Moondale

DEJA AQUI TODA ESPERANZA…

[align=center][SIZE=4][b]Cecil Anwalt | Afueras de Moondale[/SIZE][/b]

abandonallhope

[SIZE=2]Aún algo somnoliento, abrí los ojos levemente, aunque con rapidez los cerré, apretando los párpados con fuerza. El sol del atardecer me había atacado directamente, como si fuese una veloz flecha que buscase mi punto débil. Intenté moverme, aunque fuera poco, buscando una postura más agradable. Pero no pude. Mi cuerpo sentía dolor, aunque eso no era nada nuevo. Mi cuello, mi espalda… Cualquier zona se encontraba adolorida, por lo que podía suponer que eso venía a raíz de dormir en una mala postura.

Y una bastante mala, debía de añadir.

Ahora bien, ¿dormir? Hacía apenas segundos, o eso creía, estaba en mi casa, en Londres. Había dejado atrás muchas cosas, cosas que no eran reales, que habían perdido todo el significado que una vez habían tenido. Una madre, una amiga y una historia. Todo eso había dejado de ser parte de lo que conocía, parte de mí, para volverse algo macabro, oscuro, desconocido y terriblemente desolador.

Intentando aclarar mi mente, parpadeé de forma continua para eliminar los efectos cegadores que aún sufría. Alejé mi rostro de la ventanilla, permitiéndome percibir que, además del conductor y de yo mismo, había otras personas, no muchas, que se encontraban en este destartalado autobús. Paramos de golpe, obligándome a agarrarme como pude para evitar comerme el asiento de delante.

– [b]Esto es lo máximo que me voy a acercar.[/b] – dijo en voz alta el conductor, mirando hacia atrás. – [b]Os desearía suerte o rezaría por vosotros, pero en ese lugar no existe ya ni Dios ni la suerte.[/b]

Después, volvió a mirar hacia el frente y no dirigió la mirada ni la palabra nadie más. Estos, a su vez, tampoco decían nada. Recogían las pocas pertenencias que llevaban con ellos y bajaban con mirada lúgubre y perdida. Yo no me bajé todavía y me acerqué a la ventanilla, de tal manera que busqué la respuesta de dónde podía encontrarme. No fui muy difícil averiguarlo, ya que pude ver un cartel que decía con letras grandes: [i]”Bienvenidos a Moondale”[/i] y debajo, el lema se encontraba tachado, siendo sustituido por unas letras rojizas, consiguiendo que un escalofrío me recorriese el cuerpo.

– [b][i]Deja aquí toda esperanza…[/i][/b]

Al parecer, todo aquello que la Sarah alternativa había dicho debía de ser cierto. Moondale ya no era el supuesto paraíso en el que todos habíamos estado una vez. Ahora mismo parecía que nos adentrábamos, literalmente, en la boca del lobo, intentando que nos hincasen el diente. Desde luego, este regreso no podía compararse con ninguna de las veces que había vuelto por aquí.

Una vez que estuve de pie, cogí las pocas cosas que llevaba encima y pude percibir que llevaba unos vaqueros, una camiseta oscura y una cazadora. Y menos mal, porque imaginarme entrar a patita en [i]Villa Demonio[/i] y correr por mi vida descalzo y con un pijama ligerito no era algo que haría ni en la mejor situación. Aun sujetando la mochila con las manos, me dirigí hacia la parte delantera, donde se encontraba el conductor.

– [b][i]¿Por qué estamos aquí?[/i][/b] – pregunta tonta, desde luego, pero quizás él pueda decirme algo que no sepa.

