Moondale

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  • EL LUGAR QUE NOS CORRESPONDE

    [align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=4][color=black]Christopher McLeod | Moondale.[/SIZE][/color][/font][/b]

    mcleodguapo

    [SIZE=2]El chasquido de una pistola a mi espalda fue como un jarrón de agua fría. Diana, Cecil y Bill estaban a punto de entrar en una zona muy desprotegida con los francotiradores apuntando y ahora alguien iba a retenerme e impedir que les avisase. Sentí algo de frío a mis espaldas y supe que el aura oscura estaba ahí.

    Me di media vuelta y entonces la vi, la reverendísima Margaret [i]Clavo[/i], porque eso había sido para todos los que la rodeaban, la Universidad, el Consejo e incluso la Iniciativa, un envenenado clavo bajo las uñas. Me hizo un gesto para que me moviese y nos alejamos un poco de la plaza y, claro está, de Diana, que quedaban a mis espaldas, en más de un sentido.

    – [b][i]¡Que alegría verte, Christopher![/i][/b] – dijo con su habitual tono de autoconvencida superioridad. Nunca hay que desearle mal a nadie, pero con ella había que contenerse mucho para no hacerlo, incluso cuando descubrimos su muerte. No me alegre, porque la muerte no es algo de lo que debas alegrarte aunque sea de tu peor enemigo, pero no puedo decir que fuese fácil, pero me hubiera resultado mucho más difícil más adelante, cuando comprendí todo lo que había hecho, no podía negar que merecía una milésima parte de lo que había hecho sufrir a otros.

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  • COSAS QUE NUNCA TE ATREVES A DECIR

    [SIZE=2][align=center][b]Sarah Echolls | Mina[/b]

    sarahcelda

    Tenía la lengua seca y el estómago me rugía pidiendo comida. Ni siquiera una Cazadora podía escapar a eso. Si no encontraba pronto agua empezaría a notar los efectos y poco después, moriría, si no comía pronto… no me moriría pero eso era un incordio porque notaba por primera vez en mi vida, la sensación de hambre que no ese gusanillo que sientes en el estómago cuando hueles la comida que te vas a comer. Ya no sólo debía procurar que January no me matase o peor aún, me transformase en una de las de su especie, si no que el tiempo corría en mi contra e iba más rápido que yo.

    Centré todos mis esfuerzos en correr a la par que pensaba en el hambre que tenía y en la sed que padecía. Posiblemente no fuera lo más inteligente, pero si dejaba volar mi imaginación acabaría pensando en cómo jamás volvería a ver a mi hermana que seguramente había sido atacada por una buena amiga que a su vez podía haber matado a alguien más. ¿Y si había acabado con Daniel? ¿Sentiría una ira tan ciega dentro de mí que tendría que matarla? ¿Volvería a hablarle con normalidad sabiendo que es una asesina? ¿Pesaría más el cariño que le tengo a una chica que casi no conozco de nada o la muerte de mi hermana? Demasiadas preguntas sin respuesta. Demasiadas respuestas que me llevaban a hacerme aún más preguntas. Y ni siquiera tenía a McLeod para que me dijese qué era lo correcto porque también podía haber muerto víctima de January.

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  • PONERSE EN PLAN ESTUPIDO

    [align=center][SIZE=3][color=black][b]Cecil Anwalt | ¿Moondale? ¿Calles?[/b][/SIZE][/color]

    cecilanwalt

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    Las cosas no pintaban nada bien, de ninguna manera.

    Mis oídos y mis ojos captaban multitud de cosas, algunas sencillas de describir, como la feroz batalla que se libraba a no mucha distancia de mi posición, o cómo Daniel y Sarah peleaban con fiereza, recibiendo golpes, algunos cortes y heridas. Pero continuaban allí, continuaban luchando. Mataban vampiros con una velocidad de vértigo sin pararse demasiado a convertirles en prototipo de papilla. Pero por muchos que matasen, nunca se acababan. La luz y la calidez, por mucho que permaneciese ahí delante a modo de barrera, luchando contra la oscuridad, parecía tener las de perder.

    Esta clase de situaciones son difíciles, por no decir de las más complicadas en las que uno podría encontrarse. Aunque ahora mismo no era momento de pensar, sino de actuar, no podía evitar sentirme confuso, incapaz de comprender las cosas con la misma claridad que antes habría podido tener.

