Diana | Sede de los O.W.L.S.
MADRUGADA
Eran las doce del mediodía en Amsterdam, cuando el portal que abrió Vincent, nos llevó a él a Ed y a mí a una tienda regentada por una pareja de porreros que estuvieron encantados de vendernos todas las hierbas y darnos unas cuantas más para el camino. Fue bastante gracioso ver cómo Ed se ponía como un tomate para decirle que no a unos brownies «con misterio» que la rubia tetona (de cara era un orco) le ofrecía. Vincent y yo nos llevamos unos cuantos -solo esperaba que no estuvieran demasiado duros el día que naciese Amy-.
Volvimos al poco y preparamos el ritual con rapidez, porque no teníamos tiempo que perder.- [Dom]Espero que nos metas mano con moderación[/Diana].- le recordé a Dom antes finalizarlo.
Una vez estuvo hecho, no tardamos en aparecer en el subconsciente de Sarah envueltos en una nube de magia de colores. Noté el subidón mágico de siempre, aquel que me pasaría toda la vida echando de menos, pero no quería ser una adicta y que mi hija viera a su madre como una yonki de la magia. Aparecimos justo debajo de un reloj antiguo, a juego con la estación, que marcaba tantas horas que iba a toda velocidad, como si Sarah tuviese más cosas que hacer que tiempo había en el día. La gente iba a toda prisa. No tenían caras concretas, solo corrían para no perder los trenes. Aún así, podía parecer un subconsciente caótico y frío, pero me transmitía calidez y orden. Era como Sarah: debajo de toda aquella sangre fría, seguía estando mi hermana pequeña.
– [Daniel]No esperaba menos.[/Daniel] – comentó Daniel observando el tren de madera, que seguramente fuera el de ser Cazadora y en el que había tantas personas que casi no podía moverse. Muy cerca de ese, estaba el tren de Daniel, de color verde esperanza y que recientemente había vuelto a estar en marcha después de un tiempo fuera de servicio. También estaba el de la familia e incluso, uno de los Moondies.
– [Ed]Qué ordenado todo[/Ed].- apuntó Ed viendo cómo cada persona se dirigía al tren que le correspondía.
– [Diana]Me aburro en Sarahlandia[/Diana].- me crucé de brazos esperando ver algo interesante que no fuera lo que ya conocía y vi el tren de Sasha, de color rojo y que humeaba como si fuera una olla exprés.
– [MacLeod]Esto…no encaja muy bien.[/MacLeod] – MacLeod, a pesar de estar en la otra punta de la estación en la zona de «Objetos perdidos», resonaba con fuerza, como si tuviéramos algún tipo de enlace telepático. Fuimos hasta donde estaba, incluso Ed que se había quedado embobado en el tren de Lucy, que estaba en construcción. En «Objetos perdidos», además de las personas que Sarah había decidido olvidar como Cecil, Liad y Benjamin McBeth, había una serie de maletas extrañas, de aspecto gaseoso que parecían introducidas a la fuerza.
– [Liad]Y ahí estaba Cecil…con su sonrisa genialosa…[/Liad]- repetía Liad en bucle. – [Cecil]Enana, sabes que soy tu mejor amigo, ¿verdad?[/Cecil]- preguntaba Cecil a la nada. – [Benjamin]Cazadora, soy…demasiado complejo para ti. No puedo explicarte por qué, pero…te haré daño[/Benjamin].- decía Ben, el demonio bajito y con mala leche.
– [Cara]Di otra cosa[/Cara].- le pidió a Liad.
– [Liad]Soy mayor, ¿sabes? No puedes tratarme como si fuera un enano[/Liad].- se envalentonó.
– [Cara]Es gracioso. ¿Puede Cara Elle quedárselo?[/Cara]- Cara parecía entusiasmada.
– [b]¡NO![/b]- gritamos todos a la vez.
– [Cara]¿Y si le da Cara Elle de comer?[/Cara]- pidió.
– [b]¡NO![/b]- repetimos.
– [Cara]Cuando Cara Elle protagonice un spin-off, se lo llevará[/Cara].- nos amenazó.
– [Diana]Son pesadetes…[/Diana]- fruncí el ceño y acaricié a Amy, que dio una patada dándome la razón.
– [Sarah]No tanto como los de verdad[/Sarah].- comentó suspirando.
Christopher abrió una maleta de tonos grisáceos que me parecía muy triste, aunque solo era una maleta. Cuando la abrió, vi a uno de los del Palacio de Z, creo que se llamaba Grimm. La estancia empezó a desaparecer y nos trasladamos a un recuerdo de una pareja con una vida normal, incluso aburrida. No sabía por qué estábamos viendo eso. – [Grim]No me encuentro demasiado bien. Me siento mal por no acompañarte.[/Grim] – dijo el hombre despidiéndose de su novia. Ella se marchó sonriente, después de darle un beso. Grim se quedó observando su mano después de tocar a su mujer y sintió de nuevo el mareo. Se tumbó en el sofá, los minutos iban pasando y cada vez se sentía peor, hasta que un rato más tarde, se desplomó en el suelo mientras recibió una visión de su mujer estrellándose contra un árbol por esquivar un ciervo que se había salido de la carretera.
Salimos del recuerdo de forma abrupta, como si algo nos arrastrase.-[Sarah]Los recuerdos del Palacio empiezan a afectarme[/Sarah].- explicó Sarah con timidez.
Christopher se quedó pensativo. – [MacLeod]Quizá debería encargarme. Hay información importante.[/MacLeod]
– [Sarah]Gracias[/Sarah].- agradeció con alivio.
– [Christopher]Pero os acompaño hasta que os marchéis[/Christopher].- explicó poniéndole una mano encima del hombro a Sarah.
– [Daniel]¿Lucy?[/Daniel] – preguntó Daniel cuando nos alejábamos, volviendo a fijarse en el tren de Lucy, que llamaba la atención por lo bonito que era.
– [Sarah]Supongo que habrá un tren para cada uno…[/Sarah]- le quitó importancia.
– [Daniel]Y se nota que el mío va a un bosque.[/Daniel] – aseguró fijándose en el suyo, que tenía nieve en la parte superior.
Avanzamos por el borde de las vías y vimos un tren oscuro y pequeño.- [Ed]Supongo que tendremos que coger el de Mara para llegar hasta su subsconciente[/Ed].- apuntó Ed.
– [Diana]El tren de Mara es ése, el que parece de la funeraria, ¿no?[/Diana]-señalé al que más me recordaba a ella. Solo le faltaba un gato estampado.
– [MacLeod]No hay duda.[/MacLeod] – Chriostopher asintió.
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