Moondale

DEVORADA POR LA OSCURIDAD. PRIMERA PARTE

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Diana Echolls | Cerca del Parque Bellamy

[color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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Diana comenzó a impacientarse cuando vio que Dominic no llegaba. Seguramente habría encontrado un par de chicas por el camino y habría dejado que su segundo cerebro le guiase, pensó. Hombres, todos eran iguales, incluso en la otra vida. Por suerte ella era una auténtica vampiresa, lo mejor que le había ocurrido a su raza en mucho tiempo, y la perdición de las pobres ovejas de Moondale.

Mason había absorbido la oscuridad de la Boca del Infierno convirtiéndose en el terrible Señor de la Oscuridad y bla bla bla, cubriendo eternamente el cielo de unas deliciosas nubes negras que permitían divertirse durante más tiempo. Después el señorito, soy demasiado bueno para los vampiros, se fue a devorar, masacrar o aniquilar, lo que quiera que hiciesen los grandes malotes, a la Cazadora Buffy Summers y su corte.

Eso había dejado Moondale a merced de todas las fuerzas de la oscuridad, que lucharon entre sí y bla bla bla otra vez, el caso es que vampiros, demonios y todo tipo de seres variopintos se unieron en un equilibrio inestable para que, básicamente, los vampiros no devorasen sin sentido a toda la población.

Pero saltando a la parte importante, ella había formado parte de la resistencia humana, pero un milagroso día la vampiresa Alice la mordió y la convirtió. Y allí estaba ahora, esperando a otro de los suyos sin demasiada paciencia, pese a que tenía la eternidad por delante ahroa que era Diana, la Señora de la Caza.
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[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Edward MacLay | CabaÑa en el Bosque de los Susurros

[color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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Ed se recostó en la silla, escuchando de nuevo el sonido del silencio. Silencio era todo lo que oía a todas horas, exceptuando los pocos animales del bosque que continuaban en él tras la ida del sol. El silencio era…ensordecedor, abotargaba su mente y le susurraba cosas, cosas oscuras, pero por suerte tenía a sus amigos, con ellos no estaría solo, habría menos silencio. Era hora de llamarlos.

Colocó los brazos en posición de concentración y murmuró las palabras que conocía como la palma de su mano. Pronto un halo verdoso salió de su cuerpo como una llamarada y salió de la pequeña cabaña. Tras un par de minutos escuchó a alguien llamar a la puerta.

– [b] [i] [color=#266EAC]Adelante.[/SIZE][/i][/b] – dijo el mago. El pomo de la puerta giró y esta se abrió dejando paso a una criatura de aspecto delgado y macilento.


 

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Daniel Arkkan | Apartamento en Moondale

[color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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Daniel se incorporó en la cama, el intento de descansar era inútil, nunca podría descansar cuando su cuerpo batallaba en una guerra constante.

Se puso en pie y camino hasta la pequeña mesa que tenía en su destartalado apartamento, abrió el cajón, sacó la caja de pastillas y tomó dos seguidas para paliar el dolor. Tras tomarlas miró el calendario, pronto sería luna llena y entonces la presencia del licántropo sería tan fuerte que el dolor se mitigaría durante tres días.

En su caso la maldición estaba invertida, solo podía estar tranquilo en los días en los que era licántropo, porque durante el resto, la lucha de su genética de aesir contra la maldición era una continua tortura.

Tras eso se vistió, listo para salir a la calle y reunirse con la vampiresa Diana, la que se hacía llamar Señora de la Caza, y que más de una vez había manifestado su interés por cazarle si se volvía contra la alianza oscura.

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[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Dominic Williams | Parque Bellamy

[color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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Cuando el corazón de la que decía conocerle se paró y el frío cubrió su cuerpo, Dominic la dejó caer contra el suelo, provocando un ruido sordo: La chica de los ojos bonitos estaba muerta.

Con el dorso de la mano, se limpió los restos de sangre de la comisura de la boca y disfrutó un poco del sabor. Nunca se cansaría de morder a las chicas guapas, estaban buenas por dentro y por fuera.

Miró el reloj y soltó un bufido. Había quedado con Diana hacía unos minutos y llegaba tarde, así que sin pensárselo, arrastró el cuerpo hasta los matorrales y le desgarró la ropa. La encontrarían a la mañana siguiente con síntomas de forcejeo, mordiscos y la ropa rota, por lo que pensarían que era una grupie de los vampiros, de esas que se dejaban morder y tocar las tetas para sentirse más vivas. La policía archivaría el caso y se irían a comer unos Donuts, mientras él se reiría de ella. Pobres ilusas, la verdadera vida empezaba el día que te mordían para convertirte.

Se quedó mirándola unos segundos más. Su cuerpo inerte yacía entre los matorrales y la sangre reseca le cubría el cuello. Incluso muerta, seguía siendo guapa y lo mejor, tenía un buen cuerpo, pero ya era demasiado tarde para ella.

[i]”A la próxima que tenga unas tetas como las de ésta, la convierto”[/i].- Pensó mientras se perdía entre los árboles para encontrarse con Diana. [/SIZE]


 

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Mara Novak | Hospital Saint Roch

[color=#black]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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La sangre manaba por todas partes, pero Mara estaba completamente entregada, sin importarle lo mucho que se manchase de sangre o lo que ocurría alrededor. En cierto modo podría pensar que incluso lo disfrutaba pese a que no quería pensarlo de esa forma, pero era una sensación que la reconfortaba, que la hacía sentirse viva pese a no estar muy segura a veces de estarlo.

En esos momentos ni siquiera se permitía pensar, solo actuar, para salvar una vida. El paciente que tenía en sus manos tenía una hemorragia en el cuello por culpa de haber sido tan estúpido como para ir a un antro de vampiros a pedir que lo convirtiesen a cambio de su sangre. Costaba creer que el mundo estuviese tan mal como estaba, para que nadie se atreviese a alzarse contra los vampiros, demonios y demás seres que tenían a los habitantes de Moondale casi esclavizados. Pero en el fondo muchos se aguantaban porque preferían una vida así a enfrentarse al que había provocado todo eso, el vampiro conocido como Mason.

Tras detener la hemorragia, limpiar la herida, vendarla y dejar indicaciones a las enfermeras de la medicación que necesitaba, se fue a descansar al vestuario. Últimamente estaba agotada, cualquiera lo atribuiría a que cada vez que llegaba un paciente ella estaba allí para intentar salvar su vida, pero en parte era también porque era miembro de la resistencia, de lo poco que quedaba de ella al menos, y pronto se avecinaría una noche importante para Moondale.

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[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3] Christopher McLeod | Su despacho

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La Cazadora llegaba tarde una vez más y ese día, para colmo, ni siquiera se había dignado a aparecer por los entrenamientos. Era terca, impredecible, indisciplinada y lo que era peor, su protegida.

Dio un par de vueltas por el despacho con las manos a la espalda, intentando pensar cómo podría hacerla entrar en razón, pero era imposible: La chica nunca entraría en razón porque carecía de ella.

Se sentía como un lobo enjaulado en una celda diminuta y al pensar en ese símil, esbozó una sonrisa. Había estado cerca, muy cerca de convertirse en licántropo, pero había vivido para contarlo. Él había sido más rápido que el licántropo y el resto…el resto era una historia que le gustaba contarle a su mujer cuando quería sentirse un poco más joven.

Ahora sólo necesitaba que la Cazadora apareciese para poder irse a casa: ¿Era tanto pedir después de un duro día de trabajo? [/SIZE]

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