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  • PRISIONEROS DEL MIEDO. SEXTA PARTE

    [align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5][color=black]Diarios de destino[/SIZE][/b][/color][/font][/align]

    [b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Silver Wolfe[/b][/SIZE][/font]

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    [spoiler]- Aunque ya os imaginéis lo que pasa, la colocaré después del post para que no haya incoherencias con el último post de Silver.[/spoiler]


    [b][font=Bookman Old Style][SIZE=4]Suzanne Sommerville[/b][/SIZE][/font]

    annsommerville

    [spoiler]- Aunque ya os imaginéis lo que pasa, la colocaré después del post para que no haya incoherencias con el último post de Ann.[/spoiler]


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  • ENTONCES ME DI CUENTA DE TODO

    [align=center][b]~ Sylver F. Wolfe | Casa de la Abuela ~ [/b]

    silver1

    [spoiler]Sylver se piensa, en ese post, que toda su vida ha sido un sueño. Que ella en realidad sigue siendo la niña pequeña cuidada por su abuela, y desconocedora de su futuro[/spoiler]
    La manta de tericopelo color rosa con la princesa acuática Ariel me recubría todo el cuerpo, aquel diminuto cuerpo. No habia rastro de ninguna cicatriz, y al tocarme el rostro descubrí que no tenia ninguna espantosa arruga. Pero, ¿qué habia sucedido?

    El pelo castaño largo, recogido en un lazo color púrpura, caía por uno de mis hombros. El pijama, algo infantil para mi edad, me quedaba pequeño. Aquella cama, aquella habitación, aquel olor a tostadas recién hechas. Volvía a ser yo. Quiero decir, yo en realidad. No era aquella chica sexy y alta, delgada y superficial que batía monstruos junto a una pelirroja y a una rubia. Ya no era aquella chica que se pintaba los labios en cada espejo que veía a su paso, la que conducía sin el cinto de seguridad, y la que tenia su móvil siempre sin batería. Volvía a ser yo, la pequeña Syl-Syl. La que todos llamaban “coletitas”, y la menos popular del colegio. Aquella que pasaba las tardes haciendo galletas con su abuela, y corriendo detrás de Obscure.

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  • ENEMIGO DEL PASADO

    [align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=4][color=black]Dominic Williams | ¿Calles de Moondale?[/SIZE][/color][/font][/b]

    deaconfrost

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    Tosí intentando echar el agua fuera de mis pulmones pero no salió nada. Había vuelto a despertar y sin embargo todo lo antes vivido había sido demasiado real. La falta de aire, la angustia de sentir como no podía respirar y tragaba agua, la sensación de que tu vida se va apagando poco a poco. En menos de una hora debería haber muerto dos veces, y sin embargo había vuelto a despertar desorientado como las otras veces.

    Seguía sin comprender que estaba pasando, pero por alguna razón no podía morir. Me levante mirando a mi alrededor para ver donde me encontraba esta vez, no era un bosque ni un barranco, era una ciudad o lo que quedaba de ella. Edificios con la fachada derruida, otros que difícilmente podrían seguir en pie por mucho más tiempo, coches volcados, escaparates saqueados, no sabía dónde me encontraba pero el letrero de uno de los negocios respondió todas mis respuestas. En el cartel medio quemado aun podía leerse 7th Heaven, estaba en Moondale o lo que quedaba de ella.

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  • LOS PROTAGONISTAS DE NUESTRO PROPIO RELATO DE TERROR

    [align=center][b]Suzanne Sommerville |Un bosque desconocido[/b]

    annsommerville

    [i]Los seres humanos somos una historia. Somos un cuento. Somos los protagonistas de nuestro propio relato de terror que siempre termina en muerte. Derrotamos una y otra vez a los villanos del final de la novela. Vivimos. Sobrevivimos. Morimos, siempre, al final. El problema aparece cuando nosotros mismos somos el villano de nuestra propia novela. Cuando la única forma de ganar es matar o morir; adelantar el final de la obra para salir victorioso. Dejar que nuestros propios miedos nos coman mientras intentamos acurrucarnos bajo la cama para no ser descubiertos o, por la contra, morir con la cabeza alta, mirando al miedo a la cara, demostrándole que, sí, pueden matarnos, pero no vencernos. Los seres humanos somos débiles, frágiles… pero en nuestras vidas, también somos dioses.[/i]

