Diarios de Destino | Condado de Ripper
NOCHE
Veronica Preston
Veronica observó a las criaturas de Verbius llevándose a los capturados hacia el transporte y pasó de largo. Para ellos quedaba el premio gordo, los más fuertes. Seguramente Vajra ya habría dado con ellos.
Dejó a su hermano Victor entreniéndose mientras quemaba hasta las cenizas a algún incauto que había decidido resistirse y continuó hacia el lugar de donde provenía la mayor refriega. Alzó su mano derecha y utilizó uno de sus poderes para crear una esfera de luz que le permitiese ver mejor.
Tal y como pensaba, Vajra estaba entretenido peleando contra un chico rubio y grandote y Verbius se enfrentaba a un tipo algo mayor que le lanzó contra la pared contraria haciendo uso de su telekinesis. El maldito Obelisco seguía fallando.
Su hermano Victor apareció entre llamas a su lado y sonrió por la visión de los enemigos a los que tendría que enfrentarse. El telekinético no duró mucho contra ella, y resultó un pequeño regalo, ahora tenía un nuevo poder en su colección. El muchacho rubio no aguantó contra Vajra, superior físicamente, y ahora estaba arrodillado y sujeto por éste. Ya solo quedaba la muchacha del pelo castaño rojizo con una fea quemadura en el brazo, a la que Victor sujetaba por el pelo.
Victor Preston
– [JJ]¿Dónde está la licántropa?[/JJ] – preguntó su hermana cuando todos estuvieron ya derrotados. El pelo de esa chica era suave y olía bien pese a estar en las cloacas. Quizá podría jugar más tarde con ella. Sonrió.
– [Amy]Soy yo.[/Amy] – respondió. Su rostro se transformó adquiriendo colmillos afilados y unos rasgos cada vez más lobunos. Se apartó de ella con un bufido. Conocía a su hermana, ya se había quedado sin juguete.
– [Xander]¡Amy, no, no![/Xander] – el rubio intentó escapar de la presa con la que lo sujetaba Vajra. Victor se acercó a ellos y le golpeó con fuerza haciendo que dejase de revolverse. Sujetó su cara con sus manos y le obligó a mirar mientras Veronica se acercaba hacia la licántropa.
La chica lo intentó, eso no podía negársele, pero no tenía nada que hacer contra Verónica, que la sujetó por el cuello y la alzó con solo una mano mientras absorbía todo su poder, y con él, su vida. Qué desperdicio – pensó Victor cuando cayó inerte al suelo.
Kaylee MacLeod
Escondida en una cloaca paralela a la que les había llevado el camino que había tomado junto a Ezra y Noah, Kaylee observó a través de una rejilla, impotente, cómo acababan con la vida de su hermana.
Kaylee no era ni siquiera capaz de reaccionar, de moverse. Siguió observando mientras la que había matado a su hermana se acercaba a su primo Xander y trataba de hacer lo mismo que con ella.
Los segundos se hicieron interminables, pero no pasó nada. Ella le soltó y se giró hacia el pirokinético. – [Owen]Es inmune. ¿Tendrá algo que ver con…?[/Owen] – preguntó él, pero ella le cortó con un gesto.
Dijo algo al que tenía sujeto a Xander y éste le devolvió un objeto de metal. Hizo un gesto al otro, que lo cogió con las manos antes de envolverlas en llamas. No quería verlo, pero a la vez no podía apartar la mirada mientras la mujer echaba hacia atrás la cabeza de Xander y él le colocaba el metal ardiente sobre el ojo derecho. Entonces comprendió que el metal formaba una omega, le habían marcado para llevárselo a los campos.
Noah Rivera
Noah tragó saliva y apretó los puños después de ver lo que acababa de ocurrir. Amy estaba muerta y a su primo Xander se lo estaban llevando en ese mismo instante, junto a los otros capturados.
Puso una mano en el hombro de Kaylee y la ayudó a moverse. Allí ya no podían hacer nada, solo intentar escapar.