– [b]Chico, creo que el viaje te ha sentado muy mal.[/b] – dijo el hombre bigotudo y regordete. Ok, muchas gracias. – [b]O ya lo estabas para venir aquí. [/b]

– [b][i]Eso lo tengo claro por el agradable dolor de cuello y espalda que tengo.[/i][/b] – contesté, dejando de mirar durante unos segundos al conductor gordito para mirar hacia atrás. Una mujer de blanquecina piel y cabellos dorados se había acercado a nuestra posición, manteniendo una distancia prudencial, pero observando nuestra conversación con mirada triste y cansada. – [b][i]Pero, ¿por qué estamos aquí si ni siquiera se atreve a acercarnos más a la ciudad?[/i][/b]

– [b]Sólo tú sabrás tus motivos, chico.[/b] – explicó. Luego señaló al frente con la cabeza. – [b]Pero yo no me acerco ahí.[/b]

Al parecer, las cosas pintan mal, muy mal. No estoy seguro realmente de lo que debió de ocurrir en Moondale en el pasado, pero para llegar este punto… Puede sonar egocéntrico. En cierto modo, es así como me suena, pero parece que, por no estar todos nosotros, las cosas van peor de lo que nos imaginábamos. Personas normales, como las que tengo ahora mismo delante, las veo incapaces de hacer frente a cosas como las que hemos visto nosotros. Y no, no creo que era simplemente porque nosotros tenemos poderes, o mejor dicho, porque un pequeño grupo los tiene. Las personas se han vuelto vagas, egoístas. Prefieren dejar que otros hagan el “trabajo sucio”, esperando a encontrarse la calle limpia, sin nada que les obstaculice su camino. ¿Y si esos otros no están? ¿Quiénes se molestaran en hacer las tareas duras que a nadie le gusta hacer? ¿Quiénes se atreverían a enfrentarse al lado más oscuro y aterrador de este mundo?

Desde luego, es mucho más sencillo apartarse del camino, dejar que los otros hagan las cosas y quejarse de cómo de mal van las cosas. Pero vamos, si unos pocos podemos hacer mucho bien, por pequeñas cosas que sean, ¿qué ocurriría si más personas abriesen los ojos y se decidiesen por cuidar lo que deberían de llamar hogar? Ah, pero se entablaría la misma discusión, el mismo dilema. [i]“Tú puedes hacer algo que yo no puedo.”[/i]

– [b]Necesito que me acerque allí, caballero.[/b]- la mujer, con ojos llorosos, había dicho eso sin mirarnos a la cara pero acercándose lo suficiente como para que se la hiciese caso- [b]Por favor…[/b]

– [b][i]Eso.[/i][/b] – asentiría Cecil. –[b][i]¿Por qué no nos acerca a la ciudad?[/i][/b]

Puede que no todos seamos capaces de hacer cosas increíbles, de poder realizar cálculos avanzadísimos. Pero creo que, con lo poco que cada uno puede aportar, por nimio que nos pueda parecer, las cosas pueden mejorar más de lo que nos imaginamos.

– [b]Porque quiero seguir vivo por la mañana. [/b]- me contestó, mirándome a la cara. – [b]Lo siento señora, pero no entraré ahí. [/b]

– [b]Llevo semanas sin dormir, casi no puedo andar…estoy desesperada.[/b]

No hacía falta que lo dijese para que pudiese percibirlo. Su piel se encontraba más pálida de habitual, su rostro mostraba unas profundas marcas de cansancio, agotamiento, signo de que durante una larga temporada había dormido bastante poco o nada. Las palabras que pronunciaba las decía con dolor, un dolor intenso, acumulado en lo más profundo de su pecho. Una gran tristeza tenía ahí metida, incapaz de sacársela, incapaz de dejarla descansar por unos pocos segundos. Algo grave le había ocurrido a esa mujer, demasiado grave para que estuviese en ese estado. No pude evitar sentir pena por ella, deseando poder decir algo que la tranquilizase, pero admitiendo, al mismo tiempo, que por mucho que dijese, nada conseguiría ese efecto.

– [b][i]Por qué.[/i][/b] – volví a preguntarle al conductor, arrugando el rostro, sin saber qué hacer para conseguir algún cambio en la situación en la que estábamos. – [b][i]¿Qué es lo que hay allí para que no se atreva a mojarse el culo?[/i][/b]

– [b]¿En qué mundo has vivido?[/b]- preguntó como si fuese obvio.

Pues en los mundos de yupi donde el sol nunca se pone y las casas han sido fabricadas con deliciosos dulces. ¿Dónde iba a vivir sino?