    Camino en la oscuridad al encuentro con el lobo. Al encuentro conmigo misma. Ese animal sediento de sangre mató a Francis, mató a mis padres y mató a mi hermana. Acabó con todos aquellos a los que he querido antes de llegar a Moondale. He prometido a Carol que no dejaría que el monstruo —el monstruo que llevo dentro— hiciese llorar a nadie más. Y puede que para matar al monstruo tenga que morir, puede que para ganar tenga que perder. Pero si con eso consigo mantener a la gente que quiero, si logro protegerlos de mí misma, sería un precio demasiado bajo a pagar para mantenerlos a salvo.

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  • PROTECTORA DESPROTEGIDA

    [align=center][b]Sarah Echolls | Mina [/b]

    januaryallard

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    No sabría decir cuánto tiempo permanecí en la misma posición. Sin soltar a Diana, acariciándole el pelo y pidiéndole a Los Grandes Poderes, a Dios, a Buda o a quien fuera que estuviese de guardia ese día que por favor, me devolviese a mi hermana. Pero no lo hizo. Me dolía el cuerpo, pero me dolía más todavía el alma y me dolía que ni siquiera ya me quedasen lágrimas para llorar. Cerré los ojos en un intento de que todo volviese a la normalidad, como Diana me había contado que hacíamos cuando éramos pequeñas, porque cuando cerraba los ojos los monstruos desaparecían al volver a abrirlos. Ser Cazadora me había enseñado que los monstruos no desaparecen cuando cierras los ojos, ni tampoco los problemas, pero valía la pena intentarlo.

    Cuando los abrí, me encontré frente a frente con un montículo de piedras y una cruz que constituían la tumba de mi hermana. La miré sin parpadear hasta que la cerilla que yo no recordaba haber encendido se consumió en mis dedos provocándome una quemadura que no me dolía tanto como lo que acababa de ver.

    De nuevo perdí la noción del tiempo, seguramente a causa del shock que tenía mi mente decidió eliminar los recuerdos más dolorosos, especialmente el momento de cavar la tumba con mis propias manos, introducir el cuerpo y cubrirlo con tierra y piedras o el de asimilar que había perdido a mi hermana. En parte lo agradecía, pero por otro lado me preocupaba porque otra cerilla encendida estaba en mi mano y me había prometido a mí misma no encender más. Un grito de Jan me sacó de mis pensamientos. Lo distinguí porque uno de los ejercicios más difíciles que me había puesto McLeod consistía en identificar los gritos de las personas conocidas para distinguirlos en caso de coacción. También sabía que no era una grabación, si no un grito real, pero más que de miedo o de ira era de dolor. La cerilla cayó al suelo y fui hasta ella.

    Corrí durante unos minutos en la más absoluta oscuridad hasta que vi una luz que provenía del suelo. Me acerqué hasta ella con cautela y vi que era un casco de minero que cogí sin pensármelo y sostuve entre mis manos para que me alumbrase. Avancé unos metros más deseando que no fuese Jan y que necesitase más horas de entrenamiento con McLeod, pero no fue así. Frente a mí estaba Jan, a la que consideraba una buena amiga, retorciéndose de dolor.

    – [b]A punto de transformarse[/b].- Dije en voz alta esperando a que las luces de la mina se encendiesen y McLeod apareciese aplaudiendo con Diana detrás, como si estuviéramos en la película de La Prueba y yo fuese la versión femenina de Colin Farrell y él, un Al Pacino más joven, porque no era posible que todo eso me estuviera pasando a mí.

    – [b][i]¡CORRE! [/b][/i]- Me pidió. Su cara era una máscara de dolor que después se rompió en mil pedazos en su siguiente grito. Su cuerpo volvió a retorcerse en un ángulo imposible y el lobo comenzó a salir.

    Ni siquiera me lo pensé, agarré el casco con fuerza y eché a correr saltando por encima de Jan en vez de volver sobre mis pasos. No apagué la linterna del casco porque de todas formas, era un licántropo y [i]los animales[/i], en su mayoría, se guían por el olfato por lo que la luz supondría una ventaja para mí y un simple elemento decorativo para él… o ella.

