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Etiqueta: January Allard

  • UN MONSTRUO QUE MATA MONSTRUOS

    Sarah Echolls | Sala de experimentacion | Subterraneo tres

    sarahsorpresa

    Intentar no mirar a alguien cuando ha dejado de ser una persona para convertirse en un lobo no es una tarea difícil, si no imposible. Por más que procuraba que mi vista no se desviase hacia el lado donde hacía unos segundos estaba January y ahora un enorme [i]chucho[/i], mi instinto de supervivencia me gritaba que debía mirar y estar preparada por si quería matarme.

    Mi mente no conseguía asimilar la idea. January y lobo en una misma frase. La palabra licántropo resonaba dentro de mi cabeza. ¿Cuándo había dejado de ser la chica que no tenía ni idea del mundo sobrenatural y había pasado a ser una [i]licántropa[/i]?

    Giré la vista, no podía verla así. No si pretendía que siguiese confiando en ella, porque estaba convencida de que cuando un hombre lobo te mordía debías saberlo, ¿no?

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  • DOLOR Y TRANSFORMACION

    January Allard | Subterraneo tres

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    No me moví cuando los tres guardias aparecieron delante del cristal. Estaba tumbada en la cama, boca abajo, mirando por encima de la almohada cómo se acercaban a mi celda. Me quedé estática, pensando qué hacer e intentando olvidar que no podía hacer nada. Como había predicho: no había pegado ojo. Lo había intentado, pero había sido una especie de duermevela interrumpido, en el que nunca me había llegado a dormir del todo. Notaba que me picaban los ojos y el cansancio ocupaba cada célula de mi cuerpo mientras seguía viendo cómo se movía el cristal.

    De repente, me levanté bruscamente, con una energía renovada, y les esperé de pie en el centro de la celda. Sin duda, ésa no era la reacción que esperaba de mí misma. Me había imaginado más bien corriendo y llorando como una niña, pero cuando me apuntaron con las armas y espetaron un seco [i]Camina[/i] levanté la cabeza y me quedé estática en el sitio. En mi cabeza una voz gritó [i]muévete[/i], pero evidentemente mi cabezonería había tomado el control.

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  • LA MILLA BLANCA

    Sarah Echolls | Subterraneo tres

    sadsarah

    Ni siquiera tuve que abrir los ojos cuando el guardia nos llamó para despertarnos porque no había dormido en toda la noche. Después de mi encuentro con January, que todavía no me explicaba por más que lo intentase, no conseguí volver a conciliar el sueño. Me senté en la cama y así permanecí hasta que se hizo de día. Opté por no decírselo a Daniel para que no se preocupase y cuando me llamaba a través de la rendija fingía estar en un profundo sueño.

    Intenté no pensar en lo que estaba a punto de pasarme, pero era imposible, así que aproveché esa situación para mentalizarme. No pensaba llorar delante de ellos, ni tampoco mostrar signos de debilidad porque los utilizarían para hacerme más daño.

    El compartimento de la comida se abrió y con él llegó la asquerosa papilla gris que nos tocaba comer día sí y día también. La miré de reojo, con una mueca de asco y no me moví de la cama. Si era mi último día en la Tierra, porque cabía esa posibilidad y negarlo era absurdo, no quería que una papilla asquerosa fuera mi último recuerdo.

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  • CUANDO APAGUEN LAS LUCES

    Diarios de Destino | Iniciativa Awaken

    ascensor

    Dos puertas se abrieron. Una estaba en el subterráneo uno y por ella pasaron McLeod, Diana y Bill de camino a la cita con Nathan. La otra correspondía a la del ascensor en el subterráneo tres, y por ella pasaron Preston, Saunders, el equipo de investigación y los guardias. Dos puertas muy distintas, dos grupos muy distintos y dos objetivos opuestos.

    En el subterráneo tres, Preston y los demás atravesaron el pasillo y llegaron a la zona de investigación como ya era habitual. Una vez allí, Preston se dirigió a los guardias:

    – Vosotros tres, Epsilon-2 en formación habitual. [/b] – dicho esto tres guardias se dirigieron a la celda Epsilon-2, abrieron la cristalera y dos de ellos entraron mientras uno se colocaba en la retaguardia. – [b]Y vosotros tres, Epsilon-9.[/b] – los otros tres guardias repitieron la operación de los primeros.

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  • NO EXISTEN LOS HEROES

    Dominic Williams | Subterraneo tres

    mageqf

    [QUOTE=Flashback (La noche anterior)]Después de que experimentaran conmigo había pasado la mayor parte del día tumbado en la cama, no podía dejar de pensar en que por unos segundos había muerto. Tenia miedo de cerrar los ojos y no volver a despertar nunca. Pude oír como volvía a torturar a alguien, por los gritos parecía una chica, me tape los oídos, no podía seguir escuchándola gritar.

    Cuando dejo gritar me levante de la cama y me acerque hasta el cristal, pude ver como sacaban una camilla en la que iba una persona cubierta por una sabana. Di un puñetazo al cristal, tenia ganas de hacer daño a alguien. Preston hablo por el altavoz y dijo el nombre de las dos personas que serian las siguientes en ser sujetos de prueba. [i]- Ese cabrón, estaba jugando con ellas, las estaba poniendo nerviosas.[/i] Uno de los nombres que dijo me sonó mucho. [i]¿January?[/i] Pero no recordaba de donde. Me acerque hasta el baño para echarme agua en la cara, estaba cansado, pero no quería dormir.

