[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Edward | Futuro del Soberano
[color=#5AA6BB]MaÑana[/SIZE][/color][/b][/font]
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[i]Mis padres están vivos.[/i] – pensé una vez más. El mismo pensamiento me había estado rondando la cabeza durante todo el camino. Mis padres, a los que ya me había resignado a no conocer excepto por las leyendas que rondaban sobre ellos y que alimentaban a todo aquél que se resistía al Soberano.
Tan solo tenía unas pocas fotos de ellos, porque Mamá Eli había insistido en que el resto estaban a buen recaudo, porque si nos descubrían en posesión de fotos de los Campeones, no tardarían en atar cabos y hacer con nosotros lo mismo que habían hecho con ellos.
Hasta ese momento había pensado que lo que habían hecho con ellos era sencillamente matarles, pero no, llevaban casi dos décadas presos, bajo el poder del Soberano y no quería ni imaginarme en qué condiciones.
Por otra parte, a medida que habíamos empezado a caminar, el peso de la duda y la responsabilidad habían caído a plomo sobre mí. ¿Y si habíamos confiado demasiado rápido en ese hombre? Pero no, parecía saberlo todo al detalle, cada cosa que íbamos a hacer. Pero, ¿y si tenía razón, pero para cuando llegásemos habían muerto o peor, les habían convertido en Enfermeros?
Ya había sido doloroso perder a la abuela Elizabeth y verla convertida en esa especie de zombi unido mentalmente al Soberano, si ahora, después de tanto tiempo, encontraba a mis padres de la misma forma, no me creía capaz de superarlo, ni siquiera conseguía colocarme en esa tesitura para saber qué hacer.
Me distraje instante cuando Alex pasó por delante de nosotros, atrayendo mi mirada de forma inconsciente. Cuando me di cuenta, rectifiqué, entendía lo que había explicado su amigo, mentalmente lo entendía, pero una parte de mí no llegaba a comprender el hecho de querer salir a divertirse, quizá porque ni yo ni Ethan, Amy o Nicholas nos lo habíamos podido permitir nunca.
Quizá eso era en el fondo lo que más me molestaba. Estaba la parte protectora con Amy, porque me preocupaba cada vez más su estado y evidentemente el hecho de que alguien a quien no conocía de nada hablase con tanta frialdad de su muerte me había enfadado, pero en parte envidiaba esa libertad para decir y hacer lo que quisiera.
En parte estaba enfadado por esa misma razón, enfadado con Mamá Eli, con la tía Kaylee, por habernos mantenido engañados durante años. Era mi tía, me habría ayudado saber que al menos me quedaba alguien más, alguien que había crecido con mi madre, que había conocido a mi padre durante mucho tiempo, pero en lugar de eso solo tuve silencio sobre ellos. ¿Habría sabido también todo ese tiempo dónde estaban?
En ese momento estaba totalmente convencido de que las cosas habrían sido distintas si lo hubiese dicho, pero quizá estaba equivocado, de todas formas, nunca llegaría a saberlo.
Mientras me encontraba perdido en mis pensamientos, llegamos a una zona totalmente ensombrecida y abandonada. La razón para las dos cosas era la misma, el Palacio Flotante del Soberano se erguía en el cielo justo sobre nosotros, tapando la luz del sol.
No recordaba cuando se había levantado el Palacio, seguramente antes de que yo mismo hubiese nacido, pero sí sabía que la gente de esa zona había abandonado sus hogares para alejarse de ese lugar, eso los que habían podido, porque muchos habían terminado siendo parte del Compendio, más Enfermeros.
Se decía que en esa zona fluctuaba mucho la magia, llegando a producirse cosas muy extrañas, lo que añadía aún más motivos a la gente que abandonó sus casas y sus posesiones para irse.
– [b][i][color=#2D1F1F]Ya hemos llegado.[/SIZE][/i][/b] – dijo el tipo que se apodaba Drizzt.
– [b][i][color=#898579]Aquí no hay nada, ¿cómo vamos a subir?[/color][/i][/b] – pregunté sintiendo que la duda crecía en mi interior. Estábamos en la zona más peligrosa de la ciudad, del mundo incluso, junto a tres personas a las que no conocíamos de nada, especialmente a él, que además no parecía tener problemas para disparar la ballesta. ¿Y si todo era una trampa? Habría perdido todo lo que me importaba por perseguir un sueño y habría arrastrado también a toda la gente que me importaba, a los únicos que tenía, quizá incluso a un par de chicos cuya desgracia había sido encontrarse con nosotros.
El tipo se apartó de nosotros y aferré instintivamente las dos katanas de mi padre, como si eso fuese a darme fuerzas. Pensé por un instante en todo lo que me habría perdido si esto no resultaba, en que nunca habría conocido a esa chica especial de la que enamorarme, con la que encontrarme al volver de un día duro y sentirme automáticamente reconfortado, solo por el hecho de estar con ella.
Una vez había soñado con una chica, la había visto en casa, pero en una casa menos abarrotada que ahora, menos deteriorada. La veía hablar con mi madre, sonreír, y recordaba haberme sentido totalmente feliz en ese sueño, hasta que me desperté. Nunca olvidaría ese agónico despertar, el retorno a este mundo, después de haber conocido semejante felicidad, incluso en sueños. Traté de aferrarme a su imagen, pero a los pocos segundos de despertarme ya se había desvanecido, solo recordaba lo que me hacía sentir su sonrisa, como si el mundo se iluminase completamente y todo lo malo tuviese un lado positivo, como si no tuviese que retener la esperanza, si no que estuviese siempre ahí, porque el mundo era algo precioso si ella estaba en él.
Era lo único que recordaba, eso, y su melena castaño oscuro y a veces eso era lo único que me animaba cuando me asaltaban las dudas.
Aferré las katanas con más firmeza y me adelanté un poco, pero entonces, con las esperanzas renovadas, me fijé en los movimientos de Drizzt y me di cuenta de que podía confiar en él.
Continuó observando hasta que encontró lo que buscaba, lo que para nosotros solo parecía un suelo cubierto de polvo y escombro. Se agachó y apartó el polvo con una mano, dejando ver una especie de marca rúnica que brillaba mágicamente, incluso desde mi posición se percibía su poder. Tras despejarla, puso su mano en ella y nos rodeó un halo de color azulado.
Diría que me sentí nervioso al vernos rodeados de una energía inesperada, pero la verdad es que no dio tiempo, al instante estábamos dentro de un edificio de paredes blancas con una alfombra de color azul oscuro.
– [b][i][color=#2D1F1F]Así.[/color][/i][/b] – respondió él, con una leve sonrisa.
En algunas de las paredes se podían ver tapices con el símbolo del Soberano, el del Recuerdo, estábamos en el Palacio del Soberano.
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