    La mina parecía exactamente igual la mirase por donde la mirase. Todas las galerías eran copias exactas y la salida no aparecía por ninguna parte. No dejé de correr en ningún momento, ni siquiera cuando escuché su primer aullido. Escucharlo me hizo darme cuenta de que mi amiga ya no estaba allí. Se había ido como todas las demás.

    Cuando era pequeña pasaba mucho tiempo con mis hermanas o con Amber, pero cuando empezamos el instituto ella se mudó a otro barrio y dejamos de vernos. Con mi prima Mackenzie, hija de uno de los hermanos de mi padre, dejé de contar cuando se volvió una estúpida. Y del resto del mundo me separé al descubrir mi legado. Por eso al conocer a Jan me emocioné, quizás demasiado y quise que fuera mi amiga a toda costa. Sin conocerla de nada la introduje en mi vida, le organicé una fiesta sorpresa de cumpleaños y le regalé un colgante, haciendo que pensase que era una acosadora o que estaba enamorada de ella. Pero realmente nuestra amistad se resumía a un par de charlas. Seguramente por eso había sido tan tonta de olvidar que era un licántropo, una mujer lobo o como quisiera decirle. Una Cazadora de verdad habría tenido eso en cuenta y no se encontraría corriendo en una mina como alma que lleva el Diablo sin saber qué hacer.

    El siguiente aullido lo escuché mucho más cerca. January se estaba acercando y tenía que decidir. Vivir o morir. Asesinar o ser asesinada. La opción intermedia de luchar con ella hasta que se hiciera de día no era viable. Primero porque aún me quedaba mucho camino que recorrer para manejar las técnicas apropiadas y segundo porque no sabía qué hora era ni cuánto podía quedar hasta el amanecer, pero suponiendo que el anochecer llegase a las siete y media de la tarde y amaneciese sobre las cinco de la mañana, diez horas de lucha a vida o muerte acabarían incluso con la mismísima Faith Lehane si estuviese viva.

    Justo en ese momento me di de bruces contra un cruce de galerías. Las dos igual de inhóspitas y abandonadas. Las dos con el mismo aspecto, pero significaban cosas distintas. Una de ellas suponía buscar lo que fuese para intentar matar a Jan en caso de necesidad, la otra, significaba que correría por mi vida y que preferiría morir antes que matar a un inocente.

    Buffy Summers sabría lo que hacer. Faith Lehane le habría metido una barra de hierro entre ceja y ceja a la primera de cambio. Sarah Echolls, dudaba.

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    [QUOTE=Flashback]
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    Miré el reloj y comprobé que, en efecto, sólo habían pasado cinco minutos desde la última vez. Eran más de las doce y media, pero Cecil parecía concentrado con lo que fuera que estuviese estudiando. Miré una vez más a los apuntes que tenía delante, más de cien páginas con menos de la mitad del temario de Metodologías de Investigación en el Periodismo, un ladrillo de segundo de carrera que junto con Estadística formaba mi talón de Aquiles. Suspiré poniendo morritos: ¿Para qué quería estudiar si de todas formas me iba a morir? Si al menos tuviese la oportunidad de disfrutar de sesenta años de tranquilidad no me importaría perder el tiempo, pero ¿y si me dejaba la piel estudiando y un vampiro acababa conmigo el día de antes de un examen? El día que acepté mi legado fui consciente de que estudiar no me serviría de nada. Buffy Summers abandonó la Universidad, Faith Lehane debía desconocer el significado de la palabra y estoy casi segura de que la mayoría de las potenciales que quedaban (que debían ser tres como mucho) eran más tontas que un cepillo.  Nunca ejercería como periodista. Jamás firmaría un artículo con mi nombre, ni podría viajar al extranjero a cubrir una noticia: ¿Para qué me molestaba? ¿Qué quería demostrarle al mundo? Di un sorbo al zumo e que tenía encima de la mesa del salón en la que estábamos estudiando en un intento de apartar esos pensamientos de mi cabeza y miré  a Cecil que estaba leyendo un libro estirado en su silla. Al ver que no me hacía caso comencé  a golpearme con la frente en los apuntes a ver si se percataba de mi presencia o mejor aún, todos mis conocimientos entraban en mi cerebro por la puerta grande.

    – [b][i]Es tarde, mejor será que dejemos de estudiar antes de que te pongas en plan chunga con el libro, que ya te veo las intenciones[/b][/i]. – Posó el libro sobre la mesa y me sonrió.

