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Etiqueta: Jane Williams (futuro z)

  • EL FIN DE LA UTOPÍA

    Dante Villiers | Edificio Lenora

    Me desperté confuso, con un dolor penetrante en la base del cuello que se extendía, ramificándose, por toda mi cabeza. Cuando conseguí recuperarme de la confusión miré a mi alrededor y vi que estaba en una especie de celda, aunque la puerta estaba abierta.

    Por instinto salí fuera y empecé a recordar lo que había ocurrido. Había perseguido a la que me había atacado hasta el claro de un bosque y allí me había topado con un golpe de estado antes de caer inconsciente.

    Me llamó la atención un papel que había sobre una mesa frente a la celda. Estaba escrito de manera apresurada y podía leerse: Señor Villiers, sentimos mucho todo lo que ha ocurrido, pero con suerte, cuando despierte, todo cobrará sentido y todos viviremos en un mundo mejor. Si despierta demasiado pronto no se acerque al Edificio Lenora. La nota estaba firmada por un tal Christopher MacLeod, cuyo nombre me sonaba pero sin tener muy claro de dónde.

    La nota me alarmó, y al leer la mención al Edificio Lenora lo primero que pensé fue en mi hermano Cole. Activé el Omnilens e intenté contactar con él, pero eso solo sirvió para aumentar mi preocupación cuando no respondió. Traté de contactar también con mi madre, pero no había más que silencio.

    Siempre había sido bastante imprudente e irreflexivo, y la familia era mi punto débil, por no mencionar mi rebeldía innata. Así que hice exactamente lo que la nota decía que no hiciese y recurrí a mi poder para atravesar el velo de la oscuridad y llegar en un instante al Edificio Lenora.

    Librado del mareo inicial del teletransporte, vi que estaba en la oficina de Cole. El sitio estaba vacío y debía haberse vaciado con prisa. Pero eso no era todo, con el impulso había olvidado que el Edificio tenía un sistema de protección para evitar apariciones como la que yo acababa de hacer, y ese sistema no había funcionado, así que fuera lo que fuera lo que estaba pasando, era gordo.

    Abrí la ventana de la oficina y me lancé al vacío, sintiendo el viento contra mi cuerpo mientras descendía y tomaba impulso para ascender batiendo mis alas hasta las azoteas del Edificio.

    Antes siquiera de aterrizar lo vi. Fuego, humo, sangre y cuerpos inertes por todas partes. Los que se movían o bien estaban enfrentándose entre sí, o bien huían del interior de la planta de la azotea, de una figura femenina vestida de negro.

    Esa figura me llamó la atención de inmediato, pero un grito familiar me hizo volver la vista. En una de las terrazas un amasijo de plumas blancas caía al suelo y trataba de ponerse en pie mientras otra figura la atacaba. Mi madre estaba en peligro, así que volé hacia ella con temor a llegar demasiado tarde, porque quién la atacaba, un miembro de alto rango del bando negro del Consejo, parecía a punto de dar un golpe mortal.

    Mi mente se quedó en blanco al saber que no iba a llegar a tiempo. Quise gritar, pero ni siquiera sé si lo hice o no. No podía soportar la muerte de mi madre, sin ella no era nada, era la única que nos mantenía unidos a mi padre, a Cole y a mí.

    Antes de recibir el golpe fatal, una figura se interpuso y lo recibió en su lugar. Le reconocí mientras caía al suelo, Niall, también miembro de esa especie de golpe de estado. Pero había defendido y salvado a mi madre de un alto rango del gobierno. Fuera como fuese dentro del caos que había en mi cabeza, no esperé, en su lugar utilicé mi segundo poder como nunca había hecho y mandé al atacante a través de la oscuridad que me había llevado allí. Con las prisas no sabía dónde lo había transportado, quizá a ninguna parte y ahora estaba encerrado en la oscuridad para siempre. No me importaba, no después de lo que había hecho.

    Corrí hacia mi madre y la sujeté. Estaba herida. – [Mia]Hijo, tu padre…lo siento…[/Mia] – tartamudeó con lágrimas surcando su rostro. Ella se había salvado, pero mi padre, estuviera donde estuviera, no. Quise preguntarle qué estaba pasando, por qué estaban luchando del lado de la gente cómplice de un golpe de estado, de atacarme e intentar acabar con mi vida, pero mi madre se desmayó, no sé si del dolor o el trauma emocional. Comprobé que estaba bien y la llevé a la oficina de Cole antes de volver a la azotea y aclarar la confusión de una vez por todas.

    Cuando volví, entre la refriega que aún continuaba y el caos que reinaba, distinguí a una figura conocida. La muchacha que me había atacado, esa tal Jane. Sin esperar a que volviese a escapar, me teletransporté a su lado y la aferré del brazo.

    – [Dante]¿Qué cojones es todo esto?[/Dante] – grité. Ella se sobresaltó, pero desvió la mirada con terror hacia otro lado, donde una mujer exactamente igual que ella miraba en nuestra dirección, seguramente habiendo escuchado mi voz.

    – [Xander]Sí, esa es la que intento matarte.[/Xander] – apartando mi mano de la de la chica. Me eché hacia atrás, pensativo. La que había intentado atacarme era la otra, estaba claro una vez las veías a ambas. Eran iguales, pero muy diferentes.

    – [Omega]Escondidos igual que ratas.[/Omega] – dijo la otra chica con una voz más severa y oscura. Continuaba caminando hacia nosotros, que la observábamos escondidos detrás de un muro derribado. De pronto se detuvo, miró a su izquierda y sonrió. Alzó una mano y de su escondite salió volando una chica delgada, de pelo castaño rojizo y una estética animal.

    – [Jane]¡Amy, n..![/Jane] – estuvo a punto de gritar la que estaba a nuestro lado, pero el tipo fornido le tapó la boca para evitar que nos encontrase. Le miré a los ojos y los vi brillantes, conteniendo las lágrimas. La muchacha de pelo castaño rojizo forcejeó hasta que de pronto cayó inerte y la atacante la dejó caer al suelo.

    Jane, la que estaba a mi lado, ahogó un grito. El chico, que aún no sabía cómo se llamaba, la aferró con la mano izquierda mientras la derecha estaba cerrada en un puño de nudillos blancos.

    La muerte de la chica me dejó helado. Había cuerpos allí fuera, en las terrazas, pero hubo algo en ver cómo mataba a esa joven pelirroja que me destrozó.

    – [Xander]No…no…[/Xander] – oí susurrar al chico. Seguí la línea de su mirada y vi que un grupo de jóvenes estaba atacando a la «versión asesina» de Jane. La atacaban de forma rudimentaria, unos con armas, otro, un demonio de piel verde menta, con sus garras y su fuerza, apoyado por un licántropo de pelaje negro como la noche que se lanzaba implacable contra ella. Ella sin embargo recibía cortes que se curaban al instante y cuando se aburría, golpeaba con un abanico de poderes terrorífico.

    No podía soportarlo más, así que traté de usar mi poder para sacarlos a todos de allí, pero no funcionó. De pronto era como si me hubieran arrebatado mis poderes.

    – [Xander]Ha anulado los poderes.[/Xander] – explicó el chico al ver mi cara de asombro y mi frustración. – [Xander]Todos menos los suyos.[/Xander] – aseguró. Con su telekinesis apartó al demonio verde mientras que su brazo se cubría de granito para golpear con fuerza al licántropo. El resto apenas le hacían rasguños con sus armas.

    – [Jane]Los va a matar a todos…[/Jane] – dijo Jane conteniendo las lágrimas. El chico guardó silencio y llevó la mano sobre la barriga de la joven mientras le decía algo al oído. Ella intentó retenerle, pero no pudo evitar que se pusiera en pie y saliese de nuestro escondite.

    – [Xander]Deja que se vayan.[/Xander] – pidió a la asesina, que de un gesto creó una onda expansiva que apartó a todos los que la atacaban.

    – [Omega]No tengo ninguna razón para hacerlo.[/Omega] – sonrió con crueldad  y con un giro de su mano una joven pelirroja que estaba cerca del cuerpo de la otra chica, se llevó las manos al cuello como si no pudiese respirar.

    – [Xander]No son rivales para ti. Pero yo soy inmune a tu poder.[/Xander] – afirmó.

    – [Omega]También lo era tu madre.[/Omega] – sentenció ella. El muchacho tembló de pura rabia.

    – [Xander]No hables de ella…[/Xander] – replicó.

    – [Omega]Es increíble lo fácil que fue todo.[/Omega] – ella empezó a caminar hacia él. – [Omega]Todo porque dieron por fallecida a la cambiaformas que tenía el espíritu de la novia muerta.[/Omega] – señaló con su mano más allá, donde descansaba el cuerpo sin vida del Director. Mientras ella caminaba, absorta en su gloria, en nuestro escondite apareció una chica rubia y un tipo de piel oscura, grande y fornido. – [Omega]Pero resultó que seguía viva, solo se estaba adaptando. Así que me encargué de que las dos estuvieran muertas de verdad.[/Omega] – añadió con una sonrisa pérfida. – [Omega]Después fueron a por la otra Cazadora, así que la maté para suplantarla como si la posesión hubiese vuelto a salir mal.[/Omega] – continuó explicando. Mientras tanto, a mi lado, los demás intentaban que Jane se fuese, pero ella no quería. – [Omega]Entonces fueron a por su último recurso, tu madre.[/Omega] – añadió, ya muy cerca de él. – [Omega]Se volvió muy blanda al verme con la cara de su «amiga» muerta. Así que aproveché la ventaja.[/Omega] – sentenció. Volvió a mover sus manos y los que estaban a su alrededor se llevaron las manos a la garganta igual que la muchacha. – [Omega]Vivir tantos años con su cara, simulando ser Beatrix y aguantando a ese imbécil fue una locura, pero quería su poder y siempre estaba demasiado vigilado, además, seguía débil por lo que me había pasado. Sabía que el bando negro estaba esperando también, así que era cuestión de que todo coincidiese.[/Omega] – estaba frente a frente con él. – [Omega]Así que dime, ¿aún eres una amenaza para mí?[/Omega] – preguntó. – [Omega]Porque la distracción no está funcionando muy bien.[/Omega] – añadió, sonriendo. Chasqueó los dedos y todos a los que estaba asfixiando cayeron muertos. Entonces fijó la mirada hacia nosotros.

    – [Xander]¡Vete, ya, corred![/Xander] – gritó, lanzándose sobre ella solo para ser repelido sin el más mínimo inconveniente.

    El tipo grandote se puso en medio, bloqueando el paso, mientras la muchacha rubia arrastraba a la chica. Era imposible que saliesen de allí corriendo con esa mujer persiguiéndoles, pero tuve una idea.

    Corrí hacia ellas, que ya estaban saliendo del interior de la azotea, y las empujé por el borde de la terraza saltando detrás. Extendí mis alas y las sujeté, forcejeando para mantenerme en el aire. Cuando lo conseguí, miré hacia arriba y vi que la mujer se preparaba para derribarme, pero ya estaba demasiado lejos de su alcance, así que utilicé mi poder y nos internamos en las sombras.

