Amy | Galería subterránea
NOCHE
Apuré el paso un poco más y me concentré en mi respiración. Llevábamos un buen rato corriendo por la galería de olor nauseabundo, huyendo de los rastreadores y lo en lo único en lo que podía pensar en que podríamos ir mucho más rápido si en lugar de ser un equipo, fuéramos una manada. Miré a Ezra, que corría a mi derecha, con aquella camiseta de manga larga de color azul marino de una serie o un videojuego del que ya nadie se acordaba, que seguramente había sido de su padre, prácticamente pegado a mi hombro. Era el único hijo de mis tíos Lucy y Ed. El tío Ed, que había desaparecido hacía unos años y la tía Lucy que, bueno, digamos que llevaba criando malvas una buena temporada, así que ahora, éramos la única familia que tenía.
No estoy segura de si lo recordaba o si era que se había quedado grabado en mi memoria después de haber escuchado tantas veces a la tía Lucy, que nos había cuidado a todos hasta el día de su muerte, pero me hacía gracia pensar en aquello que decía mi madre de «cariño, tu tía se quedó embarazada la primera vez que el tío Ed mojó el churro». Al principio, no entendía a qué se refería con «mojar el churro», porque no es que tuviéramos una variedad ilimitada de comida y lo poco que sabía sobre «churros» es que se mojaban en chocolate y no provocaban embarazos, pero luego lo fui entendiendo y confirmé lo que decía todo el mundo: mi madre era genial.
Por si quedan dudas, mis padres también llevaban muertos una buena temporada. Mi padre no era un hombre de acción, pero cuando las circunstancias le obligaron a ello, cuando mi madre se empeñó en hundir esta ciudad hasta las cenizas, se convirtió en uno y duraron poco, no creo que yo tuviera más de cinco años. No es una historia bonita, simplemente, salieron volando por los aires y pum, adiós a mis padres y casi a mi vida. A lo mejor tendría que aclarar que Ezra no era el único huérfano, sino que Noah, Xander, Kaylee, él y yo éramos la única familia que nos quedaba. Ellos y el resto de la Refugiados eran lo único que separaba de dejar que el pelo me cubriese y me internase en los bosques para vivir en paz los años que me quedaran.
Quizás en este punto debería aclarar que soy una licántropa, igual que lo era mi padre. Una licántropa nacida con pleno control de sus habilidades, todo hay que decirlo. Mi hermana, que es tres años más pequeña que yo y se llama Kaylee, también lo es, aunque ella no nació con las habilidades, sino que le mordí porque quería apropiarse de la pelota mugrienta con la que estaba jugando cuando teníamos siete y cuatro años. La historia de Ezra es distinta, porque lo convertí cuando no me quedó más remedio que sujetarle por la muñeca y darle un mordisco para no muriera, aunque eso mejor que lo cuente él porque es cosa suya.
Esto es importante porque anoche había luna llena y, como siempre, tuve que encerrarme con ellos en la planta de arriba, donde estaban las jaulas, para que no se descontrolaran y acabásemos como los hijos de Dominic, que eran poco más que máquinas de matar con sus caras, pero me dejé llevar, porque echaba tanto de menos mis cuatro patas que se me olvidó que tenía otras ocho que vigilar. Ezra y Kaylee eran mis betas, mi responsabilidad y, cuando nos despertamos con el sonido de las alarmas y las luces las linternas de los rastreadores, supe que la habíamos cagado.
Encontré mi ropa a duras penas, porque controlaba lo suficiente a mi parte peluda como para no alejarme demasiado de ella, pero Kaylee no y corría detrás de nosotros sólo con las braguitas y las manos cubriéndole el pecho. Ni siquiera nos habíamos parado a pensar que estaba desnuda, porque ahora mismo no importaba nada más que sobrevivir un día más.- [Kaylee]¿Puede darme alguien una camiseta o queréis seguir disfrutando de las vistas de mi precioso culo?[/Kaylee]- se quejó mi hermana poniéndose a la altura de Ezra y de mí, que encabezábamos la expedición de Refugiados. Ahora todos estábamos en peligro, ya ni siquiera era segura La Nave. Una veintena refugiados corriendo por aquellas cloacas por mi culpa.
