Rebecca Lee | Su apartamento, Barrio Residencial del Oeste
Noche
Sarah y Daniel llegaban tarde. Es decir, no es que llegaran muy tarde, pero se habían retrasado cinco minutos de la hora en la que se suponía que debían llegar y la impuntualidad me ponía muy nerviosa, aunque a decir verdad, por aquella época todo me ponía muy nerviosa. Acababa de salir de la ducha y me había arreglado el pelo como había podido (unos bucles que me había hecho con los dedos y mucha espuma), pero Dom había interpretado como una señal para poder ponerse a silbar para sacarme de mis casillas o a lo mejor no lo hacía por eso, sino porque le gustaba cómo me quedaba la falda roja de encaje y vuelo, pero yo no estaba de humor, así que él se encogió de hombros sin entender muy bien qué me pasaba. Si supiera que ni yo misma me entendía…
En esas estaba cuando escuché que tocaban al interfono. Eché la ropa al cesto, revisé que el baño estuviera medianamente limpio y caminé en dirección a la puerta colocándome los guantes a toda velocidad.
– [Dom]Esa falda y yo tenemos una conversación pendiente[/Dom].- Susurró rodeándome con los brazos desde atrás, lo que provocó que diera un salto hacia adelante para librarme de él.- [Dom]¿Estás bien?[/Dom]- Preguntó escrutándome con la mirada y asentí rápidamente un par de veces. Sé que no estaba convencido, pero no le quedó más remedio que dejarlo estar, porque sonó el timbre y abrió sonriendo.- [Dom] Bienvenidos. «Mi casa es su casa»[/Dom].- Lo último lo dijo en español y no pude evitar reírme. Siempre me había gustado su vena payasa.
– [Rebecca]¿Qué tal estáis?[/Rebecca]- Les pregunté extendiendo la mano para estrecharla con las suyas, que era lo máximo que podía hacer dado «mi poder».
– [Sarah]Gracias por invitarnos[/Sarah].- Sarah me tendió una bolsa y la abrí. Dentro había una caja y en su interior, ocho cupcakes con bastante buena pinta.
– [Rebecca]A vosotros[/Rebecca].- Me eché a un lado para que pasasen y noté que las manos me temblaban por culpa de los nervios, así sujeté con fuerza la caja. Nunca había compartido casa con un chico y bueno, no creo que fuera la única que cuando Dom y yo empezamos a salir pensó que no íbamos a durar más que un par de días, que se convirtieron en semanas. Los primeros meses los pasamos «conociéndonos en profundidad» y no fue hasta que mi padre me torturó cuando descubrí que a lo mejor podíamos ser algo más. Sé que, en teoría, ese momento debería ser el de la azotea y la cena con velas, pero ésa sólo fue el epílogo de lo que os comentaba de hacerlo en todas las esquinas.
Dom colocó sus abrigos en la percha de la entrada y nos quedamos los cuatro observando el salón que estaba unido a la cocina con barra americana. Todavía teníamos pocos muebles y no habíamos tenido tiempo de darle un aspecto de hogar, pero estábamos intentándolo.-[Rebecca]La cena la ha preparado Dom, que es muy elegante[/Rebecca].- Tercié para aliviar la tensión y avancé para ver si ellos también lo hacían.
– [Dom] Fue difícil de hacer, tuve que llamar y dar indicaciones de dónde traerlas[/Dom].- La mesa ya estaba puesta, en cuyo centro estaban unas cuantas pizzas familiares y me puse a preparar los aperitivos, que eran frutos secos, aceitunas que nos habían costado un ojo de la cara y patatas fritas.
– [Sarah]Todo el mundo adora la pizza[/Sarah].- Comentó Sarah acercándose para ayudarme. Me fijé en que llevaba una falda muy bonita, que estuve a punto de preguntarle dónde la había comprado, pero se me olvidó.
– [Daniel]Te ayudo con la mesa Dom, al fin y al cabo fue cosa nuestra.[/Daniel] – Se ofreció a llevar las bebidas y, una vez tuvimos los aperitivos, nos sentamos a cenar.- [Daniel]¡Qué bien huele![/Daniel] – Exclamó muerto de hambre y no pude evitar sonreír. En el fondo, seguía siendo un niño gordito y asmático, por muy…guapo que fuese ahora.
Empezamos a servirnos los trozos de pizza y la verdad, es que estaba muy buena, una de ellas se llamaba «Lasagna» y la otra «BBQ Cream». Di un trago de Cola light y, cuando se hizo el silencio, me fijé en que Dom había puesto música, pero no había elegido una de sus infernales listas de Spotify, sino una de las mías. Cuando escuché los primeros acordes de la canción, no pude evitar sonreír. Sabía que odiaba esa música que «un día haría que le crecieran tetas», pero la había puesto por mí.