    El Paraíso soñado por Z había caído. De la luz prometida, ya solo quedaba oscuridad. Pero incluso en la más profunda oscuridad hay un retazo esperanza, al menos para los que habíamos sobrevivido.

  • CICATRICES EN EL ALMA

    XANDER ECHOLLS | EDIFICIO LENORA

    La depresión, en su estado más puro, es frustración y arrepentimiento. Arrepentimiento por malas decisiones que nosotros u otros han tomado y frustración por no tener el poder para cambiar esas cosas. Quizá mi bisabuelo, capaz de controlar el tiempo, nunca tuvo ni podría haber tenido depresión, porque podía cambiar las cosas. Pero para el resto de los mortales eso no era más que un deseo irrealizable.

    Conocía bien cómo te hacía sentir porque yo mismo la había vivido desde que había visto, impotente e incapaz de hacer nada, como se llevaban a mi madre, no una, sino dos veces.

    La primera vez era demasiado pequeño para ser perfectamente consciente, pero una imagen se quedó grabada en mi mente, marcada a fuego para siempre. Era una imagen tenue, lógicamente, pero intensa. No contenía detalles, como el lugar o quienes estaban presentes. Solo recordaba a mi padre, tirado en el suelo, sangrando y a mi madre, inconsciente, arrastrada por un grupo de protegidos. Había una mujer con el pelo rojo como la sangre que me miraba divertida mientras jugaba con un alfiler.

    Quizá originalmente no recordaba todo eso, pero el tiempo y los conocimientos de los demás me permitieron darle más color a esa imagen, saber quién era esa mujer, la Reina Negra, una hechicera experta en magia de sangre.

    La segunda vez fui más consciente y sentí la impotencia de no poder hacer nada, no solo por no tener la fuerza suficiente para plantarles cara, si no por tener que esconderme y proteger a mi hermana.

    Esos hechos me marcaron, me dieron la personalidad que tenía hoy en día y los traumas que acarreo. El miedo a volver a sentir esa pérdida fue lo que permitió que decidiese alejar a Jane de todo esto sin su consentimiento, tratándola como a una chica indefensa sin capacidad para decidir por sí misma cuando sabía perfectamente que era mucho más poderosa que yo o que cualquiera de los presentes, salvo quizá mi hermana. Había intentado sobreproteger a ambas cuando eran más capaces que yo para hacerlo.

    Si pudiera volver atrás, seguramente repetiría lo mismo que había hecho, porque seguía teniendo el mismo miedo y habría cometido el mismo error. Sería ridículo decir que no temía morir allí, por supuesto que lo hacía, o que cualquiera de los demás tuviese un fatal desenlace. Mi mayor anhelo era que todos pudiésemos volver sanos y salvos, pero sabía que no sería así. Habría bajas, todos habíamos tenido que asimilar el riesgo cuando decidimos hacerlo. Lo que pasaba es que había bajas que sabía que no sería capaz de sobrellevar. La de Jane, la de nuestro pequeño nonato y la de Elle eran tres de ellas.

    El campo de batalla no atenuaba mis miedos. Estábamos aún a una terraza del ático donde el grupo de Owen y su padre luchaba contra los protectores más cercanos a Z. Tras la muerte de ‘Wall‘ a manos de mi padre, la balanza de inclinó de nuestro lado, pero no duró demasiado.

    Poco después se unieron varios protegidos y el propio campo de batalla se volvió contra nosotros. Las terrazas del edificio estaban diseñadas para incorporar la propia naturaleza al entorno urbano, manteniendo el ecosistema y tratando de recuperar parte del daño que había hecho el ser humano. Dos de las protegidas que aparecieron eran Leaf y Briar. Juntas, hicieron que la naturaleza cubriera completamente el terreno, entorpeciendo nuestros pasos, cegándonos, reteniéndonos en pleno combate y atacándonos desde todas direcciones.

    En mis manos, Ocaso segaba las ramas de los árboles con facilidad antes de que me golpearan, pero mi concentración tenía que ser completa para evitar también los ataques de los peones. Sentía en la espada la fuerza de su espada hermana Albor, que acababa con sus enemigos como si la que la empuñaba no fuera mi alegre hermana Elle sino una persona completamente diferente, despojada de su alegría e inocencia, una versión guerrera y despiadada de sí misma.

    Sabía que el miedo a perder a Jane y Elle ante la muerte era más complejo que el mero hecho de verlas morir. Estar cerca de la muerte siempre nos afecta, de una forma u otra. Morir es el final del camino, al menos que yo sepa. Pero dar muerte a otro es el principio de un camino de espinas que te cambiará para siempre. No solo temía que muriesen, temía que cuando terminase todo, si seguíamos vivos, hubiesen dejado de ser las mismas.

    Elle era inocente y alegre, toda su vida nos habíamos esforzado por aislarla de la violencia, ayudarla a rechazar esa oscuridad latente en su interior. Y Jane siempre había sido una pacifista, desdeñando desde el principio este ataque y la naturaleza de su propio poder. Por desgracia, vivíamos en un mundo donde la paz no era posible. No con lo que habían hecho. Ni con lo que seguían haciendo.

    Continuamos luchando, esperando derribar a Leaf y Briar para recuperar la ventaja. Mi moral se vino abajo cuando Ted murió atravesado por una rama. Durante los minutos que tardase en recuperarse, cualquiera de los nuestros podía caer. Y así fue.

    Diana acababa de derribar a cuatro peones con una llamarada y no vio las hiedras rodearla. Para cuando lo hizo, ya era tarde. Las hiedras arrastraron a su presa ante los gritos de los nuestros, que vieron impasible cómo cubrían el cuerpo hasta enterrarlo y asfixiarlo. Diana no pudo hacer nada, su fuego quemaba las hiedras pero otras ocupaban su lugar, hasta que el cuerpo de Christopher dejó de moverse, mientras Diana gritaba de rabia preguntándose por qué tenía que haberse interpuesto para que no la cogieran a ella.

    La rabia de Diana arrasó todo lo que había frente a ella, hasta convertir a Leaf en un montón de cenizas y quemar viva a Briar, que se lanzó por la terraza, desconcertada, intentando apagarse.

    Los esfuerzos de nuestros enemigos se centraron en mi tía, lanzando contra ella todas sus fuerzas. Corrimos a defenderla, pero se interponían en nuestro camino. Ella acabó con los peones uno tras otro.

    – [Xander]¡Detrás![/Xander] – grité al percibir un destello a su espalda. ‘The Hand‘ abandonó su invisibilidad para asestar una puñalada por la espalda a Diana sin que esta tuviera tiempo a detenerle. Pensé que también la habíamos perdido, pero Jane la salvó.

    En cuanto la mano desnuda de Jane tocó la piel de ‘The Hand‘, este se vino abajo, retorcido por el dolor, mientras Jane absorbía poco a poco su poder. Me quedé parado, sin saber que hacer, pensando que iba a matarle, que la Jane que conocía iba a cambiar. Pero ella lo soltó, ya inconsciente, pero respirando. Después Jane desapareció usando la invisibilidad que acababa de tomar prestada.

    Con el aluvión de la rabia de Diana y Jane dejando inconscientes a los más fuertes, nos abrimos paso hasta el puente de hielo que Idris acababa de construir. Avancé en la vanguardia mientras otros cubrían nuestro paso.

    Cuando llegué al ático me detuve. La lucha era atroz. Un despliegue de poderes por ambos bandos que iba en detrimento del nuestro. Tuvimos que esquivar los cuerpos para unirnos a un combate atroz. La Reina Negra estaba allí, con una pila de cuerpos ensangrentados bailando a sus órdenes como marionetas. Reconocí entre ellos a Kuruk, a Vincent y a Mara. Habíamos entrado al Reino de la Muerte y nos enfrentábamos a dioses inmortales.

    Al fondo de ese paraje desolador, lejos de donde nos encontrábamos, el Rey Negro estaba en pie frente a Z. Su forma cambió para reflejar a una mujer joven, rubia y delgada ante la que Z tembló. Aaron acudía en su ayuda, pero todo su cuerpo empezó a rasgarse dejando salir la sangre. Se giró, conociendo a la responsable y se lanzó contra ella con todas sus fuerzas, pero fue incapaz de soportar tantas heridas y sus ojos, anhegados en sangre, se apagaron. En el Reino de la Muerte, los dioses ya no eran inmortales y la oscuridad iba ganando la partida.

  • EL VIEJO LOBO

    EL VIEJO LOBO

    Christopher MacLeod | Canton

    Me sentía como un niño que observa la marea crecer, a punto de arrastrar el castillo de arena que tanto tiempo le ha llevado construir. Aunque en mi caso la parte de construir había sido indirecta, basada en meras indicaciones y pistas, dadas por mí y por el resto de los ‘Moondies’ a nuestros descendientes para tratar de darle la vuelta a esta cruda realidad.

    Imaginad la mera idea de pasarse años viendo cómo se ponen en peligro tus hijos mientras fraguan una resistencia en la que tú no puedes hacer nada, ni siquiera mencionar una pequeña ayuda, para evitar que los oídos que hay sobre ti en cada momento se abalancen sobre ellos. Obligados a llevar una vida falsa, una farsa de inserción en la sociedad, sabiendo que una persona a la que quieres lleva años sufriendo, esclava de su propio cuerpo. Si eso resulta frustrante, pensad ahora lo que es ver cómo, en el mismo día en el que todo eso puede llegar a su fin, el plan parece a punto de desmoronarse por una serie de infortunios, como la fuga de una sospechosa de múltiples asesinatos y el «secuestro» y asalto a una celebridad, que ahora mismo se encontraba todavía inconsciente a mis pies.

    – [MacLeod]Que alguien me explique como habéis llegado a esto.[/MacLeod] – dije, desviando la mirada hacia mi sobrina Elle, mi hija Amy y Jane, la hija de Dominic y Rebecca. Ya no tenía sentido guardar silencio, ni sobre el plan ni sobre nada de lo que estaba ocurriendo. Todo era inminente y estarían más pendientes de la fuga de Jane que de escuchar lo que estuviera diciendo ahora mismo. De estar pendientes de las escuchas, los más vigilados serían Dom y Rebecca. Elle parecía a punto de decir algo, pero una mirada acerada de Amy hizo que guardase silencio.  – [MacLeod]¿Nada? ¿Se ha desmayado solo, después de exculpar a Jane y dejarla en mitad del bosque, menos de una hora antes del ‘momento’?[/MacLeod] – pregunta. Me mordí la lengua, pese a que el suceso era inminente y las escuchas mágicas impuestas sobre ellos estarían más desatendidas, seguían siendo los Moondies y nunca se podía confiar en que no estuviesen esperando su resurgimiento.

