER?

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Daniel Arkkan| Templo de los Guardianes, ‘Axis Mundi’| Prueba de la Oscuridad

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]

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[SIZE=3]

En cuanto las antorchas se apagaron, utilicé mi poder para iluminar el pasillo, pero Mara ya no estaba por ninguna parte. Escuché como me llamaba, como si se tratase de un eco lejano, y recorrí el pasillo lo más rápido que pude, teniendo en cuenta que tenía que tener especial cuidado por si se trataba de una trampa, o de otra prueba.

Resulta extraño admitir algo así, teniendo en cuenta que era una especie de «héroe», o al menos un Campeón, pero no quiero que mis hijos piensen algún día, cuando encuentren este diario, que su padre no sintió miedo alguna vez, incluso de algo aparentemente tan infantil, como la oscuridad.

Mi poder siempre me había permitido mantener un poco a raya ese miedo a lo que se escondía en la oscuridad, a lo que no podías ver, especialmente cuando sabes, desde pequeño, que los monstruos que se esconden en la oscuridad son reales, y a veces aún peores de lo que podrías imaginar.

Sentirme indefenso en la oscuridad en la prueba de Mara, no ser capaz de despejar esa inmensa oscuridad con ninguna luz y estar a ciegas esperando que atacase desde cualquier esquina, recuperó parte de esa inseguridad que una vez me dio la oscuridad. Me había sentido impotente ante el Guardián y por un instante había creído que sería mi fin, y lo que más me preocupaba, era que parte de mí deseaba descansar, deseaba dar la vida por alguien, igual que lo habían hecho mis padres, pero después, allí, indefenso y expectante a lo que Mara hiciese, pensé en Sarah, en Cara, en los McLeod, en toda la familia y los amigos que dejaría atrás, y sentí miedo, por primera vez sentí un profundo miedo a la muerte, porque no habrá ningún futuro con Sarah, ni volvería a verla sonreír, no habría tiempo que recuperar con mi hermana, ni más momentos buenos con los demás…sencillamente, la muerte era el final de la esperanza.

Por eso, cuando la luz se hizo, y vi y escuché a Sarah, sentí alivio, incluso pese a que Mara no estaba allí, pero en ese momento los miedos no me dejaban pensar en nada más. Y al menos, sabía que Mara estaría bien, había sido fuerte, más de lo que yo mismo me creía capaz en su lugar.

– [b][i][color=#4F5360]¡Sarah![/SIZE][/i][/b] – respondí sin ser capaz de omitir una amplia sonrisa, que en pocas ocasiones conseguía salir por sí misma. Me acerqué rápidamente hasta ella, sin ser consciente de que el tiempo avanzaba. – [b][i][color=#4F5360]Deja que te ayude con eso.[/color][/i][/b] – dije al ver un corte en su brazo. Ella me detuvo, estrechándome en un abrazo en el que la oscuridad y el miedo quedaron en un segundo plano cuando sentí el calor de su cuerpo contra el mío, y me pasó las manos por el pelo, que estaba ya demasiado largo porque cuando sabes que tienes que salvar el mundo en una fecha determinada, nunca es buen momento para ir al peluquero. – [b][i][color=#BB609C]¿Esto? Solo es un cortecito de nada[/color][/i][/b].- rió restandole importancia. Estaba orgulloso de lo fuerte que era, y no pude evitar sonreír de nuevo.

Aún juntos, recordé aquellos tiempos en los que solo éramos amigos, en los peligros que afrontamos y en todas las veces que pensé en abrazarla cuando todo había pasado, pero nunca me había atrevido, no hasta que la Iniciativa me hizo ver las cosas de otra forma, hasta que me hizo darme cuenta de que mi vida podía acabarse en un instante, ya fuese por la muerte o porque algún lunático me encarcelase. Me hizo darme cuenta de que no tenía tiempo que perder, y que alguna vez había que afrontar la timidez y la inseguridad que produce el miedo al rechazo.

– [b][i][color=#4F5360]Eres toda una tía dura.[/color][/i][/b] – le confesé estrechándola con fuerza mientras olía su pelo, con su inconfundible aroma a vainilla incluso después de haber hecho ejercicio, mezclado con esa esencia…sobrenatural. – [b][i][color=#4F5360]Por si todo pasa muy rápido y nos separamos, te quiero.[/color][/i][/b] – aclaré. No sabía lo que nos esperaba en la prueba, y teniendo en cuenta que no había podido mantenerme al lado de Mara, seguramente al terminar la prueba nos separarían también.