    – [b]Creo que será lo mejor[/b].- Reprimí un bostezo e hice una pausa mirando a Liad que se había quedado dormido encima del sofá con Freya a su lado.-  [b]Siempre me habría gustado tener una mejor amiga, ¿sabes? [/b]– Dije sin pensar y aclaré.- [b]No te lo tomes a mal que no te estaba despreciando[/b].

    – [b][i]No lo hago[/b][/i]. – Se puso un lápiz entre el labio superior y la nariz para juguetear con él.
    – [b]Debe ser algún tipo de trauma infantil[/b].- Le tiré el lápiz de un manotazo y me eché a reir provocando que me mirase enfadado, pero no lo estaba.- [b]Porque no tiene mucho sentido.[/b]

    – [b][i]¿Por qué no tiene sentido? O bueno, no tiene sentido para ti.[/b][/i]

    – [b]Porque es una tontería[/b].- Me encogí de hombros.

    – [b][i]¿El querer tener una mejor amiga? Yo no lo veo una tontería, la verdad[/b][/i]. – Se estiró bostezando haciendo que yo hiciese lo mismo. – [b][i]No digas que son tonterías esa clase de cosas Sarah, creo que es lógico que pienses así.[/b][/i]

    – [b]Si hubiera vivido la misma vida que Diana en la que estábamos siempre juntas o en la que Ed que eran…éramos como los tres Mosqueteros pensaría de otra forma, supongo[/b].- Suspiré. Los Grandes Poderes habían jugado con nosotros, ocultándonos realidades o privándonos de la compañía de alguien sólo por placer. Los odiaba.- [b]Debe ser que los Poderes no me consideraban lo suficientemente buena como para merecerme algo así.[/b]

    – [b][i]No busques la aprobación de Los Poderes, o al menos, no en ese sentido[/b][/i]. –Se incorporó. – [b][i]Me resulta espeluznante que alguien nos maneje de esa manera, aunque no digo que no sea cierto[/b][/i]. – Frunció el ceño. – [b][i]Lo que quiero decir es… supongo que las cosas pasan por una razón, ¿vale? Y no es que no seas suficientemente buena, eres lo siguiente, pero creo que es mejor estar feliz con lo que uno tiene ahora, ¿no?[/b][/i]

    Me quedé en silencio durante unos minutos sin saber qué decir, hasta que por fin encontré las palabras adecuadas.- [b]Te daría un abrazo, pero te quejarías, así que te lo agradezco formalmente.[/b]- Moví la mano como si fuera la reina de algún país europeo y sonreí.

    – [b][i]Por hoy te lo permito. Pero no me quites el aire, ¿eh? [/i][/b]- Bromeó.

    Me levanté y fui hasta él dándole un abrazo con toda mi fuerza de cazadora. A Cecil podía abrazarle cuantas veces quisiera sin miedo a que ninguno de los dos sintiese algo extraño por el otro. Éramos hermanos. – [b]Gracias[/b].- Me aparté.- [b]Soy una quejica.[/b]

    – [b][i]No pasa nada[/b][/i]. – Respondió y añadió sin darle importancia mientras me sentaba. – [b][i]Sé que has estado preocupadilla y lo admito, no soy una persona que cuente su historia en la primera cita, pero quería que supieras que estoy bien[/b][/i]. – Hizo una pausa al ver que Liad se movía en sueños.- [b][i]Y no te morderé ni nada por el estilo si me preguntas, ¿vale?[/b][/i]

    – [b]Sí, estoy preocupada por ti[/b].- Admití preocupándome por el tono trágico que había alcanzado mi voz.- [b]Parezco tu madre.[/b]

    – [b][i]Ya no tienes por qué seguir preocupándote[/b][/i]. – Me tocó la frente con el dedo y sonreí. –[b][i]Siempre he sido yo, ¿sabes? He tenido mis amigos, la chica de turno con la que estuviese, pero poco más. No estoy habituado a esto, a estar con gente con la que arriesgarías tu vida sin dudarlo ningún segundo[/b][/i]. –Tragó saliva. – [b][i]Lo que quiero decir es que… puede costarme hablar de mi familia, de mis cosas. Y que sí confío en vosotros, pero dame tiempo para que pueda contar ese trocito de la historia de Cecil que no conocéis.[/b][/i]

    – [b]Tienes  todo el tiempo del mundo[/b].- Sonreí para reconfortarle y desvié mi mirada hacia mis zapatillas un poco azorada por el torrente de sinceridad que había inundado la habitación.- [b]¿Ves? Esta es mi idea de la amistad.[/b]- Levanté la vista.

