Moondale

QUE TODO FUESE SOLO UNA PESADILLA

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Cara Arkkan | Campo de cazadores nevado

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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Hacía mucho frío y normalmente, en casa de Elizabeth tenía calor, porque por las noches ponía la calefacción o me daba muchas mantas, hasta que mi cuerpo dejaba de temblar y me quedaba dormida. Por eso me asusté cuando noté tanto frío a mi alrededor. Tenía tanto miedo que no quería abrir los ojos, porque seguro que Elizabeth vendría pronto a cerrar la ventana y se me pasaría el frío.

Daniel decía que los Arkkan nunca tenían miedo y que cuando tenían, lo disimulaban. Esa frase siempre me hacía reír, por eso intenté pensar en ella, pero cada vez me costaba más controlar el temblor de las piernas.

Me hice un ovillo y me di cuenta de que estaba desnuda. Normalmente, no me importaba estar desnuda, la ropa me molestaba y las bragas me clavaban las costuras en el culo, pero sabía que bajo mi cuerpo había una capa de nieve enorme. No me gustaba la nieve, ni el frío: La nieve era la caca de las nubes. Aquello no me gustaba nada.

Intenté pensar en cómo había llegado hasta allí, pero no me acordaba de nada, sólo podía pensar en el frío que tenía, que se me clavaba como un cuchillo en la piel. Pensar en cuchillos clavándose en mi piel me hizo estremecerme, había algún recuerdo bloqueado relacionado con aquello. No quería pensar en eso, quería quería irme con Daakka y meterme en la cama con muchas mantas encima (sin él, porque las rompía todas).

Continué sin moverme un rato más, hasta que entendí que si no me movía, me iba a congelar, así que me puse en pie poco a poco, como un perro recién nacido. Me costaba mover las piernas y tuve que hacer varios intentos, agarrándome a una pierna afilada, pero al final lo conseguí, más o menos. Miré a mi alrededor y vi que estaba en el claro de un bosque. No sé por qué le llamaban claro si a mi alrededor sólo había árboles y más árboles. Árboles más altos que Dominic cubiertos de nieve. Avancé un par de pasos sujetándome a los árboles. Casi no podía notar los dedos de los pies, no tardarían mucho en congelarse.

El bosque me resultaba familiar, aunque no podía saber si era porque lo conocía o porque todos los bosques eran iguales, así que continué caminando hasta que escuché un disparo: Cazadores. – [b]¡Por aquí! No estará lejos, vamos chicos, tendremos diversión esta noche[/b]. – Al escucharles, me estremecí. Conocía esas voces de l vez que aparecí desnuda en el bosque. No tenía forma de saber si era el mismo día u otro: ¿Y si Elizabeth no existía, ni Daniel? Eso no era posible, los sueños duraban tanto o eso quería creer.

Temblé de forma más violenta. No sabía si era el miedo o el frío, pero quería salir de allí cuanto antes. Tenía miedo. Hacía demasiado tiempo que no lo había sentido.

Las voces se callaron y el bosque quedó en silencio, un silencio que acabó cuando escuché un disparo que impactó en mi gemelo derecho. Cometí el error de gritar, pero no podía hacer otra cosa. Me llevé la mano a la pantorrilla, que no tardó en cubrirse de sangre, a la vez que le escuché darse órdenes para acorrarlarme.- [b]¡Le he dado![/b]- Gritó una voz.Ni me lo pensé. No tenía nada para defenderme, estaba desnuda y muerta de frío, por no hablar de que tenía más miedo que vergüenza (bueno, es que la vergüenza era algo que no conocía), por lo que, arrastrando la pierna, avancé a toda velocidad que pude por el bosque.