– [b][i][color=#BB609C]Yo también te quiero[/color][/i][/b].- respondió dándome un beso con sus labios suaves y cálidos. Ni siquiera me di cuenta de que había cerrado los ojos para disfrutarlo totalmente, y cuando los abrí, Sarah me miraba con una sonrisa pícara, la que siempre ponía cuando quería meterse conmigo. – [b][i][color=#BB609C]He tenido un compañero de pruebas que no te va a hacer mucha gracia…[/color][/i][/b]- confesó con una voz cantarina y una sonrisa que no podía reprimir.

– [b][i][color=#4F5360]Logan.[/color][/i][/b] – respondí con un suspiro. No se me ocurría otra persona de las que habían venido con nosotros que no me hiciese mucha gracia, salvo que el Campeón en las Sombras fuese…Cecil por ejemplo…no, imposible. – [b][i][color=#4F5360]¿Qué ha hecho?[/color][/i][/b] – pregunté sintiendo una pequeña punzada de celos mezclada con enfado hacia él. Por alguna razón, Logan me crispaba los nervios, quizá porque veía algo en él que sentía también en mí mismo.

– [b][i][color=#BB609C]Nada, ha ido bastante bien para ser…Logan[/color][/i][/b].- matizó mientras me miraba divertida.

Entrecerré los ojos, siguiéndole el juego, aunque en el fondo me molestaba Logan, no me fiaba de él. – [b][i][color=#4F5360]Qué raro…¿seguro que era él?[/color][/i][/b] – bromeé. Aprovechando nuestra diferencia de altura, que la hacía aún más adorable, le pasé una mano por el pelo, disfrutando de su tacto. – [b][i][color=#4F5360]Así que ahora eres la Campeona de…[/color][/i][/b] – comenté mientras caminábamos distraídamente hacia la puerta. La verdad era que en ese momento poco me apetecía afrontar una prueba, prefería que siguiésemos juntos un rato más, pero el mundo esperaba.

– [b][i][color=#BB609C]De la luz: ¿Y tú?[/color][/i][/b].- respondió instándome a que le siguiese el paso. Sarah parecía una Tully de la casa Hufflepuff, ‘Familia, Deber, Honor y Trabajo Duro’.

– [b][i][color=#4F5360]Eh…de nada. Acompañé a Mara, a Illya. Es la Campeona del Caos.[/color][/i][/b] – comenté mientras le acariciaba la mejilla distraídamente. Sabía que no era el mejor momento, pero después de Jaldabaoth volvía a sentirme como después de la Iniciativa. Todo momento es bueno porque nunca sabes si volverás a tener otro.

– [b][i][color=#BB609C]¿Mara?[/color][/i][/b]- preguntó sorprendida tirando de mi brazo, y de mí, porque con su fuerza de Cazadora podía lanzarme al otro lado de la sala sin sudar.

– [b][i][color=#4F5360]Yo pensé lo mismo. Resulta que Illya se llama Mara, Illya es por su padre.[/color][/i][/b] – dije poniéndola al día. Sabía que Sarah era curiosa por naturaleza, y me encanta poder llevarle alguna noticia intersante. – [b][i][color=#4F5360]Casi morir juntos une mucho.[/color][/i][/b] – expliqué. Lo cierto era que ahora veía a Mara de forma diferente, y estaba deseando salir de ese lugar para hacer algo bueno por ella junto a los demás, se lo merecía después de todo lo que había pasado.

– [b][i][color=#BB609C]¿Cuánto es mucho?[/color][/i][/b]- preguntó Sarah bromeando con el ceño fruncido, pero sonriendo.

– [b][i][color=#4F5360]Hemos hablado. Más de…cinco minutos. [/color][/i][/b] – bromeé. Sentía inquietud en el estómago, que se extendía a las extremidades. – [b][i][color=#4F5360]¿Será mía ésta entonces?[/color][/i][/b] – le pregunté, aunque ella tampoco podría saberlo.

– [b][i][color=#BB609C]Es posible[/color][/i][/b].- dijo mientras colocaba su colgante, oscuro pero brillante a la vez, en el hueco con borde de gema oscura, negra. Cogí el mío y lo coloqué en el de borde de gema blanca
– [b][i][color=#4F5360]Espero dar la talla.[/color][/i][/b] – me sinceré. Una de las cosas más recofortantes de querer a alguien, es la confianza implícita, el hecho de poder contarle tus preocupaciones y que éstas se hagan más ligeras, más llevaderas. Sarah me sonrió como respuesta, tranquilizándome, y en ese instante sentí un fogonazo de luz cálida, pura y esperanzadora.