    – [Amy]Era necesario. Al menos sigue vivo.[/Amy] – respondió finalmente mi hija. Elle y Jane permanecieron calladas, una porque no quería meterse y la otra porque tenía su enfado concentrado en otra persona, aunque tampoco miraba alegremente a Dante.

    – [MacLeod]¿Al menos? Es el hijo de Mia, había otros caminos. [/MacLeod] – respondí mientras terminaba de acomodarlo en la celda que utilizaba las noches de luna llena. Quedaban poco más de diez minutos para que todo empezase. Despertarse en una celda no le iba a enfadar mucho más de lo que ya había pasado. Además, ahí estaría seguro.

    – [Amy]Ya.[/Amy] – sentenció Amy con un sonoro chasquido de su lengua. La actitud reprobatoria de mi hija era evidente para todos los que estábamos allí, y no era nada agradable. Echaba de menos un mundo en el que no se hubiera venido todo abajo y hubiera podido concentrarme en estar con mi pequeña. Pero ahora ya era tarde y quizá lo nuestro nunca pudiese arreglarse del todo. Por el miedo a perder, quizá perdimos incluso más de lo que habríamos perdido luchando. Pero Z tenía un ejército que le alzaba como a un héroe después de la masacre de la Iniciativa, unos defensores que le cubrían la espalda mientras raptaba a una de las mejores personas que había conocido para esclavizarla durante años. El mero recuerdo me ponía los pelos de punta y despertaba de su letargo a mi parte lupina.

    – [MacLeod]No lo entiendes, hija, la vida no es tan fácil.[/MacLeod] – repliqué. Con la juventud, lo parece, pero la edad te aporta sabiduría, aunque también, cansancio y miedo por culpa de las vivencias que ya has tenido.

    – [Amy]Para vosotros es más fácil porque os habéis rendido.[/Amy] – espetó ella. Amy era la viva imagen de mi rebeldía unida a la voluntad de Diana, una fuerza de la naturaleza.

    Suspiré, cansado. – [MacLeod]No nos rendimos. Simplemente teníamos mucho que perder.[/MacLeod] – respondí mirándolas a las tres. Z destrozó nuestra fuerza llevándose a Sarah y para entonces ya teníamos demasiado que perder. Amy, Kaylee, Xander, Elle, Owen, Jane, Leo, Noah…

    – [Amy]¿Y lo de la tía Sarah no cuenta?[/Amy] – golpe bajo. MacLeod se queda en silencio, se sienta, parece más viejo

    – [MacLeod]Sí, pero no os perdimos a vosotros.[/MacLeod] – añadí, antes de quedarme en silencio mientras intentaba mantenerme entero, lo necesitaba para la lucha. No podía pretender convencer a Amy si ni siquiera conseguía convencerme a mí mismo de que habíamos hecho las cosas bien. Así que decidí ser práctico. – [MacLeod]JJ no se habría quedado en la cárcel hoy, había planes. Pero me imagino que eso fue idea de Xander.[/MacLeod] – comenté, pensando en voz alta mientras intentaba ir recortando la lista de problemas. La cara de Jane me dejó claro que había sido así, y no parecía muy conforme. – [MacLeod]Es mejor seguir con el plan.[/MacLeod] – añadí, sin querer meterme sin saber más sobre lo que había pasado.

    – [Amy]Estás cambiando de tema.[/Amy] – replicó Amy, mirándome fijamente.

    – [MacLeod]Sí, hija, estoy cambiando de tema.[/MacLeod] – respondí, cansado. No tenía ganas de pelear con ella minutos antes de embarcarnos en algo de lo que no todos podríamos volver. – [MacLeod]No pienses que sabes lo que estamos pasando.[/MacLeod] – esta vez mi voz reflejaba más tristeza que enfado.

    – [Amy]Sí lo sé, pero yo al menos hago algo.[/Amy] – sentenció sin inmutarse. Me quedé unos segundos observándola, recordando con añoranza aquellos momentos en los que aún no se había roto todo, aquellos instantes en los que su pequeña boca desdentada sonreía al escucharme.

    – [MacLeod]Algún día lo entenderás. Solo espero que todos podamos estar ahí cuando pase, incluida tu tía.[/MacLeod] – llegaríamos hasta Sarah o nos quedaríamos por el camino. Podíamos conseguirlo, creía en nosotros, pero la parte más difícil empezaba ahí, especialmente para Sarah.

    – [JJ]¿Podéis callaros ya?[/JJ] – intervino, molesta, Jane. Me recordó muchísimo a Rebecca en ese instante. Amy la fulminó con la mirada. Yo, por mi parte, me limité a mirarla y ordenar mis pensamientos. Tenía razón en el sentido de que no era el momento de discutir. – [MacLeod]Diana vendrá en unos minutos para llevarnos al edificio.[/MacLeod] – expliqué, volviendo al plan. Después de que el artefacto colocado por Owen entrase en acción, el «grupo velocista» – Noah, Henry, Diana… – se encargaría de transportar rápidamente al resto. Eliminadas las barreras con el artefacto, apareceríamos muy cerca del objetivo, el Consejo, concretamente Z.

    Me acerqué al baúl y preparé unas cuantas cosas que podían resultar útiles. Le tendí a Amy una daga que pertenecía a su madre y ella me miró sin decir nada.

    – [JJ]Yo también voy.[/JJ] – escuché decir a Jane.

    – [Elle]No puedo decirle que no a una embarazada.[/Elle] – añadió Elle, sonriendo. Un problema más que añadir a la lista.

    – [MacLeod]Yo sí. [/MacLeod] – dije acercándome a ellas. Jane no tenía experiencia en combate, estaba embarazada y por si fuera poco, la tomaban por una asesina múltiple. Con sus poderes, irían a por ella en cuanto la viesen. – [MacLeod]Xander tenía que haber hecho las cosas de otra forma, pero tiene razón en que hay mucho que perder.[/MacLeod] – añadí intentando que me escuchase, aunque parecía que había tomado una decisión que sería inamovible. Si moríamos allí, ese bebé nunca vería la luz.

    – [JJ]No voy a permitir que Xander decida por mí.[/JJ] – espetó ella. En cualquier otra circunstancia, escuchar eso habría sido un orgullo, pero en ese momento temía por ella y por lo que podría pasarle. Si hubiese habido algún modo de evitar que Amy, Kaylee o Diana fuesen al combate, lo habría intentado, pero ellas jamás se habrían apartado. Jane parecía estar en el mismo camino.

    Me quedé pensando unos instantes. Era fuerte, pero no tenía entrenamiento, tenía mucho poder, pero le aterrorizaba usarlo. – [MacLeod]Serás el principal objetivo, con tus poderes…[/MacLeod] – continué, esperando convencerla.

    – [JJ]Lo sé.[/JJ] – añadió simplemente.

    – [MacLeod]Solo puedo aconsejarte contra ello, no decidir por ti, pero Elle no puede venir con nosotros.[/MacLeod] – admití finalmente, volviendo la mirada hacia Elle. Ella sabía bien por qué lo decía. – [MacLeod]Es peligroso para ti y para todos.[/MacLeod] – añadí.

    – [Elle]Mi segundo nombre es peligro.[/Elle] – replicó ella, bromeando. La alegría y la inocencia de Elle eran arrolladoras, por eso dolía llevarle la contraria, pero no podía venir con nosotros, en un momento en el que esa alegría y esa inocencia se volviesen ira, Elle perdería el control y eso podría significar su fin y el nuestro.

    – [MacLeod]Elle…[/MacLeod] – la regañé, como cuando era pequeña. Sabía que no iba a estar de acuerdo, igual que también sabía que no podía hacer nada por evitarlo si se empeñaba en ir. Era dueña de sus propias acciones, pero lo que habitaba dentro de ella podía terminar siendo muchísimo más peligroso que el propio gobierno de Zeon.

    Las dos eran virtualmente las que más poder tenían. El problema era que su poder, precisamente por ser tan inmenso, siempre había estado limitado y contenido. A veces me paraba a pensar si no habría sido mejor entrenar con ellas en el dominio de su poder en lugar de intentar evitarlo. Después recordaba que el gobierno no nos había dejado otra opción, si hubieran sabido de la existencia de Elle o de que alguien con el poder de absorber poderes estaba intentando aprender a controlarlo, probablemente habrían intentado acabar con ellas.

    – [Daniel]Puede venir con nosotros.[/Daniel] – la puerta principal se abrió y Daniel cruzó el umbral. Llevaba el pelo largo, por los hombros, y una barba descuidada. Me extrañó volver a verlo con la espada cruzada a la espalda. ‘Sendero Oscuro’ podía hacer honor a su nombre esa noche, porque la mirada de Daniel dejaba claro que estaba dispuesto a todo por recuperar a Sarah. Y por vengarse. – [Daniel]Todos tenemos que luchar a diario con la oscuridad que tenemos dentro.[/Daniel] – añadió, mirándome. Elle era mayor de edad, así que ni él ni yo podíamos hacer nada, pero si además su padre la apoyaba, cualquier punto de vista que pudiese darle para reconsiderarlo había quedado tirado por los suelos. – [Daniel]Y es su madre.[/Daniel] – finalizó, intentando mantener un rostro sereno, cuya máscara se agrietaba a gran velocidad.

    – [Elle]No hacía falta que me dieras permiso.[/Elle] – replicó su hijo haciendo una mueca sonriente mientras se acercaba a él.

    – [Daniel]Lo sé, eres igual que tu madre y que tu tía.[/Daniel] – desde que Sarah no estaba, en los ojos de Daniel solo volvía a aparecer una chispa de vitalidad cuando miraba a Xander o a Elle. Eran la razón por la que seguía adelante, esa y recuperar a Sarah. Vi cómo le tendía una de sus viejas espadas, ‘Ocaso’. Xander debía llevar ya encima ‘Albor’, listo para el combate.

    Sentí un chasquido de estática en el aire y me preparé para verla. El espacio pareció rasgarse delante de mí y de un instante a otro, Diana estaba en pie, tan preciosa como cuando la había conocido. – [Diana]¿Listos?[/Diana] – preguntó, analizando a los presentes y dedicando una sonrisa a Jane, Elle y Amy, tan decididas, tan seguras.

    La respuesta que salía de mi interior era un simple «no», pero ese «no» tenía matices, como todo en la vida. No estaba preparado para lo que podía llegar a perder en ese día, pero desde luego estaba preparado para darlo todo y para recuperar nuestras vidas y a nuestra familia de la mano de esos monstruos.

     

  • CAMBIO DE PLANES

    Noah Arkkan | Comisaría

    MAÑANA

    La mañana del ‘Día de la Liberación‘ había empezado especialmente temprano para mí. No era algo que me molestase sobremanera, porque estaba acostumbrado a dormir algo menos de 6 horas, pero incluso para alguien que es capaz de moverse a la velocidad de la luz, la cantidad de cosas que iban a ocurrir ese día me resultaba agobiante.