    – [b][i]Pero no todo el mundo tiene ese punto de vista[/b][/i]. –Liad volvió a moverse haciendo que Freya protestase. – [b][i]Amistad no es llamarte cabrón, hijo de puta o guarra. Tampoco el dormir en plan comuna hippie o irse de compras a buscar nuevos modelitos . Es saber estar con las personas a quien quieres. Es comprensible que eso no es perfecto, que hay roces y problemas, pero si de verdad te interesa la amistad, todos los aspectos secundarios son eso, secundarios.[/b][/i]

    – [b]Según tu definición es como un novio al que no te tiras[/b].- Hice una pausa al ver lo extraño de mi afirmación.

    – [b][i]Todo depende de cómo se mire, ¿o no?[/b][/i]

    – [b]Menos en nuestro caso, porque iuhhh…[/b]- Puse cara de asco y le saqué la lengua haciendo que él pusiese otra mueca.- [b]Supongo que por eso que has dicho nunca tendré una mejor amiga, pero no me importa, tengo algo mejor que eso[/b].- Dije con orgullo.

    – [b][i]¿Qué… es lo que tienes? [/b][/i]- Preguntó Liad levantándose del sofá frotándose los ojos haciendo que gritase asustada y provocando carcajadas entre los presentes. Freya por el contrario se acercó hasta mí moviendo la colita para que la acariciase.

    – [b]A vosotros[/b].- Le respondí.[/SIZE]
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    [b][i]Auuuu[/b][/i].- El tercer aullido sonó tan cercano que casi podía percibir cómo se iba aproximando el lobo. Cómo corría, cómo su corazón se aceleraba al olerme sudorosa y asustada.

    Recuperé el aliento y a toda velocidad, tomé la galería de la derecha siguiendo una corazonada. Puede que no conociese a Jan lo suficiente y es posible que después de ese día no tuviese oportunidad de hacerlo, pero nunca la asesinaría pasase lo que pasase porque las Cazadoras protegían a los inocentes.

    ¿Pero quién me protegía a mí? [/SIZE]

    [spoiler]Cecil y Liad controlados por Eitan. El ambiente, así como Jan, por Dracon.[/spoiler]

  • CRYAD

    [align=center][SIZE=3][b][color=black]Liad | Casa de las Echolls[/SIZE][/b][/color]

    liadcarafea

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    Había algo de lo que me había dado cuenta. No era el único que estaba aquí. Quizás estuvo durmiendo, quizás entró mientras yo bajaba o quizás, en el peor de los casos, alguien había estado buscándome, rastreando mi esencia por todos los sitios donde había estado, intentando cazarme.

    La música continuaba sonando, el efecto del Boogie Man estaba en el aire, cargándolo más de lo que ya estaba, consiguiendo que mi respiración se acelerase con cada segundo que pasaba. Intenté tranquilizarme, controlarme. No podía dejarme llevar por esa oleada de sentimientos, por ese tsunami de miedo que rompía cualquier pensamiento lógico para paralizarme. Si permitía eso, sobre todo ahora que no tenía a nadie a mi lado, no estaba seguro de lo mal que acabaría yo.

    A través de la música, detrás de toda esa capa de notas, mis oídos, aunque de forma lejana, percibían que, lo que estuviese aquí, en la casa conmigo, susurraba. No podía entender lo que decía (algo lógico, la distancia, diferencia de plantas, esas cosas…) y tenía momentos en que ignoraba si se había callado o no. Pero después, por un momento, pensé en que me había quedado sordo, que quizás me había entrado demasiada agua rara en los oídos o incluso sangre, pero de verdad, llegué a un punto en que no escuchaba nada. Pero no era por mí, sino porque parecía que todo lo que me rodeaba se había puesto de acuerdo (y mira que tiene que ser difícil eso) para que el silencio reinase. La música había desaparecido, la conversación chirriante de la casa también. Tuve que hacer copio de mis fuerzas y del control que se suponía que tenía para tranquilizarme, para respirar de forma más tranquila y silenciosa.

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