– [Xander]Kay, no tenemos tiempo, nos pisan los talones[/Xander].- mi primo Alexander habló con la seriedad que le caracterizaba, con aquellos vaqueros desvencijados y una camiseta que ya parecía más un trapo. Desde que su hermana había muerto a manos de los Gemelos Psicópatas, no era el mismo.
– [Kaylee]¿Es mucho pedir que alguno de vosotros se quite la sudadera y pueda dejar de sujetarme las tetas? ¿En serio?[/Kaylee]- preguntó nuevamente con los ojos muy abiertos, ante la atenta mirada de Noah, que sonreía. Noah era capaz de sonreír incluso en la peor de las situaciones.
– [Ezra]Deberías tener más cuidado con la poca ropa que tenemos[/Ezra].- le riñó Ezra mientras me tendía el tridente y se quitaba la camiseta de manga larga, para tendérsela se la tendía sin muchos miramientos a Kay, quedándose él con una manga corta, que también era azul. A veces, le llamábamos Pitufo.
Ella musitó un gracias y aprovechó que los chicos se rezagaban un poco para ponérsela con rapidez. Por suerte, como Ezra era alto, eso parecía una especie de vestido, aunque me preocupaba que no llevara zapatos.- [Noah]Con esa maldita cosa no puedo correr.[/Noah] – se quejó, mientras corría a una velocidad más rápida que la del resto, pero lenta para él. Noah, con su camiseta de cuadros desvencijada parecía un leñador venido a menos, pero en realidad, era rápido como el rayo (literalmente).
– [Amy]Ezra, no es culpa de ella. Es la mía[/Amy].- añadí con seriedad, siendo totalmente consciente de que si ahora estábamos todos así, era por mi culpa.- [Amy]Tendría que haber estado alerta…[/Amy]- me quejé, pasándome una mano por el pelo sin dejar de correr.
– [Ezra]No puedes estar alerta de todos. Esto es supervivencia, todos tenemos que estar atentos[/Ezra].- puntualizó Ezra cuando sus ojos se cruzaron con los míos. Era una cuestión de supervivencia, pero también eran mi manada y ahora, estaban todos en peligro.
Kaylee se cansó de escucharle protestar y, alargando las zancadas, pasó entre nosotros, para empujarle y él trastabilló y continuó la marcha.- [Kaylee]¿Quieres ponerte de alfombra para que Amy te pise, primo?[/Kaylee]- mi hermana esbozó una sonrisa de suficiencia. Había nacido para ser la Abeja Reina de cualquier instituto, pero estaba en el mundo equivocado.
– [Ezra]Todavía te quedas sin camisa[/Ezra].- por suerte, Ezzy no se tomaba a mal casi nada. Salvo que le llamásemos así.
– [Kaylee]No sabía que eras de esos de «cuanto más primo más me arrimo». Puaj[/Kaylee].- le miró y sonrió, a lo que él le respondió devolviéndole el empujón.
– [Xander]Los demás se están quedando muy atrás.[/Xander] – nos recordó Alexander. – [Xander]No veo a Ted.[/Xander] – Ted tenía la habilidad de entretener a la muerte, pero si había desaparecido.
– [Amy]Eso significa que ahora estamos solos. Si alguien muere…[/Amy]- no fui capaz de terminar la frase, simplemente aminoré un poco la marcha y miré al grupo: Magnolia; Victor y su esposa, Barbara, los vecinos de la abuela Elizabeth; Dave, Desi, un puñado de Satellites más y algunos que no sabía qué habían sido antes de que Preston iniciase los años del terror.- [Amy]Espero que esos putos gemelos tengan hoy la correa puesta[/Amy].- bramé enfadada viendo cómo, Barbara, apremiaba a Matthew y a Gina, los únicos niños que había en La Nave y que estaban demasiado cansados como para seguir.
– [Kaylee]Sin resentimiento, Dominic[/Kaylee].- murmuró mi hermana mirando a Dominic, el único de los Moondies originales que estaba con nosotros y que no parecía ni la sombra de lo que había sido. Ahora era un tipo de unos cincuenta años, que hablaba entre dientes, tenía una barba larga en la que podían vivir una familia de pájaros y su higiene corporal dejaba bastante que desear. Era el padre de los Gemelos Asesinos y, básicamente, se había pasado los últimos quince años bebiendo y lamentándose. No es que no lo entendiera, pero esperaba algo más de un miembro del grupo de la Cazadora.