    Por si nuestro plan para atacar el Edificio Lenora y seccionar de un golpe la cabeza del Consejo de Zeon era poco, Xander me había confiado la tarea de ir en busca de Dante Villiers, el playboy millonario al que Jane había intentado supuestamente asesinar, y convencerle para que fuese a ver a su presunta asaltante y asesina de la chica con la que estaba, para tratar de corregir el error en la identificación.

    Durante varios tediosos días (no había nada peor para un velocista que tener que esperar colas y concertar citas), traté de llegar hasta él, pero mi vinculación como hijo de Moondie me echaba para atrás enseguida. Así que finalmente, como último recurso antes de utilizar la tecnología como mi aliada, pedí ayuda a Niall y llevó a cabo unas cuantas llamadas para ponernos en contacto con él.

    Para mi sorpresa, después del rechazo inicial y tener que aguantar alguna que otra respuesta airada, conseguimos que esa mañana Dante se reuniese con nosotros para ir a ver a Jane. Pero antes de todo eso me había encargado de dejar listos algunos últimos preparativos para el «ataque«, porque cuando el dispositivo de Henry inutilizase la seguridad del Edificio Lenora, tendríamos minutos para actuar.

    Hasta que eso no ocurriese, allí estábamos, Niall, Dante Villiers y yo, discutiendo con dos agentes de policía frente a una de las celdas de anulación de la Comisaría.

    Mientras Niall peleaba verbalmente con los agentes, eché un vistazo a través del cristal de espejo, que me permitía ver a Jane, apoyada contra una de las blancas e inmaculadas paredes, con los ojos cerrados. Ella no podía verme y por un instante empaticé con ella, con la soledad de esa celda y la sensación desagradable de estar en un lugar que te impide utilizar tus habilidades, que se adapta continuamente a ellas para bloquearte y mantenerte encerrado. Era digno de pesadilla.

    – [Niall]¿Pero es que no ven que esta embarazada? ¿Qué daño puede hacer? -[/Niall] escuché decir a Niall, alzando la voz más de lo acostumbrado. Le miré y vi que estaba hablando por teléfono, con su alguno de sus abogados seguramente. -[Niall]Consigue la fianza o me voy con W&H.-[/Niall] sentenció, segundos antes de colgar el teléfono. Miró a los policías con el ceño fruncido y atravesó la puerta sin inmutarse.

    Al otro lado, Jane abrió los ojos al escuchar abrirse la puerta. – [JJ]¿A quién le has pagado para poder entrar aquí?[/JJ]- preguntó con una sonrisa cansada. Nadie podía pensar seriamente que Jane pudiese matar o hacer daño a alguien.

    Sentí a alguien colocarse a mi lado para observar y vi que era Dante Villiers. Dejé que mirase la escena durante un instante para darle tiempo antes de entrar.

    – [Niall]A nadie. Es fácil cuando tienes contactos y la mitad de los secretos de estos patanes.-[/Niall] aseguró, sacando un reloj de bolsillo para consultar la hora. – [Niall]¿Te encuentras bien?, ¿te han hecho daño?[/Niall] – preguntó después de comprobar la hora. Entendía su incomodidad con la hora que era, todos los miembros de la Resistencia estarían en el combate, pero tendrían que ser llevados por teletransportadores, creadores de portal o velocistas, dependían enteramente de nuestras capacidades.

    – [JJ]Solo quiero salir de aquí[/JJ].- replicó sin ganas de hablar más. El cansancio era palpable. – [JJ]No he hecho nada[/JJ]. – añadió, mirándole fijamente. Vi de reojo la mirada de Dante Villiers fija en ella, evaluando.

    – [Niall]La legalidad nunca ha destacado por su rapidez, asi que tendremos que optar por el plan B.-[/Niall] comentó Niall. Esa era la señal para que entrasemos, Jane y Dante Villiers estarían todo lo listos que podrían estar, dadas las circunstancias.

    – [Noah]Jane, ¿estás bien?[/Noah] – le pregunté, acercándome a ella con cautela, para evitar que los guardias montasen un espectáculo.

    – [JJ]Más o menos[/JJ].- respondió ella. El cansancio que llevaba encima era palpable a todos los niveles.

    Desvié la mirada hacia Dante y vi que la observaba fijamente, escrutando la escena con un semblante serio y surcado de cicatrices recientes que estaban ya más curadas que hacía unas horas.

    – [Noah]Dante ha accedido a verte.[/Noah] – expliqué, al ver que la mirada de Jane se cruzaba con la de aquél extraño que solo conocíamos por las revistas.

    – [JJ]Sé que no me vas a creer, pero yo no te he hecho eso[/JJ].- intervino ella al instante. Cuando hablaba así nuestros padres y madres siempre decían que se parecía a Rebecca.

    – [Dante]Si no fuiste tú, era idéntica a ti.[/Dante] – aseguró él, frunciendo el ceño. Bueno, no iba maravillosamente bien, pero podía ir peor.

    – [JJ]Tengo mejores cosas que hacer que ir a atacar al tío de las alas[/JJ].- espetó ella, cruzándose de brazos. Había hablado demasiado pronto con lo de que podía ir peor.

    – [Niall]En efecto, a la hora del ataque Jane estaba en mi local.-[/Niall] aclaró Niall, en un tono más conciliador. Pero Jane seguía fulminando a Dante con la mirada.

    – [Dante]Ya habéis visto lo que yo vi.[/Dante] – replicó él, mirándonos a todos. Pero parecía inseguro, como si necesitase pruebas para creerlo. Por eso volvió a reproducir la grabación de su Omnilens, enviándola a todos los nuestros.

    Allí estaba la atacante, con la apariencia de Jane, la chica muerta a sus pies mientras dejaba claro que iba a por Dante. Me fijé en el movimiento de los cristales, tenía telekinesis.

    – [JJ]Con la cantidad de mierda que debes meterte, es lógico que veas cosas que no existen[/JJ].- replicó Jane. Sentí un escalofrío, la tensión podía cortarse con un cuchillo.

    – [Noah]Está bajo mucha presión.[/Noah] – intervine, mirando a Jane para decirle que intentase disimular.

    – [JJ]No vengas a darme lecciones de moral cuando llevo encerrada en esta celda tantas horas que he perdido la cuenta[/JJ].- continuó, haciendo caso omiso a mi mirada.

    – [Dante]Todos los análisis coincidieron con los tuyos.[/Dante] – se escudó él, pero su frase quedó a medias, incompleta a juzgar por el tono. Se quedó pensativo unos instantes. – [Dante]Y aún así….[/Dante] – empezó a decir. Tuve la impresión de que algo le hacía ver que no era ella la que le había atacado. Pero como los Moondies eran desafortunados y sus hijos no iban a ser diferentes, en ese momento se escuchó en el exterior de la celda de contención un ruido extraño, seguido de un chisporroteo en el cierre. La puerta se abrió unos segundos después y en el umbral apareció Henry.

    – [Henry]¿Que cojones haceis todos aquí?- [/Henry] preguntó al vernos.

    – [Noah]Hemos venido a intentar exculpar a Jane. ¿Qué demonios haces tú aquí?[/Noah] – pregunté, tan tenso que tuve que controlar la vibración de mis moléculas. Henry allí no era una buena noticia. Los agentes se nos echarían encima en minutos.

    – [JJ]¿Dónde están Xander y mi hermano?[/JJ]- le preguntó Jane, extrañada y, como se solía decir, ‘con la mosca detrás de la oreja’.

    – [Henry]He venido a hacer lo que sois incapaces de hacer.-[/Henry] sentenció. Se desvaneció para reaparecer justo al lado de Jane. – [Henry]Tu novio me envía a sacarte de aquí. -[/Henry] Maldita sea, Xander, estábamos a punto. – pensé. Era Xander quien me había pedido intentar convencer a Dante de que se encontrase con ella, pero al ver que los días pasaban y no había avances, Xander se había ido poniendo menos en contacto. Había pasado al plan B, aunque Henry quizá era el Z.

    – [JJ]Xander no te enviaría a sacarme de aquí[/Xander].- replicó Jane, alejándose un par de pasos. En sus palabras iba implícito que no consideraba a Henry una persona muy estable.

    – [Noah]Se supone que tenías que recoger al resto dentro de 33 minutos.[/Noah] – dije, acercándome a ellos. Cuando el artefacto que Owen había colocado en la oficina de la hija de Petra deshabilitase la seguridad, Henry sería el encargado de transportar a gran parte de la resistencia al interior del Edificio Lenora para empezar el golpe. Este simulacro podía echar por tierra todo el plan.

    Y entonces empezaron a sonar las alarmas. – [JJ]¿Y ahora qué?[/JJ]- replicó Jane mirándonos.

    – [Henry]Xander es consciente de que no tienes posibilidades de salir de aquí, así que me ha mandado a sacarte antes de que comience el ataque.-[/Henry] puntualizó. Hice uso de mi velocidad y salí de la celda de contención, atravesando el pasillo de celdas hasta que vi a unos metros de distancia un grupo de guardias con equipamiento completo. Di la vuelta.

    – [Noah]Viene todo un equipo para aquí.[/Noah] – expliqué, con un tono que parecía una maldición. Podían cogernos a todos. Teníamos que salir de allí, no había tiempo para más.

    – [JJ]Sácanos de aquí[/JJ].- le pidió Jane. Nos había condenado y ahora era nuestra única esperanza. Por suerte, aunque loco, era de fiar, y nos llevaría con él. Niall, Jane y yo nos agarramos a su chaqueta y Henry se preparó para teletransportarse.

    Lo último que escuché antes de que perdiéramos de vista las paredes blancas de la celda fue. – [Dante]No, espera…[/Dante] – y a Dante saltando hacia nosotros y agarrando mi manga izquierda. Mierda. – pensé.

    Al instante nos vimos ante la cegadora luz del sol en medio de un claro rodeado de árboles, a juzgar por sus tipos, en el Bosque de los Lobos.

    – [Elle]¡Gente![/Elle]- dijo una voz, emocionada. La voz animada de mi prima me confirmó dónde estábamos. Me puse en pie rápidamente y observé la escena mientras los demás se levantaban. Dante estaba allí, un problema más para el plan.

    – [Dante]¿Dónde estamos?[/Dante] – preguntó, tenso. A su alrededor el aire parecía ser más oscuro, como si estuviese absorbiendo la luz. La información oficial del caso decía que había escapado usando su otro poder, menos evidente, manipulación de la oscuridad.

    – [Elle]Estáis en Canton[/Elle].- replicó Elle, siempre sonriente. Mi tío siempre decía que habría que preocuparse cuando Elle no sonriera. Aunque con el tiempo me di cuenta de que quizá lo decía por otra cosa.

    – [Noah]Esto es una locura. Quedan 29 minutos para el ataque, ahora estarán en alerta.[/Noah] – maldije, tenso. Para un velocista ese tiempo era una eternidad en la que podían blindar completamente el acceso al Consejo y acabar con nuestra oportunidad.