Las ramas se me clavaban en la cara y en el cuerpo, haciéndome cortes, pero nada dolía más que el tiro en la pierna, ni siquiera los pies congelados, hundiéndose en la nieve hasta la altura de las rodillas. Entre eso y la sangre que salía de la herida por mucho que la taponase, hacía que fuese más fácil encontrarme, pero no me quedaba más remedio que avanzar si no quería morir hecha un cubito de hielo. [/SIZE]

[QUOTE=Flashback]
[SIZE=2]
Estábamos en la cabaña de Daniel, que según Elizabeth necesitaba urgentemente una limpieza a fondo, echando un vistazo en las cajas para ver si encontrábamos algo interesante. Las cajas eran de Daniel, no de Nathan y Abigail, que conste.

– [b] [i] [color=#4F5360]Mira, éste es Dominic.[/SIZE] [/i] [/b] – Comentó, sacando una foto de una caja de cartón pequeña,  bastante destrozada.- [b] [i] [color=#4F5360]Después de conocernos descubrimos que ya nos habíamos visto de pequeños.[/color] [/i] [/b]

Tomé la foto entre mis manos y la miré. En ella, salían un niño regordete, uno cabezón, un tipo de piel muy oscura y otro, más claro.- [b] [i] [color=#7E6368]Era feo, porque tenía la cabeza muy grande[/color] [/i] [/b].- Sentencié tras observarles.- [b] [i] [color=#7E6368]Y tú estabas gordito, ¿es que comías mucho?[/color] [/i] [/b]- Le pregunté mirándole directamente a los ojos. Se parecían a los míos.

– [b] [i] [color=#4F5360]Oye…era el metabolismo…tú comes casi más que yo.[/color] [/i] [/b] – Protestó, después de apartar la vista.

– [b] [i] [color=#7E6368]Pero Cara  no engorda y si engorda da igual, porque dice Elizabeth que la belleza está en el interior, donde el corazón y el estómago[/color] [/i] [/b].- Le expliqué.

– [b] [i] [color=#4F5360]Pues ya sabes, nada de llamarme gordo.[/color] [/i] [/b] – Me dijo justo antes de sacar dos fotos de la caja y me tendió una de ellas, en la que salía una mujer pelirroja sonriendo. Era distinta a la mujer del pelo rojo de mi cabeza y también, más guapa que Diana. – [b] [i] [color=#4F5360]Es mamá…de joven.[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#7E6368]Era guapa, como Cara[/color] [/i] [/b].- Pasé un dedo por la foto, por su sonrisa.- [b] [i] [color=#7E6368]Parecía simpática, no como otra gente[/color] [/i] [/b].

– [b] [i] [color=#4F5360]Se dice “como yo” y sí, lo era.[/color] [/i] [/b]- Me reprendió e intenté poner los ojos en blanco. – [b] [i] [color=#4F5360]Hacía magia, como Diana.[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#7E6368]¿Daniel hace magia? Cara no[/color] [/i] [/b].- Dejé escapar un bufido de frustración.

– [b] [i] [color=#4F5360]Algo así, no mucho.[/color] [/i] [/b] – Me aclaró. – [b] [i] [color=#4F5360]Encantamientos, papá también lo hacia, dan poder a los objetos.[/color] [/i] [/b] – hace como que escribe y señala la katana.

– [b] [i] [color=#7E6368]Cara tampoco sabe hacer eso…[/color] [/i] [/b]- Agaché la cabeza. No sabía hacer nada.

– [b] [i] [color=#4F5360]Tienes tiempo para aprender.[/color] [/i] [/b] – Me miró para decirlo. – [b] [i] [color=#4F5360]Te haré algo, tengo que pensar qué.[/color] [/i] [/b] – Se quedó en silencio y me tendió otra foto. – [b] [i] [color=#4F5360]Mira. Es él. Más joven.[/color] [/i] [/b] – Mi padre.

– [b] [i] [color=#7E6368]Era más guapo que Daniel…[/color] [/i] [/b]- Dejé escapar una carcajada malvada.- [b] [i] [color=#7E6368]¿Daniel es adoptado?[/color] [/i] [/b]- Me eché hacia atrás para seguir riéndome.

