Zoe Cooper | Subterraneo tres. Area de experimentacion
El primer grito de mi cerebro tenía nombre de mujer. Luego comenzó a funcionar a toda velocidad. Si hubiera sido una máquina, los engranajes hubieran acabado fallando y todo se hubiera ido a la mierda. Claro que si fuera una máquina a lo mejo eso no hubiera ocurrido porque le hubiera importado una mierda tomar una decisión como aquella. No era una máquina, así que a mí sí me importaba y, aunque parte de mi cerebro gritaba que era tan sencillo como coger el arma -no es que fueran extrañas a mí- y empezar a disparar, la otra gritaba el nombre de aquella chica que había muerto allí abajo una y otra vez, insistente.
[b]Niki[/b].
Miré directamente a Preston, que mantenía inmóvil a aquella chica mientras yo seguía pensando en Niki y lo poco que le hubiera importado que hubieran muerto todos los demás uno a uno. Después pensaba en mi trabajo, en lo que era, y ni siquiera estaba muy segura de cómo definirlo, porque decididamente los científicos no van disparando personas -ni engendros- por ahí. Volví a mirar la pistola, dudando. No era una extraña para mí. Había usado armas. Me congratulaba de conocer casi todas las pistolas del mercado y de haber usado muchas de ellas y aunque aquella era una pistola de dardos tranquilizantes, sabía que me sentiría cómoda con ella entre las manos.
Eché un vistazo a Preston de nuevo. Mantenía a aquella chica aprisionada entre sus brazos y la granada estaba en sus manos, lista para hacerla estallar. Y hasta un idiota sabía que no iba a tener problema en hacerlo. Creía en lo que hacía, creía en tener allí encerrada a aquellos fenómenos y experimentar con ellos. [i]Realmente creía[/i] que eran dañinos para el mundo, y estaba dispuesto a todo por permanecer fiel a sus creencias. Genial, fanáticos, los seres más racionales del mundo.
Estiré una mano en dirección a la pistola de tranquilizantes, pero congelé el movimiento antes de llegar siquiera a rozarla. Levanté la vista de nuevo, esta vez mirando a los prisioneros. Todos estaban cansados, había quien parecía haber llorado y en cada rostro se reflejaba los días de encierro. Busqué una respuesta en aquellas miradas, pero acabé encontrándola de viva voz.
-[b][i]¿No crees que hemos sufrido ya bastante?[/i][/b]
Rubia. Bajita. ¿Cazadora? Sí, Sarah Echolls. La miré un segundo. Sí, probablemente hubieran sufrido ya bastante. Sí, probablemente si conseguíamos salvar la situación, Niki no iba a ser el único nombre resonando en mi cabeza. Eso dejaba una pregunta: ¿cuánto creía yo en todo aquello?
-[b][i]Aunque sigas sus ordenes, no serán las últimas. Estarás así constantemente. ¿Acaso vas a dejar que él siga controlando tu vida? ¿Acaso no valoras la tuya propia? [/b][/i]
El chico que me interrumpía hablaba sin moverse del sitio, mirándome con pasmosa tranquilidad. Arqueé una ceja, observándole con detenimiento. Cecil Anwalt. Me conocía sus fichas. Las había estudiado desde el momento en que Saunders las había puesto a mi disposición. Cecil Anwalt, Sara Echolls, Daniel Arkkan, Alexander Fenris, January Allard… todas sus vidas pendían en ese momento de un sólo hilo, y ese hilo lo manejábamos dos. Sabía qué podía hacer yo. A esa distancia, todos los objetivos eran más que factibles. Demasiado fácil, porque la cercanía podía hacer que cualquiera de ellos me tumbara en cuanto disparara la primera vez. Podría responder, pero habríamos perdido demasiado tiempo. Me mordí la cara interna de las mejillas, intentando mantener la cara de póker que había utilizado hasta el momento. Sabía que ninguno de ellos tenía idea de lo que pasaba por mi mente y que precisamente por eso Preston empezaba a impacietarse.
-[b][i]Es un monstruo…[/b][/i] -murmuró la chica lobo. Parecía asustada pero, al mismo tiempo, me miraba con odio. Mirándome así, ni siquiera sabía si se refería a Preston o hablaba de mí.
Tal vez sí me hablara a mí. En ese caso, silencio, que el monstruo estaba tomando su decisión. Dispararles a todos no aseguraba nuestra supervivencia pero sí resguardar las creencias de Preston, proteger lo que había luchado por defender. A mí no iba a salvarme. Yo no conocía todas las criaturas que se agolpaban entre las paredes de aquella aséptica prisión. Podía salir de allí y que un monstruo de siete ojos me arrancara la cabeza de un mordisco.
Podía disparar a Preston y acabar con el problema y crear otrros muchos problemas. Disparar a Preston salvaba la vida de aquellos engendros pero, si salía con vida de allí y ninguno me mataba por su cuenta, significaba haber abandonado la Iniciativa Awaken y esconderme. Esconderme muy bien. Significaba empezar de cero. Daría una mísera oportunidad de supervivencia a un grupo de fenómenos de la naturaleza que -tenía que reconocerlo- ni siquiera sabía si hacían bien o mal a la raza humana. La conclusión era fácil: dispararles significaba estar a la deriva con Preston y los otros investigadores; disparar a Preston significaba cambiarlo todo y estar a la deriva con un grupo de personajes recién sacados del último número de los X-Men. ¿Posibilidad de supervivencia? Mínima en ambos casos.
Alargué la mano un poco más y rocé la pistola. Inmediatamente me embargó un sentimiento de familiaridad que había añorado durante el tiempo que había pasado en la Awaken. La sensación se multiplicó cuando mi mano se cerró en torno al arma, se extendió por todo mi cuerpo y me dio la seguridad que me había faltado. Casi hubiera sonreído, de no ser por lo delicado de la situación. Alcé un tanto la pistola, sopesándola, y sin darme cuenta de que, en mi mente, la decisión estaba tomada. Sujeté el arma con la mano y la levanté, decidida, sintiéndome como si hubiera vuelto a casa después de mucho tiempo.
Alrededor, todos se tensaron. Yo eché un último vistazo por encima del cañón de la pistola. Caras de inseguridad, de miedo. Caras que preferían no reflejar nada, caras que no me miraban a los ojos, como Saunders. Y caras de locos, como la de Preston. Acaricié el gatillo con un dedo, suavemente, y luego me giré rápidamente y apreté el gatillo.
Una milésima de segundo después, el dardo tranquilizante impactaba fieramente en el cuello del general Preston.
[spoiler]Creo que es el post que más me ha costado hacer xD Sobre todo porque la idea era una pero el post me hizo darme cuenta de que tenía que ser lo contrario. Agotador xD Ains, cada personaje ha sido movido por su respectivo dueño =) Lo dejo ahí por el asunto de la granada, a ver cómo lo manejamos.[/spoiler]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.