– [Dom]Ya sabéis que la culpa no es de ellos[/Dom].- masculló visiblemente cansado, aunque su genética de aesir le permitía no haberse doblado sobre sí mismo después de tanto exceso.
– [Xander]Sea como sea, ellos mataron a mi hermana[/Xander].- le recordó Alexander y Dominic no supo qué decirle. Era difícil defender a esos dos monstruos.- [Xander]La excusa del control mental no les va a servir.[/Xander] – mi hermana le hizo una seña a Alexander para que se callase y yo me concentré en la galería, que se abría en una especie de sala que daba a dos caminos diferenciados, pero había tres figuras, que una vez fueron humanas y ahora, gruñían y se arrastraban. Debían ser vampiros, lurkers, pero estaban decrépitos y olían a podrido.
– [Amy]Ahí delante hay algo[/Amy].- hice una seña y todos redujeron la marcha. Escuché cómo Xander le explicaba a los de atrás que habíamos encontrado un impedimento.
– [Ezra]¿Que ves?[/Ezra]- escuché a Ezra que me interrumpía y me di cuenta de que estábamos completamente a oscuras. Habíamos estado corriendo en oscuridad casi total desde hacía un rato, pero yo no me había dado cuenta gracias a mis sentidos agudizados. Gracias papá, gracias mamá.
– [Amy]Lurkers[/Amy].- solté con asco cuando ya habíamos dejado de correr.- [Amy]Están que dan pena, pero deberíamos acabar con ellos[/Amy].- las voces del resto de refugiados empezaban a formar un murmullo que alertaría a cualquiera que estuviera cerca.
– [Ezra]¿Crees que es conveniente?[/Ezra]- volvió a decirme.
– [Amy]No se me ocurre nada mejor, porque no podemos retroceder ni avanzar[/Amy].- me encogí de hombros, manteniendo una distancia prudencial con aquellos tres esqueletos.
– [Xander]Amy tiene razón, si no corremos el riesgo de que cojan a alguno de los más rezagados.[/Xander] – sacó las dos katanas que llevaba a la espalda y se puso en posición. Kaylee conjuró unas pequeñas bolas de luz, que el tío Ed le había enseñado en un intento de que no fuera una completa inútil para la magia como lo era yo y la estancia se iluminó con una luz cálida.- [Kaylee]Anda, Ezra, no sabía que estaban aquí tus amigos[/Kaylee].- pero mi primo, seguramente, estuviera acordándose de su padre o quizás no, porque le clavó el tridente a uno de ellos, que debía haber sido un hombre.
– [Amy]Y yo que siempre había pensado que era un tenedor..[/Amy]- sonreí con orgullo y le pedí a Kaylee que apagara las luces para poder quitarme la ropa con rapidez para transformarme a voluntad. Después, le desagarré el cuello a la mujer y volví a vestirme, después de haber recogido la ropa con mi apariencia lobuna. Maldita sea, todavía tenía mal sabor en las fauces por culpa de la sangre podrida. En la boca, quiero decir.
Las luces volvieron cuando le di la señal a Kay.- [Ezra]No todos podemos cambiar a voluntad[/Ezra].- comentó enarcando una ceja mientras apuntaba al suelo con el tridente.
– [Amy]Lo siento, pero mis poderes venían de serie[/Amy].-le guiñé un ojo y él, soltó una carcajada, que quedó amortiguada por el sonido de Noah disfrutando de su velocidad para acabar con el tercero y último de un golpe certero. – [Noah]Tal como viene, se va.[/Noah] – se disculpó volviendo a la normalidad ante Alexander, que le miraba con muy malas pulgas.
– [Amy]¿Seguimos?[/Amy]- las luces se atenuaron, porque Kaylee era una bruja de pacotilla y volvimos a correr.
– [Xander]Y rápido, porque esos perros se acercan.[/Xander]- miré a Dominic, que suspiró profundamente y nos siguió.
Él no tenía la culpa de que sus hijos fueran unos monstruos, ni nosotros del mundo en el que nos había tocado vivir.
Eso era culpa del General Preston, pero yo era la que había puesto en peligro a mi manada y eso no podía perdonármelo.
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