Moondale

REFLEJO SANGRIENTO

[b][ January Allard | Residencia Hexe- Habitaci0n 138 ][/b]

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Abrir los ojos repentinamente se había convertido en una costumbre demasiado habitual en la vida de January Allard. Donde antes podía dormir hasta que sonara el despertador, y aún tenía energías para remolonear unos minutos, ahora despertaba en cuanto el sol asomaba por el horizonte o un par de pasos cuidadosos irrumpían en el silencio de su cabeza desde el pasillo. Allí estaba ella, ojos abiertos como los de un búho, mirando a un techo blanco y vacío y escuchando las manecillas del reloj avanzando lentamente. Suspiró, deshaciéndose de su colcha y poniéndose en pie de un silencioso salto. Diana aún dormía acurrucada bajo sus mantas y January sintió una punzada de envidia mientras se dirigía al armario.

Lo abrió con cuidado, intentando evitar el chirrido de las puertas, para encontrarse con la mayoría de las perchas vacías. Se giró sobre sí misma para encarar su habitación. El orden inmaculado había desaparecido de su lado de la habitación durante la última semana y un montón de ropa se acumulaba sobre la silla más cercana. Eligió sin fijarse demasiado unos vaqueros, una camiseta blanca y una sudadera azul marino que gritaba en letras rosas [i]Universidad de Moondale[/i]. Se vistió sin cuidado y luego cogió el resto de la ropa, hizo una enorme bola con ella y la metió en el interior del armario, haciendo malabarismos para que no cayera por su propio peso.

-[b]Muy bien, Jan, así se tratan las cosas[/b] -apenas si oyó su voz murmurada, esa con la que solía hablar consigo misma, antes de echar un vistazo de reojo a la cara interior de la puerta del armario.

Los recortes de periódico ocupaban casi toda la madera. Algunos tenían un mes de antigüedad y se remontaban hasta el Día de los Difuntos; los había conseguido de diferentes bares y cafeterías, algunos con dedos largos y otros simplemente pidiéndolos por favor. Los últimos tenían apenas una semana y todos hablaban de lo mismo. Jan tragó saliva, paseando sus dedos por algunos de los recortes y releyendo palabras que se sabía de memoria. No tenía muy claro por qué los guardaba, sólo recordaba la ira que la había invadido al leer uno de ellos por primera vez.

[QUOTE=Flashback | 2 de diciembre | Bosques de Moondale]
Despertar había sido una tarea dolorosa. La luz del sol había atravesado sus párpados sin misericordia y January había despertado entrecerrando los ojos, evitando mirar a un cielo particularmente claro y sin saber dónde se encontraba. Con esfuerzo se incorporó, sentándose con la espalda apoyada contra un árbol, notando un sabor extraño en la boca y un dolor recorriéndola de arriba abajo. Apenas si había despertado del todo, pero había algo que parecía diferente. Algo que parecía ir [i]mal[/i].

Terminó de abrir los ojos con esfuerzo y echó una mirada desinteresada alrededor. Se sentía extrañamente cansada, como si hubiera estado toda la noche corriendo de aquí para allá, o tal vez como aquejada de una resaca particularmente horrible. Pero no, por lo visto no era resaca. Su cerebro despertó de pronto justo en ese instante, su garganta se atragantó con su propia saliva y sus piernas reaccionaron haciéndola ponerse de pie de un salto. Su corazón empezó a bombear con más fuerza y sus manos temblaron a cada uno de sus lados.

-[b]Estoy en el bosque[/b] -también su voz parecía diferente. Cansada, algo rota, como si hubiera sido utilizada en exceso y sus cuerdas vocales no pudieran más y se rindieran por fin.

Asustada había mirado alrededor, cerrado los ojos y vuelto a abrirlos. Una parte de ella había esperado que el bosque desapareciese y aquello volviese a ser su habitación, pero no había ocurrido. No quiso pensar en los últimos días. No quiso recordar su encierro ni sus conversaciones con Fenris ni su transformación. Pero todo volvió de pronto a ella, golpeándola en el pecho como si de un mazo se tratase, dejándola sin respiración. El dolor, la expresión de Sarah después de gruñirla, sus propias manos transformándose, y después… nada.

-[b]Amnesia, qué oportuno[/b] -pudo notar el pánico de su voz y las posibilidades horribles abriéndose paso en su mente. Cabeceó, negándose a caer, negándose a plantearse todo lo que podía haber pasado, lo que podía haber hecho, y en su lugar miró alrededor, tratando de ubicarse en un territorio que le parecía igual a cada metro. Caminó unos pasos, insegura, hasta que el aumento de la luz le hizo soltar un suspiro de alivio: estaba más cerca de la salida.

-[b]¡Ay! ¿Qué…?[/b]

Había tropezado con algo. Miró hacia abajo, y dio un paso atrás, horrorizada. Sintió que la sangre desaparecía de su cara y casi pudo imaginar ella misma el color blanquecino que su piel estaba tomando. A sus pies había un cuerpo. Era un chico joven, de rasgos delicados y pelo pelirrojo. También era un chico muerto, con el cuello torcido en un ángulo imposible y completamente desnudo excepto por la llave que colgaba de su cuello. January miró hacia otro lado, repelida por la imagen a la vez que atraída por ella. Podía sentir la arcada ascendiendo por su esófago, y corrió entre los árboles para vomitar.

