ABEL MOREAU | CIRTH – SKYE
MADRUGADA
Abel Moreau soltó su mano derecha del volante y se la pasó por la cara para intentar despejar su vista cansada. Había sido un día extremadamente largo y agotador. Por si fuera poco, también había sido frustrante. Apenas había conseguido resolver la mitad de los problemas que había sobre la mesa del Palacio.
Por un lado estaba el asesinato de Seraph, el hermano de la inocente Wing, los últimos descendientes de Beatrix por parte de un sobrino. Había resultado muy difícil localizarlos, su padre había hecho muchos esfuerzos por esconderles del mundo, pero en ese caso Abel dio gracias a lo mucho que les gusta inmiscuirse a los vecinos y a que uno de ellos llegase a ver a un par de «ángeles» en una mansión. Ahora uno de ellos había muerto bajo su protección. Era un duro golpe para «el sueño» y aún más duro para la pobre Wing, que al final había huido de Palacio junto a Rogue. Aunque la muerte de su hermano parecía ser solo una de las circunstancias que la habían llevado a eso, así como la justificación que habían usado para explicárselo al resto de protegidos.
Tenía la teoría de que la marcha de Wing tenía más bien algo que ver con Sarah. Se había mostrado inconforme a estar allí desde el principio, algo que no habría pasado si le hubiesen presentado la situación de otra forma y no la hubiesen forzado a irse amenazando a sus amigos. El Director era una buena persona y tenía un gran sueño, pero el amor y el dolor le nublaban la visión con mucha facilidad y la vida que había vivido le había hecho más duro, inflexible a veces.
Eso le recordó al muchacho, el novio de Sarah, y el revuelo que había provocado esa tarde. Había herido a varias personas pero todos continuaban vivos. De la única muerte que se le podía culpa era de la del Bibliotecario y ese vampiro sádico tipo nunca me había gustado demasiado, no encajaba en el mundo que intentaban crear. Quería recuperar a su amor, era algo que el Director ya debió considerar cuando se presentó ante ella y sin embargo, llegó hasta él.
No dejaba de darle vueltas a la idea de que el Director veía cierto reflejo en él y por eso quiso asegurarse de poder enfrentarse cara a cara, de quebrarle y eliminar a su principal amenaza en su plan para recuperar a Beatrix. Eso no encajaba con el plan que conocía, Sarah recuperaría un artefacto de la Iniciativa y con eso Beatrix podría volver y Sarah irse con los suyos. Pero si eso era así, ¿por qué se sentía amenazado? No quería pensar así porque había conocido al Director desde que era un crío y siempre había sido franco con él, pero esta vez parecía que le ocultaba algo y eso le preocupaba enormemente.
El Consejero bostezó mientras pasaba por el largo túnel conocido como ‘Big Black‘ que pasaba bajo una de las montañas de la cordillera que separaba Cirth de Skye. El largo camino a casa. Su mujer iba a matarle.
Estuvo tentado a marcar el teléfono y hablar con ella en manos libres para suavizar la llegada a casa, pero no quería despertar al pequeño Idris. Ni tampoco a su madre, verdaderamente, tenía un despertar de diosa furiosa. Quizá eso fue lo que le llamó la atención de ella.
A veces se preguntaba si todas las de su raza eran así o era solo cosa de la suya, pero estaba claro que Rasha tenía carácter. No iba a gustarle que hubiese llegado tan tarde sin avisar, se habría pasado toda la tarde preocupada. Principalmente porque no se fiaba, y con razón, de la mitad de los protegidos y miembros de ‘Gambit‘ especialmente los del bando negro. Nunca había sido una gran seguidora de todo este plan, de esa utopía. Pero lo hacían por Idris, ella mejor que nadie sabía que esa utopía era necesaria y sabía que si alguien podía conseguirla, era él. Aun así el bando negro…solo con el Rey y la Reina ya era terriblemente peligroso.
Además, estaba la fijación de la Reina Negra con Abel, incluso Rashawn lo había notado y no le hacía mucha gracia esa situación. Decía que era una mujer inestable y peligrosa. Por mucho que él le dijera que lo tenía controlado, no le creía. No podía culparla, esa mujer ponía los pelos de punta, pero no creía que llegase a intentar hacerle daño. Sabía lo que el Director le haría si eso pasase.
Bostezó una vez más antes de salir del túnel y empezar a divisar el perfil de la hogareña Skye. El sol ya empezaba a alzarse sobre las montañas y las sombras de la ciudad se relegaban a un pequeño rincón. Lo que no sabía es que una oscuridad mayor se cernía sobre su casa.
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