Sarah Echolls| Residencia Universitaria ‘Hexe’
Al final, había tenido que desechar la idea de vestirme como la princesa Leia. Era demasiado…breve y me sentía ridícula con él puesto. El disfraz que llevaba era una idea de última hora, pero tenía que reconocer que había quedado bastante bien. Tuve que mirarme al espejo varias veces para admirar lo que había conseguido con un bonito vestido negro que casi me tapaba unos altos zapatos de tacón -con los que me acabarían doliendo los pies, seguro-, un buen peinado y algo de maquillaje.
Eso sin olvidar, por supuesto, unos guantes de raso negro que me llegaban hasta el codo. No podía ser una pseudo-Rita Hayworth en Gilda si me faltaba algo de eso.
Por primera vez en mucho tiempo, quizás en mi vida, me sentía realmente guapa. Decidí no entretenerme mucho más mirándome al espejo y bajé las escaleras de la residencia para encontrarme con Daniel, con el que había quedado en la puerta principal. Algunos me miraban con asombro, quizás mi disfraz de la época dorada de Hollywood desentonaba demasiado en un lugar repleto de fantasmas y conejitas de Playboy. Eso me recordaba a Diana, a la que no había visto desde esa mañana en la cafetería y me imaginaba que se había disfrazado de lo segundo -En cualquiera de sus variantes: ‘Porno chacha’, vampiresa salida…-, como todos los años.