[align=center][b]Daniel Arkkan | Varios, Actual -> Exterior de la Casa de las Echolls. En el coche.[/b]
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Creí oportuno aclarar que este post tiene una peculiaridad respecto al resto, y es que narra el día de Daniel desde que salió de casa de Sarah, por tanto va desde varias horas atrás (respecto a la hora actual de Moondale) hasta ahora (aproximadamente las 20:30)
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Después de comer con Sarah y su madre, me fui para dejar a Sarah hablar de…”cosas de mujeres” con Jan. Al salir de la casa me di cuenta de que, dejando aparte los preparativos de la cita, no tenía nada que hacer.
Lo primero que hice fue hacer unas compras para la cena en el lago y después ir hasta mi casa. Estaba más nervioso de lo que acostumbraba y tenía que hacer algo para entretenerme, porque el tiempo me estaba pasando muy, muy despacio.
Después de un rato conduciendo, dejé el coche al pie del camino empedrado que conducía a la casa de madera. Podría haberlo llevado hasta la misma casa, pero tenía una distracción en mente. Desde que me instalé en esa casa hace ya algo más de un año, trabajé duro para eliminar todas las amenazas de la zona, hasta que al final, parecían eludir la zona que la rodeaba. Ahora ya no vivía allí y no quería arriesgarme a que se diesen cuenta de ello, así que tenía que investigar si alguien se había acercado demasiado, y si era así, eliminarlo para que siguiesen temiendo la zona.
Seguí por el camino durante unos diez minutos, y entonces comencé a investigar los alrededores de la casa. Tardé un buen rato en recorrer toda la zona registrando concienzudamente. No había encontrado nada que indicase la presencia de demonios u otros seres, y tampoco había signos de que nadie más se hubiera acercado allí. Por el momento Abigail estaba a salvo, tanto de los demonios como de los miembros de la Iniciativa.
Eché un vistazo al reloj y me di cuenta de que tendría que darme prisa si quería ir a ver a McLeod antes de recoger a Sarah, así que me dirigí hacia la casa. Cuando entré, Abigail estaba leyendo un libro con gesto distraído.
– [b]Hola.[/b] – saludé. – [b]No te preocupes, seré invisible, tengo que coger unas cosas y darme una ducha. [/b] – decidí hacerlo lo más rápido posible, Abigail estaba pasando por una situación difícil y sería mejor dejarla descansar tranquila.
– ¿Daniel? – dijo dejando el libro en una mesita al lado del sofá, después se levantó, vino hasta donde yo estaba y me dio un abrazo.- ¿Qué tal estás? No esperaba verte por aquí.- esbozó una sonrisa, una de las sonrisas más tristes que había visto.
– [b]Bien, es que necesitaba algo de ropa más…arreglada de la que suelo utilizar.[/b] – aunque no tenía muy claro si sería suficientemente arreglada. Normalmente utilizaba una cazadora de cuero negra o marrón junto a unos vaqueros y una camiseta. Ésta vez llevaría vaqueros y una camiseta, pero la chaqueta no sería la misma de siempre, ésta la tenía guardada para una ocasión especial, y sentía que era el momento adecuado. Aparte de eso, lo único que podía hacer era esmerarme un poco con mi pelo…tampoco podía obrar milagros. – [b]Espero que estés bien. Si necesitas algo ya sabes nuestro número.[/b] – le sonreí.
– Has quedado con Sarah, ¿verdad? – preguntó apoyándose en el marco de una de las puertas.- Cuídala porque es una chica muy especial, de las que ya no se encuentran. – soltó una leve carcajada y suspiró.
– [b]Abigail…recuperaremos a Nathan, ¿vale?[/b] – dije con toda franqueza. Nunca olvidaría lo que hizo por nosotros, y sólo estaría en paz con él cuando consiguiese sacarlo de ese infierno, mientras tanto lo único que podía hacer era darle a Abigail un lugar donde estar a salvo. – [b]Es un auténtico héroe, y aún le quedan muchas historias por delante.[/b] – dije con una sonrisa.
– Eso espero. – Se le humedecieron los ojos al decir eso.- Si..si le pasa algo no…no sé qué sería de mí. – Intentó calmarse, limpiándose las lágrimas que estaban a punto de caer de los ojos con los dedos.- Mejor hablamos otro día, no quiero estropearte tu cita, pero prométeme que vendréis a verme porque si no acabaré adoptando todos los gatitos que me encuentre y me volveré huraña.