– [b] [i] [color=#4F5360]Oye…eres un bicho.[/color] [/i] [/b] – Me dio otra foto mientras yo me seguía riendo – [b] [i] [color=#4F5360]La abuela Ellie.[/color] [/i] [/b] – En ella, aparecía una mujer antigua. – [b] [i] [color=#4F5360]Te pareces.[/color] [/i] [/b]

Me encogí de hombros, no quería ponerme triste- [b] [i] [color=#7E6368]A Cara le gustaría haberles conocido[/color] [/i] [/b].- Le expliqué, con un nudo en la garganta.

– [b] [i] [color=#4F5360]A mí también me gustaría que los hubieses conocido, y haberles podido presentar a Sarah.[/color] [/i] [/b] – Sacó una foto que guardó rápidamente, no me dio tiempo a ver de quién era.

Al ver que también se ponía triste, le pasé una mano por encima del hombro. A lo mejor él también tenía un nudo en la garganta. – [b] [i] [color=#4F5360]Es el abuelo Aidan, el padre de papá. Ya hablaremos de él, en otro momento.[/color] [/i] [/b] – Volvió a rebuscar, esta vez en una caja de metal que había encima de la estantería del fondo. De ella, sacó un broche pequeño con forma de libélula. Era de plata y aunque estaba un poco estropeado por el paso del tiempo, me parecía muy bonito. – [b] [i] [color=#4F5360]Para ti, es un recuerdo de mamá.[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#7E6368]¿De mamá? Gracias[/color] [/i] [/b].- Se me notaba en la voz el nudo en la garganta. Sólo esperaba que Daniel no se diera cuenta.

– [b] [i] [color=#4F5360]A ver si encontramos más, esta casa se ha convertido en un trastero.[/color] [/i] [/b] – Noté que a Daniel le brillaban los ojos más de lo normal y cambió de tema rápidamente, momento que aproveché para ponerme el broche en la chaqueta vaquera que había heredado de Diana. Todo el mundo me había dicho que no se llevaban así de grandes, pero a mí me hacía gracia parecer un payaso.

Esbocé una sonrisa.- [b] [i] [color=#7E6368]Ibas a llorar, Cara lo sabe[/color] [/i] [/b].- Me acerqué hasta él y le di con el dedo en el pecho.

– [b] [i] [color=#4F5360]No lloro.[/color] [/i] [/b] – Negó con la cabeza sonriendo también. – [b] [i] [color=#4F5360]Ven, ayúdame a buscar.[/color] [/i] [/b] – Y así nos quedamos, buscando entre las cajas. Recuperando el tiempo perdido.

[/QUOTE]

[SIZE=2]Cuando dejé de pensar en Daniel, me di cuenta de que unos metros más adelante, ya no había nieve, por lo que sin pensármelo, fui hasta allí. No me paré a pensar en lo raro que era que en un bosque nevara en algunas partes y en otras, no.

Las voces de los cazadores se escuchaban cada vez más cerca y la pierna me ardía, pero tenía que hacer el esfuerzo, así que apuré el paso y cuando toqué la tierra que no estaba cubierta de nieve, me desplomé, seguramente debido al dolor.

Abrí los ojos unos minutos después o eso me parecía, pero me di cuenta de que estaba caminando en dirección a una casa de piedra en la que no cabía ni Éowyn. Noté que llevaba algo de ropa puesta, al menos por fuera, porque me había olvidado de la interior: Llevaba una camiseta gris que me quedaba grande y unas zapatillas de deporte mugrientas. Continuaba arrastrando la pierna por culpa del dolor, lo que me hizo imaginar que había encontrado ropa, pero no calmantes ni nada que me ayudase a curarla. No entendía qué me había llevado a taparme el cuerpo en vez de romper la camiseta para hacer una venda, pero no era tiempo de discutir conmigo misma, sino de actuar, por ello arranqué una tira de la camiseta que ya estaba medio rota y la puse alrededor de la pierna para taponar la herida.

