[align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=4][color=black]Christopher McLeod | Moondale.[/SIZE][/color][/font][/b]
[SIZE=2]El chasquido de una pistola a mi espalda fue como un jarrón de agua fría. Diana, Cecil y Bill estaban a punto de entrar en una zona muy desprotegida con los francotiradores apuntando y ahora alguien iba a retenerme e impedir que les avisase. Sentí algo de frío a mis espaldas y supe que el aura oscura estaba ahí.
Me di media vuelta y entonces la vi, la reverendísima Margaret [i]Clavo[/i], porque eso había sido para todos los que la rodeaban, la Universidad, el Consejo e incluso la Iniciativa, un envenenado clavo bajo las uñas. Me hizo un gesto para que me moviese y nos alejamos un poco de la plaza y, claro está, de Diana, que quedaban a mis espaldas, en más de un sentido.
– [b][i]¡Que alegría verte, Christopher![/i][/b] – dijo con su habitual tono de autoconvencida superioridad. Nunca hay que desearle mal a nadie, pero con ella había que contenerse mucho para no hacerlo, incluso cuando descubrimos su muerte. No me alegre, porque la muerte no es algo de lo que debas alegrarte aunque sea de tu peor enemigo, pero no puedo decir que fuese fácil, pero me hubiera resultado mucho más difícil más adelante, cuando comprendí todo lo que había hecho, no podía negar que merecía una milésima parte de lo que había hecho sufrir a otros.