Owen Victor | GalerÍa subterrÁnea
NOCHE
Odiaba el olor que desprendían los cuerpos al entrar en contacto con mis llamas, pero me fascinaba la rapidez con la que lograba descomponerlos, era como derretir trozos de helado enormes, además, prefería oler eso a la peste que desprendía ese lugar. No sabría calificar la idea de ocultarse en las cloacas de brillante o extremadamente estupida, solo estaban postergando lo inevitable, al final todos serían cazados para degustación de Verónica, para experimentar con ellos o si tenían suerte, una muerte rápida a mano de mis llamas.
No parecían importarse mucho los unos a los otros, ya que por el camino fuimos encontrando rezagados. Eran inútiles, los que no eran atrapados por las criaturas de Verbius eran eliminados, lo bueno de consumir hasta las cenizas a esas cucarachas es que no te llevarías sorpresas como la del tipo ese que resucito justo frente a nosotros, parecía tener una habilidad interesante, así que tuvo el honor de ser uno de los primeros en entrar en el deslizador.
Limpiado el camino llegamos a un punto en el que parecimos dar con los más fuertes de todos, al menos tres de ellos lo parecían, la joven, el chaval rubio y el de las pintas de vagabundo que lo mismo habían encontrado en este mismo lugar y se había unido a ellos, el hombre que cargaba a la niña simplemente había llegado tan lejos para proteger a esta última, eran prescindibles, así que los elimine.
Tras una refriega que calificaría de, mediocre, Verónica consiguió un nuevo poder, no sin antes jugar con los sentimientos del tío en sus momentos finales.
– [Owen]¿Que tal te encuentras?.-[/Owen]Le pregunte a la joven de pelo rojizo mientras me agachaba a su lado.
– [Amy]De puta madre, ¿y tú?[/Amy]- respondiendo apretando los dientes que resaltaban entre la mugre de su cara.
– [Owen]Eres dura, me gusta.-[/Owen] Mientras que cualquier otra hubiese empezado a suplicar con su vida, ella no se amedrentaba. -[Owen]Porque no nos ahorráis el trabajo y cooperáis. Siempre estamos buscando reclutas nuevos.-[/Owen] Le propuse. No voy a negarlo, me gustaba lo que veía, sería una lastima tener que acabar con ella, ya sea aquí y ahora o en un par de semanas entre cortes y cortes mientras experimentaban con ella.
– [Amy]No me vengas con esas después de quemarme el brazo[/Amy].- Levanto la vista mirándome enfurecida, tenía los ojos rojos y ligeramente vidriosos, pero apostaría más a que era por el humo y no por el dolor en su brazo.
– [Owen]Mero procedimiento para mantenerte a raya querida. ¿Que me dices tu rubiales? Apuesto que a mi hermana le encantaría trabajar contigo.-[/Owen] Verónica soltó un bufido como si no le importará, pero en el fondo sabía que estaba deseando trabajar con él, en varios sentidos.
– [Xander]Prefiero estar muerto a estar cerca de vosotros.[/Xander] – Se revolvió un poco pero Vajra volvió a sujetarlo con fuerza, era inútil revolverse, una vez apresado era casi imposible escapar de él, mientras que te cansas revolviéndote él no siente nada.
– [Owen]Como desees.-[/Owen] Me reincorpore y cubrí mis manos en llamas, daba igual lo que dijera Verónica, ese tío estaba acabado.
– [Amy]Por cierto, ése de ahí era vuestro padre[/Amy].- Sabía lo que estaba intentando, pero en vista de que no iba a ir a ningún sitio me tome la consideración de responderle.
– [Owen]Lo dudo. Nuestros padres llevan años muertos. Aunque debo de reconocer el esfuerzo por intentarlo, una interpretación maravillosa.-[/Owen] Añadí dando una palmada que creo una llamarada más grande. De nuestra madre sabíamos poco más allá de que era una drogadicta, Preston no quiso darnos detalles de nuestro padre, por lo que a nosotros respectaba bien podría ser el camello que le proporcionaba sus dosis a nuestra madre.
– [JJ]¿Dónde está la licántropa?[/JJ] – Pregunto Verónica visiblemente molesta, probablemente estaba cansada de tener mierda hasta la altura de los tobillos.
– [Owen]Se lo que estas pensando, no lo hagas.-[/Owen] Le susurre a la joven de pelo rojo. Era la única que encajaba con la descripción, pero por lo que a nosotros respectaba podía haber más escoria escondida entre las tuberías como las ratas.
– [Amy]¿Y a ti qué te importa lo que me pase?[/Amy]- Me pregunto lanzándome una nueva mirada de despreció, otro se lo hubiese tomado mal pero para mi resulto halagador.- [Amy]Soy yo.[/Amy] – Con esfuerzo por el dolor en el brazo se reincorporo. Su complexión cambio ligeramente, parecía haber ganado al más de masa muscular, las uñas afiladas como cuchillas al igual que los dientes.
– [Owen]Nada en absoluto.-[/Owen] Le di la espalda alejándome de ella mientras Verónica se acercaba con una sonrisa en el rostro, tenía la impresión de que me iba a quedar sin juguete, y era una putada.
– [Xander]¡Amy, no, no![/Xander] – El rubiales se revolvió pero Vajra no le soltaba las manos, me acerque hasta ellos y le propine un puñetazo en la boca del estomago que le hizo caer de rodillas al suelo y dar un par de arcadas. Agarre su cabeza y le hice levantarla del suelo, no podía dejar que se perdiera el espectáculo.
– [JJ]¿Quieres decir tus últimas palabras?[/JJ]- Le pregunto mi hermana a la tal Amy con una amplia sonrisa en la cara que le daba un aspecto demente.
– [Amy]Cuando despiertes, te darás cuenta de lo que has hecho y sabrás que llevas muerta mucho más tiempo que yo[/Amy].- La mirada de la pelirroja desprendía rabia, era una pena perder a alguien así, hubiese sido divertido ver como sacaba de quicio a mi hermana más de una vez.
– [JJ]Lo que tú digas[/JJ].- La licántropa soltó un par de manotazos en dirección a mi hermana con su brazo bueno, pero ninguno le alcanzo, era como si chocaran contra una pared invisible. Verónica se llevo una mano a la boca y se la golpeo un par de veces bostezando, acto seguido alzo una mano hacia delante y agarro a la joven por el cuello. – [JJ]Buenas noches, princesa[/JJ].
– [Owen]¿No quieres reconsiderar esa oferta?.-[/Owen] Le susurre al rubiales mientras le sujetaba la cabeza con fuerza para que no perdiera detalle. Verónica paso su mano libre por la mejilla de la pelirroja y la acario, entre su tez pálida y las gotas de sudor le daban un aspecto de porcelana.
La mano que agarraba su cuello apretó con más fuerza, a la joven le costaba cada vez más respirar, le estaba arrebatando su vida y quizás algo más que eso. Mi hermana se estremeció un poco y sonrió como si hubiese conseguido lo que quería, los ojos de la joven se fueron apagando y poco a poco se fueron cerrando para no volverse abrir, Verónica soltó su cuerpo y de un golpe seco cayo al suelo inerte.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.