Cuando terminó, me quedé incluso con ganas de más, pero era la hora de enfrentarse a la prueba. Miré las puertas abiertas y después a Sarah. La cogí de la mano y cruzamos.

Al otro lado nos encontramos con un bosque que podría haber sido perfectamente el Bosque de los Susurros, pero mi vieja cabaña no se encontraba por allí, era un bosque cualquiera, pero a la vez, no cualquier bosque. Tenía algo oscuro y tenebroso, una nota de maldad que te alertaba en cada susurro del viento, en cada recodo cada vez más profundo del bosque, dónde miles de ojos podían estar observando, evaluando.

Vi a Sarah colocarse en estado de alerta instintivamente, al igual que hacía siempre que íbamos de cacería. Había nacido para luchar y defender, su cuerpo bailaba y fluía, como si la lucha formase parte de su propio ser. Yo sin embargo, por muy aesir que fuese, solo podía intentar seguirle el ritmo.

– [b][i][color=#4F5360]No estamos solos y desde luego no es Mara.[/color][/i][/b] – dije observando de nuevo el oscuro bosque. Seguía teniendo la sensación de que unos ojos fijos en la nuca, me colocase donde me colocase.

Introduje las manos en la mochila y saqué las viejas katanas de mi padre, cuyo filo centelleó a la luz de la luna.

– [b][i][color=#BB609C]¿Estás seguro de que las vas a necesitar?[/color][/i][/b]- preguntó Sarah, a la vez que me aconsejaba. Ya había comprobado con Mara que la lucha no era el camino para estas pruebas, pero con las armas en la mano me sentía más seguro.

Sentí algo deslizarse a nuestras espaldas, como una sombra que se arrastra, y después escuché una fuerte exhalación, como la de un caballo. No tardé en escuchar también el sonido de unos cascos.

– [b][i][color=#4F5360]Me dan seguridad.[/color][/i][/b] – respondí volviendo a pensar en lo que me había dicho Sarah. Me sentía más tranquilo, como si tuviese algo de poder ante lo que pudiese suceder, aunque sabía que a la hora de la verdad, todos estamos indefensos. Además, me recordaban a mi padre. – [b][i][color=#4F5360]No haré ninguna locura, te tengo a ti como consejera.[/color][/i][/b] – añadí sonriéndole. Esa vez la sonrisa no salió en su plenitud, estaba preocupado, por los dos, pero me daba más miedo lo que pudiese sucederle a ella, aunque en realidad ella fuese más capaz que yo para sobrevivir.

Sentí una especie de sombra oscura cruzarse por delante de mí como si fuese el propio viento, y de pronto no tenía las espadas en mis manos. – [b][i][color=#4F5360]¿Qué demonios?[/color][/i][/b] – maldije mirando hacia Sarah para ver si ella había visto algo.

– [b][color=#000000][i]Tus armas no te serán de utilidad en estas tierras, extraño[/i][/color][/b].- dijo una voz perdida en la oscuridad, una voz grave, gutural, que parecía propagarse con el propio viento y estar en todas partes a la vez, y me puso los pelos de punta.

– [b][i][color=#4F5360]Si eres el Guardián, muéstrate.[/color][/i][/b] – dije en voz alta mientras trataba de buscar el origen de la voz. Pensé por un momento iluminar parte del bosque con mis poderes, pero temía que pudiese volverse en mi contra. – [b][i][color=#4F5360]Sarah, ¿le ves?[/color][/i][/b] – le pregunté a mi novia Cazadora, que respondió negando con la cabeza.

– [b][color=#000000][i]Ella no puede verme y tú, si no me ves, es porque todavía no has aprendido a mirar[/i][/color][/b].- replicó la voz. Recordé a Sarah hacía unos instantes, relajada, confiando en sus instintos para encontrar a la sombra, así que hice lo mismo. Cerré los ojos, respiré profundamente y los volví a abrir.

Frente a mí, a varios metros, había un enorme caballo completamente negro, como la noche, excepto por sus ojos, que tenían un brillo rojizo. Sobre él iba montada una figura cubierta con una capa negra, en su mano derecha descansaba un gran espadón, mientras que con la izquierda sujetaba la brida, parecía un ‘espectro del anillo’. Su rostro era pura oscuridad, sin facciones definidas, simplemente oscuridad bajo la capucha, no habría podido saber si era hombre, mujer o nada.

– [b][color=#000000][i]¿Qué estarías dispuesto a hacer?[/i][/color][/b] – preguntó el jinete. Supuse que se refería a qué estaría dispuesto a hacer para superar la prueba y ayudar así a los demás a salvar el mundo, uno en el que Sarah y yo pudiésemos tener quizá un descanso, uno en el que pasar más días con mi hermana, con toda la gente que me importaba.

