V | Club Silver

Parece que su particular reunión no terminaba de ganar adeptos, el último un tipo enmascarado con una herida en el hombro que no tenía muy buen aspecto. El chico del arco se agachó al lado del enmascarado y al ver la herida resaltó lo obvio:

– Tiene una herida en el brazo, parece que sangra mucho. Hay que cauterizarla. – exclamó.

V se extrañó, la cauterización no era lo primero que debía pasarles por la cabeza, si tenía algo alojado en el interior de la herida la infección lo mataría, no sabía de dónde venía el chico, pero debía averiguarlo, pero antes, debía encargarse de atar todos los cabos sueltos.

– [b]¿Cómo te han hecho eso?[/b] – preguntó sin dejar de observar.
– Un…disparo. – dijo entrecortadamente el enmascarado – la bala no ha salido… – añadió soportando el dolor.
– ¿Qué demonios es una bala? – preguntó el chico extrañado. Aunque más extraño era que no lo supiera.
– Un trozo de metal, bárbaro. – exclamó la mujer de piel verde con el rostro serio mientras el chico la miraba con una mirada tan afilada como su espada. – Hay que extraerla y desinfectar la herida.
– [b]Cuántas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al diablo mismo. ¿Y si tenemos al diablo ante nuestros pies?[/b] – repuso V.
– Eso es lo que yo pienso respecto a todos los que estamos aquí. – respondió el chico.
– Gracias, nosotros también te queremos. – dijo la chica rubia ofendida.
– Decidíos, o confiamos en él o muere. – dijo la mujer de piel verde totalmente calmada, parecía ajena a lo que ocurría.

Sin previo aviso el chico pareció decidirse por si mismo, volvió a tensar el arco y apuntó a la cabeza de V.

– Nadie se va a mover hasta que no me digáis dónde demonios estamos y quienes sois. ¡Todo esto es obra de Galbatorix! – parecía nervioso y desconcertado, y por lo tanto, peligroso. V llevó su mano derecha hasta tocar la empuñadura de una de sus dagas, si movía un músculo o tensaba el arco más de lo debido estaría muerto antes de parpadear.