– [b]Eso es un nido de alimañas en el que apenas puedes sobrevivir cuando aún es de día. Y de noche… [/b]- movió la cabeza, intentando quitarse la imagen que al parecer se le había formado en la mente. – [b]Nada me va a hacer entrar ahí. Mi compañía solo asegura el viaje hasta aquí.[/b]

¡Pues menuda compañía! ¿Se aprovechan el dinero de unos pocos para luego salir con el rabo entre las piernas?

– [b]No es padre, ¿verdad?[/b] – la rubia le preguntó al conductor.- [b]Por eso no me entiende.[/b]

El hombre arrugó el rostro, moviendo su bigote a la par que su rostro enmarcaba una triste mueca. Asintió levemente, entendiendo lo que la mujer le decía.

– [b]Soy padre y quiero volver a casa para ver a mi hija y a mi mujer.[/b]- dijo con pesar. – [b]Ya sabe cómo está el mundo, no puedo abandonarlas a su suerte.[/b]

Pero él continua haciendo su trabajo. Continúa llevando a personas como nosotros a este desolado lugar, aun sabiendo lo que la suerte nos depararía si consiguiésemos entrar. ¡Joder! ¿La gente de este planeta está loca o qué? ¿Quién en su sano juicio llevaría a las personas a morir?

– [b][i]Es comprensible pero, ¿por qué no? Seguro que es mucho más sencillo entrar conduciendo y poder salir a toda velocidad si la cosa se pone fea, ¿o me equivoco?[/i][/b] – añadí, diciendo las cosas tal y como las pensaba.-[b][i]A ella le queda un soplo de vida y yo no creo que pueda avanzar mucho por mis propias fuerzas.[/i][/b]

– [b]Un poco de metal no va a hacer ninguna diferencia.[/b] – dijo. – [b]Lo único que puedo hacer por ella es llevármela de vuelta.[/b]

– [b]No puedo marcharme.[/b]- dijo ella sin dejar de llorar.- [b]Tengo que encontrar a mi hijo.[/b]

– [b]Señora, su hijo…probablemente…[/b]

¿Esté muerto? Tragué saliva, intentando no volver a pensar esas palabras. No quería pensar eso, de verdad que no. Necesitaba que alguien quedase vivo, que alguno de [i]ellos[/i] hubiese sobrevivido a esta catástrofe. Y al parecer, yo no era el único que necesitaba un rayito de luz. Al escuchar esas palabras por parte del conductor, la mujer dejó escapar un terrible sollozo, llorando otra vez más y agarrando su colgante, uno con forma de corazón, que llevaba en el cuello.

– [b][i]¿Nadie ha sobrevivido? Que se sepa, claro.[/i][/b] – pregunté no muy convencido, lamentando luego decir esas palabras cuando vi las manos de ella temblar de forma frenética – [b][i]¿Nadie puso resistencia a todo lo que ocurrió en Moondale?[/i][/b] – ¿Diana? ¿Daniel? ¿Alguien?

– [b]Yo solo sé lo que dicen los informativos. Creo que sólo un periodista entró una vez, y no volvió. [/b]- explicó. – [b]Ese sitio está muerto. [/b]

– [b]Mi hijo está vivo.[/b]- aseguró la señora, sin soltar el colgante y sin dejar de llorar- [b]Su nombre no apareció en las listas de desaparecidos oficiales, ni tampoco en la de muertos…¿usted cree que puedo dejarlo ahí?[/b] –abrió el colgante, ya que al parecer, dentro de este, había una foto en su interior. Primero se la enseñó al conductor y mientras este continuaba mirándola, la mujer me miró a mí para luego pasármelo. – [b]¿Tú lo dejarías ahí? Mi niño…[/b] – volvió a sollozar.

Agarré el pequeño colgante portafotos para poder ver mejor la foto que había dentro. Y al verla, tuve que mirar al frente, mirarla a [i]ella[/i] porque en verdad, aquello era algo que no me podía creer. ¿Era ella la madre de Liad? ¿El Liad del que nos habíamos hecho cargo?

– [b][i]La esperanza es lo último que se pierde.[/i][/b] – contesté yo, intentando sonreír un poco. Ella asintió, todavía llorosa, mientras cerraba y guardaba el colgante dentro de su camiseta.