    – [Henry]Yo he cumplido, aunque se nos ha colado un polizón. ¿Qué hacemos con él, lo matamos?-[/Henry] preguntó, intentando parecer serio, pero empezó a reírse sonoramente al poco. -[Henry]Noah, tengo que ir a por el resto del grupo, nos vemos allí.-[/Henry] y sin más, se desvaneció en el aire, dejándonos allí.

    – [Noah]Espera, no…[/Noah] – escuché mis propias palabras como ecos en el aire, pero Henry ya no estaba. – [Noah]Escucha, esto no es lo que parece.[/Noah] – dije levantando las manos en un gesto tranquilizador de cara a Dante. Miré a Niall para que me ayudase.

    – [JJ]¿Para qué me habéis traído aquí?[/JJ]- habló también Jane, seria y visiblemente molesta.

    – [JJ]Explicadme qué está pasando aquí[/JJ].- replicó Jane. En ese momento no quise cambiarme por Xander.- [JJ]Y sin dar vueltas[/JJ]. – sentenció. Miré a Elle, era la única que parecía conocer el plan de su hermano.

    – [Elle]Si quieres, la idea es que te quedes conmigo[/Elle].- le propuso Elle, intentando mantener la calma en el caos de conversaciones que se estaba desatando.

    – [Niall]¿Que es lo que parece entonces Noah? -[/Niall] habló también Niall, no sin razón. No podía mentirle a Dante, pero tenía que tratar de dejar abierta la puerta para que no tomase a Jane por asesina.

    – [Noah]Parece que Xander no las tiene todas consigo con el ataque.[/Noah] – piensa en voz alta. – [Noah]Y que estamos en un lío.[/Noah] – confirmé finalmente. De pronto sentí frío y fue como si la luz se atenuase. Miré a Dante y vi que la oscuridad manaba a su alrededor como si le devorase. – [Noah]Eh, tranquilo, será mejor que te calmes.[/Noah] – dije mirando por el rabillo del ojo a Elle. La oscuridad no le venía nada bien.

    – [Dante]No parecías la misma chica, pero esto…¿ataque?[/Dante] – preguntó, desconcertado y visiblemente a la defensiva. Tan visible y evidente como podía resultar un muro de oscuridad que cada vez le cerraba más.

    Tenía que actuar deprisa, esa parte no era un problema, pero la cuestión era decidir exactamente qué hacer. Dudé durante unos instantes que para mí fueron minutos y para el resto, décimas de segundo. Entonces, de pronto, el muro se vino abajo y Dante cayó al suelo, inconsciente. Comprobé que tuviera pulso. Así era.

    Detrás de él, una figura femenina nos miró, dejando caer una roca al suelo. – [Amy]…-[/Amy] – sin decir nada, Amy se acercó a nosotros, pasando por encima del cuerpo inconsciente de Dante.

    Ya solo quedaba encargarse del plan de Xander. Jane no estaba muy contenta con la idea que parecía rondar en el aire, que Elle y ella huyesen mientras tenía lugar el ataque. A mí tampoco me daba demasiada seguridad que uno de los cabecillas del plan dudase de que este fuese a salir bien y enviase a lo que más quería bien lejos. Y luego estaba Amy, a la que no parecía gustarle demasiado el cambio de planes. Y no sabía por qué, pero me imaginaba en medio.

  • EN UN VISTO Y NO VISTO

    Diarios de Destino | Palacio Kvinneby

    MAÑANA

    Siegfried cruzó el pulimentado suelo de mármol y llegó hasta el jardín cubierto anexo al Palacio Kvinneby, su residencia desde hacía ya más de veinte años. En ese jardín esperaba encontrar a Beatrix, refugiada como todas las veces en las que necesitaba estar sola, meditando.

    Al principio, Siegfried se mostraba inquieto por esas visitas. Entendía que Beatrix se sintiera culpable por las personas que habían perdido la vida para traerla de vuelta, pero no podían obsesionarse. Lo importante era que estaban juntos.

    Con el tiempo se convirtió en su refugio y en una parte más de su rutina. Siegfried se había acostumbrado y cuando no la encontraba, sabía dónde estaría. Aunque intentaba dejarle siempre un tiempo para meditar.

    Cuando salió al jardín, no la vio a primera vista. Tuvo que atravesar el vergel para llegar al frío anexo donde estaría, parada frente a una tumba.

    En efecto, allí estaba, esta vez sobre una lápida tallada con el nombre «Sasha E. Elliot«. Había sido su último recurso antes de recurrir a Sarah, pero no había funcionado. Igual que tampoco había funcionado con Butterfly, cuya tumba estaba al lado.

    – [Z]Al final solo aguantó Sarah.[/Z] – meditó, acercándose a ella. No se sobresaltó, debía estar esperando que apareciese.

    – [Sarah]¿Habrías preferido a Sasha?[/Sarah]- preguntó girándose mientras sonreía.

    – [Z]Siempre que seas tú, no me importa el cuerpo.[/Z] – le aseguró, mirándola a sus ojos celestes. Se había acostumbrado a querer esa sonrisa, porque fuera cual fuese su rostro, era Beatrix, pero no podía negar que las cosas nunca serían como habrían sido si ella no hubiese muerto. No era lo mismo estar con…otro cuerpo. Era como enamorarse a la fuerza de otra persona.  – [Z]Pero lamento que no quedara otra opción para Sarah.[/Z] – había admirado su determinación, su afán por hacer el bien con una intensidad que le recordó a la propia Beatrix cuando estaba viva. Cuando se agotaron todas las demás vías, no hubo otro remedio, era Sarah o Beatrix.

    – [Sarah]La edad te está volviendo blando, Siegfried[/Sarah].- replicó mirándole. Vio un destello frío en su mirada que llevaba ya largos años conociendo. Al principio lo atribuyó a Sarah, a su rebeldía y su odio al estar aún presente, subyugada a la mente de Beatrix. Ese odio la hacía luchar, incluso durante un tiempo, poco después de que Beatrix tomase su cuerpo, había conseguido rebelarse y escapar, pero Siegfried la había encontrado un par de años antes junto al aesir. Desde poco después había empezado a percibir esa mirada gélida y una Beatrix más fría, más dura. No sabía si era solo el físico, pero a veces dudaba que fuese la misma persona.

    – [Z]Sé que tú lo habrías querido de otra forma.[/Z] – añadió. Al menos la Beatrix que conocía y amaba.

    – [Sarah]Es cierto, pero ya no hay marcha atrás[/Sarah].- rectificó, cambiando el semblante. Estrechó su mano y le acercó hasta ella. Los años le habían acostumbrado a su nuevo olor, a su nuevo aspecto, pero si cerraba los ojos, volvía a verla a ella. Seguía ahí, no estaba perdida. El regreso de la muerte no era un camino de rosas.

    – [Z]Y si la hubiera, no la tomaría.[/Z] – afirmó, sonriéndole. Pasó las manos por su cintura y la observó unos instantes. – [Z]¿Estás segura de que no prefieres quedarte?[/Z] – preguntó finalmente. Quedaba poco para el aniversario de la batalla, el día cero de la unificación de Zeon. Era el tiempo de honrar a los muertos y celebrar que estábamos reunidos contra un mundo que les odiaba porque no tenía poder a su lado. Siempre temía que esa fiesta fuera demasiado para Beatrix, que Sarah podría pugnar por salir con más fuerza con esos recuerdos cerca y sus familiares también. Y además estaba el problema actual, esa asesina a la que habían capturado, la hija de Dominic y Rebecca.

    – [Sarah]Me gustaría acompañarte[/Sarah].- pidió, colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja. Acercó su rostro más al de ella y le dio un beso en los labios que ella devolvió con pasión.

    – [Z]La sospechosa está custodiada, así que no debería haber problema.[/Z] – respondió, con un asentimiento. No había lugar más seguro para ella, y si Sarah intentaba liberarse, Faust estaría allí cerca para contenerla. Beatrix asintió con una sonrisa. – [Z]Si es ella, eso significa que tendremos un poco de paz, al menos interna.[/Z] – pensó en voz alta. Al menos la preocupación de un asesino entre nosotros estaría respaldada. Solo quedaba lidiar con la guerra que se avecinaba con el exterior.

    El Departamento de Defensa había estado analizando comunicaciones y había descubierto un proyecto para un despliegue de armamento nuclear sobre Zeon. Aunque pudieran detener parte de las explosiones, las secuelas podrían durar décadas, y no habían encontrado aún una combinación de poderes y habilidades que pudieran protegerles totalmente. Si Curium no hubiese muerto luchando contra ese radiactivo de la Iniciativa, quizá. Tras todo ese tiempo, podrían terminar derrotados por simples armas humanas.

    – [Sarah]Espero que tengas razón[/Sarah].-respondió ella, estrechando de nuevo su mano para alejarse de las tumbas.


    Zeon News

    MAÑANA

    En dos días, el día 3 de Septiembre, coincidiendo con el aniversario de la batalla de Ripper en la que se liberó al pueblo de Zeon, el máximo dirigente, Siegfried Eklund, ha confirmado que asistirá a la gala anual de celebración de la victoria.

    «Hemos sufrido mucho para llegar hasta donde estamos ahora. No sería justo que por culpa de un asesino dejásemos de honrar a todos aquellos que dieron su vida por construir este lugar.»

    Fueron las palabras del dirigente, en alusión a la captura de una artificial hija de Moondies con el poder de absorber los poderes de otros sobrenaturales, matándolos en el acto. La sospechosa, Jane Williams, hija del Moondie Dominic Williams y la artificial Rebecca Lee, fue identificada por Dante Villiers, el famoso modelo ‘Icarus’. Las líneas actuales de investigación la sitúan como la culpable de la oleada de asesinatos de potenciados que se ha vivido desde hace ya más de dos años.

    Parte del Consejo de Zeon llegará entre el día de hoy y mañana, mientras que el dirigente y su esposa Beatrix llegarán en la madrugada del día 3. El evento, como todos los años, se celebrará en la azotea del Edificio Lenora.


    Xander Echolls | Bosque de los Susurros

    MAÑANA

    El Bosque de los Susurros me traía recuerdos buenos y malos. Fue allí donde nos escondimos los primeros tiempos, donde crecí con mi madre, mi padre y el resto de mi familia. Desde allí organizaban la Resistencia y salían a luchar, hasta que un día volvieron, derrotados y sin mi madre. Tiempo después, cuando ella volvió, nos refugiamos allí una temporada, hasta que nos encontraron.

    En ese momento, fue como si viese delante de mí a mi padre, con las manos y rodillas en el suelo, apenas sosteniéndose, cubierto de su propia sangre y de los que había atacado intentando que no se llevasen a mi madre. Recordaba llorar mientras les veía a los dos pelear por seguir juntos y al ‘Boogey Man‘, ‘Faust‘, conjurando a Beatrix con renovadas fuerzas para que controlase a mi madre y la hiciese prisionera de su propio cuerpo. En su día lloré por no poder hacer nada, me habían obligado a esconderme y proteger a Elle, a evitar que supiesen nada de su existencia. Ahora era otro quien se refugiaba en las profundidades de ese bosque.

