Moondale

SOPLANDO LA OREJA A ED MIENTRAS VOY AL MANICOMIO

[align=center][b][SIZE=6]Cecil Anwalt | Manicomio Abandonado de Moondale, se aceptan visitas. [color=blue](Con Daniel y Ed)[/SIZE][/b]

cecilanwalt

[SIZE=4]Hacía un frío de cojones y eso conseguía que me sintiese como si fuese un esquimal. Un macabro esquimal metiéndose en la boca del lobo.
Quedaba poco para que terminase el año, por lo que claro, era bastante lógico. Pero igualmente, MADRE DEL AMOR HERMOSO BENDITO. Si esto era el infierno, acabaría por congelarse, los demonios y todos sus hermanitos, tanto grandes como pequeños, se meterían en sus madrigueras y no saldrían hasta la próxima primavera. O mejor aún, nunca.

No habíamos tardado mucho en llegar a nuestra [i]nueva casa[/i]. Eso o es que me había entretenido bastante soplando en el oído de Ed mientras íbamos en el coche. Al llegar, tenía que admitir que me había decepcionado enormemente. La inmobiliaria nos había tomado el pelo con las hermosas vistas y la amplitud de historia que podríamos conocer por aquella zona de Moondale. Amplio era, desde luego, lo suficiente para montar un loquero de lo más acogedor.

Y bueno, ¿qué por qué estábamos tres apuestos e increíbles tíos en un lugar como ese?

Por amistad, claro. ¿Por qué iba a ser si no?

La amistad consigue, en muchos casos, mover barreras. Montañas si es necesario y continentes si exageramos un poco el asunto y la situación. No hacía mucho que mi aesir favorito (Daniel, Dani para Liad, Arkkan para aquel que no fuese alguien cercano o el chico no le estuviese zurrando) nos había pedido tanto a Ed (Edward, Eddie según el rubiales, el “radio-realidad alternativa” según mi persona) como a mí que le acompañásemos en su ardua y peligrosa misión. Preparar el manicomio de Moondale para encerrar a nuestra lobita particular en su noche perra del mes. No para una sesión de sado, claro que no. Ninguno de nosotros somos de esos. Pero sí debíamos prepararnos para aquella intervención perruna, principalmente para evitar leer o escuchar algo sobre mordiscos en el culo en las personas más poco afortunadas en ese preciso instante.

Cuando Daniel se me acercó a preguntarme si me apuntaba, sonreí. Eso se debía a que no tenía ni que preguntarme. Simplemente, si él me lo comentaba, le acompañaría sin decir mucho más. En estos casos, aunque sea una tarea macabra, uno no va a dejar a su amigo sólo en estos casos. El manicomio de Moondale estaba lejos, abierto al público para hacer visitas turísticas a cualquier hora del día. Y la verdad, no quería sorpresas, aunque tampoco tenía mucho de lo que preocuparme. En un principio pensé en plantar hechizos, trampas, repelentes, de tal manera que estuviésemos a salvo. Pero pronto me di cuenta de que no hacía falta algo así, principalmente porque seríamos bastante y si había un foco de magia, por pequeño que fuera, llamaríamos la atención.

– [b]¿Dónde creéis que podremos colocar la mesa?[/b] – preguntó Daniel, mirando a su alrededor.

Al bajarnos del coche no tardamos mucho en meternos en la travesía del eterno tormento. En estos casos, Misterios S.A estaría con linternas en mano, explorando el sitio, o incluso sin eso. Seguramente Shaggy y Scooby estarían detrás, escondiéndose, rezando por salir del manicomio abandonado.

En el nuestro, teníamos a nuestro propio hombre bombilla que, con un simple gesto, podría iluminarnos el camino sin ningún contratiempo. Estábamos en la sala de los guardias, registrado un pelín todo aquello, viendo cosas que pudiéramos aprovechar. No había ninguna mesa por allí, aunque seguramente encontraríamos alguna no muy lejos. ¿Qué por qué necesitábamos una mesa? Pues para jugar a las cartas, ¿para qué si no?

– [b]No hace falta que traigamos una mesa, debe de haber alguna mesa de ping pong o así por aquí.[/b] – comentó Ed mientras habría uno de los armarios. Al ver lo que había en su interior, giró la cabeza, sonriendo. ¿Bingo?– [b]Aquí está.[/b] – ¡Sí, bingo!
– [b][i]Oye Ed.[/i][/b]- llamé su atención mientras sonreía ampliamente, mostrando mi sonrisa traviesa. -[b][i]Si te pregunto cuál sería el número de la lotería o qué equipo ganará, ¿lo sabrás?[/i][/b]
– [b]La liga universitaria la vamos a ganar nosotros.[/b] – Espera, ¿escuché bien? ¿NOSOTROS? – [b]La lotería es un azar, los números no serían los mismos. [/b]- ¡Rayos! – [b]Además, hace más de diez años que no toca la lotería en Moondale.[/b]
– [b][i]Así les va en Moondale.[/i][/b] – contesté mientras rebuscaba también. – [b][i]Desde luego, parece que a esta ciudad le ha mirado un conjunto de tuertos, porque vamos…[/i][/b] –

