Moondale

UNA VOZ CONOCIDA

Sarah Echolls | Subterraneo tres

danielsarahcelda

Acababa de hablar con Cecil, el chico de la celda de al lado y me encontraba francamente mal porque me dolía mucho la tripa. Ser la Elegida, al parecer, no me eximía de padecer todos los meses el tormento de ser mujer.

Me tumbé en la que era mi nueva cama, bocarriba, con las manos en la tripa intentando proporcionarle calor para que se me pasase el dolor, porque estaba claro que no me iban a dar un analgésico, pero no funcionó porque tenía las manos heladas. [i]¿Cómo era posible que pudiese pelear con un vampiro y un simple dolor de ovarios me dejase fuera de combate?[/i] Ya que era una especie de [i]Supergirl[/i] exigía que me evitasen ese tipo de inconvenientes. [i]¿Acaso los superhéroes se quedaban en casa algún día al mes porque tenían “cosas de chicos”?[/i]

No sabía qué hacer, por más que intentaba no concentrarme en el dolor, seguía ahí, así que levanté de la cama y paseé por el cuartucho, recordando a mis compañeros de cautiverio, a los que acababa de ver, entre los que se encontraba January que no estaba segura de qué hacía allí, pero cuando Nathan volviese a hablarme del plan de huída estaba decidida a sacarla a ella también, aunque no la conociese lo suficiente.

Seguí paseando por la habitación cuando me saludó el chico de enfrente, que era bastante guapo, aunque le faltaba ese aire misterioso que hacía a Daniel irresistible. Esbocé una ligera sonrisa y le hice un gesto con la mano a modo de respuesta. Después, volví a la cama y cerré los ojos una vez más.

– [b][i]¿Hay alguien ahí?[/b][/i]- Dijo una voz conocida, sacándome de algo parecido a un sueño.

Me incorporé y me puse de pie sobre el colchón, para acercarme lo máximo posible a la rejilla.

– [b]Sí, soy…soy Sarah… ¿y tú?[/b]- Pregunté todavía algo confusa, mientras continuaba con las manos en la tripa para contener el dolor.

– [b][i]¿Sarah? Soy Daniel, ¿estás bien?[/b][/i]- Al oír eso me emocioné, estaba muy contenta y a él parecía ocurrirle lo mismo.

– [b]Sí, sí…bueno, me duele un poco la tripa, pero estoy bien, ¿y tú?[/b] – Esperaba que no se hubiese preocupado al decirle eso.

– [b][i]Bien, no te preocupes por mí[/b][/i]. – Lo dijo con rapidez, como sin darle importancia e hizo una breve pausa.- [b][i]¿Te duele mucho?[/b][/i].- Ahora su voz sonaba preocupada. [i]Genial, ya la has liado, Sarah.[/i]

– [b]Tranquilo, son cosas de chicas[/b].- Dije en tono jovial, como quitándole hierro al asunto aunque continuaba con las manos en la tripa, ligeramente flexionada hacia adelante.- [b]Te he echado mucho de menos…[/b]

– [b][i]Yo también te he echado mucho de menos, no te imaginas cuánto[/b][/i].- Al decir eso, noté cómo en mi estómago se asentaban unas molestas mariposas y las mejillas se me pusieron coloradas.

– [b]Le hiciste caso a Nathan, ¿verdad? Volviste a comer, ¿no?[/b]- Intenté cambiar de tema, aunque con dificultad, porque tras lo que había dicho me había quedado atontada.

– [b][i]Le hice caso a Nathan por ti. Te sacaré de aquí, Sarah, te lo prometo[/b][/i].- Lo dijo con cierta amargura, pero parecía completamente seguro de sí mismo.

– [b]O yo te sacaré a ti[/b].- Respondí en tono burlón arqueando una ceja. Yo era la prueba viviente de que no era necesario ser un chico para rescatar a alguien. En este caso, cabía la posibilidad, de que la damisela en apuros fuese él.

– [b][i]Deja de arquear la ceja[/b][/i]– Me sorprendió aquello: ¿Cómo sabía tanto de mí y yo tan poco de él? – [b][i]Conociéndote, si te empeñas, seguro que nos sacarás tú antes.[/b][/i]

– [b]Gracias, público[/b].- Dije sin poder evitar reírme.- [b]Cuando salgamos de aquí pienso hacerte un interrogatorio de tercer grado y no te vas a poder librar de él. Estoy harta de que tú lo sepas todo de mí y yo nada de ti. [/b]

– [b][i]Ya es hora de que lo sepas todo. En cuanto salgamos de aquí responderé a todas las preguntas que tengas[/b][/i].- Asentí con la cabeza aunque no pudiese verme, sabía que podía confiar en su palabra.

– [b]Pero sé cómo picarte[/b].- No pude reprimir una carcajada.- [b]El chico de la celda de al lado me ha dicho que cuando vaya de visita a Nueva York pretende llevarme de guía[/b].- Hice una pausa teatral.- [b]Y oh, el de la celda de enfrente me ha saludado con la mano.[/b]

– [b][i]Menos mal que tengo dos katanas, una para cada uno[/b][/i].- Bromeó y sonreí. Sabía exactamente cómo ponerle ¿nervioso? ¿celoso?

– [b]No sabes lo que me alegra saber que estás al otro lado, antes me sentía muy sola[/b].- Suspiré y miré a la que antes era mi celda en la que ahora se encontraba una chica rubia.

– [b][i]Me alegra poder estar aquí para ti. Es lo único bueno que ha pasado desde que desperté[/b][/i].- De nuevo, me hizo esbozar una sonrisa.

– [b]Daniel, creo que voy a tumbarme en la cama un poco más. Sigue doliéndome la tripa[/b].- En aquella postura era imposible que no me doliese. Me ecantaba estar con Daniel, pero no me encontraba bien.- [b]Hablamos luego, ¿vale?[/b].

– [b][i]No me moveré de aquí, cuando me necesites, háblame.[/b][/i].- Hizo una leve pausa y continuó.- [i][b]Te echaré de menos.[/b][/i]

– [b]Y yo a ti, mucho[/b].-Dicho esto, me tumbé en la cama y me tapé con la sábana intentando dormir un poco para que el dolor se me pasase…

[spoiler]Las acciones y reacciones de Daniel han sido controladas por Dracon[/spoiler]

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