– [Sarah]Eres un cocinero cojundo[/Sarah].- Sonrió Sarah atrapando el queso con la lengua que amenazaba con caerse al plato.
Miré a Dom y señalé al techo, para que entendiera que le preguntaba a qué venía la música y él, simplemente, se encogió de hombros.- [Daniel]Ya te digo[/Daniel].
– [Dom] Gracias, gracias[/Dom].- Cogió una servilleta e hizo como que se secaba las lágrimas de emoción.
Continuamos comiendo, porque teníamos más hambre de la que parecía, hasta que Sarah rompió el silencio.-[Sarah]¿Sabéis lo que dice la madre de Christopher de las casas nuevas, verdad?[/Sarah]- Preguntó alzando una ceja.
Al escucharle decir eso, empecé a toser violentamente, porque la Cola se había ido «pa’ Scone’, como decía Arthur MacLeod.- [Rebecca]Está buena la pizza…¿eh?[/Rebecca]- Me forcé a sonreír, porque no quería que Sarah contase esa frase de Delly.
Mi mirada se cruzó con la Daniel, que no podía evitar reírse, así que sujeté el cuchillo con las manos y lo clavé encima del trozo de pizza que había en mi plato, indicándole que si seguía riéndose, acabaría de esa forma.- [Dom] ¿Que están encantadas?[/Dom]- Dom no se enteraba de nada.
Sarah negó con la cabeza riendo.- [Sarah]Casa nueva, bebé en camino[/Sarah].-Di un trago de mi refresco para que no se notara que estaba poniéndome colorada.
– [Daniel]Christopher nació al poco de que comprasen la casa que conocéis[/Daniel].- Nos recordó y le arreé un puntapié por debajo de la espinilla.
– [Rebecca]Eso no…no[/Rebecca].- Conseguí decir abanicándome con la servilleta, ante la mirada de Daniel que no entendía a qué venía el puntapié.
Se hizo el silencio y Sarah empezó a incomodarse, pensando en que había hecho mal al bromear.- [Dom] No, no creo que eso pase aún[/Dom].- Esa última palabra se quedó flotando en el aire. No creía que fuese a pasar «aún». Tuve que mirar un par de veces a la silla por si había empezado a levitar.
– [Sarah]Tranquilos, ahora hay métodos mejores que los que usaba Delly[/Sarah].-Medió Sarah, que parecía avergonzada por su comentario, aunque no había nada que lamentar (¡DOM HABÍA DICHO «AÚN! ¿Qué significaba eso?).
– [Daniel]Ah, no sabéis la llamada que he recibido antes, de mi hermana[/Daniel].- Explicó Daniel echándose hacia atrás para evitar la tentación de seguir comiendo. – [Daniel]Os lo cuenta Sarah que tiene más gracia.[/Daniel] – Apostilló después de pensarlo un poco, pero Sarah le dedicó una mirada y se lo volvió a pensar.- [Daniel]Vale…[/Daniel] – Se rascó la parte de atrás de la cabeza. – [Daniel]Pues resulta que alguien ha aparecido hoy por la nave buscando un espacio para su negocio…[/Daniel] – Comenzó. – [Daniel]…y Cara le ha alquilado la habitación de al lado de la «lobera».[/Daniel] – Ninguno de los que escuchábamos podíamos dar crédito.- [Daniel]Sin alquiler fijo mientras empiece, a cambio de hacernos la publicidad y trabajar en la obra…[/Daniel]
– [Dom] Otro empleado que no cobra. Tu hermana sabe como funcionan los negocios[/Dom].- Al escucharle hablar de Cara no pude evitar enarcar una ceja. Sabía que en alguna realidad habían estado juntos o eso me habían contado y esa simple posibilidad me ponía bastante nerviosa.
– [Sarah]La cuestión es que es un desconocido y…bueno Dom, no vamos a andarnos con tonterías: de vez en cuando pásate por la nave, gruñe, mírale mal…[/Sarah]- Explicó entre risas.
– [Daniel]Méate en todas las esquinas que puedas…así sabrá que es tu territorio[/Daniel].- Asintió con la cabeza y todos nos unimos a la broma.
– [Dom] ¿Por que tengo que hacer siempre de malo? Es por mis tatuajes ¿verdad?[/Dom]- Se remangó la camisa y mostró uno de los muchos que surcaban su cuerpo. Recordé la cara que puso mi tío Jaime la primera vez que entró en casa y lo raro es que no le pusiera una orden de alejamiento.
– [Rebecca]A veces me pregunto cómo conseguiste que saliera contigo[/Rebecca].- Le miré de medio lado.
