Interludio | Lucy | Casa de las Echolls
MAÑANA
Me había pasado la noche despierta sin dejar de hablar con Elizabeth, la madre de las Echolls y…¿la mía?. La idea inicial era irme a dormir al hotel, pero sobre las doce de la noche empezaron a llamarnos para decirnos que algunos de los amigos y amigas de Ed se estaban quedando inconscientes y, aunque a mí eso me pareció raro de narices, ella me dijo que todo iba bien, que ya estaba acostumbrada.
Diana, que estaba ya embarazadísima y Christopher, se tumbaron en el sofá y se dejaron ir, así que nosotras nos sentamos en la cocina a comer galletas y a hablar con una taza de café tras otra como si nos conociéramos de toda la vida, mientras unos cuantos estaban tirados en el sofá como si estuvieran muertos. Superado el shock inicial (el suyo porque me llamase Lucy y fuera la presunta reencarnación de su hija) y el mío (por tanta gente inconsciente), lo pasamos bastante bien. La casa era bonita, estaba decorada con gusto, limpia, amplia y luminosa. Era un verdadero hogar y Sky estaba encantado entre tanta compañía femenina perruna.
Me contó, que si Ed no se equivocaba, yo era una especie de posibilidad hecha carne. Al parecer, ella tuvo un lío con un tal Luke que estaba como un cencerro y que puede que fuera mi padre. En esta realidad no pasó y Kaylee era hija de Robert, pero bueno.
Me resultó curioso que su apellido fuera Walker, el que yo había elegido, porque me negaba a llamarme Tattler, pero no lo dije porque ya era todo bastante raro. A efectos prácticos, no era su hija y nos estábamos basando en conjeturas porque Ed se había ido para proteger a su amiga Sarah, pero me resultaba interesante la perspectiva de tener dos hermanas postizas y una madre tan simpática.
– [Lucy]Entonces, déjame que me aclare: ¿Ed es tu hijo también?[/Lucy]- le pregunté en un momento dado, cuando el sol ya estaba saliendo y las ojeras me llegaban hasta el canalillo del pijama de fresas.
Elizabeth dejó escapar una carcajada.- [Elizabeth]Ha pasado tanto tiempo en mi casa que a veces lo dudo, pero no lo es. Ed tiene a sus padres y ya te contará su historia cuando esté preparado, si es que no lo ha hecho ya[/Elizabeth].- concedió dando un sorbo a su descafeinado y, a juzgar por cómo me temblaban las manos, yo debería haberlo tomado también.
Me quedé pensativa mientras mojaba un bollito de canela en el café. Después de esa noche, tendría que pasarme un par de días a frutas y verduras, si aspiraba a poder entrar en la ropa hecha a medida. No tenía ni la más remota idea de quién era Ed, porque casi no nos conocíamos y me había lanzado de cabeza para seguirle, sólo porque lo que decía no tenía ni maldito sentido para nadie salvo para mí y ahora estaba hablando con una señora muy maja, pero que le había puesto la cornamenta a su marido con un librero sexy. Estupendo.
– [Lucy]Tenía un taller de costura en Louna y me gustaría abrirlo aquí[/Lucy].- admití finalmente observando cómo los rayos del sol se filtraban por la cristalera de la cocina. Sky acaba de entrar en la cocina acompañado por Freya y Éowyn, que se sentaron levantando una pata. Sky, simplemente se limitaba a mirarme.
– [Elizabeth]¿Tienes dinero?[/Elizabeth]- preguntó antes de ponerse en pie y sacar las correas para ponérsela a las perras, mientras que yo hice lo propio con Sky.- [Elizabeth]No os pienso dar premio hasta que no hagáis vuestras cositas[/Elizabeth].- les explicó a las perras.
– [Lucy]No[/Lucy].- admití.- [Lucy]Tengo unos quinientos dólares, pero con eso no tengo ni para bragas[/Lucy].- me lamenté discutiendo con Sky que me enseñaba los dientes porque no quería salir.
– [Elizabeth]¡Vamos![/Elizabeth]- abrió la puerta de la cocina y salió al patio trasero, seguida de Freya y Éowyn, que movían el rabo con alegría. Al final, opté por coger a Sky en brazos.
– [Lucy]Espera, subo a ponerme cualquier cosa y voy[/Lucy].- señalé mi pijama corto de fresas y el hecho de que no llevaba sujetador en casa como norma (no creo que a Ed le supusiera un problema en el futuro).