Se limpió la boca con unas hojas arrancadas, abrazándose a sí misma y notando que temblaba de arriba abajo. El sabor rancio de su boca había sido sustituido ahora por uno más amargo y una sensación de frío se abrazaba a sus huesos como si no quisiera abandonarla. Se mordió el labio; no quería volver, pero aquel era el camino seguro hacia el exterior. Dio unos pasos vacilantes en la dirección, intentando cerrar los ojos y olvidar lo que había visto. Pero allí seguía, delante de ella. Tragó saliva con dificultad y posó su vista en la llave. Curiosa, se acercó antes incluso de darse cuenta de lo que hacía. Cuando quiso darse cuenta estaba a su lado, observando los ojos inhumanamente abiertos de aquel chico.

-[b]Lo siento…[/b]

Quiso echar una lágrima o dos por el chico. No porque le conociera. Su rostro ni siquiera le era familiar. Pero era demasiado joven y, no sabía por qué, sentía una extraña conexión. Apenas la notaba, pero era la misma que había sentido la primera vez que vio a Fenris. Como si le reconociera, como si tuvieran algo en común que nadie más podía tener. Sólo que ahora la sensación estaba muerta y se iba alejando como se había alejado la vida del chico. January adelantó una mano, tragando saliva con gravedad, y cerró sus ojos. Sintió una especie de alivio, sin aquellos ojos mirándola sin vida, y volvió a posar su propia mirada en la llave que colgaba del cuello. Acercó los dedos, rozando el cordón verde con que sujetaba la llave y, sin saber por qué, se sorprendió a sí misma levantando la cabeza del chico y sacando el cordón. Volvió a apoyarle en el suelo y miró la llave que ahora tenía en su mano.

-[b]Lo siento[/b] -volvió a murmurar, lanzando una última mirada al chico y sujetando la llave con fuerza entre sus manos. Luego se levantó y se dirigió a las lindes del bosque, sintiendo el dolor acuciante en su cuerpo y con su nuevo tesoro bien sujeto. Con pasos vacilantes se dirigió hacia donde los árboles desaparecían, tratando al mismo tiempo de guardarse para sí todas las emociones que empezaban a desbordarla.[/QUOTE]

No tenía muy claro cómo había vuelto a la Residencia. Todo estaba borroso hasta el momento en que se había encontrado a sí misma bajo un chorro de agua fría, desnuda en la ducha de su habitación, con la llave del cordón verde aún en su mano. No tenía muy claro cuánto tiempo había estado allí. Una semana después los detalles de aquella mañana seguían confusos en su mente, pero recordaba perfectamente el momento en el que había leído el periódico. Aún tenía los ojos rojos, sus manos seguían temblando y el pelo aún caía mojado sobre su espalda desnuda cuando January había ojeado el periódico que había sobre la mesa de la habitación.

-[b]De acuerdo al comunicado oficial, el General Preston coordinó una partida de rescate para liberar a los desaparecidos habitantes de Moondale que habían sido retenidos por una peligrosa secta…[/b] -había leído en un susurro, para posteriormente cerrar sus manos en cuanto a las hojas, arrugando el periódico con saña y lanzándolo a la basura.

Y allí estaba, una semana después, el recorte rescatado de la papelera y pegado con celo a la madera de su armario. Seguía sintiendo la misma rabia ácida en su estómago cada vez que lo leía y seguía repitiéndose las mismas palabras de calma en su cerebro, esperando que surtiesen efecto. Cerró la puerta del amario con rabia, tratando de no despertar a su compañera, y se dirigió al espejo que tenía encima de la mesa. Una January cansada, de ojeras azules y labios apretados en una mueca extraña le devolvió la mirada, buscando con avidez no-sabía-qué.

En realidad, sí lo sabía. Le ocurría cada vez que se miraba al espejo. Le había ocurrido los primeros días y le ocurría ahora. Buscaba el cabello, los ojos amarillentos, los dientes afilados. Buscaba la sangre escurriéndose entre ellos y la pista que le confirmara lo que más temía, que había hecho daño a alguien. Suspiró y agitó la cabeza con los ojos cerrados, apartando aquello de su mente y alargando la mano para coger el cepillo. Dos minutos después su pelo estaba recogido en una trenza a un lado de su cabeza y sus manos deslizaban rápidamente un pañuelo rosa sobre el pequeño espejo que había usado, cubriendo un reflejo que no quería ver.

Con los zapatos ya puestos, January echó mano de su su carpeta de la universidad, se echó el iPod al bolsillo y los cascos en las orejas y se dispuso a salir de la habitación. La llave del cordón verde, sin embargo, brilló sobre su mesilla de noche, captando su mirada. La mantuvo unos segundos, recordando al chico. Se preguntó qué habría sido de él. Ella había guardado el secreto, nadie había sabido de sus labios del cuerpo que permanecía inerte en el bosque. Se preguntó si había hecho mal, pero sabía que hubiera sido una locura decir por ahí que había amanecido junto a un chico muerto en el bosque.

January pasó una mano por su cara, suspirando, y se dirigió en un par de zancadas a la mesilla. Cogió la llave, abrió el primer cajón y la metió en su interior con saña. Sintió el nudo en su garganta y la angustia recorriéndola, justo mientras escuchaba un sonido a su lado en la habitación. ¿Habría despertado a Diana? Cruzó los dedos por que no fuera así, girándose para comprobarlo.

[Spoiler]Lo que te he dicho en el mp, Stefy, si no quieres puede ser una falsa alarma. Y sí, I KNOW, un post enorme, pero no podía acortar ^^ Espero que os guste =)[/spoiler]

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