– [b][i][color=#4F5360]Haría lo que fuese necesario por salvarles.[/color][/i][/b] – dije con sinceridad. Por un instante el mundo pareció temblar de pura oscuridad, pero cuando todo cesó, el jinete seguía ahí. – [b][i][color=#4F5360]¿Qué quieres?[/color][/i][/b] – pregunté al ver que nada parecía haber cambiado, mientras me adelantaba unos pasos para observarle, para tratar de predecir sus movimientos.

El Guardián mantuvo el silencio, roto por su movimiento en las sombras y seguido de un grito de sala que heló mi sangre y detuvo mi corazón. Me giré hacia ella, pero había desaparecido. – [b][color=#000000][i]Ya tengo lo que quiero[/i][/color][/b]. – susurró la voz del Guardián. Empecé a sentir verdadera desesperación, algo muy difícil de describir si no lo has sentido, porque es la némesis de cualquier Campeón. Con la desesperación eres incapaz de pensar, incapaz de hacer nada, solo quieres que todo se solucione, y no piensas en lo que sea necesario para ello, o en lo que puedas arriesgar.

– [b][i][color=#4F5360]¡NO! Ni se te ocurra tocarla.[/color][/i][/b] – dije corriendo hacia donde me había parecido escuchar la voz. Utilicé mi poder para iluminar la zona sin pensar en las consecuencias, pero no había rastro de ellos.

– [b][color=#000000][i]Es tarde para amenazas[/i][/color][/b].- dijo una voz a mis espaldas. Me giré y le vi a unos metros de distancia. Tumbada en el caballo, inconsciente, inmóvil y con una herida preocupante en la frente, estaba Sarah. Durante un instante el bosque pareció hundirse encima de mí, pero me resistí y guardé ese abatimiento en un rincón, desde donde más tarde volvería para acecharme.

Me lancé hacia él a toda velocidad, sin pararme a pensar. – [b][i][color=#4F5360]No la metas en esto, si es mi prueba, enfréntate a mí.[/color][/i][/b] – le reté. No sabía qué tenía que hacer, pero el coste de equivocarse estaba siendo mucho más cercano, mucho más horrible, y ese miedo atenazaba mi mente y mis movimientos.

Una profunda oscuridad les envolvió, y cuando se disipó, ni el caballo ni Sarah estaban ya allí, solo el Guardián con su espada desenfundada. Sentí de nuevo frío en el corazón, miedo puramente materializado.

El Jinete lanzó a mis pies las katanas de mi padre y aferró su mandoble con la mano izquierda.- [b][color=#000000][i]Que así sea[/i][/color][/b]. – dijo preparándose para el combate.

Me agaché para recoger las armas. Estaba demasiado preocupado por Sarah, el miedo a lo que pudiese haberle ocurrido me paralizaba, pero al menos ese combate me ofrecía una chispa de esperanza. Quería creer que si vencía, el Guardián reconocería mi valía y curaría a Sarah, pero a veces la vida era más complicada.

Sentía aún los brazos temblorosos, así que me mantuve a la defensiva, tratando de no dejarme llevar. Me jugaba demasiado. – [b][i][color=#4F5360]¿Dónde está?[/color][/i][/b] – le pregunté. Si al menos supiese que estaba bien. La espera era terrible, más mortal que cualquier herida. La incertidumbre es como un cáncer, te mata lentamente, incluso desde antes de que te des cuenta.

El Guardián no respondió, se movió rápido como el viento y me lanzó un tajo que me hizo un corte en el brazo que escocía como si de ácido se tratase. – [b][color=#000000][i]No estás en posición de hacer preguntas. Tienes que buscar la respuesta[/i][/color][/b].- respondió de forma críptica. Empecé a sentir la ira crecer en mi interior, esa ansia de venganza y de destrucción que me había consumido durante mucho tiempo. Pensé en derrotarle, y no solo eso, si no acabar con su vida completamente y hacerle pagar el daño que le había hecho a Sarah, quería verle sufrir.

De un instante a otro, la apariencia del Guardián cambió. Me tomó un instante reconocerle, pero pronto me di cuenta de que era él, el asesino de mis padres. Era inmenso y su rostro era el de alguien que disfruta con la muerte. Y le odié, quise matarle, sentí en mi corazón el profundo odio que había crecido en mí durante muchos años, el odio que ese ser había provocado.

