Moondale

EVITANDO LO QUE VEN LOS OJOS

January Allard | Subterraneo 3

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Volvía a sentirme adormecida. El hambre me había mantenido en vilo toda la noche y no había podido evitarlo: en cuanto escuché el sonido del plato entrando en la celda, me había avalanzado sobre la papilla grisácea, devorándolo como si estuviese ante el plato más exquisito del mundo. Me había arrepentido apenas unos segundos después, pero visto lo visto, tampoco importaba mucho. Eso sí, quedaba patente que la droga se ocultaba en aquello que llamaban alimento (y yo excremento de hiena, como mucho).

Al menos había tenido toda la noche para pensar. No que hubiera pensado mucho, porque gran parte del tiempo lo había pasado repitiéndome que era el jodido Remus Lupin de la universidad, y luego consolándome porque, eh, mi vecino de celda también lo era, así que quizás hubiera más. No podía ser tan malo, ¿no? O sí. Lo peor era no saberlo, no haberlo vivido nunca y estar a la espera. ¿Cuánto quedaría para la luna llena? ¿Qué ocurriría entonces? ¿Me volvería loca e iría atacando gente? Eran demasiadas preguntas que no me había atrevido a hacer a Alexander.

Luego me había ido calmando y había llegado a la conclusión de que nada de aquello era lo más importante. De momento teníamos que salir de aquí, porque si seguíamos allí mucho tiempo… bueno, no me hubiera importado convertirme y comenzar a arrancar cabezas. Claro que no sabía qué podía pasarme luego. Había estado toda la noche dándole vueltas a eso, mientras luchaba contra el hambre que llevaba horas sintiendo, y había acabado por decidir que canalizaría todo el miedo y la incertidumbre que mi último descubrimiento me había traído y convertirlo en una rabia sorda y fría que ayudara a mi instinto de supervivencia a arrollar a todo el que fuera necesario para salir de aquel manicomio.

No, no iba a ser muy fría llegado el momento, porque al fin y al cabo la racionalidad nunca ha sido lo mío, pero de ilusión también se vive. Estaba resuelta a soportar aquello lo mejor posible y a la mínima oportunidad, salir de allí. Una parte de mí cruzaba los dedos para que alguien hubiese empezado a pensar un plan, porque me apuntaría enseguida. No sabía cómo pensaba salir [i]viva[/i] de allí, pero de eso ya me ocuparía llegado el momento.

-[b]Estás siendo una tonta[/b] -me dije. Y era probable. ¿Cómo osaba pensar que tendría ninguna oportunidad para salir de allí?

Especialmente después de ver lo de Daniel. Al verle me habían pasado muchas cosas por la cabeza. La primera probablemente había sido arrancarle la cabeza a Preston de un mordisco. La segunda pateársela como si de un balón de fútbol se tratase. En realidad no habían sido muchas, porque no había habido una tercera: había quedado demasiado horrorizada al ver cómo le disparaban a las rodillas como para pensar nada que no fuera «aydiosmío» una y otra vez. Aquella mañana había tenido un par de conversaciones vacías con Alexander que me habían dejado un buen sabor de boca, pero después de aquello era imposible tener más optimismo que el que me obligaba a mí misma a sentir.

Volví a sentarme en la cama y cerré los ojos, descansando la vista, mientras tatareaba una canción cualquiera, intentando alejar de mi mente lo que había visto.

[spoiler]Reaparición de Jan. No especialmente inspirada, tal vez, pero ya era hora, que la tenía abandonada. A partir del jueves volveré a estar por aquí definitivamente, que acabaré recuperaciones ^^[/spoiler]

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