    Me dirigía a verlo cuando una llamada entrante en el Omnilens me hizo detenerme y buscar cobertura en un lugar que no delatase mi posición. Me relajé al ver que era Owen.

    – [Xander]¿Has visto las noticias?[/Xander] – pregunté. Owen asintió, no podíamos decir mucho más por un canal público, pero eso significaba que el plan seguía en marcha. – [Xander]No la van a dejar ir, ahora está en el centro de la política.[/Xander] – comenté. Era absurdo disimular también la indignación, eso solo levantaría más sospechas a quien nos estuviese vigilando.

    – [Owen]Tiene que haber algun modo de que podamos hacer algo. Tal vez si Dante viese a Jane…-[/Owen] sugirió él. Me paré un instante a pensarlo, parecía una buena idea, y si no funcionaba, al menos nos dejaría ganar tiempo.

    – [Xander]No es mala idea, pero a mí no me dejarán acercarme. Intentaré que vaya uno de los otros.[/Xander] – comenté, pensando sobre la marcha que quizá Noah podría encargarse de hacer de mensajero, porque para Henry tenía reservada otra tarea, si quería ayudarme con ella. El plan era cada vez más inminente y muchas cosas podían salir mal. – [Xander]Porque tú tenías una cita.[/Xander] – añadí parándome a pensar después de decirlo.  No quería presionar a Owen, pero el daño ya estaba hecho.

    – [Owen]Cancelaría la cita si no fuera por…tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora mismo.-[/Owen] admitió. Se le notaba afectado y luché por decirle, no vayas, porque lo que te estamos pidiendo es horrible, pero perdí.

    – [Xander]Ya, sé que es difícil…pero tengo que pedirte que vayas…por tu bien.[/Xander] – repliqué intentando disimular para oídos de terceros. No quería presionarle para ligar con una chica que no nos había hecho nada, cuyo único crimen era ser hija de una miembro del Consejo y tener el despacho mejor ubicado para el generador de interferencia.

    – [Owen]Te dejo, no quiero llegar tarde.-[/Owen] respondió con rostro serio.

    Asentí, lamentándolo. – [Xander]Seguimos en contacto.[/Xander] – me despedí, antes de que se cortase la conexión.

    Apenas tuve un instante de reflexión antes de que una figura se apareciese frente a mi entre un chasquido de estática. Durante un momento de psicosis, pensé que era teletransportadores oficiales del Gobierno, pero al ver el rostro marcado por las cicatrices de Henry, me tranquilicé. Al menos dentro de lo posible.

    – [Henry]Eh, solo venía para ver que tal iba todo.-[/Henry] preguntó, seguramente consciente de mi cara de circunstancia.

    – [Xander]Iba de camino a tu casa.[/Xander] – respondí volviendo al motivo que me había llevado al Bosque de los Susurros, lugar de refugio de Henry. Me pregunté si tenía alguna señal para mí que hubiese estado viviendo en la vieja cabaña de mi padre desde que dejó de formar parte de los líderes de la Resistencia. Quizá buscaba recordarme lo que pasó, las injusticias que habían sido cometidas. Los susurros que ese bosque se guardaba. – [Xander]Necesito tu ayuda.[/Xander] – pedí sin irme por las ramas, sabía que Henry apreciaba la franqueza.

    – [Henry]¿En serio?, ¿no preferirías la ayuda de otro?, te recuerdo que soy muy volátil.-[/Henry] replicó con una sonrisa. No me extrañaba la respuesta, siempre había ido tras él para asegurarme de que no comprometía la Resistencia y sin embargo, ahí estaba, necesitándole.

    – [Xander]Y eso es lo que necesito ahora mismo.[/Xander] – respondí mirándole fijamente. – [Xander]Necesito un plan de contingencia por si no consigo que Jane sea liberada.[/Xander] – aseguré. Sabía que sin la carga emocional que suponía, el resto de la Resistencia no apoyaría mi plan.

    – [Henry]Espera, ¿Jane? ¿Qué es lo que ha pasado? -[/Henry] preguntó, sorprendido. Como llevaba toda la noche sin dormir, se me había olvidado que no todo el mundo tenía por qué saber lo que le había pasado a Jane, especialmente Henry, que tenía un Omnilens modificado aislado de la red al que no llegaban las noticias de Zeon.

    – [Xander]La han detenido por intento de asesinato. Dicen que es la que ha estado matando gente estos últimos años.[/Xander] – sinteticé como pude, dejándome demasiados detalles por el camino. Había estado analizando los casos y sí que era cierto que los cuerpos concordaban con la forma de actuar del poder de Jane, pero sabía perfectamente que ella no había sido. – [Xander]Z y las altas esferas vienen para el Día de la Unificación como estaba previsto, así que si no consigo que salga antes, quiero que entres y la saques antes de que ataquemos el edificio Lenora.[/Xander] – le indiqué, sintetizando también el plan. Era desesperado, no estaba perfectamente definido y podían salir mal muchas cosas. De hecho, el ataque al edificio tenía muchas posibilidades de salir mal, pero si pasaba, no quería morir pensando que Jane se pudriría en una celda o sería ejecutada. Eso me lastraría, pensando en ella continuamente, luchando con el alma en otra parte.

    – [Henry]¿Y perderme toda la diversión? Además, puede que ese sea el lugar más seguro para ella ahora mismo cuando todo ocurra.-[/Henry] replicó. Henry estaba siendo más calmado y sensato que yo, tenía que asumir que el amor me volvía loco, pero debía ser cosa de familia. Además, en pleno golpe de estado, pueden pasar muchas cosas a los prisioneros.

    Negué con la cabeza. – [Xander]Si está con ellos no seré capaz de hacer nada. Elle puede ayudarla a irse si todo se tuerce.[/Xander] – pensé en voz alta. Sí, también era cierto que mi hermana era la más fuerte de todos nosotros, junto a Jane, si utilizase sus poderes para su propio beneficio. Juntas podrían salvarse si todo iba mal.

    – [Henry]Para que luego digas que no hago nada por ti.-[/Henry] replicó, negando con la cabeza. Pensé de nuevo que quizá en otro lugar, habríamos sido buenos amigos. – [Henry]Dime la hora exacta en la que quieres que ocurra.-[/Henry] añadió. Henry siempre estaba dispuesto, sin importar el riesgo.

    Asentí, agradecido. – [Xander]Media hora antes de comprometer los sistemas.[/Xander] – le indiqué. El aparato que había diseñado Henry y que estaría colocado en el despacho de Laura cuando Owen consiguiera llegar debería anular los sistemas de control de potenciados que tenía el edificio, permitiéndonos teletransportarnos a la azotea para acabar con el Consejo. – [Xander]Tendrás que dejarme otro artefacto de esos para desactivar los sistemas de la comisaría[/Xander] – pedí. Allí también había un sistema parecido. Pensándolo bien, era una buena prueba piloto.

    – [Henry]Espera…-[/Henry] – respondió. Dos chasquidos de estática más tarde, reapareció frente a mí con un dispositivo igual que el otro entre las manos. – [Henry]Todo tuyo.[/Henry] – dijo, ofreciéndomelo.

    – [Xander]Gracias.[/Xander] – dije cogiéndolo para guardarlo a buen recaudo. – [Xander]Lo activaré poco antes que el otro, para que te de tiempo a entrar, cogerla y seguir con la misión.[/Xander] – le indiqué. Todavía quedaba pendiente conseguir colocar el dispositivo en la comisaría sin levantar sospechas. Aunque al menos sabía dónde hacerlo.

    – [Henry]Todo sera en un visto y no visto…-[/Henry] sentenció, antes de irse.

    Quedé solo en el Bosque de los Susurros. Volviendo a ver la silueta de mi padre tirado en el suelo, ensangrentado, y mi madre, también magullada por todos y todas a los que había derribado intentando librarse, siendo arrastrada y finalmente sometida por Faust. Poseída y encerrada.

    En un visto y no visto tu vida puede volverse patas arriba.

  • UNA LLAMADA

    Xander Echolls | Canton

    TARDE

    Cada vez quedaba menos tiempo para echar toda la leña de la Resistencia al fuego y destaparnos definitivamente. Después de eso, no habría vuelta atrás, era todo o nada. O lo conseguíamos, o nos condenábamos.

    Y ahí estaba yo, observando por la ventana del comedor de la casa de mi familia en Canton mientras mi padre me observaba, atento y preocupado, sin poder dirigirme una palabra y sin que yo pudiera confiarle nada.

    Mi padre se acercó y apoyó una mano en mi hombro. A ratos parecía un hombre al que la vida había vencido, un hombre que se había rendido. Pero en ese momento, su mano mostraba toda la fuerza que tenía, y que intentaba transmitirme.

    Elle entró en la casa y sonrió ampliamente al vernos tan cercanos. Durante mucho tiempo, solo nos habíamos tenido a nosotros y al resto de Moondies. La pérdida de mi madre era difícil incluso para todos juntos. Verla a su lado en cada anuncio oficial hacía que se nos partiera el corazón.

    Jane había sido el ancla que había evitado que me convirtiese en alguien perdido, cuya única finalidad hubiera sido hacer daño al Gobierno. Por eso la llamada que iba a recibir en ese mismo instante iba a ser tan devastadora.

    – [Xander]¿Owen?[/Xander] – pregunté, extrañado, respondiendo al Omnilens. Una sensación desagradable me recorrió el estómago.

    – [Owen]Tenemos un problema.-[/Owen] intentó explicar mientras su respiración se entrecortaba. Iba corriendo a algún sitio, pero no pude distinguir el fondo, parecía cualquier calle. – [Owen]Han detenido a Jane.[/Owen] – añadió. Por un instante que pareció eterno, sentí que la habitación daba un vuelco y que lo que estaba a mi alrededor se nublaba. Me forcé a permanecer atento.

    – [Xander]¿Qué?…[/Xander] – pregunté, buscando una explicación mientras mi cabeza decidía qué hacer. – [Xander]¿Qué ha pasado? ¿Dónde está?[/Xander] – pregunté, sintiendo los nervios recorrerme. Mi padre y mi hermana me miraban, preocupados.

    – [Owen]La han arrestado en el bar, según me ha comentado Niall, por intento de asesinato. Los sucesos ocurrieron anoche, lo cual no tiene sentido porque los tres estábamos… cenando.- [/Owen] – explicó, siempre consciente de que teníamos oídos en todas partes, especialmente en cualquier tipo de comunicación tecnológica.

    – [Xander]¿Detenida por asesinato?[/Xander] – pregunté de nuevo, confuso, intentando poner en orden mis pensamientos. Jane era una de las personas más buenas que conocía, no era capaz de matar ni a una mosca.