Me lancé hacia delante con las espadas y ataqué sin pararme ni un instante a reflexionar. Mi ataque en ese instante era muy distinto, no luchaba para defender, luchaba para hacer daño, para conseguir que su sangre bañase el suelo, que sus entrañas se derramasen y que sufriese hasta el momento en el que expirase su último aliento, algo que haría tardar lo máximo posible.

La sangre cayó al suelo, y la figura del Kurgan dio paso a la de alguien a quien había creído conocer, alguien que había creído amigo de Sarah al menos, y que había resultado ser una rata inmunda que le había hecho sufrir a ella y a otras personas que me importaban.

En un destello mi mente me contempló atravesándole el pecho con las espadas, pero algo me hizo asustarme y detenerme, había algo ahí que no estaba bien, pero el odio que sentía en mi pecho era desgarrador, tenía que darle salida y él no merecía nada, ni siquiera la vida. Pero aun así, no podía evitar que me recordase a Sarah, aunque fuese lo mal que lo había pasado, y me detuve.

Cecil había desparecido, pero frente a mí estaba Benjamin McBeth con sus aires de suficiencia, el demonio traidor que había jugado con todos nosotros, y que de no haber sido por la vampiresa Alice, con la que también había jugado, podría habernos matado mientras dormíamos, después de tratar de mostrarle confianza. Sarah se había sentido mal consigo misma durante mucho tiempo por confiar en él para que después resultase ser escorial. Recordé su dolor y sus lágrimas, y eso se convirtió en más odio para mí. Concentré mi poder en una mano y lancé un rayo de luz que tardó un tiempo en despejarse, pero cuando lo hizo, Benjamin ya no estaba.

Pero quien sí estaba era Logan Villiers, el asesino de Frank Umbra, el que nos había dejado a nuestra suerte en la Iniciativa, a riesgo de volver a ser capturados. Pensé en Sarah siendo sometida a esos terribles experimentos de nuevo y le odié, sentí ese odio arder en mi pecho, presionarlo, hacerlo suyo.

Logan Villiers dio paso a alguien más infame, al General Preston, el culpable de las pesadillas de Sarah, de sus noches en vela, antes y ahora, de que Rebecca y Dominic no pudiesen ni siquiera darse la mano, de que Daakka fuese criado y retenido en un tubo y abandonado en un almacén. No pude contener más el odio y me lancé al frente haciendo un corte en X con las dos espadas, cortándole el cuello, del que empezó a manar sangre de color negro.

De la sangre se formó una pesadilla hecha realidad, el vampiro Mason.

– [b][i][color=#4F5360]Acabaré contigo, te lo juro.[/color][/i][/b] – dije lanzándome al combate una vez más, perdido en el odio que consumía mi corazón. Solo quería dar justicia, a través de mi espada, y de la muerte.

Mason se rió y su cuerpo se transformó de nuevo en el Guardián, aún sin dejar de reír. Por un instante estuvo claro, ninguno de ellos había estado allí, el profundo odio enterrado en mi corazón les daba forma y me debilitaba, pero no se había desvanecido con ellos, se estaba haciendo más fuerte, recordaba todas las injusticias, todas las traiciones, todo el mal que había en el mundo, a gran y pequeña escala, y continué odiando. Odié a mis padres por dejarme solo, a Paul por pelearse con los demás cuando yo llegué, a January por resultar no ser más que una marioneta de la Iniciativa…odié un sinfín de cosas, y me odié a mí mismo.

– [b][color=#000000][i]Aún no lo has entendido[/i][/color][/b].- dijo antes de soltar un golpe de su mandoble que me rasgó la mejilla. Sentí el latigazo de dolor y la sangre caer sobre la hierba, pero eso solo me hizo sentir más odio.

Continué atacando sin cesar, como un perro rabioso, pero el Guardián era más fuerte, más rápido, más resistente. Frente a él volvía a no ser nada, me hacía sentir de nuevo ese pequeño niño gordo e indefenso, me volvía a sentir como con la muerte de mis padres.

Él tenía la culpa de todo, alguien debía tenerla. Primero me arrebató a mis padres y ahora intentaba arrebatarme a Sarah, pero no le dejaría. Volví a lanzarme hacia delante, mordiendo con mis espadas y llegando a clavarle una de ellas en un brazo, pero aun así, continuó moviéndose como si nada. – [b][i][color=#4F5360]No necesito entenderlo, solo que mueras.[/color][/i][/b] – empezaba a sentir el cuerpo cansado, pero el odio y la ira no habían remitido al estar más cansado, no podía dejar de luchar, no hasta que uno de los dos muriese.