El mundo en el que les había tocado vivir era cruel y por desgracia no era la única vez que Noah había vivido algo parecido. Ya había perdido a su hermano y a su prima a manos de los Escuadrones, pero había llegado a pensar que con esa pérdida era suficiente, que con los fallos del Obelisco quedaba algo de esperanza y que tenía que intentar ser positivo por el resto de los suyos.
Ezra les guió en la oscuridad y se alejaron de esa zona junto a los refugiados que les habían seguido, esperando, escondidos, a que todos se fueran de ese lugar. Sobrevivir, era lo único que podían hacer.
Henry Dunham
Henry Dunham permaneció oculto, con la lluvia calándole hasta los huesos y poniéndole la piel de gallina. Pero aun así, no se movió. Estaba observando como el Escuadrón V cargaba en el deslizador a los sobrenaturales capturados en su último asalto.
Cuando terminaron de subir a todos en el deslizador y éste se alzó del suelo con un estruendo, Henry encendió el intercomunicador y contactó con el cabecilla de su grupo.
Tras recibir la respuesta, observó el Obelisco, imponente y visible desde toda la ciudad. El culpable de que no hubieran podido devolver ningún golpe, hasta ahora, cuando empezaba a fallar.
Se rumoreaba que dentro de él había un viejo héroe para toda la gente de Ripper, uno al que la Iniciativa mantenía esclavizado en la parte más alta, esclavizado, ayudando a derrotar a los que quería proteger. Decían que las intermitencias en su efecto últimamente se debían a que se estaba muriendo. Si así era, pronto le liberaríamos.
Cerró los ojos y desapareció.
Edward Alexander Arkkan
Recuperó la consciencia cuando el deslizador alzó el vuelo. Sentía un fuerte dolor en la zona de alrededor del ojo derecho, por que intentó llevar una mano para tocarlo, pero estaba encadenado de pies y manos.
Observó a los que se encontraban a mi alrededor, muchas caras conocidas que ahora portaban la omega en la cara, marcados de por vida. Pero había otras caras que echaba en falta, algunos habían caído en manos de esos bastardos perros de la Iniciativa.
Amy, su pobre prima había acabado sufriendo la misma suerte que Leo y que su hermana pequeña Elle. Habría preferido morir a vivir siendo consciente de lo que había pasado. Ahora solo le quedaban ganas de ver ese mundo arder, y en su posición no podía hacer nada.
Solo le quedaba esperar que sus otros primos hubiesen conseguido escapar por el otro camino, aunque probablemente nunca lo sabría. En el lugar al que se dirigía no había escapatoria.
Entonces en medio de la zona de prisioneros el espacio pareció doblarse y de pronto un grupo de personas armadas se lanzó al ataque contra los vigilantes de la zona.
Xandra Hayashi
La mujer de rasgos asiáticos y pelo oscuro parpadeó con fuerza para intentar controlar el mareo inminente. Los teletransportes de Henry siempre la hacían sentir igual, pero ahora no tenía tiempo, tenían una refriega delante de ellos y necesitaban sacar a los prisioneros rápidamente, antes de que apareciese la perra líder del Escuadrón V y el sádico de su gemelo. Y siendo sinceros, tampoco podrían hacer frente al supersoldado y al rastreador que solían estar cerca de ellos.
Aferró su arma y disparó justo entre los ojos a uno de los guardias que venía hacia ella. Con la mano libre, sacó su juego de ganzúas favorito y empezó a obrar su magia con las cadenas de los prisioneros, que pronto empezaron a ayudarles como podía.
En momentos como ese apreciaba especialmente su talento innato para el robo. Uno a uno les fue dando órdenes de que permanecieran cerca e hicieran una cadena. Terminó de soltar al chico rubio e hizo una señal a Henry que les teletransportó de vuelta a la guarida.
Idris Moreau
El tipo alto y grandote, de piel y pelo oscuros, se apoyó en una mesa cercana para recuperarse de la sensación que dejaba el teletransporte.