– [Dom] Facil, en realidad soy un encanto de persona[/Dom].-Noté cómo su mano se había colocado encima de mi rodilla y avanzaba en dirección a vete tú a saber qué parte de mi cuerpo.
– [Rebecca]Así hablarían tus vecinas si matases a alguien[/Rebecca].-Sin pensarlo, la moví y le di a Daniel.- [Daniel]¿Qué he hecho ahora?[/Daniel]
– [Rebecca]¡La culpa es del pulpo de tu amigo![/Rebecca].- Me defendí.
– [Dom]Oye…[/Dom]- Dom se quejó y, como ya habíamos terminado de cenar, recogimos la mesa, fregamos los plaots, hicimos café y marchamos con las cupcakes al sofá.
Decidimos sacar el Parchís, que a mí me parecía uno de los juegos más tontos de la historia, pero a Dom le encantaba.- [Daniel]Agh, siempre tengo mala suerte en estas cosas.[/Daniel] – Maldijo desde el puff que estaba frente a la mesa.
– [Sarah]Si estuviera Cara aquí, nos habría robado las fichas mientras no miramos[/Sarah].- Apuntó Sarah tirando el dado.
– [Dom] El truco esta en ir moviendo todas las fichas a la vez[/Dom].- Si había alguien que disfrutaba de los juegos de mesa, ése era mi novio.
– [Rebecca]¿Pero esto tiene truco?[/Rebecca]- Le di un sorbo al café, que visto el día que había pasado, era lo que menos falta me hacía.
– [Dom] Todo tiene su truco[/Dom].- Al decirlo, me guiñó un ojo. Estuve a punto de decirle algo, pero la vibración del teléfono de Sarah nos interrumpió.- [Sarah]Un momento. No vale que me comáis las fichas[/Sarah].- Se puso en pie sonriendo y se fue hasta la cocina. Los demás, optamos por apurar los cafés (en el caso de Dom, el café no era un café, sino ron con Cola) para no continuar el juego en su ausencia.
Al poco, volvió. Ya no sonreía.- [Sarah]Los Búhos han llamado a Christopher, porque el Director de Inteligencia Nacional quiere reunirse con nosotros. Esta misma noche[/Sarah].
– [Daniel]¿El que se ha mudado al castillo ese con tanta gente?[/Daniel] – Daniel frunció el ceño. Esto no tenía buena pinta. Me había enterado de la noticia en uno de los periódicos que llegaban a la biblioteca y me parecía una locura que un Director de Inteligencia Nacional se mudara con su harén a un castillo.
– [Sarah]Estará en la plaza «Silver Lake»…en quince minutos[/Sarah].- Se sentó y, colocando las manos sobre las rodillas, nos miró esperando una respuesta.- [Rebecca]Los Directores de Inteligencia Nacional no se reúnen con gente como nosotros[/Rebecca].- Me crucé de brazos.
– [Dom] Y sobre todo: ¿Cómo es que nos conoce?[/Dom]- Cuando se acabó el ron, sacó del vaso un hielo y se lo metió en la boca.
– [Daniel]No me gusta nada esto.[/Daniel] – Daniel empezó a mover la pierna con nerviosismo. Sin ser hijo de Delly, había heredado uno de sus tics.
El teléfono de Sarah silbó con el sonido de un Sinsajo y ésta lo desbloqueó para mirar a ver qué era.- [Sarah]Diana acaba de enviarme un mensaje diciéndome que Christopher y ella van para allá, pero Cara y Daakka se quedan en casa, porque todavía…son pequeños…o algo así[/Sarah].- Se puso en pie como si acabara de saltar un resorte.- [Sarah]Gracias por la cena y siento haberos incomodado con lo que dice Delly, era para que os rierais[/Sarah].- Se disculpó, aunque no era necesario.
– [Dom] Y nos hemos reído, a pesar de nuestras caras de tensión[/Dom].- Asintió con la cabeza para restarle importancia.
– [Rebecca]Hasta yo sé que era una broma[/Rebecca].- Miré a Dom y a Daniel, intentando saber qué era lo correcto, pero cuando la vi de pie, supe lo que tenía que hacer.-[Rebecca]Espera, voy contigo[/Rebecca].- Fuimos hasta la percha para coger los abrigos y los bolsos. El mío no me pegaba con la ropa, pero no había tiempo para cambiarlo.
– [Dom]Yo también voy, supongo que querrán vernos a todos[/Dom].- Se levantó para coger su chaqueta de cuero y Daniel hizo lo mismo, después de mirarnos agradecido.
Lo que no sabíamos es que esa noche iban a cambiar muchas cosas.
Pero nos enteraríamos cuando fuera demasiado tarde.
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