– [b][color=#000000][i]Se le acaba el tiempo[/i][/color][/b].- dijo antes de golpearme con fuerza con el pomo del mandoble en la mandíbula. A un lado vi de nuevo al caballo y a Sarah echada sobre él. Tenía mal aspecto, nunca la había visto tan mal, como si fuera una pequeña chica joven en lugar de una fuerte Cazadora.

Me detuve un instante al verla. El odio era terrible, ardía en mi pecho y trataba de consumirlo todo, pero ver a Sarah había hecho arder algo más en lo más profundo de mi pecho. Sarah era siempre esperanza, incluso para alguien como yo, que no la merecía, Sarah me había enseñado lo que era amar de verdad a alguien, y ese amor estaba balanceando en ese mismo instante el odio que anhegaba mis sentidos. La luz y la oscuridad se debatían en lo más profundo de mi corazón.

– [b][color=#000000][i]Mientras piensas, ella se muere. No le queda mucho tiempo, chico[/i][/color][/b].- soltó con una voz ronca, sin dejar de avanzar hacia mi moviendo su mandoble con agilidad.

Pasé a una postura defensiva y detuve con las espadas un golpe de mandoble que me habría partido en dos. La fuerza del Guardián era enorme, y me sobrepasaba. La situación me frustraba, era como volver a estar frente a Jaldabaoth de nuevo, cuya oscuridad había devorado la luz de mi poder sin inmutarse. La oscuridad en mi corazón me pedía rendirme a ella, a cambio de la fuerza para levantarme y atravesar a ese engendro en el corazón con las dos armas.

– [b][i][color=#4F5360]Sálvala, haré lo que sea.[/color][/i][/b] – le pedí manteniendo a raya el odio y el mandoble, aunque todo mi ser pedía destrucción y muerte.

El Guardián rió con una risa ronca.- [b][color=#000000][i]Pues hazlo[/i][/color][/b].- dijo echándose hacia atrás. El Guardián pareció dividirse en dos, tres, cuatro y hasta nueve. Bajo cada una de las capuchas había un rostro conocido: uno era el rostro sediento de sangre del Kurgan, otro el rostro frío e impasible de Mason, la risa de lunático del Doctor, el rostro del hombre al que debería llamar abuelo, Cecil, Benjamin, Preston, Paul…y en el centro, el propio Guardián con el rostro cubierto por la oscuridad.

El Guardián dio un paso hacia delante y se quitó la capucha, mostrando también un rostro conocido, el suyo propio.

Ahí estaba yo mismo, cubierto con la capa oscura y con mucha más oscuridad reflejada en los ojos. Lo peor de todo es que conocía esos ojos, conocía el sentimiento que tenía dentro, ese mismo odio que me corroía. Y tuve miedo de mi mismo.

Volví a mirar a Sarah, inmóvil, sin esa chispa de vida que la caracterizaba, sin esa sonrisa que me alegraba cualquier día. Me paré un instante a pensar en el verdadero enemigo con el que estaba luchando, yo mismo. No podía permitir que nada ni nadie hiciese daño a Sarah, ni siquiera yo, y si ese era el coste, estaba dispuesto a aceptarlo.

– [b][color=#000000][i]¿Quién es el culpable de todo esto: tú o yo?[/i][/color][/b]- preguntó mi propia voz mientras mis propios ojos, consumidos por el odio, me devolvían la mirada, con una sonrisa en los labios.

Clavé en el suelo la katana de mango negro y aferré la blanca con ambas manos, girándola hacia mí. Había tomado una decisión. A veces era necesario hacer sacrificios por aquellos a los que amamos y ésta era una de esas veces.

– [b][i][color=#4F5360]Al menos que sepa que la quise siempre más que a nada.[/color][/i][/b] – le pedí al Guardián. Con el filo de la espada frente a mí, me detuve a pensar que mi próximo movimiento me separaría de Sarah para siempre, que no tendríamos más oportunidades ni momentos juntos, que Arya y Edward nunca vendrían al mundo, que no podría despertarme cada mañana sonriente al verla echada en la cama, robándome gran parte de ella y la almohada.

El dolor era más profundo que cualquier herida, porque dolía en el alma, era algo que nunca sería capaz de explicar, pero fue el dolor más profundo que había experimentado nunca. Sentí las lágrimas caer por mis mejillas, pero me convencí de que era lo mejor, lo que debía hacer, para que ella continuase a salvo. Debía apartarme de su camino, y solo esperaba que me perdonase, que no me odiase por eso, y que fuese feliz. Esperaba que los demás pudiesen pasar las pruebas y salvar al mundo. Al menos así me iría en paz, pero debía irme antes de saberlo.