– [b]Lo siento mucho, pero tengo que irme. [/b]- explicó el conductor, sintiéndolo de verdad. –[b] Si venís de vuelta podéis quedaros, pero si no…[/b]

– [b]Gracias por todo.[/b]- dijo ella mientras recogía sus cosas.- [b]Hasta siempre.[/b] – terminó de añadir, una vez que bajaba las escaleras del autobús.

– [b][i]Espere.[/i][/b] – dije, poniéndome la mochila en el hombre y bajando también. – [b][i]Quizás pueda ayudarla. Ya he estado antes aquí.[/i][/b]

– [b]No hace falta.[/b]- me dijo, poniéndome una mano en el hombro y sonriendo levemente. – [b]Tú tienes toda la vida por delante, yo sin mi hijo no tengo nada por lo que vivir.[/b]

– [b][i]Yo también voy allí.[/i][/b] – contesté mientras comenzaba a caminar. – [b][i]Yo… He perdido algo importante que quiero recuperar.[/i][/b]

Algo muy importante y no, no era nada material. Lo que había visto antes me había hecho darme cuenta de lo importante que todos ellos eran para mí. Cada uno de ellos, con sus cosas buenas y con sus cosas malas era algo que quiero recuperar. Son personas que me importa, pero hay otra cosa también muy importante, al menos para mí.

También les importo yo algo a ellos. [/SIZE]

[QUOTE][color=black]
– [b]Te lo pregunto porque Sarah está preocupada por ti y no sabe cómo sacarte qué te pasa por la cabeza.[/b] – Diana dijo mientras se encogía de hombros.

[…]

– [b]No creo que haya nadie en… toda la galaxia que te entienda mejor que yo en este momento.[/b] – había dicho Diana, poniéndome su brazo en el hombro, justo en un momento en que de verdad, necesitaba que alguien me dijese algo.
[/color][/QUOTE]

[QUOTE][color=black]
– [b]Sarah me está animando para unirme al equipo de fútbol. [/b] – había dicho Daniel aquel día.- [b]¿Vais a uniros? [/b]

– [b]Oh. Yo jugaba. [/b] – respondió Ed con la ilusión dibujada en su rostro – [b]Bueno, en realidad jugamos casi todos. Si te apuntas puedes contar conmigo. [/b]

– [b]No estoy seguro. [/b] – recuerdo que había dicho, no muy seguro de aquella idea.- [b]Me tendríais que dar una razón de peso para apuntarme y continuaría dudando. [/b] – sonreí, intentando enmascarar mi entusiasmo y no entusiasmo al mismo tiempo.

– [b]Me das más razones. [/b] – respondí Daniel a Ed para después, mirarme a mí. – [b]Será divertido.[/b]

– [b]Es una buena manera de olvidar nuestros problemas y entretener a los demás.[/b]
[/color][/QUOTE]

[SIZE=2]De todas las cosas que tengo como persona, hay una que ahora mismo destacaría, algo que ahora mismo, he llegado a verlo como algo malo, aunque en sí, no estoy seguro de si podría caracterizarlo como bueno o malo. No me gustaba hablar de mi pasado, de todas esas cosas que ya había dejado atrás, pero eso no quería decir que fuese una caja fuerte humana y no pudiese compartirlo con alguien. Sé que no es fácil, pero no soy una persona que muerda si alguien que considero muy cercano a mí se interesa por mi vida.

Pero ya era hora de cambiar, era el momento de dar otro paso en esto que llaman vida. Es el momento de vivir, de hacer cosas que antes ni siquiera me llegaría a plantear, como unirme al equipo con Daniel y Ed, y cualquier otra cosa que vea medianamente interesante.

– [b]Está bien.[/b]- asintió la mujer con la cabeza, consiguiendo sacarme de mis pensamientos.- [b]Por si muero antes de poder decírtelo, mi nombre es Nora y el de la foto es mi hijo Liad.[/b]

No la contesté, no inicialmente. Todo parecía indicar que podría ser ella su madre, pero algo me decía que esto no estaba bien. No que ella fuese una amenaza, sino que simplemente, aquí había algo que no encajaba.