– [b]Claro que sí, hablaré con Sarah y pensaremos algún sitio para ir.[/b] – en cuanto a socializar, no era demasiado bueno en ello, y la “vida normal” era bastante extraña para mí, así que no sabía muy bien donde podríamos llevar a Abigail para que se distrajese un rato y no pensase en nada. – [b]Será mejor que empiece a preparar las cosas y buscar la ropa, entre una cosa y otra se me acabará haciendo tarde.[/b] – sonreí con nerviosismo. Después subí las escaleras hacia el pequeño cuarto contiguo a mi antigua habitación. Tenía el tamaño justo para que cupiese el armario en el que guardaba mi ropa y además una estantería donde tenía colocadas algunas otras cosas que a veces llevaba encima cuando salía.
Abigail no había tocado nada desde que estaba allí, aunque tampoco me extrañaba demasiado, la poca ropa que le habíamos comprado entre Sarah, su madre y yo le cabría perfectamente en la habitación. Así que fue fácil encontrar la chaqueta, la tenía en la parte del armario que menos se veía al abrirlo, la saqué y le eché un vistazo, estaba perfecta.
Mi padre la llamaba su “chaqueta de la suerte”, la había llevado la noche que conoció a mi madre, y desde entonces sólo se la había puesto un par de veces, decía que quería que durase eternamente porque le había traído toda la suerte de este mundo. También era de cuero, como las que solía usar, negra, era completamente lisa excepto un bolsillo situado a la altura del pecho, en el lado derecho, además, abrigaba mucho más de lo que aparentaba, y eso la hacía perfecta para una noche de diciembre en Moondale.
Dejé la chaqueta en la percha enganchada en la estantería, y llevé al baño el resto de la ropa. Después bajé a la cocina y comencé a cocinar mi improvisado menú. Cuando terminé, lo guardé todo bien para que no se estropease y lo metí en una mochila de mano, junto con un mantel y algunos utensilios.
La ducha fue completamente revitalizante, mientras el agua caía sobre mí, no pude evitar pensar en Sarah. Es curioso como de vez en cuando, de pronto me daba cuenta de cómo había cambiado mi vida, incluso yo mismo. Ahora mi fuerza y mis habilidades servían a unos fines mucho mejores que la venganza, ahora luchaba para proteger a los que amaba.
No me engañaba, antes también luchaba para proteger a la gente, pero en el fondo la verdad era distinta, cada vez que acababa con un demonio, cada vez que su sangre corría por mis manos, me sentía bien, como si una pequeña parte de la venganza que tanto ansiaba se hubiese llevado a cabo, pero ese camino nunca llegaba a su fin, dudo mucho que incluso habiendo acabado con el Kurgan hubiese llegado a su fin. Ese camino era el fácil, era mucho mejor que lidiar con mis demonios internos, asumir que por mucho que hiciese, ellos ya no volverían, y que nunca habrían deseado una vida así para mí, que no dieron su vida para concederme una vida de odio. Es casi como si ellos me hubiesen enviado a Sarah.
Al salir de la ducha me encontraba completamente despejado. Me vestí y me peiné como pude, mi pelo era un poco, indomable, se parecía a mí mismo hacía un par de años. Después fui hasta la habitación del armario y me puse la chaqueta. Nunca me la había puesto antes, y temía que me quedase grande, pero cuando me la puse encajó perfectamente, me sentía como en casa con ella puesta. Cuando ya estuve listo, bajé las escaleras y cogí la bolsa.
– [b]Bueno Abigail, yo ya me voy. Cuídate, y si necesitas algo, ya sabes.[/b] – le dije con una sonrisa. Ella se despidió con la mano y yo salí de la casa.
Aún era temprano, cerca de las siete, pero con el horario de invierno estaba casi oscureciendo. Bajé por el camino empedrado, hasta que a medio camino una voz me detuvo.
– [i][font=Arial]¿Qué hace un chico tan guapo como tú caminando por aquí…tan solo?[/i] – preguntó una voz a mis espaldas. Me giré para verla, era una chica rubia con el pelo largo.
– [b]Podría decir lo mismo de una chica como tú.[/b] – respondí. No tenía demasiado tiempo, pero sí me sobraban unos pocos minutos.
– [i][font=Arial]¿Y por qué no me acompañas?[/i] – se puso delante de mí, haciendo que me detuviese y pasó los dedos por mi pecho.
– [b]Tengo algo de prisa.[/b] – respondí. Apartándola a un lado y continuando lentamente por mi camino. El cebo estaba puesto, ahora faltaba ver si picaría.