¿Tuertos? Nah, no creo que sea eso. Pero sí, puede que sea otra cosa…

– [b]No habrá por casualidad un armario con sillas, ¿verdad?[/b] – le preguntó Daniel a Ed, esperando tener tanta suerte como había tenido este último segundos antes. Ed parece el chico del inventario. Sabe si tiene algo y en qué lugar lo guarda.
– [b][i]Dios, me siento como si ahora mismo estuviésemos en Ikea buscando muebles para nuestro futuro nidito de amor.[/i][/b] – moví la cabeza, haciendo referencia al manicomio. – [b][i]Precioso, ¿verdad? Espero tener muchos hijos aquí. Seguro que salen fuertes y sanos.[/i][/b] – Nótese el sarcasmo, por supuesto.
– [b]Puede que en el sótano haya unas cuantas, aunque siempre podemos coger las de las habitaciones.[/b] – quitó el polvo a la mesa, después de abrirla claro. ¿La siguiente parada es el sótano de mala muerte?
– [b]Si me acompañáis, podemos ir a buscar unas cuantas.[/b] – al decir aquello, miré a Daniel, dándome cuenta de que estaba realmente tenso. Seguramente sería por el lugar, pero en cualquier caso, estaba bastante claro que no quería moverse solo por allí.
– [b][i]Tranquilo.[/i][/b] – le contesté mientras sonreía y le ponía una mano en el hombro. – [b][i]Te cubriré las espaldas Romeo. Si te pasa algo, no queremos que tu Julieta nos retuerza el cuello. [/i][/b] – le guiñe y me reí. El simple hecho de imaginarme una escena así, con lo enana que era Sarah y lo altos que somos nosotros…
– [b]Gracias.[/b] – contestó este. –[b]Es que no me gustan los manicomios… y creo que los abandonados menos.[/b] – Tranquilo, lo único que nos faltaría es que un loco con un hacha apareciese en una esquina y nos diese un susto de muerte.
– [b]Aquí donde lo ves, te puede matar diez vampiros sin despeinarse, pero lo metes en un manicomio y no sabe qué hacer. [/b] – Ed sonrió a Daniel.
– [b]En realidad, estoy siempre despeinado, pero tienes razón.[/b] –sonrió Daniel, pasándose la mano por el cabello momentáneamente.

Me uní a la sonrisa colectiva, bastante tranquilo mientras teníamos aquella conversación. Les miré a ambos momentáneamente, estando contento de los cambios que bueno, aunque había pasado poco tiempo, estaba viendo. Les conocía a todos desde hace poco tiempo, pero cualquiera podría darse cuenta que tanto Daniel como Ed eran personas poco habladoras y bueno, ahora no lo eran, o al menos, no tanto.

– [b]Dejad que os acompañe y así sólo daremos un viaje al sótano del terror en vez de dos.[/b] – dijo Ed mientras, apenas sin esperar respuesta, salía él primero.
– [b][i]Mejor, así no tardaremos tanto y podremos terminar los preparativos antes.[/i][/b]
– [b]No sabéis cómo os agradecería hablar de algún tema… friki o de cualquier cosa que se os ocurra.[/b]

De hecho, sí que lo sabíamos. Daniel era un libro abierto para aquel que le conociese al menos un pelín. Su rostro, en muchos casos, podía ser un manuscrito fácil de leer. Y sus reacciones eran bastante comprensibles, la verdad.

– [b][i]¿Probaste tu regalo?[/i][/b] – le miré momentáneamente. – [b][i]El Dragon Age quiero decir. Creo que Liad me comentó algo, aunque nada en concreto. [/i][/b] – La verdad es… ¿qué es lo que no me cuenta?
– [b]Bastante.[/b] – admitió este. – [b]Sarah juega conmigo. En mi partida soy un humano guerrero, mientras que en la de los dos, una maga elfa.[/b]
– [b][i]Sí, creo que me comentó eso. Estaba todo feliz al explicármelo.[/i][/b]
– [b]Estaba encantado cuando le dejamos jugar.[/b] –dijo, refiriéndose a Liad.
– [b]¿No hay brujos en ese juego?[/b] – intervino Ed en la conversación.
– [b][i]Por supuesto. Te puedes hacer uno propio, como la elfa [u]sepsi[/u] de Sarah.[/i][/b] – sonreí ampliamente. – [b][i]También puedes ser humano, por lo que puedes hacerte, virtualmente hablando claro. [/i][/b]
– [b]Suerte de ser humano. Yo nunca puedo hacerme al cien por cien en los juegos.[/b]- Me reí, porque claro, tenía razón. Era un aesir de pies a cabeza, no un humano como podíamos ser nosotros.

Quien nos viera ahora mismo… Los tres bromeando, riendo y haciendo chiste en un lugar donde las risas y las sonrisas no abundan mucho, ni en circunstancias normales. Miré con algo de desconcierto a Ed, ya que durante aquel breve momento, había estado un tanto ausente.