Una vez estuve a la altura de la cabaña, intenté abrir la puerta, pero como no pude, empecé a darle golpes para ver si era capaz de tirarla abajo.- [b][color=#2E2E83] ¿Quién anda ahi?[/SIZE] [/b] – Preguntó alguien detrás de la puerta. Tenía un acento raro.
– [b] [i] [color=#7E6368]Tú, ¿quién eres y por qué hablas raro?[/color] [/i] [/b]- Le pregunté sin dejar de golpear la puerta. Fuera quien fuera, estaba en un refugio y yo, en mitad del bosque.

– [b][color=#2E2E83] ¿Quien eres tu y porque hablas gritando?[/color] [/b] – Me devolvió la pregunta.

– [b] [i] [color=#7E6368]Tío raro, responde[/color] [/i] [/b].- Le ordené dándole un puntapié a la puerta para asustarle.

El tío rato se quedó en silencio y al final, respondió.-[b][color=#2E2E83] Me llamo Hiroshi Sato, ¿y tú?[/color] [/b]

Al escuchar su nombre, me quedé en silencio. Decidí que lo mejor era mentirle.- [b] [i] [color=#7E6368]Daenerys Targaryen[/color] [/i] [/b]

Me pareció escuchar algo parecido a una carcajada detrás de la puerta.-[b][color=#2E2E83] Encantado, madre de dragones. Espero que vengas con ellos, hay alguien demasiado peligroso rondando por aquí.[/color] [/b]

Casi se me contagia la carcajada, hasta que escuché la palabra “peligroso” y me puse alerta.- [b] [i] [color=#7E6368]¿Quién?[/color] [/i] [/b]

– [b][color=#2E2E83] Ni idea. Tiene aspecto de humano, pero de un tamaño desproporcionar a la media. Deberias huir antes de que vuelva[/color] [/b].- A lo mejor se refería a los cazadores.

– [b] [i] [color=#7E6368]¿Y tú, tío raro?[/color] [/i] [/b]- Era raro, pero parecía simpático.

– [b][color=#2E2E83] Intentaré huír de él cuando entre de nuevo[/color] [/b].- Fue su respuesta.

Asentí con la cabeza, aunque no me viera.- [b] [i] [color=#7E6368]Espero que tú tengas ropa, no como Cara. Digo…como Daenerys…digo como yo[/color] [/i] [/b].

– [b][color=#2E2E83] Id con cuidado, Daenerys de la Tormenta[/color] [/b].- Dijo a modo de despedida y avancé por el bosque, dispuesta a encontrar a Daniel y a los demás para que me ayudasen a salir de allí.

En cuanto me alejé de la cabaña, ésta desapareció, al igual que la ropa y volvió la nieve. Volvía a estar sola y perdida.

Al notar nuevamente el frío en piel desnuda, temblé y noté cómo una lágrima me recorría el rostro. Quería escupirme: “Los Arkkan no lloran”, me repetía, pero no tuve tiempo de limpiármela con la mano, porque escuché un disparo y después, una bala impactó en mi hombro, haciéndome gritar.

Al poco, me vi rodeada de un montón de sombras. Las sombras se fueron tornando en seres humanos con rostro.

Ahogué un grito y me tiré al suelo hecha un ovillo. En parte, porque me dolían la pierna y el hombro, además de estar muerta de frío, pero sobre todo, porque tenía miedo.

Miedo de que la vida en casa de Elizabeth no fuese real, igual que se hermano que había surgido de la nada.

No quería perderlo todo. No quería volver a estar sola en la nieve. le tenía más miedo al olvido que a la muerte. Quería que todo eso fuese sólo una pesadilla.

Por favor…

[spoiler]Si notáis que escribo raro, es culpa de Elizabeth que se ha empeñado en revisarme la ortografía[/spoiler]

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