– [b][i]Yo soy Cecil.[/i][/b] – contesté al poco tiempo.

La había mirado directamente al decir esto, por lo que pude notar algo que me llamó un tanto la atención. Nora se encontraba rodeada por una especie de aura blanquecina. Una luz bastante cálida, agradable y tranquilizadora. Algo demasiado bueno en un lugar lleno de oscuridad y maldad.

– [b]Eres un buen chico, Cecil.[/b]- afirmó ella, tanto con sus palabras como con su cabeza.- [b]Le caerías bien a Liad.[/b]

– [b][i]Seguro que sí.[/i][/b] – sonreí de forma leve, sin dudar de eso ni por un instante.- [b][i]Una pregunta Nora. ¿Qué hacía su hijo allí?[/i][/b]

Había dado donde más le dolía, eso lo sabía. Pero necesitaba saber qué es lo que había ocurrido en realidad. Estaba seguro de que este lugar no era mi mundo, por llamarlo de alguna manera… Pero todo lo que concernía al rubiales era tan misterioso, con tantas preguntas sin responder que de verdad, necesitaba esto, necesitaba preguntárselo.

Ella se quedó callada durante unos segundos, pero algo me dijo que no titubeaba, indecisa de si contarme lo ocurrido o no. Como había visto en más de una ocasión en Liad, ella también buscaba las palabras correctas para poder contármelo.

– [b]Lo secuestraron.[/b]- consiguió decir con esfuerzo.

– [b][i]¿Por qué alguien querría secuestrar a un… niño?[/i][/b] – pregunté, intentando no sonar excesivamente brusco.

Ella suspiró y me miró a los ojos. Al parecer, pensaba lo mismo que había pensado yo cuando le conocí. No entendía el por qué alguien tan joven podría interesar a alguien.

– [b]Mi marido trabajaba para gente poco recomendable…y nos dimos cuenta tarde. [/b]- Se le escaparon unas cuantas lágrimas.- [b]Es todo culpa mía. [/b]

– [b][i]No se culpe. Viendo la situación en la que se encuentra, poco podría a ver hecho.[/i][/b] – le puse una mano en el hombro, intentando consolarla o algo así.- [b][i]De todas formas, lo importantes es el ahora, no lo que ocurrió antes.[/i][/b] –busqué algo más para añadir. – [b][i]De todas formas, sigo sin entender por qué le querrían a él. Aunque creo que será mejor que no continúe hablando del tema.[/i][/b] – sonrisa breve.

– [b]No pasa nada.[/b]- me sonríe levemente.- [b]Es la primera vez en dos años que alguien me pregunta por él. Nadie quiere hablar del tema.[/b]

– [b][i]Escuchar es bastante difícil para muchos.[/i][/b] – Nora asintió, metiendo la mano en el bolso y entregándome una botella de agua.

– [b]Quédatela. Ya estamos llegando. [/b]- bebí un largo trago de agua mientras continuaba escuchándola.- [b]Cuando estemos allí, no podremos parar. [/b]

– [b][i]¿Tiene alguna idea de lo que nos encontraremos allí?[/i][/b] – pregunté un tanto inseguro.

Fue entonces cuando ella me indicó que mirase hacia donde ella señalaba. Una vez que lo hice, vi algo que me espantó de una manera que nunca volvería a poder sentir. La ciudad se encontraba tremendamente destrozada. Algunos edificios estaban derruidos, con partes hundidas. Otros tenían las ventanas y las puertas tapiadas. Algo maligno había infectado la ciudad haciendo que fuese inhabitable, pero lo peor de todo, que cualquiera que entrase, nunca saliese de allí.

– [b]El fin del mundo.[/b][/SIZE]

[spoiler]El conductor fue movido por Dracon y la señora por Stefy. Cabe añadir que no es la madre de Liad, sino que es una creación del demonio para darle donde «más le duele», para que nos entendamos. Los flashback son de post anteriores y los personajes ajenos al mio (Daniel, Diana y Ed) fueron movidos por sus respectivos dueños. Gracias por aguantar este post y perdonad si hay burradas xD pero hacedlo en un dia y acabareis cansados de escribir tambien. Espero que os guste ^^[/spoiler]

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