Sarah Echolls | Subterraneo tres
Ni siquiera tuve que abrir los ojos cuando el guardia nos llamó para despertarnos porque no había dormido en toda la noche. Después de mi encuentro con January, que todavía no me explicaba por más que lo intentase, no conseguí volver a conciliar el sueño. Me senté en la cama y así permanecí hasta que se hizo de día. Opté por no decírselo a Daniel para que no se preocupase y cuando me llamaba a través de la rendija fingía estar en un profundo sueño.
Intenté no pensar en lo que estaba a punto de pasarme, pero era imposible, así que aproveché esa situación para mentalizarme. No pensaba llorar delante de ellos, ni tampoco mostrar signos de debilidad porque los utilizarían para hacerme más daño.
El compartimento de la comida se abrió y con él llegó la asquerosa papilla gris que nos tocaba comer día sí y día también. La miré de reojo, con una mueca de asco y no me moví de la cama. Si era mi último día en la Tierra, porque cabía esa posibilidad y negarlo era absurdo, no quería que una papilla asquerosa fuera mi último recuerdo.
Eché la cabeza hacia atrás y apoyé la espalda contra la pared. Sólo deseaba que aquellos minutos de interminable espera acabasen pronto.
– [b][i]¿Sarah?[/b][/i] – Al parecer, Daniel ya se había despertado.
– [b]Sí…[/b]- Respondí sin mucho entusiasmo. Cuanto más hablase, más ganas tendría de llorar.
– [b][i]No te preocupes, todo irá bien. Pasará más rápido de lo que piensas[/b][/i]. – Intentaba transmitirme ánimos, pero no lo conseguía.- [b][i]Por cierto, ¿qué tal has dormido?[/b][/i]
– [b]Bien…[/b]- Desvié la mirada hacia la celda de January, pero no la vi.
– [b][i]No termino de creérmelo [/i][/b]. – Permanecía serio. – [b][i]Sarah, sé que no tienes muchas ganas de hablar ahora mismo, pero es peor que sigas pensando en lo que va a pasar. [/b][/i]
– [b]No es que no tenga ganas de hablar[/b].- Suspiré. Sabía que había metido la pata.- [b]Es que tengo tanto miedo que no me salen ni las palabras[/b].-
Escuché pasos en el exterior de las celdas, me levanté, sin decirle nada a Daniel y fui hasta el cristal. Tres guardias venían hacia mi celda y otros tres, hacia la de January.
– [b]Daniel, no tengo tiempo de hablar más. Si no fuese tan tímida ya sabes lo que te diría en este momento…[/b]- Me quedé en silencio y respiré profundamente un par de veces. Esperé hasta que dos ellos entraron a donde yo estaba mientras el otro permanecía detrás, a unos pasos de distancia, por si intentaba hacer algo.
Me levanté de la cama más serena de lo que esperaba y eché un vistazo rápido a la habitación, como si esperase que alguien estuviera allí para decirme adiós y que todo iba a ir bien. Los guardias me miraron de arriba abajo, pero no mostraron ni un signo de sentir pena por mí. Por algún extraño motivo, aquello me molestó. Siempre esperaba que la gente fuese más humana de lo que en realidad era.
– [i]Camina[/i].- Me ordenó el que permanecía apartado. Los otros, se limitaron a apuntarme en la espalda como una ametralladora. Yo no dije nada. Simplemente asentí con la cabeza.
Al salir de mi celda observé a mi alrededor. Pude ver, en uno de los lados a Daniel que se levantó y me miró directamente a los ojos. Después, puso su mano contra el cristal, intentando animarme, pero sus manos mostraban la tensión que estaba sufriendo. Hice una mueca, algo parecido a una sonrisa y miré a la otra celda que había al lado de la mía, pero no pude ver a Cecil porque uno de los guardias me empujó con la metralleta obligándome a aligerar el paso.
– [i]He dicho que camines, no que te despidas[/i].- Amenazó y de nuevo, asentí con la cabeza, apartando la mirada y mirando directamente al suelo.
Al pasar por la celda de January, otros guardias la sacaron a ella también y nosotros nos detuvimos para esperarles. Al principio, intentó resistirse, pero al final desistió y nos acompañó, seguida de otros dos tipos que la apuntaban con metralletas. Su actitud era mucho más digna que la mía, de vez en cuando giraba la vista y les dedicaba una mirada, posiblemente, de odio. Yo ni siquiera era capaz de hacer eso.
Cuando llegamos a la sala de experimentación, de la cual no recuerdo prácticamente nada (sólo que tenía el mismo olor que los hospitales) vi que ya estaban allí la doctora de las cicatrices, Preston y unos cuantos investigadores más. Preston nos recibió con una sonrisa de medio lado que delataba lo feliz que le hacía nuestro sufrimiento. No lo miré directamente a la cara porque no me veía capaz de aguantarle la mirada. Me daba asco.
Uno de los guardias se acercó hasta a mí y haciendo un gesto con la cabeza indicó que me tumbase en la camilla para que me atasen las correas. Ni siquiera intenté escaparme, simplemente miraba fijamente el techo y lo único que deseaba era que todo fuese parte de un mal sueño.
[spoiler]El entorno, así como Daniel, Preston y los guardias han sido controlados por Dracon.
Las acciones de January han sido redactadas por Laeryn.[/spoiler]
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