Sin detenerme ni un segundo más, tomé el impulso y presioné rápidamente la espada hacia mí, atravesándome el estómago. Sentí el calor de mi sangre derramándose sobre mi piel, y el frío empezando a extenderse por mi cuerpo.

Tenía la boca seca, hasta que empecé a sentir un sabor metálico, como a hierro, y supe que era la sangre en mi boca. Caí de costado, y observé que frente a mí, los enemigos empezaban a desvanecerse a medida que yo mismo lo hacía. Estaba consiguiéndolo, estaba venciendo, y Sarah podría salvarse.

Por un instante volví a regresar a la infancia, cuando sentía el asma impedirme respirar y creía que iba a morir antes de poder siquiera vivir, porque el aire parecía no llegar nunca a mis pulmones. Miré a Sarah y traté de alzar una mano hacia ella, pero no tenía fuerzas y ella estaba demasiado lejos. Había sido un tonto, moriría sin haberla besado una vez más, sin haber estrechado su mano, ni haberle tocado el pelo o visto su risa.

A medida que la vida abandonaba mi cuerpo, parecía que el odio también lo hacía, dejando solo lugar al amor que sentía. Todo el odio que había en mi corazon salió de mi cuerpo y me rodeó. La oscuridad era demasiado densa, y ardía tanto fuera como dentro de mi propio corazón.

Grité al sentir la profunda oscuridad que me arrancaba la piel y me arrebataba incluso la paz de la muerte. La oscuridad penetró en mis ojos, en mis manos, en mi corazón, y me devoró completamente.

En ese instante, abrí los ojos y vi el bosque iluminado por la luz del sol. Se había hecho de día y la oscuridad y el odio parecían no estar ahí. Estaba doblado sobre mí mismo, cubierto de sudor y aún sentía el profundo dolor de la oscuridad devorando mi alma.

Cuando giré la mirada, vi a Sarah a mi lado, preocupada, pero a salvo. El sacrificio parecía haber funcionado, pero estaba a salvo, no lograba entenderlo. – [b][i][color=#BB609C]¡Para! ¿No ves que está sufriendo? Por favor…[/color][/i][/b].- escuché pedir a Sarah con desesperación y miedo. Frente a mí vi la oscuridad de una noche con estrellas, porque el Guardián estaba frente a mí, con sus manos a ambos lados de mi cabeza.

Me aparté de él lo más rápido que pude y Sarah me cogió entre sus brazos. – [b][i][color=#4F5360]Estaba todo en mi mente…[/color][/i][/b] – dije en parte pidiendo una explicación y en parte tratando de convencerme. No había muerto, estaba a salvo, pero parecía que había muerto, me había sentido morir, había sentido la vida escaparse de mi cuerpo y después había sentido el dolor del odio y la oscuridad devorarme.- [b][i][color=#4F5360]¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo?[/color][/i][/b] – pregunté a Sarah tratando de asegurarme al menos de que estaba a salvo.

Sarah respondió negando con la cabeza.- [b][i][color=#BB609C]Después de cruzar la puerta el Guardián te estaba esperando, te ha explicado que para dejarte pasar debía ahondar en tu mente y has accedido. Parecía fácil hasta que has empezado a gritar[/color][/i][/b].- explicó. Agradecí su capacidad para sintetizar las cosas, porque en ese momento mi mente era lo que necesitaba.

– [b][color=#000000][i]El mayor enemigo al que te puedes enfrentar siempre eres tú mismo[/i][/color][/b].- me recordó el Guardián. En ese momento mi corazón volvió a detenerse, porque sentí la oscuridad a través de mi colgante, pero había algo distinto en esta, había algo distinto a la corrupción que me había devorado. En esta había fuerza y poder, había una chispa que impulsaba, pero también había control.- [b][color=#000000][i]La oscuridad es parte de ti, pero no dejes que te arrastre consigo[/i][/color][/b].- añadió mientras se colocaba el mandoble en el cinto. – [b][color=#000000][i]Prosigue tu camino, Campeón y recuerda mis palabras, pronto las necesitarás[/i][/color][/b].- finalizó con aire místico, antes de subirse a su oscuro caballo y espolearlo para perderse en la profundidad del bosque.

Frente a nosotros apareció una puerta invocada por el Guardián, al que dirigí una última mirada antes de que se desvaneciese. Distinguí un segundo jinete, esta vez femenino, montado en un caballo blanco, unirse a él, antes de perderlos de vista para siempre. Luz y oscuridad, amor y odio.

– [b][i][color=#BB609C]Entonces, ¿qué ha pasado?[/color][/i][/b]- preguntó ella expectante.