Escuché un ruido a mis espaldas y de pronto una columna de humo me rodeó y se condensó delante de mí tomando la forma de la chica.
– [i][font=Arial]Creo que no me has entendido.[/i]- dijo arqueando una ceja.- [i][font=Arial]He dicho que me acompañes. [/i]
– [b]Y yo creo que te has pasado con el tabaco. [/b] – respondí con seriedad. – [b]¿Cómo te llamas? [/b]
– [i][font=Arial]Ebony Lekker.[/i]- respondió. El mundo es un pañuelo, una vampiresa cutre tiene el mismo nombre que una de mis espadas, aunque le pegaría más llamarse Bunny Lekker. – [i][font=Arial]¿Necesitas saber quién te va a matar? [/i]– en un segundo su cara se transformó, dejándome cristalino lo que ya era claro como el agua, era una vampiresa.
– [b]Descansa en paz, Ebony Lekker.[/b] – respondí a la vez que le agarraba la cabeza con una mano. Focalicé mis poderes a través de mi mano derecha y comencé a emitir una luz tan potente que comenzó a sacudirse, hasta que se desintegró. Normalmente mis poderes dañaban a los vampiros, a muchos seriamente, ya que al fin y al cabo son muy vulnerables a la luz, pero a los de tercera los desintegraba con facilidad.
Dejé el montón de polvo atrás y bajé el resto del camino hasta llegar al coche. Metí la bolsa en el maletero y me subí. Conduje en dirección a la Universidad, sabía que encontraría allí a McLeod viendo los problemas que había ahora mismo,y así fue. Allí estaba con cara de no haber dormido bien en varios días y enterrado en una pila de libros, la conversación con él no hizo sino confirmar mis sospechas de estos días de que no estaba bien.
Después de dejar a McLeod en su casa me dirigí a casa de Sarah. Por el camino no pude evitar darle vueltas a todo lo que habíamos hablado. Cuando a McLeod le asignaron a Sarah y me llamó, pude notar algo de pesar en su voz, y ahora ya sabía de qué se trataba. También me preocupaba su relación con Diana, ambos merecían ser felices y juntos podrían serlo, pero para eso Mc tenía que superar sus miedos, y no tenía idea de cómo ayudarle, sus miedos estaban muy arraigados, quizá lo estuviesen tanto porque quería a Diana más aún de lo que se atrevía a admitir. La verdad es que no le culpaba, mi mayor miedo sería sin duda perder a Sarah, ya no sabría cómo vivir sin ella. Incluso a mí me seguía pareciendo curioso cómo podía acabar con un vampiro con total normalidad y sin embargo ahora estaba todavía nervioso por la cita.
Unos minutos después detuve el coche frente a la casa de Sarah. Antes de salir, repasé mentalmente si lo llevaba todo, y cuando ya estuve casi convencido, salvo esa típica sensación de que se te olvida algo, salí del coche y llamé al timbre de la puerta.
Cuando la puerta se abrió, pude ver a la madre de Sarah sonriente.
– [b][i]Veo que mi yerno va más guapo que de costumbre.[/b][/i]- Se acercó hasta mí y me dio dos besos.
– [b]Gracias.[/b] – respondí sin saber muy bien que decir. – [SIZE=4][b]¿Sarah ya está lista?[/b]
– [b][i]Júzgalo tú mismo.[/b][/i]- Dijo con una sonrisa, mientras giraba la cabeza en dirección a la gran escalera de la casa de las Echolls.
Miré hacia la escalera y ya no pude volver a apartar la vista. Sarah se asomaba desde la parte de arriba. Llevaba un vestido azul de tirantes que junto a los tacones le realzaba cada parte de su cuerpo, el pelo le caía sobre el hombro izquierdo dejando a la vista su cuello, y en ese momento llegué a entender a los vampiros.
Evidentemente la descripción se quedaba muy muy corta, no existe ninguna palabra en ningún idioma que me permitiese definir lo perfecta y preciosa que estaba, era como si una estrella hubiese tomado forma, y yo tenía la suerte de poder admirarla.
– [b]Estás…vaya…[/b] – [i]Bien, estás y vaya, ya son dos palabras, sólo me harán falta unas pocas más esta noche…está…increíble.[/i] Me había dejado sin palabras, sin aliento y podría decirse que sin vista, porque no podía apartar la mirada de ella.