– [b][i]Tranquilo Ed, te someteremos a varias sesiones de “viciojuegos” para ponerte al día.[/i][/b] – que falta le hace, la verdad…
Después, dejamos aquel lugar. Dejamos la habitación de los guardias, pequeñita, cálida y acogedora (nótese el sarcasmo al decir estas últimas palabras), recorrimos el pasillo hasta el final. Allí nos encontramos con una puerta que, al moverla, realizó un estridente chirrido y lo único que nuestros ojos pudieron ver desde aquella posición era una profunda y detestable oscuridad. Daniel hizo un leve movimiento con las manos, realizando sus habituales trucos y evitando, de esa manera, que nos tropezásemos con nuestros propios pies al caminar. La luz del chico linterna fue regulada inicialmente, hasta que llegado un punto y encontrada la potencia necesaria, no tuvimos problemas de visión y pudimos ponernos a trabajar sin problemas.

– [b][i]Oye Daniel.[/i][/b] – le pregunté, estando no muy lejos de él (para que luego se nos queje Sarah y diga que no le cuidamos, ¡si es que!) mientras movía algunas cuantas cosas del suelo. – [b][i]¿Qué te parece si adornamos un poco este sitio? O al menos, donde vayamos a estar, para animarlo un poco más. En señal de celebración al nuevo año y eso.[/i][/b]
– [b]Podemos colocar los adornos que nos sobren del árbol en las paredes.[/b] – Cierto, se me había olvidado el arbolito.
– [b]Vale, he encontrado unas sillas. ¡Por aquí! [/b] – dijo Ed, moviendo un poco la mano para llamar de esa manera nuestra atención. – [b]Después de colocarlas vamos a por el árbol, que seguro que te vendrá bien salir un poco fuera.[/b]
– [b]No me vendría mal, no.[/b] – Daniel sonrió para luego comenzar a cargar (porque, aunque el fuese más fuerte que nosotros, no íbamos a dejarle que se cargarse como una mula) las sillas.
– [b][i]Me parece bien.[/i][/b] – asentí con la cabeza mientras hacía lo mismo que ellos. – [b][i]Después de esta agradable excursión, ¿qué os apetecería hacer?[/i][/b]
– [b]Podemos ir a jugar a la Xbox si os apetece. Sarah estará encantada, está practicando con el Soul Calibur.[/b]- sonrisa amplia, pensando en su chica.
– [b]Me pido a Kilik.[/b] – dijo Ed prácticamente cuando Daniel terminó de hablar.
– [b]¡Eh, yo uso a Kilik![/b] – exclamó entonces él, como si fuera un niño pequeño de repente.

Me reí, aunque para dentro, sin que ninguno de los dos pudiera darse cuenta del gesto. No sabía exactamente si eran por las fiestas, porque estábamos compartiendo este largo momento los tres o yo qué sé. El caso era que… Sarah se encontraba muy unida a Jan, mientras que Diana, Sylver y Ann eran un paquete de todo en uno. Era bastante lógico que nosotros tres (o bueno, cuatro, depende del momento, o cinco, si me pongo a contar) hiciéramos una piña. Aunque nunca me imaginé que fuésemos una piña [i]tan[/i] guay.

– [b]¿Por qué crees que me lo he pedido?[/b] – como respuesta, Ed se rió.
– [b]Entonces será un Kilik contra Kilik.[/b] – contestó Daniel, sonriendo, complacido.

Negué con la cabeza, admitiendo que, aunque estábamos en un sitio para nada normal ni habitual en la vida de cualquiera (porque pensemos, ¿quién se metería en un manicomio abandonado? Nosotros, claro) teníamos y estábamos teniendo una conversación tan… ¿normal? ¿habitual? No sabría cómo escribirlo, pero creo que era algo que no sólo yo lo pensaba.

– [b][i]Me siento como si estuviera en la guardería ahora mismo, de verdad.[/i][/b] – puse los ojos en blanco de forma instintiva ante aquel momento. – [b][i]¡Seguro que alguno de vosotros se llevó mi juguete favorito![/i][/b]

Cuando por fin, terminamos de subir las sillas, de poner un poco de orden y de organizarnos con todo lo que habíamos llevado, comenzamos a adornar. Adornamos el árbol y lo que pudimos de las paredes. No había música, no había turrón, ni chocolate. Ninguno de los tres necesitaba esas cosas porque, en aquel instante, la conversación lo era todo.

Sí, eran palabras. Pero también eran gestos, también era amistad, lazos que se creaban. Y aunque fuese en una vida y lugar particular, esto era lo que podíamos compartir con aquellos que bueno…

No eran nosotros.
[/SIZE]

[spoiler]Espero que os guste, porque este post me ha costado Mason y ayuda sacarlo en el último momento. Cada personaje manejado por su dueño.[/spoiler]

Nota máster:

[align=center][SIZE=20][font=Bookman Old Style]31 de Diciembre: Nochevieja[/SIZE][/font][/align]

Comentarios

Deja una respuesta