Tras comprobar que todos hubiesen llegado en perfectas condiciones, pidió a sus compañeros que atendiesen a los refugiados recién llegados y les asignasen un lugar en esa cada vez menos pequeña comunidad subterránea a su cargo.
Más tarde se reuniría con su equipo para un informe de los rescatados, pero lo primero era lo primero, acomodarles y buscarles algo que hacer para evitar que se viniesen abajo.
Idris Moreau se pasó una mano por la cara y suspiró, cansado de ese mundo, cansado de las luchas. Llevaba mucho tiempo esperando, creando esta comunidad, y ahora que aumentaban las esperanzas, tenía miedo a perderlo todo, incluso ese pequeño reducto.
Decidió salir a dar un paseo, quizá una cerveza fría en el Little Nicky le reviviría un poco. Había días de todo. Al menos habían tenido una pequeña victoria.
Nick Villiers
El sonido del trapo secando los vasos era prácticamente inaudible, un leve chirrido perdido bajo la fuerte y atrayente voz de la cantante. Aun así, pese a su bonita voz, un gran porcentaje de los hombres, y también de las mujeres, de la sala prestaba más atención a otros atributos, a cómo se movían mientras bailaba, entre ellos sus blancas alas de ángel.
A lo lejos vio al señor Moreau acercarse hasta la barra, donde se sentó con cara de cansancio. Nick le observó y vio una ligera sonrisa, un rescate que había salido bien. Estupendo, entre otras cosas, porque significaba más clientela.
Asintió y empezó a prepararle un cóctel de celebración. De reojo vio a Mia terminando su baile mostrando un sugerente escote. Sirvió el cóctel. – [Cole]Ahí tienes, invita la casa.[/Cole] – Todo lo que fuera hacer daño a la Iniciativa era un motivo de alegría.
La Mesías
La Mesías estaba sentada en una mesa, observando los vitales bailes de Mia Browning, la preciosa mujer de pelo rubio dio un nuevo trago a su té.
Le intrigaba el sabor que debía tener el café, pero ya apenas quedaba. Conocía su composición, todos sus métodos de obtención, todas sus vertientes, pero nunca lo había probado. Aunque el té le gustaba, y era más sencillo de cultivar allí abajo.
Por encima de la taza vio a Idris Moreau acercarse a su mesa y sentarse frente a ella. El análisis de los patrones de su rostro indicaba estrés, aunque también se percibía un deje de alegría y la amargura que le corroía habitualmente.
La miró con esos ojos oscuros, que se tornaban azul cuando su poder se manifestaba, pero a ella le gustaban más oscuros, simbolizaban un tiempo de paz en el que los poderes no fueran más que un atributo más de las personas, una herramienta, un elemento diferenciador, pero no una marca de parias. Por eso era la Mesías, porque era la esperanza de un mundo así, el secreto mejor guardado de esa comunidad.
El alquimista
El Alquimista observó con impaciencia cómo descendía el aerodeslizador del Escuadrón V. Llevaban ya un día fuera en la que parecía una misión sencilla capturando a una licántropa, hasta que informaron de que habían encontrado algo mucho más jugoso.
Estaba deseando que le dejasen como juguete una pequeña parte de ese botín para sus pequeños experimentos. Algunos conocidos, otros que se guardaba solo para él mismo. Su mente no se la podían quitar, no no no no no no. Era suya, solo suya.
El aerodeslizador descendió y la puerta se abrió. Veronica y Victor iban en cabeza, seguidos de Vajra, Verbius y el resto del Escuadrón V. La cara de malas pulgas de Veronica le dejó claro que no había juguete.
– [JJ]Aparta engendro. ¿Dónde está él?[/JJ] – preguntó refiriéndose al mandamás. Señaló el edificio, le encontrarían arriba, sí, que le encontrasen, estaría más enfadado que él.
– [Owen]¡Eh, friki! Haz que arreglen el aerodeslizador. Volvemos a salir en unos minutos.[/Owen] – añadió su hermano.
Gemelos, sí, interesante conexión, sí sí. ¿Sería verdad lo de que sentían el otro? Algún día lo comprobaría, sí.
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