– [b][i][color=#4F5360]Me he enfrentado a mi peor enemigo.[/color][/i][/b] – respondí de forma críptica. En mi mente no había cabida para otra cosa que no fuese el miedo a mí mismo y a que mi peor enemigo se convirtiese en el de los demás. Por un instante comprendí total y completamente a Diana, y sentí miedo, tal como ella había debido sentirlo. Si hay algo peor que el hecho de ver sufrir a la gente que quieres, es verlos sufrir por tu mano.

El cálido tacto de la mano de Sarah en mi mandíbula me trajo de vuelta a un mundo ligeramente más esperanzador, aunque sentía la mandíbula dolorida, al parecer el golpe del mandoble había tenido ecos en la realidad. – [b][i][color=#BB609C]No deberías ser tan duro contigo mismo[/color][/i][/b].- me recordó. Una de las cosas que hacían muy fácil estar enamorado de Sarah es que sabía sacar lo mejor de cualquiera, incluso de mí.

– [b][i][color=#4F5360]Quizá.[/color][/i][/b] – respondí pensativo. Si alguna vez yo mismo o mis actos hacían peligrar a Sarah, me alejaría o acabaría conmigo mismo, tal y como había hecho en el «sueño», pero no permitiría que corriese peligro. – [b][i][color=#4F5360]¿Has estado bien?[/color][/i][/b] – pregunté tratando de cambiar de tema, aunque era difícil porque Sarah debía tener muchas preguntas.

– [b][i][color=#BB609C]Ha sido muy poco tiempo, ya sabes lo que pasa con los sueños[/color][/i][/b].- respondió encogiéndose de hombros. Durante un instante se me olvidó todo lo que acababa de pasar, incluso el miedo a mí mismo, pero luego volví a la terrible realidad.- [b][i][color=#BB609C]¿Y tú?[/color][/i][/b]- preguntó deteniéndose a observarme una vez que cruzamos la puerta y volvimos a un pasillo de piedra.

– [b][i][color=#4F5360]Me ha parecido más largo.[/color][/i][/b] – le aseguré. No quería que me viese distante, pero no podía contarle lo que había pasado, aún no, no quería preocuparla aún más. – [b][i][color=#4F5360]Pero vuelvo a estar contigo, aunque sea por poco tiempo.[/color][/i][/b] – dije mirando sus preciosos ojos azules.

Sin poder ni querer evitarlo, la estreché entre mis brazos con fuerza y me quedé así unos segundos, tratando de contener las lágrimas que se agolpaban en mis ojos al recordar lo que sentí al prepararme para morir, al saber que la perdería, pero que no había otra opción.

Conseguí contener las lágrimas, y nos separamos, para comenzar a recorrer el pasillo.- [b][i][color=#BB609C]Entonces, explícame para que lo entienda: ¿Ills ahora se llama Mara, porque Illya es el nombre de su padre?[/color][/i][/b] – preguntó cambiando de tema, algo que le agradecí, y que, conociéndola, seguramente sería a posta.

– [b][i][color=#4F5360]Y de un hermano mayor que murió.[/color][/i][/b] – aclaré. Pasé un brazo por encima de sus hombros. Quería sentirla cerca de mí el tiempo que nos quedase allí dentro, pero también me estaba costando trabajo avanzar, sentía el cuerpo cansado y dolorido, y me habría tumbado en ese mismo suelo durante días, inmóvil. – [b][i][color=#4F5360]Todos llevamos cargas muy pesadas.[/color][/i][/b] – le recordé, a veces demasiado pesadas.

– [b][i][color=#BB609C]A veces ni siquiera sé cómo conseguimos levantarnos de la cama[/color][/i][/b].- reconoció con un suspiro. La suya era una carga aún más pesada, ya no solo por la profecía, si no por mucho que se preocupaba por todos. Por eso debía cuidar de ella, ya que ella cuidaba de todos los demás, por eso no podía decirle aún que había muerto.

Además, creía firmemente que esa horrible sensación se pasaría con el tiempo, solo necesitaba salir de ese sitio y que tuviésemos unas vacaciones.

– [b][i][color=#4F5360]Yo siempre tengo un motivo.[/color][/i][/b] – admití sonriente. Mientras Sarah estuviese a salvo, el mundo tenía una chispa de esperanza, y eso era suficiente para mantener a raya cualquier oscuridad.
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[spoiler]Bueno ahí va, largo como un día sin Stefy.

Y hablando de Stefy, este post no habría sido posible sin ella, que ha llevado de una forma maravillosa a Zahhak sin intervención mía, consiguiéndome un post con una base increíble. Así que el merito es todo suyo, no mío. Te quiero Selardi <3[/spoiler]

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