– [Elizabeth]A estas horas no hay nadie[/Elizabeth].- alcé las cejas. Claro, ella llevaba un pantalón de esos tipo harén y una blusa blanca.
– [Lucy]Pero…[/Lucy]- empujé a Sky contra mi pecho para que entendiera a qué me refería. No es que fuera especialmente pudorosa, pero a nadie le gusta ir marcando el horizonte si no es intencionado.
– [Elizabeth]Si tuvieras tres hijas y mi edad, sabrías que se caen por culpa de la maldita gravedad[/Elizabeth].- sonrió y echó a andar, así que suspiré, dejé a Sky en el suelo y salí.
A pesar de que el sol estaba saliendo, todavía estábamos en otoño y hacía un frío que pelaba. Por suerte, en cuanto estuvimos fuera del recinto de la casa de las Echolls, Sky empezó a hacer pis en todas las farolas. Elizabeth se adelantó hasta que fue a un césped habilitado para ello y las perras hicieron sus cositas.- [Lucy]¿Se te ocurre alguna forma de que pueda ganar tanto dinero para poder montar mi negocio?[/Lucy]- pregunté finalmente tiritando de frío.
– [Elizabeth]Conozco a los dueños de un local muy barato, que lleva casi treinta años cerrado y sé de alguien que puede dejarte el dinero que necesitas para empezar[/Elizabeth].- sonrió mientras recogía las cacas con una bolsita y las depositaba en la papelera más cercana.
– [Lucy]Puedo preparar un esbozo del proyecto y presentarlo. Creo que puede tener futuro[/Lucy].- sonreí y me giré para volver a su casa, pero un coche pasó a toda velocidad con un tío que me gritó que él se ofrecía a quitarme el frío.
– [Elizabeth]Un cerdo de dos piernas[/Elizabeth].- se encogió de hombros. Soltó a las perras y a Sky cuando cruzamos la acerca y dejó que subieran solas. Después, me pasó una mano por encima del hombro y me estrechó contra ella.
Cerré los ojos durante un segundo, disfrutando de su calidez y entonces, escuché a Elizabeth soltar una maldición.- [Elizabeth]¿Pero qué coño hace Rebecca surcando el cielo inconsciente, mientras la remolca una chica con alas?[/Elizabeth]- abrí los ojos de pronto. No sabía quién era Rebecca (¿era la novia de Dominic?), ni quién era esa chica con alas, pero creo que acababa de tener una idea para mi negocio.
La madre de las Echolls buscó en sus bolsillos y sacó las llaves del coche.- [Elizabeth]Nos vamos ahora mismo[/Elizabeth].
– [Lucy]¡Pero déjame cambiarme![/Lucy]- lloriqueé.
– [Elizabeth]No hay tiempo o las perderemos[/Elizabeth].- inquirió yendo hacia el coche.
– [Lucy]Por favor…[/Lucy]- puso los ojos en blanco y entré en casa sorteando a un Christopher y a una Diana inconscientes, mientras los perros lo pisoteaban todo con las patas sucias. No había nada tan urgente como para que tuviese que ir hecha unos zorros.
Agarré un abrigo de paño marrón del perchero y me puse un foulard y las botas de tacón sin calcetines. Me miré en el espejo, saqué un gloss de emergencia para los labios y un poco de rubor en las mejillas. Me atusé el pelo un par de veces y bueno, no estaba tan mal del todo, así que lo celebré lanzándole un beso al espejo.
Cuando salí, Elizabeth ya tenía el coche fuera y estaba esperándome con las gafas de sol puestas. Di un saltito de emoción y entré en el coche.- [Lucy]¡Somos como Thelma & Louis![/Lucy] – comenté poniéndome el cinturón y subiendo el volumen de la radio, en la que sonaba ‘Sultans of Swing’ de los Dire Straits. Me encantaba esa canción.
– [Elizabeth]Me encanta esta canción[/Elizabeth].- la miré sonriendo y el motor del coche rugió.- [Elizabeth]Lucy, saca la cabeza por la ventanilla y dime hacia dónde han ido[/Elizabeth].
Asentí e hice lo que me decía: teníamos que encontrar a la chica de las alas y a Rebecca. Moondale no estaba tan mal, aunque Ed me hubiese dejado tirada.
A lo mejor le decía a Elizabeth que girase el volante y fuésemos al Palacio ése. Si me presentaba en su habitación con el abrigo de paño y el pijama de fresas debajo, seguro que Ed cambiaba de opinión rápidamente.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.