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  • BILOCACION

    January Allard | Subterraneo 3

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    [QUOTE]– Mañana será otro día para que vuestras indignas vidas tengan algún propósito. Esta vez el turno será para… Sarah Echolls y January Allard. Pasad buena noche. Hasta mañana.[/QUOTE]

    [i]January Allard. January Allard. January Allard.[/i]

    Y Sarah. Las dos. Experimentación. Mañana. Al día siguiente.

    Durante un minuto me quedé helada en el sitio. Sin moverme, sin ser consciente de mi respiración. Nada. Quizás fuera menos de un minuto, quizás más, pero durante ese minuto mi cerebro apenas si fue capaz de enlazar dos palabras o entender lo que iba a pasar al día siguiente. Funcionaba como a cámara lenta, como si procesar apenas dos palabras fuera la más ardua tarea que pudiera realizar.

    Luego no. Luego todo lo contrario. De repente sentía la inmediatez de todo aquello en mis venas, y todo lo adormecida que me había sentido en esos días se desvaneció. De pronto me sentía hiperactiva, histérica quizás. Tenía ganas de salir corriendo, de huir en cualquier dirección posible. Quería colarme por la rendija en la parte alta de mi pared y darme de cabezazos contra el cristal hasta que se hiciera pedazos. Me repetía una y otra vez «no, no, no» como si mágicamente fuera a conseguir que aquello no fuera real y me encontré a mí misma dando vueltas por la habitación, como si una parte de mí deseara encontrar un agujero oculto que algún viejo prisionero hubiera excavado con sus propias manos para escapar de tan aséptica prisión.

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  • LOBOS CONOCIENDOSE

    January Allard | Subterraneo 3

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    Había pasado casi todo el tiempo en un estado de duermevela, a medio camino entre las pesadillas de los sueños y la pesadilla del mundo real. Y la del mundo real era mucho peor, porque no podía consolarme pensando que era un sueño. Veía a la gente entrar y salir de la habitación de experimentación y se me encogía el corazón pensando que, antes o después, sería a mí a quien sacaran a rastras de mi celda para hacerme ve tú a saber qué cosas. No sabía cómo iba a reaccionar o si lo iba a hacer en absoluto.

    En ese momento, por ejemplo, me frotaba los ojos, intentando despabilarme. Si seguía tumbada en aquel incómodo camastro, intentando inútilmente ignorar que el chico de la celda que tenía enfrente había sido sacada también de allí o el grito femenino que apenas había conseguido penetrar en mi cerebro, acabaría quedándome en una especie de trance que no quería ni tocar. Así que me incorporé e intenté no darle muchas vueltas a la chica que aún no había salido de la sala de experimentación, la que probablemente había proferido aquel grito que tan amortiguado me había llegado y que quizás estuviera…

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  • EVITANDO LO QUE VEN LOS OJOS

    January Allard | Subterraneo 3

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    Volvía a sentirme adormecida. El hambre me había mantenido en vilo toda la noche y no había podido evitarlo: en cuanto escuché el sonido del plato entrando en la celda, me había avalanzado sobre la papilla grisácea, devorándolo como si estuviese ante el plato más exquisito del mundo. Me había arrepentido apenas unos segundos después, pero visto lo visto, tampoco importaba mucho. Eso sí, quedaba patente que la droga se ocultaba en aquello que llamaban alimento (y yo excremento de hiena, como mucho).

    Al menos había tenido toda la noche para pensar. No que hubiera pensado mucho, porque gran parte del tiempo lo había pasado repitiéndome que era el jodido Remus Lupin de la universidad, y luego consolándome porque, eh, mi vecino de celda también lo era, así que quizás hubiera más. No podía ser tan malo, ¿no? O sí. Lo peor era no saberlo, no haberlo vivido nunca y estar a la espera. ¿Cuánto quedaría para la luna llena? ¿Qué ocurriría entonces? ¿Me volvería loca e iría atacando gente? Eran demasiadas preguntas que no me había atrevido a hacer a Alexander.

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  • EL SIGUIENTE EXPERIMENTO

    Daniel Arkkan | Subterraneo tres

    danielojomorao

    [i]Otro día más en el Infierno.[/i] – pensé al despertarme de nuevo en ese incómodo camastro. Me incorporé y al fondo de la celda estaba la misma papilla grisácea de siempre, le había prometido a Sarah y Nathan que comería, pero podía esperar un rato.

    Fui hasta la cristalera y observé el pasillo, todo parecía en calma, pero cuando me estaba dando la vuelta pude ver como venía un grupo de gente. A medida que se acercaban, pude identificar a Preston, la doctora [i]Scar[/i], dos o tres “investigadores” y al menos media docena de guardias. Al mirar el rostro de Preston se me hizo un nudo en el estómago, su cara parecía brillar, estaba alegre, eso sólo podía significar que experimentarían con otro. Esa idea me golpeó más fuerte que cualquier demonio.

    El grupo llegó hasta el centro y se detuvieron justo antes de entrar a la zona de experimentación. Los guardias tomaron sus posiciones, los “investigadores” se colocaron cerca de la entrada a la zona y la doctora y Preston comenzaron a hablar entre sí. Preston miraba la libreta que tenía la doctora en las manos y paseaba la mirada por las celdas, haciendo comentarios de vez en cuando.

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