    – [Owen]Si. Presuntamente atacó a Dante Villiers.-[/Owen] respondió Owen.

    Silencié el audio del Omnilens un instante y miré a mi padre y a mi hermana. – [Xander]Han detenido a Jane, por asesinato. Tengo que irme, os iré diciendo.[/Xander] – resumí como pude. Mi hermana me dio un abrazo rápido con su abrumadora fuerza.

    – [Daniel]Tranquilo, hijo. Si necesitas cualquier cosa, estaremos esperando.[/Daniel] – respondió mi padre. – [Daniel]Y pase lo que pase, siempre hay alguna solución.[/Daniel] – puntualizó. Sabía perfectamente a qué se refería, pero no podía decirlo abiertamente. Su voz, igual que la de todos los Moondies, estaba «registrada». Lo que mi padre implicaba en ese momento no sería muy bien recibido por las fuerzas de seguridad. Pero si era necesario, la rescataría a toda costa.

    – [Xander]No entiendo nada. Estoy cogiendo el portal más cercano.[/Xander] – afirmé volviendo a activar el sonido del Omnilens, mientras manipulaba la brújula que Vincent me había entregado cuando entré al cuerpo.

    – [Owen]Nos vemos en la comisaría.-[/Owen] se despidió él, cada vez corriendo más deprisa.

    – [Xander]Vigílala, Owen. Ya sabes lo que pasa con los «artificiales» y los hijos de Moondies.[/Xander] – le pedí, no sin miedo. Los Moondies eran unos expertos en miedo, y siempre habían dicho que no les habían elegido como Daë por no tener miedo, si no por enfrentarse a él y superarlo.

    – [Owen]Tranquilo, no dejaré que le pongan un dedo encima… más que nada porque algunos de ellos serían los que saldrían lastimados. [/Owen] – aseguró. No dudé de su palabra, si le hacían algo a su hermana, Owen sería capaz de incendiar toda la comisaría.

    – [Xander]Nos vemos allí. Gracias.[/Xander] – dije, segundos antes de dar por finalizada la comunicación. Dejé el Omnilens al máximo segundo plano que pude, ya espiaba suficiente como para darle más motivos. Después crucé el portal que me llevó a un par de calles de la comisaría de la capital.

    Corrí a toda velocidad la distancia que nos separaba. Entré en el edificio pasando por todos los controles apresuradamente y apenas saludé a nadie, de todas formas, algunos de mis «compañeros» no estaban muy contentos con un hijo de Moondies en el cuerpo. Tampoco lo estaban teniendo a Vincent y Bill en él, pero no podían echarlos abiertamente.

    Allí, esperando sentado en una de las incómodas sillas de plástico blanco, estaba Owen, con un café en la mano.

    – [Owen]Está en la sala de interrogatorios. Xander, la han identificado con el Omnilens de Dante.-[/Owen] explicó, haciendo una pausa en la que vi su preocupación patente. – [Owen]La consideran sospechosa del resto de asesinatos similares.[/Owen] – añadió. Sentí un latigazo helado en la espalda. Si no conseguíamos que la absolvieran, la llevarían a La Inexpugnable, la cárcel del Gobierno de Zeon.

    Me quedé pensativo unos instantes, paralizado por el miedo. – [Xander]Es un error, puede haber sido un «camaleón» que también tenga un poder de contacto como el suyo.[/Xander] – comenté en voz alta. Era la única explicación. Sabía que el poder de Jane estaba totalmente en su contra. Los casos que había investigado indicaban que la energía vital de las víctimas había sido absorbida mediante un poder. Era así como funcionaba el de Jane, absorbiendo el poder de la persona junto a la energía vital. Pero estábamos en Zeon, podía haber cientos de poderes que encajaran en la descripción. Pero claro, era artificial, era hija de Moondies. Tenía una diana en la frente.

    – [Owen]Que crees que llevo diciéndoles todo este rato.-[/Owen] replicó, con cara de cansancio. Los dos empezábamos a temer cuál sería nuestra única opción.

    – [Xander]Voy a hablar con ellos. Quédate atento…por si acaso.[/Xander] – le pedí, bajando la voz con la parte final. Él asintió y me dirigí a la sala de interrogatorios, analizando a cada una de las personas que estaban en ese momento en la comisaría.

    Owen y yo estábamos en inferioridad numérica. Ambos éramos aesir, pero había varios demonios y potenciados presentes que nos igualaban o superaban en fuerza. Yo no tenía poderes ofensivos, así que solo teníamos la pirokinesis de Owen, que podían anular con alguno de los «cepos», artefactos de seguridad instalados en muchos centros oficiales.

    Frente a la sala de interrogatorios, un policía montaba guardia. A través del ventanuco vi que el Teniente ‘Oblivion‘ interrogaba a Jane, con cara de asustada. El Teniente tenía el poder de manifestar los recuerdos de quien tenía delante. Sabía elegir cuáles manifestar para presionar y para hacer temblar de miedo. También para relajar, pero pocas veces le había visto usarlo así.

    – [b]Hay un interrogatorio en curso, no puedes pasar.[/b] – sentenció el tipo grande de la puerta. Un pariente de ‘Titan‘, si no recordaba mal. Piel de acero.

    – [Xander]Es mi pareja, déjame pasar.[/Xander] – le indiqué, mirándole fijamente.

    – [b]Atrás, Echolls, ya te avisarán cuando terminen.[/b] – sentenció. Aparté la mano con la que me instaba a alejarme y respondió cubriéndose de acero y aferrándome por el cuello, haciendo que mis pies se separasen del suelo.

    Por el rabillo del ojo vi a Owen ponerse en pie, pero le hice una seña para que se detuviera. Llevé ambas manos sobre el enorme brazo de ‘Steel’ y le golpeé con fuerza con ambas piernas, haciendo que cayese hacia atrás. El estrépito llamó la atención de la sala de interrogatorio, de la que salió la Sargento Marrow.

    – [Marrow]¿Qué demonios pasa aquí?[/Marrow] – indicó, mostrando unos dientes afilados, cubiertos de hueso. Miró a ‘Steel’ que tenía ganas de precipitarse contra mí. – [Marrow]Tú, largo. Tú, estás demasiado implicado para estar aquí.[/Marrow] – me avisó, mientras ‘Steel’ me dirigía una dura mirada.

    – [Xander]Necesito hablar con ella.[/Xander] – pedí. Marrow había sido una de las Protegidas de Z, pero era una persona bastante razonable, al menos conmigo.

    – [Marrow]¿Hablar? Podrías ir a casa un mes sin sueldo por lo que has hecho. ¿Y crees que puedes pedir algo?[/Marrow] – replicó, enfadada. Tenía razón en cuanto a la suspensión, pero no me importaba. La miré fijamente. – [Marrow]Diez minutos. Si no sales, te sacaré yo misma.[/Marrow] – aseguró. Después volvió a entrar y salió junto a Oblivion, que me dirigió una mirada oscura. Se quedaron a la puerta,  la espera de que cumpliese mis diez minutos.

    Cruzar aquella puerta resultó más difícil de lo que habría imaginado. Podía tratar de ser todo lo fuerte que quisiera, pero mis miedos tenían fácil superarme, porque nunca se trataban de mí. Siempre temía por otros. En este caso, tenía miedo a ver el sufrimiento de Jane, la persona que más me importaba.

    Finalmente, sostuve la manilla de frío metal y crucé al otro lado, a una estancia tan fría y gris como la manilla de la puerta. Jane me miró con unos ojos acuosos que apenas dejaban ver su verdadero color.

    – [Xander]¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?[/Xander] – pregunté mientras corría hacia ella y me agachaba a su lado, abrazándola por la cintura.

    – [Jane]No[/Jane].- respondió, negando con la cabeza. Llevé la mano instintivamente a su barriga, donde se estaba forjando nuestro futuro. – [Jane]Solo un montón de preguntas[/Jane]. – añadió. Le pasé una mano por la cara, estaba fría, no solo de la sala, también de los nervios. Temí pensar en qué recuerdos podría haber sacado ‘Oblivion‘.

    – [Xander]Te sacaré de aquí. Tiene que haber algo que demuestre el error.[/Xander] – le aseguré, sin poder entrar en detalles. Había cámaras vigilando y escuchando lo que decíamos, así que no podía decirle simplemente que la sacaría de allí fuera como fuese, incluso dejando completamente de lado la ley.

    – [Jane]Estoy bien[/Jane].- respondió, intentando convencerme. Jane era así, incluso cuando ella estaba en un aprieto, se preocupaba por mí, intentando que no cometiese una locura. Pero por ella, estaba dispuesto a dar hasta mi alma.

    – [Xander]Todo irá bien.[/Xander] – dije tratando de tranquilizarla, aunque en el fondo también trataba de convencerme a mí mismo. Ella asintió, podía notar su corazón, que siempre latía con fuerza, más agitado de lo habitual.

    – [Xander]Encontraré quién ha sido. Sea como sea.[/Xander] – le prometí. Mirándola a los ojos, supe que aunque no supiese ni siquiera por dónde empezar, tarde o temprano encontraría al culpable y se lo haría pagar. Por aquél entonces, lo que no me decía esa corazonada era que sería el culpable quien me encontraría a mí, y para entonces estaríamos en una situación complicada.

    – [Jane]Gracias[/Jane].- respondió con voz derrotada.

    Llevábamos demasiado tiempo soportando la sociedad en la que vivíamos. Demasiado. Eso podía estar a punto de cambiar si conseguíamos nuestro propósito, pero no podía permitir que Jane estuviese bajo custodia cuando ocurriese, podría pasarle cualquier cosa, sería rehén del gobierno y no iba a permitir que nada ni nadie me la arrebatase.

    Tenía que actuar, intentar que el plan siguiera adelante, pero asegurándome de que Jane estaba en un lugar seguro. Y si no podía conseguir ambas, entonces lo tenía claro, la prioridad era ella.

    Salí de la sala cuando me avisaron de que los diez minutos habían llegado a su fin y le prometí a Jane que nos veríamos pronto. Sin dirigir la mirada a nadie, Owen y yo abandonamos la comisaría. Cada uno tenía cosas importantes que hacer. Era el momento de empezar con la revolución.

  • DEMASIADAS COINCIDENCIAS

    Cole Roman | Edificio Lenora

    NOCHE

    Python saludó a Echo mientras cruzaba el arco de seguridad que verificaba, entre otras cosas, que no llevase armas ocultas, poderes no notificados o que fuese en realidad un camaleón haciéndose pasar por él. Esos sofisticados equipos, instalados en la mayoría de los edificios gubernamentales o en las residencias de altos miembros de la jefatura de la nación, permitían aumentar el control en un mundo en el que la magia y los poderes sobrenaturales hacían de cualquier cosa impredecible.