– [b]Dejad de mirarme así porque sólo falta que suene “Kiss Me” de “Sixpence none the richer” y me sentiré como el personaje de Rachael Leigh Cook en “Alguien como tú”.[/b] – dijo Sarah apoyándose en la barandilla con una velocidad digna de Flash mientras nos miraba a su madre y a mí con el ceño ligeramente fruncido.- [b]Quiero una cita, no un cliché.[/b]- dijo bajando las escaleras a toda prisa. Al menos ya tenía claro que no era el único que estaba nervioso, porque a Sarah parecía que le habían dado siete red bull. Al bajar tan aprisa resbaló, por suerte ya estaba preparado y me lancé hacia ella y la cogí al vuelo. – [b]Te has propuesto convertir nuestra cita en una comedia romántica.[/b]- añadió sacándome la lengua.
– [b]Soy tu caballero de la brillante armadura, sólo que la armadura la están soldando y he tenido que improvisar.[/b] – respondí sonriendo mientras bajábamos las últimas escaleras y la dejaba en el suelo con suavidad.
– [b][i]Aún a riesgo de que Sarah me mate, me gustaría haceros una foto.[/b][/i]- la madre de Sarah enseñó una cámara de fotos que llevaba en la mano.- [b][i]¿Os importaría poneros ahí?[/b][/i] – dijo haciéndonos una seña para que nos pusiésemos justo delante de la escalera.- [b][i]Así, perfecto.[/b][/i]- asintió con la cabeza y se puso la cámara delante lista para la foto.- [b][i]Decid PA-TA-TA. [/b][/i]
Esa fue la primera de una serie de intentos, en la primera foto salía con los ojos cerrados, la segunda salió desenfocada, en la tercera Sarah ya empezaba a aburrirse y levantó los dos brazos haciendo gesto de forzudo, en la siguiente nos pusimos espalda contra espalda y colocamos los brazos como si llevásemos una pistola al mejor estilo de agentes secretos y así unas cuantas más, hasta que la madre de Sarah dijo.
– [b][i]Creo que tendré que resignarme a que mi hija pequeña nunca tendrá una foto normal.[/b][/i]- suspiró.- [b][i]Pasadlo bien.[/b][/i]- nos dio un abrazo a cada uno y fue hacia la puerta para abrirla.
– [b]¿Un último intento?[/b] – pregunté a Sarah
– [b]Está bien, pero las cámaras no hacen milagros…[/b]- suspiró y se puso delante de mí con los brazos cruzados para que yo la abrazase desde atrás.- [b]Perdona si te tapo la cara, es lo que tiene ser tan alta.[/b]- se giró para decirlo y justo en ese momento, cuando nos mirábamos con complicidad, con una sonrisa en la boca de cada uno, la madre de Sarah pulsó el botón y saltó el flash. Me alegraba saber que un momento así iba a perdurar para siempre, además de en mi memoria.
Después salimos por la puerta en dirección a mi coche, pero mientras iba abrirle la puerta del copiloto a Sarah, ella ya se había sentado en el asiento del conductor.
– [b]¿Me dejas conducir? Por favor, por favor, por favooor.[/b]- dijo haciendo los típicos pucheros que sabía que conseguirían que no le negase nada.- [b]Es que cuando soy el copiloto me aburro. Creo que es cosa de mi legado, porque cuando no mando no sé qué hacer…[/b]- finalizó mirándose los zapatos como si fuera una niña pequeña. No pude evitar sonreir.
– [b]Vaaale. Pero tienes que escuchar bien mis indicaciones.[/b] – concedí. No estaba seguro de si sabría llegar al lago, y menos aún al lugar concreto que tenía en mente, así que tenía que guiarla. Ella asintió distraídamente y arrancó.
– [b]Sabes que no lo haré.[/b]- me miró durante un segundo y me dedicó una enorme sonrisa.
– [b]Lo imaginaba, entonces tendré que improvisar si nos perdemos.[/b] – respondí.
Este sí que era un momento digno de foto, los dos en el coche, Sarah totalmente arreglada y con unos taconazos en el lado del conductor y yo como copiloto tratando de que siguiese mis indicaciones para llegar sin perdernos. Y eso sin olvidar mi cara, tenía la sonrisa permanentemente grabada, entre lo guapa que estaba Sarah esa noche y los buenos momentos que estábamos pasando pensé que acabaría teniendo agujetas.
[spoiler]
Sarah, Abigail y Elizabeth han sido controladas por Stefy, Ebony ha sido controlada a medias[/spoiler]