    Echo le recordó que debería estar en casa, recuperándose de las posibles lesiones del accidente que había ocurrido por la mañana, pero Python le restó importancia. Más que debilitarle, la explosión solo le había hecho más fuerte debido a la sobrecarga de energía calorífica que su cuerpo había absorbido y convertido en mejoras en sus capacidades físicas. Si era cierto que había sido tanta, que sus músculos le habían dolido durante varias horas, como si su cuerpo estuviese tenso, lleno de una energía que no estaba utilizando. Pero después de un fuerte entrenamiento, consumió esa energía adicional y volvió a la normalidad.

    Era cierto que le habían dado el día, libre, pero no había dejado de pensar en aquella extraña sensación que había sentido minutos antes de la explosión. Su poder le permitía también sentir el calor y había algo que no cuadraba en la firma calorífica de la sala de calderas. No dejaba de pensar que el incendio no había sido un fallo, si no intencionado.

    Así que decidido a salir de dudas, atravesó los pasillos y descendió hacia el sótano contemplando el desastre que había dejado a su paso el incendio. Aun así, el equipo de limpieza se había encargado, gracias a sus poderes para absorber hollín, ceniza y regenerar madera y cristal, de arreglar una buena parte de las marcas del incendio.

    Continuó hasta llegar al sótano y traspasó la cinta de los bomberos. La zona no había sido limpiada y el hollín le molestaba en la nariz. Procuró no tocar nada para no alertar a nadie de su visita, pero observó atentamente la zona con su visión térmica.

    Tras un rato investigando el sótano, vio restos de un material radiante que todavía desprendía calor. No encajaba con ninguno de los materiales de la caldera ni de nada contenido en la zona. El patrón de dispersión de la explosión partía de un punto concreto de la caldera y a partir de ahí se extendía. Apenas era perceptible, pero se podía distinguir que no era la propia caldera la que había estallado, si no un dispositivo. Estaba claro que había sido provocado, pero no sabía quién había podido tener acceso.

    Volvió a la oficina y analizó el registro de los diferentes sensores. Al parecer, media hora antes de la explosión, el anulador de teletransporte había sido deshabilitado durante unos segundos. La orden estaba emitida desde uno de los terminales portátiles de seguridad del edificio, así que cualquiera de los guardias de seguridad podía haber sido el causante. El tema era que no tenían privilegios para ejecutar esa orden, así que debían haberlos conseguido pirateando el sistema.

    Cuantas más vueltas le daba, más sensación le daba de pertenecer a algo más grande. Trataba de intentar atar todos los cabos sueltos y plantear una estrategia para encontrar al responsable de seguridad que había formado parte, cuando su Omnilens notificó una llamada entrante.

    Era ‘Icarus‘, su hermanastro. No era muy habitual que le llamase últimamente y estuvo tentado a no responder, pero finalmente lo hizo. Nada más hacerlo, vio la imagen de Dante, herido y maltrecho.

    – [Dante]¡Cole, necesito ayuda! Han intentado matarme.[/Dante] – dijo con la voz ahogada. Parecía ir corriendo, aunque de vez en cuando daba un traspié.

    – [Cole]Tranquilo, ¿dónde estás?[/Cole] – preguntó, intentando mantener la calma.

    – [Dante]No estoy seguro…[/Dante] – dijo mirando a su alrededor. – [Dante]Bulevar Teach, al lado de un bar que se llama ‘Hell’s Bells‘.[/Dante] – añadió.

    – [Cole]No te muevas y no cortes la señal. Voy de camino, ya he avisado a la policía.[/Cole] – aseguró.

    La investigación de lo que había ocurrido tendría que continuar mañana. ‘Python‘ no era un tipo muy apegado a su familia paterna, pese a que la madre de Dante nunca le había tratado mal, ‘Python‘ siempre había pensado que su madre era mejor y no entendía por qué su padre había decidido dejarles de lado.

    Dante, pese a todo, era su medio hermano, y no podía dejarle solo en un momento así, aunque no estuviese seguro de que si hubiese sido al revés, las cosas hubiesen pasado de la misma forma.

    Volvió a ascender y se despidió de un Echo que parecía un poco inquieto. Su temperatura corporal estaba más elevada y ‘Python‘ prometió darle una vuelta a ese detalle al día siguiente.

    – [Cole]¿Quién te ha atacado? ¿Un fan?[/Cole] – preguntó, volviendo a comunicarse con Dante.

    – [Dante]Una hija de Moondies, una artificial que te mata y absorbe tus poderes, se llama Jane o algo así. [/Dante] – respondió, aún agitado. – [Dante]Jane Williams.[/Dante] – añadió tras consultar el Omnilens.

    Cole se quedó unos instantes, pensando. Ese apellido le sonaba de algo, algo que tenía que ver con el incendio. Hizo memoria mientras corría hacia donde se encontraba Dante, siguiendo la ruta marcada por el gps del Omnilens. Poco antes de llegar se dio cuenta, Owen Williams, el bombero que había rescatado a la gente del edificio y que estaba asignado a la investigación de la causa del fuego.

    Demasiadas coincidencias.

  • EL DESCENSO DE ICARO

    Diario de Dante Villiers | Atico

    NOCHE

    dantemodel

    Me levanté de la cama y me coloqué la ropa interior después de echar un vistazo a mis compañeras de cama, que dormían apaciblemente, hasta que al día siguiente se despertasen con una enorme resaca.

    Mi genética no era demasiado predispuesta a las resacas, no había más que ver a mi padre. Pero aún así, decidí ir hasta la cocina y para prepararme un zumo detox siguiendo la receta de mi especialista.

    Cerré la puerta de la habitación para que el sonido de la mezcladora no las despertase y me vi inmerso en la oscuridad del apartamento, tenuemente iluminado por la luz de la luna. El silencio lo devoraba todo y me hacía sentir incómodo, inquieto, como si me viese inmerso en la más absoluta soledad.

    Caminé con la intención de encender solo una luz auxiliar de la cocina, y antes de llegar un escalofrío recorrió mi espalda cuando creí ver una sombra moverse en la terraza.

    Instintivamente, cogí un cuchillo de la tacoma y me acerqué al teléfono. No era el primer fan acosador que intentaba colarse en mi apartamento desde la terraza, pero era extraño que a esas alturas no lo hubiese detectado nadie de seguridad. Había cámaras grabando los diferentes ángulos.

    La sombra había desaparecido y por un momento, pensé que era cosa de mi cabeza, un miedo derivado del «respeto» a mi propio poder y a lo que había visto por culpa de él. Me tranquilicé a mí mismo y volví hacia la cocina, pero cuando encendí la luz auxiliar, vi claramente, recortada frente a uno de los ventanales que daban a la terraza, una forma humana.

    Rodeé la barra y corrí hacia el teléfono, pero antes de llegar a él, todos los ventanales estallaron y una lluvia de cristales barrió el apartamento. Mi única reacción fue cubrirme tras el sofá mientras escuchaba el estruendo de los cristales al romperse.

    Cuando se detuvo, permanecí oculto, esperando escuchar en cada instante el crujido de los cristales bajo las pisadas del atacante. Pero no lo escuché. Lo único que rompió el silencio, fue el sonido de la puerta de la habitación al abrirse y dejar salir a una de las chicas, de tez cobriza y pelo oscuro, llamada Sitala, que tenía el adorable poder de ser capaz de repetir cualquier movimiento que hubiese visto.

    Ni siquiera tuve tiempo a gritar. Vi el rostro de horror de la chica al ver la escena y recordaré perfectamente su mueca de terror cuando se vio arrastrada volando hacia el atacante. Era un telekinético, es todo lo que recuerdo pensar, eso y que no podía quedarme escondido.

    Salí de detrás del sofá y vi a la sombra sujetando a Sitala por el cuello. – [Dante]¡NO![/Dante] – grité, pero no sirvió de nada. La sombra, que tenía apariencia femenina ahora que la veía de cerca, siguió aferrándola hasta que dejó de moverse y cayó al suelo.

    El miedo impidió que fuese a por ella y me mantuvo en mi posición, mirando a la atacante. – [JJ]No venía a por ella, pero ha sido un buen aperitivo.[/JJ] – dijo caminando lentamente hacia una zona más iluminada. Era una chica que aparentaba tener mi misma edad, pero sus ojos decían algo distinto. Era como un animal, implacable.

    – [Dante]¿Qué quieres…por qué lo has hecho?[/Dante] – pregunté, mientras evaluaba mis vías de escape. Por su tranquilidad, parecía que lo tenía todo bajo control. Accedí al Omnilens y vi sus datos: Jane Williams. Artificial e hija de Moondies con el poder de matar a otros y robar sus poderes.

    – [JJ]Porque podía. Aunque en realidad, venía a por tus alas.[/JJ] – respondió con una sonrisa tétrica. Intentó agarrarme con su telekinesis igual que había hecho con Sitala, pero instintivamente coloqué entre nosotros una pared de oscuridad y corrí hacia la terraza. – [JJ]Dos poderes por el precio de uno.[/JJ] – replicó a mi espalda, sin desistir. No conseguí detener un empujón de su telekinesis que me lanzó contra el borde de la terraza, pero conseguí ponerme en pie rápidamente y sin tiempo a pensar, me lancé al vacío.

    Extendí las alas sin tiempo a mirar atrás y planeé con dificultad. Aterricé con demasiada velocidad y me torcí el tobillo derecho, cayendo de costado contra la carretera.

    Intenté ponerme en pie mientras la veía descender lentamente usando la telekinesis. – [JJ]No eres lo bastante rápido.[/JJ] – sentenció cayendo cerca de mí.

    Estaba muerto, definitivamente muerto, lo mirase por donde lo mirase, así que, sin nada que perder, decidí enfrentarme a un aspecto que me aterraba de mi propio poder y me dejé envolver por las sombras, de camino a la dimensión oscura de la que venía la oscuridad que manipulaba. Al menos así podría intentar sobrevivir.

  • NO NECESITAS UN OMNILENS NUEVO, SINO UN CEREBRO

    Jane | Sanctuary

    NOCHE

    jjwhite

    El sol se ponía en el horizonte o eso debían ver desde la calle, porque en el Sanctuary siempre parecía la misma hora. Llevé el plato combinado nº 2 (entrecot, patatas fritas, huevo frito y ensalada) a la mesa del ‘Guardia de Ziudadanía’ que me miraba con cara de pocos amigos. Contuve una arcada cuando el olor a «fritanga» llegó a mis fosas nasales, pero la aguanté con dignidad, hasta que me llegó el olor a sudor del tipo. – [b]A buenas horas…sintética…[/b] – espetó de malas formas. Debía rondar los cincuenta años y la barriga le llegaba hasta las rodillas, a juego con el bigote que cubría su labio superior y la enorme nariz aguileña que deformaba su cara. 

    – [Jane]Lo siento[/Jane].- coloqué el plato y contuve una nueva arcada.- [Jane]Que aproveche[/Jane].- dije con mi mejor cara de pena y me alejé despacio. 

    (más…)